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Channel: Conflicto de Malvinas
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Exploración y Reconocimiento en el Atlántico Sur

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"El Escuadrón Boeing se organizó con la finalidad de efectuar misiones de exploración y reconocimiento en el Atlántico durante la Guerra de Malvinas. Algunos de sus miembros fueron desafectados de los destinos normales y pasaron a formar parte de la unidad aérea. A partir de ese momento vivieron sólo para volar, dormir y comer. Al comienzo, las misiones consistían en operaciones de transporte, inclusive en el exterior, y a partir del 21 de abril se agregaron incursiones de exploración y reconocimiento sobre el océano".

Por el Comodoro (R) Marcelo Augusto Conte
Entre el 02 y el 21 de abril hubo que armar el despliegue militar al sur; empezamos los vuelos a Comodoro Rivadavia y a Río Gallegos; desde allí se trasladaba carga o pasajeros en los Hércules rumbo a Malvinas.

Mientras no hubo acción bélica, a las islas volaban nuestros Fokker F-28 y los Boeing 727 de Aerolíneas Argentinas y Austral. A partir del 01 de Mayo, cuando empezaron los bombardeos, lo hicieron únicamente los Hércules; desde esa fecha fueron ellos solos los que llevaron "todo el peso" del puente aéreo a Malvinas hasta el último día del conflicto.

Después del 02 de Abril, cuando se recuperaron las islas, sucedieron días de negociaciones diplomáticas y resultaba incierto si la respuesta militar británica se concretaría, pero su Fuerza de Tareas inició la navegación rumbo al Sur y finalmente llegó la información de que habían arribado a la isla Ascensión.

Aquí se pensó que esa operación quizás tuviera carácter intimidatorio y que podían permanecer en Ascensión, dando espacio a las gestiones diplomáticas, o bien continuar la navegación al sur. El Estado Mayor Conjunto decidió despejar esta incógnita.
 

El único avión que por su autonomía estaba en condiciones de hacer un vuelo tan largo, era el C-130 Hércules; pero comparándolo con un Boeing 707 desarrollaba la mitad de velocidad y además todas las unidades se encontraban afectadas al puente aéreo a Malvinas. Por último se decidió el empleo de los Boeing 707.

El plan era simple; se estimó, en primer lugar, que la flota navegaría con proa hacia las Georgias. Cuando nos llegó la información de que había zarpado de Ascensión se diseñó la zona de búsqueda, entre doscientas y trescientas millas al sur de Ascensión, considerando velocidades de navegación mínimas y máximas. Nuestro vuelo se planeó desde Buenos Aires, la misión partiría desde Ezeiza dado que, considerando que no sabíamos cuánto tiempo nos mantendríamos en vuelo, debíamos cargar el máximo de combustible, es decir unos 70 000 kilos. Por la misma razón se incorporaron a la tripulación dos pilotos de relevo quedando conformada por: Vicecomodoro Jorge Riccardini, Comandante, Vicecomodoro Joaquín Argüelles Benet, piloto, Vicecomodoro Horacio Ernesto Genolet, piloto, Vicecomodoro Marcelo Augusto Conte, piloto, Vicecomodoro Mauro López, navegador, Suboficial Principal Andrés Hustey, mecánico, Suboficial Principal Nicolás Zárate, mecánico, Suboficial Principal Manuel Rivarola, mecánico.

En la madrugada del día 21 de abril trasladamos el avión desde El Palomar a Ezeiza; donde tuvimos que hacer una aproximación frustrada debido a la densa niebla, pudiendo aterrizar recién en el segundo intento.

Allí se embarcó personal de la Armada: un Capitán de Fragata, un oficial de inteligencia y un fotógrafo con equipo especial. Nosotros no teníamos experiencia en navegación de reconocimiento y exploración sobre el mar. Despegamos a las 05:00 alcanzando el nivel de vuelo de 35000 pies con rumbo a la grilla prevista. No contábamos con equipamiento electrónico que nos ayudara a encontrar blancos en superficie y entonces se nos ocurrió algo que fue muy útil: en aquel momento el Boeing 707 disponía de un radar meteorológico adecuado a la época: blanco y negro pero con opción al modo, es decir que con la antena baja, marcaba con precisión islas y costas, por lo cual presumíamos que podía detectar buques. En términos de detección radar, un buque esencialmente presenta una alta concentración metálica que, establecida sin obstrucciones físicas en el plano oceánico, produce una fuerte reflexión magnética. 
 
 
En nuestros vuelos a Europa sobre el mar algunas veces habíamos detectado buques; en el radar aparecían puntos y si se encontraban en nuestro rumbo los podíamos visualizar. Por esta experiencia suponíamos que lo mismo ocurriría con la flota británica. A lo largo del trayecto comprobamos que efectivamente era así, por lo cual decidimos mantener el radar en función. Bajamos a 20 000 pies hasta nivelar sobre una capa de nubes. Y sucesivamente continuamos descendiendo. Cuando estábamos a 7 000 pies comenzamos a ver puntos en el radar; nubes no eran: allí había algo. Fue en ese momento que consultamos al oficial de la armada, quien observando la pantalla apreció que podría tratarse de una considerable formación naval. Seguimos descendiendo y de pronto, después de atravesar la base de la capa de nubes, establecida aproximadamente a 600 metros, vimos los buques británicos en rumbo opuesto al nuestro: dos portaaviones rodeados de destructores y fragatas. De inmediato el marino nos hizo observar que los destructores y fragatas maniobraban con notable celeridad, para cerrar formación defensiva junto a los portaaviones. Se podían ver claramente las estelas en el mar describiendo la trayectoria de los barcos.

Mucho antes de que pudiéramos divisar el núcleo principal de la Fuerza de Tareas británica 317,8 nuestro Boeing había entrado en el rango de la artillería misilística de largo alcance del sistema Sea Dart y a medida que nos acercamos a la posición de los buques también entramos en el rango del sistema de alcance medio Sea Wolf.

Aún bajo tales circunstancias nuestro júbilo era total, dado que en la primera misión específica de Exploración y Reconocimiento habíamos localizado nuestro objetivo. De inmediato el comandante puso un viraje a la derecha para comenzar después otro sobre la izquierda circunvalando la formación naval. Mientras esto ocurría el fotógrafo de la Armada en forma intermitente accionaba sus cámaras fotográficas. Cuando se estaba completando el círculo el Capitán de Fragata observó que los portaaviones maniobraban para enfrentar el viento, lo cual podría significar que despegarían interceptores. Sin pérdida de tiempo se transmitieron al Comando de Misión todos los datos obtenidos: entre otros, los relativos a cantidad y tipo de las unidades componentes de la flota, posición, rumbo y velocidad. Iniciamos el regreso; Riccardini, Argüelles y López quedaron a cargo del pilotaje y yo me ubiqué en la cabina de pasajeros junto con Genolet y los demás.
 

Empezamos a ascender y de pronto uno de los tripulantes nos alertó:
¡Ahí viene un avión!
¿Dónde? pregunté alcanzando una de las ventanillas de la derecha y mirando hacia abajo.
¡Allí arriba! respondió señalando en una dirección sobre los planos del Boeing. Y entonces lo vi: era un Sea Harrier, estaba muy cerca y llevaba instalados dos misiles Sidewinder. Y en el momento que miré hacia abajo descubrí otro Sea Harrier que poco después descendió unos metros, pasó debajo nuestro y se formó a la izquierda. A partir de ese instante comenzaron a "revisar" visualmente nuestro avión con toda prolijidad, presumiblemente buscando antenas que revelaran nuestra capacidad electrónica. Seguramente ellos se sorprendieron de que localizáramos el núcleo de la flota en el primer vuelo que efectuamos y presumimos también que nos atribuyeron cierto nivel de tecnología a bordo para detectar buques en altamar ¡Cuánto más se hubieran sorprendido en aquel momento al saber que no teníamos absolutamente ningún recurso tecnológico y que todo lo habíamos resuelto "a poncho", con cálculos elementales y una grilla de búsqueda!

Adquirido el rumbo de regreso seguíamos ganando altura con los "visitantes" merodeando el Boeing. Después, tal vez cuando finalizaron la prolija inspección, los dos cazas desaparecieron.

Al salir de nuestro campo visual todos pensamos que habían tomado posición en la cola de la aeronave y por supuesto, tener dos "bichos" de esa clase cargando misiles y ganando posición de tiro, era más que preocupante. Seguíamos en ascenso y llegamos a tres cinco cero; ahí nos dimos cuenta de que los Sea Harrier, al menos cuando volaban cargando tanques suplementarios y armamento, no tenían mucho techo; por momentos observamos que "se caían"; es decir, descendían muy abruptamente y debían volver a trepar para mantener nuestro nivel de vuelo; y así sucesivamente. Evidentemente no se sostenían bien a esa altura. Cuando llegamos al nivel cuatro uno cero ya no nos podían alcanzar y los dejamos abajo. En ese punto abandonaron la interceptación y volvieron al portaaviones.
 

Por nuestra parte completamos en trayecto de regreso sin novedad. Inmediatamente, ese mismo día a la tarde, para dar continuidad a la vigilancia de la flota británica, se realizó la segunda misión. En esa oportunidad no aparecieron dos Sea Harrier para interceptarnos… ¡Aparecieron seis! Y a partir de ese momento a todos los Boeing que cumplían esa misión les formaban Sea Harrier.

La única tranquilidad relativa que teníamos consistía en la simple especulación de que no nos atacarían debido a que las hostilidades no habían comenzado. Ciertamente eso era una simple reflexión inicial porque poco después ellos consideraron que los estábamos fastidiando demasiado y el 23 de abril, exactamente a las 48 horas de haber completado la primera misión de Exploración y Reconocimientos en el Atlántico, el Reino Unido comunicó a la República Argentina que cualquier maniobra de aproximación por parte de sus buques de guerra, submarinos o aeronaves, que pudiera representar una amenaza para las fuerzas británicas en el Atlántico Sur, se consideraría como una maniobra hostil y recibiría un trato acorde. Era tener encima una continua amenaza más que suficiente para crear un estado de alta tensión en los vuelos ¿Quién podía decidir en medio del océano qué era efectivamente una amenaza y qué no lo era?

Todo esto se complicó a partir del 01 de Mayo: las hostilidades se convirtieron en un hecho cierto y desde ese momento, de acuerdo con el comunicado británico del 23 de abril, tuvimos muy claro que podíamos ser derribados aún operando sobre aguas internacionales, fuera de la Zona de Exclusión Total impuesta por el Reino Unido mediante el comunicado emitido el 28 de abril.

Nosotros efectuábamos escaneos en las comunicaciones con la finalidad de descubrir la frecuencia que ellos empleaban, entre los portaaviones y los Sea Harrier, en las misiones de interceptación. Ese escaneo lo hacíamos en VHF sin resultado hasta que un día a un tripulante se le ocurrió proceder en UHF que es generalmente una frecuencia utilizada por los buques… y ahí la descubrimos. Desde ese momento en muchas misiones fue posible conocer las órdenes que impartía a los Sea Harrier interceptores el Control de Operaciones de los portaaviones.
 

Principalmente se referían a que los aviones se limitaran a identificar a nuestros Boeing, excluyendo en absoluto toda acción ofensiva, pero, aún en estas circunstancias nuestra tranquilidad era relativa. Los incidentes han ocurrido a lo largo de toda la historia y nosotros, en ningún sentido, estábamos exentos de ser las víctimas.

A medida que avanzaba el conflicto se intensificó el trafico de buques británicos hacia las Islas Georgias; esa vía marítima ya parecía la calle Florida. Allí se veía todo tipo de barcos: de guerra, cargueros, petroleros, buques hospitales. Después, cuando el conflicto se agravó, navegaban directamente a Malvinas, y a veces lo hacían para auxiliar a alguna nave de guerra averiada.Teniendo en cuenta que el Escuadrón Boeing sostenía a diario la vigilancia, los buques británicos eran escoltados por destructores misilísticos Tipo 42, portadores del sistema Sea Dart de largo alcance. Llegado el caso no podríamos "morir matando" por no disponer de armas ofensivas ni defensivas: ellos, en cambio, nos podrían "cazar como patos en una laguna".

Simultáneamente se sucedían los vuelos de Exploración y Reconocimiento y de transporte de carga. Cuando nos convocaban uno preguntaba cuál era el tipo de misión; si se trataba de transporte carga, eso era un alivio comparable a un mes de vacaciones en el Caribe con todos los gastos pagos. Por el contrario las de exploración se transformaron en un rutina peligrosa que provocaba severas tensiones.

Existieron otras circunstancias que demuestran como se recurrió al ingenio frente a las limitaciones tecnológicas. En el transponder del Boeing hay una luz verde que se activa cuando un radar lo ilumina; esa señal destella en forma intermitente con cada barrido de antena del radar que lo ha localizado. En vuelos regulares el empleo del transponder permite al piloto tener la certeza de que se encuentra bajo control radar. Paradójicamente nosotros tuvimos que emplear ese recurso. El Centro de Información y Control de los buques disponía de radar y este emite un lóbulo; si manteníamos el transponder apagado podíamos ser detectados sin tener conocimiento de tal circunstancia. Por esa razón manteníamos activado el sistema porque, aunque inevitablemente delataríamos nuestra presencia, en compensación el empleo de ese recurso nos permitiría advertir el momento exacto en que un radar localizaba nuestro avión. Cuando ese caso se presentaba descendíamos para salir del lóbulo hasta que la señal verde se apagaba. Por supuesto el transporder permitía saber que los británicos nos habían localizado pero no nos establecía la posición del radar que nos estaba detectando y tampoco teníamos la seguridad de que el rumbo adquirido nos evitaría aparecer en medio de la formación de buques británicos.

El 22 de mayo el TC-92, piloteado en ese momento por el Vicecomodoro Ritondale y el Mayor Barbero, quedó bajo el alcance del sistema misilístico Sea Dart; aún cuando se encontraban fuera de la Zona de Exclusión Total les dispararon cuatro misiles, que providencialmente fueron eludidos con una sucesión de maniobras evasivas.

Las situaciones de riesgo no fueron pocas: en una oportunidad, en la noche, aproximadamente a las 03:00, volábamos al norte de Malvinas a unas 800 millas del continente. De pronto el CIC de Malvinas nos informó que en el sector se encontraban patrullas de Sea Harrier, relativamente cerca de nuestra posición. De inmediato iniciamos un veloz descenso: la cabina se llenó de sonidos de alarma de sobrevelocidad pero era necesario "plancharse" preventivamente, y con máxima urgencia, sobre el mar, ya sea para salir de una posible detección radar o para evitarla. Después de alejarnos de la "zona caliente" recuperamos nivel de vuelo y completamos la misión sin novedad.
 

En cierta oportunidad tuvimos una experiencia muy especial.

Volábamos muy alto en un día espléndido sin trazas de nubes; abajo el mar calmo parecía un espejo y la visibilidad era óptima. Hasta ese momento el radar no había detectado buques y el transponder activado no daba ninguna señal. Horas después, sorpresivamente, la luz verde comenzó a parpadear; no se trataba de ninguna perturbación en el sistema dado que la señal era sostenida lo cual nos llevó a la inmediata conclusión de que un radar, instalado en alguna posición, nos había adquirido. La cuestión, en el grave contexto planteado por las circunstancias, era simplemente esta: ¿Dónde estaba localizado ese radar? ¿En un avión o en un buque? Todos los miembros de las tripulaciones del Escuadrón Boeing sabíamos que inmediatamente después de ser detectados podían llegar los misiles.
 
Yo ocupaba el puesto de pilotaje a la izquierda y de pronto vi pasar un avión a la izquierda con rumbo opuesto; demostrando que nos había avistado, inmediatamente "cerró" a la derecha con la intención de ponerse a nuestra cola. No lo identifiqué como un Sea Harrier, puesto que era un avión más grande. Finalmente nos dimos cuenta: era el famoso Nimrod británico, equipado con sistemas electrónicos para cumplir operaciones de exploración y reconocimiento naval, adaptado sobre la célula del De Havilland Comet IV. Poco después nuestro transponder dejó de advertirnos detección radar con lo cual concluimos que había continuado realizando su misión.

A raíz de ese encuentro los ingleses instalaron rápidamente dos pilones en las alas del Nimrod para alojar misiles Sidewinder. Presumiblemente decidieron no perder, en algún otro fortuito encuentro, la oportunidad de derribar alguno de nuestros Boeing.

En la madrugada del 14 de junio aterrizó en El Palomar el TC-91, después de realizar la última misión Exploración y Reconocimiento Lejano en el Atlántico Sur. El piloto era el Vicecomodoro Paulik, quien años más tarde fue JEMGFAA. El copiloto era el Mayor Barbero, actualmente Brigadier General y JEMGFAA.

El Escuadrón Boeing, desde el 02 Abril hasta el 14 de junio, último día del conflicto, ejecutó cincuenta y cuatro operaciones de traslado de personal y carga a lo que se agregaron sesenta y una de Exploración y Reconocimiento para mantener la vigilancia sobre la flota británica. Lo más significativo es que estas misiones las efectuaron sólo quince pilotos, once mecánicos y once auxiliares de carga.  


Barcos Mercantes en Malvinas

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Por Edgardo A. Dell’Elicine
Capitán de Ultramar


Desde este acontecimiento de profunda importancia histórica, sin embargo, la contribución de la Marina Mercante de bandera argentina es uno de los aspectos menos conocidos por el público en general, pero merece ser objeto de investigación de parte de los historiadores.

Felizmente, esta línea de estudio ha sido iniciada por el Sr. Jorge Muñoz, escritor e investigador, especializado precisamente en el estudio de la actuación de los civiles durante el Conflicto del Atlántico Sur. Intentaré en este corto artículo dar un panorama sintético del papel que les cupo a los marinos mercantes argentinos en lo que hoy en día se conoce como la Gesta de Malvinas.

Inmediatamente después de haberse concretado la Operación Rosario el 02 de Abril de 1982, la Armada dispuso el empleo de varios buques de la marina mercante, estatales y privados, tripulados por marinos mercantes, para colaborar en apoyo a nuestras fuerzas armadas en operaciones, tanto en tierra como en el mar, sin haber alcanzado la medida el carácter de movilización militar compulsoria de las tripulaciones. Este hecho merece ser tenido en cuenta para que el sacrificio y abnegación de las mismas no queden en el olvido.

La participación de los buques de la marina mercante consistió en cumplir cuatro tipos de misiones:

a). Abastecimiento Logístico a las Islas y a la Flota de Mar en operaciones.
b). Inteligencia en alta mar y en la Zona de Exclusión.
c). Transporte de materiales y personal a puertos patagónicos desde el Área del Río de la Plata.
d). Control tráfico marítimo Río de la Plata y transporte de personal repatriado.

En el Abastecimiento logístico a las islas intervinieron las siguientes unidades, según el orden cronológico siguiente:
 

1) BAHÍA BUEN SUCESO. Perteneciente al Servicio de Transporte Navales de la Armada, tripulado por personal civil al mando del Capitán de Ultramar Osvaldo Niella. Tuvo un protagonismo destacado en los acontecimientos previos a la Operación Rosario. Transportó al personal obrero de la Empresa Davidoff que desembarcó en Georgias para desarmar a una factoría según convenido con el gobierno británico, hecho de generó la disputa que desembocó luego en el conflicto bélico. También transportó una reducida fuerza de infantería de marina que ocupó la isla Georgia el día 02 de Abril. Durante el conflicto operó en las Islas Malvinas como abastecedor. Fue atacado por aviones Sea Harriers estando atracado en la Bahía Zorro (Gran Malvina) el día 16 de Mayo, sufriendo daños en su superestructura y dos heridos entre la tripulación. El buque tuvo que ser abandonado en dicho puerto donde la tripulación quedó internada y luego rescatada por el buque hospital BAHÍA PARAÍSO.
 

2) ISLAS DE LOS ESTADOS, También perteneciente a Transporte Navales, tripulado con personal de la Marina Mercante al mando del Capitán de Ultramar Tulio Panigadi. Participó activamente como abastecedor entre puertos del archipiélago y alijador de buques de carga de mayor porte. Cumplió incluso funciones de minado de las aguas frente a Puerto Argentino. En la noche del día 10 de Mayo fue hundido por la fragata HMS. ALACRITY en el Estrecho de San Carlos. Perecieron todos sus tripulantes, excepto el Capitán de Corbeta Alois Payarola (Coordinador Naval) y el marinero mercante Alfonso López.
 

3) M/N NORTE, perteneciente a la armadora privada LA NAVIERA, al mando del Capitán de Ultramar Pedro Juárez, operó en Puerto Argentino durante la primera semana de Abril, descargando material para las Fuerzas Armadas.


4) M/N RÍO CINCEL: De la Armadora Estatal ELMA, al mando del Capitán de Ultramar Juan C. Trivelin. Entre el día 07 y 10 de Abril descarga módulos de pista para la base aérea. Entre su tripulación se cuenta al Oficial de Radio Noemí Marchesotti, la primera mujer reconocida como Veterana de Guerra.
 

5) M/N FORMOSA: De ELMA SA., al mando del Capitán Ultramar Juan Gregorio, arribó a Puerto Argentino el día 19 de Abril con 3500 toneladas de carga de la más diversa índole, que logra desembarcar pese a las pobres facilidades disponibles. Entre su tripulación se cuenta con otra mujer, también reconocida como veterana de guerra, la enfermera Doris West. Terminó su descarga en la noche del día 30 de Abril y fue sorprendido todavía en puerto por el ataque británico del día siguiente. Logra abandonar el puerto sin daños, pero en el crepúsculo vespertino, navegando al sur de la Isla Soledad, fue confundido y atacado por error por tres aviones Skyhawks de la Fuerza Aérea Argentina. Fue blanco de dos bombas que no explotaron y de impactos de cañón 30 mm que felizmente no causaron víctimas entre su indefensa tripulación. El buque logró retornar al puerto de Buenos Aires sin más inconvenientes.
 

6) M/N RÍO CARCARAÑÁ: De ELMA SA., comandado por el Capitán de Ultramar Edgardo A. Dell’Elicine zarpó de Buenos Aires el 22 de abril de 1982, pudo evitar el bloqueo enemigo materializado en la zona por la presencia de los submarinos nucleares SPLENDID y SPARTAN, arribando a Puerto Argentino con su valiosa carga el día 26 de abril de 1982, que comenzó a traspasarla al buque ARA ISLAS DE LOS ESTADOS. Él durante el ataque aéreo del 01 de Mayo un Sea Harrier lanzó una ráfaga de cañón que afortunadamente no hizo blanco. Escapó del puerto, con la mayor parte de su cargamento todavía a bordo y se ocultó en la Rada del Toro, al sur de la Isla Soledad. Al día siguiente apareció en la Bahía Zorro, Isla Gran Malvina para continuar el alije de su descarga al ISLAS DE LOS ESTADOS. El día 03 de Mayo se traslada al fondeadero de Puerto Rey en el Estrecho de San Carlos, Isla Soledad, donde prosigue las operaciones de descarga con su propia tripulación actuando como estibadores, a los buques costeros MONSUNEN y FORREST, tripulados éstos por personal naval. La pieza más valiosa de su cargamento desde el punto de vista bélico consistió en una cohetera CITEFA de última generación. La descarga de la misma al buque ISLAS DE LOS ESTADOS, bajo condiciones meteorológicas severas, es un ejemplo de voluntad, abnegación al deber, capacidad técnica e ingenio de parte de ambas tripulaciones mercantes. Con esta última operación, el día 10 de Mayo el RÍO CARCARAÑÁ completó su misión, que desgraciadamente resultó malograda en gran parte por la pérdida del buque ISLAS DE LOS ESTADOS, ocurrida aquella misma noche. Por orden del Comando Naval el buque tuvo que permanecer en espera de nuevas órdenes en el mismo fondeadero hasta que el día 16 de mayo de 1982 fue atacado por aviones Sea Harriers. Los mismos lanzaron dos bombas que no dieron en el blanco y luego lo ametrallaron con tres pasadas de fuego de cañón aéreo de 30 mm, causando daños en la superestructura y obra viva del casco, afortunadamente sin sufrir bajas entre su tripulación. Ante la indefensión, el buque fue abandonado por orden de su Capitán y la tripulación rescatada por el Alijador FORREST, es trasladada a la Bahía Zorro donde queda internada hasta que pudo ser evacuada por el buque hospital ARA BAHÍA PARAÍSO el día 05 de Junio. El buque fue rematado y hundido por una fragata británica el 23 de Mayo en el mismo lugar donde se lo abandonó. Durante su permanencia en la Bahía Zorro la tripulación prestó valiosos servicios al regimiento allí apostado, realizando tareas de apoyo al mismo, como ser el traslado y ocultamiento a resguardo de ataque aeronaval de centenares tambores de combustible.
 

7) Remolcador YEHUIN: Perteneciente a la Empresa GEOMATER y empleado para operaciones de apoyo a plataformas petroleras, al mando del Capitán de Corbeta Eduardo R. Lambí, con tripulación mercante encabezada por el Sr. Oscar García Lattuada, fue el último buque mercante que arribó a Puerto Argentino durante la guerra. Arriba en la tarde del día 01 de Mayo. Realizó numerosas y peligrosas misiones de abastecimiento entre puertos ínter isleños y también de minado marítimo. Al final del conflicto su tripulación cayó prisionera y la embarcación capturada.

APOYO A LA FLOTA DE MAR: El abastecimiento de combustible en altamar a las unidades de guerra del Grupo de Tareas 79 de la Armada nacional estuvo a cargo de los buques tanques PUERTO ROSALES y CAMPO DURÁN de la flota petrolera estatal YPF, además del ARA PUNTA MÉDANOS.
 
Puerto Rosales
 
El B/T PUERTO ROSALES al mando del Capitán de Ultramar Radamés Luppi fue designado para apoyar el Grupo de Tareas GT 79.3 encabezado por el Crucero GENERAL BELGRANO, con los Destructores BOUCHARD y PIEDRA BUENA como escoltas del crucero. El día 29 de Abril abastece en proximidades de la Isla de los Estados a los destructores y el día 01 de Mayo hace lo mismo con el Crucero en un punto del Área Miguel situada al norte de la Isla de los Estados, pasándole 390 toneladas de fue oil. Esta operación se desarrolló entre las 0900 y 1200 horas y existe evidencia documental que ambas naves estuvieron durante esta operación, enfocadas por el periscopio del Submarino CONQUEROR, que aguardaba la confirmación del Comando Submarino Británico en Northwood, Inglaterra, para cumplir la orden ataque dispuesta por el Almirante Woodward, comandante de la Fuerza de Tareas Británica. Dicha confirmación fue extendida recién al día siguiente, por lo cuál el PUERTO ROSALES escapó del trágico destino posterior del Crucero. El buque tanque estaba fondeado en una caleta de la Isla de los Estados cuando ocurrió la tragedia del hundimiento del Crucero GENERAL BELGRANO, estuvo a punto de ir al rescate de los náufragos sobrevivientes, pero recibió la orden de volver a puerto para recargar sus tanques. Retornó luego a su función de abastecimiento de la Flota, al mando del Capitán de Ultramar Eduardo Radivoj, misión que cumplió durante todo el resto del conflicto.
 

TAREAS DE INTELIGENCIA: El envío de una poderosa fuerza de tareas al Atlántico Sur por parte británica fue una decisión política tomada por parte del Gobierno Conservador. Sus primeras unidades se pusieron en marcha el 30 de Marzo, es decir dos días antes de producirse la Operación Rosario de parte de las Fuerzas argentinas. A partir de ese momento fue de vital necesidad para el Alto Mando nacional disponer todo tipo de información sobre la Fuerza de Tarea británica, en especial de su constitución y su progreso hacia el teatro de operaciones. Prácticamente no disponía de ninguna ayuda exterior para este fin, pero en gran medida se compensó este inconveniente recurriendo a la Marina Mercante y la Aviación (Comando de Transporte FFA) para la tarea de reconocimiento marítimo de largo alcance, misiones que fueron dignamente cumplidas por ambos organismos. El reconocimiento marítimo que abarcó todo el Océano Atlántico, desde el Canal de la Mancha y Gibraltar hasta la latitud del Río de la Plata, se efectuó con buques de la EMPRESA LÍNEAS MARÍTIMAS ARGENTINAS, la prestigiosa Armadora Nacional hoy en día lamentablemente liquidada, que no titubeó en poner a disposición de la Armada sus recursos tanto materiales como humanos. El B/M RÍO DE LA PLATA, al mando del Capitán Isaac Benchetrit, llegó a rodear la Isla Ascensión y sorprender a la Fuerza de Tareas Británicas en plena tarea de concentración.
 

Logró enviar las primeras informaciones precisas sobre la misma, hasta que fue sobrevolado por varios helicópteros, que lo obligaron a alejarse del lugar. Sin embargo, pese a esta primera advertencia británica, este incidente no desalentó a las tripulaciones para persistir obstinadamente en cumplir con este tipo de misión. Los buques ALMIRANTE STEWART, GLACIAR PERITO MORENO, GLACIAR AMEGHINO y RÍO CALCHAQUI también se acercaron peligrosamente a la base de Ascensión. El B/M TIERRA DEL FUEGO al mando del Capitán Héctor Curria tuvo la misión especial de detectar la formación de la flota enemiga medio del océano a la altura del Río de la Plata el día 27 de Abril, información que resultó de vital utilidad para el planeamiento operativo de la fuerza de tareas 79 de nuestra Armada.

El seguimiento de la flota enemiga al sur del paralelo del Cabo San Antonio fue efectuado por diversos buques pesqueros de armadores privados tripulados por personal civil con un Oficial Naval a bordo dirigiendo la tarea de inteligencia. Los más destacados fueron el B/F NARWAL, B/P MARÍA ALEJANDRA, B/P CONSTANZA, B/P CEIBO, B/P USURBIL, B/P INVIERNO, B/P MAR AZUL y el B/P CAPITÁN CANEPA. Particularmente efectivo fue el NARWAL, al mando del Capitán de Ultramar Néstor Fabiano, con el Capitán de Corbeta González LLanos embarcado como oficial de inteligencia naval. El día 29 de Abril descubrió el grueso de la Flota inglesa en operaciones de reabastecimiento en alta mar fuera de la zona de exclusión. Fue ahuyentado por la Fragata ALACRITY pero igualmente prosiguió sigilosamente el rastreo de la flota enemiga en su ruta al sur. Su informe fue crucial para planificar el plan de ataque del Grupo de Tareas 79.1 (Portaaviones 25 DE MAYO). El día 09 de Mayo fue redescubierto por dos aviones Harriers y atacado con bombas y fuego de cañón, que causó varios heridos y la muerte del Contramaestre Omar Rupp, el primer marino mercante caído en la Gesta de Malvinas. El barco gravemente dañado, tuvo que ser abandonado con sus balsas salvavidas. El buque seguidamente fue abordado por un grupo comando helitransportado. Tomaron prisioneros a todos los tripulantes e intentaron mantener a flote la nave a fin de tomarla como presa, objetivo que no tuvo éxito ya que la misma finalmente se hundió. Los tripulantes fueron conducidos al portaaviones INVENCIBLE y luego pasados al buque hospital UGANDA.
 
Narwal

TRANSPORTE LOGÍSTICO A PUERTOS PATAGÓNICOS: Diversos buques mercantes cumplieron misiones de transporte de material logístico bélico desde los Puertos de Santa Fe, Buenos Aires y Mar del Plata hacia los puertos de concentración en la Patagonia (Deseado y Punta Quilla). Pertenecientes a ELMA fueron el CÓRDOBA (Capitán Di Fiore y J. Malvich), LAGO ARGENTINO (Capitán E. Romero), LAGO TRAFUL (Capitán Esteban Segura), GLACIAR AMEGHINO (Capitán Tanaka), CHACO (Capitán J. L. Córtez), RIO NEUQUÉN y RIO CALCHAQUÍ. Del Comando de Transporte Navales intervinieron los buques BAHÍA SAN BLAS, CABO DE HORNOS y CANAL DE BEAGLE, estos buques con comando militar pero con tripulación civil. La Flota de YPF mantuvo durante el conflicto el abastecimiento de combustible a todos estos puertos, además de Comodoro, Río Gallegos y Río Grande (Bases Aéreas) con los buques CABO ESPÍRITU SANTO y FLORENTINO AMEGHINO. El remolcador de mar YAKTEMI de la Empresa GEOMATER a cargo del Capitán C. E. Terreni con base en la Bahía San Sebastián prestó servicio de apoyo al tráfico marítimo en la zona.

Se destaca su apoyo al B/M FORMOSA en su recalada a dicho puerto el día 02 de Mayo con una bomba sin explotar en su bodega y haber salido para socorrer al B/P NARWAL cuando fue atacado el día 09 de Mayo.

CONTROL TRAFICO RIO DE LA PLATA Y REPATRIACION DE PERSONAL: Durante el conflicto el buque-escuela ARA PILOTO ALSINA perteneciente a la Escuela Nacional de Náutica al mando del Capitán de Ultramar Eduardo Sulin, tuvo la importante misión de servir de base a personal de la Prefectura Naval para controlar la entrada de buques a los canales del Río de la Plata, con el objetivo primordial de impedir un posible sabotaje de parte del enemigo que corte esta vital vía de comunicación. Después la finalización de las hostilidades, tuvo el alto honor de transportar de vuelta a la Patria a 1016 prisioneros de guerra argentinos que fueron entregados por los británicos en el Puerto de Montevideo. Este personal fue recibido y atendido a bordo con toda la consideración y cuidado que se merecían por el esfuerzo y sacrificio realizado al servicio de la misma, en total contraste con el trato lamentable e injusto recibieron cuando fueron desembarcados en el Puerto de Buenos Aires, que aún hoy muchos veteranos con amargura no lo pueden comprender.
 
ARA Piloto Alsina

El campo de investigación histórica no está de ninguna manera agotado con esta apretada síntesis de los acontecimientos que protagonizaron los marinos mercantes argentinos, que con valor y determinación cumplieron con su deber al servicio de la causa argentina. Dieciséis de ellos murieron creyendo en los valores superiores que esta causa implica y por lo tanto no debemos dejar que su memoria naufrague en el olvido, algo que sectores de los oportunistas de siempre, sin duda, desean que ocurra. Un episodio de la guerra de Malvinas que merece ser debidamente examinado es el presunto alije de un cargamento de Diesel Oil a un buque tanque de bandera de conveniencia al servicio de la Fuerza de Tarea Británica en alta mar a la altura de la costa de Río Grande do Sul por parte de un buque tanque con bandera argentina perteneciente a una conocida multinacional petrolera. Desde la terminación de la guerra, un manto de fuerte y sospechoso misterio impide conocer la verdad histórica. Si se llegase a confirmar esta sospecha, que sepan los que hicieron posible semejante acción, que merecen el más absoluto repudio de toda la Nación y en particular la de sus compañeros que arriesgaron sus vidas por la causa nacional.
 

Recordando al Subteniente Silva

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El 15 de junio de 1982, el Capitán de Fragata Carlos Robacio, jefe del Batallón de Infantería de Marina (BIM) Nº 5 y el Comandante inglés recorrían el campo de batalla. Los muertos ingleses ya habían sido retirados y era el turno de los caídos argentinos. De pronto el jefe británico, sorprendido, lo llama al oficial argentino y le señala un cuerpo.

Tenía los ojos abiertos, el rostro sereno, una herida cerca del hombro y otra cerca de la cintura y la mano aferrada furiosamente al fusil. El infante de marina argentino tomó el arma por su culata y tironeó. Pero la mano no lo soltó.

Parecían una sola pieza. Espontáneamente, ambos combatientes se pararon frente al cadáver e hicieron el saludo militar. Rígidos y emocionados, en medio del silencio del campo de batalla. El argentino decidió que lo enterrarían con el arma que se negaba a devolver. Luego Robacio buscó la chapa de identificación que debía colgarle del cuello.

La encontró. La tomó con firmeza y se la arrancó; era el Subteniente Oscar Augusto Silva.

Desde su San Juan natal había partido Oscar con una definida vocación militar. Ya la había puesto a prueba cursando en el Liceo Militar General Espejo. Luego su camino se dirigió a la Escuela Naval. Pero no era ése su destino. No estaba a gusto. Comenzó a cursar la carrera de ingeniería. Tampoco lo satisfizo. Y decidió ingresar al Colegio Militar de la Nación. Rindió para segundo año por su pasado liceísta y entró. Era uno de los más grandes de su promoción (la 112) pero también uno de los más queridos. Porque si algo se destacaba de Silva era su intrínseca bondad. Siempre estaba dispuesto a ayudar a sus compañeros y eso le valía ser uno de los mejores camaradas. Su familia lo llamaba “gordito”, sus camaradas “el sapo”, pero para todos era una bonachón al que le costaba poner “cara de guerra”. De esos de los que se esperan constantemente buenas acciones.

El Colegio Militar lo formó técnicamente. Aprendió a combatir, a conducir hombres y veló las armas. Pero sus inquietudes fueron más allá, porque intuyendo que todo aquello era incompleto, buscó ayuda en el Centro de Estudios Nuestra Señora de la Merced. Allí, un profesor de historia, “maestro de combatientes”, le enseñó que era posible perder una batalla, pero con honor (1). Y le regaló unos versos de su autoría que decían, en una parte:

“Que no me ofrezcan lo que nunca tuve
por compensar lo que nos han quitado,
el honor de decir:
donde yo estuve flamea un estandarte soberano”.
Renglones que marcaron a fuego al joven cadete.




En noviembre de 1981 egresó del Colegio Militar como Subteniente del arma de Infantería. Pero, en medio de la alegría, tuvo que sufrir un enorme dolor. Cuando su familia se dirigía a Buenos Aires para compartir con él ese momento, un accidente automovilístico acabó con la vida de su madre y dejó internado a su padre y a una hermana.

Sus jefes le ordenaron que se dirigiera a su casa a hacerse cargo de la tragedia. Así lo hizo. Marchó a San Juan en compañía de su hermana Ana Clara, que vivía con él en Buenos Aires, y su novia. Allí fue una vez más lo que había sido siempre para sus hermanas: el puntal sobre el cual se asentaba la estructura del ánimo familiar. Con sus modales suaves pero firmes, sus palabras de aliento, su presencia tranquilizadora, navegó en medio de la tormenta familiar. Y fue un gran piloto.

Días después, en una ceremonia privada, el General Leopoldo Galtieri le entregó el sable. Ninguno de los dos sabía lo que le iba a pasar al joven oficial poco tiempo después. Porque tres meses más tarde se lanzaba el Operativo Rosario, se recuperaban las Islas Malvinas para la Patria y la Argentina se conmovía como nunca antes en sus últimos ciento cincuenta años de vida.

Mientras los argentinos se congregaban en Plaza de Mayo para apoyar a la empresa, el Ejército entero se movilizaba. Por eso Silva, destinado en el Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, se comenzó a preparar para ir al sur primero, y luego para cruzar a las Islas.

Llegaron a Comodoro Rivadavia, luego a Río Gallegos, más tarde a las Malvinas. La primera noche en Puerto Argentino, la siguiente al norte del aeropuerto, en la península de Freycinet, para dar la temprana alarma de algún posible ataque por mar. En medio de todo el traqueteo, Silva se mantenía preocupado por sus soldados. Hacía todo lo que podía por mantenerlos bien física y espiritualmente.

Rezaba, consolaba, apoyaba. Porque todo era una larga espera en la que había lugar para el miedo y la incertidumbre.



Mientras esto ocurría, el avance inglés había tenido éxito. Desembarcados el 21 de mayo en la Bahía de San Carlos, habían avanzado hacia Darwin y allí, pese a los esfuerzos de la Fuerza de Tareas Mercedes, habían vencido a los defensores. En la noche del 28 de mayo se produjo el ataque inglés, en donde falleció el Teniente Estévez. Al día siguiente, los argentinos se rendían y dejaban que los ingleses siguieran su curso hacia Puerto Argentino.

El despliegue invasor se dirigía, entonces, hacia el este de la Isla Soledad, y se enfrentaría con dos cordones defensivos: el primero, en la línea imaginaria que unía de norte a sur, Monte Longdon, Dos Hermanas, Goat Ridge y Harriet. Más al este, el siguiente, que se articulaba en la misma dirección: Wireless Ridge, Tumbledown, Williams y Sapper Hill, todas pequeñas elevaciones que daban su espalda a Puerto Argentino.

En la primera de las posiciones nombradas estuvo el Subteniente Silva. Llegó el 08 de junio y pasó a cumplir la misión de patrullar Goat Ridge de noche, mientras que de día debía ocupar espacio en la zona oeste del Dos Hermanas, junto a la sección del Subteniente Llambías Pravaz, un oficial un año más moderno que Oscar y que ya había tenido escaramuzas que le daban aire de veterano de guerra.

Nuestro héroe venía de la tranquilidad de la vigilancia en la península de Freycinet y pasó, de la noche a la mañana, a cumplir agotadoras jornadas de patrullaje en las zonas nombradas. Pero nada logró bajar su ánimo. Al contrario, ahora era el puntal también para Llambías quien, al encontrarse con un militar más antiguo, descansó un poco su responsabilidad en él. Y de nuevo “el sapo” desplegó su mejor cualidad: la bonhomía.

Por otro lado, ya esperaban un ataque, porque tenían noticias de la caída de Darwin y entendían que, si el desembarco había sido al oeste de la Isla Soledad, ahora tendrían que venir en dirección a donde se encontraban ellos.

Cuando en la noche del 10 al 11 de junio, el Regimiento 3 de Paracaidistas británico atacó Monte Longdon; el Comando 42 de la Real Infantería de Marina hizo lo mismo contra Monte Harriet y el Comando 45 de la Real Infantería de Marina se dispuso a combatir hacia Dos Hermanas, nadie se sorprendió. Por eso no les fue fácil. En este último par de elevaciones, Silva patrullaba Goat Ridge de noche, Llambías resistió con su sección. Cerca de allí, la actitud del regimiento fue heroica. Muere el Teniente Martella y, uno tras otro, caen heridos, entre los jefes, los Subtenientes Nazer, Mosquera y Pérez Grandi. En medio de la confusa noche, con los hombres que puede, Llambías se replegó y se encontró casualmente con Silva.

Juntos y con los últimos hombres de ambas secciones, se replegaron hacia el segundo cordón defensivo de Puerto Argentino.

Los ingleses avanzaron, pero a costa de mucha sangre propia. Por eso, al día siguiente, se vieron obligados a descansar. Así, mientras los argentinos se reacomodaban en la línea ya muy cercana a la capital de las islas, los invasores se sobrepasaban y dejaban en primera línea a las tropas frescas del Regimiento de Paracaidistas 2, en dirección a Wireless Ridge, y los Guardias Escoceses y los Gurkhas, contra Tumbledown y Williams.

Mientras tanto, Silva no perdía la calma, como nunca lo hacía, pero demostraba algo de impaciencia por entrar en combate. No lo había podido hacer en la noche anterior, porque su misión lo alejó del mismo. Pero tenía su alma estremecida por la espera del momento de hacer la guerra. Siempre sin perder la magnanimidad en su trato con sus soldados y subalternos, a quienes seguía consolando y acompañando; animando y conduciendo.




Pudiendo replegarse a la ciudad para evitar el combate, el patriota hizo lo que debía hacer: pedir un puesto de combate en la defensa y quedarse con todos los soldados de su sección que estaban en condiciones de hacerlo.

Lo ubicaron en la fracción del Teniente de Corbeta Vázquez, dentro de las tropas del Batallón de Infantería 5, y desde allí se preparó para el combate final.

Con la oscuridad del 13 de junio comenzó el ataque inglés. Paracaidistas, Guardias escoceses y Gurkhas chocaron contra la última resistencia argentina.

Todo el poderío invasor se desató con su violencia y eficacia. Los argentinos resistían y mataban, los atacantes morían y volvían a aparecer como si nunca perecieran. Las posiciones fueron rodeadas, desgastadas, debilitadas por el fuego de artillería, lentamente, con mucho esfuerzo.

En el medio de todo ello, Oscar Silva había entendido que era su final. Ordenó, disparó, condujo a sus soldados, los animó permanentemente. Era un torbellino que no podía parar hasta encontrarse en el momento con el que había soñado toda su vida: el del máximo sacrificio por la Patria. Usó un arma, otra y otra. De pronto, se quedó sin munición. Miró alrededor. Vio a un soldado muerto con un fusil pesado a su costado. Saltó a esa posición. Lo tomó y decidió no separarse más de él. Volvió a la suya y siguió disparando. En eso, sintió algo caliente cerca de su cintura y comenzó a formarse un manchón rojo sobre su uniforme de combate. Luego, lo mismo, pero cerca de su hombro.

Tocó su sangre y se aferró aún más a su arma. En su entorno, los soldados fueron muriendo uno a uno. Pareció quedarse solo. Pero no era así, pues Dios estaba con él. Y el FAP, que era su compañía en el último instante. Era su “novia” como le decían en el Colegio Militar. Cayó. Con mucho esfuerzo, se incorporó a medias y ordenó a todos que se retirasen. Él tenía con qué proteger el repliegue. El enemigo siguió avanzando. Juntó fuerzas, disparó el arma que tenía tomada con una sola mano, apoyando a los que se retiraban.

Alcanzó a gritar: ¡Viva la Patria carajo! Y el bramido se escuchó desde Puerto Argentino… hasta el Cielo.

Finalmente, en Monte Tumbledown, la Poesía se convirtió en Historia y el cadáver del Subteniente Oscar Augusto Silva fue el estandarte soberano que flameó para siempre sobre nuestra tierra.




1) Se trataba de Antonio Caponnetto, quien por entonces dictó durante varios años un exitoso Curso de Historia Política Argentina, al que concurrió el entonces cadete, Oscar Augusto Silva




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Civiles en Malvinas

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Por Lucio Eduardo Mancini

Cuando se habla de guerra, siempre se piensa en el combate entre las tropas enemigas, Sin embargo, si bien algunas de las antiguas acepciones gramaticales y etimológicas expresadas en los diccionarios dicen:

“Tropa: la organizada para combatir y maniobrar en el orden cerrado y por cuerpos”, es normal que junto a esas tropas se integren civiles que, indirectamente, por cumplir funciones específicas de trascendente interés para las acciones como comunicaciones, correo, petróleo y derivados, gas, agua, electricidad, vialidad, etc, sin portar arma alguna se conviertan también en “objetivos rentables” para el enemigo, Tal lo acontecido en Malvinas en el año 1982.

Esos civiles, profesionales, administrativos y técnicos silenciosa y metódicamente fueron “tejiendo la urdiembre” de su importante tarea, pero potencialmente la misma irradiaba un valor agregado que solidificaba la base de la operación política y bélica que el país necesitaba en esa oportunidad.

Por esas circunstancias, mayormente desconocidas, oportunamente expresé pormenores de esas tareas en un libro de mi autoría, y es bueno consignarlas nuevamente, aunque sólo sea en forma fragmentaria, para que lleguen a la luz del conocimiento público, y trascienda en que condiciones trabajaron aquellos hombres, que impulsaran al entonces Teniente Coronel Seineldín, a definirlos con la jerarquía de “Combatientes Civiles”.

Tal distinción, precisamente en aquella guerra, nos enorgullece por razones que es necesario explicitar, porque sin esa ella, al margen de las falencias logísticas que nos impidieron desarrollar armónicamente el potencial humano del que disponíamos en ideas, trabajo, alma y espíritu, no hubiéramos comprobado que éramos capaces de unirnos, sin distinción de clases sociales, económicas o religiosas, para llevar a cabo algo por y para nuestro país.. Que éramos capaces de distinguir verdades de falsedades, de hallar la verdad en la cruel guerra, de distinguir el íntimo sentimiento de identidad nacional ante la realidad de los muertos y sobrevivientes, compatriotas o circunstanciales enemigos.

Es duro decirlo, pero Dios nos igualó en el supremo momento en el que se expone la vida y se observa de cerca la Verdad Superior, que permite reconfortar “hermanos heridos” bajo ambas banderas, en el instante supremo que une a los hombres, en el Amén final.

Así sucedieron aquellos acontecimientos…. Repasemos los fragmentos consignados:

He de historiar sobre los funcionarios y radioaficionados que fueron desplegados para el cumplimiento de tareas específicas en el teatro de operaciones de la Guerra por las Malvinas, para aquellos que desconocen por no ser sus allegados; ya que, lamentablemente, pocos argentinos se han enterado de lo que realizaron en las Islas. Los mencionaré para ilustración de sus conciudadanos, para que sepan de su grado de adaptación, de sus cambios psíquicos, de sus flaquezas, de sus limitaciones, de su valor en especial de los que por su temperamento fueron líderes en los grupos en los que les cupo actuar.

De esos civiles que en el tiempo transcurrido, pese a la trascendencia que algunas de sus intervenciones han tenido, han estado solo escuetamente mencionados en diversas publicaciones, ocultándoseles por ende el lugar que merecen en nuestra historia, historia que tampoco tuvieron oportunidad de escribir o dar a conocer.

He comprobado en la práctica lo que siempre sustenté en mis informes laborales, la importancia del funcionario o radioaficionado integrante de una potencial reserva altamente capacitada, que ha sabido brindarse sin límites toda vez que el país ha necesitado convocarlo.

Sabido es que a un civil operando en una guerra no lo protege el acuerdo de Ginebra, y de ser hecho prisionero, le corresponde la pena máxima. Estos civiles efectuaron una entrega, que comprende desde sus vidas a sus bienes personales y afectivos, todo puesto a disposición de la misión que se les encomienda (automotores, equipos radioeléctricos de avanzada tecnología, trabajo, hogares, y la paz de sus seres queridos). Pusieron todo a disposición en aquella oportunidad y lo harían nuevamente con abstracción de ideologías políticas, gobiernos de turno, etc. No fueron preparados para ello profesionalmente, pero la entrega por su patria fue absoluta, sin medir riesgos ni pedir recompensas.

En el pasado por los acontecimientos vividos fueron reconocidos con distingos merecidos, pero a menudo, la abnegación desinterés y en caso valentía y heroicidad, no tuvieron en los medios informativos de difusión el énfasis merecido. Con el tiempo su participación se empequeñece y se olvida su significado histórico.

Ocupación de la Oficina de Correo Postal y Telegráfico


Cuando arribé a Malvinas Everto Hugo Caballero y José Manuel Chávez me pidieron los acompañara como representante de la Secretaría de Comunicaciones a fin de entrevistarnos con el Superintendente de Comunicaciones de la administración británica, Sr. Heterhige. Inicialmente no advertí la trascendencia del hecho, aunque no dejé de pensar en los matices que rodearían tal circunstancia.

Minutos después Caballero, en su condición de Directos General, Chávez como Encargado de Organismo Superior, ambos de La Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones (ENCOTEL) y quien esto escribe como Jefe de Sección Principal de la Secretaría de Comunicaciones (SECOM), entramos en la dependencia de Correos, todavía bajo la jurisdicción inglesa, Caballero preguntó escuetamente en nombre de la administración argentina por Heterhige y rápidamente fuimos recibidos en un pequeño y modesto despacho. El hombre estaba bien afeitado y pulcramente vestido, lo noté pálido, aparentando seguridad y demostrando buena predisposición en sus modales.

Uno a uno nos fuimos presentando oficiando de traductores Caballero y Chávez que hablaban bien el idioma inglés, Con el admirable don que poseía el primeros de éstos, fue directamente al meollo de nuestra presencia y en inglés, palabras más o menos, según me tradujo, le expresó: “en nombre de la autoridad del gobierno de la República Argentina, asumimos por derecho soberano las actividades del Correo Postal, y Telegráfico de nuestras Islas Malvinas, seguidamente los tres tomamos posesión de las oficinas.

Asunción del Gobierno de las Islas 07/ABR/82

Himno Nacional y lectura del entonces Mayor Auditor Burlando (oficiaba como Escribano de Gobierno), del Decreto Nº 681/82, por el que se creaba la Gobernación Militar, la toma de juramento estuvo a cargo del Comandante del Teatro de Operaciones Malvinas General de División García, los Santos Evangelios depositados en el extremo izquierdo de la mesa. El acto fue transmitido por la Red Nacional de Radio y TV, por este medio solo por audio.

En mi recuerdo reviven las circunstancias del acto y varios hechos especiales: La parsimonia de Fernando Péndola, compañero de radiodifusión, quien tuvo a su cargo como operador la responsabilidad del montaje de los elementos desde el salón del centro Cívico, y desde éste la emisión de la Canción Patria, cosa que no era fácil porque debido a la precariedad de medios debía insertar la púa en la tercer banda de grabación a pulso. El control general estuvo a cargo de Ernesto Dalmau, también de Radiodifusión, realizando ambos un trabajo perfecto.

Dalmau con su personalidad especial y su gran experiencia, Péndola, jovencito enfrentando de un día para otro los sucesos que acontecían con la frescura de la inexperiencia pero con genuina responsabilidad, tenía un dejo de displicencia en su andar pero su mente era rápida, precisa y no erraba, no fallaron ninguno de ellos.

Los primeros disparos, la actividad del correo y radioeléctrica.

El 11 de abril todos supimos como era el ruido de la artillería antiaérea, se probaron entonces las piezas emplazadas y los servidores hicieron una práctica. Como sería el estruendo y la trepidación del suelo que me divertía mirando las gallinas que en los fondos de las viviendas saltaban al compás del sonido de los disparos y su cadencia, bom, bom, bom…, eran cinco seguidos, imaginé tirando todos a la vez y luego lo comprobé.

El día 12, por LRA Radio Nacional Islas Malvinas se informó la prohibición de toda la actividad radioeléctrica de los radioaficionados, a su vez se los convocó para el día siguiente a las 0800 horas al edificio Cívico a fin de hacer entrega de los equipos radioeléctricos que constituían sus estaciones. Con esta medida se concretaban cuatro aspectos fundamentales: el silencio radioeléctrico, la limpieza del espectro, la solicitud de licencia para operar y el lugar de operación. Era mi trabajo específico.

Al día siguiente a las 0750 horas, con asombrosa disciplina y puntualidad se encontraban en fila los radioaficionados malvinenses con sus paquetes dispuestos a la entrega y a diligenciar la documentación respectiva y si lo deseaban solicitar la licencia argentina de radiooperador.

Al día 26 de abril se recibieron por correo ínter isla (aéreo) y en forma personal cuarenta solicitudes. Esta documentación, parte de la cual conservo en mi poder, constituye cada una de ellas una reafirmación de nuestra soberanía, un reconocimiento, sin presión ya que de ellos era la decisión. Inglaterra no puede negarlo pues fue una autodeterminación.

Ellos tienen la verdad de lo que expreso en su poder y yo tengo parte de esa misma prueba. Son originales de solicitudes y he marcado en los listados de los radioaficionados malvinenses, a todos aquellos que nos han reconocido y lo efectuaron con la bandera argentina, ambas documentaciones son indubitables e innegables.

Para entonces Caballero informaba y está publicado, que se recibían 5.000 cartas simples, 2.000 certificadas y 400 encomiendas ¡por día!. Más tarde debido al bloqueo recibíamos el correo con intermitencia pero, en cada oportunidad nos tapaban.. Los días de ausencia de correspondencia postal eran ocupados por miles de telegramas que iban y venían, sin dejar de mencionar los benditos giros postales y telegráficos que se recibían para la tropa, Todo se clasificaba, registraba, separaba por unidad y se entregaba diariamente y sin interrupción, incluso durante los días mas duros del conflicto.

Respecto a mi trabajo específico y a las condiciones en que lo realizaba, la reorganización acorde a nuestras normas de los radioaficionados, la efectuaba en los lapsos en que me era posible sustraerme a la tarea de ENCOTEL. Desde el 01 de mayo aquélla quedó inconclusa debido al inicio de la guerra.

Nuestra actividad a partir del 01 de mayo

Hoy vuelven a mi memoria la movimientos que dentro de la oficina se realizaban; la tropa poniéndose los cascos, y nosotros continuando con indiferencia ante cada alerta roja u oscurecimientos la tarea, sintiendo por cierto, el estremecimiento de los estampidos y el retumbar de los pisos.

Al no veterano que lea esto, no le resultará fácil reconstruir aquellas escenas y menos aun comprender los que se experimenta hasta hacerse insensible a estas circunstancias. Pero así sucedían e igual se trabajaba, masticando la experiencia, asimilándola constantemente.

Esa “digestión” de la rutina de la guerra sin que lo percibiéramos, a algunos los transformó para el futuro que hoy debemos compartir con la “sociedad normal”. Seguramente esto no es comprendido y muchas veces tampoco admitido por quienes no estuvieron “allá”. No fue necesario haber estado en la primera línea para lograr esta modificación en la conducta. Sustentar un criterio contrario ha sido la solución fácil de la mediocridad, que todo lo minimiza porque ella no lo vivió. Nadie que haya seguido los acontecimiento fuera del teatro de las operaciones, desde el cemento de las ciudades, está realmente habilitado para definir como deberían actuar los que estuvieron, por respeto deberían callar. No molestamos y si por si acaso alguno realiza alguna acción marginada de la “normal conducta social”, deberían comprender que fuimos “unos” y volvimos “otros”. Al menos en mi concepto personal.

He asistido y participado en plena alarma y oscurecimiento, luego de cenar, sobrellevando cansancio, sueño y tensiones, debiendo a menudo interrumpir las tareas debido a los bombardeos navales que nos obligaban a analizar para que lado tiraban, de las tareas administrativas y contables que demandaba el hacer efectiva la entrega de dinero que se remitía a la tropa ….., y si el bombardeo comenzaba a picar en proximidades del local , el pozo de zorro era el destino de los ordenados y rápidos movimientos del grupo que constituíamos.

Esa tarea de clasificación de despachos telegráficos, obligaba a separar por columnas cientos de cifras y centenares de giros postales que al día siguiente imponían otras diligencias administrativas….¡y su entrega!…que no dejó de efectuarse hasta el último día de trabajo. Si la secuela de papeles en tiempo de paz son infinitos y tediosos piensen en tiempo de guerra y bajo las circunstancias descriptas.

Si bien las normas imponen procedimientos administrativos, es necesario admitir que si la burocracia es culpable, mas los es la “burrocracia”.

¡Y finalmente llegó!…, y hoy como ayer me pregunto si aquel equipo radioeléctrico que recibimos con tanta ansiedad, por el que transmitiríamos al continente los textos de los telegramas de servicio y de las Fuerzas desplegadas, no significaba un arma de características estratégicas…. La tarde de un sábado en la que instalamos el sistema irradiante en la parte posterior de la casa; el enemigo que lo espiaba todo desde sus satélites “gentilmente cedidos”, además de contar con los informantes que mimetizados en la población se infiltraban entre nosotros, efectuó varios ataques en dirección a nuestra posición…cuatro bombas detonaron en distintos sectores cercanos a la casa. Dos en el agua que nos prodigaron el “vistoso” panorama de poderosos surtidores del líquido elemento de unos cuarenta metros de altura, según la perspectiva de la distancia a la que nos encontrábamos; otra en el extremo derecho de la bahía, frente a la parte posterior de la casa y la restante frente a nosotros, junto a los tanques, que según comentarios, eran de agua potable.

Nos protegimos un poco ante la primer alerta roja, en la segunda apenas nos detuvimos mirando el cielo cubierto y en las dos restantes ni miramos, sino que proseguimos la tarea junto con el Suboficial Principal Saraza, un mecánico de equipos de comunicaciones de campaña perteneciente a la Compañía de Patricios, el que ordenó a la tropa que le dependía que se refugiara en los pozos.

Recuerdo con total nitidez, que a medida que ultimábamos los detalles para ubicar el mástil sobre una base plana, tomándolo de los tensores para vientos, desde las posiciones de las armas antiaéreas próximas nos gritaban los grados de aproximación de los aviones enemigos, los que a su vez Saraza nos los reiteraba en voz alta. Se trataba de un procedimiento rutinario, mecánico, que se cumplía metódicamente pero que en nada alteraba nuestra tarea.

Al comentarlo ahora, no puedo transmitir con elocuencia el razonamiento de cada uno de nosotros y que movimientos ejecutábamos…, no nos interesaban los ataques, por el contrario más de uno dirigía un buen insulto a las nubes que disimulaban la presencia enemiga. Se continuó el tremendo esfuerzo que demandó alzar el mástil metálico de casi quince metros de altura, sobre un piso que temblaba debido a la trepidación de las baterías antiaéreas, en medio del fragor ensordecedor que estremecía el espacio y nuestros sentidos. Parábamos sólo para no perder el espectáculo de los surtidores de agua impulsados desde las entrañas del mar y los destellos que producían las explosiones en el suelo.

Epílogo

Cuando oigo al “charlatán”, aquél que con facilidad maneja situaciones hipotéticas, lamento no haberlo tenido junto a mi, tan sólo dos minutos con la probabilidad de saltar por el aire reventado o simplemente arrojado a diez metros de distancia por la onda expansiva de una explosión, ¡tan sólo dos minutos con aquella realidad!, siempre alejada de lo que por la boca expresan y demuestran algunos argentinos de esta generación sin guerra, sin modelos reales, sin ídolos de la humildad y la cultura…generaciones de las que también formo parte, en las que muchos, lamentablemente han pretendido destruir, parte de los ideales, de la grandeza, de la heroicidad de aquellos hombres, quizás por ignorancia, soberbia, envidia o irremediable inferioridad.

Y así fueron aquellas cosas… y así esos hombres, con inmenso patriotismo, dejaron en la turba de Malvinas el mojón de sus ideales y de la Soberanía Nacional, que jamás podrá ser erradicada.


(*) Durante cuarenta años fue funcionario de carrera en la Secretaría de Comunicaciones. Durante la guerra se desempeñó en los cargos expresados en el relato. Es autor del libro “Una gaviota en Malvinas”, en mérito a su actuación recibió por parte de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur la Estatuilla Malvinas Argentinas.


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Gendarmería en Malvinas: Alacrán, un escuadrón con justa gloria

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Por VGM Osvaldo Jorge Palacio - periodista


Eran todos combatientes profesionales de la Gendarmería Nacional y habían pasado por un largo período de entrenamiento. Se trataba de comandos comprometidos con la ciencia de la guerra y el arte de la paz. Eran todo valor y ejemplo. Ellos tuvieron el honor de actuar en el Teatro de Operaciones Malvinas, lo hicieron junto a sus pares del Regimiento de Infantería 25.

Los cuadros de la Gendarmería Nacional tienen instrucción y estado militar. Toda vez que exista una situación de guerra en la que se encuentre amenazada la soberanía nacional, pueden ser convocados para integrar un componente terrestre.




En cualquier situación de conflicto bélico, las tropas de operaciones especiales se convierten en una herramienta indispensable para la conducción estratégica por contar con una capacidad de respuesta eficaz, inmediata y contundente.

En mayo de 1982, en función de la situación bélica que se vivía en Malvinas, se conformó un elemento móvil de combate que se llamó tropa Especial 601, que luego, por iniciativa de los propios integrantes se denominó Escuadrón “Alacrán”, nombre con el que pasó la historia.


Un relato nos dice que el 27 de mayo, en Comodoro Rivadavia, “compramos una bandera argentina con los únicos sesenta pesos que nos habían dado. Le dibujamos el símbolo bélico de nuestro Escuadrón en un negro intenso y, sumamente emocionados, juramos defenderla hasta perder la vida. Hoy, esa bandera nuestra tan querida, que no entregamos al enemigo, la conservamos como sagrado baluarte.”

“Subimos al Hércules que nos transportaría a Malvinas. El viaje se produjo en total silencio. Cada uno inmerso en sus pensamientos. Sólo oíamos el imponente rugido de los motores y veíamos olas que empañaban las ventanillas. Prácticamente volábamos sobre ellas.”

Los oficiales, suboficiales y gendarmes estaban bajo las órdenes del entonces comandante José Ricardo Spadaro. Eran todos combatientes profesionales y, como consecuencia de los enfrentamientos, sufrieron siete muertes; la mayor proporción de bajas en relación al número de integrantes de una unidad. En total eran cuarenta hombres.

Los “Alacranes” puestos en acción, dieron inmediata respuesta a los requerimientos estratégicos. Ellos, como todas las fuerzas de elite que operaron en Malvinas estaban preparados para cualquier acción ofensiva. 
El 30 de mayo recibieron la orden de ocupar cinco alturas para actuar como alerta temprana, en el sector oeste, cubriendo una línea más allá de los cerros Dos Hermanas, dos riscos gemelos, pero sin llegar a Monte Kent que en ese momento ya estaba en poder de los ingleses. El combate allí era letal. Los ingleses se habían infiltrado en nuestras posiciones y una patrulla del Ejército Argentino había caído en una contraemboscada. La situación que se vivía en Dos Hermanas indicaba que se acercaba el momento decisivo.

El movimiento de los “Alacranes” hasta la posición señalada se realizó en un helicóptero del Ejército que fue alcanzado por un misil enemigo que lo precipitó a tierra y apenas caído fue atacado desde el aire por un avión Sea Harrier. Esta acción provocó la muerte instantánea de seis gendarmes y resultó gravemente herido el Sargento Primero, Justo Rufino Guerrero. 

Ese fue el día del Bautismo de Fuego del Escuadrón “Alacrán”. Esa página de gloria tiene un agregado, las actuaciones heroicas del Segundo Comandante Ramón Gumersindo Acosta y del Sargento Primero Carlos Pepe, quienes socorrieron y rescataron al Subalférez Aranda y al mismo Suboficial Guerrero.

También ayudaron a otros integrantes de la patrulla que se encontraban atrapados en el helicóptero abatido y que se hallaba a punto de estallar por el fuego que alcanzaba la munición que transportaba. El Segundo Comandante Acosta estaba muy golpeado, dado que antes que el helicóptero impactara sobre el suelo, logró desprenderse voluntariamente de la aeronave y golpeó fuertemente en la turba. Pensando en su familia, Acosta, esa misma noche, le escribe una carta a su hijo en la que contaba lo ocurrido ese día.

Sin embargo, nada era preocupante al extremo; los integrantes de “Alacrán” habían sido preparados para actuar en tiempos de tranquilidad, para reaccionar en momentos de crisis y para trabajar en conflictos abiertos. Los cursos teórico-prácticos les habían proporcionado conocimientos de inteligencia, sabían la técnica de la exploración, el reconocimiento estratégico y estaban aptos, llegado el caso, para llevar adelante un enfrentamiento no convencional.

Después se les asignó una nueva misión. Fue el 10 de junio, en cercanías del Monte Kent, donde en una emboscada, resultó herido el Gendarme Pablo Parada y es herido de muerte el Suboficial Ramón Gumersindo Acosta, que cerró la página de los siete gendarmes que hicieron realidad la sentencia latina “Dulce et decorum est pro patria mori” (Es dulce y decoroso morir por la patria). Ellos eran: El Primer Alférez Ricardo Julio Sánchez, Subalférez Guillermo Nasif, Cabos Primeros Marciano Verón y Víctor Samuel Guerrero, Cabo Carlos Miguel Pereyra y Gendarme Juan Carlos Treppo.

Sobre el final de la guerra, Alacrán fue destinado a defender una posición cercana a Puerto Argentino. Luego de resistir victoriosamente ataques de los ingleses, el Comandante Spadaro entendió que había que abandonar algunas posiciones ya que había riesgo de que sea alcanzada por fuego de artillería. “A la mañana siguiente, después del bombardeo nocturno había quedado en pie sólo la chimenea. Hasta el día de hoy, bendigo mi acertada premonición” 
El jefe rescató su reencuentro con Dios y la paz de su espíritu después de haber vivido tantas situaciones límites. “Esta disposición espero que me acompañe toda mi vida”.

El 14 de junio, dispuesto el cese del fuego, se inició el repliegue hacia Puerto Argentino. Dos días después, el grueso del Escuadrón Alacrán era embarcado en el buque Canberra rumbo al continente. La bandera volvía escondida entre las ropas del Subalférez Aranda.



Un mes después de producida la rendición, el buque “Saint Edmund” trasladó a los jefes del Escuadrón, Comandantes Spadaro y Díaz, junto a otros oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas.

De la participación casi olvidada de la Gendarmería Nacional en la guerra de Malvinas, se rescata la fortaleza de sus hombres, la valentía y el arrojo, la humildad, la perseverancia y la voluntad. Se trata de una rúbrica indeleble. El ejemplo, sin duda, alimenta el espíritu de quienes hoy portan las insignias de la Fuerza.

"Gendarmes, centinelas de la patria, héroes caídos en Malvinas, honor y gloria es vuestro legado. Descansen en paz".



Los hombres que integraron el Escuadrón “Alacrán”

Jefe: Comandante José Ricardo Spadaro
2do Jefe de Escuadrón: Comandante Hugo Alberto Díaz
Integrantes:
Comandante Carlos Saturnino Vega
2do Comandante Jorge Enrique San Emetrio (+)
2do Comandante Eduardo Miguel Santo (+)
1er Alférez Néstor Alfredo Gómez del Junco
1er Alférez D Ricardo Julio Sánchez (Muerto en Combate)
Subalférez Guillermo Nasif (Muerto en Combate)
Subalférez Miguel Ángel Puente
Subalférez Oscar Rodolfo Aranda
Sargento Ayudante Ramón Gumersindo Acosta (Muerto en Combate)
Sargento Ayudante Natalio Jesús Figueredo
Sargento Primero Miguel Víctor Pepe
Sargento Justo Rufino Guerrero
Cabo Primero Carlos Alfredo Oliva
Cabo Primero Blas Fanor Montellano
Cabo Primero Miguel Edgar Echeverría
Cabo Primero Juan Alberto Fleitas
Cabo Primero Agustín Jara
Cabo Primero Luis Alberto Kovalski
Cabo Primero Jorge Omar Trangoni
Cabo Primero Marciano Verón (Muerto en Combate)
Cabo Primero Víctor Samuel Guerrero (Muerto en Combate)
Cabo Carlos Misael Pereyra (Muerto en Combate)
Cabo Miguel Ángel Encina
Gendarme Juan Carlos Acosta
Gendarme Julio Ramón Benito















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Libro “Dios en las trincheras” Sitio Gendarmería Nacional

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Los extranjeros que ayudaron en Malvinas

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Piezas clave. Los seis expertos resultaron fundamentales para resolver cuestiones técnicas que los soldados y superiores argentinos no podían solucionar. Entre ellos, los cañones de la firma Oerlikon-Contraves, y los misiles disparados durante los días del combate.


Media docena de expertos del exterior, especializados en distintos armamentos y equipamientos militares, estuvieron durante el conflicto en las islas prestando servicio a los efectivos argentinos en combate. Esto, a pesar de que los alemanes habían declarado el bloqueo de armas en favor de los ingleses, los suizos alegaban neutralidad y los peruanos sólo hicieron público su apoyo después del hundimiento del Belgrano. Y la historia de los que quisieron ir y no pudieron.


Por R.P. 

Dos peruanos, un alemán, un suizo y dos israelíes participaron de la guerra de Malvinas junto a las fuerzas argentinas, cumpliendo funciones que incluyeron el asesoramiento en la puesta a punto de sistemas de defensa, la reparación de baterías antiaéreas, la instalación de equipos de comunicación y el entrenamiento de oficiales en el uso de misiles soviéticos.

Lo que hace este evento más trascendente es que los germanos, junto a sus pares de la Comunidad Económica Europea (CEE), se habían plegado, el 5 de abril de 1982, al bloqueo de armas que había establecido Inglaterra contra el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri, al igual que las naciones miembros del Commonwealth y los Estados Unidos.

En tanto, los suizos se habían declarado neutrales pero habían congelado el envío de los equipamientos bélicos adquiridos por el país antes de la guerra y que estaban pendientes de entrega.
Los israelíes, por su parte, se mantuvieron al margen del conflicto públicamente pero, por detrás, abrieron un canal de aprovisionamiento de armamentos que se mantuvo a lo largo de todo el conflicto.

En cambio, los peruanos primero mediaron entre británicos y argentinos y, luego del hundimiento del crucero General Belgrano, el 2 de mayo, se volcaron abiertamente a ayudar al gobierno de Galtieri mediante el envío de equipamientos bélicos propios y la triangulación de los provenientes de Jerusalén.



Neutral pero no tanto. 
En el momento de la recuperación de las islas, la firma Oerlikon-Contraves tenía pendiente de entrega 22 de los 436 cañones de 20 milímetros que había adquirido la Fuerza Aérea en 1981. Todos los envíos quedaron automáticamente suspendidos luego del bloqueo de armas aunque permanecieron en el país los especialistas que estaban entrenando a oficiales y suboficiales en el uso y mantenimiento de los equipos.

La neutralidad suiza no impidió que el 15 de abril, Eusebio Aguiar, uno de los técnicos de la compañía que estaba en la Argentina, viajara a las Malvinas para ofrecerles su ayuda a los militares.

Para ese entonces, su contacto era con el Ejército ya que habían sido los últimos en adquirir los cañones de 35 milímetros. Así que, ni bien llegó, fue en busca del por entonces teniente coronel (actualmente general de brigada retirado) Héctor Arias, jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, en los alrededores de Puerto Argentino.

Sin embargo, allí su tarea fue limitada ya que aún no habían arribado a las islas los equipamientos. “Él iba y venía y, en ese momento, estaba en el país. La fábrica tenía interés de que fuera porque nos habían vendido recientemente el material. Estuvo muy poquito en Malvinas en abril y, después, se volvió porque no lo necesitaba – afirma Arias–. Aún no habían llegado los cañones, por eso lo devolví enseguida, y estando el material tampoco lo precisaba mucho porque mis oficiales estaban perfectamente capacitados y el material funcionaba bien, por lo que no hubiera sido necesaria su presencia”.

Luego de su paso por el Ejército, Aguiar se dirigió al aeropuerto donde se cruzó con el por entonces capitán (actualmente brigadier retirado) Rodolfo Savoia, quien estaba a cargo de la artillería antiaérea de la Fuerza Aérea, y le pidió ver sus cañones.

“Fue hasta allí y sacó de su bolsillo su nivel de 10 centímetros de largo, lo limpió, lo puso en la base de la flecha de los cañones y dijo que estaba bien nivelado. Fue a la otra pata y dijo que estaba perfecta”, recuerda Savoia.

El teniente primero (actualmente comodoro retirado) Oscar Spath, quien fuera el encargado de acompañarlo en la revisión, concuerda. “Me pidió permiso para inspeccionar los cañones para ver si los teníamos bien emplazados y nivelados. Cuando terminó con su tarea nos dijo: cada vez que hagan un disparo tienen que controlar el nivel de los cañones. Después, ya no lo volvimos a ver”. Un par de días más tarde, Aguiar concluyó su misión y retornó a Comodoro Rivadavia.


La ayuda germana.  
La presencia de un alemán en Malvinas es la más increíble ya que su país se había plegado al bloqueo de armas contra la Argentina. Sin embargo, esto no impidió que el ingeniero Manfred Jentges, de la firma franco-germana Euromissile, viajara a las Malvinas en medio de los bombardeos británicos.

En ese momento, se encontraba de vacaciones en el país cuando el Ejército lo invitó a visitar las estaciones de misiles Roland que estaban en las islas para que ayudara a los militares en lo que pudiera. Así, Jentges viajó el 14 de mayo, por propia voluntad, en medio de los combates, sin que la compañía ni su gobierno lo supieran.

“La empresa no lo mandó, sino que dejó a su criterio si quería ir y él por su cuenta y riesgo viajó voluntariamente, cuando sus dos compañeros franceses se quedaron en Mar del Plata. Su gesto fue muy bueno porque no tenía ninguna obligación de ir”, resalta el por entonces teniente primero (retirado como teniente coronel) Carlos Regalini, quien se desempeñaba en aquel tiempo como jefe de la batería del GADA Mixto 602.

Al día siguiente, miembros del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 intentaron todo el día trasladar la batería Roland hasta Puerto Argentino para que le reparara una de las placas que le impedían que el grupo electrógeno funcionara correctamente. Finalmente, lograron su cometido a las 18.30.

“Teníamos un problema con el grupo electrógeno del sistema de misiles: se había roto una tarjeta y él vino a repararla. Esto no era un impedimento para que la batería funcionara, porque también trabajábamos con energía común, pero era importante. Su ayuda fue más que importante”, detalla Regalini.

Durante las siguientes dos jornadas, Jentges se dedicó a arreglar los desperfectos técnicos que tenía el equipo, por lo que recién pudo estar operativo nuevamente el 18 de mayo, según consta en el Diario de guerra de la batería Roland, redactado por el subteniente Diego Noguer.

El ingeniero no sólo se dedicó a reparar el grupo electrógeno sino que, también, aprovechó para brindarles información técnica sobre los equipamientos británicos a los oficiales argentinos.

“Nos pasaba unos datos interesantes de sus aviones, misiles antirradar y los armamentos que tenían los británicos. Estaba más con nosotros que con los ingleses”, explica el teniente coronel.

Luego de que concluyó su tarea en Puerto Argentino, Jentges retornó a Comodoro Rivadavia y, después, reanudó sus vacaciones que había abandonado para ayudar a los tropas argentinas.

El armamento soviético. La ayuda peruana se materializó tanto a través de la provisión de armamentos como mediante el envío de oficiales especialistas en artillería de su Fuerza Aérea (FAP) para entrenar a sus pares argentinos.

Así, el 6 de mayo aterrizó en la base aérea de El Palomar un C-130 proveniente de Lima cargado con munición, cohetes, misiles y bombas, entre ellos 120 lanzadores portátiles tierra aire SA-7 Strela 2, de origen soviético.

Junto con esto, arribaron dos oficiales peruanos para entrenar a sus pares en las  Malvinas y a un tercero para hacer lo propio con los militares que estaban en Comodoro Rivadavia.

La primera capacitación la dio el teniente Ramírez a un grupo de oficiales y suboficiales en la IX Brigada Aérea de la ciudad chubutense, donde les explicó cómo se utilizaban los misiles.

“Me llevaron adentro de un hangar para la instrucción, todo medio misterioso. Sólo salimos cuando nos explicó de qué manera se encendía el misil y la cabeza buscadora del blanco. Nos dio un manual, una clase teórica y una práctica”, afirma el comodoro (R) Walter Garay quien participó del curso.

Sin embargo, Ramírez no se conformó con eso pidió cruzar a las Malvinas para combatir contra los ingleses, pero la comandancia de la Fuerza Aérea Sur le prohibió que lo hiciera.

“Era muy gaucho y consustanciado con el tema, quería cruzar. Hasta lo tenían que controlar para que no se subiera a un Hércules”, recuerda el brigadier (R) Jaime Ugarte, quien también participó de la capacitación y el 7 de mayo voló rumbo a Puerto Argentino junto a Garay y un grupo de suboficiales.

Sin embargo, otros dos oficiales peruanos tuvieron mejor suerte y cruzaron el 9 de mayo, en forma secreta, a Puerto Argentino y, enseguida, fueron enviados en un helicóptero Bell 212 junto con dos lanzadores y ocho misiles SA-7 a Pradera del Ganso.

“Llegaron los misiles con los técnicos peruanos, casi en forma simultánea, a darnos las clases sobre cómo operar esos misiles que nosotros no teníamos”, afirma el brigadier (R) Wilson Pedrozo, quien estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor.

Allí, quedaron a las órdenes del jefe de Operaciones, el vice comodoro (retirado como comodoro) Oscar Vera Mantarás, quien les asignó a los pilotos más jóvenes de Pucará, entre ellos el teniente Hernán Calderón, para que los entrenara y así pudieran operarlos cuando no volaran.

“Los oficiales de la Fuerza Aérea Peruana estuvieron un par de días y le dieron instrucción a un grupo de nuestros aviadores y ellos, después, se lo transmitieron a otros de nuestra base. Tenían unas ganas bárbaras de quedarse y no los dejamos porque no podíamos tenerlos ahí”, resalta.

Finalmente, luego de realizar los cursos con los pilotos regresaron en helicóptero a Puerto Argentino y, desde allí, fueron trasladados en un Hércules hacia Comodoro Rivadavia.

Comunicaciones seguras.
 

Algo similar ocurrió con dos técnicos israelíes que viajaron a las islas a instalar un equipo de cifrado Sec 23, de la firma Tadirán, que Jerusalén le había prestado a la Argentina para evitar que los ingleses interfirieran las llamadas entre las Malvinas, Buenos Aires y Comodoro Rivadavia.

Como los oficiales del Ejército no sabían cómo calibrarlos, le pidieron a la empresa si podía mandar a algún especialista a hacer esa tarea. “Nuestros técnicos desconocían cómo hacer que estuvieran inmediatamente en servicio, porque no habían sido entrenados y para que no cometieran algún error”, señala el coronel (R) Abelardo Acevedo, ex miembro de la División Técnica de la Agrupación de Comunicaciones 601.

Enseguida, la compañía les envió a Ioram Guidot y a otro de nombre Ika, dos ingenieros que estaban dando capacitaciones en la Argentina. “Cuando me preguntaron qué opinaba de que la gente de Tadiran viniera a instalarlo, les dije que sí. Era una forma de que se involucraran”, afirma.

Los dos técnicos llegaron de incógnito a las islas a fines de abril para evitar problemas diplomáticos. “Uno de ellos era flaco y alto. Viajaron en un Hércules de incógnito, acreditados como periodistas”, destaca el coronel (R) Carlos Stricker.

El problema fue que la guerra avanzaba y no regresaban a Buenos Aires. Finalmente, Ika volvió promediando el conflicto, pero Guidot siguió allí por decisión propia. Recién, diez días antes de la rendición lograron sacarlo y llevarlo de nuevo al continente.


“Ioram Guidot era un loco de mierda. Estaba bien que peleara una guerra que fuera suya, pero ésta no lo era. Yo estaba desesperado para que volviera y lo hizo diez días antes de que la pista de Puerto Argentino dejara de operar –concluye Israel Lotersztain, uno de los vendedores de Isrex Argentina, la representante de los fabricantes de armas israelíes en el país–. Si se hubiera quedado ahí, los ingleses lo hubieran agarrado. Era mi desesperación. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si agarraban como prisionero de guerra a un israelí”.

Más allá de todo esto, ninguno de ellos es considerado, hasta el día de hoy, veterano de guerra de Malvinas a pesar de que la legislación argentina establece que debe ser reconocido como tal “todo aquel personal de oficiales, suboficiales y soldados de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que hayan participado en las acciones bélicas llevadas a cabo en las jurisdicciones del TOM y del TOAS, y civiles que se encontraban cumpliendo funciones de servicio y/o apoyo, en donde se desarrollaron las acciones”.

  
Dos ofertas desechadas
El apoyo de los peruanos e israelíes no sólo se limitó a los hombres que enviaron a las Malvinas sino que, además, sus pilotos se ofrecieron a volar los cazabombarderos y participar de los ataques contra la flota inglesa.

El israelí Shlomo Erez, quien se encontraba en la localidad bonaerense de Tandil entrenando a los oficiales de la Fuerza Aérea, fue uno de los que pidió ir a la guerra, pero no lo dejaron.

“Quería ir a combatir, porque les tenía bronca a los ingleses. Me decía: ‘Mi familia murió en manos de ellos, cómo no voy a querer combatir’. Ellos querían venir y yo no lo podía aceptar, porque sino agrandábamos la guerra”, afirma el brigadier general (R) Teodoro Waldner, quien era el jefe de la Base Aérea de la ciudad.
Una oferta similar hicieron los pilotos peruanos Ernesto Lanao, César Gallo, Augusto Mengoni, Pedro Ávila, Gonzalo Tueros, Pedro Seabra, Mario Núñez del Arco, Marco Carranza, Augusto Barrantes y Rubén Mimbela, de los escuadrones 611 y 612 de las FAP, quienes habían llevado en vuelo desde Arequipa los Mirage V, que su país le había vendido a la Argentina.

Pero no se conformaron con eso y le pidieron al brigadier general Basilio Lami Dozo, comandante en jefe de la Fuerza Aérea, continuar viaje para pelear en la guerra. “Los peruanos querían seguir y presentarse de voluntarios en la guerra de Malvinas. Les dije que no”, concluye el ex miembro de la última Junta Militar.

www.perfil.com 

Reseña Histórica del Canberra BMk-62 B-101

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El avión Canberra B-101, sirvió originalmente en la Royal Air Force (RAF) con matricula WJ 616.

Esta aeronave fue construida en 1954 y sirvió en los siguientes Escuadrones de su país de origen: 199 Squadron, 1321 Flight, 18 Squadron, 151 Squadron, 97 Squadron, y el 360 Squadron; posteriormente fue vendido a la British Aircraft Corporation  (BAC). Fue construido por Handley Page, con c/n HP-183B. Del lote de la FAA, fue uno de los tres construidos por dicha fábrica, habiendo otros tres construidos por Shorts y el resto por la BAC.

En el año 1969, la BAC, en su programa de reconversión y extensión de vida útil, como modelo B2 a Bmk62, según los requerimientos a solicitud de la Fuerza Aérea Argentina, por contrato firmado en 1968, por un total de 10 aviones modelos B62 y dos T-4, doble comando B64, conjuntamente con el adiestramiento en Inglaterra del Personal de pilotos y navegadores y la parte Técnica para el Grupo Técnico 2, militares y civiles.

Conjuntamente, en PERU, país que ya operaba el avión, viajo un contingente de personal de la Fuerza Aérea Argentina, para adiestrarse en vuelo.
El avión Canberra B-101, llego a la Argentina, el 20 de NOV de 1970.

El caudal histórico de esta aeronave se basa en los siguientes hitos históricos que a continuación destacamos:

  • Fue el 1° avión Canberra , que con matricula mixta, anglo-argentina, voló y fue expuesto en el Festival Aéreo de Farnborough en 1970, semanas antes de ser entregado al lote inicial de 3 aviones que vinieron en vuelo directo desde Warton a Paraná, su base de asiento en tiempos de paz, la II Br. Ae.
  • El B-101, tuvo la distinción de ser certificado en vuelo con matricula G-27-111 (matricula para los vuelos de prueba de la BAC), por el famoso jefe de pilotos de la Fabrica; Roland “BEE” Beamont, quien fuera el 1° piloto de Canberra del mundo y quien volara el primer ejemplar en el año 1949.
  • El B-101, conjuntamente con el B-102, y B-103 parten desde Warton el 17 de NOV de 1970 para arribar el 20 de NOV de 1970, exactamente a las 08:15, y es el primer Canberra que posa sus ruedas en la pista de la II Br Ae,  siendo sus tripulantes, Piloto: Vcom Schaub, Navegadores : Cap. López y 1° Ten Videla
  • El 20 de Junio de 1971, integro parte de una escuadrilla de seis (6) aviones que sobrevolaron el Monumento a la Bandera en ROSARIO.
  • El 10 de AGO de 1973, este avión, fue parte de una escuadrilla de cuatro (4) aviones que partieron desde la BAM RIO GALLEGOS y sobrevolaron la Base Antártica Vcom. MARAMBIO, constituyendo así el 1° sobrevuelo de reactores de combate, sobre territorio Antártico.
  • En 1978, fue uno de los aviones, desplegados  a la Base Aeronaval Cmte. ESPORA, por motivo de la disputa territorial con CHILE, que no llego a ningún conflicto armado, por la Intervención PAPAL de Juan Pablo II.
  • En 1982, fue el 1° Canberra que fue modificado para uso del radar Bendix RDR-1400 meteorológico y de búsqueda, con el famoso radar en la proa y el cobertor, que se gano el apodo de PELICANO, por la forma de “ buche” que le quedaba al avión, como podemos ver en el actual modelo restaurado, así nace el B-101 PELICANO -1.
  • El vuelo de este avión fue hecho por : PIL 1° Ten RIVOLLIER y NAV: 1° Ten MARIO GONZALEZ, el 16 de abril de 1982, días después, su Navegador, caería en combate, al ser alcanzado su avión el 1° de mayo , junto con el PIL: Ten. DE IBAÑEZ, en el Canberra B-110.
  • El B-101, partió a su Base de Operaciones en la Guerra, en Trelew el 24 de abril, completando la dotación  del Grupo 2 de Bombardeo, para ser empelado en operaciones aéreas estratégicas según el plan de combate de la Fuerza Aérea Sur (FAS).
  • El 27 de abril de 1982, realizo el 1° vuelo de Exploración y Reconocimiento, siendo sus tripulantes el Cap. Alberto BAIGORRI, y los 1° Tenientes José PAGANO y Jorge SEGAT.
  • Opero en varios vuelos durante los meses de MAYO y el día 25 de ese mismo mes, fue desplegado junto a otros aviones más a la BAM RIO GALLEGOS, para dar inicio, a una nueva táctica de empleo de estos bombarderos, nunca antes realizada, por los tripulantes de Canberra. La misma consistía en ataques, nocturnos, sin luces interiores y exteriores, en formación y a muy baja altura sobre el mar, algo para lo cual, días antes se habían entrenado los pilotos y navegadores.
  • El 27 de mayo de 1982, el B-101 Pelicano I, volado por los Mayores VIVAS y ESCUDERO, armado con 4 bombas inglesas MK17, de 454 Kg, realizo el 1° ataque exitoso de guerra, siendo este ataque una total sorpresa para los ingleses, que según sus fuente, era imposible que la FAA operara Nocturno, el B101, daba forma así, al lema del Escuadrón Canberra. PULSAT AUDACITER DIE NOCTQUE, que para quienes no conocen, significa: QUE GOLPEA AUDAZMENTE DE DIA y NOCHE
  • El 31 de Mayo de 1982, vuelve este mismo avión a bombardear con éxitos las posiciones enemigas en el Monte Kent-
  • El 5 de junio de 1982, este avión formaba la escuadrilla “ GAUCHO” tripulado esta vez por los 1° Tenientes Antonio MAUAD y  Raúl ACOSTA, luego de haber bombardeo con éxito, son detectados por el radar del  destructor de la Royal Navy HMS “ EXETER”, y este buque dio aviso al portaaviones HMS Hermes, que lanzo una patrulla aérea de combate ( PAC) de aviones cazas, Sea Harrier, que se lanzaron en búsqueda de los bombarderos Canberra-
    El B-101 inicia un brusco giro de evasión y se planta un de sus motores, cuando el avión entra en barrena cayendo hacia las oscuras y frías aguas del atlántico Sur, por la eficaz acción de su  piloto, el 1° Ten MAUAD, logra recuperar la aeronave y ponen proa hacia Gallegos..Llegando sin un motor, con problemas de gobierno del avión, por efecto del radomo de radar, que exigían de su piloto una gran capacidad de pilotaje. Así llego el avión hasta su base y en final de aterrizaje por bruco contacto con la pista, se retrae la pata del tren derecho, se salió al final de la misma, trayendo sanos y salvos a ambos tripulantes que siendo las 0500 de la mañana, festejaron con una cerveza y un merecido “chori pan”.
Posteriormente y gracias al extraordinario trabajo del Grupo Técnico 2 (GT2), volvió a volar el Canberra B-101.

Un Párrafo aparte y para homenajear y destacar la labor de todos estos Hombres Militares y Civiles que mantuvieron 100 % operables los aviones, desde tres bases distintas en el Sur.

El B-101, fue el último Canberra del G2B, que volvió en vuelo desde el SUR, hacia su base de asiento de paz, la II Br. Ae.  PARANA, habiendo dejado atrás, tres heroicos tripulantes caídos y dos aviones, en el Altar de la PATRIA.

Este avión continuo operando en el Escuadrón, convirtiéndose así ya en un veterano de guerra, cuyos planos y fuselaje, ya habían sido bautizados en el Atlántico Sur-

En 1995, ya cuando varios de estos bombarderos iban dejando su vida útil de servicio. El B-101, continuaba entregando sus servicios a la Fuerza Aérea Argentina.

Fue modificado junto a otro avión (2) en total, para una nueva tarea, para misiones de Foto reconocimiento y fotografía aérea y a su vez manteniendo sus capacidades como avión bombardero puro-

En 1997, participa  del campeonato de Tiro en ANTUNA, san Luis, ganado la COPA Comando de Operaciones Aéreas (COA) en el 1° puesto de BOMBARDEO..Sobre el resto de los S.ARM de la Fuerza Aérea Argentina-

En 1999, el B101 y B-109, participan en el desfile aéreo, de la desprogramación de sistema de armas A4B/C en la V Br Ae, con asiento en Villa Reynolds, San Luis, despidiendo a otro gran guerrero de 1982.

Finalmente el 5 de abril, llego la orden más triste para los Bombarderos de Escuadrón Canberra;  era hora de despedir a este viejo guerrero que por 30 años había sido el elemento ofensivo de los bombarderos, sin reemplazo, cuyos planos surcaron orgullosos los cielos de la PATRIA.-

La Argentina así, vería por última vez, la ultima raza pura de Bombarderos.

Luego de la desactivación del S.ARM CNBR, el B101, fue llevado en vuelo desde la II Br Ae a la EAM y posteriormente a su morada final, para su muy merecido descanso, en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea, en Córdoba, Cuna de muchos Suboficiales que operaron y fueron encargados de cuidar a sus queridos aviones; convirtiéndose así esta Institución como custodio de este noble veterano de guerra y del legado que conlleva este avión.

No es un avión mas, no es un avión obsoleto, que no sirve, que ni vuela más…muy por el contario, es un símbolo de entrega, sacrificio, coraje y amor a la PATRIA, que en esos días de 1982, nos legaron nuestros queridos VGM y sobre ellos… 55 HEROES DE LA FUERZA AEREA ARGENTINA; que lo dieron TODO.



¡Gracias por todo querido CANBERRA B-101!



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Perros de guerra en Malvinas

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Durante la defensa de Puerto Argentino el Comando de la Infantería de Marina decidió el envío de una sección de perros de guerra, de la Base Naval Puerto Belgrano, con el fin de impedir infiltraciones de comandos británicos en el dispositivo defensivo propio.

Así fue que el 7 de abril 18 perros a las órdenes del Teniente de Fragata de Infantería de Marina Miguel A. Paz contaron con:


Guardiamarina Veterinario Jorge Robles
Encargado de Sección: Suboficial Segundo de Infantería de Marina Ernesto Franco. Cada perro con su guía, Soldado Conscripto. 


 
La sección perros fue utilizada para la defensa de la localidad para protección de los puestos de comandos, centrales de comunicaciones y depósitos varios.

Luego del ataque del 1º de abril se intensificaron las guardias nocturnas para impedir cualquier infiltración enemiga.


Los perros acompañados por sus guías, soldados Conscriptos, los que formaban una pareja inseparable.


Después de los cuatro o cinco días de bombardeos surgió un hecho curioso, la alarma más eficaz y segura ante los bombardeos, fundamentalmente aéreos, eran dadas por los aullidos de los perros anunciándolo mucho antes de la iniciación del ataque. Al decir de los veteranos que operaron desde Puerto Argentino, fue el mejor método de autenticación de alarma y el momento a partir del cual se tomaban las contramedidas. 



También distinguían en general al personal de la Armada con respecto a las otras fuerzas con quienes eran especialmente agresivos, incluyendo también a los Kelpers. Este hecho se repitió luego con los británicos, una vez prisioneros de guerra.


Hubo oportunidades en que salieron de la población en misiones de patrulla adelantada, pero fueron sólo casos puntuales para tareas específicas como la vigilancia del sistema de Rampa y Generador del misil Exocet que se monto como defensa costera. Este sistema de armas se mantuvo en el más alto secreto dentro de la localidad, durante el día en galpones altamente custodiado y de noche se movía sigilosamente hasta su lugar de lanzamiento. Todas estas maniobras fueron estrictamente custodiadas por la sección de perros durante el día y la noche.


En los últimos días de combaste se decidió el envío de perros a primera línea para evitar infiltraciones enemigas. Esta medida fue discutida hasta que llegó la orden de enviar a los perros con sus guías, fueron 3 las parejas enviadas:



Conscripto Carlos del Greco con Ñaro
Conscripto Raúl Andicochea con Negro
Conscripto Silva con Xuavia
Dijo el Guardiamarina Veterinario J. Robles.


" Fueron al frente Ñaro, Xuavia y Negro. ¿ Por que ellos? Negro y Ñaro por su bravura, valentía, eran sin duda los mejores del Batallón, participaban de todas las exhibiciones (desarme de enemigos, control de detenidos y saltos de altura). Xuavia porque era extremadamente celosa y guardiana, ella fue a Malvinas porque era la mejor entre las hembras (era mi preferida), recuerdo que cuando entro en celos elegí un lugar preferencial y ordené su servicio"

El envío de los perros al frente no tuvo éxito y termino trágicamente, los perros no se acostumbraban al fragor del combate, fueron prácticamente aturdidos por las explosiones. Ya el 13 de junio (en la noche del 13/14 de junio en el asalto final) los guías perdieron a sus perros, quienes habían huido enloquecidos. Ñaro y Negro desaparecieron ni sus collares fueron hallados. Todos los esfuerzos de la Sección Perros por encontrarlos fracasaron pese al especial empeño de todos, incluyendo a los Infantes de Marina de otros destinos, sensibilizado por los hechos. Todos eran conscientes que de estar con vida, su instinto y sensibilidad los hubiera llevado a su Sección, por esa razón se presume que murieron en combate, hay una versión, no confirmada, que señala a un oficial británico como que se quedo con uno de ellos. Por lo menos esa era la esperanza de la Sección. Sólo regreso Xuavia.


Como comenta el Guardiamarina Robles, Xuavia estaba preñada cuando fue al frente, un toque de amor entre tanto combate, pero no el único. Xuavia, en la noche del 13 al 14 de junio, seguramente estaba regresando del frente hacia la localidad cuando encontró a un soldado del Ejercito herido que yacía en el suelo cubierto de nieve; Xuavia se le acercó, se pegó a él y le dio calor hasta que los camilleros lo encontraron y trasladaron hacia Puerto Argentino, la perra los acompaño hasta el Hospital, luego regreso con los suyos.


En su momento este echo fue comentado por todos los que lograron verlo, luego el drama del tramo final de la batalla lo apagó. Por esa razón no se pudo rescatar el nombre del soldado ni el de los camilleros. Al comentarle el episodio el Guardiamarina Robles dijo:


"El relato sobre el regreso de Xuavia fue tal cual (como se comenta mas arriba), vino al lugar donde yo estaba; un soldado me grito: "Señor, volvió Xuavia, cuando me di vuelta la vi y me pareció mentira, todos le demostramos alegría y puedo asegurarle que ella respondió del mismo modo. Ya en la Base Naval Puerto Belgrano tuvo sus cachorros"

 
Xuavia tuvo nueve cachorros, de los cuales fueron siete machos y dos hembras, tres de ellos murieron inmediatamente después del parto. El padre fue Duque.


De los perros que regresaron al continente algunos murieron de viejos, otros en accidentes en servicio. Sobrevivió a todo Vogel, ovejero alemán, hijo de Tell y Nexe. Todos de la Base Naval Puerto Belgrano. Falleció el 1º de diciembre de 1991; esta enterrado en el Batallón mirando hacia Malvinas, bajo un túmulo conmemorativo.


Hasta su muerte presidio todas las ceremonias de la Unidad luciendo en su capa la condecoración otorgada por la participación en la gesta. Las Fotografías de Negro y Ñaro, desaparecidos en combate, están en su Batallón y en el Museo de la Infantería de Marina.


  
Fuente: Anecdotario de la IMARA

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Un encuentro muy particular

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El 27 de abril de 1990 un C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina que realizaba una tarea de evacuación aeromédica fue interceptado por un Phantom de la RAF sobre lo que los británicos denominan “zona de exclusión”. Los ecos del conflicto por las Islas Malvinas aún resonaban fuerte en los pilotos de aquellas aeronaves, que hoy rememoran lo ocurrido.

Por el Comodoro Carlos Alberto MARUSO

La urgencia del requerimiento nos obligó a planificar la realización de un vuelo directo entre la I Br. Aé. (El Palomar) y la Base Marambio, en la Antártida Argentina, con el fin de trasladar un equipo y evacuar un herido. La rapidez con la que se debía cumplimentar la misión obligaba a pasar por la vertical Malvinas, cuando aún estaban frescos los recuerdos del conflicto de 1982.

Despegamos a las 7:30 del 27 de abril de 1990 con la carga completa de combustible.

Todo se desarrolló normalmente hasta que, cuando nos encontrábamos sobre lo que los británicos denominan “zona de exclusión” fuimos interceptados por un Phantom de la Real Fuerza Aérea, que nos sugirió que nos alejásemos 30 millas (unos 55 km) al este de nuestra ruta y no por la vertical como habíamos previsto.

Respondimos con una negativa, confirmando que nos mantendríamos sobre nuestro rumbo. El piloto del Phantom intentó por todos los medios que nos corriéramos, mostrándonos cañones y misiles, pero lo único que nosotros hicimos fue reducir la velocidad. Después de infructuosos intentos, el Phantom cambió de lado con la misma intención. Nuestra disminución de la velocidad obligó al piloto británico a volar cerca de la pérdida, con el consabido consumo de combustible para él.

Al cabo de interminables y tensos minutos y de permanente “escolta” abandonamos la “zona de exclusión”, el Phantom “dio media vuelta” nos despidió con un “hasta luego” en español y regresó, y nuestro vuelo continuó normalmente hasta Marambio.

Dos meses después fue necesario realizar otro vuelo similar y la situación fue algo distinta, ya que en esta oportunidad los británicos sabían cuáles eran realmente nuestras intenciones. Se trató de una situación parecida: debíamos trasladar otros equipos con urgencia, comprobar su funcionamiento y realizar otra evacuación aeromédica. Hicimos hincapié en que no debía haber inconvenientes ya que había comunicación directa entre las islas y Río Gallegos. No había otra alternativa que repetir el trayecto anterior, ya que la única forma de hacer Buenos Aires–Marambio es sobre volar la “zona de exclusión”. Así se hizo y la operación llegó a feliz término sin inconvenientes existiendo un diálogo normal entre las dos aeronaves.

Años después tuve oportunidad de participar de un curso en Gran Bretaña, becado por la Real Fuerza Aérea. Traté por diversos medios de ubicar al piloto que nos había interceptado aquél día, saber algo de él, pero el resultado fue negativo.

Posteriormente envié varias cartas a agregados aeronáuticos de ambos países y recibía la misma respuesta, hasta que en un momento determinado me llega por correo electrónico, transcripto en el siguiente párrafo. De esta manera pude comprobar qué fue lo que realmente había pasado “del otro lado”; y que me llenó de satisfacción. Al intercambiarnos las fotografías se cerró un episodio que creo que resultó más que interesante para ambas partes.




Felizmente, luego de sortear tantos vericuetos la carta que Ud. enviara al Cnel. Thompson llegó a mis manos. Soy el piloto del Phantom que interceptó a su C-130 al norte de las Falklands en 1990, uno de los vuelos que mejor guardo en mi memoria.

Mi recuerdo de los hechos de entonces es aproximadamente el siguiente. Unos días antes nos enteramos que la Fuerza Aérea Argentina necesitaba realizar una misión de evacuación, volando desde Buenos Aires a la Antártida. El agregado a la embajada británica en Buenos Aires preguntó a las autoridades argentinas si el vuelo no era posible hacerlo desde Ushuaia, pero se le contestó que trasportaría equipamiento especial. Londres aceptó la realización del vuelo, pero manteniendo una separación de 25 mn alrededor de las islas, ya que si no recuerdo mal unos días antes las Falklands habían sido declaradas parte de la provincia patagónica (sic). Debo confesarle que todos sospechamos acerca de los verdaderos motivos del vuelo.

El día esperado llegó y desde la agregación nos telefonearon para anunciarnos el despegue del avión. En la base de Mount Pleasant teníamos unos 50 nudos de viento casi cruzado y unos 70 cm de nieve, lo que provocó un gran debate acerca de si convenía lanzar la intercepción. Londres insistió en que de todos modos debíamos despegar mientras no exista un riesgo real de no poder recuperar la aeronave o su tripulación.

Como comandante de la unidad de caza en las Falklands y como el piloto más antiguo decidí hacer personalmente la misión, a la que se me asignó un navegador. Dadas las condiciones meteorológicas del momento, llegar hasta la pista fue una aventura en sí misma. Desde un comienzo, la apertura de las compuertas del hangar resultó sumamente trabajosa dada la cantidad de nieve acumulada. Debería agradecer a McDonnell la robustez con que construyó este avión.

Lo interceptamos a Ud. al norte de las Falklands he hice lo habitual en estos casos: balanceamos nuestras alas e intentamos comunicación radial para recordarle la separación que debía mantener, sin recibir respuesta alguna. Luego nos pusimos a su derecha e intentamos nuevamente contacto por radio, pero sin suerte. Nuestro radar nos indicaba que su rumbo era directo a Port Stanley, razón por la cual desde nuestra base nos ordenaron intentar cambiarlo.

Nos acercamos más a su avión para hacerle saber que debían cambiar de dirección y alejarse de las Falklands. Alguien en la cabina (¿habrá sido Ud. quizá?) mostró un papel con el número 25 pero no hubo cambios en el rumbo.

De regreso, mi navegador me comentó que nunca había volado tan cerca de otra aeronave, ya que nos habíamos acercado tanto que temía que ¡nuestro plano de deriva toque su depósito de combustible subalar!. ¡Creo que fue una maniobra muy osada! Momentos más tarde nuestra estación de radio nos anunciaba que nuestros aviones ya se encontraban lo suficientemente lejos de las Falklands, por lo cual se suspendía la intercepción.

Recibí este aviso con alegría, ya que fueron momentos muy tensos para ambos. Nos despedimos con un “Adiós” y las radios se apagaron.

Por entonces ya nos encontrábamos con poco combustible, por lo que debimos recurrir a nuestro C-130 cisterna, ya que el aeródromo de Mount Pleasant estaba cerrado por nieve. Lamentablemente, la manguera de reabastecimiento no había sido reparada oportunamente y el reaprovisionamiento no se pudo hacer, lo que nos colocaba en una situación grave. Nos mantuvimos en espera volando alto sobre las Falklands con la esperanza de que cesara la nevada antes de agotar totalmente el combustible, de lo contrario deberíamos recurrir a nuestros asientos eyectables. Recurriendo al humor, le transmití al piloto del C-130 que si debíamos eyectarnos en tales condiciones meteorológicas lo buscaría para darle una patada...

No obstante, la reacción del Control de Tráfico Aéreo fue rápida. Hizo despejar 100 m de pista para extender un cable de frenado, al que tuvimos que “acertarle” como en los portaaviones.
¡Gracias a esto logramos tocar tierra cuando en nuestros depósitos sólo quedaban gotas de combustible!. ¡Otro agradecimiento a McDonnell por los orígenes navales del Phantom!

Luego vino un extenso debriefings*, con la intervención del Ministerio de Defensa y la Cancillería de mi país, ya que Ud. se había quejado porque había sido interceptado en espacio aéreo internacional por un caza británico que “mostró agresivamente su armamento”.
¡Seguramente Ud. comprenderá que es difícil no mostrar las armas de un Phantom cuando transporta seis misiles en contenedores externos!.

Le envío copias de las fotografías de su avión tomadas en la ocasión por mi navegador, pero en las que se nos ve muy cerca fueron confiscadas. La suya ya la tengo en mi álbum personal.
Me gustaría muchísimo escuchar su versión de esta misión.

Steve Gunner

• Debriefing: reunión posterior a una misión en donde los actores principales evalúan los resultados.

Fuente: Aeroespacio

Secretos y detalles de la decisión británica de hundir el General Belgrano

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La primer ministro Margaret Thatcher tomó la decisión durante un almuerzo, según revelaron nuevos documentos desclasificados. También trascendieron opiniones sorbe el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas.

Ante la presencia "peligrosa" del portaviones 25 de Mayo de la Armada argentina, un gabinete de guerra presidido por Margaret Thatcher decidió atacar “cualquier buque, submarino y nave auxiliar argentina" que se juzgara un peligro para la Task Force (Fuerza de Operaciones), "no importa dónde se hallara".

Días después, la nueva regla, una ampliación de las Reglas de entrenamiento inglesas, fue aplicada al Crucero General Belgrano tras la decisión de Thatcher y un pequeño grupo de funcionarios y políticos reunidos el 2 de mayo a la hora del almuerzo en Chequers, la residencia de fin de semana de la primer ministro.

Un expediente del Foreign Office titulado "El hundimiento del crucero argentino General Belgrano" (FCO 7/4572) comienza con un telegrama de Francis Pym, titular de la cartera diplomática al jefe de la delegación británica ante la ONU en Nueva York.

Allí, le transmitía la noticia del ataque realizado por el submarino HMS Conqueror el 2 de mayo donde Pym defendió la acción bajo la premisa de que estaba "de acuerdo con las Reglas de Enfrentamiento acordadas el 2 de mayo", el mismo día del ataque.

El dossier también incluye además notas de una discusión en una cena del Eurogrupo ministerial de la OTAN en Bruselas el 5 de mayo durante la cual Kevin Tebbit, secretario británico del Eurogrupo, comentó que la decisión política había sido "tomada por un grupo del gabinete de ministros, presidido por la primera ministra”.

Sin embargo, John Weston, jefe del Departamento de Defensa del Foreign Office, cuestionó esa versión. "No he logrado encontrar ningún registro en las minutas del gabinete de guerra para tal decisión", advirtió en una nota a sus superiores.

Según aseguró el funcionario, "el hundimiento del Belgrano siguió a una decisión tomada por los ministros durante el fin de semana, en cuanto a que las Reglas de Enfrentamiento debían ser flexibilizadas de tal manera de permitirles a nuestros submarinos de propulsión nuclear atacar buques de guerra argentinos, estuvieran o no dentro de la zona total de exclusión, pero sin hacer referencia al crucero argentino", según informa un matutino.

"El Belgrano no había entrado en la zona total de exclusión y estaba moviéndose en dirección sudoeste cuando el ataque tuvo lugar", subrayó el alto funcionario del Foreign Office, según los documentos ahora desclasificados.


Durante la guerra de Malvinas, Thatcher evaluó atacar la Argentina continental

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Entre los más de 3.000 documentos desclasificados estamos tratando de subir los más llamativos, ya subimos sobre la desición del hundimiento del Belgrano y ahora sobre la posibilidad británica de atacar objetivos en el continente. Éstos archivos abiertos demuestran los "Planes B" de Thatcher y una vez más la verdad vence a la gente que descreía estos rumores y que a capa y espada defendían la postura de que jamas los ingleses tenían pensado iniciar una campaña en territorio continental. No es de extrañar que en los próximos años se conozcan más detalles, planes y seguramente "acciones" llevadas a cabo en nuestro suelo.
Aquí va la nota

"No bombardeen Buenos Aires", pedía Charly García en su disco Yendo de la cama al living, editado en 1982, tras la guerra de Malvinas. Y al final no estaba tan alejado de la realidad: el gobierno de Margaret Thatcher realmente analizó qué repercusiones podía llegar a tener un ataque al territorio continental argentino.

El gobierno británico acaba de desclasificar una serie de documentos que permanecían secretos sobre la guerra de Malvinas, más de 30 años después de que concluyera ese conflicto bélico. Por lo menos tres de esos documentos, según consigna hoy el diario Financial Times, se refieren a eventuales ataques a la Argentina continental.


El primero de ellos revela que John Coles, secretario privado de Thatcher, le pidió a la Cancillería que buscara información de inteligencia e indagara qué reacciones provocaría Gran Bretaña si tomaba "pasos nuevos y dramáticos" como un bombardeo a la Argentina continental, aunque aclaraba también que la primera ministra no estaba pensando en eso.

Otra nota, del 2 de mayo de 1982, mencionaba eventuales objetivos continentales e incluso la posibilidad de concretar aterrizajes en la Patagonia, aunque advertía que cualquier medida de ese tipo dañaría "gravemente" el respaldo a Gran Bretaña.

El tercero de los documentos citados por el Financial Times fue emitido el 11 de mayo de 1982 por el Ministerio de Defensa. Ese texto analizaba la posibilidad de atacar aeropuertos militares argentinos, pero destacaba que, para inutilizarlos, haría falta un bombardeo muy grande y, al mismo tiempo, "un muy alto grado de precisión" para evitar víctimas civiles.

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Thatcher pidió ayuda contra la Argentina

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La ex primera ministra Margaret Thatcher pidió ayuda a Irlanda y a otros "aliados naturales" de Gran Bretaña, incluidos Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, para "destruir" a Argentina en la Guerra de las Malvinas (1982), según documentos gubernamentales desclasificados por los Archivos Nacionales del Reino Unido.

La "Dama de Hierro", según esos documentos, instó al por entonces primer ministro irlandés, Charles Haughey, a "golpear duro" a Argentina, a raíz del conflicto desatado cuando la dictadura de ese país lanzó un operativo militar de recuperación por la fuerza de las islas, ocupadas desde 1833.

Los documentos confidenciales mostraron que Thatcher pidió personalmente a Haughey que interrumpiera el comercio internacional con Argentina.

La ex primera ministra dijo sentirse forzada a buscar ayuda de "amigos cercanos" pues sospechaba que la Unión Soviética bloquearía cualquier sanción propuesta por Naciones Unidas.

"Ahora busco su ayuda personal para implementar la introducción urgente de medidas económicas y financieras contra Argentina, tras una acción coordinada nacional contra nosotros", escribió Thatcher a Haughey.

En el mensaje, titulado "personal y confidencial", la mandataria afirmó que Argentina "había dejado en claro" que desafiaría la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del 03 de abril de 1982 de retirar sus fuerzas de Malvinas.

Al pedir toda la ayuda posible para "destruir" a las "tropas invasoras argentinas", Thatcher dijo que las medidas económicas y financieras "tendrían un impacto particularmente poderoso" contra el régimen de Leopoldo Galtieri, uno de los cabecillas de la última dictadura militar, iniciada con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

La gobernante, además, aceptó abiertamente que las sanciones de la ONU golpearían tanto a la economía irlandesa como a la de Argentina.

"Sé que estas medidas afectarán sus intereses económicos", dijo el mensaje, pero insistió en que obligaría al gobierno argentino "a entrar en razón" y a retirar "pacíficamente" sus tropas de las islas del Atlántico Sur.

Además de una prohibición completa al abastecimiento de armas, un embargo a todas o algunas importaciones de Argentina, Thatcher también pidió a Irlanda prohibir las garantías de crédito y préstamos internacionales a ese país.

Predijo también que los mercados monetarios internacionales "cesarían sus préstamos" a Argentina debido a la crisis económica, y apeló directamente a Haughey: "Le pido que no provea incentivo o ayuda alguna" a Argentina.

Según los documentos desclasificados, Thatcher hizo pedidos similares a "aliados naturales" de Gran Bretaña, incluidos Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.


Gran Bretaña y Argentina libraron un conflicto armado entre el 02 de abril y el 14 de junio de 1982 por la soberanía de las Islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sándwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.

Ese archipiélago fue tomado por la fuerza en 1833 y ocupado desde entonces por el Reino Unido. Argentina sigue reclamando la recuperación de su soberanía.

La Guerra de las Malvinas causó la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños, y llevó al derrumbe de la dictadura argentina.

Los informes secretos se hicieron públicos en virtud de una ley que permite desclasificar documentos secretos guardados en los Archivos Nacionales a los 30 años de su emisión.


Voladura del Puente Fitz Roy en la Campaña de Malvinas

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Por el Suboficial Principal “VGM” Juan José Martín

El texto que sigue, contiene la narración de los pormenores de una acción, cuyo objetivo consistió en la voladura de un puente en la campaña de Malvinas. Sin embargo, y de manera indirecta, esta acción permitió a la propia tropa, la obtención de resultados mucho más significativos y operacionalmente trascendentes. 


Al respecto, conviene señalar que en la obra La batalla por las Malvinas de L. Hasting y S. Jenkins, la crítica inglesa expresa: “La guardia galesa tenía órdenes de sumarse al resto de su batallón en ensenada Bluff. El buque que los trasladaba no podía penetrar en el estrecho canal, dado que el puente que vinculaba a las dos aldeas vecinas había sido volado por los argentinos. Los ingleses, con dos buques de transporte de tropas, tuvieron que permanecer entonces anclados en el estuario de Fitz Roy. El Sir Galahad y el Sir Tristam no desembarcaron a los guardias galeses, porque así deberían caminar 32 kilómetros rodeando el estuario. Entonces, estos efectivos permanecieron a bordo esperando las lanchas de desembarco para ser trasladados a Bluff Cove. Esto permitió que el ataque de la Fuerza Aérea Argentina, con sus bombas, causara graves daños materiales y personales. Murieron 33 soldados de la guardia galesa, 5 tripulantes de los buques, 2 ingenieros de la armada, 4 ingenieros del ejército, 2 soldados, 2 sanitarios y 1 comandante del Real Cuerpo de Sanidad y hubo más de un centenar de heridos”. Por su parte, el libro de P. Eddy y M. Linklater, La otra cara de la Moneda, expresa: “Fue, con mucho, el siniestro más grande infligido a los británicos”.
Corría el mes de abril de 1982, y me encontraba destinado en la Escuela de Ingenieros, integrando la Compañía Demostración. El día 08 de ese mes, nos reunió el jefe de compañía, para impartirnos una orden preparatoria relativa a nuestro traslado a las Islas Malvinas. Allí supimos que integraríamos la Compañía de Ingenieros de Combate 601 (Ca Ing Comb 601), organizada sobre la base de personal, armamento, materiales y equipos del Instituto. Inmediatamente, todos nos sentimos electrizados, al punto que cuando escuchábamos nuestros nombres integrando el rol de combate, nos invadía una extraña sensación de euforia y preocupación. Y cada uno quería ser de la partida. Fueron 48 horas de intensos preparativos e incertidumbres, que aprovechamos para completar nuestro equipo y armamento. Además, dispusimos de un pequeño franco para despedirnos de nuestras familias. Estábamos todos inflamados de patriotismo y preparados para afrontar las arduas exigencias que, según suponíamos, nos esperaban. Por fin, el 11 de abril pisamos suelo malvinense…



El 18 de mayo de 1982, me encontraba como jefe del tercer grupo, integrante de la tercera sección de la Ca Ing Comb 601. Ese día, debí instalar un trecho de faja minada, ubicado al Sur de Puerto Argentino, delante de las posiciones defensivas del RI 6.

El segundo jefe de compañía nos puso en situación: debíamos trasladarnos a la zona de Fitz Roy, para reemplazar a personal de ingenieros de la Infantería de Marina. También hasta ese día, dicho personal había dado la seguridad al puente, ubicado en las cercanías de un establecimiento rural. Luego, comenzaron a replegarse a Puerto Argentino, sin poder dar fuego a las cargas instaladas en el puente. El mismo día se impartió la orden de traslado hasta el lugar del puente. El grupo fue integrado por el jefe de la sección, Teniente Darío Horacio Blanco, los Cabos Juan José Martín y Luis Ernesto Fernández y los soldados Mastrulli, Marcilese, David, Orellano, Peralta, Condori, González y Palavecino.

Hoy, a 22 años de aquel momento, creo que no alcancé entonces a darme cuenta que estaba por participar en una de las misiones más importantes y significativas de mi carrera: la voladura del puente Fitz Roy. Este puente se encontraba ubicado en un estuario, al Sudoeste de Puerto Argentino. La acción sería muy relevante, no solamente desde el punto de vista táctico, sino, fundamentalmente, por el esfuerzo continuado que realizaríamos, la precariedad de los medios de que disponíamos, y la incertidumbre y el agotamiento en que nos encontrábamos. Sin embargo, este hecho no constituye un mal recuerdo; por el contrario, creo que todo contribuyó a que nos uniésemos fraternal y solidariamente, y que compartiéramos momentos de especiales alegrías y emociones. Unos a otros, supimos tranquilizarnos y contenernos, acciones éstas muy importantes para superar la difícil situación que vivíamos en ese lugar, alejados de todo.



Una vez llegados a la zona de Fitz Roy, observamos un profundo estuario, cruzado por un puente que comunicaba las localidades de Fitz Roy, donde se encontraba un pequeño establecimiento rural y Puerto Argentino. La obra de arte era de unos 100 metros de largo, con calzada de madera y gruesos pilotes de hormigón (Ver mapa adjunto). En síntesis, nuestra misión consistía en reemplazar a un grupo de ingenieros de la Infantería de Marina que había dado la seguridad al puente hasta ese día, y proceder a volarlo. Circunstancias técnicas que desconocíamos se lo habían impedido al grupo mencionado, quizá porque habían sufrido el hostigamiento de un fuerte fuego naval.

En pocas horas preparamos nuestro armamento, el equipo individual, unos 40 Kg de trotyl, el cordón detonante, y los pocos materiales de ingenieros que nuestra sección disponía.

Nos trasladamos en helicóptero hasta el lugar; el vuelo de combate duró, aproximadamente, 20 minutos, la situación requería un traslado rápido. Como desconocíamos si el enemigo había tomado el puente, desembarcamos con la aeronave en movimiento y revisamos el lugar, instalando de inmediato un dispositivo de seguridad. Asimismo, se controló si había trampas explosivas. Existía un vivac ya abandonado con equipos y munición; por otra parte, los infantes de marina, al replegarse, habían dejado todas sus pertenencias. Aún conservo en mi poder, como recuerdo, una pequeña Biblia que hallé en el lugar. Recuerdo, también, que al acercarnos al puente para establecer las causas que motivaron la falla, encontramos un circuito pirotécnico muy bien instalado, pero que no había funcionado, a raíz de que sus mechas estaban humedecidas. Se notaba, empero, cuánto esfuerzo habían realizado los infantes de marina para intentar encender esas cargas. En general, el dispositivo constaba de cargas colocadas en cada uno de los pilotes, con uniones de cordón detonante.


 
El trabajo inmediato -aun cuando no se contaba con los medios adecuados- fue dejar listas las cargas, dado que el enemigo podía atacar el puente en cualquier momento. Para volar la totalidad de la obra de arte se necesitaba mucho explosivo, ya que dicho puente tenía una longitud cercana a los 100 metros.

Antes del anochecer, ubicamos la totalidad de los 40 Kg de trotyl en el estribo de primera orilla, para lograr un efecto de carga rápida, ya que así lo exigía la situación que vivíamos en ese momento. Al día siguiente, mejoramos la distribución de las cargas. Una parte del explosivo lo dejamos en primera orilla, y el resto lo distribuimos en los primeros pilotes; colocamos, también, un doble sistema de encendido -pirotécnico y eléctrico-, porque ya teníamos la experiencia del anterior grupo, cuya única instalación pirotécnica les había fallado. Asimismo, aseguramos el correcto funcionamiento de los sistemas con una central de fuego, en un lugar donde tanto de día como de noche, había un hombre alistado para dar fuego, en caso de un ataque enemigo. Por último, instalamos, a cubierto, una central de fuego, en proximidades del puente.

Cabe aclarar, que nunca pudimos establecer un sistema de seguridad correcto, ya que no había vegetación para cubrir el sector. A continuación, en una hondonada que se encontraba a unos 300 metros del puente, dispusimos de las pequeñas carpas que habían dejado los infantes de marina, donde nos guarecimos del frío y del viento, realmente muy difíciles de soportar. Durante el día, nos turnábamos para la custodia del puente, y al caer la noche -que por esa época del año comenzaba muy temprano- nos intercambiábamos dicha custodia con el jefe de sección, Teniente Blanco -media noche cada uno, junto con un soldado, para dar la seguridad-. Personalmente, instalé luego granadas de mano, a modo de trampas explosivas, en los 360° del improvisado vivac. Tuve en cuenta, al respecto, dejar calles que todos reconocíamos. Esa era la única alerta temprana que poseíamos, ya que en las noches sin luna, había poca visibilidad. 


 
Cada tres o cuatro días cambiábamos los detonadores, porque no sabíamos si con el frío intenso funcionarían correctamente. Para ello, les dábamos fuego reemplazándolos por otros, con lo que nos asegurábamos el buen funcionamiento del circuito eléctrico. Por suerte, disponíamos de una abundante dotación de ellos.

En tanto, los días transcurrían en medio de gran incertidumbre, mientras que las comunicaciones con el puesto comando eran muy escasas y dificultosas. Recuerdo que el 25 de mayo, a la salida del sol, nos reunimos todos, y como teníamos una pequeña bandera argentina, la fijamos a una rama que el mar había arrastrado hasta la costa. Precisamente sobre esa rama, que funcionó como mástil, nuestra bandera tremoló con la fuerza del viento imperante, y en improvisada formación, todos nosotros cantamos el himno. La emoción que nos embargaba en ese momento era inmensa. Dejamos izada la bandera sólo unos minutos, ante el peligro que, aun a gran distancia, nos delatara la posición.

"… AQUÍ EL EJÉRCITO BRITÁNICO -ANUNCIÓ MORRIS, INTEGRANTE DE UNA FRACCIÓN SAS-. ¿PUEDE USTED HABLAR CON LIBERTAD?
- SÍ -REPUSO BINNEY, ADMINISTRADOR DE LA ALDEA DE FITZ ROY.
- ¿HAY ARGENTINOS CERCA DE USTEDES EN ESTE MOMENTO?
- NO, ACABAN DE VOLAR EL PUENTE QUE COMUNICABA CON ENSENADA BLUFF Y SE HAN RETIRADO."
M. HASTING Y S. JENKINS, LA BATALLA POR LAS MALVINAS.*
 
Estado del Puente Fitz Roy en la actualidad (foto Zona Militar)

Llegados a los últimos días de mayo, la situación empeoró. Los ingleses habían ocupado el monte Kent, razón por la cual nuestra posición había quedado sobrepasada. El Cabo de comunicaciones Fernández, que estaba con nosotros, había sufrido una herida en su pierna, provocada por esquirlas de granada. El incidente se produjo cuando unos desconocidos con uniforme mimético se acercaron al vivac. Apresuradamente tomamos posiciones. Creíamos que se trataba de una patrulla inglesa.
 
Fue entonces, cuando el cabo tropezó con una trampa explosiva y sufrió esa herida en la pierna. El temor había sido vano: la fracción desconocida que se acercaba estaba integrada por personal de la Compañía de Comandos 601, que regresaba de una misión.

Las noches del 30 de mayo y del 01 de junio, los helicópteros ingleses volaron sobre las proximidades de nuestra posición, desde donde podíamos escuchar los motores. La orden de voladura fue impartida el 02 junio, aproximadamente a las 1430 horas. El Teniente Blanco dio fuego a las cargas. Con el resto de los soldados, a cubierto, vi cómo una gran columna de humo, trozos de hormigón y agua del mar volaban sobre el horizonte. Fue algo realmente espectacular.




Luego de ver los efectos, y de constatar que habían quedado inutilizados los primeros apoyos y todo un estribo, sólo nos quedaba retirarnos hasta las posiciones de propia tropa. Ignorando la situación -doce días sin saber qué pasaba- esperábamos que nos replegaran de la misma manera como habíamos llegado hasta el lugar: en helicóptero.

Al comunicarnos con el jefe de compañía, le dimos la novedad referida a que el puente ya había sido destruido. Fue entonces, cuando nos comunicó que sería imposible regresar en helicóptero a Puerto Argentino. La razón se basaba en la superioridad aérea enemiga. Por lo tanto, teníamos que llegar a destino como pudiéramos.

Mientras hacíamos camino, encontramos un campo minado, por lo cual tratamos de encontrar un pasaje, hasta que, por casualidad, vimos el alambre y los piquetes que lo delimitaban hacia propia tropa. Seguimos el sentido del alambre hasta llegar al vértice, y logramos, milagrosamente, salir del obstáculo en medio de la oscuridad. La marcha se tornaba cada vez más pesada. Cansancio, frío, incertidumbre, y por qué no decirlo, también temor… Además, el cabo de comunicaciones sufría un fuerte dolor en su pierna herida. A raíz de ello, paramos para descansar, dejamos nuestro equipo, y extenuados, nos tiramos sobre la turba, dentro de las bolsas de dormir. La noche que pasamos fue muy fría. Después de unas horas, agotados y sudorosos por la larga caminata, nos dormimos a cielo abierto, a pesar de la baja temperatura reinante ¡Nos podríamos haber congelado!. A los pocos minutos de haber parado hubo, empero, un fuerte bombardeo naval, muy cerca del lugar, sobre las posiciones del RI 4.

Al amanecer pudimos ver, desde nuestra ubicación, el camino a Puerto Argentino. Continuamos entonces la marcha, y a unos pocos kilómetros nos estaban esperando, para trasladarnos a nuestras posiciones. La misión había sido cumplida.

* Los autores del libro señalan la voladura del puente Fitz Roy, en la campaña de Malvinas, como “el único obstáculo verdaderamente sangriento que los ingleses debieron sufrir”.

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Bibliografía: Martín Antonio Balza, Coronel (Coordinador), Malvinas: Relatos de Soldados, volumen No 154, 2da edición, Biblioteca del Suboficial, Buenos Aires, Año 1992



www.conflictomalvinas.com.ar 

Malvinas: la negociación, los planes militares y Astiz, según los archivos británicos

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Gran Bretaña estuvo a punto de atacar a la flota argentina que se había retirado de la zona de combate y ubicado dentro de las 12 millas de la plataforma continental. La propuesta fue aprobada por Margaret Thatcher, primer ministra del Reino Unido, pero quedó a criterio de los comandantes británicos si advertían que sus barcos corrían peligro.

Las actas de las reuniones en Downing 10, sede del gobierno británico, durante la guerra por las islas Malvinas son muy detalladas y, salvo algunos párrafos que fueron testados y se mantienen en secreto, son muy elocuentes sobre las alternativas del choque armado. La documentación puede ser consultada libremente y fue liberada del secreto al cumplirse treinta años de aquellos acontecimientos.
La documentación argentina se fue conociendo por retazos hasta que el llamado Informe Rattembach, redactado por el general que encabezó la investigación militar, fue liberado por la presidenta Cristina Kirchner este año.

Los documentos británicos están divididos en capítulos en los que se tratan cuestiones diplomáticas, políticas y militares, e n un comité que se reunía casi diariamente y que estaba presidido por Margaret Thatcher y del que participaban el ministro de Defensa, John Nott; el ministro de Relaciones Exteriores, Francis Pym; el ministro de Asuntos Internos, William Whitelaw y los responsables de las fuerzas armadas, especialmente el primer almirante, sir Terence Lewin.

En esas reuniones, se mezclaron temas como las negociaciones diplomáticas con Argentina, a través del secretario de Estado de EE.UU., Alexander Haig; los planes militares para recapturar las Georgias del Sur, primero, y las islas Malvinas, después; qué hacer con el teniente Alfredo Astiz, reclamado por Francia y Suecia por crímenes de lesa humanidad por el secuestro y desaparición de las monjas francesas y de una ciudadana sueca que desapareció en la ESMA; las conflictivas relaciones con la BBC, que se negaba a someterse a una estrategia que afectase la calidad e independencia de su periodismo; y la permanente preocupación del gobierno británico por no afectar las relaciones con Ronald Reagan.

Respecto a este último punto, por ejemplo, los británicos estaban interesados en que, si se llegaba a un acuerdo con la Argentina, los Estados Unidos desplegaran tropas y equipamiento para defender el aeropuerto de Puerto Argentino y disuadir una “segunda invasión” argentina, si las negociaciones finalmente fracasaban. 

Las negociaciones sobre el status final de las islas estuvieron muy presentes en esos días. Había fórmulas de una administración interina y luego una definición sobre la soberanía sobre la que nunca hubo acuerdo porque los británicos insistían con que se debían contemplar los deseos de los isleños, es decir los deseos de pertenecer o no a la comunidad británica, y los argentinos se mantuvieron firmes en que la opinión de los pobladores de las Malvinas no sea fundamental. 

Según la documentación que ahora es pública, el fantasma de la “segunda invasión” estuvo siempre presente.
Una cuestión importante fue la discusión en principios de abril si la fuerza expedicionaria británica debía o no llevar armamento nuclear.

Se convino en ese comité que las “rules of engagement” para el conflicto en el Atlántico Su r excluían ese armamento, pero nadie puede asegurar a ciencia cierta si algunos buques lo portaban.
En cambio, las reglas para los submarinos de propulsión nuclear no se modificaron y éstos participaron del ataque.

Otra cuestión fue la discusión sobre el desembarco en las islas. Finalmente ocurrió en el estrecho de San Carlos, que separa a ambas islas, el 20 de mayo de 1982. En la planificación previa, el almirantazgo británico planteó la existencia de cuatro amenazas: Los barcos argentinos de superficie, que se habían retirado luego del hundimiento del crucero General Belgrano y se mantenían navegando dentro de las 12 millas de plataforma exclusiva, cerca de la costa. Allí se examinó seriamente atacar a la flota argentina , aun dentro de esta zona, si constituía un peligro para los británicos. Sin embargo, en la discusión también se dijo que el peligro que significaba la flota de superficie estaba neutralizado. 

El ministro de Defensa, John Nott, sostuvo en ese comité de guerra que la Armada británica había perdido ya cuatro barcos (luego perdería varios más) y que no se podía permitir que barcos armados con exocets o aviones lanzados desde el continente o desde el portaviones Veinticinco de Mayo(1) siguieran operando desde un “santuario” que no se podía atacar por razones políticas. Allí fue cuando se señaló que el hundimiento del portaviones argentino podría tener consecuencias muy negativas en la opinión pública mundial que, en general, apoyaba a Londres.

La fuerza submarina argentina fue considerada como de algún peligro y con capacidad de hacer daño si es que la lanzaban al ataque a cualquier costo. Se adoptaron, según dicen los documentos, muchas medidas antisubmarinas para contrarrestar esa potencial amenaza.

La aviación, un arma letal para los británicos a la que temían con razón, les habían inflingido ya pérdidas grandes. Se analizó cómo neutralizar al único portaaviones argentino, que también se había retirado de la zona de combate, y algunas bases aéreas en el sur, lo que significaba atacar el continente.

Se reconoció que no se tenía la total supremacía aérea en la zona de combate.
Se advirtió que habría muchas víctimas y que había que preparar a la opinión pública británica sobre el elevado costo de la operación.

Otro de los capítulos de los documentos se refieren a la situación del entonces teniente Alfredo Astiz, apresado sin luchar en las islas Georgías del Sur, a pesar de que la abundante propaganda argentina sostenía que sus hombres combatirían a morir. Astiz fue llevado a la isla de Ascensión, junto con los otros prisioneros, y se lo retuvo allí para que Francia y Suecia lo interrogasen acerca de su participación en la represión ilegal en la Argentina.

Thatcher dijo que Astiz debía ser interrogado pero que estaba en su derecho no responder a las preguntas francesas y suecas. En ese caso, manifestó la premier deberá ser liberado porque Londres no violará la Convención de Ginebra, que establece el trato de los prisioneros durante la guerra. Varias veces se trató el tema Astiz y se trató con delicadeza porque querían que Francia se mantuviera al lado de Londres y que bloqueara la venta de misiles exocet a la Argentina.

Astiz fue llevado al Reino Unido. Francia entregó diez preguntas para que se le formulasen sobre la desaparición de dos monjas francesas (Astiz fue finalmente condenado en la Argentina por esos crímenes) y Suecia hizo lo propio sobre la desaparición de Dagmar Hagelin.

El marino, que está siendo nuevamente enjuiciado por su particición en el campo de concentración de la ESMA, no respondió a las preguntas, como Thatcher predijo.

Y volvió de regreso a la Argentina.

(*)Editor general de Clarin y co autor de “Malvinas, la trama secreta”
(1) en la nota original se refería al portaaviones Independencia, obviamente se trataba del portaaviones Veinticinco de Mayo.

www.clarin.com 


Cómo una mujer engañó a la Junta con el apoyo de EE.UU. en la guerra

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Era Jeane Kirkpatrick, representante de Washington en la ONU, y aliada incondicional de la dictadura argentina.
El conflicto de Malvinas puso en crisis la churchilliana “relación especial” entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Se produjo al hacerlos entrar en contradicción a la administración Reagan y sus funcionarios con el apoyo que la dictadura argentina estaba dando a los norteamericanos en Honduras para el entrenamiento de la guerrilla “Contra”, que combatía a los sandinistas en Nicaragua. Así queda demostrado en su último despacho como diplomático por el embajador británico en Washington, Nicholas Henderson, que ha sido liberado por los archivos oficiales británicos entre los 3.500 documentos secretos de la guerra en el Atlántico Sur.

En él, el legendario y experimentado “Nicko” Henderson escribe finalmente lo que piensa de la actitud norteamericana en la guerra. Sugiere que Argentina podría haber sido alentada “a invadir” las Malvinas por dos funcionarios de la administración Reagan. Y los menciona: Jeane Kirkpatrick, embajadora de EE.UU. en la ONU y feroz anticomunista, amiga del general Leopoldo Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo, dos ex miembros de la Junta Militar, y Thomas Enders, secretario asistente para América Latina y con un rol esencial en el secreto bombardeo a Camboya durante la Guerra de Vietnam, y que paradójicamente auspicio un diálogo con los sandinistas, pero apoyo al régimen salvadoreño en los días de los escuadrones de la muerte. Kirkpatrick y Enders se detestaban.

“Es relevante que el señor William Casey, el jefe de la CIA, que estaba extremadamente preocupado en las discusiones del Gabinete sobre esta cuestión ha sugerido a nosotros privadamente que él piensa que los argentinos fueron llevados al camino equivocado: es que ellos creyeron que su apoyo a EE.UU. en las operaciones encubiertas en América Central eran más importantes para EE.UU. que lo que en realidad eran y que podrían ganar la aceptación norteamericana en otra política en otra parte”, escribió Henderson.

La misma interpretación hicieron a esta corresponsal el general Mario Benjamin Menéndez y el general Jofre después de la guerra, ambos comandantes argentinos en las islas. Ellos creían que la Junta Militar podría haber mal interpretado a los estadounidenses.

Las menciones de Kirkpatrick y Enders no son casuales. Ellos eran los que lidiaban con los militares argentinos y la Junta, a quien miraban con simpatía con la convicción que podían llevar a una democracia autoritaria que sería mejor que el comunismo.

La Guerra Fría y el anticomunismo de la administración Reagan j ustificaba el apoyo a los dictadores argentinos y su colaboración en la guerra contra los sandinistas en Nicaragua. Al menos 40 “consejeros argentinos”, encabezados por el coronel José Osvaldo “Balita” Riveiro, de la G2 de Inteligencia del Ejército y del Batallón 601, estaban en Honduras colaborando con el militar norteamericano Oliver North y entrenando a los 9000 efectivos de la “Contra” en acciones antiguerrillas, dentro del marco del apoyo de EE.UU. en su combate a Moscú. 

Enders había viajando unos días antes del conflicto a la Argentina y este desplazamiento despertó las sospechas de Henderson. El diplomático, casado con una ex corresponsal de guerra, descubrió las simpatías pro argentinas de Enders cuando fue a informar a Alexander Haig, entonces Secretario de Estado, sobre los movimientos de la flota argentina en el Atlántico Sur. “El hizo lo mejor para tratar de minimizar lo que me había llamado la atención. Dijo que el gobierno norteamericano tenía el reaseguro del canciller argentino que su gobierno no contemplaba una confrontación con nosotros. Es más: ellos tenían este reaseguro confirmado. Yo señalé que los movimientos de la flota argentina refutaban lo que él estaba diciendo”. Con un cinismo que caracterizó su distinguida carrera diplomática, Henderson intentó hacer un paralelo entre Kirkpatrick y Enders.

“Al comparar a Kirkpatrick con Enders, es difícil mejorar el apotegma que circula en el Departamento de Estado donde el último es más fascista que loco, Kirpatrick es más loca que fascista. Ella parece ser una de las más seguras para cometer goles en contra: sin tacto, cabeza dura, ineficaz y un dudoso tributo a la profesión de académica a la que ella expresa su fidelidad”, escribió con acidez británica.

Las presunciones de Henderson con respecto a Kirkpatrick no eran erradas. Durante la guerra de Malvinas, tres militares argentinos cercaron al canciller Nicanor Costa Méndez durante todas sus negociaciones diplomáticas y las boicotearon o acicatearon, con tiempos diferentes en Nueva York, Washington, Lima y hasta en La Habana. Ellos eran el general Héctor Iglesias, representando a Galtieri; el vicealmirante Benito Moya, jefe de la Casa Militar como enviado del inflexible almirante Anaya y el brigadier José “Pepe” Miret como delegado del “Balo” Lami Dozo, el otro integrante de la Junta Militar y proclive desde el inicio a una salida negociada del conflicto. Lami Dozo había sido el último en enterarse el 6 de enero de 1982 de las intenciones de ocupar las islas Malvinas por boca de Galtieri y Anaya, inspirador inicial.

Su enviado, “Pepe” Miret almorzaba, desayunaba y cenaba con Kirkpatrick en EE.UU. para tratar de encontrar una solución negociada a la guerra, especialmente después del hundimiento del crucero Belgrano. Tenía dos feroces fuerzas que lo detenían: Moya, en representación de Anaya, y el embajador Henderson, que cada noche aparecía en la televisión norteamericana para demoler las posiciones argentinas representadas por Costa Méndez, que había quedado aislado ante la Junta, especialmente por presión de Anaya y Moya.

L a doctrina Kirkpatrick justificaba las atrocidades cometidas por los dictadores argentinos en nombre de la Guerra Fría . La diplomática y académica consideraba que eran regímenes autoritarios estables cuando los comunistas buscaban controlar los pensamientos de la gente. Con denuncias de desapariciones y brutalidades, Galtieri y la Junta encontraban en Kirkpatrick una interlocutora comprensiva, que ellos confundían con la administración Reagan. Fue ella quien le pidió al presidente de EE.UU. que consiguiera un diálogo con los británicos en medio de la guerra .

Churchill había establecido la “relación especial” anglo-norteamericana que incluía colaboración tecnológica, política y en la guerra. Malvinas puso una seria fricción en esta histórica alianza e instaló una indeseada rispidez entre Reagan y Margaret Thatcher, que rechazó tres veces su llamada a una negociación y su pedido de no humillar a los argentinos. Una vez más, los estadounidense usaban el pragmatismo y así enfurecían a los británicos.

En una carta enviada por Reagan el 29 de abril del 1982 a Thatcher le dice que “puede contar con nuestro apoyo en cada forum en que esta cuestión sea debatida (..) Vamos a anunciar que el rechazo argentino a retirar las fuerzas de la invasión y negociar en buena fe ha hecho necesario para EE.UU.adoptar una nueva postura hacia Buenos Aires”. Dos días antes del hundimiento del Belgrano, Reagan le recordaba que ella “había dejado claro” que nada más que el “mínimo esencial de fuerza” sería utilizado. 

La ambigüedad norteamericana también fue remarcada por Sir Anthony Parsons, el representante permanente británico en la ONU. Cuando se fue de su cargo, envío un despacho que alivió al canciller británico Francis Pym. Dijo que EE.UU. era mirado con una mezcla de “exasperación, frustración y desprecio” y que “los delegados del Tercer Mundo estaban shockeados, alarmados y furiosos por la incompetencia, el amateurismo y la paralizante falta de coordinación de la misión norteamericana, el Departamento de Estado y la Casa Blanca”.

(*)Cubrió la guerra diplomática durante el conflicto de Malvinas

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Más huellas de una certeza: las islas estuvieron cerca de volver a ser argentinas

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Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que ya se sabía sobre la historia reciente.
Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que ya se sabía. A pesar del desembarco argentino y de los fieros combates librados sobre la turba de las islas por la fuerza expedicionaria británica, el archipiélago podría haber sido recuperado por Argentina mediante negociaciones.
La pregunta es ¿por qué no se pudo llegar a un acuerdo? ¿Cuál fue el principal obstáculo para que esas cruciales negociaciones fracasaran? Y la tercera pregunta es ¿qué hubiera pasado si los militares, al fin, conseguían lo que tuvieron al alcance de la mano?

Los nuevos documentos echan luz sobre la disposición británica a buscar un acuerdo y sobre la presión de EE.UU. para evitar que argentinos y británicos, aliados de distinto rango con Washington en esos tiempos del mundo bipolar, se mataran mutuamente. Las propuestas estuvieron sobre la mesa: autoridad interina (con presencia argentina y garantía de Estados Unidos, luego reemplazada por otros países después de la decisión de Washington de apoyar militarmente a Londres), plazo breve para discutir sobre la soberanía (fines de 1982 o, in extremis , julio de 1983). Todo giró en torno a esos temas: el hundimiento del Belgrano también hizo naufragar la propuesta del presidente peruano Belaúnde Terry quien, como se comprobó luego, negociaba respaldado por el secretario de Estado de Estados Unidos, Alexander Haig, y el canciller británico, Francis Pym.

Uno de los puntos centrales fue el retiro de las tropas argentinas de las islas. En todos los documentos –los conocidos y los que ahora se hicieron públicos– era una cuestión crucial. El plan original de los militares argentinos fue desembarcar en las islas, tomar el control del gobierno de la colonia, dejar un destacamento de gendarmes y retirar la mayor cantidad de tropas a los cinco días. Esas previsiones no se cumplieron.

Si el hundimiento del crucero General Belgrano tuvo un impacto demoledor en la negociación diplomática, el exitoso ataque a HMS Sheffield puso algo de equilibrio militar. Pero nada detuvo el choque militar .
Aún así, según los documentos revelados en Londres, en una conversación telefónica entre el presidente Ronald Reagan y la primer ministra británica Margaret Thatcher se volvió a plantear seriamente la posibilidad de un acuerdo. Las tropas de asalto del Reino Unido ya habían desembarcado en el estrecho de San Carlos y vencido en la batalla de Goose Green.

Dice el documento: “El presidente Reagan dijo que los Estados Unidos consideraban imperativo que el Reino Unido esté preparado para hablar antes que los argentinos fueran forzados a retirarse”. Y agrega: “Como el Reino Unido tiene ahora ventaja militar debería plantear el acuerdo ahora”.
Los temores británicos se referían al peligro de una segunda “invasión” argentina, pero el principal tema estaba vinculado con los deseos de los isleños.

La cuestión, según surge de esos documentos, eran un nuevo status, diferente al que tenían las islas antes del 2 de abril. Y ese nuevo status se refería a la autodeterminación de las islas y a su independencia.
Si hubo estas propuestas –existe abundante documentación sobre las negociaciones– las explicaciones sobre el fracaso hay que buscarlas tanto en la situación interna británica como en la complicada y confusa conducción argentina . Ese fue el nudo central del problema: lo que se jugó en la guerra tenía mucho que ver con los frentes internos y la estabilidad futura según el resultado de la guerra y con la situación internacional de entonces. Hubo incompetencia política y diplomática, pero también ambiciones personales que llevaron al desastre. 

Otra vez aparecen las huellas de esa certeza: las islas estuvieron muy cerca del volver a formar parte del territorio argentino. Ahora han quedado mucho más lejos de lo que estaban en 1982. 

(*)Editor general deClarín y coautor de “Malvinas, la trama secreta”.

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Operaciones Edipo: Los submarinos que no debían llegar a Malvinas

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Corrían los últimos días de marzo de 1982, cuando fue detectado un submarino nuclear en los accesos noroccidentales (el área marítima al noroeste de Escocia).

Posiblemente el sistema SOSUS (Sound Surveillance System– el sistema de hidrófonos en el lecho marino, operados por la OTAN para la detección de submarinos) haya dado la alerta inicial acerca de un intruso que pasaba la brecha Groenlandia – Islandia – Reino Unido (el “GIUK gap”) y se introducía en el Océano Atlántico, para luego virar con rumbo sur.
Junio 1982, otro submarino soviético clase Victor, el HMS Superb y la probable interceptación del primero en el “Área de Búsqueda Bravo”. El banco Rockall se encuentra al oeste del área “Bravo” La carta sirve para ilustrar la zona de operaciones (HMS Courageous Association)

El HMS Superb (comandante James Perowne), un submarino nuclear de ataque clase Swiftsure, era el buque de alerta, encargado de lidiar con sumergidos incursores en aguas británicas. El 26 de marzo había arribado a Gibraltar, donde estaba programado permaneciera cinco días, como un parate de las ejercitaciones que estaba desarrollando (especialmente colaborando con los simulacros de guerra antisubmarina) en el marco de “Springtrain 82”.

“Un submarino soviético está tratando de colarse en nuestra área de ejercicio norte”, se le informó a la tripulación, que tuvo que cancelar apresuradamente sus reservas en hoteles del área. Horas más tarde, el Superb zarpaba de Gibraltar.

Desde allí, puso rumbo al norte, hacia el Banco Rockall. Ajeno a la crisis que se agravaba en las islas Georgias.

Sin embargo, la partida del Superb fue observada por un periodista de la cadena ITN, llegando este a la errada conclusión que el submarino se dirigiría al sur, para influir en los sucesos que allí se desarrollaban. 

Luego, es conocido que la noticia no fue desmentida por el gobierno británico, precipitando el inicio de la argentina “Operación Rosario”, la recuperación de Malvinas (en tanto se consideraba que, con un submarino nuclear en zona, el desembarco resultaría imposible).
“Tenemos un problema ruso”. Roger Lane-Nott, comandante del HMS Splendid (un gemelo del Superb), se sorprendió ligeramente al escuchar la noticia, apenas había puesto un pie en la Sala de Operaciones.

Otro submarino había sido detectado en los accesos noroccidentales.

Las órdenes para el HMS Splendid eran las de zarpar de inmediato desde la base de Faslane, en el Firth de Clyde, encontrar al enemigo y seguirlo subrepticiamente.

Dos de los siete submarinos nucleares británicos de ataque disponibles se preparaban para la interceptación. No resultaba cómodo para la Royal Navy tener un intruso tan cerca de algunas de sus principales bases navales.

Poco tiempo después, el incómodo visitante había sido encontrado por el HMS Splendid y, se estimó interpretando su firma acústica, que se trataba de un submarino soviético clase OTAN Victor III (Proyecto 671RTM). 

Nuclear y de ataque, hacía poco tiempo había sido introducido en la flota roja, constituyendo uno de los orgullos de su servicio silencioso.

Sin embargo, el 29 de marzo, en horas de la tarde, una emisión captada en VLF obligó a Lane-Nott a ir a profundidad periscopio, para tomar una comunicación en código, que le informaba de la escalada en el Atlántico Sur y la necesidad de volver a puerto, a avituallarse para un despliegue operacional hacia aguas de Malvinas.

Con alguna molestia, el HMS Splendid tuvo que abandonar la persecución de este contacto, al que su comandante consideraba como “particularmente dificultoso” y volver a Faslane.

Sería tarea de otros medios, pero principalmente de la Royal Air Force (RAF), retomar la cacería.
No era el primer intruso al que debían perseguir los Nimrod Mk.2 que operaban desde Kinloss y St Mawgan, enmarcados en el Grupo 18 de la RAF. De hecho, este era la séptima “Operación Edipo” (Oedipus Operation) que se programaba; por cierto, mucho más interesante para las tripulaciones que las habituales misiones de la “Operación Tapicería” (Tapestry Operation), de control de buques pesqueros.

Según doctrina, en interminables vuelos, los grandes cuatrimotores especializados en guerra antisubmarina comenzaron a sembrar barreras de sonoboyas pasivas omnidireccionales (LOFAR) que interceptaban la derrota proyectada del incursor.

El primero de abril la búsqueda dio sus frutos, obteniéndose un contacto sólido en horas de la madrugada y, sumando más boyas LOFAR y también DIFAR (direccionales) se consideró que podría tratarse del mismo submarino acechado por el HMS Splendid.

A las 9 de la mañana, cuando otro Nimrod había tomado la posta monitoreando el campo de sonoboyas, el incursor expuso brevemente la vela, elevándose la categoría del contacto a CERTSUB y aprovechando la tripulación de patrulla para tomar una fotografía del submarino.
Fotografía tomada el 1º de abril 1982, a las 0952z, en posición 55º 50`N 09º 00`O del submarino soviético identificado como clase OTAN Victor III (HQ Group 18 RAF)
  

El submarino, desde entonces y conociéndose detectado, puso rumbo norte, manteniéndose en la isobata de 500 brazas. En horas vespertinas el contacto se perdió definitivamente, no pudiendo ser retomado por ninguno de los tres vuelos posteriores. 


Cabe hacer notar que la aparición del intruso coincidió con la llegada a las Islas Hébridas (a unas 100 millas náuticas al noroeste de donde se obtuvo la fotografía) de un buque de inteligencia soviética de la clase Primorye, el Zaporozhye (CER-501) de 4.500 toneladas de desplazamiento y cargo del Capitán de Primera Clase P. Zyryanov.

El Zaporozhye, razonablemente, habría monitoreado toda la actividad de la defensa antisubmarina británica, así como ambos buques soviéticos deberían haber registrado la zarpada del ya reabastecido HMS Splendid hacia aguas de Malvinas, hecho ocurrido el mismo día 1º de abril.
El buque espía soviético Zaporozhye, camino al Atlántico Norte, a principios de 1982 (Autor desconocido)


Es innegable que el submarino soviético se encontraba en inmejorables condiciones para seguir al HMS Splendid rumbo al Atlántico meridional. No hay constancias que así lo hiciera, pero es un interesante dato el que el buque espía soviético efectivamente acompañó a la flota británica con rumbo sur. 
 
A todo evento, el conflicto ni se había desatado y ya un submarino soviético merodeaba cerca de medios navales que navegaban hacia las islas.

Por otra parte ¿Fue casualidad que los soviéticos se encontraran allí en dichas fechas? ¿Sabían algo de lo que ocurriría días después, y la necesaria actividad de los submarinos británicos?.


Dos semanas después, fue detectado otro incursor, un submarino nuclear soviético posiblemente de la clase OTAN Charlie (Proyecto 670), que navegaba al oeste de las Islas Británicas y con rumbo sur. 

El contacto inicial había sido del HMS Superb (que no había regresado a puerto desde que zarpara de Gibraltar), que pasó la posta a los Nimrod de la RAF.

El Superb se dirigió a puerto, bromeando su tripulación que ingresaría como el HMS Surprise (sorpresa): al fin de cuentas, la prensa mundial lo consideraba en aguas de Malvinas.

Con la crisis de Malvinas en apogeo, se tuvo especial consideración a este merodeador, a los fines de controlar que no se dirigiera al sur (donde podría afectar las operaciones británicas) o, por lo menos, conseguir mantener actualizada su posición en forma permanente.

Se llevaron, entonces, a cabo 7 misiones “Edipo/8” (entre los días 14 y 15 de abril) donde los Nimrod desarrollaron tácticas antisubmarinas, hasta que el seguimiento fue pasado en “caliente” (sin haber perdido jamás el contacto) a los P-3C Orion de la U.S. Navy.
Extraña compañía en la Armada India. El INS Viraat (ex portaaviones británico HMS Hermes) y el INS Chakra (ex K 43 soviético), un submarino clase Charlie. (Autor desconocido)

La presencia del Charlie y el rumbo que llevaba reavivó la discusión acerca de la posibilidad que medios soviéticos se vieran involucrados en las operaciones de combate. 

El mismo 15 de abril a la tarde (mientras el submarino era ploteado minuciosamente), se llevó a cabo una reunión de ministros del gabinete británico, donde se discutió acerca de las reglas de empeñamiento para la “Operación Paraquet” (el ataque a Georgias del Sur) y se discutió brevemente acerca de la posibilidad de interferencia por fuerzas comunistas.

En horas de la noche, el Foreign and Commonwealth Office (equivalente al Ministerio de Relaciones Exteriores), consideró“sería prudente acercarse a Moscú para alertarlos de mantener sus buques de superficie y submarinos bien lejos del Atlántico Sur, y de la Zona de Exclusión Marítima en particular, a los fines de minimizar el riesgo de encuentros fortuitos en cualquier acción naval que sea necesaria”


En tanto ello, se envió inmediatamente un telegrama cifrado el embajador británico en la Unión Soviética (Sir Curtis Keeble), solicitando se le comunique textualmente al gobierno de la Unión Soviética que“El Gobierno de Su Majestad expresa su deseo que el gobierno soviético tome las medidas necesarias respecto sus navíos en el área sudatlántica, y tome las precauciones del caso, manteniéndolos alejados, a los fines de evitar errores, accidentes o malinterpretaciones”



El día 17, el mensaje fue pasado telefónicamente a las autoridades moscovitas, que no realizaron ninguna manifestación al respecto (solamente dieron un “recibido”), pero aprovecharon para refrendar su posición contra lo que consideraban una guerra de agresión británica. 

En todo caso, la tensión se diluyó el a la mañana del día siguiente, cuando un avión norteamericano Orion operando desde Rota (España) confirmó que el submarino, finalmente, había ingresado por el Estrecho de Gibraltar al Mediterráneo. 

Un P-3C del VP-23 (U.S. Navy), volando desde Rota (España), es fotografiado sobrevolando un submarino soviético clase Juliett., el 1º de septiembre de 1982. A principios de los `80 era común que los soviéticos operaran un Juliett en el Mediterráneo la mayor parte del año (DoD)

Quizá porque era su misión original, o quizá porque los soviéticos reconsideraron su posición a la luz de lo informado por el embajador británico.

Pocas horas más tarde, un vigía del buque auxiliar RFA Olmeda, en las costas de la Isla Ascensión juntamente con gran parte de la flota, creyó ver un periscopio, generándose gran alarma.

 Y los fantasma soviéticos comenzaron a materializarse nuevamente.



Bibliografía

Amendolara, Alejandro “El submarino fantasma”, en Revista "Manual de Informaciones", N°2, Vol. LI, abril de 2009.

Coleman, Ian “Nimrod operations in the Cold War”, en Journal 33 Royal Air Force Historical Society, Northmoor, 2005.

Freedman, Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I y II, Routledge, Londres, 2005.

G.A. Chesworth, G. A., Vice Mariscal del Aire (RAF) “Libro de Operaciones del Grupo 18 Royal Air Force”, National Archives, legajo AIR 25/1908.

Imperial War Museum “Lane-Nott, Roger – IWM Interview”, número de catálogo 17274, cassette 3.

Perowne, James “The submarine and the operational level”, en The Naval Review, Vol 84, nº3, Julio 1996.

Ring, Jim “We come Unseen. The Untold Story of Britain’s Cold War Submariners”, John Murray Ed, Londres, 2001.

Varios, “Presence of Soviet shipping in area of Falkland Islands”, National Archives, legajo FCO 7/4507.



El autor

Mariano Pablo Sciaroni es Abogado y Magister en Estrategia y Geopolítica. Escribió “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses, así como numerosos artículos sobre temas navales y de Malvinas.

Para contacto con el autor: marcantilan@yahoo.com.ar
Fuente:(haciendo click se va directamente al enlace)

Nuevas revelaciones de la relación entre Chile e Inglaterra, el Beagle y las Malvinas

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Un diplomático chileno que sabía mucho y uno británico que quería saber tuvieron un revelador intercambio poco antes de que comenzara la guerra por las Malvinas en 1982. BBC Mundo tuvo acceso a documentos secretos de la diplomacia británica, desclasificados recientemente, que revelan detalles de su conversación.

Ocurrió a principios de marzo de 1982. La ofensiva diplomática argentina por las Malvinas no aflojaba y el olor de pólvora estaba en el ambiente.

En la embajada de Chile en la Argentina un teléfono suena. Es de la representación británica. El objetivo es reunir información.

Cuatro años antes, Chile y la Argentina casi se habían enfrascado en una guerra por la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox, ubicadas en el canal Beagle, la unión más austral de los océanos Atlántico y Pacífico.

David Joy, entonces consejero de la embajada británica, quiere saber lo que su par chileno, Raúl Schmidt, podía contarle sobre aquella experiencia, que pudiera arrojar luces sobre una posible guerra.

Información de primera mano
Según consta en el archivo secreto "Argentina/Chile: la disputa por el canal Beagle", perteneciente al Ministerio de Relaciones Exteriores británico, Joy estaba interesado "particularmente en escuchar sus comentarios sobre el origen común de los problemas actuales de soberanía de Argentina con ambos gobiernos, el británico y el chileno".

Schmidt había sido jefe de gabinete del ministro de Relaciones Exteriores de Pinochet hasta 1978, el almirante Patricio Carvajal. Contaba, entonces, con información privilegiada y de primera mano sobre el tema.

Lo que escuchó de Schmidt lo envió de inmediato a sus superiores, según consta en un memorándum restringido que remitió a Colin Bright, encargado de la sección Sudamericana del ministerio del Exterior británico.

Pero no sería hasta un mes después que al gobierno del Reino Unido le encajarían las piezas del rompecabezas.

La Tesis Schmidt
"La tesis de Schmidt se basa esencialmente en la necesidad de la Armada argentina de tener un puerto estratégico más al sur de su actual puerto seguro más austral, Puerto Belgrano (en el sur de la provincia de Buenos Aires). La opción obvia, Ushuaia, no es satisfactoria desde este punto de vista, dado que se encuentra bajo constante vigilancia chilena", explica el informe de la diplomacia británica al cual BBC Mundo tuvo acceso.

"Por lo tanto, los argentinos están, según Schmidt, desesperados por conseguir algún otro puerto seguro en el sur, necesidad que puede verse satisfecha accediendo a las islas del sur del Beagle o a las Falklands. En este contexto, él cree que las disputas por la soberanía están vinculadas", continúa el informe.

El 15 de marzo el informe fue recibido y distribuido entre los altos cargos del Ministerio de Relaciones Exteriores británico.

Entonces viene la anotación a mano, que sugiere que dos semanas antes de estallar la guerra y con las relaciones entre Buenos Aires y Londres ya cortadas, los británicos estaban dispuestos a negociar un asentamiento naval argentino en las islas.

"Creo que todos estamos de acuerdo en que el interés argentino en la seguridad del Atlántico Sur es parte de su interés por ganar soberanía de las islas. Después de todo, si todo lo que quieren fuese una base naval, podríamos acomodarlos fácilmente".

"¿Podríamos acomodar fácilmente una base naval argentina? Porque de ser así, deberíamos tener esta idea en mente si reanudamos las negociaciones", completa otro comentario manuscrito sobre el mismo documento.

Una teoría "con mucho sentido"
Según Joy, la conversación con Schmidt era la primera en sugerir que ambos conflictos territoriales por islas del sur estaban interconectados.

"Tiene mucho sentido", le asegura a BBC Mundo Francisco Panizza, experto en política latinoamericana de la Escuela de Gobierno de la London School of Economics.

Según el profesor, siempre ha habido muchas teorías, pero un vacío histórico para determinar por qué el gobierno de facto del general Leopoldo Galtieri eligió ese momento para invadir las islas británicas.





Anticipo o crónica anunciada?

Más allá de la conversación diplomática, los documentos desclasificados revelan que el gobierno británico siguió con interés el conflicto entre Argentina y Chile por las tres islas estratégicas durante un buen tiempo.

Según consta en el archivo secreto, en 1982 Argentina llevaba cuatro años de "intenso lobby" internacional para lograr revertir la mediación papal de 1978, que corroboraba la decisión de la Corte Internacional británica de adjudicarle la soberanía de las islas a Chile.

"Aún no está claro cómo los argentinos seguirán manejando la disputa de, dada su falta de apoyo internacional"

Sin embargo, Argentina cometió un error estratégico, desde el punto de vista de la diplomacia internacional, que terminó por sepultar cualquier posibilidad de apoyo, según evalúan los papeles del gobierno británico.

La derogación a principios de año del tratado que 10 años antes había firmado con Chile para someter sus conflictos territoriales a arbitraje internacional no fue bien recibido por la comunidad diplomática.

Tras dos intervenciones internacionales desfavorables, una casi guerra y años de lobby, parecía poco productivo para Argentina mantener los esfuerzos.

"Aún no está claro cómo los argentinos seguirán manejando la disputa, dada su falta de apoyo internacional", aseguraba un informe confidencial realizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para 10 Downing Street, sede del gobierno británico.

El documento fue redactado el 29 de abril de 1982, sólo tres días antes de que la marina británica hundiera el General Belgrano, buque insignia de la marina argentina, hecho que determinó el curso de la guerra, favorable para los ingleses.

LA NACION publicó varios artículos sobre las revelaciones del archivo inglés. Unos 3500 documentos acaban de ser desclasificados, entre los que se incluyen inéditos testimonios de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, documentos de su oficina privada en Downing Street, del "gabinete de guerra", comunicaciones del Foreign Office, del Ministerio de Defensa, del Almirantazgo y todo el material que resultó en el Reporte Frank (Frank's Report), el equivalente británico del Informe Rattenbach que se elaboró en la Argentina sobre la actuación militar en la guerra.



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Malvinas, 1982 ¿el postrero zarpazo del león?

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La llamada por una parte guerra de las Malvinas y por la otra de las Falklands, la cual coincidió casi con los XXV años de otro hecho de importancia histórica: La llamada "Operación Mosquetero", en 1956, origen y excusa de la II Guerra árabe-israelí.

Pero si bien la citada Operación Mosquetero acabó con la derrota total y absoluta de las posiciones británicas, toda vez que hubo de retirarse con el rabo entre las piernas, deprisa y corriendo, y ello no sin sufrir la cólera de los dos grandes, en el caso de las Malvinas las tornas se cambiaron y el antes vapuleado león británico aún pudo mostrarle al resto del mundo que seguía disponiendo de garras. O, aún mejor, que sabia utilizarlas, aunque ello se produjese ante un adversario, mucho más débil sobre el papel, pero frente al cual le fue de bien poco. Y tal vez le hubiera ido mucho peor de no haber podido disponer de las ayudas atípicas y bajo mano de los EEUU y Francia, este último país, también compañero de fatigas de aquella citada y malhadada Mosquetero.

Con este nombre se denominó la operación de castigo con la que el Reino Unido y Francia pretendieron escarmentar al Egipto del presidente Nasser, quien había nacionalizado el canal de Suez, una de las postreras joyas del imperio británico, y de las pocas que todavía subsistían a la sazón.

Dicha nacionalización (julio de 1956) comporto que los países perjudicados —Reino Unido y Francia— intentasen una especie de jugada a tres bandas para recuperarlo y, al propio tiempo, demostrarle a Nasser que todo aquel que se la jugase acababa mal. Para ello se contó con un tercero en discordia —Israel— con quien se firmo el acuerdo formal de colaboración, no sin reticencias por parte de los gobiernos de Anthony  Eden y Guy Mollet, los cuales intentaban tirar la piedra y esconder la mano, en Sévres, el 24 de octubre.

¿Un regateo político permanente?
Las islas Malvinas se hallan a considerable distancia de España(4), y ni que solo fuese únicamente por tal circunstancia, cuantas noticias que guardan relación con ellas suelen pasar un tanto desapercibidas. Hoy en día menos que hace 25 años, en que la guerra anglo-argentina las puso trágicamente de relieve. Tal vez por eso la decisión argentina se recibió en España de modo inesperado y más bien incomprensible. Pero a la vista de determinadas informaciones (5) que hemos podido obtener, parece como si la postura de ocuparlas a la brava en 1982 no tenia porque ser ni sorpresiva ni inesperada. A no ser que, políticamente, el Reino Unido estuviese interesado en dar tal sensación al resto del mundo.

Argentina comenzó la reivindicación del archipiélago en 1833, solo 12 días mas tarde de la ocupación británica. Las Malvinas fueron una parte del Virreinato del Rio de la Plata y, en consecuencia, constituyen parte del legado español. La República Argentina hizo efectivo el control político de las islas en 1820. Se había declarado independiente de España en 1816, es decir, casi de inmediato. Pero el Gobierno británico andaba interesado en procurarse bases en el Atlántico Sur americano, por cuyo motivo intento la toma
de Buenos Aires en 1806 y 1807 y, al fracasar en ello, puesto que su inmenso poder naval y político no tenia parangón, ocupo las Malvinas el 3 de enero de 1833 desalojando a los colonos argentinos.

Al paso digamos también que las islas pertenecen geomorfológicamente al Continente americano y están basadas en la plataforma epicontinental argentina. La distancia existente entre Port Stanley y Río Gallegos es de 795 km. (494 millas). En cierto modo, pues, y salvando las diferencias que correspondan, el tema podría verse como otra alcaldada, jugada política o mareo de la perdiz al estilo de nuestro Gibraltar, aunque a un siglo menos de distancia. Finalmente, digamos también que se cree que el nombre de Malvinas viene a través de la presencia de colonos franceses de St. Malo, o sea, que el nombre de Falkland podría haberse impuesto de modo algo arbitrario(6).

A partir de 1965 se establecieron ciertas negociaciones diplomáticas entre Argentina y el Reino Unido respecto al contencioso de las Malvinas. En el mes de agosto de 1968 el Reino Unido llego a afirmar en un memorando que reconocen la soberanía argentina en fecha a convenir. En 1971 se firmo un Convenio de Comunicaciones y, en junio de 1974, el embajador de la Gran Bretaña manifestó a la Cancillería la buena disposición a compartir la soberanía, que el presidente Perón estaba dispuesto a aceptar.

Paralelamente, en 1971, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) comenzó a prestar servicio aéreo regular con aviones anfibios Grumman Albatross y, en el verano austral —invierno de 1971-72 en el hemisferio Norte- construyo una pista con planchas metálicas que permitió operar con aviones Fokker F27 Friendship.  Consecuentemente, comenzó un servicio aéreo regular semanal a cargo de LADE (Líneas Aéreas del Estado), adscrita a la FAA. También en aquel entonces se establecieron YPF‘” y Gas del Estado en las islas, al tiempo del Gobierno argentino ofrecer cobertura sanitaria y escolar a los moradores.

Casi al propio tiempo se estableció una línea marítima regular a cargo de la empresa Transportes Navales, a través de la cual se realizaban tareas de abastecimiento y viajes turísticos. Mediados los años setenta, el Reino Unido construyo una pista de asfalto(8), si bien el servicio aéreo siguió corriendo a cargo de LADE con F27 y F28 Fellowship, mantenidos por personal militar de la FAA permanentemente destacado en Port Stanley.

Con todo ello pareció que los problemas de entendimiento entre Argentina y Reino Unido iban a solucionarse satisfactoriamente, pero la llegada de un creciente número de cruceros con la correspondiente presencia de buena cantidad de turistas argentinos, junto a los llamados informe Grifhth (1975) y el incidente Shackleton (1976) dieron al traste con el clima de cordialidad que hasta el momento se había urdido. El primero trata sobre la posible presencia de crudo, gas natural, carbón y uranio en las Malvinas o su ZEE (Zona Económica Exclusiva). El segundo precisa de cierta explicación mas detallada.

El 4 de febrero de 1976, el destructor ARA (Armada de la República Argentina) Almirante Storni(9) se encontró con el buque oceanográfico británico RRS Shackleton a unas 78 millas al Sur de de Puerto Stanley. El destructor le ordeno parar máquinas bajo la amenaza de ser cañoneado, pero el británico no hizo el menor caso y no solo no detuvo su marcha sino que siguió sin alterar su rumbo, rehusando un abordaje argentino. Para aumentar la presión al buque británico un avión de patrulla marítima Neptune argentino le sobrevoló y, viendo que éste no obedecía el Almirante Storni, realizo varios disparos por la proa del oceanográfico, siguiéndole hasta 6 millas de Port Stanley, desde donde el Shackleton(10) emprendió regreso a su base. Consecuentemente, quedo empañada aquella halagüeña e idílica situación, que tanto había costado obtener, a la que siguieron una serie de hechos que acabarían en la Operación Rosario.

El informe "Griffith",el petróleo y la ZEE malvina
Hay una máxima que reza El petróleo es el fruto de la tierra que no puede ofrecer ningún otro. Habida cuenta la escasa utilidad práctica del aquel archipiélago, la existencia del preciado elemento en su territorio no debería sorprender, mas aun al saber que se asienta encima de la propia plataforma continental y que la distancia entre las islas y la costa argentina no llega a los 1.000 km. Por ello, cuando hacia el segundo tercio de la década de los años setenta se aposentaron en las islas empresas argentinas relacionadas con el mundillo del petróleo y el gas natural(11), no dejo de ser lógico que la metrópoli quisiese conocer de primera mano la posible existencia del codiciado oro negro en el archipiélago, conducta en cierto modo muyacorde con otros hechos pertenecientes asimismo al mundo petrolero, como es el caso de los pozos del mar del Norte(12)

En 1975 se supo del informe Griftlth en el que, de modo confidencial, se hablaba de posibles yacimientos de crudo y gas natural en las Malvinas, al tiempo que de minas de uranio y otros minerales valiosos o estratégicos (13). Al parecer, el citado informe aun sigue siendo considerado confidencial. Vistos estos antecedentes no resulta muy sorprendente (14) que, a comienzos de 1976, el Reino Unido calificase de estériles las conversaciones sobre la soberanía de las islas. Entretanto se produjo el citado incidente Shackleton por el cual se retiraron los embajadores, con el resultado de interrumpirse toda posible negociación. La llegada al poder de la Dama de Hierro (15) hizo congelar aún más las relaciones.

No obstante, en septiembre de 1980, aun se celebro una reunión en Coppet (Suiza) que duro dos días, a cuya luz pudieron alimentarse esperanzas, ya que fueron definidos ocho puntos que, de haberse respetado, hubieran sido suficientemente efectivos. En ellos y de modo principal destacaba el hecho de admitir la transferencia de soberanía a Argentina de las islas y el mar que las rodeaba, así como se retirarían los Royal Marines y desmantelaría la Falkland Island Company. Respecto a Georgias y Sándwich del Sur, el Reino Unido no aceptaba los títulos argentinos, aunque éstos podrían ser incluidos dentro de un futuro acuerdo para explotarlas en conjunto.

En enero de 1981 se estableció una nueva ronda de negociaciones. Así, el 23 y 24 de febrero de 1981, en Nueva York, se volvieron a reunir Argentina y el Reino Unido, no llegándose a acuerdo alguno y congelándose por diez años el tema de la soberanía sobre las Malvinas. Entre marzo de 1981 y julio de 1982 se sucedieron en Argentina no menos de cinco presidentes (Roberto Eduardo Viola, Carlos Alberto Lacoste, Leopoldo Galtieri, Alfredo Oscar Saint—Jean y Reynaldo Bignone), lo cual permite formarse una idea del estado de ebullicion del pais. Parece, pues, consecuente que, el 26 de marzo de 1982, la Junta Militar ordenase poner en marcha la Operación Rosario, fijando como fecha de ejecución el 1 de abril siguiente.

Mucho se ha especulado al respecto de si aquella fue o no una jugada de política interior, que, gracias a otra de exterior,  pretendía aglutinar la opinión publica, el pueblo argentino y ver de solucionar de una vez la grave crisis interna que asolaba al país. Tal vez de haber salido victoriosos si habría tenido algún efecto balsámico, pero al resultar un fracaso acabo llevándose por delante cuantos políticos y militares-políticos pillo. En Argentina sirvió para precipitar la caída de la Junta que rigió el país desde 1976 y restauro la democracia como forma de Gobierno. Asimismo se considera que, en lo que concierne al Reino Unido, la victoria le permitió a Margaret Thatcher salir reelegida en 1983... y posiblemente durar hasta algo mas allá; aunque en 1990 dimitiese, por causas, como dijo Kipling, que son ya otra historia.

Operación”Rosario"
Con este nombre clave de Operación Rosario, anteriormente Azul, se denomino el conjunto de operaciones tácticas que condujeron a la ocupación de Port Stanley, Malvinas y otros territorios de la zona. Todo ello formo parte del llamado Proceso de Reorganización Nacional (16). Aunque la guerra de las Malvinas durase tan solo del 2 de abril hasta el 14 de junio, su desarrollo fue de tal interés y complejidad que resulta poco menos que imposible reducirlo a unas pocas líneas (17).

Además, antes ya se comento que el principal objetivo de este análisis se orientaba más hacia los aspectos políticos que no los militares, aunque sin despreciar por completo algunos puntuales de éstos. Por ello se nos perdonara que pasemos como de puntillas sobre aquella contienda y no hagamos un relato cronológico, minucioso y pormenorizado -es harto probable que tampoco dispusiésemos de espacio suficiente para ello- y, en consecuencia, nos limitemos a  aquellos que consideramos, por regla general, menos conocidos. Los que deseen conocer a fondo el desarrollo de aquella campaña pueden visitar la página web —excelente— de Wikipedia(18), entre otras fuentes diversas.

Los británicos subdividieron la campana con diversos nombres, todos ellos bajo el común denominador de Operation Corporate. Así, la ocupación de las islas Georgias del Sur fue la Paraquat. Black Buck 1 comprendió la complicada operación de atacar Puerto Argentino con bombarderos Avro Vulcan —el equivalente británico de los B—52 del SAC- de su fuerza de disuasión nuclear y Sutton, el día D del desembarco.

Por lo que se refiere a este análisis, los momentos tácticos que creernos mas álgidos son el hundimiento del ARA General Belgrano; los ataques de la FAA con bombas y misiles que ocasionaron diversos hundimientos de buques y averías en otros y el primer uso operativo de armas guiadas por laser. En lo tocante a los aspectos más políticos merecen citarse la ayuda de los EEUU; la traición de Chile(19); la información sobre la electrónica de los Exocet por parte de Francia; la amenaza de bombardeo nuclear de Argentina y el uso de armamento antisubmarino nuclear.

El caso chileno conmociono considerablemente el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca), pues parece ser que en pleno berenjenal tomó parte por los británicos, colaborando en operaciones aéreas e iniciando ciertos movimientos cerca del canal de Beagle, con lo que Argentina tuvo que anclar allí diversas fuerzas. Como consecuencia colateral de la campana, el propio TIAR quedo en un estado de coma profundo, aunque en posteriores ocasiones haya sido invocado(20). La ultima por los propios EEUU cuando acaecieron los atentados del 11-S. A consecuencia del uso del Tratado a conveniencia de cada cual, México, firmante y miembro desde 1947, dejo de pertenecer a él en 2002.

En todas —o casi todas- las guerras se han producido una constante técnica que tiene bastante que ver con las manidas Leyes de Murphy. Un conjunto de axiomas técnico jocosos que suelen salir al paso más veces de las que se piensan. En las Malvinas hubo muchas sorpresas que sobre el papel no se debieran haber producido. Así, la FAA resulto bastante más efectiva de lo que se había creído en un primer momento: el armamento antiaéreo y antimisil tuvo un protagonismo más bien negativo; los hundimientos de buques británicos se pueden considerar superiores a lo estimado, etc., etc. Y ello aun 9 a pesar de los fallos que se registraron en determinados momentos. De no haber sido así es bastante probable que dichas pérdidas hubieran sido mayores. 

A consecuencia de aquellas pocas semanas de batallas aeronavales hubo un considerable revuelo en los respectivos Estados Mayores de las flotas, máxime al llegarse a la conclusión que el armamento antimisil no resulto tan efectivo como se pensaba, que unos pocos pilotos decididos y bien adiestrados son un peligro mayor de lo que se piensa, y que si los submarinos modernos(22) que Argentina tenía en construcción hubieran estado operativos, otro gallo le hubiera podido cantar a la Royal Navy.

Mas o menos relacionado con esto último cabe considerar la presencia en la flota de desembarco de tres buques que se demostraron claves: los dos LPD Intrepid y Fearless, cuya baja y desguace hubiera ocurrido en pocos meses, y el portaaviones Hermes, ya vendido a India, que al no haber sido entregado aun pudo realizar un relevante papel. En la campana malvina se produjo además un hecho importante en la guerra aeronaval, la puesta de largo —léase bautismo de fuego— del avión de despegue y aterrizaje vertical o corto (VSTOL/STOVL), lo cual enmascaro el papel que represento allí el helicóptero.

Armas secretas
En relación a las armas secretas o mantenidas en secreto, lo que para el caso viene a ser lo mismo merecen citarse: el laser LDS; la vuelta al torpedo clásico por parte del Conqueror: la red de satélites militares de EEUU, el posible empleo de armas nucleares contra el territorio continental argentino y las armas nucleares antisubmarinas (ASW) británicas. Los considerables problemas del Reino Unido con los misiles Exocet y los aviones de la FAA no fueron un secreto en su momento, pero solo se conocieron públicamente las pertinentes causas de ello hasta cierto tiempo después.

El llamado Optical Laser Dazzle System (Sistema de Laser Deslumbrador Óptico) se cree es, básicamente, un proyector laser de baja energía, el cual fue empleado durante la guerra de las Malvinas desde dos fragatas de la Royal Navy(23), y más tarde, en la patrulla Armila, por la HMS Andromeda. Al parecer este artilugio emite un haz laser con el que se pretende cegar o deslumbrar a los pilotos atacantes. El que efectivamente su efecto sea una u otra cosa se discute aun ahora en los mentideros del ramo, toda vez que por parte del gobierno de Su Majestad nadie ha dicho esta boca es mía.

Cuando, en 1989, se armo una considerable marejada política británica ante la simple publicación de unos artículos al respecto aparecidos en la revista Tiempo, se llego a decir que el uso de dicho laser cegaba literalmente a los pilotos atacantes —es decir, les dejaba ciegos- debido a que provocaba la fusión o soldadura de los tejidos oculares. A continuación se cargaban las tintas al respecto arguyendo —no sin cierta truculencia- que cegar a una persona de modo consciente e irreversible no era de recibo y menos aun en plena era de la Declaración de los Derechos Humanos, sugiriendo que con el uso de dicha arma se iba a producir una gran cantidad de invidentes de guerra, lo cual causaría un grave problema social. Nadie —o casi nadie— osó sugerir que lo técnicamente mas lógico parece ser que si un piloto está realizando un picado a notable velocidad, pierde la visión de modo repentino, y lo más probable es que muera instantes más tarde, dado que acabara impactando contra el mar o tierra. Por lo que a nuestra parte respecta nos limitamos a actuar de simples cronistas de los hechos. 

Luego se ha ido conociendo que lo que se pretende con este laser es que los pilotos tengan que efectuar sus lanzamientos a distancias mayores de las previstas, con lo cual su efectividad se reduce espectacularmente y no, como se dijo, cegarlos, aunque no deje de ser posible esto ultimo según a qué distancia reciba el haz del laser y el tiempo durante el que lo haga.

Hundimiento del ARA ”General Belgrano”
El Alto Mando de la Armada Argentina tenía bastante claro que su flota, a pesar que no dejaba de poseer cierta fuerza, en sus aspectos operativos y de mantenimiento en combate, quedaba muy por detrás de la aun poderosa Royal Navy. Al fin y al cabo, se trataba de combatir no solo a la tercera flota militar del mundo —o cuarta— la cual, por si aun fuera poco, estaba repleta de armas y dispositivos diseñados para la III Guerra Mundial.

El primer hundimiento importante de buques argentinos se produjo cuando el submarino ARA Santa Fe(24), hacia las 11:00 del 25 de abril, intentaba llegar a Grytviken, capital de la isla de San Pedro (Georgias del Sur). Fue localizado primero y atacado después con cargas de profundidad(25). Mas o menos paralelamente, la flota del país sudamericano se había retirado a sus bases, vista la superioridad de la británica, pero el almirante Sir John Fieldhouse, jefe de la Task Force, tenía el máximo interés en dejar la permanentemente amarrada y para ello buscaba una ocasión propicia que produjese cierto estado de crisis en la Armada enemiga. Esta llego cuando el 2 de mayo el submarino Conqueror localizo al Task Group 79.3 formado por el crucero ARA General Belgrano y los destructores Bouchard y Piedrabuena(26), los cuales navegaban en las proximidades del banco Burdwood, algo por fuera de la zona de exclusión dictada por la Royal Navy, aunque, como es lógico, éste sea un punto muy discutido. Sea como fuere, el capitán de fragata Chris WrefordBrown, comandante del Conqueror, una vez obtenida la autorización para el hundimiento(27), cargo torpedos Mk-8 en vez del modernísimo Tigerfish(28), lanzando tres a las 16:00 horas.

El General Belgrano recibió dos y se hundió en media hora escasa. Parece que el Bouchard fue blanco de otro, pero no estallo. Las pérdidas humanas a bordo del primero fueron de 323 marinos. El hundimiento comporto una fuerte marea internacional, máxime al saberse que el Conqueror regreso a su base izando el habitual Jolly Roger(29), si bien en el Reino Unido aquel hundimiento fue celebrado alegre y abundantemente(30).

 
Los satélites” espías” de EEUU
A la vista del paso del tiempo, parece evidente que, en el conflicto de las Malvinas, Argentina peco de incauta, y el Reino Unido aplico al pie de la letra su modo habitual de ser, que queda muy bien reflejado en alguno de sus adagios(31). Es imposible conocer ni tan siquiera a grosso modo el pensamiento de los componentes de la Junta Militar que ordeno Rosario y si se detuvieron a meditar como podría acabar todo aquello, si veían factible o no retener en sus manos aquellos territorios, o si creían posible que el Reino Unido emprendiese su particular casi última guerra colonial de la historia. Por lo que a nuestra parte concieme, creemos que no lo evaluaron demasiado. Y muchísimo menos en lo concerniente a si Londres llevaría o no las consecuencias hasta el último extremo. Pero un país capaz de realizar la coriácea resistencia que de la mano de Churchill efectuó en la II Guerra Mundial (SGM) y que fue lo que a la postre hizo que se alzase con la victoria, no parece que deba ser minusvalorado nunca. Y aun tanto menos si, como sucedió en aquel momento, está en manos de un político de la talla y fuste de Margaret Thatcher, a quién si se la apodo la dama de hierro no debió ser, precisamente, por su pusilanimidad(32).

Los lazos afectivos y de todo tipo que existen entre el Reino Unido y los EEUU no deberían ser puestos jamás en duda. Y como buena muestra de ello debe pensarse en las ocasiones en que dicho país le ha ido al quite al primero. Porque ahí no cabe albergar reserva alguna, si el Reino Unido logro salir más o menos airoso de ambas guerras mundiales fue por haber dispuesto del pariente norteamericano, extremadamente poderoso y rico, que, a pesar de haberse cobrado su ayuda a buen precio, espero en parte a hacerlo una vez ya se habían acabado las urgencias.

Viene este corto preámbulo a cuento de que cuando Argentina desafió a la Inglaterra imperial, es muy probable lo hiciese pensando en la posibilidad de que EEUU, miembro del TIAR, se mantuviese neutral, cuando no más o menos aliado (33). Por el contrario, este pais proporciono al Reino Unido cuanta información confidencial fue precisa y si un simple particular, hoy en día, puede disponer en internet de medios como Google Maps(34), hay que pensar en que hace 25 años los satélites espías norteamericanos ya contaban en tiempo real con cuantas informaciones fuesen precisas. Y el que un contendiente supiese en todo momento donde se hallaba cada uno de los buques, tropas, vehículos, o lo que fuese, del adversario, y no al revés, constituyo algo así como un hándicap insalvable. Sin pensar en el dominio sobre las comunicaciones de las fuerzas argentinas, pues no parece de recibo pensar que los poderosos sistemas espía electrónicos de EEUU —léase, entre otros, aviones AWACS(35)-permaneciesen desconectados o inactivos durante todo el conflicto.

Y con ello fue más que suficiente, no siendo precisa otra ayuda, aunque si se produjese de algún modo, pues se dice que el laser LDS, ya comentado, era de procedencia norteamericana, pero que debido a un acuerdo con la URSS(36) no podía hacer nada con él, por lo que prefirió pasarlo a la Royal Navy, por si a ellos les servía de algo"... y al propio tiempo conocer de paso su funcionamiento a fondo. O sea: se soslaya de algún modo el acuerdo de marras. De cualquier modo también cabe volver la oración por pasiva y preguntar: ¿Si con tal magnitud de inteligencia —léase conocimientos— por uno de los lados, el otro aun logro proporcionar tal tanda de sustos y pérdidas, qué hubiera sucedido de haber estado a la par?.

¿Armas nucleares contra Argentina?
Según fue publicado en diciembre de 2OO5(37), el sicoanalista del presidente francés Francois Miterrand entre 1982 y 1993, Ali Magoudi, afirma que éste le revelé la circunstancia de haber sido amenazado con un ataque nuclear a Argentina si no se le comunicaban los códigos de los misiles Exocet que tanto daño hacían a los buques británicos en las Malvinas, lo cual podría constituir un indicativo suficientemente valido de que en aquel conflicto la situación británica llegue a ser algo -o bastante— mas critica de lo que se ha venido admitiendo habitualmente.

Más adelante, hacia 1984, el Partido Laborista británico —en el Parlamento— realizó una interpelación respecto a si la Royal Navy había enviado uno de sus submarinos lanzamisiles ICBM armados con Polaris a la isla Ascensión por si se decidida atacar la ciudad de Córdoba en caso que el transcurso de la guerra fuese adverso. Como es absolutamente lógico, los almirantes de la Royal Navy dijeron que nones y que aquello era un total infundio. Pero el dato queda ahí. Afortunadamente tal oportunidad no llego debido al sesgo favorable de la guerra. Pero de haberse producido la reacción mundial hubiera sido como para verla. O por lo menos eso cabe presumir.

En el año 2003, el Reino Unido reconoció que su flota había dispuesto de cargas de profundidad nucleares durante la guerra de las Malvinas. Pese a que el presidente argentino Nestor Kirchner exigió al Reino Unido que este presentase disculpas a la Argentina por el lamentable y monstruoso acto de desplegar armas nucleares en sus buques de guerra, no se conoce si estas se llegaron o no a presentar.

Durante el conflicto malvino, la Royal Navy admitió la pérdida o destrucción de dos destructores (Sheffield y Coventry), dos fragatas (Ardent y Antelope), dos buques logísticos de desembarco (Sir Galahad y Sir Tristam), un gran buque portacontenedores reconvertido (Atlantic Conveyor) y una lancha de desembarco (Foxtrot Four).

Además, al parecer fueron averiados de consideración: dos portaaviones (invencible y Hermes), cuatro destructores mas (Antrim, Clamorean, Glasgow y Exeter), cuatro fragatas (Brilliant, Argonaut, Arroz y Plymouth) y un submarino convencional (Onyx). También fueron averiados de menor consideracion: cuatro fragatas (Broadsword, Alacrity, Ambuscade y Avenger), tres anfibios (Fearless, Sir Bedivere y Sir Lancelot), un auxiliar (Tidepool) y tres buques no identificados.

Las listas de perdidas y averías, como en todas las guerras, no coinciden comparando los partes de uno y otro lado, pero parece que la que adjuntamos es la más razonable. Por lo que se refiere a los dos portaaviones, la Royal Navy no reconoció nunca que hubiesen sido alcanzados, pero hay detalles que indican que bien pudiera haber sido asi.

Tal es el retraso de dos meses en regresar a puerto después de la guerra y el gran rectángulo con pintura reciente en la borda del Invencible cuando finalmente llego el misil Exocet se demostró muy efectivo. Y de no haber sido por la circunstancia ya citada de haber acabado poseyendo sus datos electrónicos o de haber dispuesto de alguno más, aparte de los entregados por Perú, es probable que el resultado final hubiera sido distinto. Aunque si admitimos lo del posible bombardeo nuclear de Córdoba, deberíamos decir dolorosa y trágicamente muy distinto. En el capítulo de ayudas norteamericanas cabe anotar también el envió de misiles cuya efectividad estaba sobradamente acreditada. Es el case de los Sidewinder, Stinger, etc., ya que al parecer la de los Sea Dart y Sea Cat británicos no fue tan decisiva como se presumía.

Una peculiaridad geográfica se demostró bastante adversa para la flota del Reino Unido: la cierta configuración de cacerola del golfo y estrecho de San Carlos, lugar elegido para la Operación Sutton, que acabo motejado como el Valle de la Muerte o El Callejón de las Bombas. Desde luego, ambos fueron motes sumamente acertados. Tal configuración le proporciono a aquella zona una cierta oscuridad radaríca, ya que las alturas circundantes actuaban de pantalla. De cualquier modo, no parece de recibo que los AWACS no detectasen debidamente las varias oleadas de aviones de la FAA, que si lo hacían no pasasen la correspondiente alarma, o que si lo hicieron la flota británica no se hallase mejor preparada, o que, cuando menos, no la pillasen cayendo del guindo. Insondables misterios del alma humana!.
Eso, o es que los AWACS se iban de asueto de tanto en tanto para equilibrar un tanto las cosas!.

Durante aquel conflicto sucedió además otro hecho: el protagonismo de los aviones VSTOL ocultó considerablemente el papel desempeñado por los helicópteros, aunque ello pudiera ser también debido a la pérdida de uno de los buques auxiliares —el AtlanticConveyor- que constituía una especie de reserva de helicópteros y, que al ser hundido, se llevo con él a las aeronaves que aun quedaban a bordo.

En bastantes ocasiones los pilotos argentinos lograron colocar bombas en los buques británicos. Lo que sucedió es que fueron muchas las que no explotaron debido a la circunstancia de no haber tenido tiempo o recorrido suficiente para armar su espoleta. De haber explotado todas ellas como correspondía, el numero de pérdidas británicas hubiera sido más alto.

Conclusión
La guerra de las Malvinas puso de manifiesto que en una moderna guerra naval, es decir misilistica y electrónica, el país que posea un mayor nivel de tecnología propia suficiente, actualizada e importante lleva las de ganar.

Los pilotos argentinos demostraron un ardor combativo y una habilidad que a priori muy pocos les suponían. De hecho, acarrearon un nivel de pérdidas navales a los británicos muy superior a las que se estimaron en un primer momento podían suceder; tantas y de tal calibre que hubo momentos que los asaltantes consideraron seriamente la posibilidad de un reembarco. Si aquella guerra se hubiera desarrollado normalmente —es decir con ambos contendientes recibiendo suministros regulares de armamento- se hubiera podido ver lo que finalmente sucedía, pero al acabársele la provisión de misiles Exocet a Argentina, así como casi la de aviones y pilotos, la guerra no pudo proseguir.

Y ahí es donde hubiera podido acudir en su ayuda la tecnología adecuada y suficiente, pues Exocet aun los seguía teniendo, pero en versión naval en vez de aérea. Consecuentemente, no pudo reconvertirlos a uso en aviones, y el Empleo propiamente naval quedo muy limitado por la presencia de submarinos nucleares de ataque.

De cualquier modo, las Fuerzas Armadas argentinas pueden guardar un grato sabor de victoria en aquella campaña, pues aunque de antemano sabían que iban a una casi misión imposible, salieron airosas de la prueba, poniendo en un brete considerable a la Royal Navy, en lo que cabe considerarse como del último zarpazo del otrora rugiente y poderoso león británico?. Los números, que resultan siempre ser los más ecuánimes, parecen avalar el criterio expuesto.

Respecto a las unidades hundidas, o que podrían haberlo sido, creemos interesante destacar una circunstancia sobre la que se hablado muy poco. Si el Gobierno argentino hubiese puesto en marcha Rosario un año o año y medio más tarde es bastante probable que el desembarco británico se hubiera tenido que efectuar con medios casi de fortuna, pues, como ya se ha indicado, tres de los principales buques británicos hubieran estado de baja, a punto de desguace, o entregado a India. Pero además de ello, y en este caso no era una resta sino una suma, Argentina hubiera dispuesto de alguno o varios de los submarinos de tercera generación que se construían. Y si, además de los Exocet y aviación argentina, la Royal Navy hubiera tenido que lidiar con un par o tres submarinos modernos, hubiéramos visto lo que ocurría. Al fin y al cabo, un poder puede resultar suficiente para enfrentarse a otro, tal vez a otros más, pero a buen seguro que si los unos son muchos y los otros menos, por muy poderosa que sea la fuerza menor, es seguro que acabara por sucumbir ante la cantidad mayor. Y quién dude de ello que se acuerde de la distribución de fuerzas durante la SGM.

Un último punto que justificaría en cierto modo el apoyo que algunos años más tarde le prestó el Reino Unido al ex presidente Pinochet en sus horas más bajas, y aun más en concreto Margaret Thatcher, cuando aquel luchaba denodadamente para soslayar o eludir la acción de la justicia. La ayuda prestada por Chile a las armas británicas parece haber sido mucho mayor de lo que se supo y admitió en su momento. Pero este es un dato al que no podrá accederse durante bastante tiempo, pues ya se ha dicho en otro lugar de este trabajo que toda la documentación pertinente se declaro confidencial por un plazo de 100 años. Posiblemente para que el lapso de tiempo transcurrido sea tanto y tal que nadie se acuerde de ello, ni tenga el menor interés en acordarse o conocerlo.

¿Alguien cree que aquello de la pérdida Albión(38) sigue siendo aún valido?.

Notas del autor:
(1) La URSS amenazo con atacar Londres y Paris con bombas atómicas; los EEUU, por su parte, fueron más sutiles y vendieron grandes cantidades de libras esterlinas con Io que dicha moneda perdió valor vertiginosamente.
(2) De todo aquello el único que supo sacar tajada -y suculenta— fue Israel, que en los años inmediatos logro 200 carros M-48; 250 Centurion Mk-III y Mk-V; 72 cazas Mirage III CJ; 3 lanchas cafioneras italianas (Ophir; Shva, Tarshish); 2 submarinos británicos de la clase S. Tanín (ex Springer) y Rahav (ex Sanguine); y, Io mejor y tal vez mas importante, un reactor nuclear francés que se instalo en Simona y que le permitió convertirse en potencia nuclear. Al propio tiempo Israel obtuvo también diversos beneficios estratégicos.
(3) Allí existe asimismo una referencia a Mosquetero, pero, si nuestra memoria no nos es infiel, con bastante menor énfasis.
(4) 11.525 km. en línea recta (7.157 millas), es decir, algo menos de Ia cuarta parte del ecuador terrestre (40.075 km.).
(5) Informe Rattenbach, así como un interesante y documentado trabajo de Claudio Basetti. Fue preparado por el teniente general  Rattenbach, el jefe militar de mayor prestigio en Argentina a la sazón en 1982, una vez acabada la guerra. Se trataba de un análisis crítico respecto a los motivos que indujeron a la pérdida de aquella contienda. El informe quedo archivado debido a que la Junta no quiso publicarlo. Falleció en 1984, a los 82 años.
(6) Las dupliciclades de denominación no son nada raro. Solo a guisa de ejemplo se puede citar la batalla de Skagerrak (según los alemanes) o Jutlandia (según los británicos). Curiosamente, en el caso de estas islas la palabra FaIK no figura en diccionarios de inglés, aunque si Falke (halcón) en los alemanes, y similares vocablos en otras lenguas. Estaría bueno que, al final, la denominación tuviese que ver con la presencia de halcones en las islas (Falkland: tierra de halcones) y que, encima, su origen fuese alemán. O en cualquier caso, no británico.
(7) Yacimientos Petrolíferos Fiscales; Se fundó en 1907 para explotar los pozos que se descubrieron en Comodoro Rivadia, en la Patagonia, en el golfo de S. Jorge. En 1986 la adquirió Repsol, Pasando a ser Repsol YPF. La ciudad de Comodoro Rivadavia- o simplemente Comodoro—•, es la más importante de la provincia de Chubut y cabecera del departamento de Escalante. Dicha zona es
Una de las cuencas más importantes de Sudamérica, con una producción diaria de 1 millón de barriles de petróleo y 6 millones de m3. de gas. Comodoro Rivadavia se halla solo a unos 970 km. de Port Stanley (600 millas).
(8) El actual aeródromo dispone de una pista de unos 900x20 m., inscritos dentro de un terreno para escape de unos 1.200x4O m.
(9) Un Fletcher de la SGM. Era el antiguo USS Cowell, DD—547.
(10) El RRS Shackleton era el anterior Arendal (1954), entre 1955 y 1983. Fue RRS Shackleton, entre 1983 y 1984 Geotek Beta, y Profiler entre 1984 y 1992. A partir de entonces fue el MV Sea Profiler siguiendo aún en servicio. El acrónimo RRS significa Royal Research Ship.
(11) Fueron YPF y Gas del Estado, como ya se ha referido.
(12) En 1970 se descubrieron los yacimientos del mar del Norte, en 1973 se produjo la guerra del  Yom Kippur y del precio del crudo se disparó. En 1975 el Gobierno británico declaró secreto un informe crucial sobre los ricos yacimientos de petróleo del Mar del Norte. De haber trascendido el contenido, es posible que Escocia hubiera reclamado su  independencia. Más al respecto se lee en http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/temeroso_londres_independencia_oculto_informe_634394.htm
(13) Aunque sean temas que no siempre se citan como causa del posible interés que despiertan las Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur, no debe olvidarse que su posición geográfica confiere derechos sobre el Continente antártico y, a su vez, el control de las Malvinas proporciona una excelente posición estratégica a su ocupante sobre el cruce austral y su trafico marítimo.
(14)¿Alguien recuerda la máxima de Lord Palmerston Inglaterra no tiene enemigos ni amigos, únicamente tiene intereses?.
(15) Margaret Thatcher: su mandato comenzó el 4 de mayo de 1979 y duro hasta el 28 de noviembre de 1990, en que dimitió.
(16) Con el nombre de Proceso de Reorganizacion Nacional se denomino el conjunto de planes y políticas, tanto sociales como economicas, efectuadas por la dictadura militar que goberno Argentina entre 1976 y 1983, como consecuencia del golpe de estado efectuado el 24 de marzo de 1976, que depuso al gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón y coloco en su lugar a la junta militar encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas: Jorge Rafael Videla (Ejército), Emilio Eduardo Massera (Armada) y Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea). Los propios militares llamaron asi al proyecto político que iban a realizar durante todo su Gobierno.
(17) Merece destacar que durante aquel tiempo el sentido de circulación cambio en las islas, pasando del izquierdo -•tipico británico— al derecho. La medida fue una de las primeras en implantarse una vez realizado el desembarco argentino.
(18) http://es. wikipedia.org/wiki/Guerra _de_Ias MaIvinas
(19) Chile tomo unas medidas que no pueden llamarse en absoluto amistosas: desde complicar la situación del canal de Beagle, lo que obligo a Argentina a anclar un cierto número de tropas, hasta permitir a los británicos utilizar suelo chileno de base desde la que cometer actos de guerra. Además, al parecer, medios aéreos de la Royal Navy (RN) fueron autorizados a operar desde Chile y repintados con su librea militar.
(20) El TIAR se conoce también como Tratado de Rio. Es un pacto de defensa mutua interamericana que se firmo el 2 de septiembre de 1947 en la ciudad brasileña. El área definida como radio de acción es todo América y la correspondiente franja costera de 300 millas: por el Norte, Alaska, Groenlandia, zona ártica, e islas Aleutianas; por el Sur, las regiones antárticas, los islotes de San Pedro y San Pablo y la Isla de Trinidad. Sin duda, la consecuencia más curiosa de la firma del TIAR fue la desmilitarización de Costa Rica en 1948, ya que consideró que su firma constituía per se una garantía suficiente de defensa. Dios proteja la inocencia!
(21) Las seis más conocidas son:
1.- Si algo puede fallar fallará.
2. -De entre todo aquello que pueda ir mal, irá mal lo que más inconvenientes cause.
3.- Las cosas abandonadas a sí mismas, iran siempre de mal a peor.
4.-Lafatalidad ayuda a los defectos, por muy ocultos que estén.
5.- Si parece que todo va bien, obviamente nos estamos olvidando algo.
6.- Falle lo que falle, siempre hay alguien que lo sabía de antemano. Además existen diversos corolarios.
(22) Dos tipos TR 1400 y cuatro TR 1700. Los dos Salta (Tipo209/ 1200) y los Guppy hicieron cuanto pudieron, habida cuenta que se hallaban ante una de las mejores y más experimentadas flotas antisubmarinas de la historia.
(23) A pesar de Ia absoluta confidencialidad existente al respecto —el gobierno inglés decretó 100 años de total secreto— se cree que fueron la HMS Broadsword (F-88) 9 la HMS BnilIant (F-90).
(24) Antiguo USS Cathsh (SS-339). Originariamente era de la clase Balao que se reconvirtió a Guppy IIA y fue cedido a Argentina en 1981.
(25) El helicóptero procedía de la fragata HMS Antrim y usó cargas de profundidad de la II Guerra Mundial, de las que una obligó al submarino a salir a superficie. El buque no había carenado desde hacía 20 años, no podía disparar torpedos ni sumergirse a cotas variables, únicamente a una. Finalmente lo atacaron con misiles AS-12 pero éstos no estallaron. Fue abandonado y se cree que aún hoy quedan restos alli.
(26) El crucero era el antiguo USS Phoenix (1939) y los destructores dos FRAM II, originariamente DD de la clase Allen M. Sumner.
(27) Se dice que la orden partió finalmente de la propia Margaret Thatcher.
(28) Al parecer el Mk-8 mereció más crédito que el Tigerfish, lo cual no habla muy a favor de éste.
(29) Se trata de la clásica bandera pirata. Con la calavera y dos tibias. Se considera símbolo de victoria en la Royal Navy desde últimos del siglo XVIII.
(30)¿Alguien se acuerda de las leyes del tribunal de Nuremberg?.
(31) Como aquel que reza: Cuando yunque, yunque; cuando martillo, martillo.
(32) En 1988, Daniel McCann, Mairead Farrell y Sean Savage murieron abatidos por un comando de las SAS que dispararon contra ellos en Gibraltar, al tomarlos por posibles terroristas del  IRA, y casi sin darles ni el alto. Cuando el tema se debatió en el Parlamento, la Dama de Hierro dijo: Había un problema y se resolvió.
(33) Al fin y al cabo el TIAR seguía estando vigente.
(34) Ver: http://maps.googIe.es/. Permite obtener vistas vía satélite de todo el mundo y a escalas bastante grandes.
Evidentemente, ni son en tiempo real ni de una gran definición, pero a partir de ellas cabe conjeturar lo que en posible ver en aquel momento... o lo que hoy puede conocerse a partir de cualquier satélite espía.
(35) Airbome Warning & Control System, sistema espía electrónico de largo alcance y gran efectividad. Cada avión E•3 Sentry ve literalmente cuanto ocurre en un área de 300.000 km2 (120.000 millas2.), unos 500x500 km.
(36) Según James Adams, experto de defensa del The Sunday Times a la sazón.
(37) Rendez-vous: La psychanalyse de Fzancois Mitterrand;  Ali Magoudi.
(38) Lo de Albién parece lo utilizaban los griegos y romanos para referirse a la isla de la Gran Bretafia debido a la blancura de los acantilados de Dover. Al parecer quien primero utilizó dicha expresión fue el navegante y matemático griego Piteas. Pero se cree que éste Io obtuvo del celta. Otra teoría dice que procede del gaélico Alba, de cuyo genitivo Alban derivaría. Lo de pérfida es más moderno. Se dice que quién primero lo usó fue Napoleón. Actualmente la expresión se usa mas en aspectos deportivos que no políticos.

Fotografías por orden de aparición:
•Submarino nuclear de ataque británico semejante al "Conqueror". Por detrás suyo la fragata "Northumberland” (foto colección Enric Oliver).
•Una vista de Port Stanley (foto colección Camil Busquets).
•El crucero "Generul Belgruno”, abarloado a él su gemelo "9 de Julio”, ambas antiguos cruceros ligeros de la US Navy de lu clase "Brooklin" (foto colección Ramírez Galván).
•La visita de la fragata "Sheffield" a Barcelona —y la presencia en el alerón del puente de cierto armamento misterioso, circunstancia aireada por la prensa especializada— levanto una considerable polvareda política (foto colección Camil Busquets).
•Un Douglas A4—Q "Skyhawk" de la Armada Argentina preparandose para ser catapultado a bordo del portaaviones
"25 de Mayo" (foto cortesía Alfredo López; SRM Spain).
•Montaje séxtuple de misiles "Seawolf". Pese a su muy cacareada efectividad, su papel no "sonó" demasiado en las Malvinas (foto colección Camil Busquets).
•El buque de aprovisionamiento "Fort Austin" durante una visita al puerto de Barcelona un tiempo después de aquella campaña (foto colección Camil Busquets).
•Fragata HMS "Andromeda" única de la clase "Leander"/subgrupo "Seawolf" en las Malvinas, en el momento de llegar a Barcelona. (Foto colección Camil Busquets).
•El "25 de Mayo" navegando durante unos ejercicios.(foto colección Leo van Ginderen).
•Buque de desembarco HMS "Fearless” zarpando de Barcelona. Junta con su gemelo "Intrepid", pudo combatir en Malvinas por el canto de un duro, pues su baja y desguace ya estaba programado (foto Camil Busquets).
•El HMS "Sir Percivale", otro de los buques británicos presentes en Malvinas, durante unos ejercicios de la OTAN en 1993 en aguas de Cerdeña (foto colección Camil Busquets).
•El "Sea Cat" britanico fue uno de los primeros misiles CIWS de la historia. El papel que hizo en las Malvinas resultó, al parecer; algo controvertido, un eufemismo para ser caritativos. La Royal Navy ya no lo emplea (foto colección Camil Busquets).
•A las Malvinas acudieron dos cazaminas, el HMS "Ledbury" —en la foto- y el HMS "Brecon". No consta que tuviesen excesivo trabajo en aquellas aguas (foto colección Enric Oliver).
•La fragata HMS "Brilliant" llegando a Barcelona en septiembre de 1994, doce años mas tarde de su participación en las Malvinas. En tal ocasión ya no estaba provista del LDS, aunque le quedaban algunos restos de su posible instalación (foto colección Camil Busquets).
•Portaaviones "25 de Mayo" amarrado a su base (foto colección Ramírez Galván).
•El HMS "Invencible" zarpando del puerto barcelonés unos años más tarde del conflicto. El insistente rumor de haber sido alcanzado por un misil o una bomba pareció verosímil a raiz de llegar dos meses tarde a Portsmouth y con un aparatoso "parche" en un costado (foto Camil Busquets).
•A las Malvinas acudieron das caza minas, el HMS "Ledbury" —en la foto- y el HMS "Brecon". N0 consta que tuviesen excesivo trabajo en aquellas aguas (foto colección Enric Oliver).

Descubrieron que, antes de la guerra, Inglaterra estudió ceder a nuestro país un puerto naval en las islas Malvinas

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El Reino Unido estudió la posibilidad de facilitar a la Argentina un puerto naval en las Malvinas apenas unas semanas antes de la ocupación argentina de las islas el 2 de abril de 1982, según unos documentos desclasificados.

Estos textos muestran la aparente idea que circulaba en el Ministerio británico de Exteriores de alcanzar algún tipo de acuerdo con la Argentina puesto que al parecer este país buscaba un puerto naval en el sur por razones estratégicas.

El Servicio Mundial de la BBC en español tuvo acceso a estos documentos, desclasificados cuando las relaciones anglo-argentinas atraviesan por momentos muy bajos por la insistencia de Buenos Aires en reclamar la soberanía de las Malvinas.

La posible entrega de un puerto fue estudiada por Londres a partir de los contactos que la embajada británica tenía con sus colegas chilenos y que indicaban que la Marina argentina buscaba un puerto más al sur de Puerto Belgrano, según los documentos.

El 5 de marzo de 1982, David Joy, representante de la embajada británica en Buenos Aires, informó a sus superiores -a partir de contactos con su colega chileno Raul Schmidt- que el puerto argentino de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, no satisfacía a los militares argentinos porque creían que era sometida a la vigilancia del espionaje chileno, según los textos.

Por ese entonces, las relaciones entre Chile y Argentina no atravesaban por un buen momento debido a la disputa -pocos años antes- por la soberanía de las islas Lennox, Picton y Nueva, en el canal de Beagle.

"Después de todo, si todo lo que ellos (los militares argentinos) quieren es una base naval, bien podríamos acomodarla", apuntaba la nota enviada por el diplomático británico.

El diario The Times dice hoy que estas revelaciones dan credibilidad a quienes argumentaron el Foreign Office no tenía interés en las islas y quería "apaciguar" a la Argentina.

Tras la ocupación de las islas, el entonces ministro británico de Exteriores, Peter Carrington, presentó su dimisión al no haber advertido las verdaderas intenciones de los militares argentinos.

Antes de la guerra, el Reino Unido había cerrado su centro de investigación antártico en las Georgias, reclamadas por Argentina; retiró del Atlántico Sur el buque antártico Endurance y, lo más alarmante, suprimió el estatuto de plena ciudadanía británica a los habitantes de las islas, recuerda hoy The Times.

La guerra entre Argentina y el Reino Unido terminó con la rendición de los militares argentinos el 14 de junio de 1982. (EFE)

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