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Channel: Conflicto de Malvinas
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El posible ataque al HMS Hermes

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¿Fue alcanzado el HMS Hermes en la guerra de las malvinas?
Particularmente siempre he pensado que si. Ademas creo que es una evidencia que Australia renunciase a comprar el portaviones cuando antes de la guerra ya estaba el acuerdo suscrito.

Aqui esta un relato del ataque de los dos Super Etendard


El empleo de los aviones de exploración Neptune facilitó la localización de blancos enemigos que luego podrían ser atacados. En el mapa puede apreciarse la derrota (el curso) seguido por el avión el 4 de mayo, día en que detectó la posición de parte de la flota británica.


Se captaron un blanco grande, seguramente un portaaviones y tres blancos medianos. El curso errático del avión explorador (cambios de dirección aleatorios cuando descendía a baja altura), era la forma de evitar un posible ataque de aviones o buques de la Fuerza de Tareas (Task Force).

 
De la Base Aeronaval Río Grande despegaron dos Super Etendard, armados con un Exocet cada uno, efectuaron un reabastecimiento con apoyo del Hércules KC-130 al mando del Vice Comodoro Pessana. La operación recibía el apoyo aéreo de dos escuadrillas de Dagger situadas a 20.000 pies, armados con misiles aire - aire y un Lear Jet del Escuadrón Fénix actuaba, como siempre, en misión de diversión. Concluída la operación, los Super Etendard prosiguieron hacia las coordenadas dadas por el avión explorador Neptune, aún volando a 4500 metros. Luego descenderían para ingresar en la zona muerta del radar y evitar ser detectados por los británicos.


 
Cuando los SUE estaban volando al ras del agua, próximos a las coordenadas especificadas por el Neptune, recibieron un mensaje de ese avión, confirmando un blanco grande y dos medianos en 52º33’ Sur y 57º40’ Oeste y otro blanco mediano en 52º48’ Sur y 57º31’ Oeste. En otros términos, el último buque distaba de los primeros unas 30 millas. Prosiguieron hacia esas coordenadas siempre al ras del agua, luego de recorrer unas millas más, se elevaron unos metros para salir de la zona muerta del radar británico y realizar barridos con el propio para localizar el blanco. Ambos pilotos detectaron un blanco grande y tres medianos, "engancharon" sus Exocet al blanco grande y cuando estuvieron a unos 50 km lanzaron los misiles.

 
Los ingleses declararon, más tarde, que se había atacado al HMS Sheffield con un Exocet y que otro misil había pasado de largo frente a la Fragata Yarmouth. Ambos misiles fueron apuntados al blanco grande, es decir tenían las mismas coordenadas. El Exocet, entre sus muchas habilidades, tiene la posibilidad de cambiar de blanco si no encuentra su objetivo en la ruta especificada, pero tiene también espoletas de proximidad que lo hacen detonar si pasa muy cerca del buque sin llegar a impactar en él. Estas y otras características más del misil, permiten concluir que es sumamente difícil que un misil impacte en un buque y el restante pase de largo frente a esa u otra nave, sin haber cambiado de dirección al no encontrar nada en su ruta inicial o explotar por sus expoletas de proximidad. Son varios los especialistas que sostienen que el blanco grande fué impactado y que se trataba del portaaviones Hermes. Hecho que sería compatible con la escasa actividad de éste luego del 4 de mayo.




¿Blanco en el Hermes?

En todos los casos, se habló siempre de tres blancos medianos y uno grande. Tanto el Neptune como los Super Etendard, confirmaron ecos de ese tipo en sus pantallas. La declaración oficial británica indicaba que se había impactado al “HMS Sheffield”, pero si eso fuese correcto y efectivamente el buque “grande” impactado era el Sheffield, entonces los otros tres ecos medianos deberían tener un tamaño aproximado a la mitad del eco grande. Como el Sheffield tenía aproximadamente 120 metros de eslora (largo), la única posibilidad de que ése fuese el blanco grande sería que los otros tres buques no superasen los 50-60 metros, pero lo interesante del caso es que la flota no poseía en la zona del conflicto buques de 50 metros de eslora. Teniendo en cuenta que un portaaviones del tipo Hermes tiene una eslora de aproximadamente 200 metros y que los destructores y fragatas oscilan entre 120 y 100 m, es mucho más razonable suponer que un blanco grande (200 m) sea escoltado por dos blancos medianos (100 a 120 m). Se sabe que ambos Exocet se dispararon al blanco grande. Es muy poco posible que por las características técnicas de este misil falle uno, pero es altamente improbable que de dos misiles dirigidos a un mismo blanco fallen ambos.

La posición Argentina se evidencia, por lo tanto, como mucho más sólida, es decir, el blanco impactado fue realmente el portaaviones HMS HERMES y no el Sheffield.



¿Por qué entonces los británicos declaran que el buque destruído fue el Sheffield?
Lo más factible es que, en realidad, el Sheffield habría sido atacado por la Fuerza Aérea Argentina el primer día de combates. Al ser impactado el Hermes se blanqueó la destrucción del Sheffield y se ocultó la avería del portaaviones, que representaba un revés muy serio para la flota. La marina británica se consideraba invulnerable... ¿cómo entonces un portaaviones era seriamente averiado?... Tal vez no basten dos Exocet para hundir a un portaaviones, pero seguramente los daños producidos en su "obra muerta" por dos misiles de estas características deben ser de consideración.


Para la supuesta invulnerabilidad de la flota era inadmisible que se reconociera lo ocurrido, además de que una noticia de esas características sería causal más que suficiente para que la OTAN exigiera a la Primer Ministro el regreso de la flota, y así evitar desguarnecer a los países europeos frente a la amenaza soviética. Por algún motivo, el Gobierno Británico ha impuesto el Secreto de Guerra sobre todo lo ocurrido en Malvinas. Muy probablemente porque en este caso y en otros que sucedieron después, sería catastrófico evidenciar que la flota británica no presentaba la fortaleza que se creía, además de perjudicar muy severamente los intereses políticos de Magaret Hilda Thatcher. 


www.forum.paradoxplaza.com 

La Policía Federal Argentina durante el conflicto

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Antes de 1982 la policía había adquirido 4 BO-105 A en 1972,3 BO-105CBS,de fuselaje alargado equipadas con motores Allison 250C-20B de 420hp cada uno, entre 1979-82,un avión Guaranì biturbohélice, equipado con Turbomeca Bastan de 1013hp,matrìcula LQ-JXN, hasta 1981 que fue vendido a la Fuerza Aérea, en 1975 un avión Cessna 206(LQ-BAD)hasta 1981 y en 1979 se adquirió un Citation II(LQ-MRM).La misión de éste escuadrón aéreo va desde la fotografía aérea, rescate y apoyo, estudios aéreos, vigilancia, misiones sanitarias, apoyo a las comunicaciones, control de disturbios. Los BO-105 están equipados con GPS y modernos sistemas de mando y son usados como patrulla, misiones, sanitarias y transporte. Los BO-105 y el Citation I los usan para traslados vip y enlace rápido.

Aeronaves en servicio antes de la guerra
2 Bell TH-13T (AE-391/392)
2 Bell OH-13H (AE-396/397) entregados por el EA en 1981 y fueron devueltas en 1983 luego de permanecer sin incorporarse al servicio
4 BO-105 A (LQ-LAP/LAR/LAS/LAT) adquiridos en 1972
1 BO-105CBS (LQ-MMS) adquirido en 1978 y 1 (LQ-AOF) adquirido en 1981
1 Cessna Citation I (LQ-MRM) adquirido en 1978


Actuación en Malvinas
Pocos sabrán que el escuadrón aéreo tuvo una importante actuación en el conflicto; la legislación de Argentina prevé que todo piloto comercial o privado puede ser movilizado, al igual que todos los aparatos civiles que fuesen necesarios. La Policía Federal puso a disposición del esfuerzo bélico no sólo a efectivos terrestres, sino a la totalidad de sus medios aéreos.

2 BO-105CBS y 2 BO-105 A fueron enviados a distintos regimientos del EA en la Patagonia. Pintados con un esquema camuflado, estuvieron al mando de un capitán piloto del EA y recibieron las matrículas AE-301 al 304.Allì efectuaron misiones de búsqueda y rescate, reconocimiento, enlace y estaba previsto armarlos con coheteras para enviarlos a las islas. Los otros BO-105 permanecieron en Buenos Aires conformando con otros aparatos de la FF.AA.SS., una reserva operativa a disposición de los altos mandos, e incluso se previó la instalación de lanzadores de cohetes y ametralladoras, pero la posterior resolución del conflicto impidió el artillado de los BO-105.

Fue trasladado al sur, el Citation I, junto a 6 pilotos, siendo asignados dentro del Escuadrón Fénix para llevar adelante junto a otros aviones de su tipo las misiones de guiado de escuadrillas de combate de la FAA, reconocimiento, saturación de defensas y señuelo en apoyo de las fuerzas propias. Varias de las operaciones de reconocimiento implicaron un gran riesgo para el avión, incluso una desarrollada en Junio, concluyó con el derribo con un SAM Sea Dart de un Learjet que, minutos antes, había reemplazado en el sector al Citation de la Policía.

Otra versión dice que  la Dirección de Aeronavegación Oficial de la Provincia de Buenos Aires (ex- DABA) destaco a Río Gallegos al LQ-MMW y al LV-AND, afectados a las operaciones del Ejercito en el continente. Para dicha ocasión fueron repintados en verde y por lo menos el LQ-AND recibió de matricula provisional AE-710.





En el Escuadrón Fénix participaron:

C500LQ-MRMPOLICÍA FEDERAL ARGENTINAPilotos  MANTERO Aníbal O. -  DÍAZ Oscar A. -                 CANCRINI Miguel A. - ARCIDIACONO Ignacio J                                                  Mecánicos MARTÍNEZ Jorge A. - MASCARIN Ángel P.
BO-105LQ-MOAPOLICÍA DE LA PROVINCIA                               DE BUENOS AIRESPilotos FORASTIERO José A. - SOLDAN Fernando
Hughes 500LV-LOMRACA S.A. (Aeronave) - POLICÍA DE LA PROVINCIA DE SANTA FE (Pilotos)Pilotos VIÑUELAS Sergio R. - BERTOLA Oscar A.

Fuente: Alas nro. 5 y 72
Entrevista: comisario Norberto Gauderio, jefe del escuadrón (Alas 5), Juan Carlos Cicalesi y César del Gaizo (Alas 72)


Otras Fuentes:
www.gacetaeronautica.com.ar

Espero les haya gustado, cuando encuentre más información sobre la participación de dichas aeronaves durante la guerra iré actualizando la información subida, saludos

Antes de la guerra, Gran Bretaña analizó pagarle a los isleños para sacarlos de Malvinas

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Documentos secretos que acaban de ser desclasificados revelan la falta de unidad que había en el gobierno británico sobre cómo responder al desembarco argentino en las islas Malvinas en 1982 y algunos de los planes que llegaron a barajar. 

Voces de asesores, funcionarios y legisladores, a favor y en contra de la guerra. A Margaret Thatcher le recomendaron de todo, incluso que no valía la pena embarcarse en un conflicto armado con la Argentina. Así se desprende de los documentos secretos que fueron dados a conocer hoy, a casi 31 años del conflicto entre nuestro país y Gran Bretaña en el Atlántico Sur.

Las opiniones diversas sobre qué hacer con las islas calaron hondo en Downing Street. Dos asesores llegaron a proponerle a la primera ministra británica un plan para pagarles a los kelpers y que se mudaran a Gran Bretaña, Australia o Nueva Zelanda. Otro funcionario habló del temor de hacer un papelón y que eso precipitara la caída del gobierno de Thatcher.

Las conclusiones de los documentos fueron dadas a conocer por los diarios The Guardian y The Independent. Con los títulos Los papeles de Thatcher muestran las dudas que había en el corazón de Downing Street y Thatcher confidencial: la historia no contada de las Malvinas , publicaron textuales de asesores, funcionarios y legisladores que dan cuenta de cómo se vivió la situación.

Textuales

"Deberíamos conseguir que la Argentina pague una compensación a los kelpers".
"Creo que el Gobierno está loco. No queremos el lugar, de ninguna manera".
"Dejen que los argentinos tengan las Malvinas con el menor escándalo posible".
"Estamos cometiendo un gran error. Haremos que Suez parezca una tontería".
"Nadie piensa que pelearemos con los argentinos. Deberíamos volar algunos barcos y nada más".
"Un fracaso infligirá daño irreparable al Gobierno, totalmente fuera de proporción teniendo en cuenta el significado de las islas".


www.lanacion.com.ar 

Los papeles privados de Thatcher revelan la división ‘tory’ ante las Malvinas

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La unidad que el Partido Conservador de Reino UNido intentó proyectar durante el conflicto de las Malvinas de puertas afuera no existía de puertas adentro. Los papeles privados de la entonces primera ministra Margaret Thatcher, hechos públicos este viernes, revelan enormes tensiones dentro del grupo parlamentario y diferencias de opinión también dentro del Gabinete. Desde el diputado que explica que sus votantes “quieren sangre” hasta el asesor que propone que los argentinos compren las Malvinas manteniendo a los isleños o el ministro que advierte que una guerra sería “un nuevo Suez”, Thatcher tuvo que librar dos guerras en aquella primavera de 1982: una contra los argentinos y otra contra su propio partido.

Los documentos y objetos de recuerdo ahora puestos a la luz pública son los que la llamada Dama de Hierro había decidido guardar para si misma. Y van desde un recorte del muy nacionalista diario The Daily Mail en el que se pregunta si Thatcher “va a tener el estómago” de ir a la guerra hasta el borrador de una dura carta al presidente estadounidense Ronald Reagan reprochándole su ambigüedad al intentar forzar un acuerdo de paz entre británicos y argentinos.

En vísperas de la invasión y en plena escalada de la tensión en el Atlántico Sur, Reagan le envió una breve carta a Thatcher en la que le explica las gestiones que está haciendo ante Argentina para exigir “garantías de que van a mostrar moderación y no van a iniciar hostilidades”. “Haremos lo que podamos para ayudarte en esto”, acaba la carta, firmada “Sinceramente, Ron” y que es la respuesta a un mensaje urgente de la primera ministra británica de 31 de marzo.

Pero las buenas palabras de Reagan se las llevó el viento y Estados Unidos adoptó una postura neutral tras la invasión argentina que irritó y decepcionó a su amiga Thatcher. En el borrador manuscrito de una carta destinada al presidente, la primera ministra escribe: “A lo largo de mi administración he intentado ser leal a Estados Unidos como nuestro gran aliado. En su mensaje dice usted que sus sugerencias son fieles a los principios básicos que tenemos que proteger. Ojalá lo fueran, pero, ¡ay!, me temo que no lo son”, le reprocha Thatcher por sus esfuerzos a favor de un acuerdo de paz. La carta nunca llegó a enviarse en esos términos pero ella, significativamente, guardó consigo el borrador.

 
Las tensiones entre los dos mandatarios no fueron el principal quebradero de cabeza de la Dama de Hierro, que tuvo que afrontar profundas divisiones internas. Un memorando con las notas tomadas por su secretario privado durante una reunión del grupo parlamentario conservador al poco de la invasión de las Malvinas es fiel reflejo de las tensiones que había en el partido. Un ministro reconoce que tenían que haber enviado antes los submarinos nucleares. Un diputado pregunta, “¿Estamos en guerra?”, a lo que le contestan: “No tenemos obligación de declarar la guerra. No estamos en guerra” y “nunca dijimos que podíamos defender las Malvinas con éxito”.

“Tenemos que recuperarlas”, dice otro. “Las recuperaremos”, le prometen. Abundan proclamas a favor de la acción, como “tenemos que recuperar la soberanía”, o “hay que hacer un bloqueo”, “no hay que ser duros con las palabras y blandos con los hechos; hay que ser duros con los hechos”, “tenemos que declarar el estado de guerra con Argentina; ha sido un acto de guerra”, “hundid toda la flota”.

Otros, en cambio, son mucho más cautos. “Esto es como Suez”, advierte un diputado evocando la desastrosa invasión del canal junto a Francia en 1956. “Si enviamos la flota significa ir a la guerra”, advierte otro.

Las dudas de un amplio sector de diputados y ministros se reflejan sobre todo en un informe del “chief whip”, el encargado de mantener la disciplina parlamentaria, al jefe del Foreign Office. “Quizás le interese conocer la reacción general ante los acontecimientos en las islas Malvinas”, dice la introducción.

“Mis electores quieren sangre”, explica el diputado Peter Mills. “Por favor, sangre no”, opina en cambio David Crouch. El jefe parlamentario describe a un diputado como “un derrotista sin remedio” y de otro dice “está terriblemente deprimido”. Describe a tres diputados como partidarios de la mano dura pero a otros cinco que dicen que “no hay que perder la calma; tenemos que intentarlo y salir de allí sin combatir”. Otro duda de la posibilidad de obtener una victoria rápida y otro cree que las dificultades militares “son insuperables”.

“Estamos cometiendo un gran error. Va a hacer que Suez parezca algo de sentido común”, opina el ex ministro Ian Gilmour. Otro opina que el príncipe Andrés no tenía que haberse embarcado con la flota. El entonces ministro de Estado y luego político incombustible, Kenneth Clarke, y el también futuro ministro Timothy Raison “esperan que nadie crea que vamos a combatir a los argentinos”. “Deberíamos volar un par de barcos pero nana más”, opinan. Thatcher marca con dos líneas las opiniones de estos dos políticos.

Las dudas sobre la capacidad miliar británica no se ceñían solo a los políticos. Un informe del Ministerio de Defensa que evalúa en septiembre de 1981 las posibilidades de disuadir a los argentinos de actuar contra las Malvinas contempla varios escenarios posibles, desde ataques a barcos británicos en la zona a ocupación de islas deshabitadas, pequeña invasión o una invasión total de las Malvinas.

Ante esta última posibilidad, que es la acabó ocurriendo, el informe es llamativamente pesimista. Señala que enviar una fuerza lo bastante grande como para impedir esa invasión “sería muy caro” y podría “acabar propiciando lo contrario de lo que intenta impedir”. “Enfrentados a una ocupación argentina, no tenemos la seguridad de que esa fuerza pueda recuperar la dependencia. El orgullo nacional argentino probablemente exigiría una respuesta de máximos. Su ventaja geográfica y la relativa sofisticación de sus fuerzas armadas pondría nuestra propia fuerza de choque en seria desventaja”.

Y concluye: “Afrontar una invasión a gran escala exigiría fuerzas navales y de infantería con apoyo aéreo en una escala muy considerable y los problemas logísticos de esa operación serían tremendos”.

Meses después, Thatcher pareció apoyarse en ese informe para justificar en los Comunes la desprotección de las Malvinas que precedió a la invasión argentina. “En varias ocasiones en el pasado ya hubo amenazas de invasión y la única forma de prevenirla hubiera sido mantener una flota enorme cerca de las Malvinas, unas 7.000 millas lejos de su base. Ningún Gobierno ha sido nunca capaz de hacer eso, su coste y el coste de los suministros hubieran sido enorme”, se justificó en su primera comparecencia parlamentaria tras la invasión. Las notas que había tomado para preparar ese discurso están llenas de tachones, añadidos y cambios de orden en los párrafos. Una nota entre corchetes sugiere que, si le preguntan acerca de la presencia del príncipe Andrés en la flota de guerra, diga que “es un deseo expreso de la reina, el duque de Edimburgo y el propio príncipe Andrés, que si el Invincible navega, él navegue también en él”.

www.internacional.elpais.com 

La historia del "231": el primero en Malvinas

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Con la conmemoración de la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de Abril de 1982, siempre se recuerda la operación Rosario y todo el despliegue realizado por las fuerzas argentinas para recuperar las Islas; sin embargo muy pocos saben ó recuerdan que ése mismo día se llevó a cabo un helidesembarco que tuvo la particularidad de registrar la primera operación de un helicóptero argentino en las Malvinas. Para seguir conociendo muchas de las historias que aun deben ser contadas y a modo de reconocimiento de éste singular hecho, les dejo ésta historia.

La Operación Rosario, dentro de las distintas acciones militares que tenía previsto para la recuperación de las islas, incluía un helidesembarco desde el rompehielos Almirante Irizar de personal perteneciente a la Infantería de Marina y del Regimiento de Infantería RI25. El Irizar era por entonces junto al Bahía Paraíso, la única unidad naval con plataforma de aterrizaje y hangar para dos helicópteros medios. Por tal motivo se decidió utilizar ésta capacidad para realizar un movimiento de tropas que acompañaría el despliegue de las unidades anfibias. Debido a la reducida disponibilidad de los helicópteros Sea King, se decidió embarcar en el Irizar un solo ejemplar de éste modelo que seria acompañado por un SA330L Puma del Ejército. Los otros dos Sea King disponibles operarían desde el portaaviones 25 de Mayo. Una vez determinadas las responsabilidades de cada unidad, se determinó que éste helidesembarco tendría como función apoyar al Batallón de Infantería de Marina 2 (BIM2) en la toma del aeropuerto y el control de sus accesos a modo de permitir la operación de los Hércules y Fokker F-28 que integrarían el asalto aéreo (Aries 82) durante ése primer día de operaciones.




El 28 de Marzo zarpó desde la base naval de Puerto Belgrano la fuerza de tareas 40 (FT40) integrada por los transportes Isla de los Estados, Cabo San Antonio e Irizar junto con el grupo escolta con los destructores Hércules, Santísima Trinidad y las corbetas Drumond y Grandville. Al segundo día de navegación la situación climática desmejoró considerablemente generándose un temporal con vientos de hasta 85 km y oleaje que llegaba a superar los 10 metros. Esta situación provocó una considerable demora en la formación por cuanto el Irizar es un rompehielos y su casco no es apto para éstas condiciones del mar, sufriendo un problema similar el Cabo San Antonio, una unidad con un casco diseñado para operaciones de desembarco. Aunque a la tarde hubo una mejora transitoria, una nueva zona de baja presión se hizo presente desatando un nuevo temporal de mayor intensidad el cual llegó a registrar ráfagas de viento del orden de los 90 nudos (167 km/h) tal como reflejó el anemómetro del Irizar. 


El viento sumado al enorme oleaje literalmente azotó a todas las unidades navales, pero en especial al Cabo San Antonio y al Irizar por las razones ya mencionadas. Ambas tripulaciones adoptaron todas las medidas necesarias para asegurar la enorme cantidad de vehículos y equipamiento que transportaban -buena parte en sus cubiertas- para que los mismos no sufrieran daños ante semejantes condiciones del mar. Aún así en el hangar del Irizar la situación se complicó. El Sea King dispone de 24 puntos de fijación que le permitieron mantenerse inmune a los constantes rolidos y cabeceos del Irizar, sin embargo el Puma por diseño, no dispone de tantos puntos de fijación y el permanente movimiento del barco ocasionó que uno de los tensores (una cadena de acero) se había cortado provocando el colapso del tren de aterrizaje, daños en las palas del rotor principal y rotura del tanque de combustible. Sin posibilidad alguna de reparación todo el peso de las misiones previstas recaería en el Sea King 2-H-231.

El 2 de Abril, a las 7:00 horas el Irizar se posicionó al Sur del Faro San Felipe y dio inicio a misión. El “231” embarcó infantes de marina y despegó desde la cubierta a las 7:27 hs. Tras unos 7 minutos de vuelo, aterrizó en la cabecera oeste del aeropuerto a las 7:34 hrs. convirtiéndose así en el primer helicóptero argentino en aterrizar en las Islas Malvinas. Al mando de la aeronave se encontraba el capitán de corbeta Barros secundado por el Teniente de Navío Iglesias. Tras desembarcar las tropas regresó al Irizar para volver a embarcar efectivos, realizando el segundo vuelo también al aeropuerto pero en ésta oportunidad por el Este. Aunque no ha podido ser confirmado, el “231” recibió fuego por parte de tropas inglesas pero sin alcanzarlo.


Ese especial día, el “231” realizaría nada menos que 18 vuelos entre el Irizar y la zona del aeropuerto, sumando 8 horas de vuelo y transportando 197 efectivos, 8 tambores de combustible JP1 y una evacuación médica. A la tripulación mencionada se alternó en los mandos del helicóptero el teniente de corbeta Macaroni y el teniente de fragata Bradeburgo. Al día siguiente existió una pausa en las operaciones ya que el Irizar se desplazó hacia la bahía Groussac pero el 3 de Abril se reiniciaron las operaciones de helidesembarco con 17 salidas transportando carga y 174 efectivos hacia Puerto Argentino. El 4 de Abril el “231” trasladó hasta Darwin a 15 efectivos del Ejército para luego regresar a las misiones de reaprovisionamiento trasladando desde el Irizar hasta el aeropuerto 182 tambores de combustible en 20 salidas.

El 5 de Abril el Irizar apoyado por la corbeta Guerrico realizó un helidesembarco con el “231” en Bahía Fox (Estrecho de San Carlos) desembarcando 15 miembros del Ejército. Al día siguiente el Irizar abandonó la zona con rumbo a Puerto Madryn donde arribó el 7 de Abril, desembarcando el “231” para dirigirse a su base natural de operaciones, la base Comandante Espora. De éste modo concluía la participación del “231” en la Operación Rosario, realizando en total 56 salidas que sumaron más de 20 horas de vuelo y transportando 401 efectivos y gran cantidad de carga.

Pero el “231” seguiría en acción. Entre el 17 y 25 de Abril estuvo embarcado en el portaaviones 25 de Mayo conjuntamente con el 2-H-234, regresando al mismo el 28 de Abril y participando en las misiones de rescate de los náufragos del crucero General Belgrano y el Aviso Sobral, para participar el 5 de Mayo en misiones antisubmarinas. COn posterioridad fue asignado a Viedma para realizar operaciones antisubmarinas diurnas y nocturnas armado con dos torpedos Mk44, mereciéndose destacarse la acción del 27 de Mayo, cuando el “231” en condiciones nocturnas obtuvo un contacto sonar que se mantuvo firme aunque luego se perdió, siendo posteriormente confirmada la detección. El 8 de Junio se embarcó nuevamente en el Almirante Irizar el cual se dirigió a las Malvinas como buque hospital. El 18 de Junio con el arribo del Irizar a Comodoro Rivadavia finaliza la actividad del “231”.


Con posterioridad al conflicto no existen muchos registros de la actividad del “231” el cual realiza su último vuelo el 22 de Agosto de 1986, registrando para entonces un total de 2.686 horas de vuelo. La aeronave es parcialmente canibalizada hasta que en el año 2007 y con buen criterio considerando su historia, el Comando de Aviación Naval ordena su entrega al Museo de Aviación Naval para su restauración, la cual insumió casi 2 años de trabajo siendo finalmente presentado al público el 16 de Mayo de 2009, luciendo los colores utilizados durante el conflicto.

De ahora en más cuando vean al “231” en el museo o en una foto, podrán tomar conciencia que están frente a una aeronave que hizo historia, y que su casi anómima participación en el conflicto por Malvinas fue en varios casos, determinante.


www.interdefensamilitar.com

El aviso ARA Alférez Sobral en combate - Relato de su Segundo Comandante durante la Guerra en el Atlántico Sur

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Por Sergio Bazán, CN RS

Del 27 de marzo al 01 de mayo de 1982
Sábado 27 de marzo de 1982. El Aviso ARA Alférez Sobral, pequeño buque de la Armada Argentina cuya misión principal es la de llevar a cabo diversas tareas auxiliares, tales como remolques en el mar, balizamientos, apoyo a otras unidades y a las zonas costeras, etc, se encontraba en su apostadero de la Base Naval Puerto Belgrano. Su Comandante, Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca recibió una orden perentoria: Alistar el buque y zarpar de inmediato. Convocado el personal y tras rápido reaprovisionamiento la unidad partió en horas de la tarde hacia el sur. Excepto el Comandante, ninguno de los 60 tripulantes conocía la misión impuesta.

A poco de navegar, fuimos informados de la decisión de recuperar las lslas Malvinas. Si bien no integraríamos la Fuerza de Tareas directamente encargada de cumplir con esa misión, nos sentíamos igualmente partícipes ya que, de alguna manera, se nos asignaría una tarea contribuyente a la misma. Es difícil relatar la emoción vivida en aquellos días, principalmente porque parecía un sueño que, tras casi 150 años de usurpación del archipiélago, nos tocara intervenir en esa gesta.

Luego de dura travesía debido a un fortísimo temporal, arribamos a Río Gallegos el 01 de abril, fondeando frente a la ciudad.

El día 02, en formación a bordo, nuestro Comandante comunicó a la tripulación que se había consumado la recuperación de las islas. A partir de ese momento, la actividad se centró en mantener la nave en las mejores condiciones de operación, lista para acudir al lugar que se ordenara, a cumplir la tarea que fuera menester.

Transcurridos nueve interminables días otra orden llegó. Nos trasladaríamos a Puerto Deseado para efectuar un reabastecimiento y luego ocupar posición al oeste de las lslas Malvinas, sector desde donde podríamos ser enviados al rescate de las tripulaciones de aviones derribados o náufragos.

El 17 de abril nos hallábamos en la posición asignada. Según los informes que se recibían, la situación entre nuestro país y Gran Bretaña se agravaba, la tensión aumentaba y era previsible que pudieran producirse los primeros enfrentamientos. Ello aconteció poco después, el sábado 01 de mayo. A las 17.30 horas de ese día, un avión Canberra de la Fuerza Aérea Argentina integrante de una sección que se dirigía a bombardear a las fuerzas inglesas que iniciaron el ataque a las islas, fue abatido aproximadamente a 100 millas náuticas al norte del Estrecho de San Carlos.

Ante este hecho, y en cumplimiento de la orden recibida, nuestro buque se destacó de inmediato para efectuar la búsqueda y el rescate de los dos tripulantes de la aeronave. Con mar gruesa, casi sin visibilidad y con una preocupante falla en el sistema de timón, el Capitán Gómez Roca encaró resueltamente el peligro que implicaba internarse en una zona controlada por el enemigo, sabiendo que de producirse un encuentro, las posibilidades que tenía de salir airoso eran prácticamente nulas. Esa actitud decidida y valerosa, que anteponía a toda otra consideración el sentido del cumplimiento del deber y la solidaridad con los camaradas en peligro, fue apoyada con su accionar por toda la Plana Mayor y Dotación, sin excepciones.



El combate
El 02 de mayo amaneció con tiempo borrascoso. Durante la mañana un mensaje alertó sobre la presencia de un Grupo de Tareas británico compuesto por un portaaviones y seis u ocho buques de guerra, operando en el área hacia la cual nos dirigíamos.

Llegó el atardecer, y con él una infausta noticia: el Crucero ARA General Belgrano había sido torpedeado. Fue un duro golpe ya que, como es lógico, sentíamos verdadero cariño por esa nave, en la que navegaban compañeros y amigos de toda la vida; pero a medida que transcurrían las horas y nos acercábamos al punto calculado para iniciar la búsqueda, la atención se centró en el intento de salvar a los dos hombres que se hallaban a merced de las aguas.

Casi a medianoche fuimos sobrevolados por un helicóptero no identificado, ordenándose entonces cubrir puestos de combate. La aeronave se mantuvo sólo unos instantes, alejándose luego para perderse en la oscuridad.

Transcurrieron 40 minutos de atenta vigilia. Los nervios terriblemente tensos, pero nadie exteriorizó lo que sentía.

Hasta parecía que se trataba de otro zafarrancho de rutina. ... Pero había algo muy claro: El enemigo nos había descubierto y no tardaría en atacar.

Se sabía a bordo que no recibiríamos ayuda debido a que no había otros buques argentinos en las proximidades. Como tampoco apoyo aéreo, cuando menos hasta la mañana siguiente.

Como el mar estaba agitado y el violento movimiento del buque dificultaba el trabajo de los apuntadores de las armas, el Comandante decidió invertir el rumbo, de manera tal que recibiendo el oleaje por la popa nuestra unidad se mantuviera lo mas estable posible.

Así las cosas, al acercarse otro helicóptero británico el Sobral abrió fuego, entablándose el combate. El cañón de 40 y las ametralladoras de 20 mm dispararon su munición, y si bien por la oscuridad reinante y el ya mencionado rolido y cabeceo del buque, no consiguieron hacer impacto, sí lograron que la aeronave enemiga se alejara precipitadamente, tomando distancia para ponerse fuera del alcance de nuestra artillería.

Minutos más tarde el Jefe de Artillería advirtió que por estribor se divisaban destellos. Desde el puente de mando, efectivamente, se observaron también pequeñas luces.

A primera vista, el Comandante, que no perdía las esperanzas de rescatar a los pilotos buscados, expresó con entusiasmo que podía tratarse de señales lanzadas por ellos. Pero instantáneamente el particular movimiento de las luces avistadas nos indicó que en realidad eran misiles que se aproximaban.

Todo ocurrió en pocos segundos. Un misil (se trataba de la clase Sea Skua lanzados desde helicópteros Sea Lynx) impactó en la lancha, explotando y destruyéndola por completo, al tiempo que rociaba con esquirlas la superestructura.

Los tres operadores de la ametralladora de 20 mm de estribor fueron heridos. Personalmente experimenté los efectos de la explosión, siendo arrojado hacia el interior del puente, recibiendo también una esquirla en la pierna izquierda.

Otro misil pasó sobre el buque sin impactar. El Comandante ordenó abrir fuego cubriendo el sector desde el que provenía el ataque, aunque era imposible ver al enemigo debido a la oscuridad y a que éste efectuaba sus lanzamientos de misiles a máxima distancia, manteniéndose fuera del alcance de las armas del Sobral. Al ordenarse el alto el fuego, se constató que las averías no afectaban mayormente, hasta ese momento, la seguridad náutica y navegabilidad de la unidad, pero las antenas y equipos de comunicaciones resultaron averiados, por lo cual estas quedaron interrumpidas.

Enseguida se trasladó a los heridos a cubiertas bajas para su atención. Allí, en la cámara y camarotes de oficiales, el médico de a bordo había instalado su puesto de socorro y trabajaba sin pausa junto al enfermero.

Por orden del Comandante recorrí el buque comprobando que, teniendo en cuenta las circunstancias, todo estaba en orden.

El personal continuaba en sus puestos de combate, fueran estos en la sala de máquinas, las armas, los equipos de control de averías, etc.

Observé rostros que denotaban preocupación, pero todos, con disciplina y férrea voluntad, se esforzaban por cumplir de la mejor manera con sus funciones.

Al observar que los ataques se producían con misiles, el Capitán Gómez Roca apreció, acertadamente, que el lugar de mayor riesgo era la superestructura, especialmente el puente de mando.

Ante ello, con el fin de proteger a sus hombres y considerando especialmente que por la distancia a la que se encontraba el enemigo ya no sería posible combatir efectivamente con las armas propias, ordenó desalojar las cubiertas superiores y los sectores mas expuestos, quedando en el puente solamente él y los tripulantes indispensables para conducir el buque.

Esta difícil y heroica decisión, adoptada en los momentos de mayor tensión e incertidumbre, significaría luego la preservación de la vida de muchos de sus hombres, pero también su propia muerte en acción.

Al finalizar una rápida inspección del buque, y en oportunidad en que me dirigía hacia el puente para informar el resultado de la misma, sentí un agudo dolor en la pierna herida.

El médico, a quien crucé casualmente, insistió en revisarme y este hecho providencial evitó que me encontrara junto al Comandante en el preciso instante en que el enemigo atacó nuevamente (01:20 horas del día 03 de mayo).



Un misil impactó de lleno en el puente, destruyéndolo totalmente, al igual que el cuarto de radio que se hallaba directamente debajo. El palo de proa cayó y las innumerables esquirlas provocaron averías diversas en toda la parte superior y media del buque, que se estremeció como si hubiera sido golpeado por una mano gigantesca.

El sector de proa se llenó de humo y el penetrante olor de la explosión invadió los compartimientos, aumentando la ansiedad general. Allí, en el interior de la nave, la fatalidad hizo que el Conscripto Roberto D’Errico, mientras era asistido de una herida sufrida durante el primer ataque, fuera alcanzado nuevamente por una esquirla que, traspasando dos cubiertas, terminó con su vida. Ansioso por conocer la magnitud de lo ocurrido subí hacia el puente, encontrando un verdadero desastre: estaba totalmente arrasado, hierros al rojo vivo y un incendio que cobraba fuerza.

El Comandante y los que allí se encontraban habían muerto. La situación no era mejor en el cuarto de radio, igualmente destruido por la explosión, con los operadores muertos en sus puestos de combate y un único sobreviviente, el Cabo Enriquez, gravemente herido.

Al instante comprendí que me encontraba ante el cuadro que ningún segundo comandante desearía que se presente jamás, aunque esté preparado para ello y constituya ésta su principal razón de ser: asumir el comando por muerte del comandante durante el combate.

Con plena conciencia de la tremenda responsabilidad que ello implica y de la gravedad de las circunstancias, a partir de ese momento me hice cargo de la Unidad.

Al bajar del puente, el Jefe de Máquinas me informó que por averías en el sistema de timón no era posible maniobrar el buque.

Brevemente lo impuse de la situación y ordené parar máquinas. A todo esto, un grupo de control de averías combatía las llamas en los sectores afectados.

Ante la posibilidad de que otros impactos hicieran naufragar el buque, se inspeccionaron las balsas salvavidas autoinflables, comprobándose que todas estaban inutilizadas, resultado de las innumerables esquirlas que las habían perforado.

Resumiendo, la situación del buque era: timón averiado, el puente con todo el instrumental, cartas y elementos de navegación destruidos; la radio también destruida, un incendio a bordo, ocho muertos (incluido el Comandante) y ocho heridos, personal con contusiones y heridas menores y la perspectiva de recibir nuevos ataques.

A partir de entonces, una vez dominado el incendio y reparado precariamente el sistema de timón, se organizó el regreso.



Regreso al continente
Se presentaban dos alternativas: la primera, navegar hacia las Islas Malvinas, a cuya costa norte podíamos arribar en no más de 12 horas, pero correríamos el serio peligro de ser nuevamente atacados; a ello se agregaba la falta de elementos de navegación y cartas náuticas de la zona, lo que tornaría muy dificultoso recalar con cierta seguridad.

La segunda, navegar hacia el continente. En este caso, si bien persistían los riesgos antes citados, las probabilidades de que se presentaran eran menores, aunque se debería afrontar una prolongada travesía en condiciones extremas.

Decidido por esta última, se reinició la navegación, tomando en principio como guía la dirección de las olas que, sabíamos, venían del norte.

Más tarde, con la ayuda de brújulas terrestres del equipo de desembarco, en situaciones normales no utilizables a bordo por el desvío provocado por el magnetismo del buque; y con la rosa rescatada de un compás magnético destruido, colocada en la línea central del buque (crujía) entre las cadenas de anclas pretendiendo obtener alguna compensación, se logró tener una idea aproximada del rumbo. Por otra parte el cielo, completamente cubierto, impedía conocer el arrumbamiento en base a las constelaciones habituales.

Durante todo el día 03 se navegó esperando el ataque que dábamos por descontado, pero que finalmente no se concretó. Excepto los vigías, apostados al efecto, todo el personal permaneció bajo cubierta ya que no quedaban armas en condiciones de uso. El interior del buque presentaba un estado realmente precario: en el sector de proa la energía había sido cortada y todo estaba mojado como consecuencia del agua arrojada para combatir el incendio. Tampoco había calefacción ni comida caliente, por lo que el frío se hacia sentir con crudeza.

Horas después, cuando las condiciones de mar lo permitieron, se improvisó un comando en proa. Desde allí, mediante una línea de teléfonos autoeditados se daban las órdenes al timonel, ubicado en el timón de emergencia, en la sala de máquinas.

Entonces tuvo lugar un hecho que a mi entender evidencia el temple de aquella aguerrida tripulación: la Bandera de Guerra del Sobral, por la rapidez con que se sucedieron los acontecimientos no había sido retirada de su cofre y, al momento del combate, ondeaba en lo alto un pabellón de los usados diariamente. Al caer el palo, habíamos quedado momentáneamente sin pabellón. Percatado de ello, un grupo de tripulantes requirió autorización para tomar la Bandera de Guerra e izarla en el lugar más alto que fuera posible.

Concedido el permiso la Bandera se izó al tope de la pluma (brazo de grúa) de popa, en uno de los momentos más emocionantes, sobre todo teniendo en cuenta que a esas horas existían inciertas posibilidades de sobrevivir.

El 04 de mayo a las 09:00 de la mañana, utilizando un transmisor de emergencia extraído de entre los escombros del cuarto de radio, se emitió un pedido de auxilio, con muy poca confianza en su eficacia ya que el equipo estaba dañado y perforado por esquirlas. Por varias horas no obtuvimos respuesta.

Simultáneamente, con una radio portátil común se sintonizaban varias emisoras, principalmente argentinas y uruguayas. Fue justamente una de estas últimas la que dio la novedad del ataque a nuestro buque, e informaba que el Aviso Alférez Sobral había sido hundido por fuerzas inglesas. Lógica fue la desazón que produjo en la tripulación escuchar semejante noticia, al pensar el efecto que causaría en los familiares que, ansiosos, esperaban en tierra.

También se prestaba suma atención a las novedades que se daban sobre el rescate de los sobrevivientes del Belgrano, y nos llenó de euforia enterarnos del hundimiento del buque inglés Sheffield, atacado exitosamente ese día por la Aviación Naval.

A todo esto, una radio de Río Gallegos, en los habituales mensajes que se transmiten para apoyo a la comunidad en la Patagonia, incluyó uno que decía: para el señor Gómez Roca, lo esperamos en Puerto Deseado.

Este mensaje impuesto por la superioridad, que desconocía aún el fallecimiento del Comandante, dio grandes esperanzas y la certeza de que nuestro mensaje había llegado. Al menos, en tierra sabían que en algún lugar continuábamos a flote. Un nuevo mensaje, que esta vez señalaba: al señor Gómez Roca, va gente a buscarlo a la estación, dio la seguridad de que se nos estaba buscando. Después nos enteraríamos que unidades de la Aviación Naval, la Fuerza Aérea y otros buques trataron incansablemente de hallarnos, sin conseguirlo.



A partir de ese momento, cuando se navegaba en niebla cerrada, se efectuaron señales acústicas por medios diversos, como campana, silbatos y hasta disparos con fusil. Se desmontó del palo caído la sirena y, conectándola a una manguera de aire a presión se utilizó como elemento de señalación. Fueron numerosas las veces que alguien creyó ver u oír algo, como el ruido del motor de un avión o helicóptero, una luz o la línea de tierra, pero todo era producto de la imaginación; de los deseos de superar la situación. Al respecto, lo más inquietante era no saber exactamente dónde nos encontrábamos. Se había efectuado una estima, más por la precariedad de medios, adolecía de grandes errores.
Esperábamos avistar la costa continental en la tarde del día 04, pero llegó la noche sin que nada se produjera.

Con la noche también se hizo presente la incertidumbre. ¿Nos habríamos desviado hacia el norte, internándonos en el Golfo San Jorge? ¿Estaríamos retrasados? ¿Llevaríamos el rumbo correcto? ¿Qué pasaría si se desataba un temporal, tan frecuente en esa zona? A ello se sumaban otros interrogantes ya que en el supuesto caso que estuviéramos cerca de la costa, sin visibilidad y a pesar de efectuar continuos sondajes (medición de la profundidad) con sonda de mano, se corría el riesgo de colisionar con alguna roca o varar, perdiendo la nave, y quizá la vida, a pocos centenares de metros de la orilla. Por otra parte, cada minuto transcurrido disminuía las posibilidades de sobrevivir.

Durante la noche otro incendio, originado en el cableado del sistema de timón, cobró tal fuerza que puso en serio peligro a todo el buque.

Los denodados esfuerzos del personal terminaron por dominarlo, pero ya no tendríamos otra oportunidad. Se habían agotado los extinguidores y la espuma, y para combatir el fuego sólo se contaba con el agua de mar, extraída con bombas.

Ello impulsó la decisión de parar máquinas nuevamente para realizar las reparaciones y aislaciones indispensables en el cableado, esperando al mismo tiempo la luz del día.

Simultáneamente el médico informaba que las medicinas escaseaban y le preocupaba especialmente el Cabo Enríquez, muy débil por la hemorragia sufrida.

Pero la dotación continuó trabajando incansablemente. Podrían citarse numerosos ejemplos individuales, pero lo destacable fue, principalmente, el accionar de una tripulación que en la circunstancia obró como correspondía y se esperaba de ella, con idoneidad profesional, disciplina y valor a toda prueba.

Creo no equivocarme si afirmo que durante esos días nadie pensó en su seguridad personal, sino en la del conjunto. Aunque nadie lo manifestaba, la mente volaba entre nuestros hogares, los seres queridos, las alternativas de la guerra, el recuerdo de nuestros muertos y lo que ocurría a bordo.

Por fin, con la esperanza que da el amanecer, seguimos navegando

El 05 de mayo, aproximadamente a las 09:00 de la mañana se avistó la costa continental. Aún así, continuábamos sin saber nuestra posición, por lo que se navegó a prudente distancia de tierra, con arrumbamiento (dirección) general hacia el norte.

Horas después se divisó un punto en el cielo. Lanzamos luces Very (bengalas para señales) y, para alegría de todos, el objeto comenzó a aproximarse.

Se trataba de un helicóptero de la Fuerza Aérea Argentina. De él descendió un suboficial y pudimos evacuar al herido más grave, justo a tiempo para salvar su vida.

Un momento emotivo, el Aviso ARA Alférez Sobral al encontrarse con el ARA San Antonio, con la tripulación formada en cubierta cubriendo Puestos de Honores y con el pabellón al tope (en el mástil improvisado).

Más tarde el buque fue sobrevolado por un avión, también de la Fuerza Aérea cuyo piloto, con sobrevuelos rasantes, nos guió al encuentro del BDT ARA. Cabo San Antonio, el Destructor ARA. Py y un Guardacostas de la Prefectura Naval.


Fue éste otro momento tremendamente emotivo. Al pasar al costado del San Antonio nuestra tripulación formó en puestos de honores y lo propio hizo la del buque que teníamos enfrente. No hubo palabras, sólo un saludo militar. Luego, mediante lanchas se trasbordó a los heridos y con el apoyo de los buques citados seguimos hasta Puerto Deseado, atracando durante la noche, no sin antes sortear una última y difícil maniobra de entrada bajo condiciones totalmente adversas en la ría de acceso. En esta ciudad recibimos el afecto que es de imaginar, tanto de la población que brindó todo para ayudar a la tripulación después del trance vivido, como de nuestros camaradas del Ejército y de los otros buques de la Armada allí presentes.

Se efectuaron las refacciones imprescindibles, retirando deshechos del puente e improvisando otro y, luego de sentida despedida de los camaradas muertos en acción, el 20 de mayo zarpamos rumbo a la Base Naval de Puerto Belgrano, arribando a la misma, tres días después.




Epílogo
Con el objeto de reintegrar lo antes posible nuestro buque al teatro de operaciones, inmediatamente se iniciaron las reparaciones que, no obstante la premura y dada la magnitud de las averías registradas, recién terminarían en septiembre, o sea luego de finalizados los enfrentamientos.

En octubre de ese mismo año, el remozado Aviso ARA Alférez Sobral se encontraba nuevamente en la zona austral, con la misma Plana Mayor y Dotación que participara en las acciones de guerra, excepto aquellos que gloriosamente ofrendaron su vida por la Patria y su justa causa:

Capitán de Corbeta Sergio Raúl GÓMEZ ROCA
Guardiamarina Claudio OLIVIERI
Cabo Principal Mario Orlando ALANCAY
Cabo Segundo Sergio Rubén MEDINA
Cabo Segundo Elvio Daniel TONINA
Cabo Segundo Ernesto Rubén DEL MONTE
Marinero 1º Héctor DUFRECHOU
Conscripto Roberto D’ERRICO


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¡Hundan al portaaviones!

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A fines de abril de 1982, mientras los submarinos nucleares británicos tomaban posición en el Atlántico Sur, se produjo un intenso debate sobre los medios para neutralizar la principal amenaza argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo. El submarino HMS Splendid estaba en condiciones de lograrlo. Pero la Regla de Enfrentamiento 206 se lo impedía.

Alejandro J. Amendolara es abogado especialista en Derecho de las Telecomunicaciones e investigador sobre el Conflicto por las Islas Malvinas de 1982. Ha publicado varios artículos sobre la actuación del submarino ARA Santa Fe en el diario La Nación y en la revista especializada Warship World de Gran Bretaña. Actualmente se encuentra preparando la tesis para su Maestría en Historia de la Guerra sobre aspectos del Conflicto del Atlántico Sur.


El 30 de diciembre de 1943. Los operarios del astillero inglés Cammell Laird & Co. festejaban la botadura del portaaviones HMS Venerable para la Royal Navy. Llegaría a principios de 1945 para contribuir al esfuerzo bélico aliado en los tramos finales de la Segunda Guerra Mundial. Difícilmente se hubiera podido imaginar entonces que casi cuarenta años después, ese mismo buque sería frenéticamente buscado por los periscopios de los submarinos de la propia Royal Navy para enviarlo al fondo del océano.

Durante el conflicto de Malvinas en 1982, la amenaza más importante a las intenciones británicas de recuperar las islas la constituía el portaaviones ARA 25 de Mayo –incorporado a la Armada Argentina en 1969, si bien para entonces el buque había sufrido el paso del tiempo y dificultades en su mantenimiento. Su componente aéreo, cazabombarderos Skyhawk, aviones antisubmarinos Tracker y helicópteros, enfrentaba serios problemas en su operatividad originados en el embargo de armas dispuesto por los EE.UU. pocos años antes. El desafío para los servicios de inteligencia británicos era determinar si los aviones Super Etendard, con sus mortíferos misiles Exocet, estaban operativos y si podrían utilizar el ARA 25 de Mayo para operar en alta mar. Luego de varios informes contradictorios, el Comité Conjunto de Inteligencia británico había llegado a una conclusión para el 19 de abril: los Super Etendard no podrían ser utilizados desde el portaaviones sino que se emplearían desde las bases terrestres. Con ello, la amenaza parecía reducirse. Pero aún quedaban sus aviones cazabombarderos Skyhawk A-4, con un radio de acción máximo de 500 millas náuticas, suficiente para preocupar al almirante Sandy Woodward, comandante de la Fuerza de Tareas Británica. De alguna forma, los británicos debían neutralizar el portaaviones.


Portada del diario inglés The Sun del 17 de abril de 1982, anunciando que el portaaviones ARA 25 de Mayo encabezaba la flota argentina para interceptar los buques de la Fuerza de Tareas británica.(Colección del autor)

Pocos días antes, el 12 de abril, el submarino HMS Spartan había llegado a las aguas próximas a Puerto Argentino, luego de 11 días de navegación desde su base en Escocia. Con su arribo se hizo efectiva la Zona de Exclusión Marítima (ZEM), anunciada por los británicos el 9 de abril, consistente en un círculo de 200 millas náuticas de radio a partir de un punto ubicado aproximadamente en el centro de las islas. Pero esta regla sólo se aplicaba a buques argentinos. Esta restricción sería “sin perjuicio del derecho del Reino Unido de tomar cualquier medida adicional que se requiera en ejercicio de su derecho a autodefensa, en los términos del artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”, cláusula adicional que acompañaba el anuncio de la ZEM.

Dos días más tarde —14 de abril—, el comandante del HMS Splendid, Commander Roger Lane-Nott, envió un mensaje a Northwood (1) anunciando que se encontraba en posición entre las islas y el continente. Poco más tarde se le ordenó dirigirse más al norte para localizar al ARA 25 de Mayo.

La Royal Navy presionaba al Gabinete de Guerra para tener Reglas de Enfrentamiento (2) más flexibles. Los submarinos nucleares (SSN) no podían atacar buques de superficie a menos que fuera en defensa propia, pero sí a submarinos convencionales que fueran detectados. El Gabinete de Guerra se reunió en la mañana del 22 de abril y discutió que si se decidía interceptar al grupo del portaaviones con uno de los submarinos, a éste le tomaría unas 36 horas para llegar a la posición estimada. Entonces, se consideró que como no podía ordenarse un ataque sobre el portaaviones con las reglas de enfrentamiento existentes, no tenía sentido emplear un SSN sólo para exploración. Pese a ello, el 23 de abril, el HMS Splendid detectó el portaaviones navegando hacia el sur a pocas millas de la costa desde su base de Puerto Belgrano. Como el submarino se encontraba muy alejado de la ZEM, no podía atacarlo. Inmediatamente transmitió un mensaje para obtener el cambio en las Reglas de Enfrentamiento y así atacar al buque. Al recibir el rechazo de su pedido, el comandante del submarino recuerda: “Fue un momento extremadamente frustrante. Realmente pensé que lo tenía”. El HMS Splendid debió abandonar el contacto. Ese día se envió un mensaje de advertencia al gobierno argentino, difundido ampliamente en los medios: El Gobierno de Su Majestad desea dejar en claro que cualquier aproximación por parte de buques de guerra argentinos, incluyendo submarinos, embarcaciones auxiliares o aviones militares que puedan constituir una amenaza e interferir con la misión de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur, se enfrentarán a una respuesta adecuada. 


(1) Cuarteles de las Fuerzas Armadas Británicas para el planeamiento y conducción de operaciones militares de ultramar.

(2) Reglas de Enfrentamiento: Directivas emitidas por la autoridad política/ militar competente que determinan las circunstancias y limitaciones bajo las cuales las fuerzas propias inician y/o continúan el combate contra otras fuerzas enfrentadas.

Ante la proximidad de la Fuerza de Tareas a las Malvinas y los nuevos informes de inteligencia, el día 24 se ordenó nuevamente al HMS Splendid realizar exploración y prepararse para acciones ofensivas contra el portaaviones. El 26 de abril, a la altura de Comodoro Rivadavia, el HMS Splendid avistó a dos destructores argentinos, el ARA Hércules y el ARA Santísima Trinidad, navegando hacia el sur a lo largo de la costa argentina, acompañados de tres fragatas armadas con misiles Exocet. Luego de una persecución de 24 horas, inexplicablemente, recibió la orden de suspender la persecución para ir a buscar el portaaviones más hacia el norte. “No podía entender por qué querían que me alejara de los escoltas, cuando en el curso normal —por definición— el portaaviones debía reunirse con ellos o viceversa”, manifestó Lane-Nott. Ese mismo día se presentó en Chequers (3) la necesidad de preparar específicamente un ataque sobre el portaaviones. Todos los ministros coincidían en que resultaba esencial proteger a la fuerza anfibia de desembarco en el momento de máximo peligro. El primer paso era el cierre de la pista aérea de Puerto Argentino para evitar que cualquier aeronave pudiera interferir en un desembarco.

El ARA 25 de Mayo quedaría entonces relegado para un delicado segundo paso. En esa reunión del Gabinete de Guerra, el Primer Lord del Almirantazgo, Sir Henry Leach, advirtió que las defensas aéreas británicas podrían quedar muy expandidas de no neutralizar el portaaviones. John Nott, secretario de Defensa, se preocupaba por la “horrible lógica” que veía con el ataque a los aeropuertos como una movida después de aquélla. William Whitelaw, secretario de Interior, se preguntaba si la opinión pública estaba lista para el hundimiento de un portaaviones. Mientras que la Primer Ministro, Margaret Thatcher, tenía la visión de que sería más aceptable que los ataques sobre los aeródromos, que podían ser interpretados como poniendo en riesgo a civiles. Si bien Leach compartía la posición, insistió en que era esencial anular el portaaviones para la seguridad de la fuerza anfibia, y que se necesitaba hacerlo a más tardar para el 3 de mayo. Se asumió que era una decisión muy trascendente como para tomarla en ese momento, por lo que en una nueva reunión Nott debía presentar las Reglas de Enfrentamiento apropiadas por si resultaba necesario atacar al portaaviones, y sobre la posibilidad de realizar una advertencia previa al gobierno argentino.

Resultaba esencial para la seguridad de la Fuerza de Tareas británica que se tomaran medidas preventivas para neutralizar un ataque. Al día siguiente —27 de abril—, Lewin propuso un borrador que incluía: la naturaleza, alcance y tiempos de la amenaza impuesta por el portaaviones; las operaciones disponibles para el Comandante de la Fuerza de Tareas para proteger la fuerza anfibia; las implicancias de inducir la amenaza, ya sea autorizando ataques preventivos o declarando zonas especiales; las ventajas y desventajas de otorgar una advertencia de las intenciones británicas, y la acción a tomar en relación a los sobrevivientes de un eventual ataque.

(3) Residencia campestre del primer ministro británico, ubicada al sudeste de Aylesbury, Buckighamshire.

Portada del diario inglés Daily Mirror del 5 de abril de 1982, mostrando a los portaaviones ARA 25 de Mayo y HMS Invincible como los buques “en curso de colisión para la guerra”.(Colección del autor)

Entonces surgió el problema más crítico: la Regla de Enfrentamiento 206. Bajo esta regla, se delegaba la autoridad para asumir que el ataque de una unidad enemiga era el primero de un conjunto de ataques múltiples coordinados. Así, se podría atacar a todas las “unidades amenazantes” para reducir el eventual riesgo sobre la Fuerza de Tareas. El alcance del concepto “unidad amenazante” podría variar, pero en casi todos los supuestos incluía el portaaviones. Pero la regla –que aparentaba ser suficiente— sólo se aplicaba a aeronaves o buques de la Royal Navy, no a los submarinos.

El día 28, el Gabinete de Guerra recibió un informe que describía la amenaza del ARA 25 de Mayo: Los argentinos tienen un portaaviones viejo. De todas formas, puede llevar de 7 a 9 Skyhawks y, posiblemente, hasta 5 aviones Super Etendard. Ambos tipos de aeronaves tienen capacidad para montar ataques aire superficie y aire-aire a una distancia de 400 millas del portaaviones. Los 6 aviones Tracker pueden realizar operaciones de vigilancia hasta 500 millas del portaaviones, otorgándole la capacidad para dirigir otras unidades aéreas o navales hacia posiciones de ataque, al igual que emplear en ofensiva sus aviones propios.

La mejor defensa era “neutralizarlo”, atacándolo en alta mar donde quiera que estuviera. Pero, mientras el ataque en alta mar brindaba la “más económica y certera perspectiva de neutralizar la amenaza”, el Ministerio de Defensa reconocía que sería difícil de establecer la “base legal para semejante acción, y que la reacción a ello podría ser perjudicial”. La recomendación era para la decisión de hundir al portaaviones una vez que una unidad argentina atacara. Ese mismo día, con la imposición de la Zona de Exclusión Total (ZET), llegaron las nuevas Reglas de Enfrentamiento. Se dividió la ZET en cuatro cuadrantes y se ordenó su patrulla a los tres submarinos en el área. Ningún submarino podría ingresar en las áreas asignadas a los otros, salvo que estuviera en “persecución caliente” de un buque enemigo. Para la tarde del 30 de abril, se reunió nuevamente el Gabinete de Guerra, esta vez con un asesor legal del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Éste dijo que cualquier amenaza debía ser demostrable. Sólo podía usarse la fuerza si el portaaviones estaba lo suficientemente cerca para montar un ataque aéreo. El Jefe de Estado Mayor de Defensa, Sir Terence Lewin, cuya visión era cercana a la de Leach, argumentaba como peor caso que el portaaviones podría cubrir 500 millas en un día y que además llevaba aviones con un radio operativo de 500 millas, con lo que siempre estaría en condiciones de amenazar a la Fuerza de Tareas. “Tuvimos cierta dificultad en persuadir a los ministros que el 25 de Mayo era un buque con cañones de 250 millas de alcance”, escribiría más tarde Lewin. Así, el Gabinete entendió que resultaría suficiente la advertencia abierta del 23 de abril para que los argentinos no interfirieran con la misión de la Fuerza de Tareas, con lo que prevaleció la visión de Lewin.

Portada del diario inglés The Sun del 16 de abril de 1982, con el titular “Aquí viene el enemigo”, con expresiones del Ministerio de Defensa británico sobre “indicios que sugieren que la flota argentina navega al sur”.(Colección del autor)

De este modo, el Gabinete de Guerra decidió cambiar las Reglas de Enfrentamiento para permitir a todas las fuerzas atacar al portaaviones fuera de la ZET —incluyendo los submarinos nucleares—, aun si no hubiera habido un ataque previo sobre la Fuerza de Tareas, excepto que estuviera al norte del paralelo 35° S y al oeste del meridiano 48° O (en triángulo con la costa de Uruguay), o dentro de las 12 millas de la costa argentina. Nott expresó más tarde que “ya le habíamos dado al almirante Woodward las reglas de enfrentamiento, permitiéndole atacar al portaaviones argentino 25 de Mayo donde quiera que lo encuentre, dentro o fuera de cualquier zona de exclusión”. Si el portaaviones era detectado, su suerte estaría echada.

Temprano en la mañana del 1° de mayo, se recibió un nuevo informe de inteligencia sobre la posición del ARA 25 de Mayo, con lo que desde el Cuartel de Northwood se emitió un mensaje de radio al Splendid y al Spartan para buscar el portaaviones. Por problemas en sus comunicaciones, el Splendid no recibió inmediatamente el mensaje. Por su lado, si bien el Spartan recibió el mensaje, su comandante, Commander James B. Taylor, asumió que el portaaviones se encontraba en el cuadrante del Splendid, con lo que se inhibió de dirigirse a la posición estimada. El portaaviones argentino —sin saberlo— se escabullía una vez más. Ante la ausencia de noticias sobre la posición del portaaviones, Woodward ordenó que sus aviones intentaran la búsqueda. A las 03.30 de la madrugada del 2 de mayo despegó uno de los Sea Harrier, piloteado por el Flight Lieutenant Ian Mortimer, del 801 Squadron a bordo del HMS Invincible, quien, a 200 millas al noroeste de la Fuerza de Tareas, había encontrado con su radar lo que aparentaba ser el ARA 25 de Mayo y sus buques escolta, regresando apresuradamente al portaaviones. Entonces, Woodward concluyó —acertadamente—, que el grupo del portaaviones estaba planeando un ataque al amanecer.

En efecto, en el ARA 25 de Mayo se estaban alistando las aeronaves para realizar un ataque al amanecer —si bien la misión se canceló poco después y el buque y sus escoltas pusieron proa hacia el continente—.

Pero, esto era sólo la mitad del problema. El grupo del crucero ARA General Belgrano que se aproximaba por el sudoeste era la otra mitad de la amenaza. La única opción que se presentaba a los británicos era eliminar uno de los brazos de la pinza. La elección recayó sobre el crucero, perseguido silenciosamente por el submarino HMS Conqueror, al mando del Commander Chris Wreford-Brown. Woodward remarcó: “Me encuentro obligado a decir que, si aun el Spartan hubiera estado en contacto con el 25 de Mayo, hubiera recomendado en la forma más enfática posible de atacar ambos esa noche”. Ese mismo día 2, en una reunión informal en Chequers de la mayoría de los miembros del OD (SA) (4), siguiendo una revisión previa de la situación por los Jefes de Estado Mayor, se cambiaron las reglas para “permitir ataques sobre cualquier embarcación naval argentina en alta mar”, tal como el 30 de abril se había acordado sólo para el ARA 25 de Mayo. El destino del Belgrano quedaba así sellado.

(4) OD (SA): Defense and Oversea Policy Committee, Subcommittee on the South Atlantic and Falkland Islands.

Submarino HMS Splendid (S106), de la clase Swiftsure, botado en octubre de 1979. Foto autografiada por Cdr. R. C. Lane-Nott. El submarino zarpó de su base de Faslane hacia el sur el 1° de abril de 1982.


“Existía una clara amenaza militar de la cual no podíamos hacer caso omiso sin pecar de irresponsabilidad”, manifestó Thatcher. “Fue una de las decisiones más fáciles de toda la guerra”, expresó Nott. La decisión se tomó tan sólo dos horas antes de que comenzara en Washington la reunión entre el Secretario de Relaciones Exteriores, Francis Pym, y Alexander Haig, quien le presentaría a aquél la propuesta de paz peruana. Al atardecer del 2 de mayo la amenaza había terminado. Los temores sobre la efectividad de los submarinos nucleares se habían materializado. La Flota de Mar argentina se replegó a aguas poco profundas, sin que se le presentara en el resto del conflicto otra oportunidad favorable para un nuevo ataque decisivo. El ARA 25 de Mayo, con problemas de propulsión, quedó al resguardo en aguas poco profundas, no sin antes desembarcar su componente aéreo para continuar la lucha desde bases terrestres.

La respuesta llegaría dos días después, pero desde el aire, y la víctima sería el destructor británico HMS Sheffield.


Submarino HMS Conqueror (S48), de la clase Churchill, botado en agosto de 1969. Al mando del Cdr. Lt. C. Wreford-Brown, el submarino participó de las operaciones en Georgias del Sur, para luego ser reasignado a un área de patrulla al sudoeste de Malvinas, en donde el 2 de mayo de 1982 torpedeó y hundió el ARA General Belgrano. (Colección del autor)

BIBLIOGRAFÍA
• The Official History of the Falkland Campaign, vol. II, por Sir LAWRENCE FREEMAN, Routledge, Londres, 2005.
•We Come Unseen, por JIM RING, John Murray Publishers, Londres, 2001.
• The Silent Service, por JOHN PARKER, Headline, Londres, 2001.
• Los Años de Downing Street, por MARGARET THATCHER, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,1994.
• Here Today, Gone Tomorrow, por Sir JOHN NOTT, Politico’s Publishing, Londres, 2002.
• Lewin of Greenwich, por RICHARD HILL, Cassell & Co., Londres, 2000.
• Los Cien Días, por SANDY WOODWARD, Editorial Sudamericana, 1992.


Por Alejandro J. Amendolara

Redigitalizado y recompaginado
por Marcelo R.Cimino


Interdefensa Militar Argentina


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Los aviones B-200 durante la Guerra de Malvinas

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por Claudio “Growler” Caputti

La guerra por Malvinas generó una enorme cantidad de hechos e historias que se han ido conociendo a lo largo de los años, pero aún resta mucho por conocer ya que muchas de esas historias no han tenido amplia difusión o han sido opacadas por las acciones más resonantes desde el punto de vista militar. Este parece ser el caso del accionar durante la guerra de los Beechcraft B-200 King Air del Comando de Aviación Naval (COAN), los cuales tuvieron una intensa e importante actividad, ya que por ejemplo fue el modelo que prácticamente voló durante todos los días del conflicto y llevó a cabo importantes misiones de vigilancia, reconocimiento, búsqueda y rescate, enlace, apoyo radioeléctrico, traslado de personal, etc.


La Escuadrilla Aeronaval de Reconocimiento integró el llamado Grupo de Tareas 80.1 con asiento en la base aeronaval Almirante Quijada de Río Grande (RGD) quedando formalmente conformada el día 12 de Abril de 1982 y disponiendo como material de vuelo a cuatro B-200 King Air entre los que se encontraban el 4-G-43, 4-G-44, 4-G-45 y 4-G-46 completando la dotación con dos Beech Queenair 65 conocidos como BE-80F dotados de equipamiento aerofotográfico e identificados como 4-F-21 y 4-F-22.



Controlando a los vecinos

Una de las primeras y más importantes funciones asignadas a la unidad fue el reconocimiento fronterizo de Tierra del Fuego realizando distintas misiones de vigilancia y reconocimiento tanto sobre tierra y mar. Los registros indican que se efectuaron 37 vuelos que totalizaron unas 487 horas de vuelo, debiendo destacarse algunas acciones poco conocidas. El 25 de Abril un B-200 detectó en la zona insular de la isla al patrullero chileno Castor que se encontraba en las proximidades del puesto de vigilancia y señales “Colón”, en tanto que cuatro días después el 4-G-45 localiza tres lanchas torpederas de la marina chilena en las cercanías de la Isla Nueva, en el Canal de Beagle. Los vuelos de vigilancia y reconocimiento se extendieron a todo lo largo del conflicto realizando los trayectos entre Río Grande, Ushuaia y Río Gallegos, además de los distintos patrullajes en la zona costera de Tierra del Fuego, Isla de los Estados, Cabo Vírgenes , Cabo de Hornos y Canal de Beagle.


En varias ocasiones se realizaban hasta dos vuelos diarios de reconocimiento de frontera a modo de mantener una vigilancia permanente sobre la isla de Tierra del Fuego, una zona de suma importancia para Argentina porque allí se encontraba la base de Río Grande donde operaban los Dagger, A-4Q, Super Etendard y otras aeronaves tanto de la FAA como del COAN. En tanto por el norte de la isla se encuentra el Estrecho de Magallanes próximo a Río Gallegos, otra de las bases neurálgicas de la FAA y el COAN.



También se singular importancia fueron las misiones de asistencia y apoyo al desplazamiento de distintas aeronaves del continente hacia las Islas Malvinas. En tal sentido los B-200 dieron apoyo radioeléctrico y de navegación a los desplazamientos de los Aermacchi MB-339, Beech T-34C Turbo Mentor, Short Skyvan, Fokker F-28, L-188 Electra, helicópteros Sea King, Puma e incluso a dos secciones de A-4Q Skyhawk en misiones de ataque hacia las Islas Malvinas. Cuando el conflicto finalizaba, el 5 de Junio, el B-200 4-G-43 brindó apoyo al repliegue de los dos Aermacchi MB-339 que regresaron al continente.

No menos importante fue el accionar de los B-200 durante las tareas de búsqueda y rescate de los náufragos del crucero General Belgrano, el traslado de repuestos para los Turbo Mentor en la isla Borbón, vuelo que evacuó al continente el Primer Teniente Perona derribado el día anterior, o el apoyo a la operación de los Sea King el 1º de Junio en la evacuación de la estación aeronaval Calderón.



En cuanto a las acciones de los BE-80F, el 4-F-22 realizó dos despliegues a las Islas Malvinas, el 26 y 29 de Abril a fin de realizar un relevamiento fotográfico de la zona del aeropuerto de Pto. Argentino, Calderón y otros sitios de interés. Para tener una idea de la intensidad de uso de los aviones, el 30 de Abril el 4-F-22 regresó de Malvinas aterrizando a las 13:25 hrs en Río Grande tras un vuelo de casi cuatro horas; dos horas después ya estaba nuevamente en vuelo realizando una misión de reconocimiento de frontera. Los B-200 sólo disponían de un sistema VLF Omega de navegación y un radar meteorológico, pero carecían de equipamiento acorde a las tareas asignadas, tal como un radar de exploración, lanzadores de líneas de vida o equipo de apoyo electrónico. La experiencia de Malvinas más tarde se canalizaría en el programa Cormorán equipando a algunos King Air de sistemas y equipos que en Malvinas hubieran sido de gran utilidad.


Cuando concluyó el conflicto, la unidad había realizado 117 vuelos y sumado 209 horas de vuelo. De los 45 días que duraron las hostilidades, la unidad voló 41 días, una cifra que ninguna otra unidad de la FAA, COAN o Ejército lograron.


Historia de la Aviación Naval Argentina Tomo III (Conflicto del Atlántico Sur)

Fotos: de distintos autores


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La primera vez que entró en combate una embarcación argentina con un helicóptero inglés

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El guardacostas “Islas Malvinas” fue el primero en entrar en combate el 1º de mayo de 1982 a las 15:20 horas, cuando se encontraba fondeado en la bahía Anunciación y fue sobrevolado por un helicóptero Sea King inglés. Fue atacado con fuego de ametralladora. En ese instante, se estaba librando el primer combate aeronaval de la historia contemporánea argentina, que significó el bautismo de fuego del guardacostas “Islas Malvinas”.

Enseguida, la nave de la Prefectura Naval Argentina respondió con armamento para repeler el ataque, causándole averías a la nave enemiga. En la contienda, resultó herido el cabo maquinista Antonio Grigolatto, luego de haber agotado las municiones de su armamento.

En esta acción, también cabe destacar la valerosa y decidida acción del ayudante de tercera Marcelino Blatter quien, al ver que no se podía levar el ancla atascada en el fondo rocoso, se desplazó por la cubierta de proa (desde donde venía el ataque) portando como única arma una sierra de mano. Con ella, en un titánico esfuerzo, pudo cortar la gruesa cadena y recuperar la maniobrabilidad del buque. Éste, al aumentar su capacidad de defensa, motivó la retirada de la aeronave enemiga y el guardacostas pudo reiniciar la navegación ya que era imperioso el traslado del cabo segundo Antonion Grigolatto (herido de consideración).

En el caso del guardacostas, sufrió numerosos impactos en la superestructura. Y, pesar de haber sufrido el 30 de abril una avería en una hélice y línea de eje que limitaba su capacidad propulsora al 50 por ciento – que no pudo subsanarse-, cumplió igualmente con todas las misiones encomendadas. Finalizadas las operaciones, fue apresado por las fuerzas invasoras.


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El secreto del A.R.A Salta

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El contenido de este artículo se basa en varias entrevistas realizadas por el autor al ex-Comandante del ARA Salta en el mes de julio de 2001 y en los documentos personales inéditos del citado oficial.

Jorge Rafael Bóveda es abogado, graduado en la Universidad de Buenos Aires y autor de numerosos trabajos de historia naval argentina, entre los que se destacan sus trabajos vinculados al conflicto del Atlántico Sur.

Boletín del Centro Naval
Número 833
MAY / AGO 2012


El 2 de abril de 1982 el ARA Salta (S-31), uno de los dos submarinos de origen alemán clase 209 (1) con que contaba la
Armada Argentina —y el que en teoría estaba en mejores condiciones operativas—, se encontraba en puerto Madryn
haciendo pruebas de calibración de su telémetro acústico pasivo (2) con la colaboración de algunos técnicos franceses de la firma que había diseñado el equipo. A poco de conocida la noticia del desembarco argentino en Malvinas, los franceses regresaron a su país sin concluir los trabajos (3). La Fuerza de Submarinos pasó entonces a depender en forma directa
del Comandante de Operaciones Navales (Vicealmirante Juan José Lombardo), debiendo el Comandante de la dicha Fuerza (COFUERSUB) y su Estado Mayor trasladarse a la Base Naval de Puerto Belgrano (BNPB)(4).

(1)El otro era el ARA San Luis (S-32). Capitán de Fragata Fernando M. Azcueta.

(2)Dispositivo que le permite al submarino escuchar o buscar un blanco sin emitir.

(3)con el Capitán de Navío (RE) Jorge Ernesto Papa del /03/2001 ex-Jefe de logística de la Fuerza de Submarinos durante el
conflicto de 1982.

(4)Entrevista del autor con el Vicealmirante (RE) J.J. Lombardo del 6 de julio de 2000.


Durante las pruebas realizadas, luego de un prolongado período en dique seco por razones de mantenimiento, se advirtió que el submarino hacía ruidos de cierta intensidad mientras navegaba en superficie y en inmersión, que lo convertirían en presa fácil de los destructores y helicópteros antisubmarinos enemigos. No se conocía entonces con exactitud el origen de tales ruidos. El COFUERSUB decidió que el buque fuera sometido a una revisión completa en dique seco antes de zarpar en patrulla de guerra. Fue durante este período que su Comandante debió ser relevado por problemas de salud. Ello impidió que el buque completara su período de alistamiento y pruebas en el mar. El relevo del Comandante de la unidad a pocos días de iniciado el conflicto con Inglaterra incidió negativamente en la moral de la plana mayor y tripulación del buque.

El Vicealmirante Juan José Lombardo (5), un veterano oficial de submarinos, y el entonces COFUERSUB (Capitán de Navío Eulogio Moya Latrubesse) se abocaron a la búsqueda urgente de un reemplazante que pudiera alistar el buque para su rápido despliegue a la zona de operaciones (6). La elección recayó en el Capitán de Fragata Roberto F. Salinas, a la sazón edecán naval del Presidente de la República (7). Este oficial había egresado en el segundo lugar de su promoción de la Escuela Naval Militar, era ex-Comandante del ARA Salta y le precedía una reputación de submarinista experimentado con una intachable foja de servicios.

(5) Graduado en 1966 del Prospective Commanding Officers Course (Curso de Capacitación para futuros Comandantes de submarinos) en New London, Connecticut, EE.UU.

(6) Entrevista antes mencionada con el Vicealmirante (RE) J.J. Lombardo.

(7) El Capitán Salinas se desempeñó como edecán naval de los presidentes Roberto E. Viola, Leopoldo F. Galtieri y Reynaldo A. Bignone. Fue él quién atendió el famoso llamado que el Presidente Ronald Reagan le hizo al General Galtieri con el objeto de evitar el conflicto armado entre ambos países.


 
El 13 de abril de 1982 el Capitán Salinas recibió una comunicación del Director general de personal Naval (DgpN) ordenándole hacerse cargo del “comando accidental” del ARA Salta (9), para lo cual debía presentarse en el término de 24 horas en la BNpB. La noticia lo sobresaltó pues hacía poco más de dos años que no ejercía el comando de un submarino clase Salta, desconocía por completo el estado de adiestramiento de la nueva dotación y la situación operativa de la unidad. Para agravar aún más las cosas, la Fuerza de Submarinos argentina no sólo carecía de experiencia de combate, sino que desconocía también la capacidad antisubmarina desplegada por el enemigo, dado que Inglaterra no constituía una hipótesis de conflicto para la Argentina. por esa misma razón no habría habido una doctrina de ataque preestablecida por la Armada para hacer frente a la flota inglesa. En ese contexto no cabía otra alternativa que improvisar sobre la marcha y esperar lo mejor.

Al día siguiente se presentó ante el COFUERSUB para asumir su nuevo comando, pero se le informó que no podría hacerlo hasta el 17 de abril, pues el buque acababa de salir de dique seco y estaba siendo sometido a una prueba de ruidos en aguas de El Rincón (10) bajo el mando del segundo, Capitán de Corbeta Esteban J. Arata. Este oficial se había desempeñado como subdirector de la Escuela de Submarinos en Mar del Plata cuando Salinas ocupaba el cargo de director, por lo que ambos oficiales se conocían bien.

(9) Cumplió comando entre el 03/04/79 y el 12/02/80

(10) Franja de mar contigua a la ría de Bahía Blanca que se extiende aproximadamente entre las localidades de Monte Hermoso y el norte de Bahía San Blas (Caleta Brickman).


Al regresar el buque de una corta navegación, el Capitán Arata informó que el problema de los ruidos y vibraciones de origen desconocido aún subsistía. El COFUERSUB ordenó entonces someter al buque a una nueva revisión en dique seco, debiendo el personal del Taller de la BNpB desmontar el eje y la hélice de cinco palas de paso fijo de 3,20 metros de diámetro, el sello de popa, etcétera, para efectuarle una recorrida completa. Mientras se realizaban los trabajos de reparación se recibieron varias alarmas de ataque aéreo, pues se temían posibles bombardeos de los Vulcan (11), lo que obligó a inundar repetidamente el dique seco para poder remolcar al submarino a un lugar menos expuesto. por fortuna, los temidos bombardeos nunca se materializaron.

Dos semanas después, sin que se hubieran determinado aún las causas de los ruidos del buque, Salinas zarpó con destino a la Base Naval de Mar del plata para alistamiento de campaña de guerra. Mientras navegaba en superficie por el canal y encontrándose el buque a la altura de la boya Nº 9 (12) recibió la orden de regresar a puerto pues se había informado que un avión explorador propio había detectado un submarino nuclear (presumiblemente enemigo) navegando en superficie a unas 80/100 millas náuticas de la boya faro (referencia náutica que señala el comienzo del canal de acceso a la BNpB).

(11) Los Vulcan realizaron las misiones de bombardeo más costosas e, irónicamente, las menos efectivas de todo el conflicto. Tres de ellas a la pista de Puerto Argentino desde la isla Ascensión el 1 y 4 de mayo y el 11 de junio de 1982. Sólo una de las 63 bombas de 1.000 libras lanzadas hizo blanco en la pista sin que ello perturbara las operaciones de los aviones argentinos, que continuaron operando hasta el final del conflicto.

(12) Aproximadamente la mitad del canal principal Bahía Blanca.


 
Como consecuencia de este hecho, el COFUERSUB ordenó alistar el buque en la BNpB, solución que el Capitán Salinas ya había sugerido antes de zarpar por cuanto consideraba que el puerto de Mar del Plata era notoriamente indiscreto para tal maniobra, pudiendo la inteligencia enemiga conocer con exactitud el día y la hora en que el Salta se hiciera a la mar si la base era observada por agentes enemigos (13), tal como parece haber ocurrido con
el crucero ARA General Belgrano cuando zarpó de Ushuaia (14).

A principios de mayo se recibieron alarmantes informes del ARA San luis que daban cuenta de que los torpedos SST-4 no eran confiables, dado que había efectuado dos lanzamientos fallidos contra unidades de superficie enemigas y uno contra un presunto blanco submarino, sin poder determinarse el origen de las fallas. Estas eran pésimas noticias para el ARA Salta ya que además del problema de los ruidos sin resolver se vislumbraba que iría a combatir al enemigo sin perspectivas de éxito, como consecuencia del mal funcionamiento de los torpedos.

Para atacar el problema, el 12 de mayo de 1982 el COFUERSUB creó una comisión especial integrada por cuatro oficiales (15) y presidida por el propio Salinas, para analizar y determinar las causas de los frustrados ataques del ARA San luis y evaluar la confiabilidad del sistema de armas, proponiendo las medidas adecuadas para poner el sistema en condiciones operativas. Dado los limitados medios técnicos disponibles y los términos perentorios impuestos a la comisión para efectuar su evaluación, se emitió un informe parcial a las 72 horas sin poder llegar a determinarse, fehacientemente, el origen de las fallas. No obstante, entre los antecedentes reunidos se pudo constatar que en diciembre de 1981 se había informado de la existencia de fallas de similar naturaleza a las del ARA San luis en los lanzamientos de ejercicio realizados durante aquel año naval. La superioridad finalmente decidió esperar el arribo del ARA San luis para poder contar con más elementos de juicio.

(13) Nick Barker en su libro Beyond Endurance manifiesta que el 26 de marzo de 1982 interceptó un mensaje del agregado naval británico en el que se señalaba que un funcionario de la embajada chilena había informado que los submarinos con base en Mar del Plata se habían hecho a la mar.

(14) El Capitán de Navío Héctor Bonzo, Comandante del buque, admite en su libro que esa posibilidad pudo haber sido una
de las causas de que su barco fuera localizado y luego hundido por el HMS Conqueror.

(15) Presidente: CF Roberto F. Salinas, vocales: CC Ing. Juan Luis Costa, CC Daniel Geraci y TF Ricardo E. Franceschelli. Colaboró también el CC Ingeniero Ernesto Conra


 
Con la llegada de dicha unidad a Puerto Belgrano (A.R.A San Luis), el 19 de mayo, luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión (16)(equivalente a 36 días), se completó el análisis de la comisión, descartándose el uso de torpedos similares a los embarcados en ese buque. Salinas recibió la orden de embarcar un nuevo tipo de torpedos SST-4 armados en la empresa argentina EDESA. éstos contaban con algunas mejoras respecto del modelo anterior de origen alemán pero aún no habían sido suficientemente probados.

El ARA Salta volvió a zarpar en patrulla de guerra el 21 de mayo de 1982 con órdenes de realizar pruebas de tiro, en tránsito a la zona de operaciones, con el fin de asegurar la efectividad de los nuevos torpedos y verificar el funcionamiento general del sistema de armas del buque. Adicionalmente se harían distintas pruebas y evaluaciones de los ruidos del buque.
Ello ocurrió 48 horas después de que el ARA San Luis tomara puerto, dada la necesidad de mantener en forma continua un submarino en operaciones evitando con ello que el enemigo prescindiera de la amenaza submarina (17). para la ocasión se destacó a un grupo de observadores terrestres que serian testigos del ejercicio sobre un blanco previamente establecido ubicado convenientemente cerca de la costa.

(16) Buques de la Armada Argentina 1970-1996 por el Contraalmirante (R) Horacio Rodríguez.

(17) Hoy sabemos que durante la guerra, la Royal Navy nunca supo que en realidad se enfrentaba a un solo submarino argentino, hecho que motivó que consumiera exageradas cantidades de armas antisubmarinas.


El 23 de mayo a las 14:00 h el ARA Salta llegó al área convenida sobre la costa norte del golfo Nuevo. A la mañana del día siguiente todo estaba listo a bordo para iniciar las pruebas de tiro con torpedos con cabeza de combate. Se trataba del primer ejercicio de estas características efectuado por la Armada Argentina en toda su historia. El buque navega a profundidad de periscopio y a baja velocidad con el objeto de efectuar el disparo en óptimas condiciones. Ni bien el torpedo dejara el tubo, el Comandante había previsto llevar el submarino a plano de seguridad, evitando así que el torpedo pudiera buscar y destruir por error al buque propio mas allá de la profundidad en la que debía encontrar el blanco. A las 9,13 horas se da la orden de lanzar con el tubo Nº 7. El torpedo corre dentro del tubo por 1 minuto 15 segundos y luego se detiene. Inmediatamente después del lanzamiento la voz del sonarista da el primer indicio de alarma: “¡No escucho ruido de hélices!”

Una rápida verificación permite constatar que el torpedo no había abandonado el tubo. El Comandante, consciente de que el éxito o el fracaso del arma submarina reposa casi por entero en el resultado de aquellas pruebas, decide por su propia iniciativa efectuar un segundo lanzamiento. A las 10:25 h, a una distancia de 13.000 yardas del blanco se ordena lanzar con el tubo Nº 1. Luego de una corrida del torpedo dentro del tubo de 54 segundos se produce idéntico resultado. Un sentimiento de frustración e impotencia se esparce por todo el buque. El saldo del ejercicio es: dos torpedos con cabeza de combate activado trabados en los tubos lanzatorpedos, con todos los riesgos que ello implica. pese a que se intentó la maniobra reglamentaria para desprenderse de ellos (inclinando el submarino 20% punta abajo) los torpedos permanecían en los tubos. El moderno Salta no dispone de ningún medio para expulsar los torpedos. No había a bordo un sistema de aire comprimido para ese propósito, ni podía descargarlos desde el interior del buque.

Luego de un día lleno de sobresaltos, el Comandante decide mantenerse en plano profundo dentro del golfo Nuevo para que la tripulación que no cubre ninguna guardia pueda descansar y relajarse un poco, circunstancia que es aprovechada para servir la cena. Aproximadamente a las 20:28 h se siente una fuerte vibración, seguida de una voz de alarma desde la sección de proa del buque. El torpedo alojado en el tubo Nº1 se pone imprevistamente en marcha. Toda la tripulación teme lo peor, pues esa es la más grave emergencia imaginable para cualquier submarinista (18). Salinas ordena llevar el buque a superficie en emergencia para minimizar el riesgo de explosión de la batería del torpedo y, como medida preventiva, abrir las portas externas de los tubos lanzatorpedos, pues teme que el torpedo abandone el tubo de un momento a otro. Lejos de ello aquél permanece en su lugar. El batido de las hélices se detiene recién a las 21:15 h. El Comandante informó lo ocurrido al COFUERSUB, quién le ordenó regresar a puerto, interrumpiendo así su despliegue hacia la zona de operaciones. El Comandante, con el objeto de minimizar los ya indiscretos ruidos del buque, decide mantener los tubos inundados y las portas externas de los tubos lanzatorpedos cerradas. El tránsito de regreso a puerto Belgrano implicaba en sí mismo un riesgo potencial para el buque, dado que los gases de la batería del torpedo podían generar una explosión interna con devastadoras consecuencias. 


(18) Sherry Sontag y Christopher Drew en su libro Blind Man’s Bluff sugieren que un accidente similar pudo haber causado el hundimiento del USS SCORPION (SSN-589), un submarino de ataque de propulsión nuclear de 3.500 toneladas que fue declarado presumiblemente perdido el 05/06/68. Los restos del naufragio fueron localizados en junio de 1969 en el Atlántico y se comprobó que el casco del buque se había partido en tres grandes secciones. Esta tragedia le costo la vida a 99 bravos marinos.

El ARA Salta toma puerto el 29 de mayo, designándose al Capitán de Corbeta Ingeniero Ernesto Conrad junto a otros dos hombres (19) para desactivar y extraer del submarino los torpedos defectuosos. Mientras se realiza la peligrosa maniobra, nadie permanece a bordo, con excepción del grupo mencionado. Cumplida con éxito la tarea, los torpedos son sometidos a numerosas pruebas y el submarino a una rigurosa inspección, lográndose determinar que uno de los sistemas de seguridad del buque no había logrado desactivarse por completo evitado así la salida del torpedo.
(20). El Comandante informó que el nivel de ruidos y vibraciones seguía siendo considerable a tal punto que interfería el sonar pasivo en 100º de los 360º en diversos sectores.

El 12 de junio, Salinas recibió la orden de hacerse a la mar nuevamente para continuar con los ejercicios de tiro y la evaluación de ruidos en la zona de golfo Nuevo. El 14 de junio (día de la rendición de Puerto Argentino) sorprende al ARA Salta navegando en la zona prefijada sin haber aún podido efectuar los lanzamientos programados.

Pese a la finalización de las hostilidades, la superioridad decide seguir adelante con las pruebas, que se realizan al día siguiente por la tarde. El ARA Salta se dispuso a realizar su tercer lanzamiento de un torpedo con cabeza de combate 23 días después del primer ejercicio en esas mismas aguas. El buque navega en las mismas condiciones que lo había hecho en los lanzamientos anteriores. El primer torpedo abandona el tubo Nº 6, pero transcurrido 1 minuto y 41 segundos el operador del sonar pierde todo contacto con el mismo. El Comandante ordena entonces cortar el cable de filoguiado (21) y llevar el buque a plano de seguridad debido a la clara indicación de irregularidades en la corrida del torpedo. Nunca más se supo nada de él. Una vez verificados todos los sistemas de control tiro, el Comandante ordena efectuar un segundo lanzamiento con el tubo Nº 2. El torpedo salió del tubo y parecía comportarse adecuadamente hasta que se recibió la indicación de “cable cortado” a una distancia de 7.200 yardas del blanco. De inmediato se ordenó llevar el submarino a plano profundo. Apenas habían transcurrido dos minutos desde el corte del cable de filoguiado cuando se escuchó una atronadora explosión a través del casco. El torpedo se encontraba a 5.500 yardas de la costa (a mitad de camino entre el submarino y el blanco) muy cerca de la isóbata de 50 metros cuando estalló sin ninguna razón. Esta penosa experiencia terminó por convencer al alto mando naval de que los torpedos SST-4 y el sistema de armas en general no eran operativos.

(19) Esos hombres eran el TF Ricardo Emilio Franceschelli del Arsenal Naval de Mar del Plata y un agente civil de apellido DaRepresentaçao destinado en el Taller de Armas de Puerto Belgrano.

(20) Entrevista al Capitán de Navío (RE) Ernesto Conrad el 14 /05/2001.


(21)Cable muy delgado que permite guiar al torpedo hacia el blanco desde el interior del submarino durante cierta distancia (+18 km) antes de que el mismo sea cortado en forma automática o manual.

Entre los días 17 y 18 de junio de 1982, el ARA Salta realizó las pruebas de ruidos ordenadas. para poder determinar con cierta exactitud el nivel de ruidos del submarino se improvisó una estación de relevamiento mediante el aprovechamiento de los equipos de escucha subacua que se encontraban a bordo del buque oceanográfico El austral(22). (CF Santillán) y la ayuda de una boya. El submarino navegó en una zona prefijada a velocidades y profundidades variables, para de ese modo medir su firma acústica y determinar si la misma era capaz de delatar la presencia del submarino.


Pero fue la mañana del 19 de junio la que Salinas retiene más fresca en su memoria, pues fue ese día cuando por unos instantes tuvo en la mira de su periscopio la imagen de la “gran ballena blanca (23)”, apodo con que los británicos bautizaron afectuosamente al gigantesco trasatlántico Canberra (Capitán D.J. Scott Masson), de 44.807 toneladas, requisado a la firma p & O Shipping CO. Este barco había zarpado hacia el Atlántico Sur el 9 de abril desde puerto de Southampton previa conversión en transporte de tropas. Adicionalmente se lo había equipado con dos cubiertas de vuelo para operar con helicópteros y un sistema para permitir el traspaso de combustible en alta mar. Aunque el Comandante del ARA Salta lo ignoraba, en ese momento el Canberra navegaba atestado de prisioneros de guerra argentinos (4.167,incluyendo heridos) ansiosos de ser repatriados a sus hogares en tierra continental luego de las desgarradoras vivencias del combate en suelo malvinense. Tras cumplir esta tarea humanitaria en Puerto Madryn, el Canberra zarpó de regreso a port William (Islas Malvinas) el 20 de junio para repatriar a las tropas inglesas al Reino Unido, donde arribó el 11 de julio de 1982.

(22) Ex Atlantis I de la Woodhole Oceanographic Institution de los EE.UU.

(23) En abierta alusión al característico color blanco del casco utilizado en tiempos de paz y que no fue modificado durante el conflicto.


Concluida la navegación, el Capitán Salinas fue desembarcado y reincorporado a su destino anterior (Casa Militar) donde asumió nuevamente sus funciones de edecán naval del presidente, hasta la finalización del mandato del general Bignone.

Retrospectivamente parece innegable, tal como le ocurrió en los hechos al ARA San Luis, que aún en el caso que el ARA Salta hubiera arribado al área MALVINAS, su defectuoso sistema de armas lo habría privado de infligir daño alguno al enemigo. La falta de adiestramiento con torpedos con cabeza de combate en los años previos al conflicto, evitó detectar y corregir a tiempo las fallas acusadas en sistemas vitales del buque, todo lo cual impidió a la Fuerza de Submarinos concretar su primer ataque exitoso contra la flota de superficie británica. Este handicap contribuyó significativamente para que la Royal Navy pudiera disputar con éxito a la Armada Argentina el control del mar en la zona de operaciones, control que retuvo hasta el final del conflicto.

Otro elemento decisivo que contribuyó a la imposibilidad de prever planes de contingencia fue el no contar con preaviso alguno del inicio de la “Operación Azul” (hoy conocida como Rosario) hecho que incidió negativamente en el alistamiento de la Fuerza de Submarinos para la inminente campaña militar que se avecinaba. Si a ello le sumamos que el Comité Militar (24) impidió al Vicealmirante J.J. LOMBARDO utilizar la ventaja táctica que sólo el arma submarina era capaz de obtener para la flota Argentina, atacando al enemigo donde aquél menos lo esperaba, es fácil imaginar el porqué del resultado final del conflicto. Sólo a partir del 25 de abril los submarinos Argentinos fueron autorizados por el Comité Militar a actuar ofensivamente como consecuencia directa del ataque inglés a las georgias del Sur(25).

No obstante, la circunstancia de que los submarinos diesel eléctricos criollos pudieran operar a discreción en aguas controladas por el enemigo, el cual disponía de una fuerza naval ostensiblemente superior, con plataformas antisubmarinas de última generación, constituye en sí mismo un mérito innegable de los submarinistas argentinos. Las expertas fuerzas antisubmarinas británicas (que realizan el 70% de las patrullas antisubmarinas de la Alianza Atlántica) (26) recibieron esta inesperada lección al mostrarse impotentes para contrarrestar esa amenaza, que como se sabe se redujo a un único submarino. Diez años después de concluido el conflicto el Comandante de ésta última unidad, todavía decepcionado por los pobres resultados obtenidos declaró a una revista: “Yo de la guerra me enteré por la radio” (27).

(24) Máxima autoridad militar argentina, integrado por los miembros de la Junta Militar que gobernaba el país.

(25) Entrevista antes mencionada al Vicealmirante (RE) Juan José Lombardo.

(26) Ver Fighting for Peace de Caspar Weinberger, pág. 211.

(27)Ver entrevista al Capitán de Navío (RE) Fernando Azcueta en “Revista Noticias” del 26/03/92, pág. 16.


EL SECRETO DEL ARA SALTA
Por Jorge Rafael Bóveda

Boletín del Centro Naval
Número 833
MAY / AGO 2012


http://www.centronaval.org.ar/boletin/BCN833/833-BOVEDA.pdf


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El “Bahía Paraíso”, primer buque hospital en la guerra de Malvinas

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También dio apoyo logístico, pero una de sus misiones más destacadas fue el rescate de más de 80 náufragos del crucero ARA “General Belgrano”. El capitán de navío Fernando Santos integró su dotación y relata su experiencia.

Por Jazmín Ulevicius

El transporte polar “Bahía Paraíso” durante la guerra de Malvinas cumplió dos funciones esenciales: una como buque hospital y otra de apoyo logístico, regresando de las operaciones a su apostadero habitual en la ciudad de Buenos Aires el 27 de junio de 1982.
El veterano de guerra y actual capitán de navío contador Fernando Santos, oriundo de Santa María (Catamarca), era guardiamarina por ese entonces y formaba parte del departamento de Abastecimiento en donde, entre otras ocupaciones, tenía a cargo la provisión de víveres, limpieza y materiales.

“Teníamos que estar alistados y atender a todo el personal embarcado, también realizaba guardias en cubiertas bajas y era habitual oficiar de señalero en la cubierta de vuelo”, relató. Para él, el “Bahía Paraíso” es sinónimo de hogar y familia: fue su primer destino y el que le dejó una marca a fuego en los comienzos de su profesión naval.

El 2 de abril, la tripulación recibió con alegría la noticia de que la Operación Rosario para recuperar las Islas Malvinas se había concretado con éxito y que tenían la misión de tomar las Georgias. Ahí fueron y desembarcaron a los vigías en puerto Leith y luego en Grytviken detectaron fuerzas hostiles que al principio opusieron resistencia.




En ese momento el “Bahía Paraíso” apoyaba las operaciones con suministros y todo lo necesario para la subsistencia de los combatientes argentinos en el terreno. Al paso de los días el helicóptero Puma del Ejército Argentino que estaba embarcado se perdió en combate mientras realizaba el traslado de los infantes de Marina.

“Con la pérdida del helicóptero fallecieron en el acto dos conscriptos y para mí y para la tripulación en general esa situación nos cambió. Ahí empecé a sentir que era combatiente y estaba en un conflicto”, señaló el capitán Santos.

El otro helicóptero embarcado era un Alouette de la Armada que se ocupó del traslado de los heridos, muchos de ellos necesitaban atención urgente y la recibieron a bordo. También se alojó en los camarotes de las cubiertas bajas a los prisioneros de guerra británicos.

Regresando de la primera navegación en proximidades de Comodoro Rivadavia, el buque se encontró con el rompehielos ARA “Almirante Irízar” y ambos cumplieron el rol de helipuertos móviles para que las aeronaves pudieran reabastecerse de combustible.


El primer buque hospital

Después de sus primeras intervenciones, el “Bahía Paraíso” quedó configurado como buque hospital. “Fue el primero en constituirse como tal. Se lo adaptó y simultáneamente se conformó el Departamento de Sanidad en Combate. Tuvimos que aprender cómo recibir a los heridos y ofrecimos toda nuestra voluntad y capacidad”, comentó Santos.

En total el equipo de sanidad en combate estuvo integrado por 28 médicos y 58 suboficiales entre instrumentadores y enfermeros, completando la nueva función con instrucción a la tripulación para optimizar la asistencia.

Al buque se le pintaron 6 cruces rojas, se desalojaron camarotes para convertirlos en salas de recuperación de traumatología, se constituyó una nueva sala de quirófano y en la enfermería se organizó la sala de terapia intensiva.

Asimismo, se modificaron dos pañoles como sala de internación intermedia y una de las bodegas se acondicionó como sala de recuperación de heridos leves; en paralelo se adjudicó al buque la función de apoyo logístico y para ello se cargó a tope otra bodega con provisiones calculadas para satisfacer las necesidades de 10.000 hombres en el terreno para 30 días.

“Cuando zarpamos empezamos con los procedimientos de sanidad en combate para instruir a la dotación del buque no médico para cubrir roles en el menor tiempo posible; parte de los cuales eran recuperación de heridos desde helicópteros o buques”, afirmó el capitán Santos.

Luego, en Ushuaia se completaron los requisitos de buque hospital de acuerdo a lo que estipula la Convención de Ginebra para un buque en ese rol durante una guerra; y en representación de la Cruz Roja Internacional embarcaron dos veedores.



El rescate de los sobrevivientes del “Belgrano”

El “Bahía Paraíso” volvió al mar siendo buque hospital. A los pocos días, el 2 de mayo, recibió la noticia del hundimiento del crucero ARA “General Belgrano” y fue solicitado en “un acto de auxilio para extender los brazos a todos sus hermanos”, reflexionó Santos.

El transporte polar llegó el 4 de mayo a la zona del hundimiento y con el apoyo de los aviones de exploración que sobrevolaban el área del naufragio ubicaron la posición de las balsas. “Para nosotros, encontrar la primera balsa con gente fue una alegría. Y más cuando los empezamos a subir, porque queríamos saber dónde estaba el resto de los náufragos”, enfatizó el marino.

Fueron cinco días de navegación y “búsqueda esperanzada marcando un círculo en el derrotero para recuperar a los náufragos”, recuerda el capitán Santos. Finalmente, este buque rescató del mar a 71 camaradas con vida del “Belgrano” y 17 cuerpos, regresando al continente el 12 de mayo.



Hacia el final del conflicto

El transporte polar regresó al núcleo del conflicto el 29 de mayo. Rumbo a la Isla de los Estados, “la navegación fue colmada de incertidumbre por la presencia del adversario en la zona y el clima en la dotación era particular, los rostros reflejaban preocupación pero también existía el convencimiento de estar preparados para enfrentar cualquier situación emergente”, destacó Santos.

De ahí el buque navegó a Puerto Argentino adonde llegó el 1° de junio y se encontró con combatientes argentinos quienes “agitaban sus manos para recibirnos cuando veían la silueta del buque enarbolando la insignia patria, fue una postal para la situación que se vivía”, relató Santos.

La tarea de evacuación de heridos estaba acotada a cinco horas y mientras sucedía las pequeñas embarcaciones se amadrinaron para recibir provisiones. A continuación el transporte polar retornó al continente con evacuados, entre los cuales estaban los tripulantes del buque mercante “Río Carcarañá” y del transporte “Bahía Buen Suceso”.

Regresó a Malvinas el 10 de junio trasladando materiales, una ambulancia y tambores con aeronafta. El 14, día del cese de fuego, el “Bahía Paraíso” estaba en Punta Quilla y de ahí se trasladó a Puerto Argentino para cumplir la misión de “recuperar y producir altas”; se embarcaron 2100 hombres del Ejército Argentino para ser replegados al continente.

“Los servicios funcionaron ininterrumpidamente las 24 horas para satisfacer la demanda de tanta gente. El personal del buque estaba todo designado para los servicios de vestuario, rancho –comidas–, panadería en las cámaras y camaretas –comedores de personal–. Todos estaban comprometidos en extender la mano a los compañeros que participaron activamente del conflicto y que trataban de recuperar su identidad y sentir que estaban bajo cuidado argentino”, reflexionó Santos.



El regreso con los combatientes del BIM5

El “Bahía Paraíso” trasladó al 70% de los infantes del heroico Batallón de Infantería N°5 (BIM5) de regresó al continente desembarcándolos en la Base Naval Puerto Belgrano en un viaje que “fue muy sentido por la tripulación al compartir con todos ellos, escuchar sus anécdotas, las emociones y al estrecharnos en abrazos. Todo era reciente, las palabras sentidas, los interrogantes y lecciones aprendidas”, destacó el marino.

“En el primer año de vida de la unidad naval navegó 25000 millas y a los 100 días abrió su diario de guerra. El ‘Bahía Paraíso’ fue mi hogar, los trocistas mi familia, era el más joven y más moderno de la Plana Mayor, mi primera experiencia integral en todas sus aristas”, destacó Santos.

Y concluyó “siempre reconoceré a mi equipo de trabajo, a los cocineros, camareros, panaderos y al maestro de víveres, nunca los olvidaré”.

Después de Malvinas dos normas fueron publicadas por la Convención de Ginebra, una de ellas sobre identificación electrónica y la otra acerca de encuentros de buques hospitales.

A 30 años del conflicto la dotación 1982 continúa reuniéndose anualmente contando especialmente con la participación del personal que continuó su vida fuera del ámbito naval, muchos de ellos radicados en el interior del país.




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Malvinas: las revelaciones del archivo inglés

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El gobierno de Gran Bretaña desclasificó 3500 documentos oficiales elaborados en 1982 vinculados con el conflicto bélico en las islas Malvinas; se revelan allí los temores de Margaret Thatcher, las fallidas gestiones para una reunión con Galtieri y los planes que evaluó Londres para ceder la administración del archipiélago a las Naciones Unidas

Por Graciela Iglesias 

A treinta años del conflicto en el Atlántico Sur, el gobierno británico decidió abrir los archivos de la Guerra de Malvinas. 

Unos 3500 documentos acaban de ser desclasificados, entre los que se incluyen inéditos testimonios de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, documentos de su oficina privada en Downing Street, del "gabinete de guerra", comunicaciones del Foreign Office, del Ministerio de Defensa, del Almirantazgo y todo el material que resultó en el Reporte Frank (Frank's Report), el equivalente británico del Informe Rattenbach que se elaboró en la Argentina sobre la actuación militar en la guerra.

También se dan a conocer comunicaciones privadas de Thatcher con el ex presidente norteamericano Ronald Reagan, su entonces par francés François Mitterrand y otros mandatarios extranjeros.

LA NACION formó parte de un pequeño grupo de periodistas e historiadores a los cuales el Archivo Nacional británico (National Archives) les permitió consultar por adelantado los documentos que preserva en su monumental sede, cercana al jardín botánico londinense de Kew.

La desclasificación responde a las normas que establecen aquí que papeles oficiales no pueden permanecer en secreto por más de 30 años, a menos que pongan en peligro la seguridad de inviduos o del Estado. Con ese criterio, muchos de los documentos que hoy se ponen a disposición del público contienen párrafos censurados. También hay unas cuantas sugestivas omisiones en el listado de desclasificación.

Los libros de a bordo y correspondencia de 35 naves, incluidos cinco submarinos de propulsión nuclear, de la Task Force fueron desclasificados. Pero no ocurrió lo mismo, sin embargo, con los del HMS Conqueror, el submarino que el 2 de mayo de 1982 hundió al crucero ARA General Belgrano fuera de la zona total de exclusión establecida por el gobierno británico. Algunos documentos que echan cierta luz sobre la forma en la que se tomó la decisión política de autorizar ese controvertido ataque se encuentran ahora disponibles (ver infografía).

En lo que parece reflejar el enfriamiento de las relaciones anglo-argentinas de los últimos años, muchos documentos que durante la década del 90 habían sido categorizados como pasibles de ser desclasificados durante las próximas dos décadas vieron durante 2012 ese plazo extendido a cuatro décadas y en algunos casos a un período indefinido.

La reciente actualización de las restricciones abarca, incluso, carpetas que figuran hoy mismo en el listado de desclasificación. Entre ellas, las CAB 163/371 y 372 que contienen documentos "políticos" sobre la Argentina y las islas Falkland (Malvinas) y que LA NACION no pudo consultar porque, se indicó, "continúan retenidas por la Oficina del Gabinete".

En general, los documentos dados a conocer tienden a confirmar la historia oficial británica de la guerra, tal como fue detallada por el historiador sir Lawrence Freedman, en 2005. Pero de ellos emergen una gran cantidad de datos curiosos y de testimonios que permiten pintar un panorama más amplio del conflicto.

Uno de los más elocuentes surge de la transcripción de la evidencia oral suministrada a puertas cerradas por Thatcher el 25 de octubre de 1982 al Falkland Islands Review Committee (Comité de Revisión de las Islas Falkland-Malvinas), que resultó en el reporte Franks. La entonces primera ministra dio cuenta de los sucesos en los días preliminares a la ocupación argentina, un momento que calificó como "el peor, creo, de mi vida".

Ante el panel presidido por Lord Oliver Shewell Franks, Thatcher admitió que la invasión argentina la tomó de sorpresa. La idea no le había cruzado la cabeza porque, dijo, era algo "estúpido tan sólo de contemplar".

Los documentos, sin embargo, revelan que desde 1980 quien fue el titular del Foreign Office entre 1979 y 1982, lord Peter Carrington, había encargado una serie de "planes de contingencia" con respecto a la situación en el Atlántico Sur. Y éstos incluían la hipótesis de una invasión militar argentina. En el Ministerio de Defensa, sin embargo, se había considerado que, de producirse esta situación, sería "demasiado costoso" y logísticamente "sumamente difícil" recuperar las islas. Carrington también había criticado el anuncio del retiro del buque HMS Endurance, que realizaba patrullas en torno de las islas durante seis meses al año, por cuanto consideraba que esto podría alentar una agresión argentina.

"Ni una sola persona estaba de mi lado en el gabinete", aseguró ante el comité Franks, lo cual no impidió que el panel, integrado por seis funcionarios y parlamentarios británicos, lo convirtiera en el chivo expiatorio de la crisis.

A pesar de sus previsiones, el desprestigiado jefe de la diplomacia británica reiteró que no había recibido "ninguna evidencia" concreta de la invasión argentina y que fue ese incidente lo que lo llevó a entregar su renuncia. Thatcher consideró su dimisión "un golpe devastador para Gran Bretaña".

Los archivos desclasificados ofrecen detalles de los esfuerzos de mediación del ex secretario de Estado norteamericano, Alexander «Al» Haig, y del entonces secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuellar, así como de muchos otros que no llegaron a concretarse. Entre ellos, los del ex presidente de México, José López Portillo, quien a mediados de mayo del 82 vio frustrado esfuerzos para organizar una cumbre "Galtieri-Thatcher", que hubiese tenido lugar en Cancún.

También se confirma ahora que en los días que siguieron a la presencia argentina en Malvinas, Thatcher contempló la posibilidad de dejar las islas bajo administración de las Naciones Unidas y, más tarde, otorgarles la independencia. Esta última posibilidad fue mencionada por ella misma en diálogo con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Agostino Casaroli, durante la visita del papa Juan Pablo II a Londres el 28 de mayo de 1982.

Los documentos agregan más datos sobre las estratagemas de los servicios secretos británicos que lograron impedir el suministro de misiles Exocet franceses a la Argentina y sobre medidas preparadas para desmoralizar a las fuerzas argentinas en las islas, pero que no llegaron a ponerse en práctica. Entre ellas, la distribución por vía aérea de panfletos en los que se instaba a los soldados argentinos a desertar, anunciando la rendición del capitán Astiz en las islas Georgias, y un plan para establecer una "Radio Atlántico del Sur" independiente de la BBC.

Entre el material más curioso figura un torrente de correspondencia sobre el impacto de la guerra en la organización de la Copa Mundial de Fútbol de 1982 y una propuesta realizada a Thathcer por Frederick Forsyth, el famoso autor de novelas de espionaje, para escribir una historia del conflicto que ignoraría la versión argentina de los hechos.

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Las Acciones Británicas contra la amenaza Exocet

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En las primeras horas de la tarde del 4 de Mayo de 1982, el comandante en jefe de la Royal Navy, almirante John David Elliott Fieldhouse convocó a su staff para una reunión de emergencia en Northwood, comando central de las fuerzas británicas. Minutos antes se había confirmado el ataque al destructor HMS Sheffield con un misil aire-mar Exocet lanzado por la Aviación Naval Argentina. En la reunión se revisó el informe proporcionado por Francia, donde se mencionaba que cinco misiles AM-39 Exocet habían sido entregados a Argentina junto con cinco aeronaves Super Etendard, pero se aclaraba que los misiles no estaban en condiciones de ser lanzados ya que aún no habían sido facilitados los códigos necesarios para iniciar la secuencia de disparo. Evidentemente el informe era incorrecto.

Minutos después al conocerse más detalles de la incursión argentina, las caras del staff naval británico se empalidecieron. El trackeo de los aviones argentinos indicaban que éstos se dirigían directamente hacia el portaaviones HMS Invencible, el cual se encontraba a escasas millas del sitio del ataque junto con el otro portaaviones, el HMS Hermes, que estaba un poco más al Sur del Invencible. Un ligero cambio de curso de los aviones argentinos los llevó a enfrentar al Sheffield y eso evitó que los misiles pusieran en peligro a los portaaviones británicos. Un nuevo informe proveniente de la flota confirma la identificación electrónica del misil Exocet: “Radar operando en frecuencia de 9,7 GHz, con pulso de repetición de frecuencia 5051, inicialmente con barrido de búsqueda contínua (steady scan) y luego barrido fijo (enganchado sobre el blanco).”

Nuevos informes mencionan que el incendio en el Sheffield está fuera de control. Alguien menciona: un misil, un destructor. Argentina aún dispone de tres misiles y el daño que puede causar a la flota puede ser considerable. Dentro de las previsiones algunos destructores o fragatas pueden perderse sin reducir las chances de recuperar las islas, pero perder un portaaviones o tener a los dos dañados ó inoperativos significaría tener que renunciar a toda la operación y poner en riesgo nada más y nada menos que dos tercios de la capacidad aeronaval británica, para entonces considerada como la tercer potencia naval. El riesgo era enorme y había que adoptar medidas urgentes para eliminar la amenaza Exocet. Cada miembro del staff fue convocando distintos grupos de trabajo, no sólo limitados a personal de la marina británica sino también de la real fuerza aérea (RAF) e incluso varios especialistas en guerra aérea, aeronaval y electrónica de la OTAN. En el caso de la Royal Navy fueron convocados de urgencia varios armeros con experiencia en misiles guiados y se solicitó al comando de la flota el envío urgente de toda la “información electrónica” que se tenía del ataque. 




Francia y los hermanos Mitterrand
Esa misma tarde y por intermedio del Foreing Office, la primera ministra Margaret Thacher le solicitó a su par francés, François Mitterrand toda la información referida al equipamiento militar vendido a Argentina en los últimos años, en particular sobre los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, siendo los pedidos coordinados entre los ministros de defensa de ambos países. El mayor requerimiento recayó sobre el fabricante de los misiles Exocet, Aeroespatiale, empresa que para entonces estaba presidida por Jacques Mitterrand, hermano del primer ministro francés. En plena madrugada del 5 de Mayo, un Falcon 20 civil voló hacia Londres llevando docenas de carpetas con la información requerida por el Reino Unido, incluyendo documentación reservada sobre los misiles Exocet, los misiles antiaéreos Roland, información técnica sobre los radares Agave y los Super Etendard. A media mañana y gracias a la gestión de Jacques Mitterrand, sería enviado al Reino Unido toda la sección electrónica de un misil AM-39 Exocet, sección que incluía el radar de búsqueda, el sistema de navegación y la computadora.

Simultáneamente Jacques Mitterrand convocó al cuerpo de abogados de Aerospatiale para evitar que el resto de los misiles Exocet fueran entregados a Argentina, ya que el contrato inicial preveía la entrega en un plazo determinado, el cual obviamente y por voluntad de Mitterrand no se cumpliría, debiendo aducir una excusa política que iba en contra de las cláusulas contractuales que se había firmado dos años atrás con Argentina. Así ni los Super Etendard ni los misiles restantes serían entregados hasta que se levantara el embargo, el cual estaba políticamente consensuado con el Reino Unido. 



Como distintos informes de inteligencia habían reportado sobre la presencia de aeronaves de transporte (Boeing 707) de la Fuerza Aérea Argentina en Israel como en Libia, se solicitó al fabricante francés el listado completo de todos los países que habían adquirido el misil, las cantidades solicitadas y las pendientes de entrega. El temor a que Argentina accediera a más misiles llevó a que el servicio de inteligencia británico (CI5) tomara el asunto con alta prioridad y tratara de bloquear cualquier intento de Argentina de conseguir más misiles. Jacques Mitterrand confirmó un pedido por parte de Perú, país que apoyaba a Argentina, y se ordenó demorar la entrega el mayor tiempo posible. Aunque el gobierno de Perú ya había depositado 200 millones de dólares en la cuenta de Aerospatiale en el Banco Ambrosiano de Lima, por la compra de 20 misiles Exocet, además de aviónica y sistemas de reabastecimiento para sus Mirage M.5, la empresa francesa dijo desconocer tal depósito y que en realidad otra garantía ofrecida por Perú era insuficiente. Con ésta acción, Francia demoraba la entrega de los misiles a Perú por más de 25/30 días, un tiempo más que valioso para el Reino Unido.

La jugada de Mitterrand llevaría a que Argentina y Perú organizaran la llamada operación “Sky-blue and white” por la cual personal peruano de la embajada en Estados Unidos intentaría adquirir 12 misiles en el mercado negro para lo cual el gobierno Argentino le había proporcionado 9.6 millones de dólares como anticipo. Francia como el CI5 montaron una contraoperación. Los representantes peruanos viajaron a Francia y allí tomaron contacto con los vendedores que en realidad no eran tales. Aún así les mostraron los doce misiles y se acordó su venta y traslado inmediato. Sin embargo el traslado se demoró y cuando volvieron a contactarse con los supuestos vendedores, éstos solicitaron el depósito por los 2,4 millones de dólares restantes para proceder a la entrega. Eso originó un nuevo retraso y cuando se realizó finalmente el depósito, al conflicto sólo le quedaban algunas horas. Según distintas fuentes, los misiles nunca iban a ser entregados y poco tiempo después, el dinero de la operación fue devuelto a Argentina.

Hacia fines de 1982, Francia decide entregar los Super Etendard y los misiles Exocet restantes a Argentina. Inéditamente llamó la atención la no oposición británica a ello, y aunque éste hecho fue visto como una acción unilateral de Francia, en realidad no lo fue. Según un informe para la Royal Navy el misil AM-39 Exocet “ya no era una amenaza”. 



Los británicos y el Exocet
El 5 de Mayo y habiendo transcurrido menos de 24 horas del ataque, técnicos e ingenieros habían decidido que el mejor modo de contrarrestar el misil era interfiriéndolo. El Exocet cuenta con dos fases desde su lanzamiento. En la primera el misil se guía por su propio sistema de navegación que lo lleva desde el punto de lanzamiento hasta una posición determinada. No realiza mediciones externas, por lo cual es imposible ser interferido; teniendo como única emisión una señal de radio muy débil e indetectable que corresponde a su radioaltímetro AHV-7. La segunda fase se inicia al llegar el misil a la posición prefijada, donde comienza a buscar su blanco mediante la activación del radar de guiado ADAC Mk1. Una vez detectado el blanco, el radar cambia de modo pasando a la etapa de adquisición o “enganche” quedando el barrido fijo. Según información proporcionada por Francia, los misiles AM-39 vendidos a Argentina tenían un ángulo de barrido inferior a los utilizados por Francia y a otros usuarios que pertenecían a la OTAN. Esto reducía en varios grados el ángulo de búsqueda del radar, pero no significaba ninguna ventaja al momento de tomar una medida para contrarrestarlo. Sin embargo era en ésta fase de guiado activo la más propicia para poder interferir al misil ya que una virtud del misil resultó ser su Talón de Aquiles.

Una de las características del Exocet es que si el radar detectaba una emisión electrónica destinado a interferirlo, éste se enganchaba sobre la emisión. De éste modo concluyeron los técnicos británicos que si se generaba una interferencia –en teoría- el misil podía desengancharse del blanco y desviarse hacia otra posición, ya que el radar volvería al modo búsqueda, abandonando el blanco previamente enganchado. Según los primeros análisis del ataque al Sheffield, aparentemente esto había sucedido con el segundo Exocet lanzado, el cual se habría desviado gracias a la interferencia producida por las distintas nubes de señuelos que lanzó el destructor Glasgow. Otro punto a considerar era que el misil estaba limitado a operar a una altitud máxima de vuelo de 30 metros, así y siempre en teoría si la interferencia se situaba por encima de esa altitud, el misil seguiría de largo ya que no tiene capacidad para ascender más allá de esa altitud. 



Por la frecuencia y pulso del radar ADAC del Exocet, el interferidor ó jammer más adecuado y más rápido de conseguir se encontraba en la base aérea de Wyton desde donde operaba el Escuadrón 360 de evaluación y entrenamiento de guerra electrónica equipado con los bombarderos Canberra Mk.17 especialmente modificados para dicha misión. De uno de los ejemplares se procedió a desmontar un jammer, habiéndose decidido que se instalaría para su prueba en un helicóptero. En horas del mediodía del 6 de Mayo comenzó el montaje en un helicóptero Lynx, aunque por las dimensiones y peso hubiera sido preferible instalarlo en un Sea King, el Lynx tenía la ventaja de ser más maniobrable, poder operar desde cualquier unidad naval y de tener un tiempo de encendido mucho más rápido que el Sea King, ya que debía estar en el aire ante la primera señal de un ataque aéreo con Exocet. Este equipo era de mediados de los años 70’s, bastante rudimentario y primitivo, aunque había demostrado en muchas oportunidades ser bastante efectivo al momento de interferir radares. Instalado en la parte posterior de la cabina del Lynx, la antena receptora se instaló sobre la proa del helicóptero en tanto la antena emisora se montó sobre el soporte de armas izquierdo del helicóptero. En la cabina de los pilotos, el operador de sistemas sería el encargado de registrar las señales detectadas, verificarlas mediante un analizador de pulsos y de modo manual fijar la frecuencia del jammer y activarlo.

En horas de la tarde el helicóptero Lynx XZ722 código AM/472 asignado a la fragata HMS Andrómeda inició una serie de vuelos de prueba en la unidad de apoyo naval de Lee-on-Solent para verificar la posición de las antenas, la maniobrabilidad del helicóptero con el nuevo peso y las prestaciones en general. Aunque la historia oficial indica que éste Lynx recibió un MAD (detector de anomalías magnéticas) el 7 de Mayo, en realidad el equipo que recibió fue el jammer mencionado cuyo nombre clave fue “Hampton Mayfair”. Según distintos registros realizó múltiples vuelos entre Yeovilton y Lee-on-Solent. Para entonces ya en las afueras de Portsdown los ingenieros ingleses montaron un banco de pruebas con el radar ADAC de un misil AM-39 Exocet. La idea era verificar la validez del concepto, enfrentando así al Lynx con el Exocet.

Al día siguiente, el Lynx despegó hacia Portsdown, en dirección hacia el emplazamiento del Exocet, desde donde se simularía el lanzamiento y se activaría el radar del misil. Cuando se inició la secuencia prevista, el sistema de medidas de apoyo electrónico (ESM) del Lynx -conocido como “Orange Crop”- detectó la emisión. Se activó el nuevo equipo, se analizó la frecuencia, se fijó la misma y el jammer fue activado. El radar del misil al recibir la interferencia, modificó su modo de adquisición regresando al modo de búsqueda. El objetivo se había logrado. Ese mismo día se realizaron varias pruebas más lográndose similares resultados. Ahora sólo faltaba la prueba final.



El disparo de los Exocet
El 8 de Mayo se dispuso el lanzamiento de un misil MM-38 desde la fragata HMS Andrómeda en el campo de tiro de misiles de Aberporth (Gales). El blanco sería una plataforma flotante equipada con una serie de estructuras metálicas cuya función era incrementar la firma radar de la plataforma. Si todo funcionaba correctamente, el misil debía adquirir éste blanco pero desviarse debido a la acción del jammer montado en el Lynx. Se establecieron varios equipos y sistemas para analizar electrónicamente el lanzamiento. La cabeza de combate del misil fue eliminada por cuestiones de seguridad agregándose lastre para mantener el centro de gravedad del misil en vuelo. El Lynx se dirigió hacia las proximidades de la plataforma, posicionándose a un lateral de la misma y manteniendo unos 2.000 pies de altitud (600 metros).

El MM-38 fue disparado. Durante los primeros instantes y tal como estaba previsto no hubo ninguna indicación electrónica, hasta que llegó a la posición prefijada y se activó el radar. El ESM del Lynx detectó rápidamente la emisión y se inició el procedimiento previsto. El jammer entró en acción y el misil modificó su curso, abandonando el blanco inicialmente adquirido, dirigiéndose hacia la posición del helicóptero pasando por un lateral del mismo hasta caer al mar luego de agotado su combustible. La prueba había sido un éxito y a modo de validarla se dispuso otro lanzamiento para el día siguiente. 



El 9 de Mayo nuevamente la HMS Andrómeda disparó un misil. En ésta oportunidad el Lynx se ubicó por encima de la plataforma manteniendo la altitud de 2.000 pies. La secuencia fue la misma, el radar adquirió la plataforma y con el accionamiento del jammer se desenganchó, pasando al modo búsqueda y adquiriendo la interferencia. Si bien el Exocet fue en perfecta línea recta hacia la misma, al estar ubicada por encima de su altitud operativa, simplemente pasó por debajo del helicóptero manteniendo su vuelo hasta agotarse el combustible de su propulsor. La medida “anti Exocet” ideada por los técnicos e ingenieros ingleses había resultado completamente válida y se dispuso el inmediato traslado del Lynx hacia las Malvinas. Al día siguiente, 10 de Mayo, el Lynx equipado con el jammer embarcó en la fragata HMS Andrómeda que se dirigió hacia la zona del conflicto donde arribo el 26 de Mayo, un día después que los Exocet cobraran su segunda víctima, el portacontenedores Atlantic Conveyor.

Acciones en Malvinas
El Lynx XZ-722 realizó su primera misión de vigilancia electrónica el 27 de Mayo. Las pruebas en el Reino Unido habían determinado que volando a unos 2.000 pies de altitud y unos 40 a 50 km por delante de la flota, el sistema “Orange Crop” permitiría detectar las emisiones del radar Agave de los Super Etendard con una antelación suficiente que le permitiera a la flota tomar las medidas necesarias frente a la inminencia de un ataque con misiles Exocet. Para entonces todos los sistemas ESM de la flota tenían perfectamente identificado al Agave, gracias a la información suministrada por Francia. “Handbrake” (freno de mano) fue el nombre clave asignado al Agave.

El 29 de Mayo un informe de inteligencia señala la posibilidad de un ataque de los Super Etendard. Aparentemente en la base aeronaval de Río Grande se habían observado aprestos en los Super Etendard como así la operación de un Fokker F-28 que normalmente transportaba los misiles Exocet entre ésta base y Espora. Por tal motivo se dispone una alerta especial y nuevamente el Lynx XZ-722 es desplegado en misión de vigilancia electrónica sin que ése día se registre ninguna novedad, aunque el requerimiento se mantiene al día siguiente. 



El 30 de Mayo se produce finalmente el ataque y el Lynx vuelve al aire posicionado entre 40 y 50 km por delante del grupo de los portaaviones. En las primeras horas de la tarde, el sistema “Orange Crop” se activa y la emisión detectada se identifica como “Handbrake”. Al menos un par de emisiones del Agave de los Super Etendard es detectada, pero el Lynx se encuentra en una posición que no le permite ubicarse dentro del rango del alcance del jammer para interferir al Exocet. La aviación argentina ataca desde el Sur cuando la incursión se esperaba desde el Oeste.

Aún así el Lynx transmite la alerta que es corroborada por el centro de información de combate del portaaviones Hermes. Todo el grupo inglés tiene indicación de un inminente ataque con Exocet. Las nubes de chaff lanzadas por los sistemas Corvus comienzan a formarse a distinta altura, todos los sistemas de armas son activados y se inician diversas maniobras para afrontar el ataque. En esos momentos el último Exocet en poder de Argentina es lanzado, seguido de cerca por cuatro A-4C Skyhawk. El resto de la historia, aún está en debate, pero lo relatado hasta aquí demuestra el esfuerzo británico por cancelar una amenaza que no estaba en sus planes y que puedo haber modificado el curso del conflicto. 


Claudio Caputti
Interfedensa©2013


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Los Typhoon en las Islas Malvinas

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Según una tradición originada durante la II Guerra Mundial en la defensa de la isla de Malta, la Royal Air Force (RAF) permitió a los cuatro Typhoon desplegados en Mount Pleseant (Malvinas) el uso de los indicativos Fé (faith), Esperanza (hope), Caridad (charity) y Desesperación (desperation). Integrando la unidad de vuelo 1435 los ejemplares fueron están basados de modo permanente en las islas siendo su misión la defensa aérea de las islas junto con una limitada capacidad de ataque aire-suelo. Los Typhoon llegaron a Mount Pleasant el 12 de Septiembre de 2009, un mes antes de lo previsto debido a la prisa de la RAF de desprogramar del modo más rápido posible a los Tornado F3. Las unidades asignadas a Malvinas fueron los ejemplares ZJ944, ZJ949, ZJ950 y ZK301, los cuales aún hoy permanecen en las islas.

Puntualmente se trata de una extraña versión del Typhoon, denominado por la RAF como FGR4, designación que ha sido adoptada solamente para 10 ejemplares y que corresponden al llamado Tranche 2 Block 8, o sea una versión intermedia entre los modelos iniciales que sólo disponían de capacidad aire-aire y de las últimas versiones del Tranche 2 que han recibido distintos programas o fases de mejoras y actualización. El Block 8 incorpora unas 400 mejoras respecto de la serie inicial (Tranche 1) y sólo ha recibido la mejora denominada CP-193 (Change Proposal) que le otorgó una limitada capacidad aire-suelo permitiéndole el empleo de las bombas de guiado láser Paveway II y las bombas de guiado dual Enhanced Paveway II junto con la barquilla de designación láser Litening III. A modo de comparación éste nivel de capacidad es el mismo al que disponían los Typhoon británicos que participaron en las operaciones aéreas sobre Libia a principios del año pasado. 



Sin embargo los cuatro ejemplares basados en Malvinas aún no han recibido la mejora CP-210 que se aplica en dos fases: P1EA y P1EB. Estas series de mejoras incluye una actualización del radar (especialmente en dotarlo de capacidad para adquirir blancos aire-aire y aire-suelo de modo simultáneo), caso con mira montada, mejora en el sistema de enlace de datos Link 16 MIDS, IFF Modo 5, mejoras en los equipos de contramedidas y autodefensa, integración de nuevas armas (Misil IRIS-T y Paveway IV), nuevo formado de presentación en las pantallas multifunción, nuevas radios, ampliación del comando de voz, etc.

Es de destacar que dos de los ejemplares (ZJ950 y ZK301) fueron desplegados a las islas sin el sistema de adquisición infrarroja de blancos PIRATE, aunque el mismo es montable y desmontable, no siendo necesario el traslado de los ejemplares al Reino Unido para su instalación ya que la misma puede realizarse a nivel escuadrón. Se estima que tal equipamiento no es necesario para los ejemplares desplegados en Malvinas ya que el radar Captor-M del Typohoon ha demostrado que es capaz de detectar blancos del tamaño de un caza a más de 100 km de distancia, incluso sobre aeronaves volando a muy baja altitud. 



Tal como vemos la capacidad de los Typhoon de realizar ataques a blancos navales o de superficie sólo se limita al empleo de las bombas Paveway II tanto de guiado láser como de guiado dual (GPS + láser) careciendo por el momento de capacidad para portar cualquier tipo de misiles aire-superficie ya que la integración de los misiles Brimstone y Storm Shadow no está prevista sino hasta el 2018/2019. Más allá de ello, la capacidad de defensa aérea de los Typhoon es considerable a cuenta que cada ejemplar puede ir configurado con seis misiles AIM-120 AMRAAM de alcance medio, dos misiles Sidewinder de corto alcance y tres depósitos auxiliares de combustible de 1.000 litros cada uno que le otorgaría unas 3 horas de patrulla aérea sobre las Islas.

En caso de urgencia los ejemplares podrían recibir combustible en vuelo a cargo de un VC-10 K4 que regularmente está basado en Mount Pleasant. Al respecto en Diciembre pasado la RAF comenzó la desprogramación de los VC-10 quedando en la actualidad solamente 6 ejemplares que serán reemplazados por los nuevos Airbus A330MRTT Voyager, modelo que en breve podría realizar su primer despliegue en Malvinas.



El quinto Typhoon
Según un reciente anuncio del ministerio de defensa británico, está previsto que en breve sea desplegado a Mount Pleasant un quinto ejemplar de Typhoon a modo de reforzar las defensas de las islas conjuntamente con el desplazamiento de un destructor tipo 45 y un submarino nuclear. El motivo no es otro que el referéndum que se llevará a cabo entre los días 10 y 11 de Marzo próximo donde deberán pronunciarse sobre su estatus político, más precisamente sobre su capacidad de autodeterminación, hecho que generará una fuerte respuesta argentina aunque el propio ministerio de defensa británico descarta de plano cualquier acción militar de parte de Argentina, ya que un informe de Noviembre pasado indica que las fuerzas armadas argentinas no cuentan con capacidad militar para una invasión o cualquier otro acto bélico a cuenta que sólo disponen de un 10 a 15% de las capacidades que tuvieron por 1982.

Aún así los británicos están preparando “planes de contingencia” desplazando a la región alguno de los submarinos nucleares clase Trafalgar o Astute de los cuales actualmente disponen de 5 y 3 unidades respectivamente, ambas equipadas con misiles crucero de ataque a tierra Tomahawk Block IV. Por su parte un destructor Tipo 45 -de 4 que posee la Royal Navy- también se desplazará a las islas contando en su armamento con misiles antibuque AGM-84 Harpoon, misiles crucero BGM-109 Tomahawk y misiles de defensa aérea Sea Viper (Aster 15 y Aster 30). En tanto la base de Mount Pleasant dispone para su defensa misiles Rapier FSC y misiles portátiles Starstreak HVM (High Velocity Missile). 



Como vemos en los próximos días la escalada diplomática entre Argentina y el Reino Unido se incrementará notablemente como consecuencia de éste “referendum” al cual se someterán los isleños. Ayer el secretario de estado británico Andrew Robathan consideró que “muy poco probable” una acción hostil de Argentina en Malvinas, y ello es totalmente cierto ya que en la actualidad las fuerzas armadas argentinas se encuentran incapaces de poder emprender acción ofensiva o defensiva alguna. Un informe que circuló en Noviembre pasado indicaba que la capacidad de las fuerzas argentinas para realizar una invasión a las islas era de un 10 a 15% equivalente a la capacidad que disponían en 1982. En base a éste informe el gobierno británico ha descartado de plano cualquier acción militar argentina, aunque por cuestiones propias de política, dejan abierta la posibilidad a fin de darle un “respaldo bélico” a los habitantes de las islas.

Quizás lo más razonable sería al menos disponer de alguna capacidad militar que le permita al país poder controlar y monitorear las acciones que los británicos realizarán próximamente sobre las islas, pero no habiendo medios para ello, la situación de total inacción supone correr un riesgo totalmente innecesario, mucho más considerando que los ingleses tienen una muy larga historia de responder con fuego a los reclamos de terceros y de inventar o generar acciones para justificar un par de bombas o misiles. No hay que prestarse a su juego pero tampoco dejar la casa abierta para tentarlos.

Claudio Caputti
Interdefensa2013


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Los KC-130 durante la Guerra de Malvinas

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Incorporación
En Mayo de 1979 la FAA adquirió dos KC-130H (reabastecedores) matriculados TC-69 y TC-70 que le otorgaron  por primera vez la capacidad de reabastecimiento aéreo ya que llegaban con la capacidad de poder reabastecer aviones de combate en vuelo como los McDonnell Douglas A-4B/C de la FAA y eventualmente los A-4Q de la Aviación Naval ampliándose significativamente el radio de acción de los cazabombarderos. Al mismo tiempo permitió también realizar vuelos de exploración y reconocimiento sobre espacios subantárticos nunca sobrevolados como las Islas Georgias del Sur y las Sándwich del Sur. En este último archipiélago, en la isla Morrell del Grupo Thule del Sur estaba la Estación Científica Corbeta Uruguay, sobrevolada en varias oportunidades por los Hércules del Escuadrón 1. La primera operación de reabastecimiento se realizó el 12 de Junio de 1979 con una escuadrilla de A-4C.



Datos del avión

Lockheed KC-130 Hércules
Origen: EEUU
Tipo: Cisterna de repostaje en vuelo
Planta Motriz: Cuatro turbohélices Allison T56-A-16 de 4508 HP de potencia unitaria
Prestaciones: Velocidad máxima 600 km/h a 9150 m; velocidad crucero 602km/h 
Velocidad de repostaje: 570 km/h;
Techo de servicio: 13075 m;
Alcance: 1600 km a 550 km/h para transferir 14060 litros de combustible
Pesos: Vacío 31400 kg.
Máximo en despegue: 61200 kg.
Dimensiones             
Envergadura: 40,41 m;
Longitud: 29,79 m;
Altura: 11,66 m;
Superficie alar: 162,16 m²
Armamento: Ninguno
Datos:tiene un tanque auxiliar de 135000lts que usando el combustible interno le da una autonomía de 16 horas. Tiene una manguera de 28m de largo y la sonda de reabastecimiento


En Malvinas

Participaron dos aeronaves: KC-130H  TC-69 &  TC-70. La capacidad de cargar gran cantidad de combustible y de poder transferirlo le permitió durante el conflicto de Malvinas la realización de docenas de misiones abasteciendo a los Skyhawk A-4B y A-4C , aparte de suministrar también combustible a los Super Etendard en sus misiones antibuques contra el Sheffield, el Atlantic Conveyor y la misión conjunta contra el portaaviones HMS Invencible. Durante el conflicto se planificaron un total de 47 misiones de reaprovisionamiento en vuelo concretando 31 misiones, de las cuales algunas fueron canceladas y otras reprogramadas como misiones de exploración lejana. Ambas aeronaves cumplieron 20 vuelos de reabastecimiento a 93 aeronaves de la FAA y 20 vuelos del COAN, (otra versión habla que reabastecieron en vuelo a 279 aviones). Sin la labor de los KC-130 los aviones argentinos nunca hubieran podido llegar a las Malvinas y sus exitosos ataques no se podrían haber realizado.

Los atareados Hércules no solo llevaron a cabo misiones de abastecimiento durante el conflicto, también realizaron misiones de sumo riesgo como la de exploración lejana sobre el mar y el reabastecimiento en vuelo de las unidades de ataque las que causaron el hundimiento de por lo menos siete buques de superficie. Estas misiones asignadas a los dos KC-130H no estuvieron despojadas de riesgos debiéndose internar profundamente en mar abierto con el peligro en todo momento de ser detectado por los radares de los buques británicos, lo que significaba el peligro de un derribo inminente. 

La presencia de las “Chanchas” era siempre un fuerte aliciente moral y material para los pilotos de los A-4P y C que regresaban del combate, en muchas ocasiones con un mínimo de remanente de combustible. Como ejemplo se puede mencionar la situación vivida por el Alférez Guillermo Dellepiane “Piano”, quien a bordo de su A-4C regresaba al continente después de cumplir con una misión de combate sobre unidades de superficie de la Royal Navy. Como consecuencia del fuego antiaéreo sufrió la perforación de sus tanques de combustible con la consecuente pérdida de combustible, lo que irremediablemente, resultaría en la pérdida del aparato y su piloto.
 

En momentos que el piloto esperaba que el motor de su avión se apagaran por falta de combustible, la milagrosa “Chancha” apareció y después de algunas alternativas -que hacían desesperar al joven piloto- este pudo visualizar a su salvador y mediante una perfecta maniobra, que no admitía un segundo intento, pudo conectar su lanza a la canasta del “KC” trasvasando este el salvador combustible. Sin embargo, las perforaciones en los tanques hacían que el combustible así como entraba se perdía a través de estas. La única forma de salvar el aparato y su piloto era llevarlo conectado a la manga hasta la base, así sucedió, y una vez sobre esta el KC-130 soltó al averiado A-4 el que finalmente aterrizo sin dificultades. El Alférez Dellepiane nunca dejaría de agradecer a la tripulación del TC-69 y a su comandante Vicecomodoro Litrenta esta acción que salvo su vida.

Otra de las misiones de mayor trascendencia se puede mencionar la realizada el 30 de Mayo en ocasión de planificarse un ataque sobre un portaviones, el “Invencible”. La planificación se llevó a cabo en forma conjunta entre la FAA y la Aviación Naval interviniendo por parte de la primera cuatro aparatos Douglas A-4C y dos Super Etendard de la Aviación Naval uno de los cuales transportaría el último de los misiles EXOCET AM-39. Los dos KC-130 participarían de la misión repostando a los A-4C y a los SUE de ida y vuelta de la misión.

Habían transcurrido casi ocho horas de vuelo cargadas de tensión. Las comunicaciones con el radar de Puerto Argentino indicaban que una nueva actitud era asumida por las PAC inglesas. Estas debían permanecer en vuelo a gran altura, era evidente que no tenían lugar donde apontar. El Invencible sin dudas había sido atacado.



Pocos minutos después los dos SUE de la Armada comunicaban mediante señales que proseguían al continente sin necesidad de un nuevo reabastecimiento.  La tensión crecía hasta que fueron avistados dos de los A-4C, los que se reaprovisionaron, y en una corta comunicación informaron de la irremediable pérdida de los dos restantes aparatos. Sin demora partió la orden y los KC emprendieron el regreso con el sabor agridulce del saber que por la misión cumplida se había pagado un precio demasiado alto, dos Cazadores no volverían.

También los KC participaron en la primera misión de combate de la FAA el 25 de Abril. En esa oportunidad se planificó atacar con los bombarderos MK.62 Canberra algunos buques ingleses que se encontraban en las cercanías de las islas Georgias del Sur. Se escogieron los Canberra, de lenta maniobrabilidad y prácticamente nulo poder autodefensivo, por ser los únicos con el alcance suficiente -se debían recorrer unos 4.000 km en total- como para poder operar sobre las Georgias. Tres bombarderos serían acompañados entonces por un Boeing 707, mientras que un KC-130, cuyo tanque de combustible extra para realizar reabastecimientos en vuelo le otorga una autonomía considerable cuando utiliza ese carburante para su propio consumo, se encargaría de la exploración lejana. Fue precisamente el Hércules el que informó sobre las malas condiciones meteorológicas sobre el blanco y que además los buques a atacar estaban dentro de la bahía Cumberland, lo que prácticamente imposibilitaba la maniobra de los Canberra. Se frustró así esa primera misión, que ya no podría repetirse, porque la guarnición argentina en Grytviken se rindió poco después a la fuerza expedicionaria británica.

También el 13 de junio los KC-130 cumplieron las misiones finales de reabastecimiento en vuelo para los cazas Skyhawk que operaban por última vez sobre el archipiélago.

 

Algunos otros de estos vuelos han pasado a la historia y nunca serán olvidados por sus protagonistas directos y por muchos argentinos, otros argentinos actúan con una prodigiosa desmemoria y malintencionada ignorancia. Las queridas “Chanchas” de la FAA sin dudas han sido protagonistas de estas victorias en su papel de “partícipes necesarios” de las mismas.

Los británicos conocías muy bien las limitaciones del arma aérea argentina para llegar a las islas y el Atlántico Sur por los que estos dos reabastecedores estarían entre los objetivos primarios a destruir junto a los Super Etendard entre otros. Y en los papeles esto era muy cierto, si los ingleses llegaban a derribar un tanquero complicaría muchísimo las operaciones aéreas argentinas. Entre los mitos de la guerra se dice que los ingleses literalmente se quemaron las pestañas buscando los puntos de reabastecimiento en pos de cazar a los KC, establecieron PACs de emboscada, piquetes de radar con buques hasta incluso misiones de espionaje en territorio continental para saber la ubicación de los aparatos (se habrá planificado un Mikado II para éstos aviones?).

Los argentinos eran consientes de la importancia de los KC-130 por lo que los cambiaban de base casi todos los días, no sería de extrañar que los dos valiosos aviones no estuvieran nunca juntos en un mismo lugar o que las tripulaciones no durmieran juntas y lo hicieran en los pueblos cercanos a las bases. Las operaciones REV cuando salían, cumplían patrones de salida muy particulares, nunca despegaban con un rumbo inicial a la zona REV, lo hacían con rumbos a bases continentales o bien cumpliendo un plan de vuelo por aerovía y recién en un lugar determinado de la PATAGONIA volaban táctico y salían al mar. Toda este juego del gato y el ratón entre ingleses y argentinos nos da una pauta de la importancia de éstas naves y que su historia es todavía desconocida para muchos.

Fuentes utilizadas (haga click en el link)

Publicaciones utilizadas
Especial Alas nro. 2, Revista Alas

Crónica del ataque al HMS Sheffield

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Aproximadamente a las 09:45 horas de la mañana del Martes 4 de Mayo de 1982 el radar de vigilancia aérea de la fuerza aérea de Chile situado en la base de Punta Arenas detectó el despegue de dos “aeronaves rápidas” desde la base aeronaval de la Armada Argentina de Río Grande. El radar pudo verificar que las mismas adoptaron rumbo inicial de 090 grados -hacia el este- en un curso que las llevaría directamente hacia el Sur de las Islas Malvinas. Previa encriptación, dicha información fue inmediatamente transmitida al centro de información de combate del portaaviones HMS Hermes, donde el reporte fue retransmitido al portaaviones HMS Invencible quien esa mañana coordinaba y controlaba las operaciones de defensa aérea de la flota, cuyo núcleo principal se encontraba en una zona situada a 160/180 km al Sur de Puerto Argentino.

El primer ataque con misiles antibuque AM-39 Exocet por parte de los Super Etendard de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina estaba en marcha.

Una misión ha pedido de la Fuerza Aérea
Tras el inicio de las hostilidades el 1º de Mayo, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) necesitaba de modo urgente retomar el puente aéreo con Puerto Argentino. Para el Martes 4 de Mayo estaba previsto el cruce de tres C-130 Hercules razón por la cual se requería conocer la posición de la flota inglesa para permitir planificar el cruce de los Hércules. Tal misión le fue encomendada a la Armada Argentina quien dispuso el despegue desde Río Grande a las 05:07 hrs. del Neptune 2-P-112 al mando del capitán Proni Leston. Tras dos horas de patrullaje, a las 07:10 se detectó un blanco mediano situado a unos 160 km al Sur de Puerto Argentino. El equipamiento electrónico del Neptune permite identificarlo como un destructor Tipo 42 de características similares a los destructores Hércules y Santísima Trinidad de la Armada. Tras recibirse en Río Grande el reporte la misión original del Neptune cambia. Puerto Argentino estaba recibiendo cañoneo naval y se descarta el cruce de los C-130, sin embargo el blanco detectado puede convertirse en un objetivo para los SUE. Por tal motivo se dispone de inmediato el alistamiento de las aeronaves por cuanto se había encontrado “un blanco a medida” y dentro de los parámetros de radio de acción de los SUE. Se le ordenó a Proni Leston mantener el contacto de modo discreto para disponer de la posición actualizada del blanco. El Neptune simuló hábilmente estar realizando en una misión de búsqueda de náufragos del crucero General Belgrano y los radares ingleses “compraron” tal simulación.

Tras disponerse el alistamiento de los SUE, se requiere a la fuerza aérea de la asignación de un KC-130, participación que ya estaba solicitada anteriormente la espera de un blanco para los SUE. Sólo faltaba fijar las coordenadas del punto de reunión y el horario. Así a las 8:45 el Hercules TC-70 despega desde Río Gallegos con el Vcom Pessana a sus mandos, adoptando curso sudeste. Dos minutos antes el Neptune actualiza la información indicando la existencia de tres contactos a unos 180 km al Sur de Puerto Argentino y a 700 Km al Este de Río Grande. Se dispone entonces el alistamiento final y a las 9:44 despegan los SUE 3-A-202 con el capitán de corbeta Bedacarratz y el 3-A-203 con el teniente de fragata Mayora. Ambos transportan bajo su ala derecha un misil AM-39 Exocet. 


Unos quince días atrás, el 17 de Abril, los SUE habían realizado una misión de ataque simulado contra el destructor ARA Santísima Trinidad (Tipo 42). La práctica incluía el reabastecimiento aéreo por parte de un KC-130H Hercules de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) situado a unos 550 km de la base. Tras completar el reaprovisionamiento los SUE deberían recorrer otros 420 Km hacia el blanco, cuya posición era actualizada por un S-2E Tracker, quien transmitió a los SUE la última posición conocida a sólo 15 minutos del lanzamiento de los misiles. A bordo del destructor se encontraba el teniente de fragata Mayora –piloto de SUE- quien verificó todos los parámetros de la misión, detección radar, aproximación de los aviones, etc. La práctica resultó un éxito y se estableció un procedimiento de ataque con misiles Exocet. Ahora la práctica se había convertido en realidad y la misión se ejecutaba en condiciones de combate real.

Aproximadamente a las 10:05 hrs. ambos SUE llegaron a la posición prevista donde los esperaba el KC-130. Tras realizar el reaprovisionamiento de combustible sin novedad, continuaron su misión a la espera de una actualización de la posición de los blancos por parte del Neptune. Unos minutos después el sistema de alerta radar Thomson-CSF BF de los SUE se activó. El equipo les indicaba que estaban siendo captados por un radar de vigilancia aérea correspondiente al modelo 1022. Intuyeron que se trataba de un destructor tipo 42 y a fin de mantener el factor sorpresa dejaron su altitud de vuelo de 6.000 metros e iniciaron un rápido descenso. La etapa del vuelo rasante se había iniciado y no era precisamente un destructor tipo 42 quien los había detectado.

La detección del Invencible
A unos 330 km de los SUE se encontraba el portaaviones HMS Invencible, aunque los pilotos argentinos desconocían que su curso los llevaba directo hacia la posición del portaaviones. Esa mañana Mark Booth era uno de los operadores del radar de vigilancia aérea de gran alcance Marconi 1022. En su pantalla captó un eco difuso casi al límite del alcance del radar. Como ésa mañana las órdenes eran muy específicas en cuanto a la confirmación y verificación de los ecos radar, debió esperar otro barrido para confirmar la detección. El eco apareció nuevamente a unos 300 km y de inmediato lo informó al oficial superior quien calificó el contacto como espurio. Sin embargo Booth siguió viendo en la pantalla el contacto que ahora se encontraba a unos 220 km de distancia y con rumbo hacia la flota. Nuevamente dio aviso al oficial superior quien por segunda vez le restó importancia aduciendo la existencia de muchos ecos y contactos falsos. Booth codeó a David Forster –el otro operador de radar situado a su lado- y ambos pudieron ver claramente en la pantalla que ahora los contactos eran dos, ésta vez a unos 150 km y acercándose a la flota. Ante la insistencia de informar el contacto, el oficial superior volvió a desestimarlo e incluso les pidió a ambos operadores que dejaran de “cazar conejos”.

Aunque éste reporte de los operadores de radar del Invencible fue muy cuestionado por la Royal Navy quien negó que tal posibilidad hubiera existido, existe la posibilidad que dicha detección haya sido cierta y real a la luz del relato de Bedacarratz quien en un artículo publicado por el sitio Nuestro Mar ( http://www.nuestromar.org/node/20054/print) admite que tras el reabastecimiento aéreo y cuando volaban a una altitud de 6.000 metros, recibieron indicaciones del sistema de alerta radar de la detección de parte de un radar de vigilancia aérea 1022, razón por la cual iniciaron de inmediato el vuelo rasante.

Más allá de lo mencionado, queda en claro que en el Invencible nadie recordó el reporte llegado desde Chile ni correlacionó dicho reporte con lo que mostraba el radar, como así tampoco relacionaron la existencia del contacto del sur (el Neptune) que aún se mantenía en la zona y que esporádicamente emitía con su radar. Tres omisiones muy graves y que le costarían muy caro a la Royal Navy.

“Hablando con el Exocet”
Ya en vuelo rasante y tras una espera angustiosa, finalmente llega la información del Neptune. Se trata de tres blancos, uno grande y dos medianos, en tanto un poco más alejado se encuentra otro mediano. Bedacarratz como Mayora introducen las coordenadas en los sistemas de navegación de los SUE y para una mayor seguridad verifican entre sí los datos. La información recibida obliga a realizar una ligera corrección del rumbo y a fijar las distancias cuando realizarán las “levantadas” para tratar de localizar los blancos con los radares Agave.

Aproximadamente a las 10:55 los SUE realizan el primer ascenso trepando hasta los 300 metros de altitud. Los tres barridos del radar Agave no logran detectar blanco alguno. Regresan a vuelo rasante y unos dos minutos más tarde vuelven a ascender. En ésta oportunidad el Agave detecta blancos a una distancia de 60 km, uno grande y tres medianos. Son entre las 10:58 y 10:59 hrs. Para entonces el destructor HMS Glasgow con su sistema de medidas de apoyo electrónico UAA1 detecta los barridos de Agave de los SUE que se aproximaban a la flota inglesa con curso noreste (245 grados en la primera emisión y 248 grados en la segunda) y a una distancia de 74 km. Instantes después la Glasgow como el portaaviones Invencible obtienen lectura radar de ambos aviones, ahora a unos 55 km de distancia y acercándose. En las cabinas de los aviones el sistema de alerta radar BF se enciende. Para entonces ambos pilotos comienzan a programar el sistema de tiro del Exocet, transfiriendo al misil las coordenadas del blanco y luego cargando manualmente las últimas “instrucciones”.

Era el momento de “hablar con el Exocet” indicándole al mismo varios parámetros necesarios para su lanzamiento. Así se selecciona el ángulo de búsqueda del radar, la distancia a la cual se debe activar el mismo, la altitud de ataque y por último el modo de detonación del misil, el cual admite tres variables. Por impacto tras ascenso y picado sobre la embarcación, por proximidad al sobrevolar el blanco y por retardo tras impacto a la altitud fijada. Esta última opción fue la elegida, así el misil en su etapa final de ataque descendería a solamente 2 metros de altitud, impactaría la embarcación para detonar su cabeza de combate con un retardo de 0.015 segundos. Ahora el Exocet ya tenía sus instrucciones, debería dirigirse hacia una posición geográfica determinada navegando de modo autónomo gracias a su sistema de navegación inercial RE576. A una distancia prefijada por el piloto, se activaría el radar ADAC (Auto Director Anti-Clutter) que en modo búsqueda iniciaría la exploración para detectar el blanco y una vez detectado, pasaría al modo de enganche o barrido fijo. A partir de entonces el Exocet se dirigiría hacia el objetivo descendiendo de una altitud de vuelo de 5 metros a los 2 metros fijados por el piloto y con una velocidad de 310 metros por segundo.

Exactamente a las 11:00 hrs los pilotos realizan una nueva emisión con el radar Agave para confirmar la posición de los blancos, hecho que los lleva a ejecutar una corrección en el rumbo virando ligeramente hacia la derecha acción que los lleva a quedar directamente alineados con el destructor HMS Sheffield situado unos 30 km. Para entonces los SUE ya habían sido detectados por los radares de vigilancia aérea del Glasgow, Invencible, Glamorgan y Sheffield pero hay una gran confusión sobre el ataque. Se habla de ecos falsos, de Mirage III y de un eco desconocido situado al Norte. De hecho las emisiones de los Agave han sido mal identificadas creyéndose que se trata del Cyrano de los Mirage III. Dos PAC de Sea Harrier son alertadas pero los radares Bue Fox carecen de capacidad de detección hacia abajo y no logran detectar a los SUE que volaban a solamente 25 metros de altitud. Solamente el Glasgow está en condiciones de reaccionar y activar sus sistemas de defensa aérea, pero desde el Invencible se ordena que sea el Sheffield quien responda al ataque.

En medio del desconcierto y confusión que reinaba en la flota británica, Bedacarratz completa el procedimiento de disparo del Exocet y tras obtener las últimas verificaciones, a las 11:02:02 lanza su Exocet. Tras pulsar el botón de lanzamiento, el misil se desprende de su soporte pero no observa reacción alguna del mismo. Nadie le había explicado que en la versión AM-39 para evitar cualquier daño a la aeronave lanzadora al encenderse el propulsor, se había fijado un retardo de encendido de 1,5 segundos desde el momento del lanzamiento. Así el misil caía libremente del soporte logrando una distancia de 10/12 metros de separación antes de encender su propulsor, evitando así cualquier daño a la aeronave debido a la onda sónica y calórica que generaba el encendido del motor cohete. Unos 8 segundos después Mayora lanza su misil.
El primer Exocet demora aproximadamente unos 18 segundos en alcanzar la posición prefijada y activa su radar ADAC iniciando la búsqueda del blanco. Esta emisión es detectada por el Sheffield pero nadie reacciona. Gran parte de sus sistemas de detección están desconectados ya que se encuentra en medio de una transmisión satelital que a fin de evitar interferencias obliga a desconectar varios equipos vitales para la defensa del buque. Unos 25 segundos después, el sistema UAA1 del Sheffield muestra que el ADAC pasa a barrido fijo, o sea que el misil se ha enganchado sobre el destructor. El operador trata de identificar la emisión. El proceso de identificación demora varios segundos hasta que finalmente logra determinar que se trata de un misil Exocet. Para cuando va a dar la alarma, el Exocet impacta en el Sheffield. 

El misil ingresó al destructor por estribor con un ángulo de 40 grados aproximadamente y a una altura de 2,1 metros por encima de la línea de flotación. El impacto destruyó la sala donde se encontraban los generadores diesel, vitales para la generación de electricidad y del servicio contra-incendios y daños en áreas adyacentes. Aunque la cabeza de combate no detonó, el motor cohete siguió generando potencia por algunos segundos más provocando un incendio generalizado. Aparentemente el motor explotó instantes después ocasionando una onda expansiva de moderada magnitud que se proyectó hacia los compartimientos superiores al lugar del impacto y hacia fuera del caso. Al menos dos líneas de combustible provocaron de inmediato un gran incendio que generó una extensa nube negra apreciable en una de las primeras fotografías tomadas del Sheffield desde un helicóptero Sea King. La vital línea de agua para el sistema anti-incendios también resultó dañada por el impacto del misil. El Sheffield recién sería evacuado 8 horas después del ataque ante la posibilidad que el incendio llegara al depósito de misiles Sea Dart. El fuego continuaría al menos por 24 horas más y no sería hasta el 10 de Mayo que el Sheffield se hundiría a unos 270 km al Este de Puerto Argentino. 

Comentarios Finales
La misión se ejecutó con total precisión y conforme con los procedimientos que se habían fijado tras el simulacro del 17 de Abril. Las posteriores misiones se fueron perfeccionando en base a la experiencia adquirida y más allá de los resultados, en todas las oportunidades se llegó a distancia de lanzamiento dentro del radio defensivo de la por entonces tercera flota naval mundial. La efectividad del misil llevó a la Armada a iniciar varias gestiones para conseguir más misiles, gestiones que no se llevaron adelante con la suficiente discreción ya que tal búsqueda fue rápidamente conocida incluso por las publicaciones de defensa, tal como se aprecia en el artículo de la revista inglesa Flight International en su edición de Junio de 1982. 


Aunque no se pudieron conseguir más misiles, el Exocet se cobró otra víctima, el portacontenedores Atlantic Conveyor que también resultó completamente destruido perdiendo su valiosa carga que luego retrasaría y dificultaría la ejecución de las operaciones terrestres inglesas en la parte final del conflicto. La guerra finalizó y el Exocet se convirtió en el arma del momento. Finalmente para fines de Octubre y principios de Noviembre Aerospatiale debió cumplir con lo acordado con Argentina y entregó el lote restante de misiles más una partida adicional. 

Para la Royal Navy el shock causado por el Exocet no fue fácil de digerir. Se invirtió mucho dinero, se desarrollaron docenas de pruebas y no fue hasta fines de 1983 que oficialmente se reconociera que estaban en condiciones de poder enfrentar un Exocet con un alto porcentaje de posibilidades de derribarlo. Paralelamente se mejoraron los radares de vigilancia y los equipos de contramedidas electrónicas con mayor capacidad de detección a baja altitud y computadoras avanzadas para poder identificar rápidamente las amenazas. Surgió en todo el mundo una nueva generación de electrónica y armamento “anti-misil”.

No hay dudas que la acción de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina provocó un antes y un después en el combate aeronaval. La portada de la revista Time correspondiente a la primera semana de Mayo de 1982 es más que elocuente. La era de los misiles había llegado. 



de marcelocimino

Fuente:
www.interdefensamilitar.com 

2 de abril de 1982 MALVINAS: Vehículos Anfibios

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Por Ricardo Corino
El siguiente relato obtenido del libro “Blindados argentinos de Uruguay y Paraguay” por Ricardo Sigal Fogliani, describe las operaciones del batallón de Vehículos anfibio integrado por 20 LVTP-7 a oruga y 5 LARC-5 a ruedas el 2 de abril en la «Operación Rosario».


Preparación Previa
Cuando el gobierno militar presidido por el general Galtieri tomó la decisión del desembarco, ésta se mantuvo, por supuesto, en un estricto secreto, impartiéndose órdenes en los primeros días de marzo al Comandante del Batallón, capitán de fragata IM Guillermo Cazzaniga, para incrementar el adiestramiento del personal y realizar las tareas de mantenimiento en los vehículos.


En ese momento pocos vehículos estaban en condiciones operables, ya que por razones presupuestarias y la falta de repuestos varios no estaban en servicio. Uno de ellos era el único LVTP-7 Recuperador, cuya pluma estaba desmontada. Había gran cantidad de personal nuevo en la unidad, pero también contaba con conscriptos de la 2a y 4a tanda de la Clase 1962, que ya eran veteranos en la Compañía, habiendo participado en los ejercicios UNITAS de fines de 1981 Entre los días 19 y 25 de marzo, se realizó un adiestramiento anfibio, en donde embarcaron en el Buque de Tanques «ARA San Antonio» el BIM 2 (Batallón de infantería de Marina) y parte de la Compañía VAR (Vehículos Anfibios a Rueda), El total de vehículos que estuvieron listos, con todos sus sistemas en servicio para esa fecha, fueron 123.


El 18 de marzo el almirante IM Carlos Büsser ordenó al teniente de navío IM Mario Forbice realizar lodos los esfuerzos para poner en funcionamiento los sistemas de visión nocturna.



El 19 se embarcaron 12 vehículos, los que formaban parte del plan de instrucción que tenía el BIM 2 para desembarcar en la playa de San Román. Una vez llegado a la zona, se realizó el desembarco en dos oleadas de 6 vehículos cada una. En la playa desembarcó el BIM 2, fizándose todo sin ningún inconveniente. 


Posteriormente, se realizó nuevo ejercicio que consistía en un desembarco con arribo a la en columna de a dos, y una vez en tierra en una sola columna, pero con el descenso de seis hombres por vehículo para dar una seguridad inmediata durante la marcha. Este nuevo ejercicio que nunca se había realizado, llamó la atención a quienes estaban en desconocimiento que dos semanas para adelante, estarían ante un desembarco verdadero, bajo fuego enemigo.

El 25 de marzo el Batallón regresó a su base, y su comandante ordenó alistar la totalidad de los vehículos, para embarcarlos nuevamente el 28.


Los trabajos se realizaron en forma acelerada en el galpón de los LVTP-7 (VAG), con gran despliegue de personal civil y militar, en especial en lo que respecta a los sistemas de visión nocturna, comunicaciones y armamento.



El sábado 27, a las 8 de la mañana, se inició la marcha hacia Puerto Belgrano, con dos Secciones completas de LVTP-7 de 8 vehículos cada una, más el grupo comando formado por el VAOC (vehículo comando) y el Vehículo de Apoyo. En la Unidad quedaron tres LVTP-7, que eran el VAO 14, y el VAO 17, que al faltarle un repuesto no pudo ponerse en senricio.  Al anochecer, estuvieron todos los VAO (inclusive los dos demorados en la unidad) embarcados en el BDT «ARA San Antonio», preparados para la travesía.


El personal comenzó a embarcar el domingo 28 a las 8,00 horas, y a las 12,30 el BDT «ARA San Antonio» zarpó de Puerto Bel grano en Bahía Blanca, junto con el «Almirante Irizar» (aunque la salida estaba prevista para las 17,00 horas). Durante la navegación se realizaron algunas tareas de mantenimiento que habían quedado pendientes.


En el «San Antonio» se habían embarcado en la bodega de tanques, 20 VAO (LVTP-7) y un VAR (Larc-5). En la cubierta de vuelo de helicópteros viajaban otros 4 VAR y unos 30 vehículos del Ejército y de la Infantería de Marina. En cuanto a los hombres, el barco tenía una capacidad para alojar 450 infantes, pero en este viaje llevaba 300 más de su límite.


La travesía transcurrió sin problemas, salvo el causado por el VAR n° 2, cuando en la madrugada del 31, y como consecuencia de un temporal, se le saltaron las toncas que lo sujetaban golpeándolo contra una planchada, yendo de adelante hacia atrás (lo que lo salvó de caer al agua). El Cabo Primero I barra, conductor del VAR n° 12 se subió al vehículo descontrolado, intentando frenarlo, pero esto no alcanzó para disminuir los vaivenes. Luego de dos horas de trabajos logró un trincado provisorio e inmovilizar el vehículo.



El Desembarco

En la noche del 1° de abril el mar estaba calmo y el persona preparado para el desembarco, conscientes de la jornadas históricas que les tocaría vivir.


En la madrugada del 2 de abril estaba el personal embarcado en los vehículos anfibios antes de abrirse la rampa del «San Antonio», A las 6,05 horas se apagaron las luces de la bodega y se abrieron las compuertas de proa, al tiempo que los enormes ventiladores entraron en funcionamiento para que no se tornara irrespirable el ambiente al ponerse en marcha los motores de los 21 anfibios. A las 6,10 se cerraron las rampas de los VAO, y diez minutos más tarde, las escotillas A las 6,15 se produjo el lanzamiento de los vehículos que estaban en cubierta, y a las 6,22 el teniente de navío Rossi ordenó por radio, desde el buque, que se lanzara la  la primera ola.


La primera ola de asalto (Unidad de Tarea 40,2.2) estaba formada por cuatro LVTP-7 (VAO) con 99 hombres embarcados, al mando del capitán de corbeta IM Hugo Jorge Santillán, distribuidos de la siguiente manera: VAO N° 05: En este vehículo iba el capitán Santillán, con el Jefe del Pelotón Comando (Agüero), un radio operador (Tello), dos camilleros, un enfermero, 1 pelotón lanza-coñetes, 1 grupo de tiradores y 1 dotación de ametralladoras. Total: 24hombres.



VAO  nº 07: Este vehículo iba 50 metros más atrás, a la derecha del N° 5 y estaba a cargo del Jefe de Grupo de Morteros de 8lmm, SIM Quiroga, y lo acompañaban: 1 Grupo de Tiradores, 1 dotación de lanzacohetes, 1 mortero de 81 mm y 1 cañón sin retroceso 75 mm. Total: 25


VAO N° 10: Este LVTP-7 iba detrás del VAO 05 (a 100 metros), y llevava 25 hombres del Ejército Argentino, bajo el mando del teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, constituyendo la Unidad de Tarea 40.1.10.


VAO N° 19: Este vehículo iba 50 metros más atrás y a la derecha I VAO 05, estaba bajo el mando del Segundo Comandante de la unidad de Tarea 40,1.2., el TCIM Schweizer Este VAO llevaba: 1 grupo de Tiradores, 1 mortero de 81mm, 1 cañón sin retroceso de 75 mm y 1 dotación de ametralladoras. Total: 25 hombres.


Para una mejor comprensión, el diagrama de desembarco era el siguiente



El lugar escogido para el desembarco era un sector de 300 metros de extensión de playa, al Sur Oeste de la Bahía York, y hacia allí se encaminaban los anfibios con el titileo de la luces de Puerto Stanley a un costado. A través de aparatos de puntería con visión nocturna, se veían algunos elementos en la playa, que parecían máquinas viales.


A 500 metros de la playa tuvieron que virar a la derecha para esquivar una roca sumergida de la que ya tenían referencias, y así llegaron a la playa designada como «Playa Rojo» y pasando la marcha a terrestre, los VAO avanzaron ya sobre tierra firme a las 06,30 horas del 2 de Abril.


Una vez en tierra firme, el Jefe de Estado Mayor ordenó que se trasladaran los vehículos a unas alturas distantes a unos 150 metros, para posteriormente iniciar su marcha hacia el aeropuerto. Durante el trayecto, los cuatro VAO de la vanguardia pudieron comprobar las dificultades que ofrecía el terreno, con las orugas patinando sin adherirse al suelo, en parte arenoso, en parte turba y en partes roca viva.


El primer inglés que vio los anfibios fue el soldado Berry, que estaba solo en la colina Sapper vigilando el área. Al quedar despejada la playa de los VAO, se comenzaron a baja con guinches, desde la cubierta del «ARA Cabo San Antonio», Ios anfibios de rueda LARC-5 (VAR) que llevaban obuses a bordo.




Los primeros fueron el VAR 02 y el VAR 03 (con guinche), que ganaron a la playa sin novedad. Media hora más tarde comenzaron bajar los otros dos (VAR 08 y VAR 12), cuando desde la costa en la zona de Arrow Point, comenzaron los disparos contra el barco, pero dado la distancia no ofrecían peligro. Ante los disparos, la corbeta «Granville» comenzó a hacer fuego contra la posición británica, y un equipo de Buzos Tácticos argentinos se trasladó a ese lugar; pero los ingleses se replegaron, luego de cambiar de posición.
Una vez en la playa, con el guinche del VAO 03, se comenzaron a descargar los obuses de los otros cuatro LARC-5, finalizando la operación a las 9,05 horas.


Mientras tanto, la vanguardia de los VAO llegaban en columnados al aeropuerto, en donde adoptaron la posición de cuña, puesto que tenían información que había un nido de ametralladoras de 1257mm en Canopus Hill. Una vez en el lugar, Seineldín desembarcó los 25 hombres del Rí 25 de su VAO y comenzó a tomar posiciones en el aeropuerto.


El capitán Santilián informó por radio al capitán Weinstabl de la situación, y le pidió autorización para continuar su marcha hacia el poblado con sus tres VAO.


La pista del aeropuerto se encontraba llena de obstáculos de todo tipo (23 en total), camiones, tractores, escombros, ómnibus, maderas, máquinas viales, etc. El almirante Büsser ordenó al comando del BIM 2 a caigo del capitán Weinstabl, que ayudara al teniente coronel Seineldín con tres VAO y sus dotaciones, ya que a cargo del mismo estaba la operación de rastrillaje, de seguridad y de limpieza de la pista. En ritmo acelerado se rastrilló la zona hasta el faro y se comprobó la inexistencia de francotiradores que pudieran atacar a los aviones cuando estos arribaran. Durante este lapso, helicópteros de la Fuerza e desembarco trasladaron hombres al aeropuerto. Al quedar la pista operativa comenzaron a llegar los aviones C-130 transportando al Regimiento 25 al suelo malvinense. El Objetivo Delta, la toma del Aeropuerto y su piesta en servicio, se había cumplido satisfactoriamente.



El camino que va del aeropuerto a Puerto Stanley es de asfalto, y se dirige hacia el Sur, y luego de cruzar por un istmo de 200 metros de ancho y un kilómetro de largo, dobla hacia el Este en dirección a la población, a unos cinco kilómetros de ese lugar.


Los  tres VAO cruzaron el istmo con precaución, escoltados por los infantes de marina, que previamente habían descendido de los vehículos en prevención de un ataque personal, o de minas antitanque.


Una vez, realizado el cruce, se divisó la ciudad hacia donde se dirigieron. A los dos kilómetros cruzaron un arroyo por un puente de madera, y luego se abrieron para avanzar en cadena. Dado que las condiciones del terreno eran muy difíciles, el VAO 19 de Schweizej que iba a la izquierda se encajo. Mientras venían otros vehículos del Batallón de IM N° 2, cruzando el istmo, los otros dos VAO continuaron su trayecto. Al poco tiempo, el número 19 consiguió salir, y sobrepasó a los otros siete, que venían avanzando para alcanzar a su grupo, en la vanguardia, los VAO 05 y 07.


Mientras tanto, los dos VAO seguían hacia Stanley, adelantándose unos 150 metro. El LVTP-7 n° 07, del Suboficial Quiroga, se desplazaba hacia la derecha. De esta forma escalonada, continuaron hasta que, cerca del poblado, se veía una mancha amarilla en el camino. Con los prismáticos pudieron ver que se trataba de una máquina vial obstruyendo el camino.



Combate sobre Ciudad Blanca
La ruta que seguían los VAO hacia la Casa de Gobierno, pasaba por una zona de Puerto Stanley llamada «Ciudad Blanca», que consistía en cinco casas prefabricadas pintadas de blanco.


El Gobernador inglés había dispuesto no combatir en la ciudad, para no arriesgar vidas civiles, pero dado lo descampado de ese lugar, el teniente Bill Troílope con la Sección 2 que cubría la carretera que iba al aeropuerto, decidió enfrentar a las fuerzas argentinas que avanzaban. El teniente Troílope dio la orden de fuego a los sirvientes de un cañón antitanque, y el proyectil impactó con una fuerte explosión a unos cincuenta metros a la izquierda del VAO 07. Posteriormente, ese vehículo recibió gran cantidad de disparos en el escudo de proa, con una ametralladora con balas trazadoras, Es interesante reproducir parte del relato textual del capitán Santillán, que observaba la escena desde el VAO 05: «Los rebotes me hicieron acordar el efecto del agua que saliendo de una manguera se disipa en el aire cuando uno lava el radiador de un auto». 


El que disparaba contra el VAO 07 lo hacía con gran precisión puesto que disparó primero al conductor, luego al apuntador, y al no tener resultados positivos disparó sobre todo el frente del vehículo, que recibió 97 impactos. Al comenzar a recibir el fuego enemiga el VAO buscó refugio en una hondonada, donde descendió la tropa mientras el apuntador contestaba el fuego con la ametralladora de 12,7 mm, uniéndose en el fuego las de los VAO 05 y el 19 Schweizer (que ya se había unido al grupo).

Los ingleses efectuaron otro disparo con una granada de fósforo incendiaria que explotó a unos 150 metros, a la que siguió al poco tiempo el disparo de un cohete antitanque, a unos 200 metros adelante de los VAO y muy hacia la izquierda. Desde una casa blanca con techo rojo, de baja altura, sobre la izquierda del pueblo, comenzaron a disparar con fusiles.



El suboficial Quiroga recibió la orden de neutralizar con su mortero de 81 mm a los tiradores que estaban en la casa blanca, tratando de no causar bajas enemigas.


Un cañón de 75 mm argentino a cargo del suboficial segando IM Di Filippo del  VAO 19, efectuó dos disparos sobre la casa de techo verde, desde donde los ingleses habían disparado sobre el VAO 07, El primer tiro fue corto, pero el segundo impactó con carga hueca (para evitar producir bajas enemigas) sobre el frente de la casa, la que fue abandonada por los ingleses, que emprendieron la retirada saliendo por los jardines posteriores.


El mortero de 81 mm del VAO 07 realizó tres disparos sobre la otra casa, el primero cayó a unos 10 metros a la derecha del objetivo, el segundo pegó en la cumbrera de la casa levantando una nube de escombros, y el tercero cayó frente a la construcción levantando gran polvareda.


Los ingleses también abandonaron la posición, y salvo algunos disparos esporádicos, los argentinos no se encontraría más resistencia.


El error de los ingleses fue comenzar a hacer fuego cuando estaban a gran distancia de los vehículos (a unos 450 metros) para fortuna de los anfibios argentinos.




Como consecuencia de esta acción quedó destruida la mira de la ametralladora, y algunos de los cristales blindados de la torreta. Una bala que alcanzó a entrar, provocó una herida leve en la mano izquierda (sin interesar huesos) al conscripto Clase 62, Horacio Tello. Este vehículo continuó operando durante todo el día y posteriormente se embarcó, navegando hasta el «ARA Cabo San Antonio», por sus medios.  Después de la Guerra de Malvinas, TENSA reparó los daños menores que había sufrido el VAO 07. Cuando los VAO reiniciaron su marcha al pasar por la casa de techo verde a 5 aguas, pudieron ver abandonados un lanzacohetes Carl Gustav de 84 mm y un jeep Land Rover con varias cintas de ametrallado sobre su asiento delantero. Los VAO de la vanguardia dejaron de lado la población y se dirigieron a Moody Brook en donde estaba el cuartel de los «Marines», Al llegar vieron la bandera Argentina izada en su Plaza de Armas por los Comandos Anfibios.


Pidiendo en  forma urgente el VAR de sanidad, pero al estar éste atascado en una turbera, se trasladó al herido en un Land Rover civil, falleciendo en el trayecto.


El VAR de Puesto de Socorro Móvil, fue auxiliado por el VAO recuperador, y pudo salir del turbal y llevar a los otros heridos. Los VAO regresaron a Puerto Stanley, (que pronto cambiaría su nombre por el de Puerto Argentino), sin ningún tipo de obstáculo, con la excepción, claro está, de las dificultades que ofrecía el terreno con sus turbales y piedras que destrozaban las orugas.




El regreso de los anfibios
El sábado 3 de abril, al atardecer, se comenzaron a reembarcarla totalidad de los anfibios en el «ARA Cabo San Antonio», y zarparon al día siguiente a las 7:00 horas rombo a Puerto Belgrano. El miércoles 7 el barco llegó a su destino, y fondeó frente al Batallón de Vehículos Anfibios, culminando así las jomadas históricas.


Fuentes: Blindados argentinos de Uruguay y Paraguay por Ricardo Sigal Fogliani


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Gurkhas en Malvinas: que tanto combatieron?

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Como consecuencia del conflicto de las islas Malvinas, se publicó en Argentina un libro en que se narran las experiencias personales de los jóvenes soldados de reemplazo que habían participado en ella. El libro se titulaba “Los chicos de la Guerra”, y en él se vertían graves acusaciones contra los hombres del I Batallón del 7º Regimiento de Fusileros Gurkhas del Duque de Edimburgo. Así, por ejemplo, en sus páginas podían leerse frases como: “Los Gurkhas llegaron hasta nosotros como enloquecidos, totalmente drogados”, o “Un Gurkha pisó una mina y voló por los aires, pero el que le seguía no se inmutó y continuó avanzando por el mismo camino”.

Pero si los Gurkhas estuvieron en las Malvinas en los momentos decisivos de la campaña, en los primeros momentos del conflicto llegaron a dudar de ello. Cuando se supo que las otras Unidades de su V brigada, el II y III Batallones habían partido para el Atlántico sur, los hombres del Batallón Gurkha sufrieron una enorme desilusión. ¿Se les obligaría a permanecer en Gran Bretaña por razones políticas? Afortunadamente para ellos, no era así y muy poco después su Batallón fue puesto en situación de alerta en previsión de un embarque inmediato. Baliprasad Rai, un miembro de la banda de la Unidad que escribía sus memorias sobre la campaña, describió así la extraordinaria conmoción que produjo la orden.


“Ahora había una atmósfera totalmente distinta en el acuartelamiento, algo así como electrizante. La Unidad estaba alerta las 24 horas del día. Todos estábamos ocupados y tensos, en particular el encargado del almacén puesto que había que repartir r´pidamente botas de nieve, colchones de espuma y unas enormes mochilas de montaña para llevarlo con todo lo demás. Cuando estaban llenas, aquellas mochilas abultaban más que muchos de nosotros”.



Al mismo tiempo, la masa de la gente empezaba a mostrar interés por los Gurkhas. Baliprasad lo explicaría así:


“El cuartel estaba repleto de periodistas y de miembros de las cadenas de televisión deseosos de captar nuestra actividad. Era una buena ocasión para atemorizar a los argentinos y les forzamos a retratarnos con nuestros kukris desenvainados”.


El Batallón recibió enseguida la orden de marcha para Southampton y embarcar allí en el trasatlántico Queen Elizabeth 2. La fecha de partida se había fijado para el 12 de Mayo. La última noche en el acuartelamiento fue inolvidable y Baliprasad recordaba de esta manera aquella velada: “Fue una larga noche llena de diversión en el Junior Rank Club. Casi nadie durmió. Allí estábamos todos charlando, bebiendo, bailando y bromeando”. La salida para Southamptona la mañana siguiente fue realmente emocionante. Baliprasad no lo menciona en sus memorias, pero el Jefe del Batallón, el Teniente Coronel David Morgan, anotó en su diario que todo el mundo se sentía preocupado por la posible amenaza submarina: “Qué magnífica presa sería el Queen Elizabeth 2 pero ¿Cuál sería la reacción de Gran Bretaña si se perdiese?.  


Afortunadamente, esta catástrofe no tuvo lugar. Para Baliprasad, en cambio, el gigantesco navío constituía en sí mismo un motivo de asombro: “Vaya, si era incluso mayor que cualquiera de los edificios que vería al regresar a casa. Nunca en todo mi vida había dormido rodeado de tanto lujo ni en una cama tan blanda. Si tenía que ir a la guerra, esta era la mejor forma de hacerlo.”

Sin embargo, no se trataba de un viaje de placer. Y el Batallón, dirigido por su enérgico Jefe, empleaba todo su tiempo en el barco en continuar su adiestramiento y en mantenerse en forma con vistas a estar preparado para cumplir cualquier misión que se le encomendase. Pasada la excitación inicial de hacerse a la mar, Baliprasad comentaría que: “La vida en el Queen Elizabeth 2 era muy semejante a la del cuartel. Es decir, gimnasia por las mañanas y ejercicios de combate por las tardes.”



La travesía sólo se interrumpió para tocar puerto en la isla Asunción a fin de aprovisionarse. Ninguna amenaza aérea o submarina había llegado a materializarse. En el décimo día del viaje, Morgan anotó en su diario que el tiempo había empeorado, soplaba un durísimo viento y la mayoría de los soldados se encontraban bajo los efectos del mareo. Más aún, por las noticias que se iban recibiendo se supo que el Teniente Coronel “H” Jones, el Jefe del II Batallón Paracaidista, había muerto en Pradera del Ganso (Goose Green). Una nota en el diario personal de Morgan refleja los sentimientos contrapuestos de él y de sus hombres al tener conocimiento de ello: “Qué terrible tragedia pero también qué victoria tan fantástica. Novecientos prisioneros. Bien hecho, II Para”. Los días de lujo de los Gurkhas, sin embargo, se habían acabado cuando fueron trasladados del Queen Elizabeth 2 al trasbordador Norland fuera del puerto de Grytviken, en South Georgia. Baliprasad describe de esta manera lo que sentían los mareados Gurkhas:


“El barco se inclinaba, se estremecía y se agitaba sobre las olas acercándonos, como se nos decía, hacia las Malvinas orientales. Estábamos a unas 800 millas, por lo que se comentaba, pero a mí me parecían mil según mi estómago se mantenía en un permanente estado de agitación que no había forma de contrarrestar con las píldoras contra el mareo que ingería continuamente. Saltábamos y luchábamos contra las olas como si fuéramos muñecos de trapo.”


El Jefe de la Unidad tampoco se sentía feliz en aquella situación, como puede deducirse de su diario: “Todo fue mal, tormenta en el mar y amenaza constante de ataque aéreo. Ansioso por pisar tierra.”


Al desembarcar en San Carlos la mañana del 1º de Junio, La Compañía D marchó inmediatamente a ocupar sus posiciones en la montaña Sussex. El resto del Batallón voló a las zonas de Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green) para relevar al II Paracaidista. Baliprasad recordaría más tarde el cálido recibimiento:



“Darwin acababa de ser tomado el día anterior por nuestros compañeros de armas del II Batallón Paracaidista. Nos saludamos mutuamente con apretones de manos y bromas. Los civiles estaban también muy contentos de vernos y nos ofrecían té caliente y café que nosotros agradecíamos.”


Durante la semana que siguió se enviaron patrullas a pié y en helicóptero hacia Pradera del Ganso (Goose Green) para limpiar de soldados argentinos las colinas de Malvinas.
Por fin, después de todo, hubo ocasión de llegar a las manos con el enemigo.


El 7 de junio una pequeña fuerza mandada por un oficial subalternote la Sección de Reconocimiento del Batallón, logró hacer prisioneros a SIETE argentinos. Más tarde, después de permanecer emboscados pacientemente todo la noche, capturaron a TRES más en las primeras horas de la mañana. La patrulla enemiga estaba armada con misiles Red Eye contra helicópteros.



Para entonces el tiempo había empeorado mucho, trayendo un viento fortísimo y abundantes lluvias. El Jefe de Batallón anotó en su diario: “todo el mundoi está chorreando agua”. Sus palabras son repetidas por Baliprasad:


“Todas nuestras ropas estaban empapadas y así seguirían estando, mientras el helado viento del antártico nos hería hasta los huesos, no importa el número de jerseys que llevásemos encima. Hacía más frío y había más humedad que en diez inviernos ingleses juntos. Y eso que decían que era sólo el principio.”


A pesar de este espantoso clima, los Gurkhas continuaron progresando. El 9 de Junio el Batallón, - dejando a la Compañía C y a los zapadores de asalto protegiendo la zona de Pradera del Ganso (Goose Green) – fue tranportado por aire y por mar a la bahía de Fitzroy - Hoya Chasco (Bluff Cove). El tiempo continuaba siendo malo incluso allí. De todos modos, la Unidad no permanecería en Hoya Chasco (Bluff Cove) mucho tiempo. Al día siguiente la Compañía B, a la que Baliprasad había sido agregado, fue embarcada en un trasbordador y navegó durante unas diez millas antes de que se le ordenase regresar a Pradera del Ganso (Goose Green). Más tarde se supo que el súbito cambio de órdenes había sido provocado por el devastador ataque aéreo de los argentinos contra dos transportes, el Sir Galahad y el Sir Tristam en Hoya Chasco (Bluff Cove). Durante este ataque habían resultado muertos 51 hombres y otros 46 heridos. Los Gurkhas permanecieron en Pradera del Ganso (Goose Green) hasta el día siguiente, en que fueron llevados en helicópteros a las proximidades de Hoya Chasco (Bluff Cove).


Poco después el Batallón se situaría cerca de las posiciones enemigas en Monte Harriet. El 10 y el 11 de Junio fue bombardeado por la artillería argentina y hubo cuatro heridos, entre ellos el segundo Jefe del Batallón, Capitán Dalbahadur Sunwar. Fue una nueva experiencia para el joven Baliprasad:


“Los proyectiles iban cayendo cada vez más cerca y no estaría diciendo la verdad si dijera que no me sentía asustado. Lo estaba de verdad pero también estaba furioso. Esta no es forma de luchar, pensaba yo, y un buen tirador nada podía en una situación como esta.”
Pero su participación en la guerra de las Malvinas iba a terminar rápidamente. Muy poco después un proyectil hizo explosión junto a su trinchera. Baliprasad recordaría más tarde lo que ocurrió:


“Oí gritar a mi compañero de trinchera. La metralla le había herido en el hombro. Le dije: ‘Tu espalda está sangrando’. El me miró y contestó: ‘A ti también te han dado. Tienes sangre en la cabeza’. Un trozo de metralla había atravesado mi prenda de cabeza, alojándose en el cráneo.”


El 12 de Junio, mientras Baliprasad y otros heridos eran evacuados en camillas y después por helicóptero hasta San Carlos, la V Brigada ordenaba el ataque a los monte Tumbledown y William. Las horas de luz de los días 12 y 13 de Junio fueron aprovechadas para enviar patrullas con la misión de reconocer las posiciones enemigas, antes de que las unidades atacantes – los Guardias Escoceses del II Batallón y los Gurkhas – se adelanten a ocupar sus respectivas zonas de reunión. Para entonces baliprasad estaba a punto de abandonar las Malvinas con la dudosa distinción de ser la primera baja de los Gurkhas en esta campaña. 


Una vez de regreso en Inglaterra, terminaría su relato con las siguientes palabras: “Había recorrido un largo camino desde la quietud de Bagsila (su aldea en Nepal) hasta la sangre y el estruendo del bombardeo de Hoya Chasco (Bluff Cove). Un viaje increíble y, sin embargo, podía decir que había tenido suerte.”

El plan de ataque preveía que los escoceses ocupasen Tumbledown mientras a los Gurkhas les correspondía tomar Monte William. Los primeros deberían iniciar el ataque a las 1,00 horas del día 14 y el ritmo de su avance determinaría la velocidad del subsiguiente ataque de los Gurkhas. Sin embargo, los Guardias encontraron una fuerte resistencia desde el primer momento y el terreno, además, era difícil de atravesar, en particular durante la noche. En consecuencia, la hora de ataque de los Nepaleses, originalmente señalada para las 2,00 horas, fue pospuesta hasta las 4,30. Puestos ya en marcha, los hombres se vieron obligados a avanzar muy lentamente y en hileras por culpa del terreno, en dirección a la parte oriental de Tumbledown. Aunque se había señalado la posible existencia de campos de minas, la realidad es que no se encontró ninguna. Sin embargo, un intenso fuego de artillería y morteros hirió a ocho hombres, dos de ellos gravemente.



El Jefe de los Gurkhas tenía que enfrentarse a otro problema. Por un lado, tenía que mantener el avance de sus hombres, mientras que por otro no debía rebasar a los Guardias Escoceses, quienes debían alcanzar su objetivo en primer lugar. En la confusión del ataque, su Compañía C cambió unos disparos con los Escoceses y un rebote alcanzó en el pecho a un Oficial de la Compañía D. Finalmente, la Compañía D consiguió llegar al pico más alto del extremo oriental de Tumbledown, tomando buenas posiciones de tiro. Iba haciéndose de día cuando las otras compañías atacaron Monte William, si bien sólo para encontrarse que los argentinos se habían retirado dejando tres prisioneros y un montón de cadáveres dentro y fuera de las abandonadas trincheras. Según las propias palabras de Morgan:


“Fue decepcionante. Pero estoy totalmente convencido de que ellos sabían que iban a ser desbordados sin poder evitarlo. Y de que todavía no habían visto de cerca de los Gurkhas. Un prisionero nos informó del gran temor que les infundía la idea de enfrentarse a nosotros.” 


Al amanecer había banderas blancas ondeando sobre Stanley. El Mayor General (sic) Menéndez, Comandante en Jefe argentino, estaba negociando la rendición con su homólogo británico, el Mayor General Jeremy Moore. Y la presencia de los Gurkhas en las iaslas Malvinas no iba a prolongarse por más tiempo. Después de concentrarse en la zona de Darwin – Pradera del Ganso (Goose Green) sólo transcurrirían unos pocos días para que se iniciase su regreso a Gran Bretaña. Fue lamentable que el único muerto de la campaña lo fuese precisamente en esta fase final. El Cabo Buddhaparasad Limbo resultó mortalmente herido mientras desactivaba una trampa “cazabobos”. Limbo, que sería el único Gurkha que permanecería para siempre en las Malvinas, fue enterrado en el cementerio de Stanley, tributándosele honores militares.


El Batallón hizo su viaje de regreso en el Uganda. Y al llegar a Inglaterra se vió sorprendido, primero por el tumultuoso recibimiento que les esperaba en Southampton, y a continuación por el que recibió al atravesar las calles del pueblo de Fleet, cerca de su acuartelamiento de Church Crookham. Sin embargo, muchos de los hombres del Batallón se sentían desilusionados por el desarrollo de la campaña. Después de soportar toda clase de privaciones, sometidos a la fuerte tensión previa a la lucha en las operaciones de Tumbledown, luego sin embargo la ocasión de combatir se había esfumado. Esta sensación venía reforzada por la evidencia de que no habían tenido ocasión de demostrar su valía en el campo de batalla. Pese a todo, su simple presencia había ayudado a acelerar el final de la lucha sin necesidad de pérdidas inútiles por cualquiera de los dos bandos.


Los Gurkhas no perdieron un solo hombre en combate durante toda la campaña y sólo tuvieron nueve heridos en acción, un Oficial y ocho Soldados. 

El entonces Coronel honorario de su Regimiento, E. D. Smith, envió a los Gurkhas el siguiente mensaje unos meses después:



“Estoy orgulloso de que hayáis añadido una batalla más a la larga lista del Regimiento. Me sentía muy orgulloso de ser vuestro Coronel mientras el I Batallón participaba con tanta distinción en la guerra de las Malvinas, Mi enhorabuena, Séptimo”.

En mi opinión personal, muy poco aporte para afrimar que nos rendimos por temor a ellos, y menos para solicitar dinero por su desempeño en combate:

Resumen:
13 argentinos capturados
1 muerto (propio)
8 heridos (propios)
1 soldado escocés herido


Fuente:
(Trascripción textual del artículo publicado en la colección “Cuerpos de Elite”, Fascículo 22, Volumen II, Editorial Sudamericana Planeta, Septiembre de 1986)


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El Escuadrón Olvidado (Panhard en Malvinas)

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Mucho se ha hablado de la Guerra de las Malvinas a lo largo de las últimas dos décadas. Pero la historia oficial ha olvidado al Escuadrón Panhard del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181.

Los informes oficiales del Ejército Argentino, lo mencionan como dos Secciones de Panhard agregadas al Escuadrón de Exploración 10. La realidad fue muy distinta, en las órdenes este Escuadrón figura como un elemento de reserva independiente. Por otra parte fue el único elemento blindado presente en las Islas Malvinas en el bando argentino.


El Escuadrón Panhard, en los últimos días de la guerra de Malvinas, apoyó con fuego el constante repliegue de la infantería argentina.


Esta investigación trata de revivir aquellos últimos días de junio de 1982 previos a la rendición presentada por el General Menéndez, momentos en los cuales este heroico Escuadrón blindado, protegió a riesgo de su destrucción las tropas que se replegaban, manteniendo un fiero duelo con la artillería de campaña británica.




El Blindado de Malvinas 
Sesenta unidades blindadas Panhard AML H 90, fueron adquiridas por el Ejército Argentino en 1977. Fabricadas en 1960 por la empresa francesa Panhard poseían como característica principal su fácil maniobrabilidad, su relativa liviandad (peso en orden de combate de 5,5 toneladas) y su gran autonomía (entre 500 a 600 kms). Era capaz de desarrollar en caminos pavimentados unos 100 kms por hora. Con una tripulación de tres hombres, estaba bien armado con cañon DEFA 921 de Cal 90 mm y 2 AA 52 Amet Cal 7,62.

Doce de estos blindados, de los cuáles ocho eran del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181 fueron a las Islas Malvinas.



Tambores de Guerra
El 2 de abril de 1982, formaba en la Plaza de Armas el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181, Esquel, Chubut. Su Jefe, el Teniente Coronel Jorge Raúl Spinetta, comunicó esa mañana que la Argentina había reconquistado las Islas Malvinas.


Inmediatamente el Destacamento se dio a la tarea de iniciarlos preparativos para brindar la Seguridad Estratégica Operacional, en su zona de responsabilidad. Para ello, el Jefe de Destacamento puso ambas Secciones Panhard (una con cuatro vehículos, la otra con cinco) bajo las órdenes del Subteniente Tamaño, constituyendo de hecho una subunidad blindada de reserva disminuída.


Las Secciones PANHARD pertenecían a los Escuadrones de Exploración A y B, , siendo segregados de estas subunidades para conformar este elemento reserva, que luego se constituyó por orden del Comandante de la IXna Brigada de Infantería Motorizada en Escuadrón Panhard.


En principio su misión fue de constituirse en una subunidad disminuida, de 2 secciones con un total de nueve AML Panhard, con Grupo Mantenimiento y Abastecimiento.
Entre el 2 al 5 de abril, las seccione Panhard efectuaron ejercicios de instrucción de tiro de ametralladora y los pasos previos del de cañón.


El 5 de abril, a la mañana, recibe la orden esta pequeña subunidad blindada de alistarse para marchar al atardecer a Comodoro Rivadavia a fin de embarcarse a las Islas Malvinas. Ese día se agrega como Jefe de la 2da Sección el Subt Fernando Pedro Chércoles. Aproximadamente a las 1900 hs, el Escuadrón parte de Esquel, siendo despedido por la Unidad formada al completo con Bandera de Guerra y Banda. Durante la noche del 5 al 6 de abril, cubren los más de 600 km a Comodoro Rivadavia. Fue una marcha blindada muy extensa. Uno de los vehículos sufrió averías y no pudo pasa a las Islas Malvinas.



Finalmente el 9 de abril se inició la operación de aerotransporte mediante los grandes cuatrimotores Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. Ya en Puerto Argentino, las secciones son reforzadas con un Grupo Panhard (2 vehículos) del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 9. El Escuadrón Panhard cuenta entonces con 10 vehículos y conforman el Escuadrón Blindado reserva de la IXna Brigada de Infantería Motorizada, con sede en Moody Brook.


Días más tarde, cuando se hace cargo el Comandante de la Xma Brigada de Infantería Mecanizada de las fuerzas destacadas en las Islas Malvinas, quién decide designar otro Jefe de Escuadrón (hasta el momento el subteniente más antiguo oficiaba en carácter de tal), a un Oficial Subalterno, finalmente se coloca al frente de este Escuadrón Panhard al Mayor Domingo Carullo. La cantidad de vehículos se ve incrementado con el arribo de dos Panhard del Escuadrón de Exploración 10 (los únicos vehículos que llevaron a Malvinas). El Escuadrón finalmente es conformado con 12 vehículos blindados.


Durante los días previos al 1ro de Mayo se continúo con el entrenamiento del personal, mantenimiento y reconocimientos de las probables direcciones de los contraataques.
El 1ro de mayo, durante los ataques aéreo, los Panhard abre fuego por primera vez sobre una aeronave Harrier con las ametralladoras de torre.


Hasta el 11 de junio, la orden que tenía el Escuadrón era de permanecer en una Zona de Reserva, adecuadamente enmascarados durante el día en la pendiente rocosa de Sapper Hill. Esta era aprovechada durante la noche para evitar que el fuego naval dañase los preciados vehículos.


Entre el 12 y el 14 de junio, los blindados Panhard abrieron fuego en repetidas oportunidades con sus cañones sobre la infantería inglesa, apoyando el repliegue de las tropas argentinas. Las zonas batidas fueron entre otras Wireless Ridge y el Moody Brook Valley. En todos los casos, los vehículos fueron batidos por un fuerte y preciso tiro de artillería enemiga.
Si bien los vehículos resistieron el fuego de artillería sin inconvenientes pese al delgado blindaje, no pudo impedirse que cinco miembros del Escuadrón sufrieran heridas por esquirlas. Estas se produjeron por el fuego enemigo, sorpresivo y reglado por comandos británicos infiltrados entre la población civil, cuando el personal se encontraba desmontado.


Cabe destacar, que el Escuadrón Panhard mantuvo su aptitud de combate hasta el cese del fuego. Por otra parte fue el único elemento blindado de la Caballería Argentina en abrir el fuego con sus cañones en un conflicto bélico (el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10 combatió a pie como infantería, ya que no tenía sus vehículos blindados).



Orden de Operaciones Nro 01/82
La orden de operaciones Nro. 01/82 (Defensa) del 07 de abril de 1982 elaborada en Moody Brooke, en su faceta de ejecución, detalla para las acciones de maniobras descriptas en el párrafo 3[1] “Simultáneamente se mantendrá una Compañía de Infantería Helit como reserva para ser empleada en apoyo a los puntos fuertes de ambas islas y un Escuadrón Blindado (PANHARD) para ser empleado en apoyo de PUERTO STANLEY y alrededores” Según esta orden, firmada por el General de Brigada Américo Daher, Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, el Escuadrón PANHARD de reserva, sería empleado a orden con la siguiente prioridad: con el Regimiento de Infantería 25 y con el Batallón de Infantería de Marina.


Esta orden es hoy día un documento histórico, que avala la existencia de dos Escuadrones de Caballería en Malvinas, uno sobre la base de un Escuadrón Independiente, orgánico desde la paz, con numerosos efectivos y que combatió como infantería, el otro, pequeño, pero dotado de vehículos blindados y constituido por la necesidad de la guerra. Esto reviste un gran valor, pues hasta el día de hoy la Bandera de Guerra del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181, no ha recibido su Medalla de Campaña, con la excusa de que el Escuadrón Panhard no era una subunidad orgánica (de acuerdo a los Cuadros de Organización), sino constituida bajo la necesidad de la guerra.



El Escuadrón Panhard en acción
El Subteniente Chércoles y sus hombres, en sus informes aseguran haber efectuado entre 60 y 70 disparos por apreciación de distancias (los Panhard solo tenían aparatos de puntería para tiro directo).


En sus dichos el entonces Subteniente Tamaño sostenía que en su momento intentó convencer a sus superiores para efectuar un empleo más “dinámico” y agresivo, en particular empleando el camino costero que desde los lindes de la ciudad discurría a lo largo de la costa hacia Monte Williams. La pobre movilidad en el suelo turboso aconsejaba restringirse a los caminos. La mayor amenaza lo constituían los misiles antitanques Milan, ya que los Panhard poseían una potencia de fuego superior a los Scorpion, armados con un cañon de 76 mm de baja velocidad inicial. La táctica básicamente consistía en abrir fuego sobre la infantería a distancias superiores a los 3000 metros, a fin de evitar exponerse al fuego de los misiles antitanques. Otras contramedidas concebidas, era el avance por escalones, a fin de contar con fuego de neutralización sobre los apuntadores de dichos misiles. Quedaban sin embargo tres problemas más a resolver, el primero la falta de superioridad aérea local; el segundo, la falta de capacidad de visión nocturna, y por última, no contar con infantería mecanizada, y artillería que acompañara el contra-ataque de los blindados Panhard.



Escuadrón olvidado, hombres ignorados
Esta subunidad de caballería tan particular ha quedado en un extraño olvido, siendo sus hombres ignorados. Hombres que combatieron con valor, siendo los cinco heridos testigos de los riesgos corridos. Ellos esperan algún día ver la Bandera de Guerra de su viejo Destacamento reconocida. Ellos fueron a luchar por su Patria, por el honor de su Destacamento, el legendario “3 de Fierro”, y por que no por sus camaradas. Un tanque es un equipo, y la vida de uno depende de su compañero.


Debieron luchar contra un clima inhóspito, un enemigo difícil, que no escatimó medios para destruir este elemento blindado, y cuando les tocó combatir lo hicieron con las mejores tradiciones de la caballería blindada. Quizás más de un infante debe su vida a la cobertura de fuego brindado por estos vehículos.


De los cinco hombres heridos, solo uno recibió la Medalla al Herido en Combate, el resto sólo llevan como condecoración las cicatrices que la metralla inglesa labró en sus cuerpos. La Bandera de Guerra del Destacamento, no tiene su Medalla de Campaña, ni sus hombres tienen la posibilidad de lucir el escudo “A los Bravos de Malvinas”.


Es por eso que este tipo de olvidos, son siempre dolorosos para el alma y el espíritu de un Soldado. Sean estos párrafos un consuelo para estos hombres ignorados.
[1] Informe Oficial “Conflicto de Malvinas” Tomo I y II-.



Un Jagdpanzer Marder II (11 tons) es cargado en un Me 323
 
Un ejemplo de operación conjunta: Hércules y Panhard
http://www.soldadosdigital.com/2009/pdf/militaria_pegaso.pdf

Un hecho prácticamente desconocido durante la Guerra de Malvinas fue la operación aerotransportada que en forma conjunta efectuaron el Escuadrón Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, y el Escuadrón Panhard del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181, del Ejército Argentino. Esta operación fue la primera y única, en que estos capaces cuatrimotores de transporte cargaron vehículos blindados en orden de combate.

La intención de transportar vehículos blindados por aire toma fuerza durante la Segunda Guerra Mundial, a fin de incrementar la potencia de fuego de las tropas paracaidistas, sumamente vulnerables a las acciones de blindados enemigos. Con el tiempo y el avance de las aeronaves de transportes evolucionó hacia el concepto de transporte estratégico, brindando la posibilidad de un rápido despliegue de fuerzas blindadas. Los alemanes fueron pioneros, logrando diseñar y poner a punto una aeronave capaz de transportar vehículos blindados: el Messerschmitt Me 323 “Gigant” 


Concluida la Segunda Guerra Mundial, este tipo de aeronaves prosiguieron su desarrollo durante la Guerra Fría.

Tanque Liviano M-22 Locust siendo cargado en un planeador Hamilcar 

En 1951 la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) invitó a las experimentadas firmas aeronáuticas Lockheed, Boeing, Douglas y Fairchild a competir por el contrato de un transporte aéreo táctico. El 23 de agosto de 1954 sale de los talleres “Skunk Works” de la Lockheed en Burbank primer prototipo del C-130 “Hércules”. Este versátil y robusto cuatrimotor, capaz de transportar hasta veinte toneladas de carga en su amplia bodega, inmediatamente demostró sus excelentes prestaciones, siendo adoptado por más de sesenta países, tanto en versiones militares como civiles. Hasta el momento, se han producido más de dos mil “Hércules” en distintas versiones. La validez de su diseño ha quedado demostrada en el hecho de que pese a los años sigue siendo la aeronave que ha resultado más práctica en cuanto al transporte de personal, equipos, vehículos, equipos y suministros a un escenario de combate. La Guerra de Malvinas fue un ejemplo más de lo que estos grandes cuatrimotores son capaces de hacer.

La producción de los vehículos blindados AML Panhard se inició en 1960. A fines de la década del 70, la Argentina adquirió cerca de 60 de estos vehículos en su versión armada con un eficiente cañón de 90 mm. Esta versión se denomina AML Panhard H 90-F1 y fue destinada a las unidades de exploración. Haber logrado montar un cañón de 90 mm sobre un vehículo de 5.500 kg de peso debe considerarse todo un éxito para los diseñadores franceses. Al igual que el C-130, el AML Panhard fue un éxito de exportación, produciéndose más de 5.000 vehículos empleados por cerca de 30 países.


La combinación de estas dos armas de combate se dio en nuestro país por primera vez el 09 de abril de 1982. Terminado el conflicto esta importante experiencia quedó en el olvido, no repitiéndose hasta la fecha de confección de este artículo una acción similar a pesar de contar con los mismos aviones y blindados que realizaron esta operación conjunta.


Un AML Panhard del Dest Exp C Bl 181 desplazándose por las Ross Road (12 Jun 82)

Tambores de Guerra
En la fresca mañana del 2 de abril de 1982 los integrantes del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181 (hoy Regimiento de Caballería de Exploración 3), se encontraban formados en la Plaza de Armas en su cuartel de Esquel, provincia del Chubut. Su Jefe, Teniente Coronel de Caballería Jorge Raúl Spinetta comunica una información que sorprende a todos: la Argentina ha reconquistado la Islas Malvinas. La emoción embarga los espíritus y de inmediato se inicia el alistamiento. 


El Destacamento poseía dos Secciones de AML Panhard, una por cada Escuadrón de Exploración. La del Escuadrón A estaba conformada por cinco vehículos, la del Escuadrón B por cuatro (poco tiempo antes había llegado la orden de transferir uno de ellos a otra unidad).


El Jefe de Destacamento ordenó con los nueve vehículos constituir un Escuadrón Reserva a órdenes del Jefe de la Sección AML Panhard del Escuadrón B, Subteniente Gustavo Adolfo Tamaño. La misión de la unidad era el de conformar la Seguridad Estratégica Operacional (SEO). Las actividades de instrucción y sobre todo tiro de combate se aceleraron, ya que muchos de los soldados conscriptos tenían poco tiempo de instrucción. Un factor que contribuyó favorablemente, fue que al mismo tiempo que se daba la instrucción como soldado individual, se procedió a iniciar con la de tripulante de este vehículo blindado de exploración.

Los responsables de la instrucción, eran los suboficiales solteros, más modernos, que con vehículo que se había llevado con ese propósito, empleaban los momentos libres para enseñarles la nomenclatura del vehículo, los procedimientos de tiro, aparato de puntería, etc.
Entre el 2 y el 5 de abril, se efectúo una intensa actividad de instrucción de puntería y tiro.


Precisamente el día 5 de abril, mientras se efectuaba ejercicio de tiro con ametralladoras (fase previa al tiro con cañón), próximo al mediodía el Jefe de Destacamento da la orden de prepararse para marchar a partir de las 1900 hs a la IXna Brigada de Infantería Motorizada, con asiento en Comodoro Rivadavia, paso previo para el embarque de los vehículos a las Islas Malvinas. El Subteniente Fernando Pedro Chércoles, que revistaba en el Escuadrón Comando y Servicios es nombrado Jefe de la 2da Sección (la correspondiente al Escuadrón A).

La distancia a cubrir era de algo más de 600 kms. Al día siguiente, 6 de abril, cerca del mediodía, la columna de blindados arribaba al Cuartel del Comando, situado en plena ciudad de Comodoro Rivadavia. Los días 7 y 8 se aprovecharon para completar con el alistamiento de vehículos y adquirir algunos elementos útiles para una campaña, tales como sogas, calentadores de gas, bolsas de arpillera plástica para construir refugios. 



El 9 de abril se da la orden de embarcar los primeros dos vehículos hacia Port Stanley (para esa fecha mantenía la denominación británica). Arribados al aeropuerto de Comodoro Rivadavia, los vehículos esperaron hasta que se autorizó su ingreso al área de carga. Allí los esperaba un de los grandes cuatrimotores C-130 “Hércules” con la rampa abierta. Las tripulaciones no tenían experiencia en operaciones aerotransportadas, pero si un gran entrenamiento como conductores motoristas. Los vehículos se cargaron en el sentido de marcha. Gracias a sus reducidas dimensiones cupieron sin dificultad en la amplia bodega del Hércules. Allí rápidamente, el personal de carga de la Fuerza Aérea, con ayuda de las tripulaciones trincaron los vehículos al piso de la aeronave. La operación concluyó en breve tiempo (los vehículos se encontraban en orden de combate, es decir con carga completa de proyectiles, granadas fumígenas, etc.). El peso de ambos vehículos no era mayor de las 12 toneladas (5,5 toneladas cada uno). Incluso, una vez cargados, quedaba suficiente espacio para cargar un tercero. Según el comentario de la tripulación de la aeronave, la limitación de tonelaje estaba dada por el largo de la pista isleña.


Al caer la tarde de ese día, arribaron al mando del Subteniente Tamaño los dos primeros vehículos blindados Panhard. Lo hicieron a bordo en un avión C-130 Hércules. Al día siguiente lo hace el Subteniente Chércoles, con los seis vehículos restantes en tres vuelos.


Este aerotransporte, efectuado con los vehículos y tripulaciones en orden de combate constituye el primer y única operación de esta naturaleza efectuada por vehículos blindados en nuestro país. En total son 2 Oficiales, 12 Suboficiales y 13 Soldados.

Un dato curioso, cuando arriba el Subteniente Tamaño todavía era posible observar a los “policeman” con sus muy londinenses uniformes transitando por las calles de un aún no rebautizado Port Stanley.


Más tarde arriba el Grupo Panhard del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 9, a órdenes del Sarg 1ro Lucero. Los dos vehículos a reforzar a las secciones “Cobra” y “Aguila” quedando conformadas así a 5 vehículos cada uno. Como Jefe de Escuadrón es designado el Subteniente Tamaño, por ser el más antiguo de los Jefes de Sección y su misión es el de Reserva Blindada.


El 16 de abril desembarca el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10, junto otros elementos de la Br I Mec X. Más tarde, por vía marítima arriban dos vehículos Panhard de este Escuadrón, que se suman a los diez ya presentes en las Islas Malvinas.


En total doce Panhard conformaron el Escuadron Panhard, reserva blindada de las fuerzas que guarnecen Puerto Argentino. Diez de ello arribaron por aire.



El Escuadrón Panhard en acción
Este Escuadrón cumplió la misión de reserva blindada, viviendo distintas situaciones conforme a la evolución de los acontecimientos. El nivel de Escuadrón (no secciones como es citado erróneamente en algunos informes), le fue otorgada por la organización para el combate ordenada por el Cte de la Fuerza de Tarea del Teatro Operaciones Atlántico el 07 de abril de 1982 en su Orden de Operaciones 01/82.


Estableció su Puesto Comando en Moody Broke, frente al Cuartel de los Royal Marines, y su primera misión fue la de estar preparado para ser empleado en las zonas de responsabilidad del Regimiento de Infantería 25 y el Batallón de Infantería 5.


Con el arribo de la Xma Brigada de Infantería Mecanizada, se le asigna dos nuevos sectores para el empleo a orden, el primero sobre el Moody Valley (valle que discurre entre el Wireless Ridge y Mount Tumbledown), y el segundo sobre el camino que unía Sapper Hill con Mount William. También es el momento en que se designa como Jefe del Escuadrón al Mayor Carullo.


Recibe su bautismo de fuego el 01 de mayo, cuando su zona de reunión es objeto de ataques aéreos y navales.


El día 10 de junio sufre sus primeras bajas, al ser heridos por el fuego de artillería los soldados Gerardo Mancisidor y Juan Carlos Acosta, ambos del Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 181. Ambos soldados, curadas sus heridas, y haciendo gala del noble espíritu del hombre de Caballería, insisten en regresar a la acción. Combatirán hasta el último momento.



El Escuadrón Panhard es efectivamente empeñado a partir del 12 de Junio, cuando se le ordena ocupar una posición al Oeste de Puerto Argentino, en el Hipódromo. Fuertemente batido por la artillería británica, que contaba con el auxilio de comandos infiltrados entre la población civil para la dirección de los fuegos, cae seriamente herido por tres impactos de metralla el Jefe de la Sección “Águila”, Subt Tamaño. Junto a el reciben heridas leves los otros tripulantes, el Cbo 1ro Alegre y el Soldado Iglesias. Desafiando el nutrido fuego de artillería, el Cbo Miguel Angel Vilte acude en ayuda de su Jefe y camaradas. Siempre se le reconocerá este gesto de valor digno del soldado argentino. Bajo las órdenes del Subt Chércoles repliegan los vehículos hacia posiciones más protegidas. Al oficial herido lo evacuarán esa misma noche en uno de los últimos vuelos furtivos que realizan los transporte C-130 “Hércules.”


Por la tarde regresan al hipódromo, sus tripulaciones blanden orgullosos sus boinas negras en la fría tarde, despliegan los vehículos y con la orden de Chércoles rompen el fuego sobre la ladera del Wireless Ridge sobre la infantería británica que avanza luego de romper las líneas argentinas. Descarga tras descarga las piezas de 90 milímetros barren el escarchado suelo, hasta que el nutrido fuego de artillería británico centra a los blindados argentinos, que se repliegan entre un huracán de lodo, esquirlas y fuego. Volverán una y otra vez, y batido serán otras tantas. Pero el temple de los Coraceros del 3 de Fierro no se ablanda como tampoco lo hacen los del 9 o los del 10, hay que apoyar a la infantería que se repliega presionada por los continuos ataques enemigos. Y una vez más la Caballería como antaño cubriera con sus cargas, lo hace con sus fuegos la retirada. Hay que desaferrar a estos sufridos camaradas, y a pesar de tener los neumáticos reventados por las esquirlas, el ensordecedor granizo de las esquirlas golpeando el blindaje, los Panhard siguen disparando hasta agotar la munición de a bordo.


La última misión la cumplen el 14 de junio. Era una mañana helada, un fino manto de nieve tiñe de blanco el paisaje invernal. El Escuadrón avanza hacia Sapper Hill, su última misión, cubrir el repliegue del Batallón de Infantería de Marina 5. Los blindados avanzan para desplegarse y abrir fuego. La orden del cese de fuego los encuentra en plena acción. La guerra ha terminado. El Destacamento de Exploración de Caballería Blindada tiene cinco de sus hombres heridos en combate, prueba de lo dura que fue la lucha. Los propios Panhard exhiben los impactos de la metralla, pero llegaron hasta el fin, como los nobles corceles de antaño. Con pesar los encolumnan en una calle próxima al Globe Hotel para ser entregado al Real Ejército. Es una dolorosa derrota que conlleva el consuelo de la dignidad con la que se ha luchado. Han pasado sesenta y siete días desde que el primer Panhard arribara a las Islas, cuarenta y cinco de ellos bajo la acción del enemigo. 


www.alfinal.com

El láser que buscaba encandilar a los pilotos argentinos en Malvinas

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Los radares de los barcos pueden ver aviones a miles de kilómetros de distancia, pero tienen un punto ciego: todo aquello que está por debajo de su horizonte.

El ejército argentino en la guerra de las Malvinas sabía esto, y por eso volaba sus aviones lo más bajo posible: para no ser detectados por la flota británica durante la guerra de dos meses en 1982.

¿Qué hizo Reino Unido frente a esto? Desarrolló un láser diseñado para "encandilar" a los pilotos argentinos que atacaran a los barcos británicos, según documentos oficiales del Archivo Nacional que fueron revelados hoy tras el fin de la "regla de los 30 años", que restringe la divulgación de archivos secretos. El dispositivo, a pesar de haber sido desarrollado rápidamente, nunca se utilizó durante el conflicto de 1982.

Fue el entonces secretario de Defensa, Michael Heseltine, quien le escribió a la primera ministra, Margaret Thatcher, informándole que el dispositivo láser diseñado para hacer frente a los aviones de vuelo bajo, se había mantenido a un "nivel muy restringido".


El contexto de su origen
El ministro empieza su reporte diciendo que Reino Unido llevaba más de 20 años trabajando en esta tecnología con la ayuda de Estados Unidos.

"Para el final de la década de los 70, los intereses británicos se centraban en las medidas defensivas y en emplear armas lásers de frecuencia media dirigidas a objetivos como los ojos y los sensores ópticos y electro-ópticos", se lee en la carta que tiene la frase top secret sobre el membrete.

"Hemos desarrollado y desplegado, con una gran urgencia, un arma naval de láser, diseñada para enceguecer a los pilotos argentinos que planeen a baja altura y que ataquen a los barcos, al comando del Atlántico Sur. Esta arma no se utilizó en acción y su conocimiento se ha mantenido a un nivel muy limitado", reitera.


Investigación
En el reporte del ministro sobre las capacidades militares también se discuten los programas de investigación y desarrollo de armas láser conocidos como Raker and Shingle. Por otro lado, Heseltine advierte que la Unión Soviética estaba desarrollando armas similares en el momento.

Según él, los soviéticos estarían capacitados para disparar armas láser de campo a mediados de la década de 1980. Sin embargo, el ministro puso en duda la utilidad de este tipo de dispositivos para el Reino Unido.


www.lanacion.com.ar 
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