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La batalla de Puerto Argentino

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La batalla de Puerto Argentino tuvo lugar en la noche del 13 de junio y 14 de junio de 1982, entre las fuerzas argentinas y británicas durante el avance hacia la capital de Malvinas,Puerto Argentino.

Wireless Ridge, fue una de las siete colinas estratégicas dentro de los cinco kilómetros de Puerto Argentino en 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W Coordenadas : 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W.

El Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) en Malvinas


Carlos Robacio, por entonces Capitán de Fragata de Infantería de Marina y Comandante del glorioso Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), tuvo bajo su mando a 800 marinos de este batallón de la Armada Argentina y a 200 soldados pertenecientes a 2 Compañías adscriptas correspondientes a los Regimiento de Infantería Nº 3 y 6 del Ejército Argentino durante los combates terrestres por Puerto Argentino.

Durante la batalla por Puerto Argentino y en la última semana del conflicto, combatió al mando de estos 1000 valientes en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams, contra una fuerza combinada británica superior en cantidad de hombres y más poderosa en armamento y tecnología, conformada por:


1-La Brigada de Royal Marines (RM) Escolta de la Reina, compuesta por Tres Batallones, los RM 40, 42 y 45.

2-La V Brigada del Ejercito Británico, compuesta por Tres Regimientos de Infantería, uno Galés, otro Escocés y otro de Ghurkas Nepaleses.

3-Dos Regimientos de infantería Aerotransportada (Paracaidistas), el PARA-2 (tres batallones) y el PARA-3 (tres batallones).; lo que conformaba una fuerza de aproximadamente 10.000 combatientes.

En la noche y madrugada del 13 al 14 de Junio, desoyendo la ya impartida orden de rendición emanada del General Menéndez, Gobernador y Comandante Militar Argentino de las Islas, siguió junto a todos sus valientes, combatiendo a los británicos y logrando mantenerlos aferrados por varias horas y haciéndolos retroceder en 14 kilómetros el avance de las fuerzas británicas, derribando además en la mañana del 14, dos helicópteros ingleses.

Cuando el 14 de Junio a media mañana, finalmente el BIM5 inició el repliegue final desde las colinas hacia Puerto Argentino, habían agotado totalmente la munición de combate. Así entran a la ciudad, manteniendo en su poder la totalidad de sus armas, con todas sus tropas encolumnadas, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado.

Así finalizaba el "NO PIC NIC", como lo llamó el Brigadier General ingles Julian Thompsom comandante terrestre de los invasores, a los sangrientos combates ente sus tropas y nuestros Infantes de Marina.

El BIM 5
 
Procedente de la Base Naval de Río Santiago, zarpó de Buenos Aires en Septiembre de 1948, a bordo del Transporte A.R.A. "Chaco" el personal destinado al "Destacamento de Vigilancia y Seguridad de la Gobernación Marítima de Tierra del Fuego", con asiento en Ushuaia. 
 
Su creación se remonta al 26 de junio de 1947.
En el año 1952 el asiento de la Unidad, futuro BIM5, fue trasladado a Río Grande dejando destacados en Ushuaia parte de sus efectivos.
 
 Participó activamente en el despliegue de los años 1978/1979, en la Isla Grande de Tierra del Fuego.
 
En el Conflicto del Atlántico Sur de 1982, la Unidad operó en Malvinas donde se destacó por su espíritu y adiestramiento durante la preparación de la Defensa de Puerto Argentino.
 
Una vez iniciado el asalto británico todas las subunidades del BIM5 Ec. entraron en combate en primera línea con gran eficiencia y valor. Producen al enemigo demoras en su ataque e importantes bajas; sufren a su vez, muertes heroicas.
 
Por su participación activa en la campaña de Malvinas se ha hecho acreedor de las siguientes condecoraciones:
 
"HONOR AL VALOR EN COMBATE". Por: conducir operaciones eficaces para la recuperación y posterior defensa de las Islas Malvinas, Georgia y Sandwichs del Sur. Otorgada por la Armada Argentina.
 
"ORDEN CRUZ PERUANA AL MÉRITO NAVAL EN EL GRADO DE CABALLEROS DISTINTIVO BLANCO" otorgada por la Armada de la República del Perú.
 
La Declaración de "BENEMÉRITO" del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, efectuado por Decreto del Poder Ejecutivo Territorial No. 207183.
La Medalla "A LA BANDERA QUE COMBATIÓ EN EL ATLÁNTICO SUR 1982", otorgada por el Gobierno y pueblo de la Provincia de Santa Fé, el 15 de Noviembre de 1985.
 
La Distinción de "CUSTODIO DE LA BANDERA DE SALTA" efectuada por la Legislatura de dicha Provincia Argentina, el 5 de noviembre de 1987.
 
A lo largo de su existencia fue y es objeto del calor popular como reconocimiento a su aporte hacia la población fueguina, canalizada por distintas vías, poniendo en todos los casos su personal un especial sentido de patriotismo y una clara visión de las necesidades de la población y de su zona.

Capitán de fragata Carlos Robacio BIM 5

El Despliegue Inicial del BIM 5: (Relato del Clte. de IM VGM (RE) Carlos Robacio)

Cuando arribamos a Malvinas el 08 de Abril de 1982 con la avanzada del BIM 5, ya se encontraban en la Isla, conformadas bajo el mando del Gobernador, el General de Brigada del Ejercito Argentino Dn. Mario B. Menéndez, tres agrupaciones: la del Ejército Argentino, la de la Fuerza Aérea y la de la Armada, y cada Fuerza debía solucionar el Sostén Logístico de sus efectivos.

De inmediato pasamos a depender del apoyo logístico que nos proveería la Armada y en lo que hace al empleo operativo de la Unidad, su dependencia era del Comandante de las Fuerzas Terrestres.

El BIM 5 inicialmente estaba conformado por las siguientes fracciones: Comando de Batallón, Compañía de Apoyo Logístico, tres Compañías de Tiradores, una Sección de Morteros de 106,6 mm, otra de 81 mm y una Batería de Artillería con cañones Otto Melara de 105 mm.; aunque en realidad sus efectivos totales, armamento y equipos pesados irían arribando y se completarían el 11 de abril, salvo algunos infantes polizones "fugados de Río Grande”, que se fueron agregando voluntariamente.

Posteriormente por cambios en el dispositivo en el terreno y para lograr un mejor aprovechamiento del mismo, se agregaría la Compañía C, del Regimiento de Infantería 3 (RI-3) del Ejercito Argentino (EA) bajo el mando del Capitán Varela, de la cual conservamos un inmejorable recuerdo junto con la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 (RI-6 / EA) del Mayor Jaimet, que se agregaría en las instancias finales de la batalla. Ambas subunidades combatieron en conjunto con nuestro Batallón.

En los momentos iniciales del despliegue en Malvinas, como unidades palpables y concretas estaban el Regimiento de Infantería 25 (RI-25 / EA), el Regimiento de Infantería 8 (RI-8 / EA) y el BIM 5.

También tomamos entonces conocimiento que las fuerzas terrestres enemigas serían de una magnitud de alrededor de tres Brigadas de Infantería (aproximadamente 9000 hombres) y que las mismas tenían la capacidad necesaria para ejecutar un desembarco anfibio, combinado con un asalto vertical usando helicópteros y además, que ya se encontraban operando en las islas elementos de reconocimiento británicos.

Cap frag. C. Robacio leyendo mapas
 Al enterarnos que el RI-8 sería desplazado a Puerto Fox, en el otro extremo de la isla, sentimos una gran inquietud por la debilitación de nuestro esquema de combate y hubo que introducir cambios en las responsabilidades. EL RI-25, se hizo cargo de la defensa hacia el Este de Puerto Argentino y el BIM 5 hacia el Oeste, tanto es así que el Monte Longdon fue ocupado inicialmente por la Compañía “Oscar” de nuestro Batallón.Posteriormente llegarían refuerzos para la defensa de Puerto Argentino, todos esos refuerzos se irían integrando bajo la dependencia del nuevo Comandante de la Fuerzas Terrestres, el General de Brigada Argentino Dn. Oscar Jofré, con Unidades de la X Brigada de Infantería, mientras que los de la Brigada III se estacionarían a la vera del estrecho de San Carlos.

En la defensa de Puerto Argentino, bajo el aspecto estrictamente terrestre, se desplegarían las siguientes Unidades: En el istmo del Aeropuerto, el RI-25, luego el
RI-6 al Sudeste de la localidad. Al Sur de Puerto Argentino, el Grupo de Artillería 3 (GA-3) y el RI-3, hasta el camino al sudeste de Sapper Hill.

Nuestro BIM5 en el centro del dispositivo, en Sapper Hill, Monte William y Monte Tumbledown. Hacia el oeste, en Montes Harriet y Two Sisters el RI-4. Como nexo entre esta Unidad y el RI-7, la Compañía B del RI-6, el mencionado RI-7 en Monte Longdon y las alturas de Wireless Ridge. Es bueno recordar que las zonas asignadas a todas esas Unidades excedían dos y tres veces el área que normalmente se le debía asignar a Unidades del tipo de las descriptas.


Las acciones de combate:
Es bien sabido que a partir del 1 ° de Mayo se inician las acciones de combate, con el bombardeo a la Zona del Aeropuerto y casi inmediatamente se inicia el asedio de fuego naval desde los buques ingleses que navegaban en proximidades de la costa, al que se le irían agregando, con posterioridad y luego del desembarco, los fuegos de la artillería terrestre enemiga.

Resumiendo, la Guarnición que defendía la localidad de Puerto Argentino antes de llegar a la batalla final, soportaría un asedio de casi 44 días y, lamentablemente, sin la posibilidad de devolver tantas atenciones, salvo esporádicamente.

Haré ahora en el relato un salto muy grande sobre las diferentes situaciones que se fueron atravesando en San Carlos, Goose Green, las luchas de los Comandos por el terreno intermedio operando en el centro de las islas y por último las correspondientes a los Montes Harriet, Two Sisters y Longdon, pues imagino que las mismas están reflejadas o se mostrarán por los actores directamente involucrados.

La Batalla por Puerto Argentino comienza con el ataque por parte de la Brigada de los Royal Marines al RI-4 que ocupaba los Montes Harriet y Two Sisters y por parte del Regimiento de Paracaidistas N°3 a la Compañía B del RI-7 que se encontraba reforzada con una Sección de Ametralladoras 12,7 mm perteneciente a una Compañía de IM de Ametralladoras que se había organizado especialmente para el conflicto y que fuera destinada originalmente como refuerzo de mi Batallón, al arribar a Malvinas la Subunidad fue agregada por secciones a varias Unidades, otra se agregaría al RI-25.

El ceder estas secciones, así como el apoyo indiscriminado de la Artillería del Ejército en Malvinas hacia el BIM5, la integración de Elementos de Comandos de las tres Fuerzas, el apoyo de Ingenieros, etc., fueron definitivamente el inicio de la acción conjunta entre la Armada y el Ejercito que antes básicamente no practicábamos.

A partir del día 12 de Junio, aproximadamente a las 1000 horas de la mañana, el dispositivo defensivo mantenía aún en primera línea al BIM 5 reforzado, y al RI-7. Este Regimiento, que había perdido su Compañía B, persistía en aferrarse a las alturas Wireless Ridge, con su puesto de Comando y la Compañía C en posición.

En las alturas del oeste, ahora en manos inglesas, la Brigada de Royal Marines (RM), compuesta por los Batallones RM 40, 42 y 45 se había apoderado de los montes Harriet y Two Sisters y se aprestaba a ser sobrepasada por la V Brigada del Ejercito Británico, a tres Regimientos: uno Galés, otro Escocés y otro Nepalés (Ghurka), para lanzar la segunda fase de la batalla, sobre el BIM 5. En tanto, en Monte Longdon, se encontraba el Regimiento de Paracaidistas Ingleses Nº3 (PARA 3) listo para apoyar el ataque del PARA Nº 2, sobre el RI-7.

Es interesante aprender las lecciones del enemigo, en el sentido de tener bien en claro, como iba disponiendo de sus efectivos en ambas fases de su asalto sobre las posiciones del sistema defensivo, siempre asegurando una clara superioridad numérica, de no menos de 3 a 1, tomando como una totalidad la magnitud de las unidades que se enfrentarían. La realidad es que en los puntos de contacto, en donde concentraban su ataque, esta superioridad fue muchísimo más elevada.

Dejando de lado su determinación para atacar casi exclusivamente en la noche, otros aspectos interesantes a destacar, es que permanentemente, los británicos que ya habían atacado, eran sobrepasados por tropas frescas y se continuaba el ataque con el refresco (algo que nunca tuvo oportunidad nuestro sistema), como así también el empleo de sus abundantes y profusas comunicaciones radioeléctricas y el uso de señales pirotécnicas, en un claro contraste con nuestras fuerzas terrestres.

Sin mencionar el preciso y persistente bombardeo naval, y reduciendo el campo al apoyo artillero puesto en escena, ellos emplearon un Grupo de Artillería. Real, y los Grupos de Artillería 29 y 49, contra nuestros Grupos de Artillería N°3 (GA 3) y Aerotransportado N°4 (GA 4). El alcance de la artillería del enemigo era de 17 Kilómetros, contra los 10,5 Kms. propios.


Los Británicos movieron permanentemente su artillería a pesar de su superioridad en alcance, cosa que lamentablemente no podíamos realizar por falta de helicópteros en el lado propio, a excepción de una Batería de 105 mm., que se adelantó por tierra atravesando el Moody Valley, quedando a unos cuatrocientos metros hacia el Oeste del ex cuartel de los Royal Marines.

Nuestros Grupos de Artillería alcanzaban escasamente la primera línea enemiga (la que habían combatido con anterioridad contra los RI-4 y RI-7 en la primera fase de la batalla). Esta falencia evidentemente se acentuó en el caso del RI-4, ya que el GA-3 solamente alcanzaba la cima de Monte Harriet. Esto no ocurrió en nuestro caso ya que dispusimos de un apoyo artillero total y a discreción.

Quiero recalcar que en el combate moderno y con la profusión de apoyo artillero, "No levanta la cabeza para observar, el que quiere, sino el que puede".

En ese aspecto, el BIM5 también estaba preparado ya que, si bien disponíamos de los Observadores Adelantados de Artillería reglamentarios, todos los cuadros (incluidos los motoristas y cocineros...todos!), estaban adiestrados para controlar los fuegos de apoyo, de las propias armas del batallón, como de la artillería terrestre en apoyo y/o los fuegos propios navales y aéreos.

Todo estaba integrado en la Central de Coordinación de los Fuegos de Apoyo (CCFA) Esa era nuestra organización para determinar, cómo eran y de donde provenían los fuegos del enemigo y los propios. Casi me animo a afirmar que nuestra CCFA, por la excelentes comunicaciones que disponíamos, las coordinaciones y enlaces con todos los Grupos de Artillería, hicieron de nuestra Unidad algo muy duro de roer, con alta moral y altamente eficaz. No teníamos dudas, no se logró romper la cohesión de la Unidad y aún en el momento de la rendición, varias horas después que el grueso de los combatientes argentinos, mis hombres estaban en condiciones de proseguir la lucha, a pesar de los duros combates (incluso con lucha cuerpo a cuerpo), en que habían intervenido. Aunque, pasado el mediodía del 14 de Junio, ya no teníamos munición.

El enemigo ponía detrás de cada tubo de Artillería (aproximadamente 54 bocas en total) varios cientos de proyectiles diarios, contra los 368 diarios, por Batería (4 bocas), que habíamos previsto, (según diarios de la época, sobre la primera línea de cada unidad argentina que atacaban, disparaban una cantidad inusitada de proyectiles, aproximadamente unos 1000 por hora).

No obstante, durante la Batalla de Puerto Argentino, la Artillería del BIM 5 llegó a consumir prácticamente unos 15.000 proyectiles sobre las fuerzas atacantes.


El Combate final alrededor de Puerto Argentino

Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente.

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia.

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final.

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada.

El cap de frag. Carlos Robacio (segundo por la izq.) junto a sus subordinados en Tumbledown

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla.

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado.

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes.

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Oscar” me pedía, "Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa".

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna.

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.

Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante.

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines.

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses.

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge.

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley.

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nacar” del BIM5.

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica.

Se armó y realizó un contrachoque con efectivos del BIM5 y de la Comañía B del RI-7, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado.


En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa.

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros.

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente.

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,…..

"poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios"

Mientras tanto, en el Pony's Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,…..

“mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión".

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Oscar” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas.

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo.

Una sección de mortero BIM5
Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo.

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina.

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando.

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento.

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown.

Disposición del BIM5 y los Regimientos del Ejercito en torno a Pto Argentino
A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme "pues ya la Guarnición se había rendido". Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos.

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse.

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse.

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: " Señor Comandante, estamos listos para el repliegue" y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill.

El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final.

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas.

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado

Este fue el fin de los combates.

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo.

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino

13 de Junio de 1982:
16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony's Pass y rechazada con fuegos de artillería propia.

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony's Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino.

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.

23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony's Pass.

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ.

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material.

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.

La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.

Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA

14 de Junio de 1982:
00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada.

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.

Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA.

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5.

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate.

Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina.

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica.

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill.

Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores.

En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.

Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ.

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha.

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad.

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca - 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un helidesembarco británico (seis helos) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.

En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO.

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL "NO PIC NIC", como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA.


El recuerdo al heróico contralmirante Robacio
El contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio falleció el  domingo 29 de mayo de 2011 en el Hospital Español de la ciudad de Bahía Blanca. Muy pocos medios nacionales lo reflejaron, a pesar de que Robacio comandó a los 700 efectivos del Batallón de Infantería de Marina 5 y a los 200 soldados del Ejército Argentino en los duros combates desarrollados en el Monte Tumbledown, Sapper Hill y Monte William durante la Guerra por las Islas Malvinas. No pudieron ser derrotados por los ingleses y combatieron hasta agotar la munición, aún después de la caída de Puerto Argentino y que por eso ya habían recibido la orden de rendición.
 
Monte Tumbledown fue una de las batallas finales más sangrientas de la guerra de Malvinas. Para los ingleses, junto con la batalla del Monte Longdon, fue una de las que más horror les produjo porque, a pesar de superar a los argentinos en cantidad de efectivos y armamentos, debieron llegar a la situación extrema de tener que pelear cuerpo a cuerpo con los Infantes de Marina del BIM5 y no pudieron tomar esa posición hasta que nuestras tropas agotaron las municiones.
 
Finalizada la guerra, los británicos hicieron un documental sobre esta batalla en el cual, a pesar de no ser demasiado propensos al elogio, no vacilaron en señalar que las fuerzas argentinas más difíciles de enfrentar en Malvinas fueron las del Batallón de Infantería de Marina 5 a cargo del entonces capitán de Fragata Carlos Hugo Robacio.
 
Veinticinco años después, en una entrevista en su casa de Bahía Blanca, Robacio evocó esos combates de la siguiente manera:
 
“Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente, no me podían permitir el privilegio de tener miedo. Además, estábamos convencidos de que peleábamos por lo nuestro.
 
“Yo estuve hace muy poco en una reunión en Gran Bretaña con los comandantes que me atacaron. Empezamos a combatir el 13 de junio de 1982. Ese mismo día a la tarde nos hicieron un ataque con una compañía reforzada que aniquilamos. Teníamos muy buen fuego preparado pero cometimos muchos errores, piense que hacía casi 200 años que no estábamos en combate, por lo menos en guerras clásicas.
 
“El BIM 5 era la única unidad que estaba equipada, ambientada y adiestrada para estar en Malvinas. Pero yo terminé valorando al Ejército porque mis camaradas de entonces, sin tener la experiencia y el equipamiento adecuados nada, igual pelearon muy duro contra los ingleses.
 
“Es difícil entender las condiciones extremas en las que peleamos en Malvinas y tuve la suerte de estar al frente de un batallón con gente de un valor encomiable.
 
“El comandante de los gurkas me escribió una carta para decirme que jamás pasaron tanto miedo como cuando atacaron Tumbledown. Los ingleses no podían creer que entre mis efectivos yo también tuviera soldados conscriptos: ‘No, sus hombres eran veteranos. No los podíamos sacar de los pozos’, me comentaron después de la guerra. Por eso, y a pesar de que los ingleses lo nieguen, porque las vi, puedo afirmar que las bajas inglesas triplicaron a las argentinas’.
 
“Lamentablemente, la munición que pensábamos nos iba a durar 20 días, se agotó en un día y medio de intensos combates, calcule que nuestra artillería tiró 17.000 proyectiles en sólo dos días.
 
“Todos los hombres que lucharon en Malvinas fueron muy valientes. No hay registros en todo el siglo XX de unidades que hayan sido bombardeadas durante 44 días y hayan combatido duramente por más de 60, sin haber sido relevadas”.
 
Por su desempeño Carlos Hugo Robacio, comandante BIM5, fue galardonado por la Nación Argentina con la Medalla al Valor en Combate y el propio Batallón de Infantería de Marina 5 fue condecorado por el Congreso argentino en 2002.
 

Guerra de Malvinas - Satelites - CIA y el fondo del mar

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Por Mariano Sciaroni

El satélite acababa de cumplir su misión sobre Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de 27.500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina. Algo que se había complicado los días anteriores, ya que un techo de nubes impedía discernir que había amarrado “allí abajo”.


Desde los 400 km. de altura de su órbita baja, enfocó sus cámaras de alta resolución a las coordenadas 38º 53`33``S y 62º06`16``O y procedió a tomar las imágenes pedidas. Misión cumplida.


Nadie lo había visto venir, menos lo habían visto marcharse.



Poco tiempo después, las imágenes se encontraban en el National Photographic Interpretation Center (o Centro Nacional de Interpretación Fotográfica), un departamento de la CIA que dependía de la poderosa Dirección de Ciencia y Tecnología y que se encontraba integrado por analistas civiles y militares de todas las fuerzas.



No era la primera vez que se tomaban imágenes satelitales de la base naval. La CIA mantenía (y mantiene) una constante vigilancia sobre los enemigos, en ese tiempo los países del Pacto de Varsovia, pero a los aliados o afines, mejor también controlarlos. A finales de la década del `70, había aumentado, por alguna razón, el reconocimiento satelital sobre la base y sobre otros puntos de interés militar en Argentina y, en general, en el Atlántico Sur. 
(1) y (2) Dos imágenes satelitales de Bahía Blanca y la Base Naval Puerto Belgrano, obtenidas por la cámara de mapeo de un satélite espía norteamericano KH-9. La de la izquierda fue obtenida el 4.1.1979 por el KH-9 misión 1214-5 y la de la derecha el 30.3.1979 por la misión 1215-5.




Imágenes de la cámara panorámica son complementadas, en misiones de reconocimiento militar, por imágenes de alta resolución de la cámara principal. Fuente: U.S. Geological Services – desclasificación año 2002

No había habido demasiada suerte, sin embargo, en los últimos días. Nubes. Complicaban todo. Pero este 28 de mayo la meteorología resultaba más favorable y las imágenes revelaban las siluetas de los buques. Y allí estaban casi todos los buques de la Armada Argentina.



“BUQUES CAPITALES DE LA FLOTA ARGENTINA SE ENCUENTRAN EN LA BASE NAVAL PUERTO BELGRANO...BUQUES PRESENTES INCLUYEN AL PORTAAVIONES 25 DE MAYO (CV) SIN AVIONES EN LA CUBIERTA DE VUELO…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE GUPPY (SS)…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE 209 (SS) EN DIQUE SECO…UN DESTRUCTOR MISILISTICO-HELICOPTERO TIPO 42 (DDGH), UN DESTRUCTOR MISILISTICO CLASE GEARING FRAM II (DDG), UN DESTRUCTOR CLASE SUMNER (DD), UNA FRAGATA LIVIANA FRANCESA TIPO A-69 (FFG), CINCO BARREMINAS COSTEROS CLASE TON (MSC), Y NUMEROSOS AUXILIARES.”

La Armada Argentina se encontraba mayormente en puerto: el portaaviones, uno de los destructores tipo 42 y dos viejos destructores norteamericanos, uno de los avisos franceses y otras tantas embarcaciones.

Lo más interesante, sin embargo, eran los submarinos. Había un Tipo 209 en dique seco y un “Guppy” (genéricamente, un submarino de la Segunda Guerra Mundial con mejoras hidrodinámicas y en ciertos sistemas de a bordo) amarrado. 

El “Guppy” no podía ser otro que el ARA Santiago del Estero, que la inteligencia había perdido a fines de abril, cuando desapareció subrepticiamente de su amarradero habitual de la Base Naval Mar del Plata. Realmente un misterio, ya que el submarino se consideraba inactivo desde el año anterior, sin posibilidades de sumergirse y menos de ir a una guerra.

Nadie sabía, entonces, el estado operacional del Santiago del Estero. Y, sabiendo que sería preguntado sobre ello, el analista no tuvo más que agregar en su memo que:



“NO SE PUEDE DETERMINAR EL ESTADO OPERACIONAL DEL SUBMARINO GUPPY”



Desde el 30 de abril que Estados Unidos no tenía mayores problemas en pasar la información satelital recibida al Reino Unido.



La vital información recogida no fue la excepción y, con alguna lógica demora, cruzaba el Atlántico y llegaba al Cuartel General de la flota británica en Northwood.



Buena información para las dos Fuerzas de Tareas coloniales en el sur. Especialmente útil para los submarinos del Almirante Peter Herbert, la Fuerza de Tareas 324. El oficial responsable comenzó a preparar un informe de inteligencia actualizado y, apenas terminado y aprobado, se subió al satélite.
Había tres satélites espías estadounidenses (de reconocimiento por imágenes) en órbita. Los británicos no tenían esa capacidad, así que necesitaban apoyarse en su aliado.
Un HEXAGON/KH-9, lanzado el 11 de mayo de ese año, que tenía el problema de que el film debía ser eyectado hacia tierra, donde era recuperado en vuelo cerca de Hawai y, desde allí transportado en avión hacia el continente.
Los dos KENNAN/KH-11 eran los más modernos del mundo. La información era pasada encriptada y en tiempo real a una estación en tierra, y estaba en condiciones de ser analizada en cuestión de minutos. El KH-11/4 había sido desviado de su órbita sobre la Unión Soviética a principios de abril y estaba haciendo casi todo el trabajo. 
(3)  Gráfico de la órbita baja del KH-11/4, modificada a principios de abril de 1982 para cubrir Malvinas y áreas de interés en Argentina. Había sido lanzado el 3 de septiembre de 1981 desde la Base Aérea Vandenberg en California
Los satélites de reconocimiento eran complementados con la información obtenida de la violación a las comunicaciones “seguras” de la Armada Argentina. 
Había habido algunos problemas a mediados de abril, cuando los argentinos cambiaron el código, pero ello fue rápidamente solucionado (pareciera que alguien en Argentina se puso nervioso al leer un artículo del 15 de abril del New York Times que dejaba entrever que las comunicaciones eran interceptadas)

Es que las máquinas Crypto AG de dotación de la fuerza no eran mayor traba para la CIA. Es más, se decía que la NSA (National Security Agency o Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía “acciones” en esa empresa y, por tanto, la llave para leer los mensajes en clave. Una copia de esa llave estaba en poder de la CIA.

Algunos funcionarios norteamericanos pareciera que se jactaron demasiado de ello, y el 9 de junio, William J. Casey, Director de la CIA, tuvo que amenazar con acciones penales para los involucrados en difundir “el secreto”. El código fue nuevamente cambiado por los argentinos, y nuevamente roto por la CIA.

Obviamente, ayudaban al panorama también los amigos de por acá cerca y los que estaban demasiado cerca, más aún.

Sin embargo aún con todos esos recursos, el Joint Intelligence Committee (JIC), el comité conjunto del Reino Unido que organiza a todas las agencias de inteligencia, tenía un panorama confuso acerca de los buques que se consideraban más importantes (y peligrosos) de la Armada Argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo y los submarinos.

Al portaaviones Northwood lo situaba, en las primeras horas del 28 de mayo, en las cercanías del Cabo Blanco, al sur del Golfo San Jorge.

El submarino HMS Spartan estaba cerca de allí, tratando de ubicarlo, pero no lo había logrado. El comandante del buque, James Taylor, así como Chris Wreford-Brown, en el HMS Conqueror (a 320 millas náuticas al Este del Cabo Blanco y sirviendo de zaguero para cualquier intento de rompimiento) se preguntaban si la información de inteligencia, generalmente buena, estaba acertando esta vez.
(4) Portaaviones ARA 25 de Mayo en la Base Naval Puerto Belgrano. Fotografía tomada en junio de 1979, durante el Operativo Unitas XX. Fuente: Department of Defense, EE.UU.

Con los submarinos argentinos la situación era peor aún.

El 21 de abril el ARA Santiago del Estero había salido de su apostadero. Pocos días después, el espionaje británico (gracias a los norteamericanos) se había percatado de esta situación y buscaba desesperadamente conseguir información acerca del estado operativo de la unidad. 

Algo que no se había logrado ¿Estaría camino a la Isla Ascensión, listo para atacar a las unidades logísticas?
Asimismo, inteligencia informaba el 26 de mayo por la tarde que el ARA Salta tenía problemas en sus tubos de torpedos. Nadie sabía si estaba en el mar o no el 28.

El ARA San Luis, se afirmaba para el mismo 26, estaba definitivamente en patrulla, posiblemente en camino hacia el norte del Estrecho San Carlos. El 28 se dudaba de su posición, o en Puerto Belgrano o en el mar, no quedaba a nadie claro ello.

Las piezas faltaban en el rompecabezas. 
Casi a las 9 de la noche del 29 de mayo, a unas 300 millas al Este de Isla de los Pingüinos, en medio de un clima horrendo y un mar agitado, surgió de las profundidades del mar un artefacto que podría describirse como un florero de lata diseñado por un artista kitsch.

El mástil AYH, si bien tenía algunos cristales defectuosos, no captó señal electrónica con grado de peligro alguno, lo que pudo ser corroborado por el operador en el equipo MAE UA4 del HMS Conqueror.

Con el reaseguro que no había nadie emitiendo en el área, pronto emergieron otros apéndices, entre los que destacaban un periscopio y una antena de comunicaciones.

Durante 7 horas se mantuvo en plano periscopio y con los apéndices extendidos. El submarino tenía, desde hace más de un mes, problemas para recibid comunicaciones, algo que se había exacerbado luego de dañar el mástil con hielo cerca de Georgias del Sur. Sin embargo, esta vez la culpa no era de la antena o del satélite (también norteamericano) sino del equipo de clave, que tenía un mal día.
(5) Submarino HMS Conqueror regresando a su base, luego de Malvinas. Fuente: Ministry of Defense, Reino Unido

Seis reportes recibidos. Entre ellos COR 430 informaba a la Fuerza de Tareas 324 (los submarinos) que la Armada Argentina se encontraba en Puerto Belgrano o en las cercanías de Bahía Blanca. La información de inteligencia se hacía más clara.
El HMS Spartan repitió para la misma hora el procedimiento y recibió también la señal COR 430. Sus equipos electrónicos UAB eran más modernos y sensibles, pero tuvo más cuidado de exponer apéndices, ya que solo estaba a 90 millas náuticas del continente. El radar AN/APS-128 de un EMB-111 Bandeirante Patrulha (de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina) que había detectado hacía unas horas le recordaba el peligro de ser demasiado indiscreto. Apenas bajada la información del satélite, volvió a las profundidades.
Los restantes submarinos británicos formalmente asignados a la FT 324 estaban desperdigados en el Atlántico Sur. El HMS Onyx y el HMS Courageous recién estaban penetrando latitud 35º S y arribando a la “Grilla CORPORATE”, el HMS Splendid estaba saliendo de ella (por problemas insuperables en uno de sus Turbogeneradores) y el HMS Valiant ya tenía bastantes preocupaciones operando dentro del Estrecho de Le Maire.

Northwood movió las áreas de patrulla y de responsabilidad de las unidades submarinas para adecuarse al nuevo escenario proporcionado por inteligencia: el portaaviones estaba en puerto y, sin Grupo Aéreo Embarcado en cubierta, era dudosa una pronta zarpada. El ARA Santiago del Estero estaba amarrado, así como uno de los Tipo 209 (se estimó era el ARA Salta – quizá por los problemas en los tubos de torpedos anunciados), en dique seco.
Las contingencias a enfrentar eran menores ahora para los submarinos. La certidumbre ampliaba la libertad de acción. Buena información, en el momento justo. Un satélite que hizo la diferencia.

Ni KENNAN ni HEXAGON fueron decisivos. Tampoco lo fue el quiebre de las comunicaciones cifradas argentinas. Pero la guerra es un partido de póquer, y si el contrincante puede mirar nuestras cartas, no importa la buena mano que tengamos, el otro siempre podrá jugar en sus términos.

A 30 años del conflicto, vale la pena recordar las ventajas ajenas y las falencias propias. De esa forma, resaltan aún más el coraje y la entrega de nuestros marinos, soldados y aviadores.

Agreguemos un par de datos más.
El ARA Santiago del Estero, que no tenía sonar ni posibilidades de sumergirse desde 1981 (es decir, no podía combatir en forma alguna), había sido trasladado desde la base de submarinos en Mar del Plata hacia Puerto Belgrano, donde fue camuflado entre dos cargueros. Se hicieron algunas operaciones de “velo y engaño” para intentar confundir respecto el estado operativo del submarino, lo que parcialmente se logró.

EL ARA San Luis estaba en Puerto Belgrano desde el 19 de mayo, habiendo arribado luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión. Los diversos problemas mecánicos que se fueron suscitando durante el combate (ya que atacó y fue atacado) hicieron que debiera ingresar a dique seco, donde fue observado por el satélite.

(6) ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra. Detrás, se aprecia el portaaviones.
 

El ARA Salta estaba en el mar desde el 21 de mayo, haciendo pruebas de torpedos y evaluando ciertas falencias del buque. Pero, principalmente, generando incertidumbre en la flota británica. Efectivamente, desde el día 23 tenía problemas con los tubos lanzadores. Recién tomó puerto el 29 de mayo.



El ARA 25 de Mayo no salió de Puerto Belgrano después de ingresar allí el 10 de mayo. Su Grupo Aéreo Embarcado operaba desde bases en tierra. Hubo algunas maquinaciones argentinas para despistar a la inteligencia británica acerca de su paradero, lo que pareciera dio resultado parcialmente.



Pareciera que el ojo del satélite no se equivocaba demasiado.

(8) Documento, “Increased defensive measures”

Bibliografía usada por el autor:

Casey, William J (Director CIA), Memo en “Unauthorized Disclosures on the Falklands Situation”, 9 de junio de 1982. 

Freedman, Sir Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I & II, Routledge, Londres, 2005. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Argentine Naval Combatants”, 28 de mayo de 1982. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Military Forces, Argentina”, mayo de 1982. 

National Security Council Meeting (Casa Blanca – USA), Minutas de análisis, “South Atlantic Crisis”, 30 de abril de 1982,  


Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings” 

Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”




Mariano Pablo Sciaroni

Es abogado y magister en estrategia y geopolítica. Escribió “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como numerosos artículos sobre temas navales y de Malvinas en revistas especializadas y páginas de Internet.

Las bombas que pudieron haber cambiado la Guerra de Malvinas

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Por Adrián Luciani

“Si todas las bombas que impactaron hubiesen explotado, se hubiesen vuelto a Inglaterra nadando”. La frase pertenece al capitán retirado, héroe de la Fuerza Aérea en Malvinas, Luis “Tucu” Cervera, quien junto al comodoro retirado Héctor Sánchez (que durante el conflicto del Atlántico Sur formaban parte del Grupo Cinco de Caza que utilizaba aviones Douglas A-4B) disertaron el viernes en la ciudad.

La actuación del Grupo Cinco permitió averiar a las fragatas “HMS Glasgow”, “HMS Ardent “ y “HMS Argonaut”, hundir a la “HMS Antelope” donde el 1º teniente Luciano Guadagnini falleció en combate, y en otra misión mandaron a pique a la fragata “HMS Coventry”.

--Cervera, hay un video muy conocido de la Guerra de Malvinas donde se ve a un avión argentino atacar a la flota inglesa en la bahía San Carlos (llamada "El corredor de las bombas"). ¿Es posible que ese piloto haya sido usted o Sánchez?
--Es posible. El 24 de mayo de 1982 estaba la flota desembarcando y nosotros éramos cinco aviones y regresamos los cinco.

--Lo que no es poco...
--Claro, el 12 de mayo nuestro escuadrón había tenido cuatro derribos y después vinieron días con clima muy malo que Inglaterra aprovechó para desembarcar el 21 y 22 de mayo. Nosotros recién entramos el 24.

--¿Qué sintió cuando salió de esa especie de cerro y vio enfrente la bahía llena de barcos ingleses?
--Que ninguno de nosotros iba a salir con vida, porque apenas empezamos el ingreso a la bahía luego de lamer la lomada que había para llegar al agua lo más bajo posible, la defensa de la flota empezó a tirar con misiles y cañones. Ahí la escuadrilla se desordenó porque fue tanta la sorpresa de ver la cantidad de buques que había, que cada uno eligió un buque logístico como objetivo para evitar el desembarco. Había barcos grandes como el “Lancelot”, "Galahad", “Belvedere” y “Tristan”. Cuando uno ve la película no distingue quiénes somos. Yo ataqué el “Lancelot”, de atrás. La bomba no explotó, pero tuvieron que evacuarlo y quedó inservible porque pensaban que tenía espoleta de retardo y estallaría en cualquier momento.

--Hay quienes dicen que si todas las bombas que cayeron en los barcos hubiesen explotado la Argentina ganaba la guerra.
--Todavía estarían nadando para ver si llegan a Inglaterra. Es así.

--¿A qué se debieron estas fallas? ¿Cuestiones técnicas, las bombas eran viejas...?
-–Tiene su explicación. Una es que la Fuerza Aérea nunca tuvo como hipótesis de conflicto a Inglaterra y una lucha en el mar. Partiendo de esa premisa, entramos en un combate aeronaval donde no teníamos ni el adiestramiento ni el armamento necesarios. Entonces, dada la necesidad porque el 1 de mayo la flota empieza a bombardear a las tropas argentinas en tierra, la Fuerza Aérea toma la decisión de intervenir. El 12 de mayo salen 8 aviones de nuestro escuadrón y vuelven 4. Nos pegaron un buen sopapo y nos costó carísimo reponernos y seguir saliendo a ver cómo era atacar a la flota.

--Encima con aviones de los años '50.
--Nosotros no teníamos ni radioaltímetros y electrónicamente estábamos en cero. En 1982 combatimos contra una flota de última generación, con buques recién hechos como el “Shefield” y el "Harrier" era un avión recién salido de fábrica. ¿Qué querían que hiciéramos con bombas que eran para objetivos terrestres? Las espoletas necesitaban 36 vueltas para que se activaran y la bomba explotara, yo les daba 30 vueltas para que ni bien salieran del avión se armaran y explotaran en los buques. 

Nosotros hicimos un adiestramiento avanzado en Punta Loyola (Santa Cruz). Luego de volar rasante le tirábamos bombas de ejercicio a un buque encallado, el “Marjorie Glenn”. Volar rasante en tierra no es lo mismo que en el mar. No hay forma de saber si uno va alto o bajo. Los primeros días se nos pusieron blancos los parabrisas porque se nos pegaba la sal. 

Tuvimos que ir superando adversidades a cada paso: a los parabrisas les pusimos siliconas, a las bombas les cambiamos las espoletas, pero eso llevo días y ya teníamos muertos encima. Cerca del final de la guerra las bombas explotaban, se hundían los barcos y se desarrollaron misiones exitosas, pero nos llevó tiempo y vidas entender cómo era la guerra aeronaval.

--Su camarada Sánchez hizo una misión el 8 de junio con otros tres pilotos y regresó solo. ¿Qué se siente perder a un compañero?
--Un dolor enorme, es un camarada y un amigo, un compañero de promoción. Es perder a alguien muy cercano y muy querido, del que conocíamos a su mujer, a sus hijos, hermanos. Saber que hoy está sentado tomando mate con vos antes de salir y a las dos horas te dicen que murió te parte el alma y te da muchísima bronca, pero lo peor de todo es no poder llorar porque mañana tenés que salir a volar y no te podés permitir ablandarte un milímetro. De mi escuadrón, sobre 16 quedamos 9.

www.lanueva.com 

Héroe de Malvinas : Mariano Velasco piloto de Fuerza Aérea Argentina

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Ataques aéreos sobre a objetivos terrestres del 27 de mayo de 1982

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Pócker", armados con cuatro bombas retardadas por paracaídas, cada uno. Tripulación: Capitán Pablo Carballo (C-207), Ten Carlos Rinke (C-212), Alf Carlos Carmona (C-239). Despegaron de Río Gallegos a las 15:00. Carmona regresó después del reabastecimiento por falla y aterrizó en Gallegos a las 16:45.
La sección continuó hasta el sur del estrecho de San Carlos. Se dirigieron con rumbo norte. Observaron, en la Bahía San Carlos, cuatro o cinco buques, tipos 42 y 22, pequeñas barcazas y 3 ó 4 helicópteros en vuelo.

Llegaron al Establecimiento San Carlos y lanzaron las 8 bombas; recibieron intenso fuego antiaéreo hasta que cruzaron las sierras. Seis disparos de armas livianas impactaron al capitán Carballo. Uno de ellos produjo un orificio de aproximadamente veinticinco centímetros de diámetro, por el que se veía el instrumental dentro de la nariz del avión, además de destruir el equipo OMEGA y cortar un manojo de cables, del espesor de un puño, que dañó sus sistemas de navegación y comunicaciones. Escaparon hacia el este y luego hacia el sur. Después de unos minutos, retornaron al rumbo oeste definitivamente. Debido a las fallas del 1, navegó como guía, el Nº 2. Arribaron a GAL a las 18:30

Existe información de que la artillería antiaérea británica, al repeler este ataque produjo bajas propias.

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Truco", armados con bombas retardadas por paracaídas. Tripulación: primer teniente Mariano Velasco (C-215), teniente Carlos Osses (C-228), teniente Fernando Robledo (no despegó por inconvenientes técnicos). Despegaron de Río Gallegos a las 15:30 hs.

Ingresaron al Brazo San Carlos un minuto después que los "Pócker", también de sur a norte, y confirmaron avistar 4 buques. Recibieron intenso fuego de artillería. Lanzaron sus ocho bombas en salva sobre la planta de refrigeración de Bahía Ajax.

Viraron hacia la izquierda, perseguidos por misiles. El primer teniente Mariano Velascofue alcanzado un disparo de 40 mm Bofors de los buques HMS Fearless y HMS Intrepid, en la raíz del plano izquierdo. Habiendo cruzado el Estrecho de San Carlos con rumbo hacia el oeste y sobre la Gran Malvina, el numeral teniente Carlos Osses observó fuego en el plano izquierdo del avión del primer teniente Velasco, muy próximo al botellón de oxígeno; de inmediato le informó esta novedad. El primer teniente Velasco contestó que se le había encendido la luz roja (alarma) de hidráulica, razón por la cual cambió velocidad por altura e informó que se eyectaba en posición 51º 29' S / 59º 32' O; eran aproximadamente las 17 hs.

El primer teniente Mariano Velasco cayó entre Puerto Fox y Puerto Howard. Luego de reponerse de la eyección, caminó dos días y dos noches hasta que llegó a una casa deshabitada donde encontró alimentos enlatados. Al día siguiente, pasaron dos kelpers a caballo; los llamó y les quiso comprar un caballo, ellos se negaron pero le dijeron que avisarían a Puerto Argentino. Por la tarde apareció un Land Rover, manejado por un kelper y acompañado por un oficial del Ejército Argentino, quienes lo llevaron a Puerto Howard.( Éste héroe argentino fue el piloto que hundió al destructor misilístico HMS Coventry el 25 de mayo de 1982, el Día de la Patria del que su numeral el alférez Barrionuevo fue testigo ver el hundimiento del HMS Coventry)

El teniente Ossés regresó solo al continente, con su avión averiado por el impacto de dos proyectiles de armas livianas. Arribó a Río Gallegos, a las 18:00 hs.

Encuentro con su antiguo enemigo
A pocos meses de cumplirse el 30 aniversario de la guerra, el veterano inglés completó un extraordinario viaje para reunirse con el aviador argentino que pensaba que había muerto durante el conflicto de 1982, en un encuentro que fue documentado por la BBC.

Wilklinson, de Leeds, se encontró cara a cara con su ex enemigo Mariano Velasco el año pasado en su casa en Córdoba y fue recibido ya no como enemigo, sino como un amigo.

En mayo de 1982, aviones Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina, piloteados por el entonces primer teniente Velasco -alias "Cobra"-, por el alférez Jorge Barrionuevo, que habían despegado de Río Gallegos, descargaron sus bombas sobre el destructor HMS Coventry. Lo hundieron el 25 de mayo y 19 británicos murieron.

Malvinas Wilkinson junto al motor del A4 del 1ºtte Velasco
A los dos días, a Wilkinson -que por entonces apenas tenía 22 años- le tocó vaciar su batería antiaérea sobre el enemigo. Iba a bordo del buque HMS Intrepid y dio en el blanco: el Skyhawk de Velasco.
 
"Esto no es algo sobre lo que yo siento júbilo. Veo un avión todos los días en mi cabeza", contó Wilkinson, quien padeció durante años fuertes traumas de posguerra. "Pensé que estaba muerto, no hay manera de que alguien salga vivo de ese avión", admitió.

Pero las vueltas de la vida hicieron que Wilkinson supiera que Velasco estaba vivo. En 2007, cuando se cumplía el 25° aniversario de la guerra, se enteró por medio de un documental que el argentino estaba vivo: Velasco daba su testimonio acerca del enfrentamiento con los ingleses y en él explicaba cómo se había eyectado del Skyhawk sobre la isla Gran Malvina.

Aquel 27 de mayo de 1982, como se explicó anteriormente, Velasco se expulsó de su nave y cayó a tierra. Caminó 16 kilómetros por el archipiélago con un tobillo herido de gravedad, hasta que llegó a una granja abandonada. Finalmente consiguió ayuda y pudo regresar a una base argentina situada en el oeste de la isla.

"Yo sabía que era él. Yo era él único que disparó ese día", recordó Wilkinson al ver el relato del piloto argentino. Allí comenzó una minuciosa búsqueda con la ayuda de la embajada argentina en Londres y a través de Internet, hasta que consiguió el correo electrónico de Velasco.

"Su fuerza interior lo hizo salir del avión y conseguir sobrevivir. Estoy muy contento", expresó Wilkinson, que por estos días regresó a Malvinas donde visitó el lugar donde cayó la nave argentina. De allí, viajó a Córdoba, para visitar personalmente a Velasco.

"Los buenos soldados deben ser capaces de perdonarnos unos a otros. Y, después de todo, ¿por qué no ser amigos?", opinó Velasco.
 
"Lo importante es el encuentro de dos personas que participaron en una guerra. No se trata de algo político entre países, sino de una experiencia humana", destacó el soldado argentino ante el diario Muy.

"Esto es demasiado para ponerlo en palabras", expresó Wilkinson en su entrevista con la BBC. Y aseguró: "Conocerlo [a Velasco] en persona es el cierre de un ciclo. Ahora sé que está vivo y que somos amigos"..
 

"Todo el pueblo argentino tiene que saber quién es nuestro verdadero enemigo"

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Entrevista radial del periodista MATIAS HIGGIMBOTTON, a Victor Eduardo Vital Veterano de Guerra de Malvinas, exconscripto clase 62, batalló junto al BIM 5, en las duras trincheras del Atlántico Sur. Hoy da una lección a todos los argentinos, sobre el conflicto bélico y la actualidad de la Argentina.

Entrevista realizada EN RADIO SOL.105.1. PROGRAMA, EL CABRÓN DEL CONDADO. DE LUNES A VIERNES DE 16 A 18, SAN LUIS CAPITAL.

¿Cómo le va Señor Vital? He escuchado algunas charlas que dio usted en escuelas y tiene una visión diferente sobre la guerra de Malvinas, ¿puede comentar su pensamiento al respecto?
La guerra de Malvinas fue un acuerdo entre Washington, Londres y Bs As. Supuestamente el acuerdo consistía en que Argentina tenía que recuperar Malvinas en una acción rápida, secreta e incruenta, tomar, izar nuestra bandera, luego retirarse, para producir un efecto internacional y abrir en la ONU. una mesa negociación.

¿Por qué rápida, secreta e incruenta?
Incruenta, no tenía que haber muertes de soldados británicos, para que el pueblo ingles no presionara a su gobierno sobre dichas muertes.

Rápida y secreta, para no perder la sorpresa en la toma de Malvinas.
La operación Rosario fue brillante, se llevó a cabo tal cual lo había planificado argentina. 

¿Cómo Inglaterra no se dio cuenta de la maniobra argentina?
Algunos pensadores, se preguntaban eso, ¡cómo! era posible que los ingleses teniendo uno de los mejores servicios secretos del mundo, y dado que, el objetivo se encontraba lejos del continente y en pleno mar, no descubrieran tamaña acción militar. Lleva mucho tiempo planificar una acción de esas características, si no hubiese sido un acuerdo entre ambas naciones, no hubiera sido posible.

¿Qué es lo lleva a Inglaterra a planificar dichas acciones?
Unas décadas antes de 1982 Inglaterra descubre el potencial petrolero en las aguas del Mar Argentino, en 1975 comienza a planificar un conflicto bélico, para quedarse con nuestro el mar.

Ellos solo poseían 3 millas marítimas alrededor de las Islas, y el petróleo se concentraba a partir de las 100 millas marítimas, y estaban bajo jurisdicción de Argentina.

¿Entonces la guerra fue la excusa para ampliar la zona de usurpación?
Si, hoy se adueñaron por la fuerza de 200 millas marítima y con posibilidades de ampliarla a 350 millas, ya que ellos presentaron ante la Convemar que es un organismo de la ONU,… a Malvinas como país ribereño, ¡una falacia total!Existe una resolución en ese organismo, que los países ribereños podrán extender su soberanía marítima hasta 350 millas. Si se aprueba su presentación tendrán el control total del Cono Sur, van consolidando sus pretensiones de dominio sobre la Antártida, como futuro territorio a conquistar.

¡Eso es grave!
Gravísimo, Además tienen la posibilidad de explotar los recursos, como petróleo, gas y pesca.
¡Es más grave aún!... pueden ampliar su soberanía más allá de Malvinas, sobre las aguas de Georgias y Sándwich del Sur, y así acortar a la Argentina su paso natural hacia la Antártida.
Recordemos que con la Guerra, el gobierno de la Thatcher se vio beneficiado, ahogando los problemas internos que eran económicos y sociales, dejando la puerta abierta a su reelección.

¿Que ganaba argentina recuperando las islas y retirándose?
El gobierno argentino tendría un respiro, ya que se encontraba muy debilitado, ponía nuevamente en el tapete a Malvinas en la agenda central de la ONU. para negociar la soberanía. A la vez se vería beneficiado, con créditos y apoyo internacional, que le brindarían Inglaterra y EE.UU.

¿Pero el acuerdo se rompe?
Demos gracias a Dios, a la Virgen y al pueblo argentino que el acuerdo se rompe. La recuperación de Malvinas produjo una gigantesca ola de movilización social, hubo unidad nacional, esto empujó a Galtieri, a romper el acuerdo, hubiera sido una vergüenza histórica nacional, si argentina recupera y después abandona Malvinas.

¿Qué representa hoy Malvinas para el pueblo argentino?
Malvinas es hoy el corazón de la patria, es un jalón, una guía, un sentimiento espiritual patriótico para todos los jóvenes, es tal vez la única causa pura que queda, cada año cuando se acerca el 2 de abril, en cada casa, en cada escuela, en cada medios de comunicación, se habla de Malvinas, nos recuerda que tenemos una historia, una patria, un enemigo que está latente, y que viene por todo.

¿Entonces Galtieri estuvo bien en la decisión de tomar Malvinas?
Claro, lo que hizo mal es pelear a medias, y a medias siguió adelante para incorporar a Malvinas al territorio nacional. Estaba esperanzado en el apoyo del T.I.A.R. y en algunos países de oriente.

¿Galtieri creyó que EEUU al ser miembro del T.I.A.R nos iba a apoyar?
Galtieri creyó que EEUU se mantendría neutral, y que los británicos no reaccionarían, porque no es fácil realizar una campaña militar a miles de kilómetros de distancia… llevaría meses de planificación… pero el zorro inglés resulto ser más astuto,… claro… ellos tienen mil guerras de conquistas. Gran Bretaña tenia plan A, plan B, si argentina rompía el acuerdo y se quería quedar con Malvinas, ya tenía cada movimiento perfectamente planificado, sus tropas alistadas, y preparadas desde diciembre de 1981, realizando ejercicios militares en el Mar del Norte.

¿Que opina del discurso triunfalista de Galtieri?
Él discurso triunfalista lo hubiera hecho cualquier líder ante su tropa o pueblo, tiene que generar confianza, tiene que convencer y convencerse de estar firme y fuerte. Nombra a un gobernador en Malvinas y empieza a enviar tropas y armas, para estar mejor posesionado en caso de tener que negociar.

¿Entonces siempre espero un acuerdo diplomático?
Hasta el último día de la guerra. Concentro fuerzas en Puerto Argentino, y descuido el resto de las Islas, en vez de planificar una seria defensa militar.Fueron pasando los días: Costa Méndez , viajaba a Londres, Washington y BsAs negociando. Mientras Inglaterra nos entretenía, reunía a toda su flota y la enviaba hacia el cono sur. 

¿Porque Inglaterra decide hundir al Belgrano un buque de la segunda guerra mundial?
Para impedir un posible acuerdo diplomático, los británicos deciden hundir al Crucero General Belgrano para comenzar la guerra, y para que no haya ninguna posibilidad de retroceso. Al hundir al Belgrano ¡La guerra ya estaba en marcha!, lo primero que hicieron fue, un bloqueo sobre las islas aislándola del continente. Todo barco seria hundido, todo avión seria derribado, pero la heroicidad de nuestros pilotos, con aviones viejos para la época, y sin experiencia en combate, rompieron el bloqueo, tuvieron una actuación heroica.

¿Porque lo dejamos desembarcar?
No se sabía, cuándo ni dónde lo iban a hacer, ni podíamos cubrir todas las extensas costas de Malvinas, no pudimos evitarlo, fueron avanzando hacia Puerto Argentino.También cometimos muchos errores que a simple vista parecen infantiles, por ejemplo llevar poco víveres, armamentos etc, pero estos errores del generalato, nos lleva a preguntar: ¿No sabían o eran incompetentes?. La razón es que ¡No tenía que haber guerra!, ¡el acuerdo existía!
Se entiende?….. se entiende por qué los altos mandos militares no mandaron a las islas elementos fundamentales para sostener un combate a largo plazo.
Llevaron armas viejas, pocos víveres, soldados clase 63 sin instrucción, en vez de llamar a las reservas de soldados clase 60 y 61, ya instruidos, llevaron soldados del norte de nuestro país, que pasaron de un clima de 40 grados a menos 0 grado, en vez de llevar soldados aclimatados al duro clima del sur.

¿Por qué no confiscaron los campos, empresas, bancos, etc. Todos los bienes e interés británicos en nuestro país?
No confiscamos porque la Junta Militar, estaba asesorada por los Costa Méndez, Martínez de Hoz, Alemann, etc. Todos (brithis criollos), que defendían los intereses de sus patrones.

¿La batalla de Puerto Argentino se podía haber ganado?
La suerte de la batalla de Puerto Argentino ya estaba echada, nos habíamos quedado sin exocet, los buques de la Armada no podían navegar, porque eran presa fácil para los submarinos atómicos, la diferencia de fuerza en el mar era abismal.

¿Y en tierra?
Las tropas apostadas en las islas estaban muy desgastadas, por el largo periodo que habían sufrido, sin recambio, aislados totalmente del continente y a pesar de los actos heroicos de nuestros soldados, las probabilidades de detener a las fuerzas británicas, que estaban apoyadas y sostenidas por EEUU y la O.T.A.N., eran muy bajas;… solo era cuestión de tiempo.

Entonces a esa altura de la batalla la derrota era inminente.
Así es, y los que dirigían la guerra, rondaba la idea de por lo menos tener una retirada honrosa. Derrotado el país en el plano militar, silenciados los cañones, y cuando el humo de la pólvora en Malvinas, aún no había desaparecido, comienza el proceso llamado desmalvinizaciòn.

¿Qué es la desmalvinización?
La desmalvinización es una acción psicológica, que los ingleses utilizaron, a través de sus secuaces criollos, para desarmar espiritual y materialmente a la argentina.
Espiritual: fue, ocultar todo acto heroico y de patriotismo de los VGM, para destruir el espíritu patriótico antiimperialista, de los patriotas y de las futuras generaciones.
Materialmente: fue la degradación y luego la privatización de las empresas del Estado, quedando estas en manos extranjeras, y la destrucción de las FFAA.

Es como si argentina tuviera un cuerpo y un espíritu
Claro, argentina tiene un cuerpo y un espíritu, en la época de Menen se encargaron de destruir el cuerpo, (Estado Nacional, FF.AA. etc.) Ahora vienen por el espíritu,… implementan políticas de (género, prostitución, indigenismo, libertad de drogarse, etc.)… Los ingleses no tienen tiempo, sino objetivos. ¡Vienen por todo! por nosotros, nuestros hijos y nietos.Si logran imponer, la desmalvinización seremos hombres, sin fe, sin cultura, sin historia, sin patria, en fin,… sin destino.

¿Pero cómo dirigen, coordinan y financian a la desmalvinizacion?
La desmalvinizacion está dirigida y financiada por la embajada británica en Bs.As. un alto funcionario de la embajada Británica llamado Andres Federman tiene una hija que se llama Laura Natalia Ferderman que está como jefa de los DDHH. en tres ministerios de nuestra patria, Defensa, Seguridad, Interior, otra hija llamada Jimena esta como asesora y vocera del I.N.A.D.I.

¡Son puestos claves en manos extranjeras!
Si, Laura federman es la que acusa, y luego meten presos a nuestros militares, a los que guerrearon contra la subversión a patriada, y algunos son VGM, y al resto los tiene al jaque, nadie puede actuar por sí solo. Ella actúa como una verdadera comisaria política.
La embajadora británica han Morgan en su carta de presentación en buenos aires, dijo del importante apoyo que brinda Inglaterra a los DDHH en la argentina, y a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
Ya lo dijo Winston Churchill nieto en el parlamento británico el dia 21/06/1982, “a la argentina hay que revolcarla en el fango de la humillación”.
También dijo el primer ministro Británico Harry Ferns, “Como no sea mediante una guerra civil desbastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón”
Entonces está más que claro quién está detrás de la degradación y disolución de argentina.

¿Qué podemos hacer?
Todo el pueblo argentino tiene que saber quién es nuestro verdadero enemigo, para después poder organizar la defensa de la patria.

Muchas gracias señor Vital.

www.elmalvinense.com

Misiles SA-7 en Malvinas

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Hola a todos! Después las idas y vueltas de como fue la actuación de los Gurkas, otro mito y leyenda que se lee es sobre los famosos misiles misiles SA-7 que tenía Argentina, preguntas como porque no los usaron?, que versión eran?, porque no los dispararon los comandos?, porque no hicieron emboscadas con esos misiles a los helicópteros ingleses?, etc etc., me llevaron a investigar un poco y en el siguiente escrito trataremos de estar lo más cerca posible sobre la actuación de esta arma en el conflicto, seguramente faltarán relatos de propios protagonistas y algunos datos más precisos, pero de momento solo hay recortes de historias que trataré de conectarlos.


Datos del arma

Para hacer corta la explicación, muchos dicen que los SA-7 eran mejores que los Blowpipe, pero en la realidad no, y comparados con los Stingers menos efectivos aún, el resumen de las generaciones de misiles portátiles sería así:

1ra Generación: solamente se enganchan en las toberas de los aviones (ej Redeye, los SA-7 Strela)
2da Generación: además se puede disparar de frente a los aviones atacantes (ej Stinger, Igla).
3ra Generación: además de guiado IR, tienen dispositivos UV de guiado ,que aumenta su porcentaje de derribos. (Ej Ultimas versiones de Stinger B, SA18,Mistral)

Misil antiaéreo soviético 9k32 Strela -2

El 9K32 "Strela-2? o SA-7 Grail" por su denominación OTAN es un misil antiaéreo de baja cota y de guía infrarroja y pasiva, del tipo "dispara y olvida". Es portatil y fue diseñado para ser disparado desde el hombro. Fue la primera generación de misiles antiaéreos portátiles fabricados por la Unión Soviética, diseñado en los años 60 y que entró en servicio en el año 1968. Su producción en serie comenzó en 1970. Por su diseño es comparable al misil Redeye de origen Norteamericano. El 9K32M "Strela-2M", SA-7b "Grail Mod.1? por su denominación OTAN, fue una mejora introducida en el año 1971 sobre el modelo anterior, aumentando su alcance y el tamaño de la cabeza de guerra. También se mejoró el sistema de guiado.



Funcionamiento 
La guía infrarroja pasiva consiste básicamente en un dispositivo instalado en el misil que detecta la radiación infrarroja que desprende el objeto al que se apunta, en una aeronave típicamente el motor o motores, bordes de ataque, etc. Una vez seleccionado el blanco por el operador, el dispositivo adquiere la firma infrarroja del objetivo. Al efectuarse el disparo, el misil iniciará la persecución del blanco, según diferentes trayectorias, y el dispositivo infrarrojo, enviará al sistema de guiado del misil datos sobre la posición del objetivo, corrigiendo la trayectoria del misil según las variaciones en su trayectoria. Bien al acercarse el misil a su objetivo (si está dotado de una espoleta de proximidad), bien al impactar en el mismo, la cabeza de guerra hará explosión.

 Caracteristicas del Strela-2 (SA-7)
Pais: Unión Soviética.
Fabricante: KBM (Kolomna)
Peso del misil: descargado 9,15 kg.
Peso del sistema completo en posición de tiro: 14,5 kg.
Longitud del misil: 1420 mm
Velocidad máxima: 430 metros por segundo (Strela-2) y  500 metros por segundo (Strela -2M)
Cota de empleo: Mínima 50 metros; máxima 1500 metros
Alcance máximo: 3700 metros. (Strela -2M) 4200 metros
Alcance efectivo: 800 metros (Strela -2M)
Diámetro del misil: 72 mm.
Cabeza de Guerra: Explosivo de fragmentación dirigida.370g de HE
Tiempo de entrada en posición de tiro: 10 s.
Tiempo de autodestrucción: de 12 a 15 s.
Altitud: 50 a 1500 m (Strela-2) 50 a 2300m (Strela-2M)

 
La llegada

Hubo misiles que provenían de Libia (habrían ido para el EA) y otros llegaron vía Perú (para la FAA). Lo que no queda claro cuando llegaron a Argentina, cantidades de misiles y lanzadores, de que arsenal provenían (¿algunos triangulados desde Bulgaria?). Vamos con la historia de cada llegada de las armas.


Los misiles peruanos 
En 1982, el entonces presidente peruano, Fernando Belaunde Terry, decidió ayudar con determinación a la Argentina en la guerra con Gran Bretaña. Su gobierno no dudó en enviar armamentos y oficiales para entrenar en su uso a las tropas argentinas, y permitió la triangulación para que también Israel hiciera llegar su apoyo. Protagonistas directos de la ayuda revelan los detalles de esas operaciones secretas. Aviones de Aerolíneas Argentinas también participaron de esos envíos.

La ayuda peruana a la Argentina durante la guerra de Malvinas alcanzó niveles pocas veces vistos en un enfrentamiento bélico en tiempos modernos, sin embargo, es poco reconocida en el país e, incluso, fue olvidada por el gobierno de Carlos Menem cuando decidió venderle armas a Ecuador durante el conflicto que mantenían ambas naciones por la Cordillera del Cóndor, en 1995.

La colaboración surgió a pedido de la administración de Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando envió al secretario general de la Presidencia, el general Héctor Iglesias, y al jefe de la casa militar, el contralmirante Roberto Moya, el 4 de mayo para que se entrevistaran con su colega Fernando Belaunde Terry en Lima.

La reunión con el mandatario duró dos horas y, allí, le solicitaron ayuda para afrontar la guerra. “La visita fue con una lista de armamentos. Pedían de todo: submarinos, barcos de superficie, aviones Sukhoi, el Mig, los Mirage”, recuerda el congresista Víctor García Belaunde, por entonces, secretario de la Presidencia del Perú.

Belaunde Terry, quien estaba mediando en el conflicto, decidió apoyar a la Argentina, luego de que fracasara la última propuesta que le envió a Galtieri el 5 de mayo cerca de la medianoche, y les ordenó a sus ministros que colaboraran en todo lo que fuera necesario.

“Todo eso fue hecho con el visto bueno de Belaunde porque los militares no podían ni estaban autorizados a hacer nada si no contaban con su aprobación. Ellos sabían que tenían su respaldo total y estaban deseosos por colaborar”, recuerda el legislador.

En tanto, el teniente general José Zlatar Stambuk, por ese entonces comandante de Material
de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), destaca que “iniciada la invasión inglesa y reunidos los miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), al conocerse la decisión de cuatro países americanos que no confirmaron la aplicación del Tratado, el gobierno peruano dispuso se preste apoyo incondicional en forma unilateral”.


Así, el 6 de mayo aterrizó en la base aérea de El Palomar un Lockheed L-100 de la FAP ( la versión civil del C-130 Hércules) proveniente de Lima cargado con munición, cohetes, misiles y bombas, entre ellos 120 lanzadores portátiles tierra aire SA-7 Strela 2, de origen soviético con alrededor de 40 lanzadores.

Junto con esto, arribaron dos oficiales peruanos para entrenar a sus pares en las Malvinas y a un tercero para hacer lo propio con los militares que estaban en Comodoro Rivadavia.

La primera capacitación la dio el teniente Ramírez a un grupo de oficiales y suboficiales en la IX Brigada Aérea de la ciudad chubutense, donde les explicó cómo se utilizaban los misiles.“Me llevaron adentro de un hangar para la instrucción, todo medio misterioso. Sólo salimos cuando nos explicó de qué manera se encendía el misil y la cabeza buscadora del blanco. Nos dio un manual, una clase teórica y una práctica”, afirma el comodoro (R) Walter Garay quien participó del curso.

Sin embargo, Ramírez no se conformó con eso pidió cruzar a las Malvinas para combatir contra los ingleses, pero la comandancia de la Fuerza Aérea Sur le prohibió que lo hiciera.“Era muy gaucho y consustanciado con el tema, quería cruzar. Hasta lo tenían que controlar para que no se subiera a un Hércules”, recuerda el brigadier (R) Jaime Ugarte, quien también participó de la capacitación y el 7 de mayo voló rumbo a Puerto Argentino junto a Garay y un grupo de suboficiales.

Sin embargo, otros dos oficiales peruanos tuvieron mejor suerte y cruzaron el 9 de mayo, en forma secreta, a Puerto Argentino y, enseguida, fueron enviados en un helicóptero Bell 212 junto con dos lanzadores y ocho misiles SA-7 a Pradera del Ganso. “Llegaron los misiles con los técnicos peruanos, casi en forma simultánea, a darnos las clases sobre cómo operar esos misiles que nosotros no teníamos”, afirma el brigadier (R) Wilson Pedrozo, quien estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor.

Allí, quedaron a las órdenes del jefe de Operaciones, el vice comodoro (retirado como comodoro) Oscar Vera Mantarás, quien les asignó a los pilotos más jóvenes de Pucará, entre ellos el teniente Hernán Calderón, para que los entrenara y así pudieran operarlos cuando no volaran. “Los oficiales de la Fuerza Aérea Peruana estuvieron un par de días y le dieron instrucción a un grupo de nuestros aviadores y ellos, después, se lo transmitieron a otros de nuestra base. Tenían unas ganas bárbaras de quedarse y no los dejamos porque no podíamos tenerlos ahí”, resalta.

Finalmente, luego de realizar los cursos con los pilotos regresaron en helicóptero a Puerto Argentino y, desde allí, fueron trasladados en un Hércules hacia Comodoro Rivadavia.

El 14 de mayo por la noche, había partido desde la base de Pisco otro Hércules rumbo a Buenos Aires cargado con más insumos bélicos. “Me subí al avión con la tripulación, decolé rumbo a una base aérea al norte de Lima en la que cargué pertrechos y, luego, fui a otra donde hicieron lo mismo y me dijeron que debía volar a El Palomar –afirma el general Raúl Dueñas Rospigliosi, uno de los pilotos–. La ruta fue sobre Bolivia pero sin comunicar nada a nadie. Era una operación totalmente secreta. Llegué a las 10 de la mañana del 15 de mayo llevando unas 23 toneladas de munición, cohetes, misiles, bombas”. Puede ser que en este vuelo hayan llegado más sistemas SA-7.

 

Los misiles libios 
El acuerdo entre la Argentina y Libia para suministro de armas fue suscripto el 27 de mayo de 1982 entre el presidente Galtieri y el brigadier Mustafá Muhammad Al Jarrubí, comandante de las Fuerzas Armadas libias. El acuerdo calificaba como “bárbara” la “odiosa agresión imperialista británica” y anunciaba el envío de armas al régimen de Galtieri entre los que figuraban 20 misiles Istrella lanzador Kasef; 60 misiles Istrella proyectiles Maksuf, contenido del acuerdo en “Documento secreto. Malvinas”, Somos, Nº 540, 28 de enero de 1987, especialmente apartado “Las armas libias”, pp. 28-29. (...).Según SIPRI, los misiles "libios" fueron 50, con 10 lanzadores. Lisandro. Procedencia, Bulgaria.  

Empezando el 28 de mayo (y hasta los primeros días de junio) y en un número pequeño de vuelos de aviones de AA y de la FAA, llegó a Buenos Aires el mencionado cargamento. En los vuelos que hicieron los B707 no había manifiestos de carga, por lo que va a ser muy difícil saber que traían a ciencia cierta. Los aviones eran cargados por los libios y entregados a las tripulaciones Argentinas listos para decolar. 

En el libro comentan que, en uno de los vuelos, tuvieron serios problemas para despegar por estar totalmente pasados de peso. El 28 de mayo, en otro C-130 se transportan 60 misiles a las islas (no queda claro el origen y si dan los tiempos para que sean los "libios", pero como dato el C-130 arribó a última hora a Malvinas). Da la sensación que los SAM-7 libios eran, nomás, de los stock libios. 

Pareciera ser que a Libia se le entregaba parte de la producción de misiles / lanzadores que se fabricaban en aquel país y, desde 1973 a 1986, se entregaron 20.000 ejemplares. Los manuales entregados a los libios estaban en ruso.

Para el 1° de junio, CEOPECON informa que no puede enviar más misiles portátiles antiaéreos a Malvinas ya que "no hay más en existencia en el país” . El 12 de junio aterrizó el TC-66 en Puerto Argentino, llevando (entre otra carga) 6 lanzadores y 24 misiles SAM-7.

Despliegue en las unidades

Los lugares mencionados donde fueron desplegados con seguridad fueron en la BAM Cóndor y en Puerto Argentino había pequeños pelotones protegiendo la instalación  ITB de Exocets. También existen versiones de que en las posiciones del BIM-5 había suboficiales que recorrían continuamente la línea con los SA-7. Otra unidad Argentina que opero con estos misiles fue Grupo 1 de Artilleria Antiaérea de la FAA (Fuerza Aérea Argentina) ubicados en Puerto Argentino. 

En el libro "Malvinas, en primera línea", se relata la acción de una sección del Ejercito Argentino que recibió los misiles SA-7. Los misiles según el libro habían venido con los manuales en ruso y los operadores no tenían ninguna experiencia anterior con ningún misil SA. Cuando les entregaron los misiles les dieron un papel escrito a mano que decía como operar los mismos, al parecer había un periodista de Canal 7 que cubría la guerra (Nicolás Kasanzew?), éste ayudó a los soldados a hacer las traducciones de las instrucciones de los SA-7 para que pudieran utilizarlos, ya que él hablaba ruso. Estos SA-7 eran infrarrojos , con lo cual la aeronave cuando entraba dentro de la envolvente del detector hacía sonar una chicharra que le avisara al operador que lo lanzara. Una versión más de esta llegada es que que nunca se reciben los manuales de uso, y que el asesor militar peruano que les hace la "capacitación" les dejo un papelito con las instrucciones, que en realidad estaban al revés!.

Con la guerra ya en su punto más álgido, con los británicos haciendo pie en San Carlos, con los ataques aéreos británicos cada vez más frecuentes y con la pérdida del GC-83 el 22 de mayo, se consultó al Comando Naval Malvinas (CONAVINAS) la posibilidad para la gente de Prefectura Naval Argentina en las islas de contar con algunas unidades de los misiles antiaéreos SA-7 “Strela-2” ("Grail" según la nomenclatura OTAN) de origen ruso arribados a las islas gracias a la ayuda militar Libia. La respuesta fue negativa y por ello los prefecturianos debieron conformarse utilizando las armas asignadas desde un principio.

En  la separata 10 de la revista Desembarco, se cuenta que en una oportunidad personal del RI-7 presta algunas de sus lanzaderas de SA-7 al personal destacado en la bahía Camber (BIM-2 y BIM-3). Al final estos no consiguen hacer ningún disparo y los devuelven. 


 
Actuación

Para algunos analistas siempre  llamó la atención porque ningún SA-7 se empleó contra los helicópteros británicos que no poseían ningún tipo de defensa contra estos dispositivos (como los Wessex o Sea King) a excepción de algunos Scouts y Gazelles que llevaban protección IR. Los SA-7 lanzados, algunos fallaron por problemas de guiado y los que se dirigían a los Harrier, fueron neutralizados por las bengalas lanzadas por los mismos. 

Ejercito en Puerto Argentino

No hay registro de que los pudiesen usar en Puerto Argentino aunque hay testimonios de lanzamientos por partes de soldados del EA (que lo vieron) pero todos infructuosos por ser de versiones primitivas.

En el libro “Malvinas, en primera línea”en el primer lanzamiento del encargado de la sección del Ejército que menciona el libro, tiro cuando la chicharra le indico que el calor de las toberas del avión había sido tomado por la cabeza buscadora del misil, pero el misil impacto contra el terreno a los pocos metros casi cayendo sobre tropa propia.

En el segundo lanzamiento levanto unos grados el lanzador y ahí si el misil siguió al Harrier/Sea Harrier, aunque por el muy corto alcance del misil no llego a darle.

Según el  Informe Oficial de la Fuerza Aérea de la Campaña en Malvinas el día Jueves 27 de Mayo de 1982 a las11:10 hs hubo un ataque aéreo con tres aviones sobre BAM Malvinas. Un puesto de observación aérea, equipado con misiles SAM-7, tiró y reclamó un probable derribo. 

Uno de los relatos respecto a su utilización pertenece al libro "Comando en Acción" de Isidoro Ruiz Moreno. Un disparo fue realizado contra un Sea Harrier volando a baja altitud e inicialmente iba bien dirigido, pero cuando el avión giró violentamente el misil perdió el rastro. Muchos fueron luego capturados. Los misiles fueron suministrados por Libia.

Durante el alto al fuego del 14 de Junio, los argentinos dejaron preparadas armas y municiones de todo tipo para una eventual última batalla por Puerto Argentino, muchas cajas conteniendo misiles Strela-2 fueron dejados intactos para ser usadas en esa última batalla que nunca llegaría, ya que le siguió la firma de la rendición. Luego de la rendición argentina, muchos de estos misiles soviéticos fueron capturados por las fuerzas británicas.


Ejército en Isla Gran Malvina 
Una tercera versión de despliegue se agrega a estos relatos, Volviendo al tema que nos convoca, en el libro "Malvinas, una pequeña historia" del C.F VGM Verón, en donde relata sus experiencias en el Bahía Suceso, en el Isla de los Estados y posteriormente en Bahía Fox, hace mención a disparos realizados con misiles SA-7 en Bahía Fox.

  


BIM-5

En cuanto a esta unidad según los datos del libro del CLIM Robacio dice que los lanzadores SA-7 de los defensores no funcionaron por fallas en las baterías. 

Regimiento de Infantería 4 
También hay un apasionante relato de parte del actual General de Brigada Diego Alejandro
Soria, quien fuera el comandante del Regimiento de Infantería 4 en Malvinas y que tuviera una destacada actuación cumpliendo una verdadera misión "de sacrificio". Del detallado informe de su Comandante extraigo el siguiente parrafo que aclara, de primera mano, lo de los misiles sovieticos: 

"La Unidad nunca descansaba al completo, manteniendo permanentemente una parte de su personal en alerta. También sufrimos esporádicos ataques de aviones con cohetes. El Regimiento carecía de armas antiaéreas orgánicas, pero a mediados de mayo se recibieron algunos lanzadores individuales de misiles tierra-aire de origen soviético provistos por las Fuerzas Armadas Peruanas. Lamentablemente, no teníamos personal que conociera dichas armas; a los oficiales que se las proveyó para su uso, se les dio una somera explicación sobre su manejo. Pese a ello llegaron a lanzarse algunos misiles contra aeronaves enemigas, pero lógicamente no dieron en el blanco." También se cita que los SA-7 venían de Perú.


Regimiento de Infantería 12 
En Pradera del Ganso (Goose Green), se destacó a una patrulla del RI-12 que sería capturada por gurkhas en los primeros días de junio. Se les incautó un SA-7. Lo raro es que lo capturaron patrullas helitransportadas en Scout y no se disparó contra ellas. Hay una foto de un soldado inglés en Pradera del Ganso (Goose Green) apuntando un Strela incautado. Según versiones de observadores ROA argentinos en la zona, los dos SA-7 con 8 misiles desplegados en el Istmo de Darwin dispararon toda su munición y hasta vinieron con manuales en español. En el libro Batallas de Malvinas, por aquí apuntan a que los misiles SA-7 de Pradera del Ganso habrían llegado el día 14 con cadetes de la escuela de Aviación. 

Regimiento de Caballería de Tanques 8 
Y otra más conocida tomada por el Harrier GR-3 pilotado por el Flt Lt Mark Hare en el Monte Dos Hermanas, en la que se aprecia al cabo 1º Hugo Gabino Mac Dougall que integraba un puesto de tiro junto a los soldados Bustingorri y Ortiz. Un segundo puesto de tiro de Blowpipe en el mismo monte estaba integrado por el cabo 1º Martinez Sixto y los soldados Bordón y Colman. Los seis eran miembros del Regimiento de Caballería de Tanques 8. El propio Mac Dougall relata que adicionalmente había un tercer puesto de tiro de la FAA con misiles SA-7 (fuente Hugo Gabino Mac Dougall en Facebook "El misil Blowpipe") y que al parecer aparecería en la misma foto. Comenta que hicieron dos disparos los días 8 y 10 de junio, y uno más en fecha indeterminada del equipo de SA-7. Todos ellos fallidos.



Regimiento de Infantería 25

Defensa superficie – aire en la Guerra de Malvinas: misiles SA 7
Por el Cnl “VGM” Héctor Rodolfo Flores
La defensa superficie – aire es uno de los aspectos de naturaleza conjunta que tuvo una destacada actuación en la defensa de Puerto Argentino; dentro de ésta, requiere un tratamiento especial la defensa superficie – aire realizada por los Regimientos de Infantería con los misiles SA 7 de origen ruso. Lo aquí desarrollado refleja el conocimiento y experiencias extraídas sobre el tema en cuestión por el autor durante la Guerra, que formaba parte del Regimiento de Infantería 25 (RI 25).



Foto del Harrier de reconocimiento: Los Harriers en forma permanente hacían misiones de reconocimiento fotografiando las posiciones Argentinas...en esta foto los muchachos ya los vieron y los misiles están a punto de salir, según el reconocimiento que el personal de inteligencia Británico hizo de esta foto hay dos misiles portátiles apuntando, un Blowpipe casualmente de origen británico y un SA-7 de origen soviético, anteriormente una fotografía similar fue comentada por el personal argentino que está en la foto y que recordemos hablaban solo de Blowpipe y no del SA-7




Conclusión
El misil llegó en buenas cantidades pero en una versión primitiva, tal vez podría haberse usado en alguna emboscada por parte de tropas o comandos pero el hecho de la poca familiaridad con el arma, su llegada tardía, su poco entrenamiento lanzando el arma y hasta la “desconfianza” de disparar algo que en algunos casos ni estaba en propio idioma llevaron a que el arma estuviera casi sin sacarse de las cajas en que llegaron. Podría haber sido usado de manera disuasoria para complementar aun más el nutrido fuego antiaéreo de la capital de las islas pero lo cierto es que el arma estuvo, se usó muy limitadamente y fracaso en su misión primordial de proteger a la infantería argentina.
 


Fuentes utilizadas:
http://www.diasdehistoria.com.ar/content/la-ayuda-de-per%C3%BA-en-el-conflicto-fue-generosa-y-poco-reconocida
Página web Zona Militar
Libro "Batallas de Malvinas" de Pablo Camogli
Libro "Comandos en Acción" de I.J. Ruiz Moreno
Libro "Señales de Guerra" de Lawrence Freedman
Revistas "Máquinas de Guerra"

El Regimiento de Infantería 4 Parte I

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En esta oportunidad a mí me corresponde participar en las operaciones en Malvinas como oficial de inteligencia del Regimiento. 4 de Infantería; mi grado es teniente primero.

La misión del oficial de inteligencia es estudiar todo lo que tiene el enemigo, ver los problemas en tiempo y espacio que va a tener que enfrentar y en qué posibilidad el terreno lo va a afectar también para sus operaciones, y luego uno saca conclusiones. Qué es lo que puede hacer, en qué oportunidad y con qué lo puede hacer para tratar de —con los medios que uno tiene— evitar que desarrolle esa capacidad.

Estaba en Buenos Aires capacitándome en una nueva especialidad en mi carrera, y luego del 2 de abril y todos los festejos y el alborozo patrio recibimos la orden de alistamos. A mí, como a los demás cursantes, nos corresponden distintas unidades de acuerdo con el arma a la cual pertenecemos. Me tocó el regimiento que había sido mi primer destino cuando era subteniente y con él fui a Malvinas.

Fuimos bajando toda la costa hasta Río Gallegos y luego cruzamos a Malvinas. Primero hubo problemas con la jefatura porque todos queríamos ir en el primer avión. Por las dudas, nadie quería esperar porque estaba próximo el bloqueo y si alguno se quedaba, por ahí no embarcaba. Realmente el jefe tuvo que poner su carácter para ordenar eso.

El jefe me asignó viajar con él junto con el oficial de operaciones que es otro asesor al cual necesita tener cerca y llegamos un día espléndido pero de mucho, mucho frío. Nos sorprendió el panorama muy pintoresco, el faro, aunque ya nos habíamos sorprendido antes del aterrizaje: las islas eran inmensas y había montones de islotes de todo tamaño.

Si bien en Comodoro o Río Gallegos había actividad intensa y uno entraba en el vértigo del ambiente de combate, llegar a Malvinas me causó una conmoción diferente. El aeropuerto estaba totalmente rodeado de tropas en posición, había tres o cuatro aviones desembarcando al mismo tiempo, distintos tipos de unidades.

A medida que llegaban se iban despidiendo los contingentes a marcha o con los equipos en camión hacia adentro de la isla.

Tuve la suerte de que el jefe me diera la misión de hacer un contacto en la casa del gobernador. Ahí por primera vez realmente vi la bandera. Fue una impresión muy particular y a través de lo que vi en las revistas, en seguida identifiqué el lugar donde cayó el capitán de Marina Giacchino.

Bueno, solamente un soldado puede comprender completamente a ese héroe y a esa bandera y lo que significan. Este fue el primer golpe emotivo. Si ese hombre cayó veníamos para dar el mismo tributo. Tenía conciencia y estaba convencido de que íbamos a dar combate. Tanto es así que las previsiones del jefe, lo digo sinceramente, fueron muy acertadas. En ese aspecto, pues, con miedo a que cayese algún avión distribuimos todo el equipo de forma de que en cada avión fuera un jeep, un cañoncito, un morterito, unos soldaditos de la pieza, un poco de fideos, un poco de arroz, munición, o sea todo repartido en cada avión.

Nos alejamos del aeropuerto unos tres kilómetros y nos tomó la noche en un lugar donde había unos barcos hundidos. Ocupé lugares de descanso muy precarios, llovía. Fue dura esa noche precisamente porque recién llegábamos, pero gracias a la previsión de repartir teníamos una cocina para nuestra comida.



A la madrugada siguiente empezamos una marcha de infantería pura con equipos, hasta cerca de Bahía Agradable —el cerro Wall— a unos diecisiete o dieciocho kilómetros. En ese lugar nos encontramos con unas tropas del Regimiento de Infantería 12. Nosotros teníamos inicialmente la misión de cruzar a la otra isla, a la Gran Malvina, pero empezaron a llevar el Regimiento 12 con los helicópteros a Darwin y nosotros quedamos allí dominando Puerto Harriet y Bahía Agradable o Fitz Roy, no sé con qué nombre lo conocieron acá ustedes a través de la prensa. O sea que estábamos asentados en los montes Wall, Challenger y Kent; este último es un monte totalmente dominante, como si fuese una cortina gigante que uno tiene adelante y que impide ver el otro lado de la isla. Quedamos como reserva helitransportada; una compañía mi se desprendió para reforzar las posiciones de otras unidades en otros lugares de la isla y quedamos un poco disminuidos.

Sobre todo porque nos agarró el bloqueo aéreo inglés con gente nuestra en Río Gallegos, con equipo que nunca pudo llegar a la isla.

Estábamos dominando —digamos— toda la isla, mirando hacia la Antártida. Apenas llegados, a altas horas de la noche, después de la marcha hasta esta zona que era totalmente anegadiza, tratamos de armar algún lugar donde dormir. Yo puse varios cajones de munición y dormí ahí, otro durmió arriba de unas bolsas de papas, otro durmió en un montón de piedras, otro se pudo poner en alguno de esos vehículos que nos habían quedado. Se dispersó la gente y se pasó al descanso.

A las cuatro de la mañana recibimos un ruido, primero muy distante y luego atronador. Pasó muy cerca, no dio tiempo prácticamente a reaccionar; había una neblina muy espesa en la zona nuestra. Al rato escuchamos unas tremendas explosiones y nos dimos cuenta de que habían bombardeado la zona de Puerto Argentino. Fue el gran bombardeo del 1 de mayo al aeródromo. Toda nuestra carga pesada que había quedado en el aeródromo, esperando ser movida, fue tocada. Perdimos material importantísimo. Había prioridades y nuestra carga quedó, pues se habían estado moviendo piezas antiaéreas con los. helicópteros.

No olvidemos que había que cruzar muchos ríos, bahías, y de los caminos. ni hablar. Nosotros el 1 de mayo empezamos a ganar la altura, mantener las posiciones, explorar, reconocer, tomar todos los contactos propios de un comando que está emplazándose. Reconocer las costas: un lugar muy, muy difícil. -

A partir de ahí se tomó más conciencia de la gravedad de la situación. No nos olvidemos de que nuestra unidad estaba totalmente al descubierto por el hecho de haber llegado a la noche a ese lugar. Ahí nomás se dio la orden de ocupar ciertos cerros y tratar de reforzarlos. Teníamos problemas administrativos por el material destruido en la pista y los aviones que no habían pasado, y debíamos replanteamos muchas cosas. Inclusive adecuar la gente y todo a otras alternativas y usos, a lo que teníamos.

La unidad quedó un poco desinflada en medios, pero se empezó a recuperar munición con apoyo de otras unidades y fuimos recuperando material que nos fue consolidando más en las posiciones.

Aparecieron los barcos y tiraban; nosotros observábamos el combate aeronaval. Veíamos los barcos, avisábamos en qué rumbo venían, la distancia, cuántos eran y, si podíamos, dábamos las características. Esto lo hacíamos mediante radares y observación. Informábamos a Puerto Argentino y de ahí se tomaban las previsiones. De noche evidentemente la fuerza aérea no operaba pero se fueron tomando una serie de medidas con cañones y artimañas. Los barcos, con el tiempo, empezaron a cuidarse algo. Nosotros estábamos a siete u ocho kilómetros de la costa y esos barcos operaban con helicópteros elevados. Siempre los tenían.

Los veíamos sobrevolar y empezábamos a hacer una contrabatería eficaz, tal es así que nos daba risa ver en el radar al helicóptero subir, bajar, cambiar de posición, porque venía espiando a ver adónde podía estar el cañón. También en las costas estaban previstas avanzadas de combate, grupos muy reducidos realmente muy valientes que se adelantaban hasta ocho kilómetros, todos los días y todas las noches, para tomar contacto con los ingleses por si hubiera desembarco. Eso fue muy duro, porque el camino a la costa era tremendamente difícil.

Después de la caída de Darwin, no puedo precisar realmente la fecha, hubo una serie de informes que nos advirtieron dónde estaban los ingleses. Estaban avanzando a unos veinte kilómetros de nosotros. Más allá de nosotros y hacia los ingleses, si bien había tropa nuestra, eran grupos reducidos que más que nada tenían la misión de dar la alarma e informar. Por nuestra parte, tuvimos una serie de experiencias, como encontrar restos de patrullas de comandos y elementos de ellos muy cerca de nosotros. No se daba el combate por casualidad, al no encontramos, frente a frente, pero encontramos, como dije, residuos que indicaban que por ahí andaban.


Ya sabíamos que los ingleses estaban y que lanzaban—igual que nosotros— gente para informar. Estas patrullas siguieron un poco así, sin combates, y la artillería todavía no la sentíamos, excepto la de los barcos que venían de noche; o de día cuando había neblina y seguían tirando.

En esa época empezaron a aparecer —y nos tiraron— los misiles antirradar, los antirradio, y a la vez empezaron para nosotros las limitaciones en el uso del radar y de la radio. También teníamos grandes interferencias, inclusive nos insultaban los ingleses. Aparecen ciertos elementos que nosotros no teníamos. Pero no pensábamos que nos iban a vencer. Nos decíamos: "Contra nosotros no van a poder". Con los que yo hablaba, la idea general era: había que darles con lo que fuera, con piedras o con lo que fuera. No teníamos malas armas, pero esas armas imponían un cuidado mayor que en el continente, por la gran humedad.

Inclusive el frío cambiaba muchas cosas, como sucede con un coche. No es lo mismo tenerlo en Buenos Aires que estacionado en Ushuaia.

En el monte Kent había una fracción destacada que se tuvo que replegar con los ingleses realmente pisándoles los talones. Llegaron a nosotros con los ingleses en los talones. Los nuestros iban por una punta del monte y los otros iban trepando. Esa fracción no tenía, por efectivos como por armas, capacidad de responder a un ataque importante.

A esta altura nuestros comandos ya habían entrado en combate con los ingleses en muchas oportunidades, pero por suerte se recuperó mucha gente: herida y todo, pero viva.

Los Harrier iban y venían, aunque más sobre Puerto Argentino; los barcos sí nos daban de noche y, como dije, descubriendo restos de los comandos ingleses cerca de nosotros, Tal era la situación. Ya se habían perdido helicópteros que nos restaban capacidad, y se habían perdido buques como el "Carcarañá", el "Isla de los Estados", el de Prefectura. - Los comandos nuestros que actuaban en la profundidad del enemigo nos hablaban de tremendas rutas de helicópteros ingleses. Ya sentíamos los helicópteros próximos en las noches cerradas sin viento.

Un día, a las ocho de la noche, llegó nuestro jefe, que había bajado al pueblo para una reunión de comando, y nos impuso la situación. Se apreciaron todas las posibilidades y no quedaba otra que pelear retrocediendo o arriesgarse a que nos agarraran justo en el repliegue y hacernos fuertes en los montes Two Sisters y Harriet, y resistir allí.

En Harriet ya teníamos pequeñas fracciones, es decir, esto es como las manos. Uno pone las manos para que no le peguen en el cuerpo. Las manos de Puerto Argentino éramos estos grupos, pero en el momento en que una de esas manos siente que quema, para ese lado se mantienen las mayores prevenciones. No irse de boca pero pensar y tratar de apreciar por qué el enemigo va por ese lugar.

Se tomó la decisión de hacer el cambio de frente y dirigirse a Two Sisters y Harriet, donde el regimiento daría el combate. El repliegue hacia allí debía ser tipo relámpago. Se decidió qué era lo que no servía y salir con todas las armas, munición, medicamentos —en fin, el equipo—, para lo que nos asignaron tres helicópteros. La orden era mover de noche todo lo que se pudiera y reunir el material pesado en determinados lugares para ver si los helicópteros podían sacarlo al otro tipo de material, bajarlo hasta donde llegarían tres camiones, y luego bajar la gente. Para colmo, a las diez de la noche, vinieron los barcos, empezaron a tirar y encima comenzó a nevar; así que realmente fue caótico.

Tuvimos que suspender durante dos preciosas horas la bajada de los cerros en la oscuridad, porque nevaba y los barcos estaban tirando. Afortunadamente después los barcos desplazaron el fuego hacia otro lado, la nieve acabó y quedó un gran colchón. A eso de las tres o cuatro de la mañana —no olvidemos que hay oscuridad hasta las ocho de la mañana— pudimos seguir bajando con la gente. Con las primeras luces, la gente estaba cargando camiones y continuando a pie. Otra gente cargaba los helicópteros y nos quedamos con una pequeña defensa antiaérea. Aparecieron los Harrier cuando afortunadamente los helicópteros se habían ido, pero atacaron nuestras columnas de marcha. Es decir, tropas reunidas en un camino, camiones cargados reunidos también —quiero decir en un lugar muy visible y expuesto—, y nosotros, desde la cima del cerro donde esperábamos los helicópteros, empezamos a disparar contra los Harrier. No sé si habrá caído alguno aunque le pegamos cualquier cantidad con munición trazante, pero no podemos decir que los hayamos visto caer.

Los aviones ingleses volaban día tras día, a cualquier hora, nos fotografiaban y ¡hasta les hacíamos caritas! Esa es la verdad. Nos atacaban con distintos resultados, especialmente sobre algunos depósitos y material. También nos volaron unos camiones y fuimos teniendo bajas pero por suerte y por entonces leves; o sea, heridos.

Volviendo al ataque de los Harrier que estaba relatando, tuvimos que suspender los helicópteros y la gente continuó replegándose, aunque fuera entre las piedras. Fue muy duro ese repliegue por todo el problema este, que es como que a uno lo encuentren en piyama en su casa.

Esa mañana mientras nos atacaban los Harrier, recibimos desde territorio enemigo un comando que era el único que quedaba de una patrulla. Nos informó con más claridad dónde estaba y qué movimientos había hecho el enemigo. Este comando volvió realmente desgastado, hecho pelota, con toda la ansiedad por explicarnos lo que había observado. Los demás compañeros quedaron, no volvieron. Después, con el tiempo, se confirmó la muerte de algunos y otros aparecieron heridos en las líneas inglesas.

Ya en el monte Harrier nos desplazamos con frente a Darwin y a San Carlos. Ahí sí ya tuvimos nosotros combate de patrullas. Además esa misma noche ya nos estaban disparando con artillería de tierra o sea que, sí nos hubiésemos quedado en el otro lugar, en este momento no estaría acá; o sí, pero no hubiéramos tenido entonces la dignidad con que pudimos combatir. Porque uno va a llevarle gloria a la Patria, pero no va a morir porque sí. Uno quiere héroes vivos, al menos eso es lo que le pedía a nuestros soldados. -

En la madrugada siguiente una patrulla fue a la antigua posición nuestra, y ya estaban los ingleses allí. Tuvimos entonces nuestras primeras muertes; muertos que intentamos recuperar con otra patrulla pero al final no se pudo.

En todo momento, salvo cuando había fuertes vientos y nevaba, los helicópteros ingleses eran dueños de la noche y la artillería empezó a concentrar fuego sobre nosotros. Tiraban una bengala y había una concentración en cincuenta metros cuadrados y así fueron batiendo los cerros. La artillería inglesa nos podía batir pero nuestra posición le impedía batir a Puerto Argentino y en esa situación estuvimos aproximadamente diez días. Los helicópteros enemigos se veían a simple vista y la artillería descargó su mayor violencia sobre nuestras posiciones. Tuvimos nuevos contactos nocturnos de patrullas y combates entrecortados, dispersos y rechazados,

Así como nosotros teníamos comandos en ~ dispositivos, ellos tenían los suyos metidos en los nuestros. En esa gran extensión que cubríamos, como los dedos de una mano, quedaban claros: era imposible cubrirlos con esos efectivos.

Al regimiento le tocó realmente una difícil misión; era muy duro estar en la violencia de la artillería día y noche... Le tiraban al camión de la comida, le tiraban a la cocina, le tiraron... en fin tiraron a todos lados. Pero también les contestábamos de vez en cuando con nuestras baterías, con nuestros morteros, siempre tratando de no delatar nuestras posiciones, pues ya sabíamos los radares que usaban: cuando tirábamos con morteros ahí nomás caían diez o veinte proyectiles en segundos. Ese fue un gran problema. Realmente era una lluvia de proyectiles ingleses.

Hasta ese momento teníamos cuarenta bajas. Nuestras patrullas, pequeños destacamentos dé diez o quince hombres, comenzaron a chocar con efectivos de cuarenta, cincuenta, sesenta hombres de ellos. Era evidente que estaban acercando gente, y así como nosotros chocábamos a retaguardia de ellos, los ingleses a su vez chocaban a retaguardia nuestra con efectivos nuestros. Era como los tanteos iniciales en el box, o sea el primer round. Les causamos muchas bajas a ellos; realmente era destacable la actuación de nuestros comandos. Nosotros recibíamos estas patrullas diezmadas, con sus heridos y sus muertos también. Pero los ingleses también salían con sus muertos y heridos y uno sentía la satisfacción de la revancha. Fue muy parejo.

Hasta ese momento la parte nuestra se mantenía bien y en las patrullas de nuestro regimiento actuaban soldados voluntarios, y en los comandos —por supuesto— eran todos oficiales y suboficiales.


Había muchos helicópteros de ellos; para nosotros mover la munición significaba tal vez tres noches sin parar—bajo el fuego y con la carga al hombro— subir al cerro mientras ellos cómodamente con los helicópteros llevaban el triple de munición en un ratito.

Un día de gran neblina hubo una serie de choques con el frente de las compañías nuestras; choques grandes en los cuales se empeñaban ya efectivos nuestros, importantes en hombres.

Esta neblina nos tuvo así unos seis días, que ellos aprovecharon y ya medio estaban tocando los flancos nuestros. lero el regimiento seguía resistiendo bien y empezamos a cambiar de posición ciertas fracciones. Cambiamos las armas pesadas de lugar para evitar que con el conocimiento que obtenían por la mañana, les sirviese para tener éxito por la noche. Varias veces pasó que sus ataques cayeron al vacío, precisamente por estos cambios, así que se quedaron en nada.

Hicieron dos ataques a fondo; digo a fondo cuando se llega a la profundidad nuestra evitando el combate y tratando de golpear en el lugar último y más importante de los nuestros. Los rechazamos a cincuenta metros, con todo nuestro fuego, tirando con nuestros morteros. Se nos metió este ataque como un puñetazo en el hígado porque evitaron la parte más fuerte. Entraron con una neblina terrible y ya no teníamos radar antipersonal porque el fuego enemigo lo había dejado fuera de combate, y atacaron pegando en el costado, en el lugar neurálgico de nuestro dispositivo.

En el primer ataque los "aferramos" al terreno y pienso que podríamos haberlos aniquilado, pero apareció la artillería de ellos y realmente fue imposible. No pudimos arrasarnos porque el fuego de artillería era tremendo. Eso pasaba siempre: a veces teníamos solamente cuatro ingleses rodeados, y aparecía toda la artillería inglesa tirándonos.

Otro ataque se hizo una posición de nuestro regimiento a la derecha, pero de frente a nosotros; o sea otra vez trataban de vencer la resistencia pero los rechazamos. Esta vez pegaron en una posición muy fuerte que teníamos, pero a Dios gracias fue rechazado nuevamente con éxito. También hicieron una maniobra de distracción contra nuestro puesto de comando, que rechazamos. Aparecieron también barcos tirando, pero les falló, porque el ataque que chocó de frente contra la posición que mencioné fue. rechazado, como dije.

El teniente primero C.A.A. estaba al mando de la compañía que rechazó el ataque principal. Este comando era muy fuerte, tenía coheteras hechas con restos de un Pucará, ametralladoras; estaba super reforzada, y tenía además una cosa muy homogénea.

Hay un detalle en este ataque que vale la pena mencionar. Después de rechazar el ataque al puesto de comando, como ya dije, nos dimos cuenta en ese momento de que los ingleses habían aproximado gente a "caballo" de la costa y que ya, por nuestros efectivos, no podíamos ocupar esas posiciones. Empezamos a recibir fuego de artillería también.

Un comando —el capitán J.E.J.— aislado, solo entre los ingleses, consiguió llegar a la parte superior del monte Kent, ubicar y contar todas las bocas de fuego. Nos tiraban treinta y dos cañones, Realmente meritorios eran los comandos. Eran sin duda tropas especiales, gente que vive más allá de la vida y de la muerte, encomiable.

Bueno, volvernos a la gente que se había aproximado a "caballo" de la costa y de donde recibíamos fuego. Empezamos ahora a recibir fuego de armas más livianas, es decir, empezaron a acercarse morteros. Nos estaban tirando desde tres kilómetros, y con ellos a unos pocos metros menos, nos podíamos batir con ametralladoras. Bajamos y hubo varios choques de grandes efectivos rechazados, sobre todo en el otro cerro, no en el que yo estaba. Esas noches fueron todas de pequeños o grandes combates pero, sobre todo, permanente fuego de artillería día y noche. Hasta las ocho de la noche la artillería de campaña, y aproximadamente desde las veintidós empezaban los barcos. Tres, cuatro, con una velocidad de disparo tremenda. Tiraban al cerro, como pegando a una pared. Corrían treinta metros, tiraban ahí y otros treinta metros y volvían a tirar, cuadrado por cuadrado.

Era como una máquina automática: tá,.. tá... ta... tá, pero contra el cerro, así que uno vibraba todo. Realmente vibraba y caían piedras. A eso hay que agregarle los Harrier, que también aparecían. A partir del dos de junio llegamos a estar por las noches sesenta por Ciento levanta. dos y cuarenta por’ ciento durmiendo.

Bueno, volviendo nuevamente al tema de los morteros que acercaron esa noche, ya nos complicaba más porque ésta es un arma que, si no se tiene un radar, es muy difícil de detectar, pues se escucha menos y a uno le sorprende el proyectil. El teniente primero C.A.A., que como relaté, resistía el ataque principal desde otra posición, empleando el fuego de todas sus armas, dio vuelta un mortero y empezó a disparar bengalas permanentemente a los ingleses que nos atacaban a nosotros en el puesto de comando del teniente coronel. Así que pudimos rechazar y definir mucho mejor, pero ahí nomás sobre las bengalas empezó a tirar artillería de ellos y, debo decirlo, con eficacia "excepcional" como dice Nimo.

Porque la artillería es raro que pegue sin dispersión y esto sucedió como si pusieran el dedo en un lugar y ahí caían cincuenta proyectiles. Eso se debe a equipo y también a entrenamiento. Con una tropa con mucho tiempo de instrucción, nosotros también lográbamos eso. No hablo de cadetes del Colegio Militar o suboficiales, que a ésos uno los tiene en un camión con todos los morteros desarmados y en un lapso de un minuto, a más tardar, están abriendo fuego.

A través de estos ataques sacamos mucha experiencia sobre los equipos que convenían; corrimos también nuevamente las armas y reforzamos con tropas.

El teniente primero C.A.A., a su vez, estaba bien en contacto con el enemigo, tan en combate casi cuerpo a cuerpo, que trataba de replegar heridos y romper el contacto para poder tirar con armas pesadas. Logró hacerlo, y así pudo rechazarlos. De esa forma, tirándoles con sus propios morteros y ametralladoras.

Previamente, había habido combate hasta a diez o quince metros, inclusive heridos nuestros quedaron entre los ingleses, se hicieron los muertos, y gracias a Dios los tenemos acá. Ese fue el segundo ataque.

No voy a hablar del estado espiritual que teníamos y de los capellanes que había. Ellos ven una dimensión humana tal vez mayor y superior que la mía, que soy combatiente. Yo miro mucho a la gente, me gusta ver las reacciones y ya a esa altura yo tenía idea de cómo actuaba el personal y evaluábamos con el jefe del regimiento dónde podríamos tener problemas y de qué modo los oficiales de la plana mayor nos haríamos cargo de distintas situaciones. Ya a esa altura tratábamos de modificar lo que la experiencia nos decía. Tácticamente no aprendíamos nada, pese a que, como dije, notamos que tenían una precisión en los fuegos muy superior a nosotros.

Ellos tenían mucho equipo para la noche y eso lo advertíamos. En los choques diurnos de patrullas salíamos bien. Tratábamos de ganar el día para, ahí, poner las cosas en claro con los ingleses. Siempre nos iba bien ahí.

En ese momento teníamos’ raciones encima para cinco días desde el jefe al soldado (me dicen que las raciones las habían hecho en la Rural), porque ya realmente la cocina no iba más, ya nos habían bombardeado el camión tres o cuatro veces.

Ya no los teníamos desde el monte Wall y el Kent solamente, sino también desde nuestra izquierda. Nos estaban amenazando, pero igual el regimiento tenía que quedarse. A retaguardia, a unos cinco o siete kilómetros, teníamos un batallón de Infantería de Marina —el 5— que sería nuestro apoyo, de existir un repliegue. Cambiamos nuevamente las armas de lugar sobre todo las más pesadas y empezamos a preparar ese flanco amenazado. Pero era difícil iniciar una obra, inclusive por el desgaste del personal. Muchas veces no iniciábamos una obra por el hecho de cuidarlos un poco más, para que estuvieran más enteros para la noche. Durante el día prácticamente no dormíamos por la artillería y durante la noche, menos—dos o tres horas de sueño—, por el combate. Esto no se notaba evidentemente pero para esa época teníamos un desgaste no en lo espiritual, pero sí en la parte física. Lo notaba en cosas como que a un hombre se le mojaran los borceguíes y se los dejara, no tratara de secarlos; o cuando el hombre no se toma la molestia de tratar de calentar la comida aunque cueste, cuando al hombre tal vez se lo ve un poco callado.
Tengo que decir que la violencia de la guerra ya era total en nuestro caso. Ya a nosotros no nos faltaba nada a ese respecto, pues para esa fecha, alrededor del nueve de junio, estábamos viviendo la totalidad de la guerra.

Era una guerra abierta, con todo, vivíamos en combate. En todo movimiento de efectivos que hacíamos nosotros, que tenía que ser al descubierto en los valles, cruzar de un cerro a otro u ocupar posiciones en los lugares adelantados, nos tirábamos mutuamente. Es decir, un hostigamiento total. Había mucho combate, con entrecruzamiento de fuego de ametralladora. Eran combates de fracciones, secciones, que chocaban con los ingleses. Se aproximaban también helicópteros y les respondíamos con fuego de ametralladoras antiaéreas. Ya no solamente escuchábamos la artillería sino que veíamos los hombres, las armas automáticas. Ya sabíamos dónde vivían, quiénes eran y dónde hacían la letrina. Y ellos también de nosotros.

En esa situación yo creo, supongo, todos habíamos encomendado nuestras almas a buscar una dignidad por la cual vivir. Lo que significaba que teníamos que estar preparados para las más duras circunstancias. Eso se hablaba con los soldados y el teniente coronel ya había recibido una orden terminante de nuestra situación y de lo que de nosotros esperaban. Esto no quiere decir que se debiera pensar en morir sino en vivir en una patria digna, importante. Sí: teníamos que tener una clara conciencia de que había que batirse hasta el final. Se habló con el jefe del regimiento de esto y pensamos que no nos íbamos a replegar mientras pudiéramos pelear. Y lo íbamos a poder hacer, lo más importante, manteniendo las armas pesadas, de las que no queríamos desprendernos. Si nos replegábamos, temamos que ir por un caminito batidos totalmente por los ingleses y sin armas pesadas. En ese caso íbamos a tener que pelear con FAL contra cañones, morteros y todo lo que pudieran poner los ingleses. O sea, el general J. esperaba de nosotros, y el teniente coronel lo sabía, que no nos replegáramos mientras hubiera una posibilidad de no hacerlo. Yo estaba en un agujero de piedra, a cuatro metros de mí había dos soldados en otro agujero de piedra arriba un cabo y así seguía. Eramos los hombres de las cavernas y compartíamos, es decir, uno prendía un fueguito del lado donde no podían ver los ingleses —para evitar que nos tiraran— y en una lata de aceite de cinco litros poníamos una o dos raciones, no importa de quién. Era vida colectiva, otros tiraban un poco de polenta y comíamos a cuchara, todos reunidos, o nos pasábamos la lata si había mucha artillería. Tomábamos agua del lugar, había agua de charcos, agua elevada. Nuestra gente, nuestro regimiento, se hizo a la vida dura y no nos pasó nada. No tuvimos colitis, disentería, tiada, nada. No teníamos ni resfriados, eso es lo que más sorprendía: que en ese clima realmente duro, ‘no tuviéramos ni un resfriado. Nadie vino a decirme tengo gripe, me duele la cabeza. Sí tuvimos algunos que tuvieron enfriamiento de los pies e inmediatamente, bajo el fuego, se los evacuó.


RELATO EXTRAIDO DEL LIBRO "ASI LUCHARON"- (Carlos Turolo).

www.laperlaaustral.com.ar 

El Regimiento de Infantería 4 Parte II

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Justamente hay un capitán por el que tengo un sentimiento muy especial realmente de admiración. Este hombre era logístico, un hombre que está a retaguardia llevándole a la primera línea todo lo que sea posible, todo lo que necesite; aunque uno pidiese lo más descabellado, este hombre aparecía con algo. Así apareció con las coheteras del Pucará que, como creo ya dije, usaba para disparar la compañía del teniente primero C.A.A. en una adaptación casera y de ingenio, pues son de avión. Hasta con cacerolas inflables hubiese aparecido.. - con cualquier cosa. No nos olvidemos de la situación crítica en la que llegamos, cuando el bombardeo del lo de mayo destruyó gran parte de nuestro equipo en el aeropuerto, y cómo terminó combatiendo el regimiento. Todo eso se debe a este hombre que nos trajo de todo, nos amontonaba cosas, no nos alcanzaban las manos con que tirarles a los ingleses. Ese era el capitán J.R.F. Este hombre, además, no obstante ser logístico, tomó un jeep de evacuación y llevaba heridos e iba rezando el Rosario de vuelta—bajo el fuego— con los heridos. Y créanme que para un herido que está asustado o lo que sea, en ese momento la palabra de Dios es importante.

Estos actos se transformaron en algo diario. El soldado que venía con un tacho de comida también era un héroe porque llegaba en una de ésas con la manija sola o con la polenta llena de tierra de las explosiones.

O por ejemplo, el soldado S. que en el ataque nocturno que conté que rechazamos, se prendió a una ametralladora y no lo podíamos bajar ni después que se habían ido los ingleses. Seguía tirando. Y el día que aparecía un Harrier, mejor estar en cualquier lugar menos cerca de la ametralladora esa, porque él giraba tirando para todos lados. El único lugar seguro era detrás de él. El combatía contra el Harrier y se olvidaba del mundo; este soldado era un ejemplo.

Y ni que hablar de la "picardía" de muchos de nuestros soldados. Nuestros víveres calientes, es decir, nuestros zapallos, arroces, fideos, estaban a retaguardia, a muchos kilómetros, porque le tiraban tanto a la cocina que cuidaba mucho ya la comida. Entonces cuando uno traía víveres, traía tal vez mil kilos y llegaba siempre menos porque la diferencia quedaba entre los cargadores: se llevaban su paquetito de polenta, de arroz, de fideos, cada uno la mejoraba a su manera y nosotros hacíamos la vista gorda. Y con respecto a los cigarrillos —yo no fumo nada, aunque ahora sí porque estoy muy aburrido en el hospital—, era una cuestión muy colectiva. El que sacaba cigarrillos convidaba a todos sea quien fuere, jefe o no jefe, no había problema. Y el soldado estaba permanentemente pegado con las múltiples anécdotas y todo lo demás. Pero sí puedo decir que el cuerpo estaba fatigado, no la mente ni el corazón, pero el cuerpo sí.

El día 12 de junio, creo que fue el 12, ya los veíamos venir; ya habíamos visto efectivos grandes después del desembarco inglés en Bahía Agradable; también nosotros habíamos pedido que atacaran a esos barcos porque los dominábamos con la vista. Este desembarco fue atacado por nuestra aviación, como se recordará, y como digo, nosotros pasábamos información de lo que veíamos. Ahora sabemos que los ingleses trajeron ahí tres regimientos. Una tarde localizamos fracciones que avanzaban y los rechazamos con artillería y morteros. No sé si habrán sido de esas tropas o de otras enemigas. ,Para nosotros en ese momento eran todos ingleses para el otro lado. Después sí, al caer herido y prisionero me fui informando de muchas cosas que me dijeron ellos mismos, como qué gente venía marchando, quiénes desembarcaron. En fin, me fueron completando el panorama de lo que había pasado.

Bueno, así llegamos al 12 de junio, al que sería el combate final para mi regimiento, algo desgastados. Dormíamos acurrucados y cuando se oía un disparo o una bengala salíamos porque más allá de todo uno es director, conductor, pero éstas son cosas naturales de la guerra.

Llega como digo el combate final, que empezó con ráfagas del lado de la costa pero abajo del cerro nuestro, creo que fue el 12 repito, después me dijeron en el "Uganda" que era el día en que había venido el Papa; ahí me enteré que había venido y por supuesto debe haber venido Dios con él.

Antes de seguir voy a resumir un detalle que olvidé decir. Otra vez habíamos cambiado las armas de lugar apreciando más o menos lo que los ingleses pretendían.

O sea de acuerdo con lo que el enemigo pretende, el arma no se puede poner en cualquier lugar. Se busca que tenga la mayor protección posible, la mayor posibilidad de disparar, de cubrir la mayor cantidad de terreno posible, aunque siempre va a haber ángulos muertos. Por ejemplo: si yo estoy en una ventana veo muchísimo, pero no veo pegado a la ventana. Ese es un ángulo muerto. Las armas que se cambiaban eran las MAG, los morteros y las 12,7. La 12,7 es una ametralladora que se ve montada arriba de los tanques; son las ametralladoras grandes, muy pesadas. La MAG lo es menos, pero lo que pasa es que la MAG tira mil disparos por minuto. Una MAG reemplaza a un montón de fusileros. O sea que esa MAG vela por diez hombres o veinte o treinta que hay en la sección, pero hay una 12,7 que vela inclusive por la MAG. Esa es la importancia de la 12,7 que, además, es antiaérea.

Cambiar de posición las armas es aparte de lo que expliqué buscar un lugar, otro lugar dominante desde donde se pueda atacar al enemigo sorprendiéndolo, tal vez por un flanco; es decir, hay que tratar de no ir a la "cara". Si se lo agarra por la espalda, mejor, que ésa es la ley de la guerra. Uno trata de evitar el mayor daño propio posible y provocarle los mayores dolores al enemigo.

Así que corrimos, como digo, otra vez las armas pesadas y con una oportunidad increíble. Muchas veces uno aprecia, pero no sabe con seguridad si el inglés va a hacer eso; afortunadamente esa noche, en este aspecto estuvimos muy acertados. En otras oportunidades fueron los ingleses los que nos causaron sorpresas a nosotros.

Nosotros teníamos nuestras vulnerabilidades: estar muy distanciados de Puerto Argentino, ser un efectivo desparramado en un amplio frente; pero dados esos medios y lugar geográfico, tenía que ser así. La misión que se nos había dado era rechazarlo, desgastarlo, provocarle el mayor dolor de cabeza al enemigo. Lo que queríamos era provocarle tanto daño que los ingleses se parasen con la bandera blanca en el monte Kent y ya no quisiesen saber nada más, más o menos eso. No pudimos y al fin levantamos la nuestra, pero la realidad es ésa.

Vivíamos pensando en los detalles: el disparo, una luz, el fuego, el radar, ruidos de helicópteros; es decir, cada uno de nosotros era un radar en potencia. Nos consultábamos y las inquietudes llegaban a la plana mayor y al jefe, y evaluábamos qué estarían haciendo los ingleses en la noche.

Esa noche, la de nuestro combate final, estaba —digamos— en "corte y costura" haciéndome un chalequito para poner los cargadores, que iba a ser mucho más cómodo, y estaba cosiéndolo. Viene a ser, como digo, un chalequito para colocar todo: cargadores, pistola, etc. Entonces uno puede estar tranquilo comiendo y sin el peso de esos, más o menos, diez kilos. Cuando empiezan los tiros, uno agarra el chaleco y sale corriendo para el lugar de los tiros. Sabe que lleva todo ahí y no el cinturón por un lado, la pistola por el otro y por ahí se olvida la linterna y todas esas cosas. Así que con una linda velita de dos centímetros, el último cabito que me quedaba, estaba de costurera, en realidad no lo pude hacer antes porque estaba mojada esa ropa: el "chaleco" era una vieja camisa mía.

Cuando estaba en esto, oigo: Prrr... prrr. -. prrr, es decir, disparos esporádicos como a cuarenta metros abajo. Me pareció que era más lejos sobre todo porque eran esporádicos, por lo reducido del fuego. Al rato, prrr. - - prrr... prrr. Ya por ahí dos ráfagas más, cortas, breves, abajo; ya estaban más cerca, a veinte metros. O sea que ya podía ver entonces por una ranura del agujero donde estaba yo metido que era todo roca y me metía parado, como todos. Eramos ratas realmente, pero por eso pudimos aguantar tanto tiempo la artillería. Por una ranura, repito, traté de ver. Escuché también hablar como a trescientos metros de mí. Gritaban en inglés y gritaban en castellano para el lado donde teníamos los morteros pesados, siempre sobre la dorsal del cerro.


Esta sección fue la primera atacada y estaba a cargo del subteniente J. que ahora está en silla de ruedas, herido. Evidentemente fue una infiltración grandísima. Por los informes que tengo hasta ahora no puedo precisar exactamente el punto por donde entraron, pero sí sé que entraron por el flanco que teníamos totalmente cubierto, que era el de la costa que iba para Puerto Argentino. Lo teníamos- minado, ese campo minado costó mucho tiempo, costó sudor, costó bajas, y se pusieron esas minas que pesan veinte kilos. Lo que pasa es que es como todo. Aunque a uno le pongan campos minados, si tenemos que atacar, atacamos igual y ya veremos por dónde pasamos. Esa misma determinación —pienso— la tenían ellos. No nos olvidemos de que eran profesionales y actuaban como tales —hablo de gente seria que sabe lo que quiere y lo que está haciendo. No es lo mismo alguien que estuvo un año en la Facultad de Medicina que un médico recibido. Así que ellos actuaban correctamente, pienso, como queríamos hacerlo nosotros.

Pero esa noche empezó, como digo, ese fuego de distracción debajo de mi pozo y mi problema era que estaba muy próximo. Cuando miré, vi las bocas de fuego, aunque no me tiraban a mí, a Dios gracias, sino que tiraban más arriba hacia la izquierda. Pienso que era para distraernos mientras atacaban a los morteros en un silencio total. Y allí, además de las voces se escuchaban ya el bombazo de una o dos granadas, dos o tres ráfagas de ametralladoras; todo esto siempre en el cerro y no había luna todavía. Se notaba una confusión allá y evidentemente algo pasaba aunque no sabía exactamente qué. Allá, como digo, a trescientos metros.

Mi posición, o sea mi pozo, estaba detrás como de un escaloncito de un metro y allí estaba yo. Como a quince metros había una carpa de unos suboficiales que habían puesto ahí su equipo, porque realmente no entraba el equipo de uno en el hueco.

Entonces, vi que los ingleses que ya estaban a quince metros, evidentemente creyeron que en la carpa había gente y se engolosinaron tirándole y tirándole. Se acercaron más hasta que vi que estaban a dos metros de la carpa y, lo peor, que estaban ya casi a mi misma altura. Como yo arriba de mi pozo terna un poncho impermeable, pensé que el brillo del rocío me iba a delatar en la noche pues ya salía la luna y ellos mismos empezaban a tirar con bengalas. Yo había preparado el chaleco con la pistola, los cargadores, dos granadas, y vi que estaban muy próximos. Cuando llegasen a mi altura me iban a ver, a mi me hubiese convenido que estuvieran más lejos para poder salir con más libertad. Además, yo no tenía un arma larga pues era el oficial de inteligencia y tampoco tropa a mi mando pues era un asesor del jefe del regimiento. Entonces, armé la granada y preparé la pistola. Ya estaban casi a mi altura, los escuchaba: estaban ahí no más.

Tiré entonces la granada hacia la izquierda y escuché plac... plac... plac... plac... y pensé: "No pasa nada... ¡sonamos!", y entonces, hubo un gran bombazo, ¡Brroooommmm! A Dios gracias.

Oí un quejido, un grito, una mala palabra o no sé qué—fue en inglés— y de ahí no salieron más tiros, pero ya había como cinco armas más tirando. Afortunadamente un poco desplazadas hacia mi derecha, y hacia ahí tiré cuatro o cinco balazos con pistola, así, rápido, prácticamente sin apuntar, en la oscuridad, entre las piedras. Y me preparé a escuchar, ya que lo único que me quedaba en ese pozo era escuchar si alguien se aproximaba y tirar al cuerpo.

En ese momento escuché más abajo estas armas que estaban más arriba; o sea, se habían replegado al escuchar la granada. No sé qué habrán pensado pero se fueron para atrás. Y ahí sí ya no eran los cuatro o cinco hombres que avanzaban sino diez o quince armas que abrían fuego. Ahí sí me empezaron a tirar porque descubrieron ¡ni posición por los tiros de pistola, porque con la granada no era posible. -

Tuve la suerte de que apareciera un correntino, no sé de dónde salió. La cuestión es que éste no me vio —tan disimulado estaba mi pozo—, y me puso el FAP arriba de la cabeza. Me dejó sordo. ¡Rrrrr...! Y le dije: "Escuchame ¡pará!" Casi me rompe los tímpanos. Me acordé de toda su familia. Le pedí el FAP porque yo tenía localizados a dos o tres ingleses que se habían puesto detrás de una piedra grande.

Me dio el FAP y empecé a tirar y el soldado correntino no entendió bien y se metió al pozo también. Si yo apenas entraba parado, los dos estábamos calzados ahí. Yo no podía echar para atrás el brazo para tirar y era un despelote los dos en el pozo. Entonces el milico me dijo:

"Mi teniente primero, yo creí que entrábamos los dos: voy a salir". "Si no me puedo ni mover", le contesté yo. Entonces le hice pie, salió de nuevo, le di el FAP, tiró él y salí yo; pero no podíamos movernos mucho porque la pendiente hacia atrás era tan pronunciada que no teníamos defensa. Apareció en eso una 12,7 o sea el bendito soldado S. en acción y empezó a tirar, y a tirar, y a tirar’. Yo paré entonces el fuego de FAP esperando ver de qué modo podíamos sustraernos y buscar una mejor altura. Pero junto a S. y su 12,7 empezaron a tirar desde aquellos trescientos metros de que hablé antes, con armas automáticas. Primero pensé que, como nosotros teníamos tropas allí, nos tiraban equivocados, y después me di cuenta de que eran armas de ellos. Así que la cosa se puso fea. Había dos cabos en dos pozos que estaban en la misma situación que yo había estado, sin poder salir y no podían ni agarrar el fusil. Entonces agarré el fusil de uno de ellos, que tenía un problema en la vista, hice fuego y empezamos a replegarnos combatiendo hacia arriba, o sea respondiendo con el fuego al fuego y todo al descubierto.

Desde la posición de donde tiraba el soldado S. aparecieron dos o tres FAP más pero la que nos salvó fue su 12,7, que los obligó a los ingleses a meterse en donde Dios les diera lugar. Era impresionante cómo tiraba esa 12,7. Y eso también hizo que el fuego no se concentrara sobre mi sino que se dispersara y así pude empezar a responder el fuego porque, como dije, tomé un FAL y el suboficial me dio cinco cargadores, que con dos de un soldado hicieron siete. Además tomamos un cajón de munición que teníamos guardado. Destapado y todo listo para combatir. Lo empezamos a correr y a combatir de costado. Es decir, no desplazándonos para atrás sino combatiendo contra los ingleses lateralmente, para ganar altura, siempre apoyándonos mutuamente: uno tira, el otro pasa; uno tira, él otro pasa. Podría decir como en el cine, porque en el cine, en realidad, hacen lo que la guerra manda, aunque exageran —o pensándolo bien— se quedan cortos en algunas cosas. Porque he vivido cosas que no me las olvido más y que prefiero verlas en cine y no ahí.

Lo sorprendente de este movimiento es que nos tuvimos que organizar lateralmente porque nos tiraban desde abajo y desde arriba, así que de esa forma llegamos a la altura. Mientras fuimos avanzando lateralmente, S. seguía tirando y otros fusileros también. Es decir, se va reforzando el lugar del ataque principal que ya veíamos que era un ataque muy serio. En la posición que yo había abandonado, los ingleses tenían ya unas treinta bocas de fuego y en la parte donde me estaban tirando ya había advertido unas ocho. Es decir, gente que venía avanzando por la altura, y a su vez, tratando en el medio de esto, de ganar altura, justo antes del puesto comando. Unos setenta metros, más o menos, gané de altura.

S. siguió tirando, escuché dos morteros descartables—son como una gran granada— que-le tiraban y al segundo pensé que le habían dado, pero al rato otra vez: ¡Rrrrr! - -. iRrrrr! y los ingleses de nuevo a tirarle. Así transcurrieron las horas y el soldado S. reaparecía tirando. Es típico el ruido de la 12,7, en comparación con las otras armas. Y era mi flanco, un flanco muy importante; el soldado S. me cuidaba ese flanco y me confié en él.

Apareció también el teniente A.G. con unos soldados; no recuerdo la cantidad. Me lo encontré en la media pendiente; yo ya tenía los dos cabos y cuatro soldados. Entonces me fui al puesto comando para avisarle al teniente coronel cuál era la situación, aclarándole que ya no era un golpe sino un ataque definitivo. Esto lo hice después de cruzarme en la pendiente con el teniente A.G. y sus soldados. Los cabos y los soldados quedaron en posición, excepto el soldado G. que fue conmigo al puesto comando. El soldado G. fue realmente mi guardaespaldas, porque los ingleses ya nos estaban tirando a dos metros de nuestras cabezas, como mucho, y correr ahí a través del cerro no era fácil. y. me cubría. Llegué al puesto de comando que era un agujero grande con la radio, y el teniente coronel D.A.S. estaba hablando con el general J. Estaba dando la situación y explicando la necesidad posible de un inmediato fuego de artillería a pedido, con los cañones más grandes, los SOFMA.

El puesto de comando se encontraba a unos setenta metros del lugar donde dejé a los cabos con los tres soldados y me fui con G.


Ya había advertido que a mi izquierda, a unos cuatrocientos metros tirándose hacia un pequeño valle por unas grandes piedras —hablo de piedras de cincuenta metros por doscientos de largo—, se estaba combatiendo pues se veían las trazantes. Es decir, se estaba generalizando el fuego. Desconozco qué pasaba en la primera línea, realmente.

Ya teníamos una idea de los efectivos que había en esta área, los que eran muy superiores a nosotros pues estaban calculados en unos trescientos a cuatrocientos hombres, por lo menos, ya vistos. Todos comandos ingleses. Luego de explicar la situación me volví adonde había dejado a los dos cabos y los soldados.

Allí observé que los ingleses habían avanzado más sobre nuestra izquierda. Por supuesto todo esto había transcurrido en una o dos horas. Regresé nuevamente al puesto de comando e informé que yo aguantaba la situación en mi frente, pero donde no podía aguantar era en mi flanco, porque no tenía efectivos y yo ya recibía proyectiles a uno o dos metros de altura, lo que significaba que los ingleses habían avanzado la pendiente; porque primero, siguiendo la pendiente natural pasarían los proyectiles a unos veinte metros de mi cabeza pero pasando a uno o dos, estaban muy, muy próximos. Además, recibimos algún fuego de rebote de bala perdida de nuestra izquierda también.

En ese momento empezaron a caer bengalas sobre el puesto de comando y parecía "Alicia en el país de las maravillas" porque caían una, dos, tres, cuatro bengalas... Llegué a contar hasta catorce bengalas en el aire, una arriba de otra; parecía un arbolito de bengalas.

Regresé hacia mi posición, que estaba a unos setenta metros del puesto de comando y cuando había hecho unos cuarenta encontré a un cabo con dos fusileros, resistiendo desde la altura. Es decir, ya era. crítica la situación y mi problema era que me iban a cortar con el puesto de comando. Estaban tirando desde ahí no mas.

El teniente A.G. me dijo que necesitaba hombres y justo en ese momento recibimos más gente que venía en la oscuridad, del lado de los ingleses. Enganché otros más y le di dos al teniente A.G. y tres dejé a mi retaguardia, porque ya empezaba a dudar de la capacidad de resistencia ante semejante ataque de la parte izquierda que cubría el subteniente S. En esa zona era terrible el fuego, muy intenso. Todo señalaba ya el objetivo principal de ellos, con los comandos subiendo en todas direcciones. En primera línea escuché fuego intenso, granadas, ráfagas, fuego que disminuía, después aumentaba, en varias oportunidades.

Llegué a la posición confiando en que el regimiento se iba a poder replegar y ya éramos diez conmigo. Tenía dos heridos: un cabo, que tenía la cara llena de sangre y estaba desvanecido, lo toqué y a’ Dios gracias, sentí que pulsaba todavía; y un soldado con un balazo en la pierna. A los dos los retiré hasta una roca grande como una cama, que estaba a unos quince metros y volví a la posición y seguí tirando, y dirigiendo el combate. Los heridos eran el cabo D., y el soldado P.

En el lugar donde yo estaba los- ingleses habían puesto ciento cincuenta "monos, segurísimo, de entrada. Los habíamos visualizado por las bengalas; eran comandos, por el tipo de ropa y por las armas que tenían. El fuego era intenso y trataban de avanzar por la izquierda. Ahí les hacíamos- fuego reunido; yo ya tenía un hombre encargado de cada sección.

Acá debo señalar que al recibir gente vino un cabo con una bolsa, que era como una funda de almohada, llena de munición, y aparecieron - dos soldados con pistola. Al cabo lo subí a una altura de tres metros en la oscuridad porque tenía un visor nocturno, el que nos sirvió para ver los movimientos y los bultos. El cabo me avisaba que venían cinco o seis ingleses y como yo conocía muy bien la zona y me entendía con él, tiraba una trazante hacia donde me indicaba y les decía a los soldados que vieran la trazante y ordenaba fuego reunido sobre ese sector. O sea, el cabo los descubría con el visor y me decía: "Se acuerda dónde estaba tal cosa? Bueno, de ese lugar vienen tres ínglesitos".

Entonces tiraba yo la trazante y les decía a mis hombres: "Vieron todos? ¿Sí? ¡ ¡Entonces, fuego reunido! "

Los ingleses que intentaban avanzar estaban en el mismo cerro que yo, como en una saliente que quedaba enfrente de nosotros, que era como una mesetita más alta que el lugar donde estábamos. En el centro, había una gran roca en un pequeño vallecito. Los ingleses entonces se ponían ahí, porque les surtíamos por todos lados. Corrían y trataban de llegar e inclusive sorprendimos infiltrados abajo y les dimos con todo también. Otra vez se replegaron, los que pudieron, y alguno habrá caído. También yo veía con alguna bengala todo el lateral derecho de ellos y veía que seguía subiendo gente y algunos que querían bajar. Es decir detrás del cerro, a trescientos metros, seguían subiendo pero cerca de mí, digamos a unos setenta metros, trataban de bajar para acaso rodearme por la derecha. También ahí los estudiaba y decía a uno que tirara sobre una roca, a otro que tirara donde cayó la bengala y ni el nombre sabía de los soldados porque no eran míos. A uno le decía "petiso" o "correntino" y cada uno ~e las arreglaba para entender. No sé el nombre ni las caras, ni del cabo conozco la cara. Si lo encuentro en la calle no lo reconozco, y me salvó la vida, realmente. Lo mismo el soldado G. que fue mi guardaespaldas; yo le decía: "G., vamos!" y G. con una habilidad tremenda venía y nos metíamos en la boca del fuego. Unas veces estuvimos planchados contra una roca de veinte centímetros y no podíamos movernos, ni siquiera una rodilla. Justamente la segunda vez que veníamos del puesto cuando nos dieron con todo: silbaban las balas y rebotaban en las piedras.

Volviendo a nuestra situación, nos habían tirado cuatro de esos morteros descartables pero pegaron a cinco o seis metros. Uno pegó justamente cerca de la piedra de los heridos.

Al soldado S. ya no lo escuchaba para esa hora y tampoco oía mucho volumen de fuego de la parte izquierda mía, o sea del- subteniente S. Era un fuego disperso totalmente, la intensidad del combate había disminuido excepto al frente, donde estaba el teniente primero C.A.A. con su compañía, desde donde se escuchaba un volumen de fuego mucho mayor. Se ve que pudieron cambiar de posición, porque estaban combatiendo muy fuerte; en fin, ignoro los detalles porque todavía no he hablado con ellos.

La cuestión es que seguí en el cerro, ya tenía los dos heridos y seguíamos resistiendo bien. En ese momento teníamos tres soldados a la retaguardia, tres FAL más conmigo que cambiábamos de posición en unos quince metros de frente por cinco, y el cabo con el visor y los heridos. Era un pequeño lugar que dominábamos bien.

Ya en ese momento en el monte Dos Hermanas había empezado el combate. Sobre todo una ametralladora que desde allí tiraba para nuestro sector que era el monte Harriet; ahí era donde nos encontrábamos combatiendo. En Dos Hermanas estaba otra de nuestras compañías con el oficial de operaciones que era el capitán C.A.L.P. La distancia entre nosotros y ellos en el Dos Hermanas era de unos dos mil metros y vi, como dije, el fuego de esa ametralladora. Después ya vi un fuego generalizado de trazantes para el cielo, para abajo o rebotando y empecé también a escuchar fuego de armas pesadas —morteros y artillería—. El ataque a ellos no fue aparentemente coordinado con el ataque a nosotros.


La cuestión es que continuamos el combate. La piedra mía era tan chica como la altura de una silla, tanto es así que no podía siquiera arrodillarme y estaba totalmente encogido. Como la luna me daba sombra para la izquierda, entonces tuve que empezar a tirar como zurdo. Lo que fue algo nuevo para mí, que soy diestro. Debía evitar que la luna me delatara. Además, estos ingleses desgraciados veían como los dioses porque el fuego era realmente preciso: a esa piedra mía le pegaban por todos lados; aunque a Dios gracias a mí no. Yo veía el fuego en mi cabeza, por mis piernas, era todo fuego. Lo mismo, por supuesto, a mis soldados y por eso hacíamos pausa de fuego.

En momentos les hacíamos cinco disparos y nos metíamos de nuevo en el lugar, o si podíamos cambiábamos de piedras. Pero ya no teníamos el movimiento de poco antes. En ese momento se provocó un tercer herido. Yo no sé dónde le pegaron realmente, sólo escuché quejidos y quedó abajo, digamos, del cabo B., que era el del visor. Para cambiar el cargador tenía que recogerme en la piedra de espaldas al suelo y recogidas las piernas, hacerlo pegándome el cañón del FAL a la frente, para evitar que los disparos me hicieran blanco.

Estaba en esto cuando oí que gritaban: "¡Me tiran! ¡Me tiran1 ¡Mi teniente primero!" y vi a alguien que salía arrastrándose del lado de donde había dejado a los heridos y vi todas las trazantes que le llegaban. Creí que le habían dado todas. Veía la cortina de trazantes y la figura de él en la oscuridad —clarita— porque ya había luna, pero le pasaron por detrás. Se arrastraba rápidamente hacia la izquierda con la cola en el suelo y con una mano se impulsaba, no sé bien cómo lo hacía. Me di cuenta de que era el soldado P. que había sido herido antes en la pierna, y yo había dejado junto al cabo herido y desvanecido. Por el tipo de fuego que escuché y la brevedad, pensé que era un infiltrado el inglés ese y me preocupó el cabo que estaba herido ahí. Que el otro herido era el soldado P. me enteré luego en el "Uganda" que fue cuando él me lo contó, porque yo no sabia —como dije— el nombre ni conocía las caras de antes.

En ese momento fui para atrás de esa gran piedra, que era como una cama. A lo mejor era también un argentino que estaba tirando mal pero lo que no me explicaba era qué había pasado con los tres míos. En ese momento advertí que del lado del subteniente S., el combate ya había cesado, a mi derecha ya no oía más al soldado S. y unos minutos antes el soldado G. me informaba que el puesto de comando ya se había podido mover entre los ingleses a otro lugar.

Después me enteré de que el subteniente S. había desaparecido; supe allá que fue herido en el combate pero no sé si falleció o no; tengo la esperanza todavía de que aparezca, Dios sabe por qué.

La cuestión es que en ese lado ya no se combatía, pero en Dos Hermanas sí se veía el entrecruzamiento de disparos. Yo, como dije, no me imaginaba qué había pasado con mis tres soldados de la retaguardia y me preguntaba qué había ocurrido con esos changos mientras combatía hacia el frente. Después desgraciadamente, incluso a través de los ingleses, comprobé que estaban muertos.

Pero en el momento pensé que era un inglés infiltrado o un argentino equivocado el que estaba tirando. Fui a retaguardia, aparecí en una piedra justo pegada al lado de donde tenía qué estar el cabo herido —que estaba no más— y sentí una ráfaga terrible que venía, pero me tiré para atrás y entonces la piedra la rechazó, pero uno me tomó el brazo izquierdo. Fue un inglés como a quince o veinte metros de mí; estaba en una piedrita agazapado. Tenía entonces un inglés adelante, ingleses a la derecha e ingleses alrededor. Pero vi a uno solo. Me dio en el brazo izquierdo; pude medio recogerme, sentí como el golpe de un palo fuerte y me quedó agarrotada la mano, pero sostenía el FAL. Como a mí me quedaba una granada, la saqué y la armé, dejando la última chaveta —un segurito que se saca con el pulgar— y la metí en el bolsillo derecho. Hice un cambio de posición.

No nos olvidemos de que a mí ya me estaban tirando de la espalda donde no tenía ninguna cubierta y había recibido fuego de adelante. Hice unos cinco metros para ir a una piedra y caí. Quedé junto a un escalón de diez metros que se prolongaba por unos cien. Hasta los ingleses en el cerro y hasta el puesto de comando, se ha ese escalón. Pensé que en ese lugar que había sombra, podía aparecer, listo para localizar al inglés por si se me había movido. Mientras tanto, los míos que habían quedado adelante seguían tirando y les pedí que me apoyaran, que iba a lanzar la granada, y cuando comenzaba a ver al hombre me sorprendió de golpe detrás de la piedra misma ver a cuatro ingleses. Pero no pegados a la piedra, sino que estaban a cinco metros como reunidos o algo así. Estaban, creo, sobre los tres soldados míos, muertos, porque era el sector ese. Al ver a los cuatro, la reacción mía fue tirarles con FAL, pero no llegué a tirarles porque de abajo de ese escalón de diez metros que se iba después hacia el valle suavemente, vi ya tarde, la figura del tipo este: medio cuerpo le vi, y del estómago salió toda una estufa de cuarzo que se me vino encima. Digo estufa de cuarzo porque fue toda una cosa roja que se me vino encima. Cuando lo advertí —algo me lo advirtió— y miré, vi que se me venía un mundo de rojo encima, que eran todas las trazantes que me tiraban. Ya fue todo en cámara lenta.

Ahí sí caí justo antes del precipicio y quedé colgadito. Digo precipicio pero era el escalón de diez metros y lo que yo recuerdo es todo en cámara lenta. Fue un segundo fatal —digamos— porque me di cuenta de que me habían dado porque estaba sin casco, con el fusil, y caí sobre las rodillas y los codos y pensé que tenía que evitar que me remataran. Corrí —no sé bien cómo— hacia el frente donde estaba el del visor y caí. Llegó el momento en que no daba más y caí y quedé entre dos piedras —a Dios gracias— bastante bien colocadas. Me quise mover y no "iba" más. Entonces le dije al cabo B. que saliera por donde pudiera con los dos soldados que eran los únicos que quedaban sanos, que trataran de salir y combatir, y de salvarse. El cabo dijo que no, que no me iba a dejar y le dije que era una orden y que saliera, que yo ya estaba bien. Me iluminó el cabo y ahí me di cuenta de que estaba realmente tocado por todos lados. Este cabo empezó a gritarles a los dos soldados que me ayudaran, que me pusieran una manta y algo en la cabeza y él lloraba y me decía que no me iba a dejar y yo le decía: "Dejame, dejame que estoy con Dios; dejame rezar

Yo tenía una paz muy especial, me iba muy adentro y tenía un calor muy especial. Le hablaba como si Dios estuviese para mí solo y le agradecía todo. Yo siempre le había pedido a través de todas esas noches dignidad para cualquier cosa. Lo único que quería era dignidad para vivir y creo que me la dio y no lo digo para afuera sino que lo digo sinceramente.

Y fue así, me fui yendo lentamente, me sentía desangrar. Sentía el olor de la carne, realmente un "bifacho" tenía encima, las trazantes queman, y me iba, me iba... empecé a sentir una especie de silencio mayor. Evidentemente me estaba desvaneciendo. El cabo B. lloraba:

"¡Usted no se va a morir! ¡Usted no se va a morir, mi teniente primero! ¡Yo lo voy a cuidar! ¡Yo lo voy a sacar!", me decía el cabo.

Algo decía, que quería hacer una camilla. Pero estaba en el medio de los tiros y además ya los ingleses nos empezaban a tirar a ese lugar, que era un sector como de un pasillito del tamaño de una cama. Los ingleses nos tiraban descartables —morteros—, uno pegó y nos dejó sordos. A mí por lo menos durante tres días, hasta llegar al "Uganda" estaba todavía medio tonto. Porque pegó muy cerca, a dos metros. Después al llegar acá, al hospital, me enteré de que me cayeron esquirlas y se me metieron en las rodillas.

En el lugar en que uno está herido ve la sangre, siente, y uno se da cuenta ‘de que le empieza a entrar un frío: empieza a transpirar, transpira. Le repetí que me dejara, que estaba muy sereno, que no sentía gran dolor pero que me dejara, que estaba en paz. Y cl’ cabo no salía. Entonces le dije que bueno, que íbamos a jugarnos, si Dios lo quería, que se rindiera, que hiciera lo imposible. Pero el cabo no quería rendirse, quería sacarme a mí y lloraba. Lloraba a los pies justamente y me decía que no me iba a morir, que me iba a cuidar.

Ahora que lo pienso era dramático ese momento. Y el tipo me puso mantas y me acuerdo que le pedí agua y me dio whisky, me llenó la boca de whisky y me daba whisky...

Y adiós, telón, muy cerca ‘de Dios, lo juro por Él. Era un Ser que estaba muy pegado a mí, era el único Ser al que estaba confiado totalmente. Yo ya estaba desde hacía mucho tiempo despedido mentalmente de mi familia, creo que todos teníamos esa preparación espiritual. Eso lo hablamos con los capellanes. Creíamos todos hacer una gesta realmente gloriosa y en la cual no íbamos a fallar.

Después me enteré —con orgullo— de otros detalles de la acción de mi regimiento. El jefe se había ido hacia la primera línea, la compañía "B" del teniente primero C.A.A., con lo que quedaba del puesto de comando, para seguir dirigiendo las acciones.

Sé que a la madrugada vino un oficial inglés al cual me rendí y pedí que cuidara al cabo y a los soldados que me quedaban.

La idea nuestra fue siempre llegar a combatir de día porque ahí éramos más parejos, digamos; pero no pudimos llegar al día, por lo menos en mi caso.

La cuestión es que apareció luego el oficial inglés. Antes, en la oscuridad, apareció un comando inglés y se empezó a tirar también artillería- sobre nuestra zona.

Luego de una serie de vuelos en helicóptero, aparecí en el "Uganda". Allí, por primera vez hablé y tomé conciencia de todo lo que había pasado, o sea, volví realmente en mí.

Al primero que encontré fue a un subteniente M., que me saludó. El estaba recién operado y es de los recién egresados del Colegio Militar, los que fueron egresados antes de tiempo. Una bravura tremenda los pibes estos realmente tenían todas las "chinches" en la cabeza. Hubo uno que hubo que doparlo porque habían pasado dos días y seguía la guerra para él.

También un soldado que estaba en la camilla de abajo, me preguntó si era el teniente primero J.A.E.

En el "Uganda" me dijeron también que había un señor de la Cruz Roja, un señor muy bien puesto, suizo después me enteré, que quería hablar conmigo. Le dije que por favor no, por los dolores que tenía. No sé cuánto tiempo habré estado ahí, como en un pasillo; después me pusieron en una fila de camillas y pasé a una sala.

A mí ya me habían operado tres veces los ingleses. Ahí en la sala, antes de que me asignaran una cama, encontré al borde de la camilla a un argentino que me dijo que era el soldado P., si no me acordaba de él. Me explicó, y era el que estaba herido, el que me avisó gritando que le tiraban.

Hablamos de las cosas que les gritábamos a los ingleses, de los insultos, y me contó que a él lo habían retirado de la zona, que habían llevado a todos los heridos y los muertos. Me contó todo lo que me hicieron y no me hicieron, porque iba adelante de mí en la camilla. Así supe qué me habían hecho en San Carlos y todo eso. Como él estaba sólo herido en la pierna, estaba bien consciente. Por él sé el resto de la historia.

Después, a través de prisioneros y relatos de toda la gente que encontré en el "Uganda" y en los hospitales, fui enterándome de todo. Estos soldaditos que estuvieron conmigo son de los que tienen los pies helados y el corazón caliente. gente del norte, muy sufrida, muy respetuosos. Gente muy adaptada, y sobre todo, corajuda. Para cualquier cosa había voluntarios, no había problemas; hasta ir a buscar la comida entre la artillería era toda una proeza, y siempre había voluntarios. -

Ahí me encontré en total con diecinueve argentinos: cuatro oficiales, cinco suboficiales y diez soldados. Me enteré de muchas cosas que sucedieron en otros sectores de mi unidad, que desconocía. También en el "Uganda" tuvimos un cura católico, inglés, que era un santo. Nos alentaba, nos venía a confesar uno por uno, nos hablaba, nos higienizaba. Hablaba un castellano medio "indígena" y nosotros lo cargábamos.

Estuve antes de esto en distintas salas donde vi mucha gente de ellos, mucha gente en estado grave; evidentemente ellos tuvieron muchas bajas. Los FAL nuestros eran de un calibre muy superior, que provocaban daños mucho más graves que las armas que usaron ellos.

No obstante, charlábamos con los ingleses, venían los enfermeros, nos hacían bromas, les hacíamos bromas a ellos; pero siempre inmóviles a merced de la medicina.

Me enteré también en el "Uganda" que el soldado S. había recibido justo el último descartable cuando ya estaba a tres metros de la 12,7, porque se había quedado sin munición. A la ametralladora 12,7 la destrozaron. Él, combatiendo, cortó camino entre las filas inglesas y llegó a Puerto Argentino.

También me enteré de los nombres de alguna gente que estuvo conmigo esa noche en el Harriet, cuyos rostros —salvo de dos— no reconozco. Por los apellidos trato ahora de localizarlos. El cabo B. y los dos soldados fueron tomados prisioneros y entregados sanos, y el soldado G. también está sano.

La compañía "B", que yo había supuesto que había podido cambiar de posición ya que se veía un gran volumen de fuego en su zona, había podido combatir a medida que se acercaba a Puerto Argentino hasta desprenderse de los ingleses y llegar al pueblo con una importante fracción de tropa.

El capitán C.A.L.P. junto con parte de una compañía también pudo combatir y replegarse desde el Dos Hermanas hasta unos cuatro kilómetros atrás. Ahí nuevamente dio frente junto con el Escuadrón de Exploración de Caballería -creo que X— del capitán R.A.Z., y aguantaron el ataque hasta, creo, el mismo día de la rendición.


RELATO EXTRAIDO DEL LIBRO "ASI LUCHARON"- (Carlos Turolo).


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La Sección Marinería en Camber

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 La calle del embarcadero público y, al otro lado de la bahía interior, la península Camber

A continuación se presenta un informe sobre la actuación del personal del Apostadero Naval Malvinas que defendió la península Camber, basado en lo publicado en la Separata Nº 10 de la revista Desembarco y en otras fuentes complementarias.

Introducción
La península Camber ocupaba un sector importante en la estructura defensiva de Puerto Argentino, pues dicha lengua de tierra cubría todo el frente norte de la localidad, desde la punta Armada hasta la zona del arroyo Moody, estando separada de la península del Aeropuerto por un estrecho; como puede verse en el plano ilustrativo incluido en la sección Geografía de este sitio.

Desde sus alturas se podía observar, como en un gran anfiteatro, prácticamente toda la capital y las retaguardias de las posiciones defensivas argentinas, desde el cerro Sapper hasta Tumbledown, incluyendo además el valle del Moody. Su caída en poder del enemigo habría complicado enormemente la defensa de la localidad o la hubiera imposibilitado. Por esa razón el Comando de la Agrupación Ejército Argentino por intermedio de la Agrupación Naval Malvinas envió efectivos a vigilar la zona desde los primeros días de la reconquista; inicialmente sólo las instalaciones logísticas que había desarrollado la Armada Británica y luego gradualmente se ocupó toda la extensión de la península.

El sector que nos importa, desde el punto de vista de este relato bélico, totalizaba unos 3.200 metros de frente, extiendiéndose desde el extremo este de la península (Punta Armada) hasta la parte oeste del cerro Cortley, que con sus 48 metros de altura dominaba las posiciones de Camber.

Esta franja se caracteriza por una loma central que la ocupa a todo su largo. Próximo a la cresta aparecen las características afloraciones rocosas de las Malvinas, muchas de ellas altas y cortadas a pique. Desde el punto de vista militar, su cresta topográfica compartimenta el terreno en un sector sur de cara a Puerto Argentino y uno norte. A su vez el eje de la loma tiene distintas ondulaciones que también compartimentan el terreno de este a oeste; esta última subdivisión del terreno, permitió luego organizar la defensa por posiciones ubicadas en ellas, las que recibieron los nombres de Loma 1 a Loma 6.

Por otra parte, al norte de Camber se extiende el tramo final de la caleta Serpiente, mientras que los montes Beagle y Bajo a 7 km de distancia, con sus 270 metros de altura dominan por las vistas hasta la cresta topográfica de la península. Más aún, a 3 km al norte, existen dos alturas de 70 metros desde las que se podía observar el arco defensivo propio.

Existen constancias que la zona de Camber fue guarnecida por el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. La Armada Británica había desarrollado facilidades logísticas en la península. Cuenta con una dársena de 130 metros por 70 metros. El muelle de la dársena es de piedra, excepto el sector norte donde gran parte del mismo es de madera. En el lado oeste (espigón) hay un pequeño muelle de combustible de hormigón de 60 metros de longitud. También hay dos tanques importantes de combustibles de 2.150.000 metros cúbicos cada uno, una casa principal, un galpón, un establo y otros locales. En su costa sur corre un camino que nace en Puerto Argentino.

El ARA Isla de los Estados en el muelle de la península Camber, frente a P. Argentino
Fuente: Jorge Muñoz

A partir del 5 de abril de 1982, en que se destaca un grupo de tiradores al muelle de Camber, comienza la preparación de la defensa de la península, que se completa el 30 de mayo con el refuerzo de la posición con la Sección de Marinería proveniente del Apostadero Naval.

La Sección de Marinería
Este caso poco usual nos muestra que el personal de la Armada, pese a las distintas formaciones técnicas, en su fondo mantiene un alto espíritu militar que redunda en beneficio del servicio. Efectivamente, los hombres de esta sección se incorporaron por pequeñas fracciones a cada "loma" y al poco tiempo se adaptaron sin inconvenientes al proceder de cada posición.

Aún hoy estos marinos se siguen reuniendo y guardan un emocionado recuerdo de su aventura como infantes de marina. El mismo teniente Gazzolo en su diario va reflejando día a día los progresos de estos infantes en formación.

El conscripto clase 62 Gabriel Asenjo del Apostadero Naval que integró la Sección de Marinería, formó parte de los defensores de Loma 4; específicamente su grupo debía proteger los tanques de combustible, nos dice:

    "Estabamos armados con fusil; nuestro grupo se ubicó al sur de la loma, mirando hacia los 2 tanques de combustible. Durante el día dejamos una guardia y vivíamos en un refugio construido por los ingleses posiblemente durante la Segunda Guerra Mundial; su construcción circular de pirca contaba con un hogar a turba, su altura era de 1,50 metros, el techo de madera y chapa, fue cubierto con tepes de turba.

    Durante los ataques y de noche hacíamos guardias en pozos de zorro con techo de chapa que miraban hacia los tanques, alojábamos 2 ó 3 hombres, estaban ubicados a unos 20 metros del refugio y a 20 metros entre ellos. Nuestro grupo se mantuvo muy unido y tratábamos de aprender a combatir como infantería de los infantes cercanos. Recuerdo que el teniente Imboden nos daba e inspiraba confianza, su trato amable, siempre sonriente, pero firme nos tranquilizaba incluso en el último día de combate cuando esperábamos el asalto inglés. Nuestro grupo lo constituía el suboficial Aguirre, cabo Arnao, cabo Iñiguez y los conscriptos Corletto, Luna, Giri, Soler y yo".


A continuación se agrega la relación de la Sección de Marinería:

GRADO

NOMBRE Y APELLIDO

PUESTO DE COMBATE




TFTE

Hugo Alberto PERATTA

Jefe Sec.

TCCB

Alfredo Osvaldo CIDALE

2 Jefe Sec.

SPCA

Norberto Alejo GIORDANO

Enc. Sec.

SSCN

Hipólito AGUIRRE

J. Gpo.

SSMQ

Ángel Argentino LEGUIZAMÓN

J. Gpo.

CPPE

Manuel Aldo GAUNA

J. Gpo.

CIEL

Adolfo IÑIGUEZ

Fusilero

CSMA

Ramón Osvaldo RALLO

Fusilero

CSIM

Orlando Américo GEREZ

J. Gpo.

CSLA

Raúl Humberto ARNAO

Fusilero

CC62

Claudio Héctor GUIDA

Fusilero

CC62

Juán José ARIAS

Fusilero

CC62

Ricardo Hugo SOLER

Fusilero

CC62

Rubén Enrique BOGADO

Fusilero

CC62

Ramón REYNOSO

Fusilero

CC62

Antonio Eduardo NIEVA

Fusilero

CC62

Héctor Daniel LENA

Fusilero

CC62

Osvaldo Rubén CORLETTO

Fusilero

CC62

Eduardo Sergio MUNITZ

Fusilero

CC62

Osvaldo Rubén VENTURINI

Fusilero

CC62

Gustavo Roberto TETTI

Fusilero

CC62

Horacio Antonio PALOMIMO

Fusilero

CC62

Julio Alberto CASAS PARERA

Fusilero

CC62

Adrián Tomás CAMPANA

Fusilero

CC62

Roque Alberto GÓMEZ

Fusilero

CC62

Oscar Alberto LUNA

Fusilero

CC62

Gabriel Luis ASENJO

Fusilero

CC62

Alejandro Mauricio EGUDISMAN

Fusilero

CC62

Ricardo Luis GIRI

Fusilero

CC62

Osvaldo Alberto ARGUIMBAU

Fusilero


Combates finales
Consolidado el despliegue en Camber, la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final.

En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe, el mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.

Combates finales
Consolidado el despliegue en Camber, la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final.

En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe, el mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.

La costa norte de la península Camber, y tras el brazo de agua, la península de Freycinet
Fuente: Claudio Guida

El fuego se intensificó aún más a partir de las 22:00. Este cuadro de situación se percibía con toda nítidez desde Camber. Se veían los efectos del fuego sobre Tumbledown, Wireless Ridge, en la profundidad del dispositivo propio y el fuego de contrabatería. Los proyectiles iluminantes, las explosiones y las trazadoras de ametralladoras permitían "seguir" el combate de las primeras líneas en contacto. A las 22:30 Loma 6 comienza a recibir fuego de 2 ametralladoras desde la orilla opuesta del río Murrell. Las ráfagas iniciales dieron muy por debajo de la altura; en los tiros sucesivos fueron mejorando en dirección pero nunca en alcance.

Dice el CCIM Imboden:

    "Dado que el alcance de los fusiles no permitía repeler el fuego, ordené a los apuntadores de ametralladoras que se tomen su tiempo para ubicar las armas enemigas y batir en forma más certera posible la zona. Al poco rato de iniciado el ataque el teniente Gazzolo comunica informando que en su sector estaban tratando de repeler un desembarco inglés que se venía realizando con botes de goma.

    Las 4 MAG y la 12,7 apuntaron en dirección al ataque enemigo; las MAG seguirían las trazantes de la 12,7 pues estas armas no tenían municiones trazadoras. Las ametralladoras enemigas operaban descoordinadamente, sus ráfagas eran cortas pero continuas. Se decidió que la 12,7 y 2 MAG abrirían fuego sobre la ametralladora que resultaba mas eficaz y las dos MAG restantes sobre el arma que batía al oeste.

    A orden se abrió el fuego con ráfagas largas haciendo altos para conducirle y ver la respuesta del enemigo. El intercambio de fuego duró mas de media hora. La ametralladora enemiga que batía en el centro de la Loma 6 fue la primera en dejar de tirar; se concentra entonces el fuego de las 5 máquinas sobre la otra que rápidamente dejó de tirar".


Obviamente el ataque sobre la loma del cerro Cortley fue una acción de distracción del ataque principal que se intentaba más al este, según el informe que recibió el teniente Imboden del teniente Gazzolo en Loma 1.

El combate comenzó cuando los Ojos 1 y 2, puestos adelantados de los puntos fortificados en Loma 1 y 2 respectivamente, ven aproximarse a 3 botes de los cuales desembarcaron 1 hombre por bote los que permanecieron agazapados. Esta novedad fue informada al PC en Loma 1 donde el mayor Monge y el teniente Gazzolo, ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las lomas y de los cañones HS de la batería Aa. Los botes distaban 300/400 metros de Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes.

Simultaneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3.

Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma 1 y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones HS del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada.

En esas circunstancias el transporte polar Alte. Irizar ilumina con reflectores sumándose a los proyectiles iluminantes de los morteros de las lomas; esto permite ver el espejo de agua con toda claridad.

Los primeros piques de los morteros de 120 mm caen cortos, en Camber, pero luego corrigen el tiro y baten la costa opuesta desde donde se había lanzado el ataque. Este fuego frustró el desembarco de una segunda ola de 5 botes los que regresaron a su orilla rápidamente.

En la península del Aeropuerto; el TFIM Otero, jefe de la 2da. sec. amet. 12,7 agregada del RI 25 ordenó a la pieza del CIIM Duarte que concurriera a la costa oeste de esa península en apoyo de Camber. Con gran esfuerzo, debido a la oscuridad y al terreno, el cabo logró entrar en posición en la zona de la punta Ingeniero (enfrente de la punta Armada), pero ya el combate había terminado.

Dice el ahora CCIM Imboden:

    "El enfrentamiento total se desarrolló por espacio de una hora y media, con interrupciones. Al ser rechazados los botes y producido el cese de fuego, se verificó si alguien estaba herido, no registrándose ninguna novedad. Inmediatamente se recargaron las bandas de las ametralladoras y se intensificó la observación en todo el frente. Posteriormente me comuniqué con el teniente Gazzolo el cual tampoco tenía bajas y permanecía en máxima alerta. En ese momento tomé conocimiento que concurrirían por mar hacia la posición, efectivos de la ca de comandos 602 desde Puerto Argentino para ejecutar un rastrillaje según lo dispuesto por el Comando de la Agrupación EA".

Al amanecer se podía observar en la costa opuesta dos botes abandonados y otro más este, a la deriva.
EL combate final fue visto así por el teniente Gazzolo:

    "Día 14 : A las 01:30 Loma 6 informa que desde el norte le están abriendo fuego; éste contesta, mientras le ordeno al resto no abrir fuego para no delatar posiciones.

    Mientras más tarde Ojo 1 y Ojo 2 informan ver 3 botes de goma en la orilla. Interrogo a Loma 3 (GUIM Barrios) si los observa, la respuesta es afírmativa. Ordeno a Loma 1, 2, 3 prepararse a abrir fuego cuando Loma 3 marque el blanco con la 12,7 mm. Los botes se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3. Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados.

    Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua. Informo al COIM del ataque sufrido y me informan que una segunda ola de 5 botes fue divisada por radar y que se dirigía hacia nosotros. Esta nunca llegó, dado que se realizó una persecución por el fuego con las piezas de 30 mm y con apoyo de 6 Mor. de 120 mm sobre la costa enemiga. A las 04:30 se nos envía un grupo de 40 comandos de Ejército, sin saber cuál era la misión que iban a cumplir.

    Realizan una protección - por fracciones pequeñas - de cada una de las piezas de 30 mm y de los tanques de combustible. A las 06:00 desde la ciudad les ordenan ocupar una posición de bloqueo en el arroyo Moody. Se reúnen todos en la casa (la Casa de Piedra) y a las 07:00 marchan rumbo a su objetivo. A las 08:30 el fuego de la artillería enemiga los viene corriendo desde la posición que ocuparon no más allá de 500 m de la posición del TF Imboden. Con las primeras luces observamos con el mayor Monge y el TF Imboden que delante nuestro no quedó nadie, vale decir al Reg. 7 se lo tregó la tierra.

    En las posiciones del oeste se ve personal que se dirige corriendo hacia la ciudad la mayoría sin armamento. De repente el silencio invade a la isla. Nadie entiende nada dado que ya no se observan más los piques de artillería sobre la ciudad, alrededor del Hospital y sobre la Gobernación se ve gente reunida. Todo lo que se ve son incendios y humo bajo la nieve. Por la radio se nos informa cubrir alerta blanca (cese el fuego). Ya inmediatamente vemos que en frente y en la ciudad la tropa comienza a formar en las calles. Por radio y teléfono preguntamos qué debíamos hacer y se nos responde esperar.

    El TF Imboden a eso de las 11:00 informa que ve avanzar en su dirección a 2 km de distancia cerca de un regimiento inglés y helicópteros de avanzada.

    "Doy parte de ésto y se me dice que irá un buque a buscarnos. Mientras tanto atendemos a algunos heridos que vienen del oeste. A las 13:00 aproximadamente arriba la embarcación. Se procede a quemar y destruir la documentación y material de comunicaciones. (También destruyó armamento pesado y depósitos de munición)".

Las primeras luces de la mañana del 14 de junio permitieron contemplar, desde la privilegiada platea de Camber, el repliegue argentino sobre la localidad. Aproximadamente a las 09:00 el mayor Monge y el teniente Imboden reciben la orden de cese momentáneo del fuego y que debían aprestarse para replegarse sobre la localidad, la sensación de los IMs en la península era que se encontraban solos y que el fin era inminente.

El teniente Imboden desde el cerro Cortley ve avanzar una columna enemiga en dirección a Camber; estaba precedida por helicópteros; posiblemente esa tropa pertenecía al 2 o al 3 PARA; se le ordena no abrir fuego sino es atacado.

A las 13:00 atraca el Forrest y la PNA Islas Malvinas para recoger a la Guarnición y transportarla a Puerto Argentino. Los IMs destruyen todo lo no utilizable; en el PC acumulan en una caja PDEF, granadas y explosivos, los rocían con combustible y prenden fuego a distancia. Las detonaciones se prolongan por un largo rato y las columnas de humo de las lomas despidieron a IMs que con tanta eficiencia y armonía habían operado en la península.

Es vívido el relato del teniente Gazzolo en su Diario:

    "Se nos ordena replegarnos con sólo el fusil y casco. Una vez todos embarcados en el Forrest vemos alejarse el muelle y comentamos con el GUIM Barrios y el CPIM Quiñelax el dolor que sentíamos. La columna de humo del PC se va alejando cada vez mis hasta que tocamos muelle en el ex Apostadero. Creo que es el peor momento de mi vida, la impotencia y el dolor es tal que creo que nunca me resignaré a ello. Mientras desembarcamos y voy reuniendo a la Sec. y les hablo para elevarles la moral observo cómo los kelpers con sonrisas de oreja a oreja se divierten señalando al cuadro desordenado que las tropas conforman en la calle que sale del Apostadero y la Costanera."

Acción de desembarco - Versión Británica
Esta acción fue vista por los británicos de la siguiente forma (La batalla por las Malvinas - Hastings y Jenkins):

"Al tiempo que los Guardias luchaban por Tumbledown, una igualmente dramática serie de acciones se desarrollaba al extremo norte de las líneas británicas. Mientras la Brigada 5 presionaba desde el sur, el 2 de Paracaídistas debía tomar Wireless Ridge como punto inicial desde el cual el 3 de Paracaidista lanzaría la fase siguiente del ataque inglés en la noche del 14 de junio. El SAS propuso distraer la atención del ataque de los infantes de Marina. Hasta ese momento, el cuerpo de Baxter, al mando del Escuadrón de Ataque de los infantes de marina. Hasta ese momento, el Cuerpo de Baxter estaba reducido a un servicio de taxi naval en la bahía de San Carlos. Él estaba ansioso por contribuir de modo más directo a la batalla.

En la noche del 12 de junio, 4 de sus hombres desembarcaron en la isla Kidney, al noroeste de Wireless Ridge. Se mantuvieron ocultos durante el día y en la noche del 13 salieron para cumplir una rápida gira de ataque a las posiciones enemigas en el confín este de Wireless Ridge.

Ya en ruta, se le sumaron 20 hombres del Escuadrón D, SAS que había cumplido el ataque a la isla Borbón, junto con un equipo SBS. El objetivo de la operación consistía en una maniobra diversionista lo mas ruidosa posible para distraer de las actividades del 2 de Paracaidistas en el oeste. La partida estaba apoyada por 60 hombres de los escuadrones D y G que darían cobertura cercana de fuego de mortero, Milan y GPMG desde la orilla norte de la caleta.

Apenas tocaron la playa, se descargó sobre ellos fuego abrurnador de artillería antiaérea. Los vehículos (debe referirse a los botes) del Escuadrón de Ataque fueron alcanzados y dañados, y la partida debió batirse en retirada hasta lugar seguro. Un barco hospital argentino encendió inmediatamente sus faros rastreadores e iluminó el área. Antes de que la partida pudiera ponerse a cubierto, dos SAS y un SBS fueron heridos.

Fue una operación aparatosa, que a muchos oficiales pareció más propia de la piratería que de las artes militares, y que estuvo de resultar un desastre. Pero es muy posible que haya contribuido a la convicción de los argentinos de que se encontraban atacados por tres frentes".

www.aposmalvinas.com.ar

Extractos traducidos del libro "Special Forces´s Pilot" del Cnl (R) Richard Hutchings​ Parte 10 (ultima parte)

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por el forista TORDO79 (Zona Militar)

"....El vuelo a Londres- ¿Cómo, no hay Interpol? 
Eran las 16.40 horas del 26 de mayo cuando el vuelo de LanChile dejó las fronteras de Santiago hacia Madrid, vía Río de Janeiro. El tiempo de vuelo a Río fue de menos de dos horas, así que planeé mantenerme despierto en esta etapa del viaje, y dormir durante la siguiente etapa mientras la aeronave cruzara el Atlántico durante la noche hacia España.

Estaba sentado junto a mi esposa honoraria, Gillian. “Wiggy” estaba en la fila inmediatamente detrás y Pete y su compañera estaban en la fila inmediatamente detrás de la de “Wiggy”. Los primeros pocos minutos del vuelo fueron irrelevantes, pero no pasó mucho hasta que nuestra paz fue groseramente interrumpida. España era la sede de la Copa Mundial de Fútbol de 1982, con la primera ronda programada para empezar en poco menos de tres semanas. Desafortunadamente, los miembros de los cuerpos de prensa chilenos que cubrirían la Copa Mundial eran pasajeros de aquel vuelo. 

Poco después de que la aeronave se niveló en su curso y el Capitán desactivó las señales de los cinturones de seguridad, algunos pasajeros comenzaron a moverse por el avión y no pasó mucho tiempo antes de que algunos periodistas nos reconocieran a “Wiggy”, a Pete y a mí, algunos de los cuales habían asistido a la conferencia de prensa. Algunos de ellos nos pidieron entrevistas y nos querían tomar fotografías. Yo me negué amablemente a darles permiso y le pregunté a una de las azafatas si podía hablar con el Capitán por un asunto urgente.

Su respuesta fue preguntarme, “¿son ustedes los tres pilotos británicos?” A lo cual respondimos al unísono, “No, señorita, somos turistas”. Sin embargo fue otro momento de “Hola, Hola”. Mi petición fue concedida y los tres fuimos invitados a la cabina para conocer al Capitán. Cuando le expliqué a él nuestra situación y nuestra renuencia a ser expuestos a la prensa, fue muy comprensivo y nos invitó a los tres a quedarnos en la cabina de vuelo por el resto del viaje a Río.


Luego de casi dos horas, la tripulación comenzó a maniobrar la aeronave para su acercamiento previo al aterrizaje. Desde nuestra posición privilegiada en la cabina pudimos apreciar por completo el magnífico escenario alrededor de Río. La aeronave estaba volando en un patrón de acercamiento circular descendente alrededor de la ciudad revelándonos toda el área de construcción anidada a los costados de muchas colinas y los alrededores inmediatos mientras la aeronave acortaba la distancia al aeropuerto. A pesar de la oscuridad, la vista era impactante. Con montañas costeras y bosques de fondo y con el Atlántico al frente, Río disfruta de una maravillosa ubicación escénica. Fue una experiencia inolvidable volar bajo los brazos iluminados y extendidos del Cristo Redentor que nos daba la bienvenida, mientras la aeronave hacía su acercamiento final al aeropuerto, inmediatamente adyacente al mar. 


Seguros en tierra, la aeronave carreteó hasta detenerse. Todos los pasajeros desembarcaron; mientras la aeronave se preparaba para el vuelo nocturno a Madrid, nosotros tres nos quedamos en la cabina durante ese período. Una hora más tarde, los otros pasajeros volvieron a unirse al vuelo, nosotros tres regresamos a nuestros asientos en la cabina, el Capitán encendió los motores y la aeronave carreteó lista para partir. Cinco minutos después estábamos volando una vez más y disfrutando la última mirada a las luces de Río, mientras la aeronave volaba con dirección noreste hacia Madrid. Dos horas después, nos sirvieron una excelente comida, luego de la cual no hubo nada más que hacer que relajarse y dormir la mayor parte de lo que quedaba del vuelo. Mientras contemplaba la noche llena de estrellas, sin luna, mi mente, de tanto en tanto, viajaba a la Guerra de Malvinas. Mis pensamientos eran una mezcla de frustración por no tener noticias del progreso de la guerra y sentimientos de incomodidad por haber dejado a mis camaradas en la Fuerza de Tareas y estar en camino a casa.

A la mañana siguiente, el jueves 27 de mayo, mientras volábamos a una altitud por encima de los 30.000 pies, el amanecer sobre el Atlántico fue un evento colorido y espectacular, no arruinado por ninguna nube. Una hora después de terminar el desayuno, la aeronave inició su largo y bajo descenso sobre el aeropuerto Barajas de Madrid. Era una mañana brillante, soleada en Madrid mientras la aeronave tocaba tierra y carreteaba hacia su puerta. Al aviso del Capitán, nosotros tres nos quedamos en la cabina, mientras los otros pasajeros desembarcaban. Luego de unos cinco minutos o más, la cabina estaba libre de pasajeros. Le agradecimos al Capitán y a la tripulación de la aeronave por su atención, su entendimiento y su hospitalidad antes de dejar la aeronave y seguimos la larga fila de pasajeros que se dirigían hacia inmigración.


Una vez que las formalidades del control de inmigración fueron completadas con nervios, los cinco nos dirigimos hacia las ventanillas de check-in. Antes de dejar la Embajada en Santiago, nos había comentado el Agregado de Aviación que teníamos reservaciones en el vuelo de British Airways a Heathrow en Londres, partiendo de Madrid a las 12.30 horas. Mientras hacíamos tiempo en el área de check- in, Gillian nos dijo que le habían dicho que recogiera los boletos de la ventanilla de British Airways al llegar a Madrid en representación de los cinco y que por lo tanto desaparecería durante algunos minutos.


Mientras tanto, al ver a un miembro femenino de los cuerpos de prensa chilenos haciendo una llamada telefónica desde una cabina telefónica pública, me acerqué para poder escuchar su conversación. Estaba hablando con un agente de Reuters, informándoles que los tres pilotos británicos de Chile estaban en Madrid y que presumiblemente habían reservado en el vuelo BA 455 a Londres, noticias que yo no quería escuchar. El hecho de tener que escapar de un acoso de la prensa en Heathrow, no estaba en mis planes para ese día. Pero luego razoné que si nuestra llegada a Heathrow era esperada por el MoD, entonces los planes para nuestra recepción estarían hechos bien lejos de los ojos curiosos del público y la prensa británicos. Luego de unos treinta minutos, Gillian regresó con noticias de que el vuelo a Heathrow en Londres de BA había sido sobrevendido, así que no había asientos para nosotros. Le conté acerca de la conversación telefónica que había escuchado furtivamente y nos informó que en cambio, había reservado asientos en un vuelo posterior BA 2456, a Gatwick, que saldría de Madrid a las 13.10 horas. Estaba bien hasta ahora.

Mientras tanto, en mi hogar en Crewkerne, Lorraine escuchó un informe al instante de las noticias, en la Radio BBC Bristol, temprano en la tarde, anunciando que “Wiggy”, Pete y yo habíamos reservado un vuelo de BA a Heathrow y que estaríamos llegando a Inglaterra más tarde esa misma tarde. Las emociones de Lorraine al escuchar la noticia estaban mezcladas: por un lado estaba muy alegre de saber que estaba a salvo y en camino a casa; por otro lado, enojada de tener que haberse enterado de mi repatriación por un informe de noticias de la radio. Quizá por la eficiencia de la máquina PR del MoD, o eso creía ella en aquel momento. Pero como lo demostraron los hechos posteriores, las fallas en las comunicaciones no podían ser achacadas a la organización PR del MoD.


De regreso en Madrid, con el proceso de check- in completo, los cinco nos dirigimos a la sala de partidas para esperar nuestro vuelo a Gatwick. Sentados en la sala junto a la puerta de partida, eché un vistazo a los compañeros de vuelo, pero no había ni un indicio de que alguno de ellos supiera quiénes éramos. Eso fue un alivio. Con los cuerpos de prensa chilena que habían dejado el aeropuerto, podíamos al fin relajarnos por un rato. A mediodía anunciaron nuestro vuelo, abordamos la aeronave y tomamos nuestros asientos. Mientras miraba al área de clase ejecutiva, pude ver un ejemplar de un diario inglés. Los artículos de la primera plana eran sobre el hundimiento del HMS Antelope y dos notas sobre nuestra operación en Argentina. Una estaba titulada “Helicóptero choca en misión de combate del SAS”, y el otro “Tripulación de una misión misteriosa, de regreso”, completado con una fotografía de los tres tomada durante la conferencia de prensa la tarde anterior. Fue triste enterarse de la tragedia del Antelope y frustrante leer la especulación alrededor de nuestra operación. Luego de varios minutos de leer, se me ocurrió que muchos de los pasajeros estarían mirando el mismo diario y por lo tanto la misma fotografía. Me hundí visiblemente en mi asiento por miedo a ser reconocido. A las 13.10 horas, la aeronave despegó para el vuelo de dos horas treinta minutos a Gatwick....."


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El Regimiento de Infanteria 5 “ General Felix de Olazabal” en la Guerra de Malvinas

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por el Grl Br (R) VGM Juan Ramón Mabragaña*

El Regimiento de Infantería 5 (RI 5), uno de los Regimientos históricos del Ejército creado el 29 de mayo de 1810, tenía su asiento de paz en la ciudad de Paso de los Libres (Corrientes), integrando los efectivos de la IIIra Brigada de Infantería (Br I III), cuyo Comando guarnecía en Curuzú Cuatiá (Corrientes). Durante 1981 había incorporado sus soldados provenientes de las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones y de la ciudad de Rosario (Santa Fe).


Al momento de producirse los hechos del 2 de Abril, bajo un sistema de incorporación trimestral, disponía de  ¾ de la clase l962 y ¼ de la 63 incorporados. Los primeros instruidos con el periodo de Unidad completo (incluso Ejercicios Finales) y los segundos terminando el Periodo Individual. El primer cuarto de la clase 62, que había sido dado de baja a fines de l981, fue convocado, así el Regimiento pudo marchar a Malvinas  con soldados totalmente instruidos, quedando los de la clase 63 para custodia del cuartel. En cuanto a los oficiales y suboficiales, estos fueron completados con integrantes de otras unidades mas  subtenientes y cabos del último curso de los institutos de reclutamiento.

Producidas la recuperación de los territorios isleños, se recibe  el 3 de abril, la orden de constituir la Fuerza de Tareas “Litoral” , organizada sobre la base a una subunidad de los Regimientos de Infantería 4, 5 y 12 a órdenes del 2do Jefe del  RI 5. El 5 de abril queda  sin efecto la anterior  y se ordena  alistar toda la Unidad para desplazarse hacia jurisdicción del Vto Cuerpo de Ejército, es decir a la Patagonia. Entre esta fecha y hasta el 12 de abril se ejecuta el completamiento del personal y los aprestos logísticas, partiendo entre el l3 y el l8 de abril hacia el sur en tres escalones: dos aéreos hasta Comodoro Rivadavia con la totalidad del personal con equipo y armamento individual,  y el tercero por ferrocarril hasta San Antonio Oeste (Río Negro), y posteriormente motorizado  hasta la ciudad ya  mencionada, integrado por el personal y los medios logísticos incluyendo armas pesadas, munición y víveres para 5 días de combate
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El 18 de abril, reunida la Unidad en Comodoro Rivadavia, recibe la orden de establecer la seguridad en las zonas vitales del litoral marítimo (Pozos petroleros, destilerías, puerto, etc) desde Caleta Córdoba (al N) hasta Rada Tilly (al S), en una extensión aproximada de 20 Km, Al dìa siguiente se recibe la orden de relevar al RI 12  prolongando el sector en 30 Km más, desde Rada Tilly hasta Caleta Olivia, dependiendo para el cumplimiento de esta misión del Comando de la IXna Brigada de Infantería Mecanizada (Cdo Br I Mec IX), con asiento en Comodoro Rivadavia .

El 22 de abril  es relevado  en el cumplimiento de lo anterior por el Liceo Militar General Roca, retornado  a su dependencia orgánica, es decir al Cdo Br I III, debiendo planificar  un movimiento aéreo y marítimo hacia las Islas Malvinas. El Regimiento se reúne en los cuarteles del Regimiento de Infantería 8 en Comodoro Rivadavia, donde se organiza el traslado de la siguiente forma: por modo aéreo se trasladaría el personal con su equipo individual, sus armas livianas y dotación de munición y víveres para 10 días. Por modo marítimo lo harían las armas pesadas ( Mor 120 y Cñ l05 s/r), las cocinas de campaña, la munición y los efectos Cl II y IV de repuesto, también se trasladarían unos pocos vehículos para el remolque de las armas pesadas, la munición y los efectos Cl I, II y IV de Int.; éstos debían desplazarse por propios medios hasta Puerto Deseado; lugar donde embarcarían en el buque transporte mercante Córdoba, a órdenes del Oficial Logístico.

El movimiento marítimo no se pudo realizar, debido a las amenazas navales enemigas, por lo que la Unidad se vio privada por varios días de los elementos que debían transportarse.  Una redistribución efectuada en las Islas entre los elementos  que ya habían arribado, permitió contar con una cocina de campaña de las cinco que le correspondían;  tres Morteros Pesados de los cuatro que debieron cruzar; cuatro cañones sin retroceso de los nueve que correspondían por dotación y ningún vehículo  de los necesarios para el remolque de las armas pesadas,  transporte de la munición y de otros efectos.

 Con las primeras luces del 23 de abril, se inicia el movimiento aéreo. De aquella circunstancia han  quedado algunas anécdotas como los sapucays que emitían los soldados litoraleños cada vez que el avión caía en un pozo de aire; es de destacar que  los aviones de Aerolíneas habían sido configurados sin asientos para aumentar su capacidad de transporte y los soldados se encontraban sentados en el suelo y tomados de los brazos a falta del cinturón de seguridad. El decolaje y el aterrizaje desplazaban a los soldados hacia atrás y hacia adelante, con la consiguiente algarabía que el forzado  movimiento involuntario provocaba.

El 25 de abril y luego de acampar durante dos  días en Pto Argentino, el Comandante de la Agrupación Ejército Litoral (Cte Br I III) imparte la orden de ocupación y defensa de Puerto Howard, en la Isla Gran Malvina, como consecuencia parten en helicóptero el jefe de regimiento, el oficial de operaciones y el de inteligencia para efectuar los reconocimientos de rutina, los que no se pueden concretar por las malas condiciones meteorológicas imperantes al llegar a Pradera del Ganso.

A día siguiente se inicia el movimiento helitransportado y marítimo hacia la isla Gran Malvina. Por modo aéreo se moviliza la Plana Mayor (Pl My) ; las Compañías de Infantería  A y C y la Compañía Comando; por  vía marítima se desplaza la Compañía de Infantería  B y los efectos Clase I (víveres) y V (munición). Es de destacar la penosa travesía de  la Ca I B en el buque Monsunen (pequeño navío de transporte de ganado interisleño), que intentó el movimiento por el N, pero que ante la presencia de submarinos británicos regresó a Pto Argentino y se desplazo por el S de las islas, movimiento que le llevó mas de dos días de navegación con la tropa en la bodega, sentada sobre los cajones de munición y sin salir a cubierta dadas las malas condiciones meteorológicas que imperaron.

El 29 de abril se completó el traslado y se impartió la orden de operaciones para la ocupación y defensa de la posición en Pto Howard, quedando establecida una defensa de zona sobre la base de tres puntos de apoyo (uno por subunidad de infantería) en los 360 grados y una zona central donde se ubicó el Puesto Comando (Pto Cdo), la reserva y la zona de posiciones de las armas pesadas del regimiento.

El 1 de mayo se recibe la alarma de Alerta Roja (ataque aéreo), ante el bombardeo de que es objeto Pto Argentino y que marcó el inicio de las hostilidades. Entre el 2 y l3 de mayo el enemigo llevó a cabo las siguientes operaciones sobre Puerto Yapeyú (denominación que se propuso para Pto Howard, aprobada por el Gobernador Militar de las Islas Malvinas):
-         Sobrevuelo de la posición de la Fuerza de Tarea  (FT) Yapeyú (RI 5 + dos secciones / Ca Ing 3 y
Ca San 3) por aviones enemigos en misiones de reconocimiento.
-      El 9 de mayo un helicóptero enemigo sobrevuela de noche la posición, lanzando bengalas que iluminan la bahía, especialmente el muelle, tratando posiblemente de localizar naves propias que efectuaban el abastecimiento. También esa noche y la siguiente el Radar Rassit  (radar terrestre de corto alcance), detecta movimientos de personal y de helicópteros al N de la posición.

Para mediados de mayo ya es limitado el nivel de abastecimiento de efectos clase I (víveres), faltando en forma total el pan (consumido al 3er dia de estar en la posición) ; la leche en polvo el azúcar y las verduras. Solamente se disponía de cantidades limitadas de porotos, arroz y zanahorias, los que eran estrictamente administrados; P Ej: si quedaba raciones para 5 días, se fraccionaban para que durasen  l2 días, reducidas en volumen y calorías. La carne de oveja, que era muy magra y almacenaba cocida, era lo único disponible sin restricciones; con ella se podía confeccionar una comida diaria. Es de destacar que la FT Yapeyú (con cerca de 1000 hombres) disponía de una sola cocina de campaña (apta para cocinar  250 raciones), ante ello se habían conseguido tambores de 200 lts  de combustible los que, convenientemente “higienizados” suplían a las cocinas, a razón de uno por subunidad.

La cocción duraba entre 4 a 5 horas dadas las características del combustible (turba malvinense) de bajo rendimiento calórico; la adversidad del clima y el escaso periodo de luz, imponían  encender los fuegos después de las 0900 horas y apagarlos antes de las l700 horas, para evitar constituir blancos rentables a los aviones o naves enemigas. Esta situación se vio agravada con el tiempo y produjo un deterioro físico muy importante en el personal que perdió entre el l0 y el 20 por ciento de su peso, provocando graves casos de inanición. Este critico estado de desnutrición nunca pudo ser revertido por cuanto el bloqueo marítimo impidió en forma total cualquier tipo de reabastecimiento. Posiblemente esta adversidad fue uno de los mayores padecimientos, junto al frío, la lluvia y la falta de sol que nos mantenía permanentemente humedecidos.
                                                                  
Para esa fecha se produce el hundimiento del buque Islas de los Estados, en el estrecho San Carlos, frente a nuestra posición; este hecho produjo momentos de gran incertidumbre dado que en el pequeño barco de transporte Forrest, anclado en Puerto Yapeyú, se recibían las noticias por radio que decían textualmente: “Nos dirigimos Hacia Ese...... Nos tiran..Nos tiran  y a continuación una explosión ilumina el lugar del ataque al buque en medio del estrecho San Carlos. De inmediato se trata de restablecer la comunicación radial resultando  imposible, por lo que se trasmite la novedad de lo ocurrido a  Pto Argentino.

En esa época también comienzan a incursionar patrullas terrestres enemigas, que presumiblemente buscaban información y además podrían dirigir el fuego naval con mayor precisión. Se decide buscar información sobre las mismas para lo que se destaca una patrulla a órdenes del Oficial de Inteligencia Capitán Terán compuesta por 2 oficiales, 5 suboficiales y 1 soldado operador de radio, la que debía explorar sobre las alturas de Blof Cove que daban sobre el estrecho, a la vez que observar  tratando de localizar restos del Isla de los Estados. Una fuerte tormenta dificulta la recuperación la que no obstante a  las últimas horas de ese dìa se pudo concretar, disponiéndose el l6 de mayo que el Forrest incursionara en el estrecho San Carlos, en búsqueda de información sobre el buque propio atacado. Solo se encontraron restos de material flotando cerca de la costa de la isla Soledad y se logró rescatar el cadáver de un tripulante del buque hundido, identificado como Sandoval, reconocido mas tarde como integrante de la tripulación del Isla de los Estados. Sus restos fueron trasladados a Puerto Yapeyú, donde es enterrado con los honores correspondientes en el cementerio preparado en cercanías de la localidad.

Se recibe en esa oportunidad también la orden de destacar patrullas terrestres de observación al Monte Rosalía, ubicado unos l5 Km al N de la posición y frente a San Carlos (Isla Soledad). Esta misión se cumple trabajosamente, pues el recorrido debe realizarse a pie, sobre un terreno abrupto, surcado por ríos de piedra, por lo que el desplazamiento insume un dìa de ida y uno de regreso, bajo fuertes vientos y lluvias; a su término el personal destacado  informa la existencia de movimientos enemigos sobre la boca N del estrecho y la isla Soledad.

El 21 de mayo se produce el desembarco enemigo en San Carlos. La noche anterior la posición sufre un intenso bombardeo naval a cargo de dos fragatas británicas que, estacionadas sobre el estrecho y a más de 15 Km al E de la posición, mantuvieron a la FT Yapeyú “aplastada” en los pozos de zorro desde las 2330 horas del 20 mayo hasta aproximadamente las 0600 horas del dìa siguiente sin interrupción, poniendo a prueba el temple del personal y la eficacia de las fortificaciones de la defensa. Afortunadamente solo produjeron 6 heridos, un oficial y cinco soldados. Lamentablemente la propia  respuesta resultó ineficaz, dado que tanto los Morteros  Pesados 120 mm, cuanto los Cañones 105 s/r no tenìa alcance suficiente para dar en el blanco enemigo.

El 23 de mayo cuatro  helicópteros propios cruzan el estrecho desde la Isla Soledad, transportando un Mortero Pesado 120mm, la munición y otros pertrechos. Estando ya casi sobre nuestra isla son atacados por dos aviones Sea Harrier; no obstante los tres Pumas y el Augusta consiguen eludir y tocar suelo entre los cañadones y sus tripulantes ponerse a salvo; en un segundo ataque y ya sobre tierra son destruidas tres aeronaves, salvándose un Puma y el mortero 120mm que transportaba, el que fue recuperado junto al personal por efectivos de la Unidad.

A todo esto y ante la información proporcionada al Cte Agr Ej Litoral sobre incursiones enemigas en cercanías de la posición, es destacada  la Ca Cdo(s) 601 a órdenes del My  Mario Castagneto, la que por unos días opera en misiones de exploración en búsqueda de contacto con el enemigo. Luego es retirada la masa de la subunidad quedando 1 sección a órdenes del Tte 1ro Sergio Fernández, el que continuó con los patrullajes de exploración. Una de esas patrullas a cargo del Tte Jose Duarte, observó un desplazamiento nocturno de una patrulla y le tendió una emboscada. La acción terminó en un enfrentamiento en el que  murió el jefe de la fracción británica  Capitán John Hamilton y fue capturado un suboficial, los que fueron llevados a la posición de la FT Yapeyú. El oficial inglés fue enterrado con los honores que teníamos previstos para los nuestros en el cementerio donde descansaban los soldados argentinos caídos en combate. El suboficial permaneció como prisionero de guerra hasta la finalización del conflicto, en Puerto Yapeyú.              
  
A partir del  primer bombardeo naval del 20/21 de mayo, se produjeron sucesivos ataques desde las fragatas a nuestra posición defensiva, los que nos obligaron a mantenernos  a cubierto, pero vigilantes ante cualquier intento de desembarque y con fuegos de cerrojo preparados con loas armas pesadas de la FT sobre los posibles lugares de acción enemiga, ejecutados en forma selectiva cuando el enemigo bombardeaban desde las fragatas. Estos bombardeos navales que se sucedían cada dos ò tres noches y duraban entre cinco  y seis horas, no produjeron, ningún muerto, aunque si heridos graves  como el subteniente Jose Alberto Miñones, el que no pudo ser evacuado hasta el 4 de junio, en oportunidad del arribo del buque hospital Bahía Paraíso. En cuanto a los ataques aéreos, la unidad sufrió dos. El primero se produjo el 26 de mayo, oportunidad en la que dos aviones Harrier aparecieron sorpresivamente en el momento en que salía el sol, desde esa dirección (E) y a baja altura sorprendieron a los observadores aéreos que solo disponían de prismáticos. Destaco que la FT no contaba con artillería de defensa aérea, razón por la cual había sido instruida para la reacción en conjunto con el arma individual, haciendo fuego a granel hacia arriba, de forma tal que llegara al blanco una masa de proyectiles desde toda la superficie de la posición. Esta acción posibilitaba que algún proyectil impactara en alguna parte vital del avión o en su piloto logrando derribarlo. En la primera pasada, tan sorpresiva e inesperada, no hubo tiempo de reacción y los aviones descargaron sus bombas Belluga sobre la posición de la Ca I C(punto de apoyo S de la defensa) produciendo la muerte de los soldados Caballero Ramón, Sánchez Mario, Maciel Jerónimo; Aguirre  Marcelino, Alegre Raúl y una decena de heridos entre oficiales, suboficiales y soldados. En la segunda pasada, ya bajo nuestra observación y efectuado de S a N y siempre a muy baja altura, la posición reaccionó y el fuego de la armas, entre las que se contaba con un Blow Pipe accionado por personal de la Ca Cdos(s) 601, derribó uno de los aviones, cuyo piloto se eyectó en paracaídas.  Un estruendoso sapucayatronó como grito de guerra ante el Harrier abatido, mientras el otro avión se alejaba y según algunos observadores caía en aguas del estrecho. Inmediatamente de caer el piloto en aguas de la bahía, se abrió un bote de goma salvavidas y un grupo de comandos lo rescató con un precario bote de madera. Llevado al puesto de socorro fue identificado como el 1er teniente de la RAF Jeff Glover, quien había sufrido, además del shock nervioso, una fractura de clavícula y magullones en el rostro, por lo que se prestó la asistencia médica del caso; al dìa siguiente fue trasladado a Puerto Argentino por un helicóptero enviado en su búsqueda.

Así se llega al 4 de junio, periodo durante el cual el personal siguió sufriendo los rigores del clima con fuertes lluvias, vientos y bajas temperaturas, lo que produjo decenas de casos de pie de trinchera y graves estados de desnutrición, dado las escasas calorías que aportaban los víveres disponibles (ya solamente se  comía cordero hervido, una vez por dìa), Según los médicos, una dieta mínima para enfrentar los rigores del clima, el stress de combate, la falta de descanso nocturno (oportunidad en la que se producían los bombardeos navales) exigía  proporcionar entre 4500 y 5000 calorías diarias, mientras que con los víveres disponibles solo se proporcionaba entre l000 y l500. Es de destacar que el último desayuno consistente en un jarro de mate cocido, se tomó el 25 de mayo para festejar el dìa patrio, oportunidad en la que ese mediodía se cantó el Himno Nacional de pie en cada uno de los pozos de zorro  o posición de arma pesada o puesto de comando. En la fecha antes mencionada llegó el buque hospital ARA Bahía Paraíso, el que evacuó personal herido y desnutrido.

Los días posteriores continuaron bajo el cerco marítimo y aéreo de la posición y los bombardeos navales que casi todas las noches asediaban la posición.. Así se llega al 11 de junio, oportunidad en la que se recibe la orden de operaciones 1001 del Cdo Agr Ej Litoral. Esta orden, que llegó cifrada, nos sorprendió, pero también nos esperanzó por su contenido. En síntesis disponía el alistamiento para que, con parte de los efectivos , constituyéramos una FT reducida pero con el mayor poder de fuego disponible, para estar en condiciones de operar en la retaguardia enemiga en la isla Soledad. Expresaba que luego de una selección de personal en aptitud física, se solicitaran necesidades de material, munición y equipo para ser transportado por modo aéreo o naval a una zona al O de la isla Soledad, para que desde allì y bajo la autoridad de un comando a designar y con otras tropas se reconquistara Darwin y se ejecutara un ataque sobre la retaguardia de las fuerzas británicas, las que ya se aprestaba para iniciar el ataque final a la posición defensiva de Pto Argentino. Lamentablemente esta operación nunca se concretó, pese a que la unidad efectuó los requerimientos y realizo la planificación inicial de la misma.



El l4 de junio a las 1600 horas aproximadamente, se recibe una comunicación en claro del comando superior, donde se ordenaba estar en escucha permanente, dado que el comandante iba a mantener una conversación directa con el jefe de la FT Yapeyú. Esta conversación nunca se produjo. A las  dos horas se recibe otro mensaje en claro del Cte Br I III (Agr Ej LITORAL), que en resumen expresaba lo siguiente: El Cte Mil Conj  Malvinas  ha ordenado el “cese del fuego” en todo el ámbito del TO Malvinas, debiendo en consecuencia tomar una serie de medidas para el traslado al continente, a orden, de sus efectivos , sea en buques propios o británicos; deberá replegar los elementos de seguridad avanzados de la posición; dispondrá la prohibición de abrir fuego, salvo ante agresión directa del oponente; la entrega de los bienes en las mismas condiciones con que se recibieron; el dìa 15 de Junio, personal jerárquico de las fuerzas británicas, previo contacto telefónico, se hará presente por modo aéreo en el sector bajo su responsabilidad  a efectos de la entrega del mismo; no se efectuará ceremonia alguna, ni se firmará ningún documento; las banderas de guerra se mantendrán enfundadas en poder de la jefatura de unidad; se observará una conducta digna de las mas caras tradiciones del Ejército.

Recibido y analizado a las luz del Código de Justicia Militar, se decidió que la orden taxativa de “cese del fuego” equivalente a “tregua” o “cese de hostilidades”, debía ser acatada, para no transgredir lo prescripto en el  artículo 741 del mencionado Código. Muy distinto hubiera sido si se hubiera recibido la orden de “rendición”, la que de acuerdo al artículo 750 del mencionado Código, hubiera dejado al jefe de unidad en libertad de acatarla o no de acuerdo a varios factores a evaluar: situación de personal, nivel de munición y armamento y/o de víveres , etc que permitieran o no seguir la lucha. Esta orden de rendición, que posteriormente se impartió a las tropas en Pto Argentino, no llegó nunca a la FT Yapeyú ni a los efectivos que estaban en la isla Gran Malvina, cuyas jefaturas, sin ninguna otra comunicación con sus comandos superiores directos, tanto en las islas Malvinas, cuanto en el TOAS, se rigieron por la única orden recibida de “cese del fuego”. Tal cual se había establecido en esta orden, al dìa siguiente se hizo presente un coronel de infantería de marina británico para recibir el sector y coordinar la evacuación de las tropas argentinas. Luego de los correctos saludos protocolares, nos reunimos para acordar actividades y allí me enteré por boca del oficial inglés de la rendición final acordada el dìa anterior, la que cambiaba algunos aspectos de la orden de cese del fuego recibida; ahora debía embarcar las tropas sin armamento, el que quedaría en poder de los británicos. El coronel ingles me indicó que tanto yo, cuanto los oficiales argentinos íbamos a conducir el repliegue y embarque en naves británicas, para lo cual podíamos permanecer armados hasta finalizada la operación. Luego de impartir las órdenes correspondientes, se efectuó el repliegue, dejándose el armamento en una cancha de fútbol (previa destrucción de alzas, aparatos de puntería, percutores, etc, aspecto ordenado consuma cautela). Luego llamé a mi Ayudante el Tte Jorge Santiago para que junto con el Tte Bernabitti, tomaran la Bandera de Guerra de mi Puesto Comando, le sacaran la funda y la cuja, destruyeran ambas, envolvieran el paño y la corbata en una toalla y la ocultaran en mi bolsón  portaequipo. Así se salvó de caer en manos de los británicos ya que no me revisaron ni aquí, ni en otros lugares por donde pase hasta que, cuando nos trasladaron desde el lugar de detención en el frigorífico de San Carlos  al buque ingles Saint Edmund, un soldado que me hizo vaciar el bolsón, la descubrió y la retiró, siendo devuelta luego por el mayor ingles a cargo de los prisioneros ante mi pedido; hoy esa Bandera de Guerra luce en el Museo Histórico del RI Mec 5 “Grl Félix de Olazábal”.

Volviendo al acto anterior, es decir a la operación de evacuación y embarque de los efectivos de la FT Yapeyú acordada con el Oficial Superior inglés, esta se cumplió en un par de horas y a su finalización presenté a los oficiales a la mencionada autoridad y respondiendo a su actitud de caballero, hicimos entrega de nuestras pistolas y el suscripto no fue revisado. En esa oportunidad el coronel me indicó que tanto yo, como el 2do Jefe, el oficial de inteligencia, el oficial de ingenieros y un oficial por subunidad permaneceríamos en tierra a fin de proceder a la localización de los campos minados, aspecto que se cumplió con el registro correspondiente.
                   
Habían finalizado las operaciones militares y me embargaba una mezcla de sentimientos: tristeza por el desenlace no deseado; satisfacción por estar convencido que se había cumplido hasta el máximo de nuestras posibilidades y agradecimiento a Dios por haberme permitido conducir una unidad en situaciones límites, las que pusieron a prueba el temple del soldado argentino.

Luego vino el embarque, al dìa siguiente, en  helicópteros hacia el Puerto San Carlos, donde permanecimos como prisioneros de guerra en el frigorífico local durante l5 días y otros l5 embarcados en el buque inglés Saint Edmund, el que nos desembarcó, el 15 de julio en Puerto Madryn. Fueron, estos treinta días de prisioneros de guerra, vividos muy intensamente; allí se cruzaron sentimientos de nostalgia, tristeza e incertidumbre sobre nuestro futuro; pero donde no faltaron fuertes lazos de camaradería y solidaridad hacia quienes se sentían espiritualmente caídos o tenían menos elementos para la dura vida en cautiverio. Donde tampoco faltaron anécdotas inolvidables; fortaleza espiritual y muestras de profundo patriotismo, como la celebración del 9 de julio, oportunidad en la que con todo fervor cantamos el Himno Nacional Argentino, respetuosa y silenciosamente escuchado por nuestros ocasionales guardianes británicos.

Han pasado 22 años; los sueños de recuperación de la soberana sobre nuestras queridas Islas Malvinas no decaen; el mundo fue testigo que dimos todo por ellas. Hasta 1981 existía, anualmente, una simple y formal presentación ante las UN, jamás tenida seriamente en cuenta. A partir del 2 de abril de l982 no solamente el mundo tomó conocimiento de que nuestros reclamos eran serios, sino que además el Comité de Descolonización de la UN aceptaría la discusión de la soberanía sobre las ellas y los archipiélagos del Atlántico Sur. Es decir que se reconocía que el reclamo de soberanía sobre estas tierras era válido, cosa que antes ni se mencionaba. Como consecuencia, se instò a los gobiernos de la Republica Argentina y del Reino Unido a entablar conversaciones sobre este asunto.

Creo, sin temor a equivocarme, que la Gesta de Malvinas no fue un esfuerzo en vano para gloria de los héroes que descansan el sueño eterno en sus tierras y sus mares adyacentes.
  
*El autor con el grado de Coronel se desempeñó como jefe del Regimiento de Infantería 5 (FT Yapeyú) durante la guerra de Malvinas. En la actualidad es Jefe Honorario de dicha Unidad y socio activo de nuestra entidad.

Bélgica en la Guerra de las Malvinas

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Interesante aporte de la página de Facebook "Malvinas: Tras los submarinos ingleses" sobre un actor inesperado que se dió a conocer hace poco tiempo, una prueba más de la cantidad de información que todavía permanece oculta a nuestros ojos 

Por Christian A. Widmann

Dos días antes de que se concretara con éxito la Operación Rosario, las autoridades políticas británicas dieron via libre a sus comandantes militares para que se pusiera en marcha una la maquinaria bélica de la corona. Bajo el nombre de “Corporate”, una operación militar de envergadura inusitada para los ingleses desde la II Guerra Mundial, se comenzó a desarrollar. A fines de Marzo, se había ya decidido y ordenado el despliegue de submarinos nucleares de la Royal Navy al Atlántico Sur, aunque tal eventualidad llevaría algunos días mas (.Existe un excelente artículo en el que se analiza como los medios de comunicación jugaron “a favor” de los mandos navales británicos en esos días finales de Marzo, al informar sobre la sucesiva partida de no uno, sino al menos dos submarinos nucleares hacia el Sur. De esas “informaciones neutrales”, se habrían servido las autoridades militares argentinas para ordenar la partida urgente de la FT 79 el 28 de Marzo, que ejecutaría con celeridad la Operación Rosario cuatro días después. Ver: Amendolara, Alejandro. “El Submarino Fantasma” en ElSnorkel) En el proceso, la RAF sería informada de la necesidad de adelantar efectivos a Isla Ascensión, a mitad de camino entre Gran Bretaña y el esperado teatro de guerra; en una demostración de eficiencia, los primeros efectivos de esa fuerza llegarían a la isla atlántica algunas horas después de que los efectivos argentinos hubieran recibido la rendición del Gobernador británico Rex Hunt.

Durante los días que siguieron al 2 de Abril, todas las fuerzas militares británicas se abocaron con especial énfasis a obtener información e inteligencia militar sobre las fuerzas argentinas. En este rubro, el conocimiento enciclopédico de los servicios británicos, se vio prontamente aumentado por la llegada de informes en detalle de al menos dos fuentes: la CIA norteamericana y los Servicios de Inteligencia de Chile, especialmente los de la Fuerza Aérea y la Armada del país sudamericano. El rápido y fluido contacto con las naciones europeas occidentales, con las que conformaba tanto la OTAN como la por entonces Comunidad Económica Europea, permitió a los servicios de información británicos hacerse una rápida y muy certera idea sobre los medios de que, tanto la Armada como la Fuerza Aérea Argentina, pudieran disponer. En este sentido, además de los obvios contactos con fabricantes británicos, el acceso directo a las máximas autoridades políticas de Francia y Alemania sería determinantes.

Sin embargo, como suele ocurrir en estas eventualidades, los imprevistos tienden a superar todas las planificaciones y previsiones. El acceso a información de inteligencia desconocida previamente, pronto expuso nuevos problemas. Conocer los órdenes de batalla, las tácticas y formaciones usadas, las frecuencias de radio y Bases de Operación de los enemigos con detalle, no obviaba el hecho de que se desconocía práctica y fácticamente como operar contra un enemigo dotado de los medios de que disponían los argentinos.

Asi las cosas, prontamente se vieron las distintas fuerzas británicas en la obligación de buscar por si mismas las posibilidades de acceder a –cuanto menos- “inteligencia técnica” sobre los medios a enfrentar. Actualmente, se acuerda en lo determinante que para los británicos resultaron los aportes francés y norteamericano en torno a esta cuestión, pero suele pensarse que, mas o menos, en torno a esos dos países termina el tema. Un documento liberado al público por los británicos a fines de 2012, aporta información sobre el involucramiento de un país inesperado: Bélgica.

Ejercicio STINGER
Para la segunda semana de Mayo de 1982, los británicos ya habían logrado desplegar su Flota en torno a Malvinas, habían producido la recuperación de las Islas Georgias, habían comenzado tareas de recolección de “inteligencia táctica” en el terreno de las Islas y se preparaban para definir hora y lugar de la que sería la Operación SUTTON. El espacio aéreo sobre las islas parecía no tener dueño: ni la FAA ni los Sea Harrier de la RN habían demostrado interés por ejecutar operaciones que les permitieran garantizar la superioridad aérea en forma continuada. Lo que se observaba de parte de los argentinos, eran veloces y furtivas infiltraciones de aviones con intenciones de interdicción aero-naval, numerosas maniobras de distracción a alturas medias y altas y –en contadas ocasiones- algunas misiones de intercepción aire-aire que casi nunca lograron atraer a sus rivales al combate. La contraparte británica, apenas se esforzaba por ir algo mas allá de la protección de los buques capitales de la flota, aunque volaba sobre las islas mas seguido que los argentinos, montaba misiones de ataque a tierra y de reconocimiento, asi como intentos de intercepción de los incursores argentinos, con una frecuencia cada vez mayor, especialmente después del ataque al HMS Sheffield, el 4 de Mayo.

En este contexto, los encuentros esporádicos que se habían dado desde el 1° de Mayo entre aviones de ambos bandos, especialmente entre cazas Mirage/Dagger argentinos y Sea Harrier británicos, terminaron de convencer a los aviadores ingleses primero, y a sus mandos después, de la necesidad de disponer de mas información sobre las performances, posibilidades y capacidades mas evidentes de los aviones argentinos, especialmente en combates aire-aire. Aunque existía un saldo de derribos que crecía en favor de los pilotos de la Task Force, no existía el convencimiento de que –en ciertas circunstancias puntuales- los argentinos no estuvieran en capacidad de plantear combates en el aire que resultaran en derrotas para los británicos. Y en esta línea de pensamiento, a mediados de Mayo se pensó en la posibilidad de ejecutar ejercicios (en el marco de la cooperación inter-aliados que suponía la OTAN) entre aviones Harrier y Mirage en conjunto con la Fuerza Aérea de Bélgica, que disponía en sus arsenales del caza galo.

El 22 de Mayo de 1982, el Wing Commander A.C. Tolhurst (de una tal “Falklands Cell”), redactó y remitió un informe sobre un ejercicio ocurrido “en algún momento de la pasada semana”. En tres páginas, a las que agregó una cuarta conteniendo comentarios recogidos de un piloto del US Marine Corps sobre el desempeño posible y probable del A-4 Skyhawk en combate aire-aire, el informante refirió con precisión y síntesis lo acontecido en los cielos de Bélgica. 

Esencialmente, en una docena de subtítulos, el autor explica que los encuentros aire-aire se ejecutaron en modalidad “1 contra 1” y “dos contra dos” (1 vs 1; 2 vs 2), con pilotos que sumaban en torno a las 400 horas/vuelo para el avión británico y mas de 1500 para el modelo francés. Habida cuenta de la falta de elementos físicos apropiados, se eligió evaluar las performances de ambos modelos en la “configuración limpio” (aunque con tanques de 500 litros para el Mirage III), por lo que debió simularse la dotación armamento, el que resultó ser el mismo para los dos modelos de avión (AIM-9G Sidewinder G y cañones). Vale la pena mencionar que todos los encuentros quedaron registrados en soporte audio-visual (probablemente, video y film de celuloide, como era habitual en la época).

En torno a las limitaciones geográficas para la simulación, se establecieron mínimos y máximos de altitud (10.000 y 24.000 fts), ninguna restricción “en horizontal”, y las velocidades mínimas y máximas propias de cada modelo (para el caso del Mirage III, se impusieron 200 nudos de mínima y “supersónico libre”, por ejemplo). Al mismo tiempo, se estipuló que cada encuentro comenzaría fuera del alcance visual de los pilotos involucrados, por lo que los aviones volarían “en recíproco” desde distancias de alrededor de 15 NM (Millas Náuticas)

Enseñanzas y Conclusiones rápidas
Entre las conclusiones que para los observadores británicos arrojó el Ejercicio STINGER, vale la pena destacar las siguientes:
a) Si un piloto de Harrier obtenía contacto visual primero que el piloto del Mirage, este último jamás pudo obtener un derribo en el encuentro aire-aire;
b) los camuflajes de ambos aparatos (de acuerdo al uso de cada Fuerza Aérea, que en el caso de la belga era muy similar al empleado por los aviones de las VI y VIII Brigadas de la FAA) resultaron totalmente inapropiados para los combates aire-aire en las alturas propuestas por el ejercicio;
c) ambos aparatos presentaban limitaciones muy importantes de retrovisión;
d) pese a tener superficies alares similares, el modelo alar “delta” de los Mirage, los hacía mas fácilmente visibles a mayores distancias;
e) las bajas velocidades y capacidades de maniobras (imposibles para el Mirage), redundó en una tasa de supervivencia muy alta del pequeño avión inglés, especialmente porque los pilotos belgas encontraban sumamente difícil mantener el contacto visual con el enemigo una vez empezado el combate;
f) en un combate cerrado de persecución, el Mirage siempre llevaría las de perder, al punto tal de resultarle incluso muy difícil desprenderse y romper el contacto;
g) se apreció una tendencia muy marcada de los pilotos británicos a disparar sus misiles a distancias bien por debajo del alcance máximo teórico de esos ingenios

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La epopeya de los Hércules

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por Luis Satini

Desde los primeros minutos del desembarco argentino en las islas Malvinas, el 2 de abril de 1982, se incorporó a la trama un personaje que no dejaría la escena sino hasta horas antes del trágico final, el 14 de junio de ese mismo año. Y cumplió su vital papel a pesar de tener que actuar en notoria inferioridad de condiciones. Solitario y sin defensa posible. Desde el primero hasta el último minuto. Esa fue la actuación de los C-130 Hércules dela Fuerza AéreaArgentina en la guerra de Malvinas.

Pocas horas después de que el primer soldado argentino pusiera pie en la costa malvinense, aterrizaba en la reducida cinta asfáltica del aeródromo del todavía llamado Puerto Stanley, el primer Hércules. Iniciaba así una larga, y prácticamente ininterrumpida, cadena de comunicación con el archipié1ago que llegaría a convertirse en un verdadero cordón umbilical para los aislados soldados argentinos.

Durante todo ese mes de abril los “transporteros” de la Fuerza Aérea cubrieron innumerables veces sin mayores problemas, el trayecto entre el continente y Puerto Argentino. Su misión era, fundamentalmente, la específica del escuadrón y se llevó a cabo sin sobresaltos. Pero la situación creada entre la Argentina y el Reino Unido se fue deteriorando rápidamente y las posibilidades de un arreglo pacífico se fueron esfumando lenta pero inexorablemente.

El 25 de abril se llevó a cabo la que sería la primera misión de guerra dela Fuerza Aérea Argentina contra los británicos. Aunque finalmente se vió frustrada por diversos factores adversos, fue una pauta crudamente real de lo que habría de venir pocos días después. 

En esa oportunidad se planificó atacar con los bombarderos MK.62 Canberra algunos buques ingleses que se encontraban en las cercanías de las islas Georgias del Sur. Se escogieron los Canberra, de lenta maniobrabilidad y prácticamente nulo poder autodefensivo, por ser los Únicos con el alcance suficiente -se debían recorrer unos 4.000 km    en total- como para poder operar sobre las Georgias. Tres bombarderos serían acompañados entonces por un Boeing 707, mientras que un KC-130, cuyo tanque de combustible extra para realizar reabastecimientos en vuelo le otorga una autonomía considerable cuando utiliza ese carburante para su propio consumo, se encargaría de la exploración lejana.

Fue precisamente el Hércules el que informó sobre las malas condiciones meteorológicas sobre el blanco y que además los buques a atacar estaban dentro de la bahía Cumberland, lo que prácticamente imposibilitaba la maniobra de los Canberra. Se frustró así esa primera misión, que ya no podría repetirse, porque la guarnición argentina en Grytviken se rindió poco después a la fuerza expedicionaria británica.

Bloqueo burlado
Finalmente llegó el 1 de mayo y con él, el estallido de la guerra, Los Vulcan y Harrier británicos tomaron como blanco principal la pista de Puerto Argentino en tanto que la flota inglesa se cerro sobre las islas. A partir de ese momento la situación se acercaba a un punto crítico para la operación de aviones de transporte.

Es que desde un punto de vista estratégico, el accionar de los Hércules revestía considerable importancia dado que, en primer lugar, los abastecimientos que se podían llevar a las islas no solo eran fundamentales para la supervivencia de los defensores sino que se convirtieron en la única fuente de alimentaci6n ya sea en pertrechos, material sanitario, personal de relevo, correo, y al mismo de tiempo de evacuación de los heridos.

Es decir, un verdadero “cordón umbilical” entre los que estaban en las islas y el continente.
Y tal vez mas que desde el punto de vista material -aunque obviamente sin disminuir en absoluto este aspecto, la actuación de los C-130 tenia mucho que ver con el apoyo psicológico a las tropas en Malvinas, que tenían así una constante prueba de que no se los había olvidado. Pero este mismo factor psicológico podría convertirse en su punto débil, porque para los atacantes británicos cortar los vuelos de los Hércules hubiera sido un hecho impactante al dejar completamente aislados física y moralmente a las tropas argentinas.

Pero no ocurrió así y de ahí que crece en importancia la operación de estos pesados pero nobles aparatos de transporte.
Para que esos vuelos pudieran llevarse a cabo felizmente debían concurrir los esfuerzos combinados de mucha gente, además de las propias tripulaciones. Resultaba imprescindible, en primer lugar, el esfuerzo de todos los servicios técnicos para apoyar la operatividad de los aviones, pero también era necesario el de los encargados del transporte en sí, quienes debían preparar los bultos convenientemente y a tiempo para su traslado, del personal médico que iba a bordo para atender lo relativo a las evacuaciones, de los servicios de comunicaciones y de los trabajos de inteligencia desarrollados en las islas para discurrir la manera mas segura para que los Hércules pudieran entrar y salir dentro de parámetros de riesgo aceptables.

Desde el punto de vista de las tripulaciones, todos y cada uno de ellos debieron recurrir a sus mejores conocimientos en lo que se refiere a volar un Hércules, que indudablemente es un avión de grandes cualidades pero que en las circunstancias se impuso llevarlo, y aún en ciertos casos traspasar el límite mismo de su capacidad.

En general, el avión partía muy pesado de Comodoro Rivadavia, con mucho combustible a bordo para poder cumplir el trayecto de ida y vuelta sin contratiempos, dado que la ruta, que normalmente requería unas dos horas del continente alas islas (gracias al empuje del viento a favor) y unas dos horas veinte el retorno, podía extenderse a veces a tres o cuatro horas para ir y otras tantas para volver.

La mayoría de los vuelos eran nocturnos, por lo que al llegar a la pista, que tenia un hueco producido por una bomba a unos 700 u800 metrosde la cabecera habitualmente en uso, la denominada 2-6, se encontraban con el inconveniente suplementario de que el balizamiento eléctrico había quedado fuera de servicio y, por otra parte, tampoco se podía contar con un balizamiento a “bochones” completo ,porque eso le daría al enemigo un indicio seguro de que había una operación aérea en el lugar. De manera que normalmente aterrizaban con esas limitaciones de pista, que quedaba reducida a un ancho aproximado de unos 20 metros, tal vez menos, y con una sola línea de balizamiento por bochones, que a su vez tampoco era una línea completa sino que a lo largo de toda la cinta asfáltica había seis o siete. La única compensación para los pilotos era el haber operado asiduamente antes de que se estableciera el cerco británico, de manera que conocían muy bien la pista y los puntos de entrada.

Otra ayuda con la que contaban era un emisor de láser óptico con que se le apuntaba al avión desde el extremo de la pista para indicarle la dirección pero ocurría que no siempre se lo podía usar, principalmente por causa de la mala visibilidad y por otra parte el piloto no siempre lo veía bien. Es que como se trataba de una emisión muy puntual, si no estaba exactamente apuntado se dificultaba su ubicación.

Para los pilotos, el hecho de volar muy bajo, sin referencias visuales exteriores, basándose únicamente en las indicaciones del instrumental y de las comunicaciones, sin poder apelar al piloto automático, precisamente por la escasa altitud de vuelo, convertía la tarea en algo agotador, a lo que había que sumar la gran tensión por la situaci6n bélica que se vivía.

Una misión tipo de los C- 130 se iniciaba a eso de las siete de la tarde y podía terminar de regreso en el continente a las dos o tres de la madrugada.

Salir, recurrir constantemente a los instrumentos, intentar ver el suelo, luego buscar la pista una pista corta mal iluminada y demás inconvenientes, no era del todo cómodo. “En realidad, no era cómodo en absoluto”, recuerda ahora uno de aquellos pilotos.

Al mismo tiempo, la vulnerabilidad inherente al avión de transporte hacía que todo finalmente dependiera de la situación táctica sobre Malvinas, porque si el radar de Puerto Argentino detectaba algún buque enemigo en una posición tal que representaba una amenaza cierta para el Hércules, se le ordenaba regresar y Cancelar la misión, algo que ocurrió una veintena de oportunidades a lo largo de todo el conflicto.

Cuando finalmente el avión aterrizaba en Malvinas, ni siquiera detenía los motores. Simplemente se dirigía al fondo de la pista y ahí giraba. La carga se bajaba como se podía, cuanto más rápido mejor, por lo que se iban dejando en el suelo de cualquier manera y enseguida se comenzaba a subir las camillas y el personal a evacuar. Ya acomodados, aceleraban los motores y una vez más en el aire. “Cuanto menos tiempo en tierra, mejor”, era la frase más utilizada en ese momento. Así que entre descargar y subir a los evacuados se demoraban unos veinte minutos.

Por supuesto, como la descarga de bultos se realizaba a medida que el avión se movía, la pista se iba “acortando” para el despegue, por lo que al final terminaban decolando en 750 u800 metros. Y otra vez la tensión de volar pegado al agua, que se mantenía hasta haberse alejado por lo menos unos150 kilómetrosde las islas.

En muchos casos, cuando estaban en el aeródromo las tripulaciones de C-130 debieron sufrir una “alarma roja”, es decir, el aviso de un ataque inminente y en esos casos el procedimiento era cortar los motores y buscar una cubierta hasta que pasara el peligro.

A pesar de los periódicos relevos, el desgaste para los tripulantes fue realmente enorme. En general cumplían cinco o seis días en Comodoro Rivadavia haciendo vuelos a Malvinas y luego tenían un descanso de dos días.

En realidad, viajaban a Buenos Aires en descanso una tarde, se quedaban ahí esa noche, todo el otro día y a la mañana siguiente regresaban al teatro de operaciones.

Por otra parte, paralelamente se cumplían dentro del país una serie de vuelos, aunque no estuvieran directamente involucrados con el frente de combate, especialmente con cargas para el Ejército, a las distintas guarniciones en Comodoro Rivadavia o Río Gallegos.

Harrier contra Hércules
Aunque entre el 1 de mayo y el 14 de junio los C-130 realizaron unos sesenta vuelos sobre Malvinas, algunos de los cuales eran misiones de exploración para ubicar buques enemigos, sólo se registraron tres casos de ataques directos a los Hércules y de ellos un único caso con consecuencias fatales para el avión y sus tripulantes. 

La explicación a esa suerte de “pasividad” por parte británica sólo puede ser materia de especulación, ante la falta de datos confiables. Entre los pilotos argentinos es creencia generalizada que en primer lugar los ingleses no creían realmente que los Hércules viajaban continuamente a las islas y que los partes argentinos que informaban acerca de esos vuelos eran simple producto de la llamada “propaganda de guerra”.

Por otra parte sabían, y en este punto sí estaban en lo cierto, que la pista de la capital isleña no tenía balizamiento y que la torre de vuelo había sido destruida por los bombardeos. No hay que olvidar tampoco que para los británicos el aeródromo había sido alcanzado por varios impactos de bombas, cuando en realidad no eran más que cráteres simulados preparados por el personal de construcciones de la base aérea militar Malvinas. El hecho concreto es que los Hércules pasaron. 

El primer caso de un C- 130 interceptado ocurrió el 20 de mayo, cuando dos aviones burlaron, una vez más, el bloqueo británico y se aprestaban a aterrizar en Malvinas. Sólo pudo tomar tierra el primero, ya que un fuerte viento cruzado obligó al restante a emprender el regreso.

Justamente en la maniobra de retorno fue detectado por los radares de la fuerza de tareas inglesa, que inmediatamente despachó dos PAC (patrulla aérea de combate) de Harrier en su persecución. El Hércules apeló a su única defensa: volar al ras de las olas y dirigirse directo al continente. Como la baja altitud dificulta la detección por radar, el comandante del Hércules perseguido decidió hacer un giro de 90 grados para poner rumbo norte, con la secreta esperanza de que los Harrier no se percataran de la maniobra y lo perdieran. Así sucedió y los cazas ingleses siguieron de largo. Finalmente, el avión argentino volvió a cambiar de rumbo para poner proa a casa definitivamente, donde aterrizó sin mayor novedad.

La siguiente acción que involucraría a un Hércules, el 1 de junio, se convertiría en la única baja en acción del escuadr6n.

Ese día el Hércules matrícula TC-63 se encontraba realizando tareas de exploración y reconocimiento, una misión de evidente riesgo que motivó a los pilotos a que apodaran esos vuelos como “el loco”. Poco antes del mediodía los equipos de a bordo del aparato argentino indicaron que estaba siendo “iluminado” por un radar enemigo, por lo que inmediatamente inició las maniobras de evasión previstas. Pero la diferencia de perfomances entre los Harrier y el Hércules convirtieron el hecho en un simple juego del gato contra el ratón.

Los dos primeros misiles Sidewinder disparados por los ingleses erraron el voluminoso blanco, pero el tercero hizo impacto en su ala derecha, justo entre los motores. Su suerte estaba sellada. Los ingleses remataron la labor con disparos de sus ametralladoras de 30.mm y el indefenso cuatrimotor cayó despedazado al mar.

Sus tripulantes, vicecomodoro Hugo Meisner, capitanes Rubén Martel y Carlos Krause, suboficial principal Julio Lastra, suboficial ayudante Manuel Albelos y los cabos principales Miguel Cardone y Carlos Cantezano desaparecieron para siempre.

El tercer y último episodio tuvo lugar seis días después, es decir, el 7 de junio. Poco después de las 20.30hs. dos Hércules se aproximaban, en riguroso silencio radial como era norma, a las islas cuando fueron detectados por un destructor que patrullaba al norte de la isla Soledad.

Según recordaron después los propios tripulantes del avión, alcanzaron a ver en el horizonte el resplandor del disparo y eso fue suficiente como para que dieran la alarma de ¡misil en el aire! .El pesado Hércules una vez más puso a prueba su resistencia estructural con un viraje muy cerrado y los motores exigidos a fondo. 

El misil, al parecer, por informes posteriores, un Sea Dart, pasó por un costado y se perdió en la oscuridad de la noche.

Los últimos vuelos
A pesar de que, en el medida que avanzaba el mes de junio, se tornaba más precaria la situación de los defensores argentinos de las islas, los C-130 operaron hasta el último día. Fue así que el 13 de junio -prácticamente a horas de la rendición final– por la mañana aterrizó un Hércules que transportaba munición de 155mm para los cañones argentinos y ya al caer la noche, poco antes de las 20hs, otro C-130 llevó a Puerto Argentino un cañón de 155mm, que fue descargado literalmente a la vista de las tropas británicas que ya dominaban la situación. Este mismo aparato despegó sin inconvenientes y aterrizó en el continente poco después de la medianoche de ese día.

También el 13 de junio los KC-130 cumplieron las misiones finales de reabastecimiento en vuelo para los cazas Skyhawk que operaban por última vez sobre el disputado archipiélago.

En el historial del escuadrón  C-130 quedaban registrados,  entre el 1 de mayo y el 14 de Junio, un total de 60 vuelos, de los cuales seis fueron de exploración, dos efectuaron lanzamiento de carga sobre bases argentinas en las islas, 31 lograron aterrizar en el aeródromo de Puerto Argentino y otros 21 debieron regresar por distintas razones.


En esos vuelos se trasladaron 514 pasajeros y se evacuaron 264 heridos. La carga total transportada fue de 434.396 kg, discriminados en 267.423 kg para el Ejército, 133.973 para la Fuerza Aérea y 33.000 kg para la Armada. Los vuelos de lanzamiento solamente sumaron 17.500 kg, mientras que los KC-130 reabastecieron en vuelo a 279 aviones, incluidos los Super Etendard dela Aviación Naval. Durante esos 74 días de hostilidades, los Hércules y sus tripulantes estuvieron en vuelo 427 horas con 25 minutos.

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El combate final alrededor de Puerto Argentino – (por el capitán Carlos H. Robacio)

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"Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente. 

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia. 

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final. 

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada. 

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla. 

Wireless Ridge

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado. 

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes. 

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Obra” me pedía, "Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa". 

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna. 

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.


Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante. 

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines. 

Tumbledown

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses. 

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge. 

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley. 

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nácar” del BIM5. 

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica. 

Se armó y realizó un contra choque con efectivos del BIM5 y de la Compañía B del RI-6, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado. 

En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa. 

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros. 

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente. 

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,….. 

"poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios" 

Mientras tanto, en el Pony’s Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,….. 

“mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión". 

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Obra” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas. 

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo. 

Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo. 

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina. 

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando. 

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento. 

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown. 

A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme "pues ya la Guarnición se había rendido". Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos. 

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse. 

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse. 

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: " Señor Comandante, estamos listos para el repliegue" y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill. 

El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final. 

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas. 

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado. Este fue el fin de los combates. 

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo. 

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino

13 de Junio de 1982:
16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony’s Pass y rechazada con fuegos de artillería propia. 

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony’s Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino. 

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.
23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony’s Pass. 

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ. 

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material. 

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.
La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.
Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA 

14 de Junio de 1982:
00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada. 

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.
Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA. 

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5. 

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate.
Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina. 

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica. 

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill.
Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores.
En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.
Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ. 

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha. 

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad. 

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca – 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un heli-desembarco británico (seis helicópteros) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.
En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO. 

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL "NO PIC NIC", como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA."

www.salamalvinas.com.ar

Documentos oficiales argentinos confirman que Videla y Fidel Castro se apoyaron mutuamente

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por Juan Ignacio Irigaray

Ya se conocía que la ultraderechista dictadura argentina (1976-1983) y el régimen socialista cubano se llevaron de maravilla. Pero ahora por primera vez han salido a la luz los documentos oficiales y secretos que certifican ese 'romance'.

La web Desclasificación del ministerio argentino de Exteriores ha publicado 70 oficios de la embajada en La Habana que prueban el apoyo recíproco entre dos regímenes en teoría opuestos en lo ideológico.

La mayoría están firmados por el embajador argentino Raúl Medina Muñoz. Y se refieren, por ejemplo, al apoyo de Jorge Videla a Fidel Castro en la ONU para que Cuba ingrese al Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A cambio, La Habana apoyó a Argentina para que fuese reelegida en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC).

Pese a que Cuba impulsó la guerrilla en Argentina desde los años 60, con el 'Che' Guevara entre otros, nunca alzó su voz contra la guerra sucia con que la dictadura de Videla secuestró e hizo desaparecer a esos guerrilleros, arrojándolos vivos al mar en los denominados 'vuelos de la muerte'.

Los representantes de Castro en el Comité de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, jamás votaron las resoluciones de denuncia a la dictadura de Videla. Y los argentinos devolvieron la gentileza absteniéndose de votar contra Cuba.

Incluso Fidel Castro ofreció a los militares argentinos material bélico y tropas para sumarse a la delirante Guerra de las Malvinas que Argentina perdió contra Gran Bretaña por la posesión del archipiélago austral. Gadafi sí entregó armas.

La 'realpolitik' de Cuba se explica en actuaba en Latinoamérica como satélite de la URSS. Y seguía en las relaciones diplomáticas a los soviéticos, que se entendían con Buenos Aires y eran el primer comprador de cereales.

Desde 2003 los Kirchner mantienen relaciones cordiales con Cuba. La presidente Cristina Fernández visitó La Habana en 2009 y pidió ser recibida por Castro. "Lo considero una distinción a todo el pueblo argentino. Él ama profundamente a la Argentina y a los argentinos", declaró entonces.

Para el ministro argentino de Exteriores, Héctor Timerman, el régimen del país caribeño debía incluirse entre "los países dictatoriales" e incluso definió como "presos políticos" a los disidentes apresados. Esa al menor era su opinión hasta 2010, cuando aún no era funcionario y trabajaba de periodista.


www.elmundo.es

Submarinos en la Guerra de las Malvinas 82

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ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra.
Detrás, se aprecia el portaaviones ARA 25 de Mayo

Conforme iban avanzando las horas de aquella jornada del 2 de abril de 1982, el mundo fue testigo de la evolución de las consecuencias de una tensión diplomática que se venía arrastrando en las ultimas jornadas y que acabaría enfrenando en una guerra no declarada al Reino Unido y a la República Argentina.


En los días posteriores y meses después de finalizado el conflicto fueron saliendo a la luz detalles de las horas previas y posteriores a la madrugada de aquel 2 de abril, en que, en la denominada Operación ROSARIO, la Armada argentina y su Infantería de Marina llevarían a término una incursión anfibia sobre la península de Camber, desde Puerto Enriqueta y Puerto Groussac, con la intención de tomar, entre otros objetivos militares, el aeropuerto de la capital y la casa del gobernador. Una vez alcanzados y en las horas posteriores, comenzarían el repliegue ordenado para volver a embarcar, ocupando su lugar las unidades del Ejército que comenzaban a llegar por vía aérea formando parte de otro dispositivo.


La primera participación oficial de un submarino en aquella guerra no declarada fue para facilitar el desembarco de la fuerza principal. Desde el submarino Santa Fe, una agrupación de 10 buzos tácticos, al mando de su jefe, el capitán de corbeta Alfredo Cufré, tenía orden de ser infiltrada en las inmediaciones de Cape Pembroke, playa yorke Oeste, con la intención de balizar los puntos de llegada del resto de la Fuerza. 


Un cambio a última hora sobre el objetivo y una serie de problemas surgidos en el viejo submarino estuvieron a punto de poner en peligro la vida de todos los hombres aquella madrugada. Los británicos, a final de mes, también tendrían su equivalente con un submarino en la Operación PARAQUET, en la que el reconocimiento de la costa y la utilización de tropas especiales fueron determinantes para rendir la guarnición de las Georgias.

Si aquella maniobra del 2 de abril sorprendió a muchos, a unos cuantos no. En las horas previas al desembarco el Reino Unido fue consciente de la realidad que se le venia encima, como lo demuestran los cruces de mensajes entre las islas y la metrópoli alertando de la situación (1). Ante esta realidad, no es extraño pensar que los propios británicos, y otros, tomasen algún tipo de medida adelantándose a los acontecimientos, como apuntan algunos sucesos no esclarecidos aún. En una situación similar, años atrás, tomaron esas medidas en la Operación Journeyman.


HMS Spartan
 
Desde la salida de la flota argentina de puerto el día 28 de marzo, la Embajada británica en Buenos Aires no descansó ni un momento. En la madrugada del 2 de abril, concretamente a las 04:14 Z, y cuando en el ARA Santa Fe se daban las últimas órdenes, las comunicaciones con el Ministerio de Defensa británico eran más intensas que nunca. Se pasaba un mensaje del agregado naval informando, por un comentario de un misterioso ciudadano estadounidense, de la presencia en aguas próximas a Malvinas de uno o más submarinos soviéticos y de tres argentinos. Hoy, 32 años después, sabemos que de todos aquellos que se anunciaron solo había oficialmente uno. Esta información fue llegando y de alguna manera confirmándose por otros medios. Incluso llegó a filtrarse a la opinión pública, como lo demuestra la edición del The New York Times del 14 de abril citando por fuentes de la OTAN la presencia de dos submarinos soviéticos Echo II en las inmediaciones de Malvinas. Para mediados de abril, dichos rumores se habrían de extender al comprobar, por algunos medios más, que algo había bajo el mar.

En la capital de Francia, ese mismo 14 de abril, el agregado naval británico comunicaba, por una filtración desde la Embajada argentina, que había cuatro submarinos soviéticos operando próximos a Malvinas.


Para entonces los primeros submarinos británicos ya estaban en la zona, y el HMS Spartan sería testigo de cómo se minaban los accesos a Puerto Argentino; en las últimas horas del día 16 abandonaría de nuevo la base de submarinos de Mar del Plata el ARA Santa Fe en la que sería su última misión de guerra: transportar el equipo Golf para reforzar el destacamento de Grytviken.


El día 17 de abril llegó la primera señal de alerta a las unidades navales argentinas que se encontraban en la mar ejercitándose desde hacía tres días.


Ese día se había programado el vuelo de un Tracker del Comando de Aviacion Naval (COAN) con la misión de volar a lo largo de la costa argentina, que salió a las 08:00 Z desde la Base Comandante Espora para aterrizar a las 16:00 Z en Río Grande, con la intención de ejercitarse con las diversas unidades navales ubicadas ya a lo largo del mar argentino. En un momento determinado del vuelo, el radarista informó de la aparición repentina de un pequeño eco a 60 millas de su posición. Tras enfilar el blanco, este se desvaneció conforme el avión iba alcanzando el punto del datum. Al llegar a la vertical, se procedió al lanzamiento de una sonoboya y el sonarista advirtió por unos instantes la presencia de una «turbina de alta velocidad». Para entonces el ARA San Luis, que había iniciado su primera patrulla de guerra el día 11 de abril, había llegado a la zona de patrulla Enriqueta, situada a 100 millas al norte de la zona de exclusión británica.


ARA Bouchard

La noche siguiente, la del 18 de abril, siguieron los avisos. El ARA Bouchard, sobre las 21:30 Z, obtendría un contacto sónar que no lograría establecer de nuevo. Para entender lo que pasó y se dijo en aquellos días, hay que remontarse a un documento de la CIA desclasificado bastante tiempo después de aquellos sucesos y fechado el 17 de abril de 1982:


«White house situation room 171715Z APR 82 (top secret codeword.).
1. A group of four Argentine warships was noted to be about 70 miles
south east of their base port of PuertoBelgrano on the evening of 16 april; they
were possibly involved in gunnery firing and tactical exercises. We belive
another group of ships which probably includes the aircraft carrier, is at sea.
We do not know its position…».

(1) Uno de estos mensajes, el incidente con el pesquero polaco Mielmo, sirvió de alerta para dar por hecho el desembarco.

Tal vez sean datos muy concretos y precisos sobre las actividades para haberlos obtenido de un satélite. ya con los primeros submarinos británicos en la zona se les asignaron las misiones iniciales para ubicar a la flota argentina. El 23 de abril, el HMS Splendid tendría su primer contacto con el ARA 25 de Mayo a pocas millas de la costa y próximo a su base de Puerto Belgrano. Las ROE (Reglas de Enfrentamiento) impedían atacarlo y el comandante del sumergible recibió órdenes en ese sentido tras solicitar el ataque, lo que le llevó, por orden superior, a romper el contacto.


Tres días después, a la altura de Comodoro Rivadavia, se encontraría con los ARA Santísima Trinidad y Hércules, acompañados de las tres corbetas en servicio en la Armada Argentina. Nuevas órdenes molestaron al comandante cuando, tras 24 horas, se le ordenó suspender este seguimiento y volver al Norte para ubicar de nuevo al ARA 25 de Mayo, pues consideraba que la formación argentina le llevaría hasta él sin necesidad de tener que buscarlo en el amplio mar. En esos días, el Gabinete de Guerra británico analizó la amenaza del portaaviones, lo que condujo a la implantación de una zona de exclusión total, a la ubicación de los submarinos en zonas y a modificar las ROE para permitir el ataque al portaaviones fuera de la zona de exclusión bajo ciertas circunstancias.


En aquellos días de abril, no solo las aguas próximas al continente llamaron la atención de las fuerzas argentinas, sino que el mar de Malvinas fue zona también de detección submarina. Dos días antes de la llegada de los primeros submarinos británicos, el 10 de abril, la corbeta ARA Granville viviría un incidente con un supuesto submarino a la salida de Puerto Argentino.


Desde el puente aéreo, llegando a Malvinas, los aviones de la Fuerza Aérea alertaron de algunos ecos radar y destellos luminosos, blancos e intensos, procedentes de las entrañas del mar. Señales que desaparecían cuando se investigaban y que dejaron de observarse cuando los aviones, a partir del 1 de mayo, pasaron a no poder volar en condiciones normales. Señales que hoy se sabe no correspondían a las posiciones de los submarinos británicos.



La guerra submarina
Ya en mayo las actividades tomaron un nuevo cariz hasta los diez primeros días del mes, lo que apunta a que algo sucedió y que fue determinante para que estas actividades cesasen, o por lo menos se diesen en lugares remotos y ajenos. Durante este mes queda patente el defectuoso estado de operatividad de los submarinos británicos; todos ellos sufrieron en un momento determinado algún tipo de problema. Citando los más graves, el del HMS Onyx y su colisión a principios de junio, y el HMS Splendid, que lo obligó a retirarse a reparar y que acabó siendo reemplazado por otro submarino, no llegando a ver el final de la guerra.


Otras averías supusieron graves problemas de seguridad para el buque y su dotación. El HMS Splendid hizo superficie cuando empezaron los problemas dentro del radio de acción de la aviación argentina, en plena persecución al ARA 25 de Mayo; y el HMS Conqueror lo hizo un día antes cerca de la posición donde fue hundido el crucero ARA Belgrano (2). 


Precisamente la no recepción de comunicaciones en el HMS Splendid salvaría de nuevo al ARA 25 de Mayo el primero de mayo.

Sea King HAS.5 a bordo del HMS Hermes

De las acciones de combate podemos destacar como la más exitosa el hundimiento del ARA Belgrano por el HMS Conqueror, submarino que llegó a ser detectado posteriormente en la zona del hundimiento, el día 4, por un Neptune. Solo dos veces vivió esta experiencia; la segunda ocurrió el 7 de mayo al NW de Malvinas y le obligó a quitar las seguridades del reactor, cuando un C-130 argentino se topó con uno de sus apéndices La segunda acción en importancia, sin duda, aunque no guardó un orden cronológico, fue el ataque y neutralización del ARA Santa Fe en la Georgias, convirtiéndose en la primera baja de la Armada Argentina.

(2) Este submarino hizo en las Georgias, sin contar los motivos operacionales, más de tres salidas a superficie por problemas. Algo anormal en un sumergible preparado para permanecer meses bajo el agua sin ser detectado.


Un primer enfrentamiento entre un submarino y unidades de superficie con apoyo aéreo se produjo también el 1 de mayo, cuando el ARA San Luis es atacado por las HMS Brillant y Yarmouth, apoyadas por tres Sea King del HMS Hermes. Tras un intento fallido del submarino por alcanzar un blanco, y dos intentos de huida, permanecería en el fondo hasta el día siguiente bajo la presión de ataques esporádicos con cargas, hasta que desistieron en darle caza. Cinco días después se producirá un segundo ataque, de origen desconocido, contra el submarino argentino que realizó maniobras evasivas ante un supuesto torpedo y que fue contestado sin éxito. Tres días después, en la entrada norte del estrecho de San Carlos, atacará sin llegar a ser detectado a la HMS Alacrity y a la HMS Arrow que salían del estrecho, otra vez sin éxito. Los diversos fallos y problemas ponen fin a esta primera patrulla frustrante del submarino.


La más ambiciosa, que pudo acabar en un enfrentamiento entre submarinos, se produjo el 17 de mayo. EL ARA San Luis se encuentra en tránsito a la Base de Puerto Belgrano, a donde llegaría el 19, cuando es destinado el HMS Valiant, que entraba en zona, a interceptarlo, pensando que se dirige a Mar del Plata. La idea era detectarlo en el momento más vulnerable, haciendo snorkel.



El encuentro no tuvo lugar. Dos días después sí saldría de Mar del Plata el ARA Salta en patrulla de guerra (3), pero para entonces el HMS Valiant ya no estaba allí.

En los primeros días de mayo, durante la fase embarcada, la aviación naval tuvo también una actividad intensa contra submarinos. De nuevo, treinta y dos años después, se sabe que no fue contra submarinos británicos. Tras el ataque al ARA Belgrano, el grupo del ARA 25 de Mayo buscó la protección de aguas poco profundas, procurando encontrar una mejor posición táctica para enfrentarse al grupo de batalla británico, tal vez teniendo presente lo ocurrido al ARA Belgrano y las posibilidades de supervivencia. La primera alarma surgió el día 3 de mayo cuando el ARA Santísima Trinidad, a unas 60 millas de Puerto Deseado, detectó unos ecos intermitentes. Ello obligó a mandar desde el ARA 25 de Mayo un Sea King para investigar, localizando y perdiendo el contacto sónar a 30 millas al Este de la isla Rosa.


El 4 de mayo, el grupo de batalla se encontraba con rumbo Norte en la boca del golfo de San Jorge, próximo a Puerto Deseado. Para entonces el HMS Splendid andaba ya detrás de él tratando de buscar una posición favorable. Ese día los Tracker sembraron un campo de sonoboyas que dejó al submarino entre este y el propio portaaviones, pero que frustraría las esperanzas del submarino al detectar a los aviones y tener que irse para el fondo varias veces.

(3) Volvería a puerto el 29 de mayo por problemas en los torpedos, detectados en un ejercicio realizado antes de poner proa a la zona de patrulla. ya no volvería a hacer ninguna patrulla de guerra; salió de pruebas dos días antes del fin de las hostilidades.

El HMS Splendid persistía en sus intentos por posicionarse cuando a las 11:00 Z saltaría la alarma a bordo: había detectado en sus proximidades la presencia de un submarino desconocido. No era el único. En la entrada norte del golfo de San Jorge, próximo a la isla Tova, a esa hora, el pesquero Doña Mariela vio un submarino hacer inmersión en sus proximidades.


HMS Splendid

En el golfo de San Jorge por aquellas fechas hubo mucha actividad: el 29 de abril por la noche se movilizaron las tropas de las guarniciones ribereñas ante el supuesto desembarco de comandos, donde a la mañana siguiente desaparecería un helicóptero en extrañas circunstancias y el día 1 de mayo sería avistado
desde tierra un submarino.


El 5 de mayo, el HMS Splendid volvió a tener de nuevo en el sónar al submarino fantasma, que su comandante creyó que era el ARA Salta. Ese día empezaron los problemas con un turbogenerador que le obligó a suspender, tras distanciarse, la persecución del ARA 25 de mayo. Mientras, más allá del norte del golfo de San Jorge, lo que empezó siendo un vuelo de búsqueda del ARA Sobral acabó resultando un ataque en toda regla contra un misterioso submarino que seguía al grupo de batalla argentino, pues el HMS Splendid se encontraba estancado con problemas al sur del golfo de San Jorge y supuestamente
en compañía de otro.


En las tres jornadas siguientes, los helicópteros y aviones embarcados seguirían teniendo contactos sónar y realizando ataques contra contactos submarinos. Para entonces la Fuerza Aérea argentina se había unido en la búsqueda, proporcionando apoyo a la Flota, obteniendo éxito en su cometido cuando el día 6 de mayo un F-27 localizó la estela dejada por un apéndice junto con la silueta del submarino a ras de superficie. Este avistamiento trajo confusión, pues al aterrizar se interrogó a la tripulación y se les dijo que el avistamiento correspondía al ARA Salta en pruebas de mar, a lo que la tripulación respondió que lo habían visto a 20 millas de Puerto Belgrano (4).


Treinta y dos años después se sabe que aquel misterioso submarino tenía nombre, el HMS Spartan, que se encontraba frente a la desembocadura del río Colorado, a unas 120 millas mar adentro y al norte de la posición del ARA 25 de Mayo. Iba a interceptarlo, pero nunca lo pudo hacer, lo perdió antes.


En la otra parte del mar argentino, dentro de la zona de exclusión, a la Royal Navy las cosas no le iban mejor. En esos mismos días vivió numerosas alertas submarinas, coincidiendo con sus peores momentos, que fueron difíciles de clasificar con certeza ante las difíciles condiciones que representaba la guerra submarina en el Atlántico Sur. Con la llegada, el día 12 de mayo, de la extensión de la zona de exclusión hasta las 12 millas territoriales argentinas, estos sucesos tan intensos se desvanecieron, dándose a partir de entonces casos aislados y algunos remotos, como en el fondeadero empleado por la fuerza de desembarco en las Georgias o los diversos contactos que tuvo el HMS Conqueror entre la flota pesquera formada por embarcaciones del Pacto de Varsovia y el punto de reunión de la fuerza de desembarco, que no llegó a clasificarlos con certeza, dejando a su comandante la duda.

(4) Por personal de la Armada, donde salieron a relucir las discrepancias con la fuerza aérea por un conflicto de competencias.




Los avistamientos desde el aire
Con la retirada del portaaviones a puerto, la aviación naval embarcada pasó a operar desde tierra, repartiéndose las unidades en varios puntos de la geografía argentina y perdiéndose una importante capacidad antisubmarina a favor de la exploración de superficie. Los Tracker pasaron a vigilar el mar argentino, apoyados por los aviones de la Fuerza Aérea en tales cometidos.


Los Sea King fueron trasladados a Viedma para cubrir una zona al sur de la principal base aeronaval de Puerto Belgrano, realizando día y noche misiones antisubmarinas.


Al igual que ocurrió en abril, las actividades de inteligencia volvieron a estar posiblemente relacionadas con los submarinos. La flota británica desplegó sus submarinos, ubicándolos en áreas con movimiento restringido de acuerdo a las necesidades y planteamientos tácticos. A mitad de mayo se le presentó un problema que sus submarinos no pudieron resolver precisamente por esa libertad restringida de movimiento.


Desde que el HMS Splendid perdió el contacto con el ARA 25 de Mayo, y tras reubicar al HMS Spartan para interceptarlo, sin éxito, su localización pasó a ser prioritaria y preocupante. No es hasta el 28 de mayo cuando aparece por fin en una foto de satélite en su base de Puerto Belgrano. Un día antes, un submarino, que hoy se sabe que no era británico, fue detectado por un Sea King dentro de esa barrera antisubmarina que había al sur de los accesos de la base, pero lo perdió tras efectuar dos caladas con éxito con el sónar.


Embraer EMB-111 en patrulla durante la guerra

No fue el único indicio de actividad en la zona: el 11 de abril se sembraron en ella sonoboyas, orden proveniente de alguien que sospechó misteriosamente de la presencia de submarinos. Una semana antes de estos sucesos, el 21 de mayo, tuvo lugar la misión aérea más exitosa en la localización de submarinos: un vuelo de exploración y reconocimiento lejano efectuado por un Boeing 707 de la Fuerza Aérea, que en un día cazó tres submarinos, el HMS Onyx, navegando en superficie en medio del Atlántico, a las 14:16 Z, en compañía de otro, que hizo inmersión ante la presencia del avión, y un tercero que sorprendió sumergiéndose a las 18:15 Z más próximo al continente y a la altura de Uruguay. Desde finales de 2012 se sabe algo más de esa posición.

Estaba a 480 millas de la zona donde operaban los aviones cisterna de la RAF para reabastecer a los Nimrod en su reconocimiento sobre la costa argentina, bajo la atenta mirada de un misterioso buque de guerra y un solitario pesquero.


Casi un mes después del encuentro fortuito entre el HMS Conqueror y un C-130 de la Fuerza Aérea argentina, el 4 de junio le tocaría el turno al COAN.


Durante un vuelo de exploración de uno de los aviones, un EMB111 de los adquiridos en Brasil se topó con los apéndices de un misterioso submarino a 50 millas de Río Gallegos; la brusca maniobra del piloto, casi rozando las olas, obligó al submarino a irse al fondo rápidamente.




¿Canadienses en Malvinas?
Durante los últimos treinta años han sido numerosos los testigos que afirmaron que en Malvinas se dejaron ver submarinos, ya fuera por tropas en tierra o por experimentados pilotos del Ejército y de la Fuerza Aérea. Hoy los documentos desclasificados por parte británica nos dicen que en las fechas de esos avistamientos no había ninguno de ellos en las inmediaciones de las islas.


Para entender la pregunta y ubicarla en el contexto hay que buscar respuestas a otras preguntas. Durante el inicio de la contienda, y en momentos previos a ella, los Estados miembros de la Commonwealth aportaron su grano de arena a la causa a favor del Reino Unido. Países como Nueva Zelanda, además de poner a disposición sus instalaciones de escucha y comunicaciones, hicieron lo propio con su Armada, ofreciendo sus buques para cubrir los huecos dejados en el Índico por los británicos en la Patrulla Armilla. Luego no
es descabellado pensar que algún otro Estado ofreciese, o pudiese ofrecer, un submarino.


En el lado opuesto a esos testigos, recientemente ha salido publicado un libro, Submariner Tales, de Dean S. Lewis, que si bien no es una versión oficial, no deja de ser curioso en su contenido. Treinta y dos años después, este ex-submarinista canadiense nos cuenta historias del Arma Submarina de su país, trasmitidas oralmente, y dedica un capítulo a las operaciones en Malvinas. Sus historias y las de los testigos no coinciden al cien por cien, pero guardan muchas coincidencias. El autor afirma que el Maritime Command (canadiense) aprobó que un submarino aproase hacia el Atlántico Sur el 5 de abril como apoyo a la flota submarina británica en previsión de cualquier problema, un submarino que se supone se encontraba ya en la mar y a poco más de medio camino.


De la flota canadienses, en servicio entonces con tres submarinos clase Oberon, a través de una rápida búsqueda por Internet, sabemos que uno de ellos se encontraba fuera de servicio por obras, otro se le supone en puerto y el tercero, el NCSM Okanagan, navegando en el desarrollo de las maniobras de la OTAN SAFE PASS-82, en el periodo del 8 al 19 de marzo, maniobras que se ejecutaron en esas fechas en el golfo de México y estrecho de Florida.


Según nos cuenta el autor en su libro, el submarino operó en Malvinas hasta el 4 de mayo, en que recibió orden de dirigirse a Ascensión para repostar, y de donde partiría el 22 de mayo hacia el Sur para aparecer el 27 del mismo mes en las Georgias (5).


Para entonces, a finales del mes de abril, pilotos de la Fuerza Aérea habían dado la alarma de ecos radar y luces en el mar, situados al norte de Puerto Argentino, que desaparecían cuando se investigaban. Testigos en tierra, situados en las proximidades de Puerto Argentino, afirmaban haber visto un submarino el día 1 de mayo. El día 5, durante un vuelo de exploración y reconocimiento lejano efectuado por un Boeing 707 en una zona próxima o dentro de la RED CROSS BOX (6), avistó un submarino junto a un barco de color
blanco. Suceso dudoso debido a la calificación del observador. Días después la tripulación de un helicóptero fue testigo, al norte de Puerto Argentino, de cómo se sumergía un submarino delante de ellos.


Como vemos entre el 5 de abril y el 4 de mayo, y por lo menos hasta el 10 de dicho mes, hubo actividad en inmersión en lugares en los que sabemos que no había submarinos británicos. Con respecto al tránsito a Ascensión y vuelta al Sur para el 22 de mayo, encontramos lo siguiente en aquel escenario que sí podría ajustarse a la relación distancias/días, aunque los argumentos no coinciden:


El día 21 de mayo la tripulación del Boeing 707, que avistó a la altura del paralelo de Uruguay al HMS Onyx en superficie, dio parte de haber reconocido junto a este submarino a otro más, que desapareció al poco de llegar a la vertical. Aunque por la descripción vaga que hicieron podía tratarse de un nuclear, no lo llegaron a ver, sino que lo intuyeron por el tamaño del remolino que dejó al sumergirse.

La versión que da el ex-submarinista en el libro citado es que el sumergible canadiense se dirigió el 22 de mayo hacia el Sur debido a los problemas que tenia el HMS Onyx en su sónar al haber impactado con algo. Sabemos hoy que colisionó en el fondo a principios de junio, pero no en la fecha que se menciona.


Un segundo punto de la historia que no concuerda es la presencia del submarino en las Georgias, donde dice que estuvo para apoyar a un equipo de operaciones especiales, el cual perdió dos hombres. Los sucesos no concuerdan con operaciones conocidas en esas fechas en las islas, a no ser que esto ocurriese en otro lugar previamente y como parte de la Operación Keyhole (7).


Para finalizar, menciona que el citado submarino puso proa a Halifax el 28 de junio, sin dejar constancia de dónde estuvo. Buceando en la Red, encontramos que el NCSM Okanagan aparece de nuevo en escena coincidiendo su despliegue casi con el que regreso de Malvinas. Este tomó parte en la Operación COCKFIGHT entre el 17 de mayo al 10 de agosto, operación que solo aparece para este sumergible, y en toda la historia de la Armada canadiense como parte de la fuerzas unificadas hasta el año 2000.

(5) Lógicamente es imposible para un submarino convencional ubicarse en esos lugares en esas fechas.
(6) Zona reconocida por Reino Unido y Argentina para ubicar los barcos hospital.
(7) Esta operación tuvo como finalidad expulsar a la última guarnición militar argentina en las islas Sandwich del Sur, en la base científico-militar Corbeta Uruguay, ubicada en la isla  Morrell. Finalizó el día 20 de junio, tomando parte la compañía M del 42 Comando que embarcó en el HMS Endurance, que fue acompañado por los HMS Yarmouth, RFA Olmeda y el remolcador Salvagement.


Finalización
Ha pasado mucho tiempo desde 1982, en que conocimos la guerra submarina de una manera muy distinta. Hoy sabemos que fue muy intensa, por lo que tal vez nunca lleguemos a saber quiénes estaban allí, aunque podemos imaginarlo. Las actividades clandestinas y la negativa a reconocer muchos de los ataques que sufrieron e infligieron son la causa de que no sepamos más sobre el papel de los submarinos en esta contienda.


Como toda operación que se precie con submarinos, en el artículo he omitido la parte más secreta de todas, la de la inteligencia en todas sus variantes. Si bien no hay mucho desclasificado, hay curiosidades que despiertan aún más el interés. Sucesos, por ejemplo, que relacionan a uno de estos submarinos
con la población de Natal (Brasil). Pero esto será otra historia.

Bibliografía
FREEDMAN, Lawrence: The official history of the Falklands campaign. Tomos I y II.
SCIARONI, Mariano: Tras los submarinos ingleses.
MAyORGA, Ignacio: No vencidos.
MANFREDI, Alberto N.: Malvinas. Guerra en el Atlántico Sur.
LEWIS, Dean S.: Submariner Tales.
HMS Conqueror. Report of Proceedings.
HMS Spartan. Report of Proceedings.
HMS Onyx. Log mes mayo y junio.
HMS Splendid. Report of Proceedings,
HMS Valiant. Report of Proceedings.
DEFE 58/263. Vuelo de largo reconocimiento efectuado el 15 mayo por el Nimrod XV232.
FCO 7/4507. Pesqueros y presencia soviética en Malvinas.
BÓVEDA, Jorge R.: uno contra todos. La historia secreta del ARA San Luis durante la guerra del Atlántico Sur.
—El Secreto del ARA Salta. elSnorkel.com.
COLI, Carlos A.: La flota de mar en la guerra del Atlántico Sur. Su actuación posterior al 2 de abril.
AMENDOLARA, Alejandro J.: Hundan al portaaviones.
Historia de la Aviación Naval Argentina. Tomo III. «Malvinas».
Historia de la Fuerza Aérea Argentina. Tomo VI. Volumen I y II. «El Accionar de la Fuerza Aérea en Malvinas».
New York Times. 14 de abril de 1982.
National Photographic Interpretation Center (CIA/USA). Argentine Naval Combatants, 28 de mayo de 1982.
Diversas fuentes de Internet y foros con participación de veteranos de guerra, argentinos y británicos.

Titulo Original:SUBMARINOS EN MALVINAS
Fuente: Revista General de Marina  Octubre 2014 (España)
Autor: José Javier GUERRERO DEL CAMPO


www.elsnorkel.com

Agusta A 109A MkII Hirundo durante la guerra

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Texto de Carlos Ay en Defensa y seguridad  

El Agusta A-109 es un helicóptero liviano, biturbina de ocho asientos desarrollado por el fabricante italiano Costruzioni Aeronautiche Giovanni Agusta (hoy AgustaWestland) que voló por primera vez en agosto de 1971. Concebido con una serie de roles en mente (transporte liviano y ejecutivo, evacuación médica y búsqueda y rescate), fue construido en aproximadamente 10 versiones diferentes y en varios sub-tipos, lo que le ha garantizado una corrida de producción que se extiende por más de 35 años. Y si bien se lo concibió bajo estándares de la aviación civil, su robusto diseño eventualmente le abrió un receptivo mercado militar, en el cual más de 20 naciones lo han incorporado a sus fuerzas armadas y de seguridad. En la segunda mitad de la década de 1970, de hecho, el Ejército Argentino fue la segunda fuerza armada en adquirirlo, lo que se concretó con la compra de nueve ejemplares de la versión inicial, el A-109A Hirundo (Golondrina), para formar el núcleo de una unidad de helicópteros de exploración y ataque en el seno del Batallón de Aviación de Combate 601 (B Av Comb 601). Transportados por vía aérea hasta la Argentina, los helicópteros fueron montados en Campo de Mayo y librados al servicio a partir del 19 de diciembre de 1979.

Su operador inicial fue la Compañía de Helicópteros de Ataque (Ca Helic Atq), la que también operaba una cantidad de helicópteros SA-315B Lama en operaciones de exploración, evacuación médica y vuelo en zonas cordilleranas. En el tumultuoso período que siguió a la campaña malvinense de 1982, la unidad atravesó una rápida sucesión de cambios, deviniendo en Sección de Helicópteros de Exploración y Ataque (Sec Helic Expl Atq) en abril de 1985, Compañía de Helicópteros de Exploración y Ataque (Ca Helic Expl Atq) en noviembre de 1986 y, finalmente, Escuadrón de Aviación de Exploración y Ataque 602 (Esc Av Expl Atq 602) el 15 de diciembre de 1986. Además de adoptar el lema “Pro Patria Pugno” (Luchar por la Patria), este último cambio determinó el remplazo del escudo del B Av Comb 601 por uno nuevo y propio del escuadrón. Además de ceder sus Lamas a otras unidades que se estaban creando en la zona cordillerana, el escuadrón quedó constituido por una Sección Ataque, re-equipada con UH-1H Hueys, y una Sección Exploración, que continuó operando los A-109As.
Dos A-109As y un UH-1H no identificados fotografiados en la base de despliegue de Arroyo Caprichoso durante la guerra de 1982 (foto: vía Sergio Dalvano)

Tiempos de guerra
A poco de producirse el desembarco en Malvinas del 2 de abril de 1982, la Ca Helic Atq recibió órdenes de alistar tres de sus A-109As para desplegar a las islas. El primero de ellos partió de Campo de Mayo el 6 de abril y, tras hacer escalas en Comandante Espora (Buenos Aires) y Comodoro Rivadavia (Chubut), se trasladó hasta Malvinas a bordo del rompehielos naval ARA Bahía Paraíso. Siguiendo un derrotero similar, los tres Hirundos llegaron a las islas hacia el 9 de abril. Junto con cinco SA-330L Puma, dos CH-47C Chinook y nueve UH-1H Huey, los Agustas conformaron un destacamento de Aviación de Ejército que operaría bajo el mando del segundo comandante del B Av Comb 601 y se estacionaría inicialmente en las barracas que la Infantería de Marina Real ocupaba en Arroyo Caprichoso, al Oeste de Puerto Argentino. Durante el resto del mes de abril, se les encomendaron misiones de escolta armada para sus contrapartes de mayores dimensiones y realizaron vuelos de reconocimiento y transporte de tropas con los cuales se montó el esquema de defensa terrestre de las islas. Tres A-109As adicionales desplegaron a Comodoro Rivadavia y un cuarto (un ejemplar civil perteneciente a la Provincia de Córdoba) fue movilizado y estacionado en Río Gallegos (Santa Cruz) durante el conflicto.


Un fantástico documento que muestra los dos A-109As argentinos capturados por los ingleses durante su traslado al Reino Unido en la bodega del buque de desembarco HMS Fearless (foto: vía Hernán Orozco)

Tras el inicio de las hostilidades del 1 de mayo, los Agustas continuaron brindando escolta armada para Pumas, Chinooks y Hueys que realizaban misiones de transporte de tropas, apoyo logístico, infiltración/extracción de comandos y evacuación médica. En los 68 días que estuvieron desplegados en las islas, los Hirundos acumularon 250 horas de vuelo y operaron hasta el cese del fuego del 14 de junio, perdiéndose sólo un helicóptero bajo fuego enemigo pero sin tener que lamentar pérdidas humanas entre sus tripulaciones. Amén de conseguir medallas para al menos dos de sus tripulantes, los A-190As estuvieron involucrados en acciones de combate real durante el desembarco británico en San Carlos (22/23 de mayo) y durante las batallas de Pradera del Ganso (fines de mayo) y Puerto Argentino (mediados de junio). Su supervivencia se atribuye a las técnicas de vuelo rasante empleadas durante el conflicto y a los cambios de base de operaciones que realizó el destacamento aeronáutico militar para evitar su eliminación por fuego enemigo; desplazando aleatoriamente los helicópteros y su cadena logística entre Arroyo Caprichoso, los montes Kent y Dos Hermanas y el hipódromo de Puerto Argentino durante los 45 días de combate efectivo.

Una imagen exótica y poco conocida que da cuenta del uso de un A-109A (probablemente el ZE411, ex AE-334) para proveer apoyo aéreo durante un ejercicio de fuerzas especiales británicas

Exiliados y reclutados para operaciones especiales
Los dos ejemplares sobrevivientes fueron capturados en el hipódromo de la capital isleña por tripulantes del Escuadrón Aéreo de la 3ª Brigada de Comandos de la Infantería de Marina Real. Traspasados al Escuadrón (Aeronaval) 846, se trasladaron hasta el Estrecho de San Carlos y se embarcaron en el buque de desembarco HMS Fearless para un largo periplo hasta el Reino Unido. Repintados con marcas y códigos británicos (el AE-331 recibió los códigos “VC” y “CC” y el AE-334 recibió el “VV”), ambos desembarcaron en Plymouth el 13 de julio y pasaron varios meses en exposiciones con las cuales se celebraba la victoria del 14 de junio. Tras una evaluación de casi seis meses de duración, a mediados de 1983 se decidió ponerlos nuevamente en servicio operativo a la par de otros dos ejemplares totalmente nuevos adquiridos a la firma Alan Mann. Rematriculados con identidades militares británicas (ZE410 para el AE-334 y ZE411 para el AE-331), los Hirundos argentinos fueron asignados al Ejército Real para operar desde Netheravon (Wiltshire) en apoyo a tropas de elite. En una carrera que se extendió por otros 26 años, ambos aparatos operaron con una variedad de discretos esquemas de pintura civiles que ocultaban su verdadera naturaleza militar. Retirados en 2009, ambos aparatos se conservaría en museos británicos.


Caracteríticas

Origen: Italia
Tipo: Helicóptero polivalente
Planta Motriz: Dos turboejes Allison 250-C20B de 420 HP estabilizados a una potencia unitaria de 346 HP
Prestaciones: Velocidad máxima de crucero 278 km./h; Régimen ascensional: 503 m por minutos; Techo de servicio: 4450 m; Alcance con el combustible máximo y sin reservas 556 km.
Pesos: Vacío 1790 kg.; Máximo en despegue 2600 Kg
Dimensiones: Diámetro del rotor principal 11,00 m; Longitud con los rotores girando 13,05 m Superficie discal del rotor principal 95,03 m² Altura 3,30 m
Armamento: Tan pronto llegaron los A-109As a Campo de Mayo, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas fue convocado para artillar los helicópteros italianos. A ese efecto, en la parte posterior del fuselaje se instaló un brazo soporte removible con cuatro amarres para armamentos externos; mientras que en la cabina se habría instalado una mira de tiro no determinada. En sus 25 años de operación, las cargas externas más comunes en los Hirundos fueron barquillas de ametralladoras FN Herstal calibre 7,62 mm y cohetes Albatros calibre 70 mm en lanzadores de 7 y 9 tubos tipo XM157 y XM158, producidos localmente con el nombre Gallo.


Fuentes utilizadas por el autor:
- C. ABELLA: Newsletter ROLL Out (edición del autor, Argentina, mayo de 1997).
- D. DONALD and J. LAKE, editors: World Air Power Journal/Encyclopedia of World Military Aircraft (Aerospace Publishing, United Kingdom, 1994).
- E. MARTÍN & O. L. RODRÍGUEZ: La Aviación en el Ejército Argentino (edición de los autores, Argentina, 1991).
- J. A. BOCAZZI: Compilación Malvinas (Ediciones Gráfica Sur, Argentina, 2004).
- VARIOS AUTORES, Revistas Pista 18 (Argentina, 1994-1999).



www.gacetaeronautica.com
www.laperlaaustral.com.ar

Un encuentro con los Gurkas

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Relata: Teniente Ugarte -Escuela de-Aviación Militar

El misil SAM-7 "Estrella Roja" es un arma portátil utilizada por la infantería de varios países del mundo; tiene cabeza térmica y una vez "enganchado" al blanco, avisa con dos señales, una sónica y otra lumínica que está listo para ser disparado. 


Realizamos el cruce a Malvinas la primera tanda de operadores de este misil, junto con el Suboficial Ledesma de Artillería Antiaérea Argentina. En la mitad del viaje fui invitado a la cabina de la "Chancha"—(Hércules C-130) y realmente me impresioné por lo cerca que volábamos de las olas, cada tanto borradas por 1a capa de neblina. Me asombró la serenidad de los tripulantes; me llegaron a despertar admiración por su valentía hombres como el Comodoro Beltramone, el Mayor Veliz y el Mayor Bruno. La vista de la tierra me tranquilizó y el aterrizaje fue preciso como toda la operación.


Puerto Argentino
Me destinaron al aeropuerto. El Mayor Maiorano y el Capitán Savoia estaban a cargo de la defensa del mismo y me indicaron mi zona de responsabilidad. Cumplíamos turnos de guardia con el misil, esperando con ansias la aparición de un Harrier. Desgraciadamente utilizaban sus "regalos" desde muy alto por lo que todos temíamos que alguna de esas bombas "rifadas" nos cayera a nosotros.


Bahía Fox
Un día el Capitán Savoia me ordenó que junto con el Cabo Principal Bevilacqua y el Cabo Peirone, concurriéramos en helicóptero desde el "bunker" (refugio) de artillería antiaérea a una zona que estaba siendo atacada por el enemigo. En ese helicóptero tuve la sorpresa de encontrarme con dos compañeros míos, los Tenientes Longar y Pinto.Llegamos al lugar: era Bahía Fox. Encontramos varias casas destruidas por el bombardeo de los Harrier. Había también un Teniente de Ejército herido.


A cargo de esa fracción estaba el Mayor de Ejército Minorini Lima, que realmente demostraba, junto con sus hombres, que eran buenos profesionales. Allí se encontraban muchos sobrevivientes de los barcos nuestros, hundidos por los ingleses. A la noche iniciaron las fragatas un cañoneo que ocasionó varios muertos y heridos. Nosotros estábamos esperanzados en que intentaran el desembarco allí, porque los esperábamos con los brazos abiertos. En cada cañoneo controlábamos el mar, esperando ver las lanchas de desembarco.


En el primer cañoneo pegaron en el Puesto de Comando, en el que yo me encontraba, destruyendo una de sus dos habitaciones —gracias a Dios la que estaba vacía. A la mañana siguiente escuchamos el ruido de nuestros aviones que iban hacia las fragatas. Decirlo no parece importante, pero ver aviones propios que atacan al enemigo es un respaldo anímico y sicológico muy grande. 


Un día interceptamos una comunicación de un inglés que pedía ayuda para un piloto que se había eyectado y estaba herido en su granja. Cuando escuchamos al piloto y reconocimos la voz del Teniente Héctor Luna, nos emocionamos. 


30 Kilómetros al sur de Darwin
Nos vino a buscar un helicóptero y nos dejó en una zona en donde se encontraba una patrulla, formada por un Sargento primero de Ejército y siete soldados. A las 18:00 horas el Teniente Longar nos pasaría a buscar para llevarnos de regreso; no volvió más. En mi ausencia habían tomado Darwin. Decididos a no entregarnos, construimos un refugio en la ladera de un acantilado frente al mar y lo utilizamos como campamento base; desde allí salíamos a patrullar en busca del enemigo. Al tercer día se nos acabó el alimento y cazamos una avutarda (ave parecida al ganso). Debido a que temíamos ser descubiertos si encendíamos fuego, calentábamos trocitos de la misma con un encendedor descartable y los comíamos. Lo mismo hacíamos con mejillones y otros frutos del mar; llegamos a comer hasta un repollo que encontramos en una quinta abandonada.


El frió era mucho, tanto que un soldado comenzó a presentar síntomas de gangrena en un pie.
A medida que fueron pasando los días se hizo necesario hacerlo per manecer todo el tiempo en el refugio. 


Cada día que pasaba me hacia sentir más débil, pero igual trataba de demostrar firmeza para que mis subordinados no decayesen. Pero al anochecer me retiraba a algún lugar solitario, prendía un cigarrillo a cubierto y luego rezaba mientras se me escapaban algunas lágrimas de impotencia; luego volvía desahogado y nuevamente dispuesto a la lucha.

La mala alimentación y el frío nos debilitó tanto que sufríamos mareos y dolores de cabeza continuos. Si bien la comida era mala pero no faltaba, el problema consistía en no poder cocinarla. Nuestras esperanzas se desvanecían al escuchar en nuestra radio el avance inglés sobre Puerto Argentino. Los días pasaban y cada vez estábamos peor, nevaba, había mucho viento y nuestra debilidad aumentaba. Doce días después de vivir en esas rigurosas condiciones salí en una patrulla con dos Suboficiales de Fuerza Aérea que presentaban una moral elevadísima. Cuando regresábamos vimos entre la neblina (ya habíamos sido alertados por el ruido) a un helicóptero posado junto al campamento, muchos soldados ingleses y el Suboficial y los soldados nuestros con las manos a la nuca. (Había también tres helicópteros Sea Linx y dos Sea King).


Escapamos lo más rápido que podíamos (ya que estábamos extenuados) para evitar correr la misma suerte pues la desproporción era mucha. Súbitamente, desde atrás de una loma aparecieron dos helicópteros en vuelo que nos intimaron rendición por altoparlantes; les contestamos tirándoles con nuestros fusiles FAL, por lo que se escondieron en vuelo bajo detrás de una elevación para aparecer en otro punto atacándonos con cohetes que explotaron muy cerca.


Mientras esto ocurría sin que lo notáramos, nos iban rodeando los Gurkas (mercenarios de Nepal que combaten defendiendo a quienes los han convertido en colonia y despojado de sus sagradas tradiciones). 


Llegamos a una casa abandonada; aparentemente no había nadie, pero desde unos cincuenta metros, atrás de una roca apareció un Oficial inglés y nos pidió que nos rindiéramos. Uno de los Suboficiales le efectuó un disparo, y casi en el mismo instante nos vimos rodeados por alrededor de treinta y cinco Gurkas. Pensé que estábamos perdidos y dije a mis hombres


—"¡Ya no hay nada que hacer, resistir es solo hacerse matar inútilmente, arrojemos las armas al suelo!"—


El Oficial dio un grito y los Gurkas se nos vinieron encima; cuando íbamos a reaccionar, el inglés dio otro grito en nepalés y los "chinitos" se frenaron como el perro cuando grita su amo. El inglés empezó a gritar que pongamo s las manos en alto y, pese a que ya lo habíamos hecho seguía gritando por lo que le dije, en inglés, que deje de gritar. Él me contestó que estaba muy nervioso. Nos comenzaron a rodear, esgrimiendo en una mano el fusil y en la otra un cuchillo curvo que sacaban por detrás del cuello; vociferaban y hacían gestos como diciendo que nos iban a degollar.


Nos tiraron al suelo y nos apuntaron con el fusil a la cabeza. Estábamos tan cansados que ya no teníamos noción de lo que ocurría. El oficial inglés relataba todo lo que ocurría por un micrófono que tenía en el casco. Cada tanto venía alguno y nos apoyaba la punta del cuchillo en el cuello, haciendo gestos de que nos iban a degollar. En esos momentos vinieron a mi mente recuerdos de escenas vividas con mi esposa y mi hijo y me puse a rezar. Pasamos la noche con un Gurka al lado de cada uno, con la punta de su cuchillo en nuestro
cuello.


Al otro día fuimos trasladados en un Sea King a San Carlos. Los Gurkas son de baja estatura, rasgos achinados, muy disciplinados y muestran un respeto rayano con el temor por los Oficiales ingleses. Para ellos parece ser un motivo de orgullo pertenecer al ejército británico. Son místicos, exaltados, nerviosos, creo que hasta que tuvieron el dominio total, tanto el inglés como ellos tenían más miedo que nosotros y me parece que los gritos que daban era para descargar los nervios.


Me llevaron a un interrogatorio.
—"¿Rango?"— me preguntó un Oficial inglés.
—"¡Air Forcé Lieutenent!"—(Teniente de la Fuerza Aérea)— le dije.
—"¡Pero, y ese uniforme verde?!"—(me preguntó en inglés)—
—"Es el que usamos los artilleros— le dije.


Inmediatamente el Oficial inglés cambió su actitud agresiva y los Gurkas se hicieron a un costado, demostrando respeto; me desataron y me llevaron con los otros prisioneros de la Fuerza Aérea sin hacerme más preguntas. Luego me enteré que los Gurkas habían presenciado ataques de nuestros aviones, lo que los había impresionado mucho, pues admiran el valor y el desprecio a la vida. Creo que no nos veían como enemigos, sino como profesionales que los enfrentábamos.


Cuando fui trasladado en un barco al continente, el soldado inglés que me llevaba la comida, golpeaba discretamente la puerta y decía:
—"¿Chieff?" (Jefe). Yo advertía en su discreción un oculto homenaje al valor de los miembros
de la Fuerza Aérea Argentina. Cuando vi a mi esposa y a mi hijo, agradecí a Dios los años por vivir, a los que yo había dado
por perdidos.

( Extraído directamente del libro "Con Dios en el alma y un halcón en el corazón" de Pablo M. Carballo )


www.guerrademalvinas.jimdo.com

Agonía a bordo de un buque británico

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En 1982, Bob Mullen tenía 23 años y era un marinero principal en el destructor británico Sheffield. 

El 4 de mayo de ese año presenció el ataque argentino al buque, que finalmente se hundió en el frío Atlántico Sur. En el episodio murieron 20 militares y 24 resultaron heridos.

Mullen se retiró recientemente de la marina y actualmente vive en la ciudad de Portsmouth. En diálogo con la BBC, contó lo que ocurrió cuando el primer barco de la Fuerza de Tareas (Task Force) fue alcanzado durante la guerra de las Falklands o Malvinas.

Debió ser el mismo día de la invasión cuando nos informaron que seríamos enviados directamente al sur; estábamos regresando a Portsmouth desde el Golfo Pérsico.

"Tan pronto como nos dijeron que iríamos a las Falklands, todos nos preguntamos: ¿por qué no navegamos hacia el norte?, ¿no están esas islas cerca de las Shetlands?, ¿qué hacen los argentinos en la costa escocesa? y ¿por qué no invadieron un sitio más bello y soleado como Barbados?

En los primeros momentos creo que no fui consciente de las muertes. Vi al mecánico jefe John Strange y a otro hombre siendo trasladados, severamente quemados

"En ese momento nos sentimos algo conmocionados. Era como si hubiéramos sido entrenados como plomeros y nunca hubiésemos reparado una tubería. Teníamos que enfrentar nuestros miedos y así estuvimos hasta que todo estalló.


"Yo era soltero en aquel momento y no tuve oportunidad de hablar con mis padres antes de partir. Mi padre había servido en el ejército, de modo que él y mi madre sabían de qué se trataba. En la primera carta que recibí de ellos, en la isla de Ascención, me dijeron simplemente: 'Cuidate'.

"Sólo había un conscripto a bordo, que tenía apenas 16 o 17 años, por debajo de la edad de reclutamiento. El capitán se convirtió en su custodio legal y hubo un debate sobre si enviarlo o no de regreso a casa, si debía permitírsele o no ir a la guerra.

"Le preguntaron y él respondió: 'Quiero ir'. Y al final hizo un buen trabajo combatiendo el fuego cuando fuimos atacados.

"A bordo del Sheffield yo realizaba diversas tareas en la cubierta, además de vigilar en la sala de observación.

"Lo primero que hicimos fue arrancar las alfombras para evitar el riesgo de incendios. Se quitaron las puertas de los baños porque podían derretirse. Todo el equipamiento que no era esencial fue dejado en Ascensión. La tripulación debió limpiar sus casilleros e incluso se quitaron las cortinas alrededor de las literas. Íbamos a la guerra y debíamos deshacernos de todo ello.

"Me avergoncé de cómo nos trataron cuando regresamos (...) Fuimos descritos como héroes".

"Una de las cosas más divertidas que tuve que hacer con algunos compañeros fue crear códigos para no utilizar lenguaje puro en las comunicaciones radiales. Hubo un buque argentino que fue bautizado como 'Tetera'. Otros fueron llamados 'Barra de Mars' y 'Freno de mano'.

"Había excitación a bordo del Sheffield y creo que no sabíamos exactamente en qué nos metíamos. Nadie pensaba que la guerra llegaría tan lejos.

"El 1º de mayo cruzamos la zona de exclusión [declarada alrededor de las islas por Londres]. En ese punto nos dimos cuenta de que la situación era realmente seria.

"El primer hecho serio fue el hundimiento del crucero General Belgrano. Yo estaba de guardia en ese momento y vi una señal de flash, la más importante en la comunicación naval.

"Supimos que el buque argentino había sido torpedeado. Todos festejaron: '¡Sí! Ahí tienen lo suyo'.

"Pero después el teniente primero Mike Norman se metió en medio del festejo y dijo: 'Ellos (los argentinos) son marinos como nosotros. A cientos de millas hay unos 500 hombres nadando en el agua y tratando de sobrevivir. Pueden estar muertos o congelados. Y mañana podemos ser nosotros.

"Honestamente, no pensábamos en las vidas a bordo de ese barco. Para nosotros el hundimiento del Belgrano significó una amenaza menos. Era sólo un nombre. Y supongo que el piloto que disparó el misil Exocet sintió lo mismo.

El impacto, lejos de mí, produjo un ruido apagado, extraño; no sonó como una explosión

"El día del ataque era calmo y soleado. Yo estaba fuera de servicio, tratando de dormir dos cubiertas abajo en la popa. El impacto, lejos de mí, produjo un ruido apagado, extraño; no sonó como una explosión.

"En pocos segundos comenzó a salir humo negro. Tratamos de sumarnos al esfuerzo de quienes combatían el incendio y me pregunté: '¿Qué estoy haciendo acá? No sé qué nos impactó. ¿Fuimos torpedeados? Estoy dos cubiertas abajo y no sé si nos estamos hundiendo'. Subimos y vimos humo saliendo de un agujero de medio metro. Nos dimos cuenta de que había sido un Exocet.

"Comprobamos aliviados que el hoyo se encontraba por encima de la línea del agua y pensé que sólo seguíamos flotando porque el misil no había detonado.

"En los primeros momentos creo que no fui consciente de las muertes. Vi al mecánico jefe John Strange y a otro hombre siendo trasladados, severamente quemados. Luego vi el cadáver de Dave Briggs, que murió asfixiado.

"Las siguientes cinco horas parecieron transcurrir en 20 minutos. La pintura del barco fue una de las primeras cosas que lanzamos por la borda, por temor a que se prendiera fuego. Pero cuando el calor se acercaba a la cubierta, comenzamos a arrojar también las municiones.

"El capitán Sam Salt dirigía todo. Tenía mucha experiencia y era respetado. Era una figura paternal: todo lo que decía y hacía era sacrosanto. Pero estaba conmocionado, lo veíamos en su rostro.

"El único momento en el que estuve asustado fue cuando yo y otros dos compañeros nos hallábamos solos en una pequeña sala con maquinaria. Se cortó la energía y escuchamos crujidos, sonidos que el buque nunca había emitido.

"Cuando estábamos rodeados del resto de la tripulación nos dábamos coraje unos a otros. Pero cuando nos quedábamos solos, la cabeza comenzaba a jugarnos una mala pasada.

"El fuego continuó y cuando se acercaba al sector donde había potentes explosivos, se tomó la decisión de abandonar el Sheffield.

"Lo más horrible de dejar un barco es que todo lo que uno tiene está allí. Es como mirar desde afuera cómo se quema la propia casa. La vida entera está ahí. Una de mis tareas era vigilar la línea que vinculaba el buque que nos rescató, el Arrow, con nosotros. Cuando mis compañeros pasaron al otro barco, me saludaron gritando: '¡Adiós, Bob! Fue un gusto conocerte'.

"Después de ser llevados a Ascención nos dirigimos a Brize Norton. Me avergoncé de cómo nos trataron cuando regresamos. En los diarios fuimos descritos como los héroes del Sheffield. Pero no nos sentíamos así. Es que habíamos perdido nuestro destructor". 


BBC

La misión de bombardeo mas larga de la historia,volaron desde las islas británicas hasta Malvinas

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La misión pedía el bombardeo de la pista de Puerto Argentino, para que no pudiera ser utilizada por un tiempo y se dificultara las supuestas tareas de alargamiento. Sin embargo, era evidente que un solo avión, incluso del tamaño del Vulcan, difícilmente podría inutilizarla por completo. No se podía hacer un bombardeo de saturación porque para eso se requerían varios aviones; tampoco una pasada a baja altura con bombas especializadas ya que el aparato no estaba diseñado para eso. De manera que se planeó un ataque pensando en un éxito limitado, más que nada para dar un mensaje.

Hacia las 2250 del 30 de abril comenzaron a despegar en sucesión los 11 cisternas Victor, seguidos luego por dos Vulcan. Algunas versiones dicen que ambos debían llegar a destino, otras, que solamente era un avión de respaldo. Lo cierto es que el avión primario tuvo problemas para presurizarse y el de reserva fue el que quedó disponible. Además, uno de los Victor, que sí iba de reserva, tuvo un problema con su sistema de repostaje y tuvo que volver.

Con 21 bombas de 454 kg, el perfil de la misión del Vulcan era típico (alto, bajo, alto): llegar al área volando a 25.000 pies (poco más de 8.000 metros), bajar a 250 pies (menos de 100 metros) para evadir el radar, y luego subir a 10.000 pies (unos 3.300 metros) para lanzar las bombas. 


Después de la pérdida del primer Victor, el tema del combustible no fue problema, ya que todos los sistemas de los tanqueros funcionaban adecuadamente. Sin embargo, se manifestó un problema inesperado: la formación completa consumía el combustible más rápido de lo calculado. El teniente de patrulla Withers, tripulante del Vulcan, declaró que a ellos les habían dicho que los Victor los llenarían de combustible, pero aparentemente había algún problema que impedía que los tanqueros entregaran el suficiente combustible. Como resultado, los cisternas, más cargados, también gastaban más combustible.

Había entonces motivos suficientes como para abortar la misión, estando en juego toda la escuadrilla, pero se decidió continuar para al menos alcanzar el objetivo; Withers estaba incluso preparado para abandonar el avión en el viaje de regreso.

"Nos acercamos a la isla más o menos en el rumbo y empezamos a descender a unas 290 millas. Hicimos un descenso sin aerofrenos a razón de 1 500 a 2 500 pies por minuto, a 300 nudos y con los gases cerrados. Nivelamos a unos 2 000 pies y a 230 millas de distancia. Tuvimos un fallo en el indicador de velocidad durante el descenso, lo que dio más emoción a la cosa. Fuimos nivelando gradualmente el descenso, hasta quedamos a unos 300 pies cuando faltaban 46 millas para el objetivo. En ese punto subí a 500 pies por si podía ver algo en el radar, y al momento el receptor de alerta cobró vida." 


Efectivamente, el radar de alerta temprana TPS-43 de Puerto Argentino los había detectado. Sin embargo la tripulación lo ignoró por el momento: sabían que habían sido avistados pero eso no cambiaba mucho: no había cerca aviones argentinos que pudieran derribarlos.

Comenzaron entonces el ascenso a 10.000 pies, de manera que las bombas cayeran a mayor velocidad y estallaran luego de penetrar la pista. La ausencia del esperado fuego antiaéreo permitió que el bombardero volara nivelado, manteniendo altura y velocidad constantes.

"Era una noche tranquila; todo parecía en calma. La distancia iba reduciéndose de forma regular y paulatina. Había activado todos los interruptores. Abrimos las puertas de la bodega de bombas a unas 11,5 millas del objetivo. Esperaba fuego antiaéreo y, quizá, que me disparasen misiles, pero no sucedió nada de eso." 


Apenas abiertas las puertas de la bahía de bombas, el sistema de alerta radar del avión se activó, haciendo solar una característica nota aguda. Un radar de control de tiro estaba tratando de acerrojar al Vulcan lanzarle misiles antiaéreos. Habíando esperado esto, los sistemas ECM instalados fueron activados, interfiriendo el radar.

Llegado el momento, las 21 bombas fueron lanzadas. "Había previsto que, en cuanto hubiese soltado todas las bombas, daría gases a fondo y efectuaría un viraje ascendente a la izquierda de 1,8 g a plena potencia. Así lo hice, pero como no parecía haber reacción, aflojé un poco. Aquello era casi frustrante.


"Aguanté dando gases a fondo durante dos millas, llevando una velocidad de 350 nudos. Pasarían 20 segundos entre la liberación de las bombas y el impacto de la prim era; la salida de las 21 bombas duró cinco segundos. Por lo tanto, cuando explosionaron las bombas llevábamos 15 segundos de viraje y habíamos cubierto 45 grados a la izquierda."


Teniendo en cuenta que el Vulcan no era el bombardero más preciso del momento, habiendo sido diseñado además pasa usar otro tipo de armamento, se había calculado que lo mejor era atravesar la pista en un ángulo de 30 grados, intentando que cada bomba cayera a intervalos de 15 metros. Las bombas cayeron y la tripulación vio las explosiones.

Realizada la misión, Withers admite que la tripulación se mantuvo callada y algo pensativa: Gran Bretaña había asestado el primer golpe a las posiciones argentinas, iniciando de alguna manera la guerra. En el momento indicado, se emitió la palabra código para anunciar que todo había salido como lo planeado: Superfuse. El resto del viaje de ocho horas fue, como es de imaginar, bastante aburrido.

A pesar de todo el esfuerzo puesto en la misión, solamente una bomba de 454 kg golpeó la parte central de la pista de Puerto Argentino; la siguiente cayó muy cerca pero hacia el costado. La que dañó la pista, sin embargo, causó un cráter de siete metros de profundidad por diez de ancho, demostrando a las claras lo que podría haber pasado con un poco menos de suerte. 


En la fotografía se pueden apreciar los impactos y contar los 21 cráteres (aunque algunos sean difusos) en dos hileras. Aunque fácilmente podría acusarse al piloto de no hacer un buen trabajo, el hecho es que poco podía pedírsele a un avión diseñado en los 50s, con tecnología de esa época, volando solo en la oscuridad, con bombas no especializadas, de hierro, de los 40s. De todas maneras, aunque los ingleses hubieran preferido un daño mayor, el mensaje estaba dado: podían atacar Malvinas con bombarderos pesados y sin tener mucha respuesta.

Según relatos de las fuerzas argentinas, el avión pudo ser escuchado e identificado ya que no sonaba como uno propio. Los daños fueron escasos, más allá de algunos vidrios rotos que provocaron heridas leves, y algunos neumáticos pinchados por las esquirlas. Sin embargo, una de las bombas dio exactamente en la mitad de un grupo de carpas en las que dormían muchos soldados. Por una de las casualidades de la guerra, esa fue la única bomba que no estalló, quedando incrustada en el suelo y mostrando parte de su contenido. Según estos relatos, las bombas cayeron más separadas de lo que pretendían los ingleses, a entre 30 y 40 metros.

Uno de los efectos esperados por los ingleses aparentemente se alcanzó. La FAA se vio forzada a derivar cazas que se usaban en las Islas Malvinas hacia bases en el continente, ateniéndose a la posibilidad de que el enemigo intentara atacar instalaciones en tierra firme.


Para los británicos quedaron demostradas tres cosas: era necesario practicar las maniobras de reaprovisionamiento y mejorar su puntería nocturna. Además, los ya anticuados Vulcan y Victor no eran nada confiables para una misión de este tipo.

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