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Héroe de Malvinas soldado Julio Rubén Cao: Un maestro que lo dió todo por la patria

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El soldado Julio Rubén Cao nació en Ramos Mejía el 18 de enero de 1961. Se recibió de docente, cursando luego el profesorado de literatura y de magisterio. Ejerció la docencia en las escuelas Nº 95, 96 y 32 de La Matanza y en el año 1981 cumplió el Servicio militar obligatorio en el RIM III "General Manuel Belgrano" de La Tablada, provincia de Buenos Aires.

Terminado el Servicio militar obligatorio, volvió a ejercer la docencia hasta que, con motivo de la recuperación de las islas, se presentó como voluntario un 12 de abril de 1982, y fue destinado con su unidad a Puerto Argentino.

Las notas fueron tomadas del diario Clarín y la idea ha sido de Marga Grigera.

Soldado Julio R. Cao
Javito. Javier. Torito. Así le hablaba Julio Rubén Cao a su hijo, mientras aún estaba en la panza de su mujer Clara Barrios. Pero el 28 de agosto de 1982 nació una nena y la bautizaron Julia en honor al papá, uno de los pocos voluntarios de la guerra de Malvinas. Julio murió a los 21 años el 14 de junio de 1982. El día de la rendición argentina.

Parece una doble injusticia. Julio no tenía la obligación de ir. Pero fue. Aguantó toda la guerra en el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 del Ejército. Tuvo hambre, frío, sufrió la brutal humedad de los pozos de zorro y falleció el último día. "En cierta parte fue su elección y en cierta parte fue el destino". La que habla es Julia, esa beba que nació en 1982. Es una de las hijas de la guerra y creció con las historias que le transmitió su mamá, embarazada de cinco meses cuando Julio fue a Malvinas.

"Tengo el recuerdo de mi mamá contándome que papá no estaba, que estaba en el cielo y que había muerto en Malvinas", cuenta Julia. Para ella fue natural crecer con esa historia. "Era algo que lo tenía incorporado, pero -cuando empecé el primario- me daba cuenta del impacto que causaba en las otras personas. Adultas y también en niños", dice Julia, el pelo largo, coqueta, tatuada. Sus maestras se quedaban heladas y "trataban el tema con especial cuidado porque sabían que había una persona que estaba involucrada directamente".

Delmira Cao, la mamá de Julio, también ha estado muy involucrada con Malvinas. En estos 30 años su batalla ha sido contra el olvido y la victimización de los ex combatientes y caídos. "Nunca quise que mi hijo fuera el pobrecito porque mi hijo había sido un valiente que había luchado mucho. En zonas carenciadas, en villas de emergencias. Trabajaba en La Ferrere, arreglaba aulas de las escuelas antes de irse a la guerra". Julio era maestro.

"Le gustaba Serrat. Amaba a Gandhi. Hacía ayunos como Gandhi. Le gustaba la paz. Era amigo de la paz, pero cuando le tocó ir no dudó. Era más importante lo que tenía que hacer por su patria", dice su madre con el recuerdo aún vivo de aquella mañana en la que Julio cruzó la vereda hasta su casa para decirle que había decidido ir a luchar a Malvinas.

Julio le dijo: "Yo como maestro y como ser humano con valores no puedo dejar de ir. ¿Cómo me siento después detrás de un escritorio si ahora me escondo debajo de la cama?", le preguntó a su mamá. Sus compañeros, conscriptos clase 61, estaban siendo convocados. Y aunque a Julio nunca le llegó la carta para que se presentara en el Ejército fue igual.

El maestro Julio Cao con sus alumnos
En 1991, Delmira y Julia, que tenía sólo 9 añitos, viajaron a Malvinas. En el cementerio de Darwin adoptaron una de las 230 tumbas a la que cuidan y honran. El cuerpo de Julio es uno de los que aún está sin identificar. "Me impactó muchísimo. Me generó muchos sentimientos de rencuentro con la figura mi papá, desde el lugar íntimo. No desde el lugar del maestro o del soldado. Ese lugar paterno que yo a mi manera construí sin tenerlo", confiesa Julia con ganas de volver un día.

Tanto para ella como para Delmira, la gran deuda con los 649 muertos argentinos del conflicto está vinculada con la memoria. "Pienso que todo el pueblo tendría que reconocer el gran valor que tuvieron y que arriesgaron la vida por la patria. Tanto los que están como los que no se merecen un reconocimiento público y total. Espero que a nivel popular se genere algo especial porque ya se cumplieron tres décadas y es el tiempo suficiente para elaborar las heridas. Cuando finalizó la guerra quizás no era el tiempo indicado porque la sociedad también estaba dolida como los familiares. Pero ahora es el momento indicado para reivindicar a las personas que lucharon allá y se entregaron por nosotros", dice Julia.

Nunca conoció a su papá, pero su familia y amigos se encargaron de que supiera quién había sido. "A él en Malvinas lo ilustran como una persona que daba apoyo moral a sus compañeros, que era muy religioso, que les hacia rezar el rosario. Era una persona que tenía un contacto muy íntimo con sus compañeros y que los alentaba", repasa.

"Fue una persona que a pesar de ser joven tenia altas aspiraciones. Que ejercía su trabajo con amor, con vocación. Estaba convencido de lo que hacía. Desde tercer grado decía que quería ser maestro", cuenta Julia, uno de los tres anhelos de este soldado voluntario: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.
Aunque Julio no llegó a escribir ese libro sí escribió y varias veces desde Malvinas. Una vez a sus alumnos de 3er grado (ver La carta de Julio a sus alumnos). Julia sabe de memoria lo que dicen esas cartas. Y cuando repara en la letra, prolija, clara, exacta, no puede dejar de sentirse identificada: "A mi me gusta escribir y siento que es algo que heredé de él. Hay muchas cartas en las que me menciona. Las aspiraciones de tener un hijo. Pienso que él se aferraba a esa idea. Estaba casado y eso puede haber sido una salvación en esos momentos: imaginarse una situación feliz".

"Para mí es muy fuerte llevar su nombre. Es muy fuerte y muy importante", dice y se le llenan los ojos, la piel, de orgullo. "El árbol que plantó en el patio de la casa de mi abuela ahora mide como 10 metros. Es un símbolo de lo que él fue y de lo que también trascendió después de muerto. Creció incluso cuando él ya no estaba". Igual que su hija, su otro legado, que en agosto cumplirá 30 años.

Julio Rubén Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa fue dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3er grado. Allí, les pidió disculpas por su repentina ida a la guerra. Esta es la carta completa, fechada en Puerto Rivero, el nombre con que en un comienzo se llamó a la capital de las islas.

En plena guerra, Julio Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa iba dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3º grado. En ella les pide disculpas por su repentina partida hacia las islas.

Carta del HÉROE MAESTRO Y SOLDADO CAO a sus alumnos desde el frente de combate.

En plena guerra, Julio Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa iba dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3º grado. En ella les pide disculpas por su repentina partida hacia las islas.



La carta completa está fechada en Puerto Rivero, el nombre con el que se llamó a la capital de las islas en un primer momento.
"Puerto Rivero, 24 de abril de 1982


Sra Directora:


He recibido carta de mi esposa quien me transmitió la preocupación de todo el personal de la escuela en cuanto a mi presencia luego de mi inesperada desaparición debido a mi incorporación al Ejército.


Deseo hacer llegar a ud y por su intermedio a todo el personal de la escuela mi mayor gratitud por haberme hecho sentir tan a gusto durante el corto lapso en que me conté entre uds.


Espero que no se tomen en cuenta la incorrecta redacción y caligrafía de estas líneas pues es un soldado no un maestro quien las escribe.


Considero que uds desearán saber las condiciones en que vivimos aquí los soldados, que según tuve oportunidad de comprobar son muy distintas a las que describen en los diarios.


Formo parte de la sección Atam. (sic) del Regimiento de Infantería mecanizada 3. Nuestra misión es dar apoyo de artillería a la primera línea de las compañías de Infantería de nuestro regimiento que se encuentran sobre las costas. Nosotros nos encontramos 100 o 150 metros a retaguardia, prácticamente en el frente.

Estamos a unos 3 km del Puerto Rivero (Stanley), en la isla Soledad y vivimos en pozos de 1 m por 2 m (sic) aproximadamente (pozos de zorros) en parejas, de a dos soldados; la humedad de la tierra es nuestro mejor compañero. Comemos bien, pero la ansiedad hace que sintamos mayor apetito, no hay comida que alcance. Hace frío, frío, mucho viento y el clima en general es muy húmedo. Las noches son muy largas y se hacen más largas porque cumplimos 2 hs de guardia.


Releyendo la carta me doy cuenta de que los estoy describiendo un panorama para nada alentador, pero la realidad es que no es nada que no pueda soportarse; principalmente porque la moral de la tropa es muy alta en general.


Con respecto a la situación en general, recibimos las informaciones de la radio local que no son otras que las que "la superioridad" quiere que sepamos; sobre el ataque a las Georgias y demás, en general muy escasas. Por otra parte ya hubo enfrentamientos acá en la isla Soledad que no sé si son de dominio público: el día 27 de abril a las 2130hs, comenzamos a oír que la artillería que se encuentran a retaguardia tiraba sobre las costas; recibimos órdenes de alistarnos y de mantenernos atentos dentro de las posiciones. No teníamos otra información más que el hecho de que el fuego continuaba ininterrumpidamente. Nos encomendamos a Dios y esperamos. No sé si temblaba de frío o de miedo, pero temblaba. Hasta las 3 30 hs del día siguiente continuó el fuego y algunos tiroteos aislados que seguramente eran producto de algún miedoso (que constituyen un verdadero peligro) a las 4 hs aproximadamente recibimos noticias de que el peligro había pasado y podíamos dormir. Por la mañana, el teniente coronel, Jefe del Regimiento, nos informó por radio lo sucedido: el radar había detectado lanchones de desembarco (aproximadamente 100 efectivos) y un submarino a 1000 metros de las costas. El fuego de la artillería los cerró y puso fuera de combate, el submarino se alejó. Más que ese susto no pasó nada y esto nos sirvió para darnos cuenta de que un desembarco en esta zona es prácticamente imposible.


Señora deseo recordarle que esta información y todo lo que se refiere a mi ubicación no he hecho llegar ni a mi esposa ni a mi familia, con el objeto de no alarmarlos más de lo que por el hecho mismo se encuentran. Igualmente tengo la seguridad de que las cosas no van a llegar a mayores y que esto va a terminar muy pronto; no sabe cuánto deseo volverme a encontrar frente al grado cumpliendo esa misión mucho más gratificante y provechosa que la que tengo encomendada.
(...)
Su muerte ocurrió el 10 de junio de 1982 durante la ofensiva británica sobre Puerto Argentino. La escuela Nº 32 de La Matanza, donde ejerció como docente antes de partir hacia las Malvinas, lleva su nombre.

Desearía que hiciera llegar a la maestra de 3ero D este mensaje para mis alumnos:
"A mis queridos alumnos de 3ro D:


No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera. Espero que ustedes no se preocupen mucho por mi porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.


Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder. Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes. Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.


Señora, además desearía hacer llegar mi recuerdo y saludos a todo el personal a la señora Bibiana, al Sr Galo, Cristina, Nora, Mercedes, Bárbara, Isabel y a todos los docentes de mi turno y de la escuela; a la señora Alicia quisiera que sepa que extraño mucho su mate de las 13 hs, y espero pronto volverlo a saborear ya que aquí el desayuno es una especie de mate cocido mezclado con cal de albañil y hasta un poco de cemento, nada de azúcar.


Habiendo distraído demasiado su atención pero sintiéndonos por un instante con uds me decido a concluir estas líneas con la esperanza de encontrarme a la brevedad con ustedes.
El maestro soldado Cao cayó en combate el 10 de junio de 1982 durante la ofensiva británica sobre Puerto Argentino. La escuela Nº 32 de La Matanza, donde ejerció como docente antes de partir hacia las Malvinas, lleva su nombre. ¡ GLORIA Y HONOR !

 


Héroe de Malvinas soldado Luis Guillermo Sevilla, héroe de Malvinas

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El Soldado Conscripto Luis Guillermo Sevilla, nacido en la Provincia de Salta (Rosario de la Frontera), en el año 1963, fue destinado a la BAM Cóndor, situada en el istmo de Darwin, Isla Soledad.

Falleció el 28 de mayo de 1982, mientras cumplía su función de sirviente de una ametralladora MAG de 7,62 MM, protegiendo el repliegue de sus camaradas, frenando el avance de la tropa inglesa.

Desde el 17 de septiembre la escuela rural 4.430 del paraje La Hoyada, en Rosario de la Frontera, lleva el nombre del héroe de Malvinas Luis Guillermo Sevilla.

El recuerdo de su madre.

La madre y la hermana de Luis Sevilla estuvieron presentes en el acto de bautismo de la escuela rural.
“La escuela cambió su nombre por el de mi hijo el mismo día de su cumpleaños”, dijo Cristina Lera, la mamá de Luis.

“Mi hijo nació en Rosario de la Frontera y me llena de orgullo saber que su recuerdo quedará grabado en la memoria de la gente de la zona. La comunidad educativa, los docentes y alumnos nos recibieron con mucho respeto y un gran cariño. Fue un día que no voy a olvidar”, agregó.

Cristina y su hija llegaron acompañadas por integrantes de la agrupación de gauchos Héroes de Malvinas Patricio Guanca.


Su historia


Cristina contó que Luis fue el mayor de sus dos hijos y que desde muy chico fue su mano derecha y la acompañó en sus días difíciles.

Cuando quedó embarazada de su segunda hija se trasladaron a Salta. Luis, al poco tiempo, se fue a Buenos Aires en busca de otros horizontes.

Desde allá colaboraba con su familia hasta que le tocó realizar el servicio militar.
“Me decían que podía quedar exceptuado por ser el único sostén de la familia, pero él no quiso. Me dijo que iba a cumplir con su obligación y que después volvería a Salta”, señaló la mujer.

El conscripto Sevilla, clase 63, fue incorporado en enero, por sorteo, a la Aeronáutica y en marzo regresó con licencia para estar unos días con su madre. “Fue la última vez que estuvimos juntos”.

“Estuve dos veces al lado de la cruz que lo recuerda en la isla Soledad”, afirmó, con tristeza, Cristina.
Un aula del Colegio Aráoz lleva el nombre del soldado, al igual que una cancha de fútbol del barrio Limache, en Salta Capital.

La resolución ministerial que impuso el nombre de Cabo Luis Guillermo Sevilla a la escuela de La Hoyada honran al jóven héroe de Malvinas que ofrendó su vida por la Patria.¡¡ GLORIA Y HONOR PARA EL SOLDADO LUIS GUILLERMO SEVILLA !!

Aquel buque de guerra inglés que vino después de Malvinas

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El "HMS Endurance", con escolta, ingresa a Puerto Belgrano. Tuvo un desperfecto en el timón y debió pedir asistencia

El 10 de marzo de 2006, casi 24 años después de la Guerra de Malvinas el "HMS Endurance" se convertía en el primer barco de guerra británico en ingresar a una zona militar argentina. El motivo era un desperfecto mecánico en el timón, que le reducía la capacidad de maniobra y no le garantizaba cruzar el Atlántico con éxito. El lugar elegido fue la Base Naval Puerto Belgrano, la más grande de nuestro país.

La sensación previa a la llegada del buque, para la mayoría, era de incertidumbre, resquemor y precaución. Argentina y Gran Bretaña reanudaron los lazos hace ya mucho tiempo: muchas bandas musicales vienen cada año al país, futbolistas argentinos triunfan ganándose el cariño de la gente inglesa, el comercio es fluido, etcétera, pero el hecho de que el barco fuera de la Marina Real Inglesa hacía que la gente se preguntara cosas.

Durante aquel marzo, el grito, el reclamo o la agresión verbal, en esporádicos casos, existieron. Pero lo que predominó fue el buen recibimiento hacia los marinos ingleses que desembarcaron en Puerto Belgrano y nuestra ciudad.

El atraque del "Endurance" se realizó con éxito y fue presenciado por autoridades militares inglesas y argentinas, que dieron la bienvenida diplomática a la nave averiada. La reparación se preveía de una semana, pero por la dificultad de conseguir los repuestos y un paro del personal civil de la Base, la estadía se estiró a 27 días.


Los marinos ingleses, que inicialmente se mostraban prudentes o reacios a pisar nuestro suelo, finalmente terminaron disfrutando la visita casi como un viaje de placer. Se los veía jugar al fútbol contra argentinos, comprar electrónica y ropa a buen precio, llenar los bares de Alsina y otros boliches en busca de algún romance, y hasta fueron agasajados con algún asado, cuando los días iban pasando y las amistades se iban entablando.

Dado que las obras de reparación se realizaban a dique seco, la mayoría de los 128 tripulantes se hospedaba en dos importantes hoteles de la ciudad y agentes civiles argentinos cuentan que muchos de los británicos hasta lamentaban el hecho de tener que irse cuando el timón finalmente estuvo reparado.

www.lanueva.com 

La silenciada historia de las veteranas de Malvinas

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No sólo fueron madres, abuelas, hermanas, tías, amigas. También hubo protagonistas que fueron silenciadas por la última dictadura militar e invisibilizadas por los sucesivos gobiernos democráticos. Son las mujeres de la guerra de Malvinas, que sufrieron los mismos problemas que los hombres, las pesadillas, el estrés post traumáticos y el ninguneo, y que 33 años después, de a poco, están empezando hablar.

La mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles. Sólo la Fuerza Aérea había comenzado a incorporarlas en 1980 con el rango de cabo primero. También hubo voluntarias que casi nadie recuerda. Y miembros de la Marina Mercante. Pero todas vivieron los horrores desde adentro: recibieron en el continente y en los buques transformados en hospitales a los soldados heridos, amputados, quemados y psicológicamente agobiados.

Un libro y un proyecto de ley intentan rescatarlas del olvido. El primero se llama Mujeres invisibles y fue escrito por la cordobesa Alicia Panero, pero no fue publicado en formato papel. El segundo es una iniciativa de la senadora riojana Hilda Aguirre de Soria, que incluye además del reconocimiento a su labor, la consagración del derecho a una pensión vitalicia.

El libro de Panero repasa historias como la de Liliana Collino, la única mujer que está probado que pisó territorio isleño a bordo un Hércules C-130 en el que se transportaban contenedores y heridos, y que en 1986 pidió su baja luego de pedir en reiteradas ocasiones un ascenso que nunca llegó. Infobae entrevistó a su autora.

- ¿Qué motivó su investigación?
Yo estoy casada desde hace 30 años con un militar, vivo en una base aérea y no sabía que había veteranas. No hay una política de difusión sobre ellas. El veterano en el inconsciente colectivo es un hombre. La gente cuando escucha la historia de las veteranas no lo puede creer. Cuando salió la ley del Día del Veterano y los Caídos de Malvinas las dejaron afuera del nombre porque no se sabían que había veteranas. Pero aún hoy hay mucha negación de los hombres. Recién las invitaron a desfilar por primera vez el año pasado, en el aniversario del bautismo de fuego de las Fuerzas Armadas, el 1 de mayo.

- ¿Y dónde estuvieron todos estos años?
El Congreso las reconoció cuando se cumplieron los 30 años de la guerra, pero en ese transcurso, la mayoría prefirió no hablar, primero, porque la guerra venía de la dictadura y era como vergonzante; y segundo, nadie les creía, porque nunca se habló de ellas. Además, en general, los que sufren estrés postraumático hablan muchos años después. Por ejemplo, Alicia Reynoso (NdR: una de las trece enfermeras de la Fuerza Aérea que trabajaron en el hospital reubicable en Comodoro Rivadavia), a raíz de un ACV, recién 28 años después de la guerra contó su experiencia en una sesión de terapia. Y hoy sigue dando charlas.

A la derecha, Alicia Reynoso. Fue una de las trece mujeres que con el grado de cabo primero habían sido incorporadas un año antes de la guerra a la Fuerza Aérea y que trabajaron en el hospital reubicable que se instaló en Comodoro Rivadavia.

- Al margen del silencio de ellas, ¿por qué hubo una decisión del Estado de invisibilizarlas?
Hubo una orden en la dictadura de silenciarlas. El problema es que con la democracia y con todo el avance que hubo en materia de género eso debería haber cambiado esto. En su momento les sugirieron expresamente que no hablen, principalmente, porque ellas vieron las condiciones en las que volvían los soldados.

- ¿De qué hablaban? ¿Cómo eran los diálogos con los heridos?
Ellas en general no preguntaban qué les había pasado. Sólo los escuchaban. Les contaban del frío, del hambre, de que extrañaban a sus mamás. Y ellas sentían la necesidad de abrigarlos. Las de la Fuerza Aérea, por ejemplo, lo que más recuerdan es que cuando se abrían las puertas de los Hércules y bajaban las camillas, no había un sólo soldado que no pidiera por su madre.

- ¿Y con los enfermeros varones cómo era la relación?
Entre los hombres el trato era más difícil, no tan íntimo ni desde los sentimientos. Con las enfermeras tenían un trato más humano.

- Un dato que llama la atención es la edad de las mujeres. Aunque siempre se habló de los conscriptos, había estudiantes de enfermería de 15, 16 y 17 años.
Si, fue un abuso del Estado el haber usado chiquitas de 15 años para ese trabajo.

- La historia de Doris West es particular porque era la única mujer dentro de la tripulación del buque carguero Formosa.
Doris ya estaba acostumbrada, porque tenía 50 años (hoy tiene 84). Además, era un barco civil de la Marina Mercante, no era militar, era más natural el trato. La respetaban mucho porque estaba con jóvenes y ella era más grande. Ella es una de las pocas que cobra una pensión, pero estuvo realmente en la guerra, porque el Formosa estuvo en la costa de las Islas e incluso recibió una bomba de un avión argentino.

- El buque transformado en hospital que más enfermeras tuvo fue el Irizar. ¿Cómo fue la historia ahí?
En el Irizar no esperaban mujeres y a las seis que fueron les tuvieron que armar un cuarto de emergencia. Al principio no les hablaba nadie, porque se decía que las mujeres a bordo son mala suerte y, además, no estaban acostumbrados a trabajar con mujeres. Pero después se integraron, sobre todo cuando empezaron a llegar los heridos, porque el trabajo no daba lugar a esas cosas. La experiencia fue muy fuerte para todos, hombres y mujeres, porque no había antecedentes.

- Con las mujeres de la Fuerza Aérea se da una paradoja, porque eran las únicas que tenían condición militar, pero en tu libro concluís que fueron las más sufrieron el maltrato de los hombres.
En un traslado de Buenos Aires a Comodoro Rivadavia, el comandante tuvo que llevar a la cabina a cinco mujeres de la Fuerza Aérea, porque no paraban de gritarles cosas machistas y piropos subidos de tono. No querían que estén ahí. También la pasaron mal en el hospital, porque no estaban muy informadas de lo que estaba pasando. Y mientras esperaban a los primeros heridos hacían vida de cuartel. No las tenían bien.

- ¿Por qué elegiste para contar la historia de la enfermera chilena Griselda Gatica Garrido?
Ella trabajó en el Sanatorio Central de Bahía Blanca, a donde llegaron heridos de las islas y sobrevivientes del hundimiento del General Belgrano. Ella me conmocionó mucho porque hay toda una historia pesada con los chilenos y la guerra. Es cierto que Chile ayudó a los británicos, pero ella trata de explicar que no son los pueblos, sino los gobiernos los que hacen la guerra. Aún hoy muchos tienen un odio visceral, sin pensar que allá también vivían en una dictadura. La gente común no tuvo nada que ver en eso. Griselda no tuvo una actitud pro británica e igual se comió insultos por ser chilena. Su historia es terrible desde lo ejemplificador.

- ¿Qué diferencia había entre las enfermeras británicas y las argentinas?
Las inglesas fueron 30 mujeres que estuvieron en el buque hospital Uganda SS. Si bien eran jóvenes, eran profesionales. En cambio las argentinas recién estaban haciendo la carrera y tuvieron que actuar como recibidas.

- ¿Las reconocieron?
Sí, inmediatamente, en agosto, cuando regresaron a Londres. Y las condecoraron. Para ellos, todo el que se trasladó a una zona de conflicto tiene derecho a una pensión.

- ¿Cómo fue el trato de las enfermeras inglesas a los heridos argentinos?
Los argentinos en el Uganda SS no tienen más que buenos recuerdos, más allá de la guerra. Hay uno que estuvo más de dos semanas y contó que no les importaba que sea argentino.


- Del lado británico, una figura central es la de la artista Linda Kitson, enviada por el Museo Imperial de Guerra a retratar la guerra. Sin embargo, sus dibujos en general no muestran los horrores del combate. ¿Por qué toma esa decisión?
Hasta ese momento desde el Museo Británico habían enviado hombres a las guerras, que habían estado en el frente con las tropas y habían retratado las cosas más crueles. Linda, en cambio, optó por la vida en los campamentos para dar una visión de la guerra que ella define como "más misericordiosa", por ejemplo, mostrando cómo cambiaba la vida de los civiles.

La historia oficial dice que hay tres isleñas muertas por un bombardeo británico, pero hay otras siete que murieron por las minas. ¿Son recordadas o su historia también fue invisibilizada?
Esas tres civiles sí son recordadas. Hay una placa en el cementerio de San Carlos y aparecen en las placas en Londres que tienen el listado de muertos. Igualmente, no les gusta que las recuerden junto con los militares. Para ellos es más grave y pesada la muerte de civiles. Sin embargo, es un hecho casi desconocido, que para los isleños fue terrible: había una familia, los Fowler, que como su casa era de piedra habían invitado a sus vecinos a refugiarse, y una bomba que cayó sobre su casa mató a tres mujeres.


- Los especialistas británicos suelen mencionar a dos mujeres a la hora de hablar de la guerra, la entonces primera ministra Margaret Thatcher y Sarah Jones, la esposa del militar inglés de más alto rango muerto en las islas, Herbert Jones. Sin embargo, ninguna de las dos participó directamente de la guerra.
Es cierto que no estuvieron en la zona de conflicto. Pero Sarah tiene una vida muy dedicada a la guerra, porque es miembro de la Comisión de Tumbas de Guerra de la Commonwealth y preside la Asociación Familias de Malvinas. Es una mujer que lleva su pérdida con mucha dignidad.

- ¿Qué opinás del proyecto de la senadora Aguirre de Soria?
Es un tema difícil porque se podrían venir encima los militares que no cobran pensiones. Pero la ley está muy bien redactada: se refiere a las mujeres que estuvieron en contacto con los heridos. Hoy sólo cobran pensiones siete mujeres del Ejército cobran pensiones y algunas de la Marina Mercante que estuvieron embarcadas. No hay un listado, pero yo sólo conozco a cuatro.

- ¿Por qué crees que todas las enfermeras, aún las que trabajaron en el continente, deberían cobrar una pensión?
Porque la guerra se traslada a donde se atienden a los heridos. Por algo esas enfermeras también tuvieron estrés postraumático. Por ejemplo, hay una que tenía 15 años, que se volvió adicta a las drogas y durante 25 años no habló de la guerra.

- ¿Hubo algún tipo de reclamo hasta ahora?
Algunas estuvieron peleando por sus derechos, pero no llegaron a nada, ni siquiera podían conseguir el certificado de las tareas que cumplieron.

- ¿Cuál es la situación de las mujeres en las Fuerzas Armadas hoy?
En general, siguen siendo ignoradas. Es como que están obligados a integrarlas, pero hasta ahí. El año pasado, por ejemplo, las invitaron por primera vez a desfilar, pero unos meses después había un ágape, y no las dejaron entrar.

www.infobae.com

Enfrentamiento en Many Branch (Cdos. 601 vs. S.A.S.)

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Mientras en la Isla Soledad acaecían aquellos acontecimientos, en la Gran Malvina, más precisamente en Puerto Howard, permanecía aislada la 1ª Sección de la CC601 a las órdenes de los tenientes primeros Sergio Fernández y José María Duarte. Hasta entonces, las PAC habían hecho imposible todo intento de cruce de estrecho y por esa razón el alto mando resolvió que el RI5 emplease a los comandos en misiones de patrulla y observación, preferentemente sobre la línea del litoral.

Privado de suministros y atacado por la aviación enemiga, el regimiento tenía ya once bajas, cinco de ellas fatales, escaseaba el alimento y el espíritu de la tropa, tan alto cuando el derribo del Harrier del teniente Glover, había decaído notablemente. Algo similar acontecía en Bahía Fox, el otro punto ocupado por tropas argentinas en la isla occidental.


Los kelpers cooperaban en todo cuanto podían salvo, como es de suponer, en tareas militares. 


En ese lugar se mostraban menos hostiles y desconfiados que los de la Isla Soledad y no dejaban de desempeñar sus tareas de campo como de costumbre dado que las acciones, en ambos puntos, eran mucho más esporádicas. El administrador local, Sr. Lee, mantuvo en todo momento una actitud correcta y eso facilitó mucho las cosas entre pobladores y tropas de ocupación.

La guarnición fue varias veces bombardeada por aviones Harrier, ataques rechazados una y otra vez por la artillería antiaérea y las armas automáticas de la Compañía C. Durante una de esas incursiones, una bomba beluga impactó en la cocina del regimiento y mató a cinco soldados, además de herir a otros seis, entre ellos un oficial y un suboficial.


Durante las noches, las posiciones eran hostigadas por una fragata que se aproximaba para abrir fuego con sus cañones de 114 mm automáticos, obligando a las tropas a permanecer estáticas durante horas.


El 27 de mayo, uno de los proyectiles alcanzó un galpón de esquirla próximo al caserío, causando bajas a la Compañía A. Los argentinos respondieron con sus morteros de 120 mm, generándose un furioso intercambio de fuego, especialmente cuando una segunda embarcación se hizo presente para apoyar a la primera.


En esa oportunidad, numerosas esquirlas travesaron la casa que servía de alojamiento a lo comandos y eso los obligó a buscar protección en el suelo. En vista de ello, se decidió un cambio de posición y a la mañana siguiente pasaron al edificio de la escuela local, al que encontraron más confortable y adecuado.


El 29 de mayo la 1ª Sección de la CC601 recibió desde el puesto de mando de la III Brigada una orden realmente absurda: debían dirigirse a la isla Swan y destruir el radar que funcionaba allí, si es que realmente existía. Pero la misión se suspendió cuando los comandos explicaron que solamente disponían de un bote con dos remos que para peor, hacía agua por sus junturas. Eso dio motivo a bromas y humoradas, en especial cuando la gente del teniente primero Fernández solicitó a Puerto Argentino una botella de champagne y una madrina para la ceremonia de botadura de “la embarcación”, chanza que no debió haber caído muy bien en el puesto de mando de la brigada.


El 3 de junio la posición recibió fuego muy certero desde San Carlos. El hecho de que los proyectiles hubiesen impactado cerca de la escuela, llevó a sospechar tanto a los comandos como a los jefes del RI5, que algún observador ubicado en las elevaciones que rodeaban el caserío debía estar reglando los disparos.


A la carrera, los comandos se vieron forzados a abandonar el edificio y corrieron hacia el refugio que se había construido especialmente para el general Parada y que aquel jamás ocupó porque, como ya se ha dicho, nunca visitó las posiciones. Se trataba de un gran pozo con techos de chapa, reforzados con madera y pisos de material, sostenido con tambores de 200 litros llenos de tierra.


En momentos en que los hombres salían del edificio, una granada explotó en la puerta haciendo añicos los vidrios y perforando las paredes, aunque sin producir bajas.


Los niños de la población estaban aterrados, como sucedía siempre que se producía un ataque y debido a ello, a la mañana siguiente cinco familias del lugar solicitaron ser trasladadas a Muny Brasch, un pequeño establecimiento situado en el interior de la isla, al norte de Puerto Howard, donde según explicaron, estarían más seguros. Por otra parte, la comida comenzaba a escasear y el equipo del regimiento se estaba deteriorando, lo que agravaba notablemente el cuadro de situación. Soldados famélicos y otros en un preocupante estado de desnutrición, eran prueba elocuente de ellos. El miércoles 5 llegó a Howard el “Bahía Paraíso”, novedad que sirvió para elevar la moral de la tropa. Desde la cubierta, un helicóptero Puma levantó vuelo y tras sortear el trecho que lo separaba del poblado y las posiciones del RI5, tomó tierra y comenzó a descargar provisiones y elementos sanitarios. 


Finalizada la operación, se procedió a evacuar a los heridos, entre ellos a un conscripto de apellido Vargas, que pese a haber perdido una pierna, se despidió emotivamente del coronel Mabragaña.

Llegada la noche, los comandos se dispusieron a cumplir una nueva directiva impartida por la III Brigada, consistente en llevar a cabo observaciones en la boca norte del estrecho, en dirección a San Carlos, con el fin de establecer blancos para la Fuerza Aérea.


Como primera medida, los tenientes primeros Fernández y Duarte dispusieron el envío de una avanzada integrada por el teniente primero Leopoldo Quintana, el sargento ayudante Juan Carlos Ruiz, el sargento Oscar Alfredo Sánchez y el cabo primero Manuel Rivero, quienes abordaron un tractor recientemente reparado y se pusieron en marcha hacia el monte Rosalía.


El vehículo, conducido por un soldado del regimiento, los dejó junto a un pequeño puente sobre el que destacaba un galpón abandonado. Los comandos echaron pie en ese lugar y continuar a pie, atentos a cualquier movimiento.


La marcha fue dura debido a las condiciones climáticas (hacía mucho frío) pero eso no impidió que alcanzasen el objetivo, una elevación de 425 metros de altura, sobre cuya pendiente observaron extraños cuya naturaleza no pudieron determinar. Aún así, cuando daban las 05.00 horas, comenzaron a trepar sus laderas bajo una helada llovizna, alcanzando la cima cuarenta minutos después. Fue entonces que montaron su PO y comenzaron a otear los alrededores sin dar con ningún indicio de los misteriosos destellos.


Se hallaban completamente solos, a 30 kilómetros de su gente, en una zona constantemente patrullada por aviones, helicópteros y radares enemigos y a 20 kilómetros al oeste de San Carlos. Pese a que la niebla los cubría (además de dificultarles la visión) decidieron, como medida precautoria, no armar las carpas y pasar esa primera noche a la intemperie.


El 7 por la mañana Quintana informó por radio que no se observaba nada anormal pero que a la distancia se habían escuchado explosiones cuto origen se habían podido establecer. Desde el puesto de mando le informaron que se trataba de un ataque a la cabecera de playa llevado a cabo por los bombarderos Canberra y que posiblemente volverían a repetirse esa misma noche. El comando de la III Brigada se les ordenó permanecer allí y mantener la vigilancia hasta nuevo aviso.


No pasó mucho tiempo desde aquel contacto radial cuando los observadores alcanzaron a divisar a lo lejos una patrulla británica que se desplazaba paralela a la costa, en dirección a la Casa Rosalía, un establecimiento rural cercano, justamente el lugar por donde los cuatro efectivos pensaban replegarse.


El 8 de junio amaneció limpio y soleado, día ideal para emprender el regreso, pero un Sea King británico comenzó a sobrevolar la región y enfiló después hacia el interior de la isla, impidiendo a la gente de Quintana llevar a cabo ningún movimiento.


Anochecía y la temperatura comenzaba a descender cuando en dirección sur, detectaron una segunda patrulla integrada por paracaidistas, clara evidencia de que el enemigo estaba rodeando la elevación y preparaba una incursión sobre Puerto Howard.


El grupo de Quintana estaba prácticamente cercado y solo tenía a las alturas del oeste como única vía de escape por lo que, sin pensarlo más, recogieron el equipo y se escabulleron.


Lograron “desengancharse” del enemigo sin mayores dificultades y al amparo de la obscuridad, atravesaron una serie de elevaciones menores, hasta distinguir las inconfundibles siluetas del galpón abandonado y el pequeño puente donde el día anterior los había dejado el tractor. Decidieron aguardar allí.


En esos momentos, el teniente primero Duarte avanzaba hacia ese punto, al frente de seis hombres, cumpliendo la orden de tomar contacto con Quintana y relevarlo y en caso de no lograrlo, comunicar la novedad a Puerto Howard para que toda la sección saliese en su busca.


Duarte y Quintana se encontraron en el puente, estrechándose todos en un fuerte abrazo. La avanzada había logrado evadir el cerco y traía nutrida información sobre los movimientos que estaba realizando el enemigo, por lo que decidieron emprendier juntos el regreso para dar cuenta de la novedad a sus superiores.


El general Parada censuró con extrema dureza el proceder de los comandos, cosa que los indignó en extremo. Les recriminó el hecho de no haber entablado combate contra las patrullas y haberse limitado solamente a informar. ¡Justo él, que ni siquiera había asomado la nariz más allá del perímetro de Puerto Argentino!


-¡Pero señor– le dijo el teniente primero Fernández a través de la radio – eran solamente cuatro y tenían expresas órdenes de no tomar contacto con el enemigo!


-¡¡Cuando uno tiene algo, no solamente debe llevarlo sino demostrarlo!!– aulló el alto oficial al otro lado de la línea.

Había sido realmente injusto y ofensivo y eso fue lo que le hizo ver su ayudante, el mayor Bettoli, presa de una furia contenida que no pudo expresar.


-Señor, usted ha sido muy injusto. Esos hombres están soportando terribles sufrimientos.

-Lo hice a propósito–fue la respuesta– Para incentivarlos.

El 9 de junio se destacó una segunda patrulla para vigilar la costa norte de la Gran Malvina, una vez más al mando del teniente primero José Martiniano Duarte. La integraban el sargento ayudante Francisco Altamirano, el sargento primero Eusebio del Tránsito Moreno y el cabo Roberto Félix Ríos a quienes seguirían veinticuatro horas después el teniente Isidro Alonso y cinco hombres más.

El pelotón se encaminó hacia Muny Branch, lugar especialmente escogido porque constituía un punto de fácil repliegue y allí se detuvo hasta las 17.00 cuando al no detectar ningún movimiento, Alonso, decidió pasar ahí mismo la noche y reiniciar la marcha al día siguiente.

Así fueron pasando las horas, sin sobresaltos, mientras se escuchaba en la lejanía el sonido de explosiones, provenientes del otro lado del estrecho.

Los despertaron las turbinas forzadas de los Harrier, otra prueba de que los británicos habían montado un aeródromo en San Carlos y que operaban sus aviones desde allí. Duarte se apresuró a informar la novedad a Puerto Howard y después de una breve ración, emprendió el regreso bordeando la costa.

Se encontraban a solamente 8 kilómetros del poblado cuando en pleno desplazamiento, al momentos de atravesaban un corredor rocoso, escucharon voces en inglés que venían del otro lado de la pared natural que daba hacia el oeste.

Duarte alzó su mano y todos se detuvieron. Moreno también había sentido las voces y por medio de señales se lo hizo saber a su jefe. Con el firme propósito de no quedar al descubierto, retrocedieron en el más completo silencio y así alcanzaron un grupo de rocas donde se quitaron las mochilas y se prepararon para entrar en acción.

Una sola duda carcomía al jefe del grupo: aquellos podían ser pastores kelpers pero, según Moreno, se trataba de soldados enemigos.

En voz baja, casi sin moverse, el suboficial se ofreció a adelantarse para investigar pero Duarte se negó terminantemente porque temía que su subordinado quedase rodeado por, al menos, una treintena de hombres.

Moreno quitó el seguro de una granada y preguntó si la podía arrojar y en el momento en que su superior le ordenaba aguardar un poco más, emergió de entre las rocas la figura de un hombre.

Quedaron todos paralizados. Se trataba de un individuo de raza negra, alto y de poblados bigotes, que llevaba puesto un pasamontañas verde de la Armada Argentina y un traje de camuflaje, trofeos de la reconquista de las islas Georgias.

La sorpresa pareció descolocar tanto a los comandos como al recién llegado, pero sobreponiéndose, Duarte se incorporó y apuntando con su ametralladora le preguntó con voz firme, si era argentino o británico (era evidente que no pertenecía a ninguna de las dos nacionalidades).

En lugar de contestar, el sujeto se arrojó a un costado y abrió fuego.

Se produjo entonces un violento tiroteo en el que Duarte se salvó por muy poco de ser alcanzado por varios proyectiles de 5,56 mm.

Él también disparó, justo cuando Moreno lanzó dos granadas que estallaron con fuerza en el mismo instante en que un proyectil similar de 40 mm, pasaba de largo a escasos centímetros de su cabeza, para estallar detrás suyo, levantando una nube de tierra y piedras.

Sin dejar de disparar, Duarte le ordenó al cabo Ríos que preparase una granada de fusil. En ese preciso momento, Moreno comenzó a tomar distancia porque al estar todos muy juntos, beneficiaban al enemigo ofreciendo un blanco fácil.

Tras la explosión de otra granada británica, los ingleses echaron a correr barranca abajo, sin dejar de disparar. Se trataba de dos integrantes de una patrulla avanzada que buscaban alejarse del lugar desesperadamente.

-¡¡Ahí van!!– gritó Duarte mientras se incorporaba y apuntaba.

Con absoluta sangre fría el oficial argentino disparó y abatió a uno de los efectivos que al recibir el impacto, se desplomó en el acto en tanto el otro, después que una nueva granada le explotara cerca, detuvo su carrera y alzó los brazos rogando que no lo maten. Duarte le ordenó al británico que se acercase y le indicó a Altamirano que siguiera tirando hacia el lugar por donde ambos habían aparecido, por si había más soldados.

El hombre negro recién se movió cuando un disparo impactó muy cerca de donde se encontraba parado y muy lentamente se fue aproximando. Cuando lo tuvieron a su lado, los argentinos lo obligaron a mantener las manos en alto y procedieron a revisarlo.

Se trataba de un centroamericano oriundo de Belice, ex colonia británica del Caribe recientemente independizada (1) y, por consiguiente, era seguro que entendía el español.

Altamirano lo palpó de armas y cosa increíble, cuando lo interrogó, el individuo respondió en italiano, temblando de miedo por la suerte que podría llegar a correr. En vista de ello, Duarte le aclaró que en tanto colaborase con ellos nada le iba a ocurrir y eso pareció tranquilizarlo.

El negro explicó que integraba una patrulla de solo dos hombres, depositados en la zona por un helicóptero para efectuar una misión de exploración. Mientras hablaba, Moreno, se encaminó hacia donde se encontraba el soldado abatido y al darlo vuelta, comprobó que estaba muerto, cosa que indicó a sus compañeros colocando el pulgar hacia abajo. El sujeto, rubio, alto y corpulento, había recibido un balazo en la espalda y otro en el brazo.

Moreno recogió el fusil, la radio y los papeles que el británico llevaba encima y subió nuevamente la barranca para enseñar lo que llevaba en las manos. Entonces Duarte resolvió seguir la marcha, dejando al individuo allí tirado y llevando solo al prisionero con el material capturado.

Así fue como echaron nuevamente a andar, el negro delante, con los brazos en alto, Duarte detrás y el resto del pelotón inmediatamente después. Al cabo de un tiempo, se le ordenó a Altamirano adelantarse hasta Puerto Howard para dar la noticia y este partió acelerando el paso.

Durante la marcha, comandos y prisionero debieron arrojarse cuerpo a tierra en varias oportunidades, para cubrirse del paso de los Harrier y evitar ser detectados, pero al cabo de una hora, sin más tropiezos, alcanzaron el poblado, despertando el consabido entusiasmo y curiosidad entre los kelpers y las tropas allí apostadas. Recién entonces Duarte se percató de que el pobre centroamericano hacía horas que llevaba los brazos en alto y que por habérselo despojado de su ropa de abrigo, temblaba como una hoja.

Tal como se ha dicho, la llegada del prisionero causó revuelo en la guarnición argentina. Una vez dentro del edificio que sertvía de cuartel a los comandos, el teniente primero Sergio Fernández procedió a interrogarlo, informándole que iba a ser tratado de acuerdo a lo que establecía la Convención de Ginebra, cosa que tranquilizó bastante al caribeño.

El sujeto intentó retacear la información lo más que pudo y solo se limitó a decir que era un simple radioperador que solo preparaba café para la tropa y lavaba la vajilla. Según su declaración, su compañero era un simple soldado raso.

Al percatarse de aquella actitud, Sergio Fernández se incorporó y tomando al prisionero bruscamente por la chaqueta, lo levantó en el aire y lo arrojó violentamente contra la pared, obligándolo a apoyar las manos y a abrir las piernas mientras le lanzaba improperios y amenazaba con hacerlo fusilar.

Fue entonces que se pudo determinar que el nombre del individuo era Charlie Fonseca, que era oficial auxiliar de comunicaciones, y como había dicho, provenía de Belice, aunque había alguna sospecha de que en realidad fuese oriundo de la Guayana Británica.

Junto con el material incautado se decomisaron claves de comunicaciones y códigos para hablar con el HMS “Fearless” y la isla Ascensión que fueron guardados con especial celo para ser entregados en Puerto Argentino.

Como Ríos y Moreno habían tenido que dejar sus mochilas en el camino para aligerar peso, Fernández decidió enviar una patrulla para buscarlas, iniciativa que comunicaron previamente a la capital de las islas.

Se organizó entonces una nueva sección de diez hombres al mando del propio Fernández, en tanto a Alonso se lo envió como avanzada en compañía de dos suboficiales.

La expedición se puso en marcha y luego de dos horas de caminata, llegó al lugar donde se hallaba el cadáver del soldado inglés (17.00 horas). Lo revisaron minuciosamente y gracias a la documentación que portaba, pudieron determinar que se trataba nada más y nada menos que del capitán John Hamilton, de 29 años de edad, el experimentado jefe del SAS, que había tomado parte en la reconquista de las Georgias y en la incursión a la Isla Borbón.

Además de sus pertenencias, se le extrajo una baliza que ni Moreno ni Duarte habían visto al revisarlo y después de desactivarla, se apoderaron de su pistola Browning de 9 mm de procedencia argentina, también tomada en Grytviken, además de papeles personales y dos fotografías, una en la que se lo veía vestido de civil junto a su esposa y otra de sus dos hijos.

Como en el caso de “H” Jones, las versiones inglesas han exagerado la actuación de este soldado (2) , presentándolo como un oficial extremadamente arrojado que habría ordenado a Fonseca escapar y ponerse a salvo mientras él permanecía en el lugar para cubrirlo, disparando hasta agotar sus municiones, algo totalmente apartado de la realidad.

Según declaraciones que Duarte hizo después de la guerra, Hamilton y Fonseca actuaron de una manera muy poco profesional ya que no supieron evaluar la gravedad de la situación y fueron muy descuidados al desplazarse en una región dominada por el enemigo. Además, según sus palabras, recién se enteró que integraban las fuerzas especiales del Reino Unido cuando leyó las primeras publicaciones especializadas de origen inglés.

El cuerpo del británico abatido fue trasladado a Puerto Howard sobre un acoplado tirado por un tractor, el mismo que trajo de regreso toda la sección. Durante el trayecto, recogieron al personal de la emboscada antiaérea montada anteriormente y de ese modo llegaron al caserío.

A Hamilton se lo veló en el galpón que hacía las veces de capilla, bajo un crucifijo y una bandera del Regimiento de Infantería 5, junto a un soldado conscripto de apellido Fernández, muerto ese mismo día por desnutrición. Poco después comenzó el cañoneo naval que duró hasta las 03.00 del día siguiente y al amanecer, partió hacia el cementerio el cortejo fúnebre encabezado por el padre Nicolás Solonyzny y el teniente coronel Mabragaña, capellán y jefe del regimiento, respectivamente.

Una vez en el camposanto, los argentinos procedieron a enterrar a ambos, uno al lado del otro, bajo una molesta llovizna, ceremonia que tuvo como música de fondo el lejano y triste aullido de un perro. Ningún kelper quiso asistir a la inhumación de Hamilton ni proveer una bandera británica para envolver su cuerpo.

Cosas propias de un pueblo extraño.
 

Referencias
(1) Belice, la antigua Honduras Británica, limita con Guatemala por el oeste y el sur y con México por el norte. Su independencia se produjo el 21 de septiembre de 1981.
(2) Hastings y Jenkins; Eddy, Linklater, Gillman; op. Cit.


Skirmish at Many Branch Point

La acción
En la mañana del 09 de junio, una patrulla de reconocimiento de rutina de la Compañía de Comandos 601 dirigida por el teniente primero José Martiniano Duarte se trasladó a la posición Many Branch (anteriormente , un puesto de observación argentino había sido desplegado en el monte Rosalie, pero había sido retirado debido a la presencia británica, y los Comandos debieron replegarse sin ser detectados). La patrulla argentina estuvo compuesta inicialmente por 9 hombres, pero por la tarde, sin esperar enemigos en los alrededores, cinco hombres regresaron a Puerto Howard mientras que los otros cuatro permanecieron en la cima. Desde esta posición, pudieron observar que se había construido un campo de aviación británico cerca de San Carlos.

Fuentes británicas afirman que el capitán Hamilton fue "muy superado en número" en el enfrentamiento que siguió, pero esto parece estar en contradicción con el pequeño número de argentinos que figuran como miembros del grupo en la cuenta de Ruiz Moreno.

En ese instante salió un hombre de entre las piedras: era un mulato con grandes bigotazos, con un pasamontañas verde de la Marina Argentina en su cabeza, vistiendo uniforme camuflado.

Todavía dudando, el oficial se asomó y le gritó: -Argentinos o Ingleses?

Sorprendido, el hombre se le quedó mirando. Y Duarte volvió a gritarle: -Hands up, hands up! (Manos arriba).

En tal momento el individuo pegó un salto al costado y abrió fuego sobre los Comandos. Una ráfaga de 5,56 rebotó en la piedra delante de Duarte y le llenó los ojos de polvo. (Ruiz Moreno, page 341).

En respuesta a esta Fonseca cayó repentinamente al suelo y abrió fuego hacia Duarte, que golpeó las piedras delante de él, y comenzó una lucha general de pequeñas armas de fuego entre los 4 argentinos y los 2 británicos en el puesto de observación que habían descubierto. Durante el enfrentamiento un sargento argentino lanzó dos granadas contra los británicos, y recibió en respuesta una granada británica de 40 mm, que explotó a unos metros por detrás, y Hamilton fue impactado en el brazo por una bala. Bajo el peso del fuego de la patrulla de Duarte, el puesto de observación del SAS trató de abandonar su posición y retirarse por la inversa de la cordillera, con el capitán Hamilton ordenandole a Fonseca a retirarse hacia atrás mientras él le cubria con fuego, pero como estaba moviendose, Hamilton fue impactado y muerto por el fuego de armas automáticas, y Fonseca se rindió poco después y fue hecho prisionero de guerra. (Cpl. Fonseca era de origen Goa, India Occidental, ex colonia portuguesa). A pesar de que Hamilton no llevaba rango o insignia (como es usual en el SAS), fue identificado por su placa de identificación. También fue encontrado in situ en el puesto de observación capturado, una radio, un M16 y un rifle AR-15, un faro, mapas y un código de comunicación. Otros dos hombres que formaban parte de la patrulla de Hamilton, pero no estaban en el puesto atacado en el momento, se retirraron de la zona y más tarde fueron rescatados por las fuerzas britanicas.

Secuelas
Apenas había concluído esta tarea cuando se escuchó una explosión, que en un primer momento fue atribuída al estallido de una mina. Pero al rato se percibieron claramente tres cañonazos navales y todos buscaron cubierta: los observadores ubicados en Monte María, atrás y arriba de Howard, indicaron posteriormente que se trataba de tres fragatas desde la distancia habitual de diez a doce kilómetros. El bombardeo duró hasta las tres de la mañana y fue muy impreciso: le faltaba observación. El teniente primero Fernández supuso que el primer disparo, aislado, fue un llamado al observador, al no recibir su comunicación: y los posteriores se limitaron a dirigirlos hacia las posiciones previamente marcadas -la ubicación de la Compañía B, sobre un cerro-, pero sin causar efectos. (Ruiz Moreno, pp. 345-346)


www.zona-militar.com 

La batalla de Puerto Argentino

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La batalla de Puerto Argentino tuvo lugar en la noche del 13 de junio y 14 de junio de 1982, entre las fuerzas argentinas y británicas durante el avance hacia la capital de Malvinas,Puerto Argentino.

Wireless Ridge, fue una de las siete colinas estratégicas dentro de los cinco kilómetros de Puerto Argentino en 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W Coordenadas : 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W.

El Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) en Malvinas


Carlos Robacio, por entonces Capitán de Fragata de Infantería de Marina y Comandante del glorioso Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), tuvo bajo su mando a 800 marinos de este batallón de la Armada Argentina y a 200 soldados pertenecientes a 2 Compañías adscriptas correspondientes a los Regimiento de Infantería Nº 3 y 6 del Ejército Argentino durante los combates terrestres por Puerto Argentino.

Durante la batalla por Puerto Argentino y en la última semana del conflicto, combatió al mando de estos 1000 valientes en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams, contra una fuerza combinada británica superior en cantidad de hombres y más poderosa en armamento y tecnología, conformada por:


1-La Brigada de Royal Marines (RM) Escolta de la Reina, compuesta por Tres Batallones, los RM 40, 42 y 45.

2-La V Brigada del Ejercito Británico, compuesta por Tres Regimientos de Infantería, uno Galés, otro Escocés y otro de Ghurkas Nepaleses.

3-Dos Regimientos de infantería Aerotransportada (Paracaidistas), el PARA-2 (tres batallones) y el PARA-3 (tres batallones).; lo que conformaba una fuerza de aproximadamente 10.000 combatientes.

En la noche y madrugada del 13 al 14 de Junio, desoyendo la ya impartida orden de rendición emanada del General Menéndez, Gobernador y Comandante Militar Argentino de las Islas, siguió junto a todos sus valientes, combatiendo a los británicos y logrando mantenerlos aferrados por varias horas y haciéndolos retroceder en 14 kilómetros el avance de las fuerzas británicas, derribando además en la mañana del 14, dos helicópteros ingleses.

Cuando el 14 de Junio a media mañana, finalmente el BIM5 inició el repliegue final desde las colinas hacia Puerto Argentino, habían agotado totalmente la munición de combate. Así entran a la ciudad, manteniendo en su poder la totalidad de sus armas, con todas sus tropas encolumnadas, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado.

Así finalizaba el "NO PIC NIC", como lo llamó el Brigadier General ingles Julian Thompsom comandante terrestre de los invasores, a los sangrientos combates ente sus tropas y nuestros Infantes de Marina.

El BIM 5
 
Procedente de la Base Naval de Río Santiago, zarpó de Buenos Aires en Septiembre de 1948, a bordo del Transporte A.R.A. "Chaco" el personal destinado al "Destacamento de Vigilancia y Seguridad de la Gobernación Marítima de Tierra del Fuego", con asiento en Ushuaia. 
 
Su creación se remonta al 26 de junio de 1947.
En el año 1952 el asiento de la Unidad, futuro BIM5, fue trasladado a Río Grande dejando destacados en Ushuaia parte de sus efectivos.
 
 Participó activamente en el despliegue de los años 1978/1979, en la Isla Grande de Tierra del Fuego.
 
En el Conflicto del Atlántico Sur de 1982, la Unidad operó en Malvinas donde se destacó por su espíritu y adiestramiento durante la preparación de la Defensa de Puerto Argentino.
 
Una vez iniciado el asalto británico todas las subunidades del BIM5 Ec. entraron en combate en primera línea con gran eficiencia y valor. Producen al enemigo demoras en su ataque e importantes bajas; sufren a su vez, muertes heroicas.
 
Por su participación activa en la campaña de Malvinas se ha hecho acreedor de las siguientes condecoraciones:
 
"HONOR AL VALOR EN COMBATE". Por: conducir operaciones eficaces para la recuperación y posterior defensa de las Islas Malvinas, Georgia y Sandwichs del Sur. Otorgada por la Armada Argentina.
 
"ORDEN CRUZ PERUANA AL MÉRITO NAVAL EN EL GRADO DE CABALLEROS DISTINTIVO BLANCO" otorgada por la Armada de la República del Perú.
 
La Declaración de "BENEMÉRITO" del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, efectuado por Decreto del Poder Ejecutivo Territorial No. 207183.
La Medalla "A LA BANDERA QUE COMBATIÓ EN EL ATLÁNTICO SUR 1982", otorgada por el Gobierno y pueblo de la Provincia de Santa Fé, el 15 de Noviembre de 1985.
 
La Distinción de "CUSTODIO DE LA BANDERA DE SALTA" efectuada por la Legislatura de dicha Provincia Argentina, el 5 de noviembre de 1987.
 
A lo largo de su existencia fue y es objeto del calor popular como reconocimiento a su aporte hacia la población fueguina, canalizada por distintas vías, poniendo en todos los casos su personal un especial sentido de patriotismo y una clara visión de las necesidades de la población y de su zona.

Capitán de fragata Carlos Robacio BIM 5

El Despliegue Inicial del BIM 5: (Relato del Clte. de IM VGM (RE) Carlos Robacio)

Cuando arribamos a Malvinas el 08 de Abril de 1982 con la avanzada del BIM 5, ya se encontraban en la Isla, conformadas bajo el mando del Gobernador, el General de Brigada del Ejercito Argentino Dn. Mario B. Menéndez, tres agrupaciones: la del Ejército Argentino, la de la Fuerza Aérea y la de la Armada, y cada Fuerza debía solucionar el Sostén Logístico de sus efectivos.

De inmediato pasamos a depender del apoyo logístico que nos proveería la Armada y en lo que hace al empleo operativo de la Unidad, su dependencia era del Comandante de las Fuerzas Terrestres.

El BIM 5 inicialmente estaba conformado por las siguientes fracciones: Comando de Batallón, Compañía de Apoyo Logístico, tres Compañías de Tiradores, una Sección de Morteros de 106,6 mm, otra de 81 mm y una Batería de Artillería con cañones Otto Melara de 105 mm.; aunque en realidad sus efectivos totales, armamento y equipos pesados irían arribando y se completarían el 11 de abril, salvo algunos infantes polizones "fugados de Río Grande”, que se fueron agregando voluntariamente.

Posteriormente por cambios en el dispositivo en el terreno y para lograr un mejor aprovechamiento del mismo, se agregaría la Compañía C, del Regimiento de Infantería 3 (RI-3) del Ejercito Argentino (EA) bajo el mando del Capitán Varela, de la cual conservamos un inmejorable recuerdo junto con la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 (RI-6 / EA) del Mayor Jaimet, que se agregaría en las instancias finales de la batalla. Ambas subunidades combatieron en conjunto con nuestro Batallón.

En los momentos iniciales del despliegue en Malvinas, como unidades palpables y concretas estaban el Regimiento de Infantería 25 (RI-25 / EA), el Regimiento de Infantería 8 (RI-8 / EA) y el BIM 5.

También tomamos entonces conocimiento que las fuerzas terrestres enemigas serían de una magnitud de alrededor de tres Brigadas de Infantería (aproximadamente 9000 hombres) y que las mismas tenían la capacidad necesaria para ejecutar un desembarco anfibio, combinado con un asalto vertical usando helicópteros y además, que ya se encontraban operando en las islas elementos de reconocimiento británicos.

Cap frag. C. Robacio leyendo mapas
 Al enterarnos que el RI-8 sería desplazado a Puerto Fox, en el otro extremo de la isla, sentimos una gran inquietud por la debilitación de nuestro esquema de combate y hubo que introducir cambios en las responsabilidades. EL RI-25, se hizo cargo de la defensa hacia el Este de Puerto Argentino y el BIM 5 hacia el Oeste, tanto es así que el Monte Longdon fue ocupado inicialmente por la Compañía “Oscar” de nuestro Batallón.Posteriormente llegarían refuerzos para la defensa de Puerto Argentino, todos esos refuerzos se irían integrando bajo la dependencia del nuevo Comandante de la Fuerzas Terrestres, el General de Brigada Argentino Dn. Oscar Jofré, con Unidades de la X Brigada de Infantería, mientras que los de la Brigada III se estacionarían a la vera del estrecho de San Carlos.

En la defensa de Puerto Argentino, bajo el aspecto estrictamente terrestre, se desplegarían las siguientes Unidades: En el istmo del Aeropuerto, el RI-25, luego el
RI-6 al Sudeste de la localidad. Al Sur de Puerto Argentino, el Grupo de Artillería 3 (GA-3) y el RI-3, hasta el camino al sudeste de Sapper Hill.

Nuestro BIM5 en el centro del dispositivo, en Sapper Hill, Monte William y Monte Tumbledown. Hacia el oeste, en Montes Harriet y Two Sisters el RI-4. Como nexo entre esta Unidad y el RI-7, la Compañía B del RI-6, el mencionado RI-7 en Monte Longdon y las alturas de Wireless Ridge. Es bueno recordar que las zonas asignadas a todas esas Unidades excedían dos y tres veces el área que normalmente se le debía asignar a Unidades del tipo de las descriptas.


Las acciones de combate:
Es bien sabido que a partir del 1 ° de Mayo se inician las acciones de combate, con el bombardeo a la Zona del Aeropuerto y casi inmediatamente se inicia el asedio de fuego naval desde los buques ingleses que navegaban en proximidades de la costa, al que se le irían agregando, con posterioridad y luego del desembarco, los fuegos de la artillería terrestre enemiga.

Resumiendo, la Guarnición que defendía la localidad de Puerto Argentino antes de llegar a la batalla final, soportaría un asedio de casi 44 días y, lamentablemente, sin la posibilidad de devolver tantas atenciones, salvo esporádicamente.

Haré ahora en el relato un salto muy grande sobre las diferentes situaciones que se fueron atravesando en San Carlos, Goose Green, las luchas de los Comandos por el terreno intermedio operando en el centro de las islas y por último las correspondientes a los Montes Harriet, Two Sisters y Longdon, pues imagino que las mismas están reflejadas o se mostrarán por los actores directamente involucrados.

La Batalla por Puerto Argentino comienza con el ataque por parte de la Brigada de los Royal Marines al RI-4 que ocupaba los Montes Harriet y Two Sisters y por parte del Regimiento de Paracaidistas N°3 a la Compañía B del RI-7 que se encontraba reforzada con una Sección de Ametralladoras 12,7 mm perteneciente a una Compañía de IM de Ametralladoras que se había organizado especialmente para el conflicto y que fuera destinada originalmente como refuerzo de mi Batallón, al arribar a Malvinas la Subunidad fue agregada por secciones a varias Unidades, otra se agregaría al RI-25.

El ceder estas secciones, así como el apoyo indiscriminado de la Artillería del Ejército en Malvinas hacia el BIM5, la integración de Elementos de Comandos de las tres Fuerzas, el apoyo de Ingenieros, etc., fueron definitivamente el inicio de la acción conjunta entre la Armada y el Ejercito que antes básicamente no practicábamos.

A partir del día 12 de Junio, aproximadamente a las 1000 horas de la mañana, el dispositivo defensivo mantenía aún en primera línea al BIM 5 reforzado, y al RI-7. Este Regimiento, que había perdido su Compañía B, persistía en aferrarse a las alturas Wireless Ridge, con su puesto de Comando y la Compañía C en posición.

En las alturas del oeste, ahora en manos inglesas, la Brigada de Royal Marines (RM), compuesta por los Batallones RM 40, 42 y 45 se había apoderado de los montes Harriet y Two Sisters y se aprestaba a ser sobrepasada por la V Brigada del Ejercito Británico, a tres Regimientos: uno Galés, otro Escocés y otro Nepalés (Ghurka), para lanzar la segunda fase de la batalla, sobre el BIM 5. En tanto, en Monte Longdon, se encontraba el Regimiento de Paracaidistas Ingleses Nº3 (PARA 3) listo para apoyar el ataque del PARA Nº 2, sobre el RI-7.

Es interesante aprender las lecciones del enemigo, en el sentido de tener bien en claro, como iba disponiendo de sus efectivos en ambas fases de su asalto sobre las posiciones del sistema defensivo, siempre asegurando una clara superioridad numérica, de no menos de 3 a 1, tomando como una totalidad la magnitud de las unidades que se enfrentarían. La realidad es que en los puntos de contacto, en donde concentraban su ataque, esta superioridad fue muchísimo más elevada.

Dejando de lado su determinación para atacar casi exclusivamente en la noche, otros aspectos interesantes a destacar, es que permanentemente, los británicos que ya habían atacado, eran sobrepasados por tropas frescas y se continuaba el ataque con el refresco (algo que nunca tuvo oportunidad nuestro sistema), como así también el empleo de sus abundantes y profusas comunicaciones radioeléctricas y el uso de señales pirotécnicas, en un claro contraste con nuestras fuerzas terrestres.

Sin mencionar el preciso y persistente bombardeo naval, y reduciendo el campo al apoyo artillero puesto en escena, ellos emplearon un Grupo de Artillería. Real, y los Grupos de Artillería 29 y 49, contra nuestros Grupos de Artillería N°3 (GA 3) y Aerotransportado N°4 (GA 4). El alcance de la artillería del enemigo era de 17 Kilómetros, contra los 10,5 Kms. propios.


Los Británicos movieron permanentemente su artillería a pesar de su superioridad en alcance, cosa que lamentablemente no podíamos realizar por falta de helicópteros en el lado propio, a excepción de una Batería de 105 mm., que se adelantó por tierra atravesando el Moody Valley, quedando a unos cuatrocientos metros hacia el Oeste del ex cuartel de los Royal Marines.

Nuestros Grupos de Artillería alcanzaban escasamente la primera línea enemiga (la que habían combatido con anterioridad contra los RI-4 y RI-7 en la primera fase de la batalla). Esta falencia evidentemente se acentuó en el caso del RI-4, ya que el GA-3 solamente alcanzaba la cima de Monte Harriet. Esto no ocurrió en nuestro caso ya que dispusimos de un apoyo artillero total y a discreción.

Quiero recalcar que en el combate moderno y con la profusión de apoyo artillero, "No levanta la cabeza para observar, el que quiere, sino el que puede".

En ese aspecto, el BIM5 también estaba preparado ya que, si bien disponíamos de los Observadores Adelantados de Artillería reglamentarios, todos los cuadros (incluidos los motoristas y cocineros...todos!), estaban adiestrados para controlar los fuegos de apoyo, de las propias armas del batallón, como de la artillería terrestre en apoyo y/o los fuegos propios navales y aéreos.

Todo estaba integrado en la Central de Coordinación de los Fuegos de Apoyo (CCFA) Esa era nuestra organización para determinar, cómo eran y de donde provenían los fuegos del enemigo y los propios. Casi me animo a afirmar que nuestra CCFA, por la excelentes comunicaciones que disponíamos, las coordinaciones y enlaces con todos los Grupos de Artillería, hicieron de nuestra Unidad algo muy duro de roer, con alta moral y altamente eficaz. No teníamos dudas, no se logró romper la cohesión de la Unidad y aún en el momento de la rendición, varias horas después que el grueso de los combatientes argentinos, mis hombres estaban en condiciones de proseguir la lucha, a pesar de los duros combates (incluso con lucha cuerpo a cuerpo), en que habían intervenido. Aunque, pasado el mediodía del 14 de Junio, ya no teníamos munición.

El enemigo ponía detrás de cada tubo de Artillería (aproximadamente 54 bocas en total) varios cientos de proyectiles diarios, contra los 368 diarios, por Batería (4 bocas), que habíamos previsto, (según diarios de la época, sobre la primera línea de cada unidad argentina que atacaban, disparaban una cantidad inusitada de proyectiles, aproximadamente unos 1000 por hora).

No obstante, durante la Batalla de Puerto Argentino, la Artillería del BIM 5 llegó a consumir prácticamente unos 15.000 proyectiles sobre las fuerzas atacantes.


El Combate final alrededor de Puerto Argentino

Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente.

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia.

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final.

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada.

El cap de frag. Carlos Robacio (segundo por la izq.) junto a sus subordinados en Tumbledown

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla.

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado.

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes.

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Oscar” me pedía, "Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa".

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna.

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.

Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante.

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines.

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses.

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge.

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley.

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nacar” del BIM5.

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica.

Se armó y realizó un contrachoque con efectivos del BIM5 y de la Comañía B del RI-7, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado.


En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa.

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros.

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente.

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,…..

"poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios"

Mientras tanto, en el Pony's Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,…..

“mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión".

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Oscar” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas.

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo.

Una sección de mortero BIM5
Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo.

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina.

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando.

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento.

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown.

Disposición del BIM5 y los Regimientos del Ejercito en torno a Pto Argentino
A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme "pues ya la Guarnición se había rendido". Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos.

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse.

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse.

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: " Señor Comandante, estamos listos para el repliegue" y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill.

El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final.

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas.

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado

Este fue el fin de los combates.

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo.

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino

13 de Junio de 1982:
16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony's Pass y rechazada con fuegos de artillería propia.

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony's Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino.

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.

23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony's Pass.

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ.

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material.

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.

La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.

Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA

14 de Junio de 1982:
00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada.

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.

Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA.

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5.

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate.

Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina.

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica.

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill.

Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores.

En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.

Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ.

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha.

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad.

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca - 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un helidesembarco británico (seis helos) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.

En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO.

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL "NO PIC NIC", como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA.


El recuerdo al heróico contralmirante Robacio
El contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio falleció el  domingo 29 de mayo de 2011 en el Hospital Español de la ciudad de Bahía Blanca. Muy pocos medios nacionales lo reflejaron, a pesar de que Robacio comandó a los 700 efectivos del Batallón de Infantería de Marina 5 y a los 200 soldados del Ejército Argentino en los duros combates desarrollados en el Monte Tumbledown, Sapper Hill y Monte William durante la Guerra por las Islas Malvinas. No pudieron ser derrotados por los ingleses y combatieron hasta agotar la munición, aún después de la caída de Puerto Argentino y que por eso ya habían recibido la orden de rendición.
 
Monte Tumbledown fue una de las batallas finales más sangrientas de la guerra de Malvinas. Para los ingleses, junto con la batalla del Monte Longdon, fue una de las que más horror les produjo porque, a pesar de superar a los argentinos en cantidad de efectivos y armamentos, debieron llegar a la situación extrema de tener que pelear cuerpo a cuerpo con los Infantes de Marina del BIM5 y no pudieron tomar esa posición hasta que nuestras tropas agotaron las municiones.
 
Finalizada la guerra, los británicos hicieron un documental sobre esta batalla en el cual, a pesar de no ser demasiado propensos al elogio, no vacilaron en señalar que las fuerzas argentinas más difíciles de enfrentar en Malvinas fueron las del Batallón de Infantería de Marina 5 a cargo del entonces capitán de Fragata Carlos Hugo Robacio.
 
Veinticinco años después, en una entrevista en su casa de Bahía Blanca, Robacio evocó esos combates de la siguiente manera:
 
“Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente, no me podían permitir el privilegio de tener miedo. Además, estábamos convencidos de que peleábamos por lo nuestro.
 
“Yo estuve hace muy poco en una reunión en Gran Bretaña con los comandantes que me atacaron. Empezamos a combatir el 13 de junio de 1982. Ese mismo día a la tarde nos hicieron un ataque con una compañía reforzada que aniquilamos. Teníamos muy buen fuego preparado pero cometimos muchos errores, piense que hacía casi 200 años que no estábamos en combate, por lo menos en guerras clásicas.
 
“El BIM 5 era la única unidad que estaba equipada, ambientada y adiestrada para estar en Malvinas. Pero yo terminé valorando al Ejército porque mis camaradas de entonces, sin tener la experiencia y el equipamiento adecuados nada, igual pelearon muy duro contra los ingleses.
 
“Es difícil entender las condiciones extremas en las que peleamos en Malvinas y tuve la suerte de estar al frente de un batallón con gente de un valor encomiable.
 
“El comandante de los gurkas me escribió una carta para decirme que jamás pasaron tanto miedo como cuando atacaron Tumbledown. Los ingleses no podían creer que entre mis efectivos yo también tuviera soldados conscriptos: ‘No, sus hombres eran veteranos. No los podíamos sacar de los pozos’, me comentaron después de la guerra. Por eso, y a pesar de que los ingleses lo nieguen, porque las vi, puedo afirmar que las bajas inglesas triplicaron a las argentinas’.
 
“Lamentablemente, la munición que pensábamos nos iba a durar 20 días, se agotó en un día y medio de intensos combates, calcule que nuestra artillería tiró 17.000 proyectiles en sólo dos días.
 
“Todos los hombres que lucharon en Malvinas fueron muy valientes. No hay registros en todo el siglo XX de unidades que hayan sido bombardeadas durante 44 días y hayan combatido duramente por más de 60, sin haber sido relevadas”.
 
Por su desempeño Carlos Hugo Robacio, comandante BIM5, fue galardonado por la Nación Argentina con la Medalla al Valor en Combate y el propio Batallón de Infantería de Marina 5 fue condecorado por el Congreso argentino en 2002.
 

Guerra de Malvinas - Satelites - CIA y el fondo del mar

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Por Mariano Sciaroni

El satélite acababa de cumplir su misión sobre Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de 27.500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina. Algo que se había complicado los días anteriores, ya que un techo de nubes impedía discernir que había amarrado “allí abajo”.


Desde los 400 km. de altura de su órbita baja, enfocó sus cámaras de alta resolución a las coordenadas 38º 53`33``S y 62º06`16``O y procedió a tomar las imágenes pedidas. Misión cumplida.


Nadie lo había visto venir, menos lo habían visto marcharse.



Poco tiempo después, las imágenes se encontraban en el National Photographic Interpretation Center (o Centro Nacional de Interpretación Fotográfica), un departamento de la CIA que dependía de la poderosa Dirección de Ciencia y Tecnología y que se encontraba integrado por analistas civiles y militares de todas las fuerzas.



No era la primera vez que se tomaban imágenes satelitales de la base naval. La CIA mantenía (y mantiene) una constante vigilancia sobre los enemigos, en ese tiempo los países del Pacto de Varsovia, pero a los aliados o afines, mejor también controlarlos. A finales de la década del `70, había aumentado, por alguna razón, el reconocimiento satelital sobre la base y sobre otros puntos de interés militar en Argentina y, en general, en el Atlántico Sur. 
(1) y (2) Dos imágenes satelitales de Bahía Blanca y la Base Naval Puerto Belgrano, obtenidas por la cámara de mapeo de un satélite espía norteamericano KH-9. La de la izquierda fue obtenida el 4.1.1979 por el KH-9 misión 1214-5 y la de la derecha el 30.3.1979 por la misión 1215-5.




Imágenes de la cámara panorámica son complementadas, en misiones de reconocimiento militar, por imágenes de alta resolución de la cámara principal. Fuente: U.S. Geological Services – desclasificación año 2002

No había habido demasiada suerte, sin embargo, en los últimos días. Nubes. Complicaban todo. Pero este 28 de mayo la meteorología resultaba más favorable y las imágenes revelaban las siluetas de los buques. Y allí estaban casi todos los buques de la Armada Argentina.



“BUQUES CAPITALES DE LA FLOTA ARGENTINA SE ENCUENTRAN EN LA BASE NAVAL PUERTO BELGRANO...BUQUES PRESENTES INCLUYEN AL PORTAAVIONES 25 DE MAYO (CV) SIN AVIONES EN LA CUBIERTA DE VUELO…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE GUPPY (SS)…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE 209 (SS) EN DIQUE SECO…UN DESTRUCTOR MISILISTICO-HELICOPTERO TIPO 42 (DDGH), UN DESTRUCTOR MISILISTICO CLASE GEARING FRAM II (DDG), UN DESTRUCTOR CLASE SUMNER (DD), UNA FRAGATA LIVIANA FRANCESA TIPO A-69 (FFG), CINCO BARREMINAS COSTEROS CLASE TON (MSC), Y NUMEROSOS AUXILIARES.”

La Armada Argentina se encontraba mayormente en puerto: el portaaviones, uno de los destructores tipo 42 y dos viejos destructores norteamericanos, uno de los avisos franceses y otras tantas embarcaciones.

Lo más interesante, sin embargo, eran los submarinos. Había un Tipo 209 en dique seco y un “Guppy” (genéricamente, un submarino de la Segunda Guerra Mundial con mejoras hidrodinámicas y en ciertos sistemas de a bordo) amarrado. 

El “Guppy” no podía ser otro que el ARA Santiago del Estero, que la inteligencia había perdido a fines de abril, cuando desapareció subrepticiamente de su amarradero habitual de la Base Naval Mar del Plata. Realmente un misterio, ya que el submarino se consideraba inactivo desde el año anterior, sin posibilidades de sumergirse y menos de ir a una guerra.

Nadie sabía, entonces, el estado operacional del Santiago del Estero. Y, sabiendo que sería preguntado sobre ello, el analista no tuvo más que agregar en su memo que:



“NO SE PUEDE DETERMINAR EL ESTADO OPERACIONAL DEL SUBMARINO GUPPY”



Desde el 30 de abril que Estados Unidos no tenía mayores problemas en pasar la información satelital recibida al Reino Unido.



La vital información recogida no fue la excepción y, con alguna lógica demora, cruzaba el Atlántico y llegaba al Cuartel General de la flota británica en Northwood.



Buena información para las dos Fuerzas de Tareas coloniales en el sur. Especialmente útil para los submarinos del Almirante Peter Herbert, la Fuerza de Tareas 324. El oficial responsable comenzó a preparar un informe de inteligencia actualizado y, apenas terminado y aprobado, se subió al satélite.
Había tres satélites espías estadounidenses (de reconocimiento por imágenes) en órbita. Los británicos no tenían esa capacidad, así que necesitaban apoyarse en su aliado.
Un HEXAGON/KH-9, lanzado el 11 de mayo de ese año, que tenía el problema de que el film debía ser eyectado hacia tierra, donde era recuperado en vuelo cerca de Hawai y, desde allí transportado en avión hacia el continente.
Los dos KENNAN/KH-11 eran los más modernos del mundo. La información era pasada encriptada y en tiempo real a una estación en tierra, y estaba en condiciones de ser analizada en cuestión de minutos. El KH-11/4 había sido desviado de su órbita sobre la Unión Soviética a principios de abril y estaba haciendo casi todo el trabajo. 
(3)  Gráfico de la órbita baja del KH-11/4, modificada a principios de abril de 1982 para cubrir Malvinas y áreas de interés en Argentina. Había sido lanzado el 3 de septiembre de 1981 desde la Base Aérea Vandenberg en California
Los satélites de reconocimiento eran complementados con la información obtenida de la violación a las comunicaciones “seguras” de la Armada Argentina. 
Había habido algunos problemas a mediados de abril, cuando los argentinos cambiaron el código, pero ello fue rápidamente solucionado (pareciera que alguien en Argentina se puso nervioso al leer un artículo del 15 de abril del New York Times que dejaba entrever que las comunicaciones eran interceptadas)

Es que las máquinas Crypto AG de dotación de la fuerza no eran mayor traba para la CIA. Es más, se decía que la NSA (National Security Agency o Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía “acciones” en esa empresa y, por tanto, la llave para leer los mensajes en clave. Una copia de esa llave estaba en poder de la CIA.

Algunos funcionarios norteamericanos pareciera que se jactaron demasiado de ello, y el 9 de junio, William J. Casey, Director de la CIA, tuvo que amenazar con acciones penales para los involucrados en difundir “el secreto”. El código fue nuevamente cambiado por los argentinos, y nuevamente roto por la CIA.

Obviamente, ayudaban al panorama también los amigos de por acá cerca y los que estaban demasiado cerca, más aún.

Sin embargo aún con todos esos recursos, el Joint Intelligence Committee (JIC), el comité conjunto del Reino Unido que organiza a todas las agencias de inteligencia, tenía un panorama confuso acerca de los buques que se consideraban más importantes (y peligrosos) de la Armada Argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo y los submarinos.

Al portaaviones Northwood lo situaba, en las primeras horas del 28 de mayo, en las cercanías del Cabo Blanco, al sur del Golfo San Jorge.

El submarino HMS Spartan estaba cerca de allí, tratando de ubicarlo, pero no lo había logrado. El comandante del buque, James Taylor, así como Chris Wreford-Brown, en el HMS Conqueror (a 320 millas náuticas al Este del Cabo Blanco y sirviendo de zaguero para cualquier intento de rompimiento) se preguntaban si la información de inteligencia, generalmente buena, estaba acertando esta vez.
(4) Portaaviones ARA 25 de Mayo en la Base Naval Puerto Belgrano. Fotografía tomada en junio de 1979, durante el Operativo Unitas XX. Fuente: Department of Defense, EE.UU.

Con los submarinos argentinos la situación era peor aún.

El 21 de abril el ARA Santiago del Estero había salido de su apostadero. Pocos días después, el espionaje británico (gracias a los norteamericanos) se había percatado de esta situación y buscaba desesperadamente conseguir información acerca del estado operativo de la unidad. 

Algo que no se había logrado ¿Estaría camino a la Isla Ascensión, listo para atacar a las unidades logísticas?
Asimismo, inteligencia informaba el 26 de mayo por la tarde que el ARA Salta tenía problemas en sus tubos de torpedos. Nadie sabía si estaba en el mar o no el 28.

El ARA San Luis, se afirmaba para el mismo 26, estaba definitivamente en patrulla, posiblemente en camino hacia el norte del Estrecho San Carlos. El 28 se dudaba de su posición, o en Puerto Belgrano o en el mar, no quedaba a nadie claro ello.

Las piezas faltaban en el rompecabezas. 
Casi a las 9 de la noche del 29 de mayo, a unas 300 millas al Este de Isla de los Pingüinos, en medio de un clima horrendo y un mar agitado, surgió de las profundidades del mar un artefacto que podría describirse como un florero de lata diseñado por un artista kitsch.

El mástil AYH, si bien tenía algunos cristales defectuosos, no captó señal electrónica con grado de peligro alguno, lo que pudo ser corroborado por el operador en el equipo MAE UA4 del HMS Conqueror.

Con el reaseguro que no había nadie emitiendo en el área, pronto emergieron otros apéndices, entre los que destacaban un periscopio y una antena de comunicaciones.

Durante 7 horas se mantuvo en plano periscopio y con los apéndices extendidos. El submarino tenía, desde hace más de un mes, problemas para recibid comunicaciones, algo que se había exacerbado luego de dañar el mástil con hielo cerca de Georgias del Sur. Sin embargo, esta vez la culpa no era de la antena o del satélite (también norteamericano) sino del equipo de clave, que tenía un mal día.
(5) Submarino HMS Conqueror regresando a su base, luego de Malvinas. Fuente: Ministry of Defense, Reino Unido

Seis reportes recibidos. Entre ellos COR 430 informaba a la Fuerza de Tareas 324 (los submarinos) que la Armada Argentina se encontraba en Puerto Belgrano o en las cercanías de Bahía Blanca. La información de inteligencia se hacía más clara.
El HMS Spartan repitió para la misma hora el procedimiento y recibió también la señal COR 430. Sus equipos electrónicos UAB eran más modernos y sensibles, pero tuvo más cuidado de exponer apéndices, ya que solo estaba a 90 millas náuticas del continente. El radar AN/APS-128 de un EMB-111 Bandeirante Patrulha (de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina) que había detectado hacía unas horas le recordaba el peligro de ser demasiado indiscreto. Apenas bajada la información del satélite, volvió a las profundidades.
Los restantes submarinos británicos formalmente asignados a la FT 324 estaban desperdigados en el Atlántico Sur. El HMS Onyx y el HMS Courageous recién estaban penetrando latitud 35º S y arribando a la “Grilla CORPORATE”, el HMS Splendid estaba saliendo de ella (por problemas insuperables en uno de sus Turbogeneradores) y el HMS Valiant ya tenía bastantes preocupaciones operando dentro del Estrecho de Le Maire.

Northwood movió las áreas de patrulla y de responsabilidad de las unidades submarinas para adecuarse al nuevo escenario proporcionado por inteligencia: el portaaviones estaba en puerto y, sin Grupo Aéreo Embarcado en cubierta, era dudosa una pronta zarpada. El ARA Santiago del Estero estaba amarrado, así como uno de los Tipo 209 (se estimó era el ARA Salta – quizá por los problemas en los tubos de torpedos anunciados), en dique seco.
Las contingencias a enfrentar eran menores ahora para los submarinos. La certidumbre ampliaba la libertad de acción. Buena información, en el momento justo. Un satélite que hizo la diferencia.

Ni KENNAN ni HEXAGON fueron decisivos. Tampoco lo fue el quiebre de las comunicaciones cifradas argentinas. Pero la guerra es un partido de póquer, y si el contrincante puede mirar nuestras cartas, no importa la buena mano que tengamos, el otro siempre podrá jugar en sus términos.

A 30 años del conflicto, vale la pena recordar las ventajas ajenas y las falencias propias. De esa forma, resaltan aún más el coraje y la entrega de nuestros marinos, soldados y aviadores.

Agreguemos un par de datos más.
El ARA Santiago del Estero, que no tenía sonar ni posibilidades de sumergirse desde 1981 (es decir, no podía combatir en forma alguna), había sido trasladado desde la base de submarinos en Mar del Plata hacia Puerto Belgrano, donde fue camuflado entre dos cargueros. Se hicieron algunas operaciones de “velo y engaño” para intentar confundir respecto el estado operativo del submarino, lo que parcialmente se logró.

EL ARA San Luis estaba en Puerto Belgrano desde el 19 de mayo, habiendo arribado luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión. Los diversos problemas mecánicos que se fueron suscitando durante el combate (ya que atacó y fue atacado) hicieron que debiera ingresar a dique seco, donde fue observado por el satélite.

(6) ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra. Detrás, se aprecia el portaaviones.
 

El ARA Salta estaba en el mar desde el 21 de mayo, haciendo pruebas de torpedos y evaluando ciertas falencias del buque. Pero, principalmente, generando incertidumbre en la flota británica. Efectivamente, desde el día 23 tenía problemas con los tubos lanzadores. Recién tomó puerto el 29 de mayo.



El ARA 25 de Mayo no salió de Puerto Belgrano después de ingresar allí el 10 de mayo. Su Grupo Aéreo Embarcado operaba desde bases en tierra. Hubo algunas maquinaciones argentinas para despistar a la inteligencia británica acerca de su paradero, lo que pareciera dio resultado parcialmente.



Pareciera que el ojo del satélite no se equivocaba demasiado.

(8) Documento, “Increased defensive measures”

Bibliografía usada por el autor:

Casey, William J (Director CIA), Memo en “Unauthorized Disclosures on the Falklands Situation”, 9 de junio de 1982. 

Freedman, Sir Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I & II, Routledge, Londres, 2005. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Argentine Naval Combatants”, 28 de mayo de 1982. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Military Forces, Argentina”, mayo de 1982. 

National Security Council Meeting (Casa Blanca – USA), Minutas de análisis, “South Atlantic Crisis”, 30 de abril de 1982,  


Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings” 

Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”




Mariano Pablo Sciaroni

Es abogado y magister en estrategia y geopolítica. Escribió “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como numerosos artículos sobre temas navales y de Malvinas en revistas especializadas y páginas de Internet.

Primer vuelo de verificación post Conflicto de Malvinas​

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"...El 29 de Octubre de 1990 se realizó el primer vuelo sobre el territorio de las Islas Malvinas después de la Batalla del Atlántico Sur.

Esta operación tenía objetivo realizar un vuelo directo desde la I Brigada Aérea hasta la Base Vicecomodoro Marambio, y con el propósito fundamental de verificar los sistemas de comunicaciones y las normas establecidas en los Acuerdos de Madrid entre Cancillería Argentina y el Foreign Office del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.


Antes de partir este importante vuelo desde Buenos Aires, el Comandante del C-130 Hércules recibió en “El Palomar” precisas instrucciones verbales del por entonces Subsecretario General de la FAA, Comodoro D. R. Montenegro, quién le recomendó el estricto cumplimiento del Plan de Comunicaciones para el caso de ser interceptado por aviones ingleses destacados en las Islas y las instrucciones de sobrevuelo.​


Se establecía para realizar el vuelo una ruta 30 MN (millas náuticas) al Oeste de Puerto Argentino… tal como estaban expresadas en un mensaje procedente de IX Brigada Aérea y firmada por su Jefe, el entonces Comodoro Sadino, quien tenía la responsabilidad de mantener el tráfico radioeléctrico con el Comandante Militar del Reino Unido en Malvinas.

La cuestión es que había un “error” en la interpretación de la autorización de sobrevuelo y las 30 MN. NO eran hacia el Oeste… sino hacia el Este… ya que de lo contrario se sobrevolaba el complejo militar de “Mount Pleasant”… la tripulación se dio cuenta tiempo después, cuando al comenzar a acercarse a las Islas el C-130 se encontró sorpresivamente escoltado por una sección de McDonnell Douglas Phantom F-4J.

Los aviones identificados visualmente como británicos se pusieron la par del Hércules C-130 argentino y con “diplomáticas instrucciones”… tales como mostrar en forma amenazante los misiles SIDEWINDER AIM-9L que llevaban en los soportes ventrales y hacerles bruscos virajes para desviarlos de rumbo… rumbo el cual el C-130 nacional no modificó y su comandante mantuvo estoicamente, por un cierto tiempo.

Mientras continuaba el vuelo, se intentó comunicarse en todas las frecuencias sin obtener respuesta alguna de los pilotos ingleses.

La disyuntiva del comandante era si mantenía el rumbo establecido para la verificación, o lo modificaba tal lo estaban manifestando los amenazantes Phantom F-4J.


Así fue que desviaron la ruta hacia la izquierda pasando lateral Este de Puerto Argentino, siempre “escoltados” por los aviones británicos… que después de acompañar 50 MN. al C-130, iniciaron un violento viraje descendente para retornar a su base en las Islas..."
 

Sr. Mariano G. Campelo 

www.zona-militar.com

Salvando la bandera del Regimiento

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Hace 30 años, en la gélida noche del 11 de junio de 1982, un suboficial de las tropas británicas que se deslizaban sigilosamente en la oscuridad malvinera, pisó una mina antipersonal y esa detonación activó el combate más encarnizado de la Campaña de las Malvinas. 

Así, el Monte Londgon, donde estaba atrincherado el dispositivo defensivo nacional, se iluminó con la pirotecnia de las bengalas y el fuego de las bocas de los cañones. En aquellas últimas jornadas se llenaron páginas de gloria. Uno de los grandes protagonistas fue el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde”. 

Durante toda la noche del 12 al 13 de junio sus trincheras fueron acribilladas por las baterías enemigas. Nuestros soldados recibieron la descarga de unas seis mil balas, mientras los gurkas avanzaban por la zona, degollando sin compasión. El Regimiento 7 fue el más castigado en aquellas jornadas: perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152. Cuando percibieron que era inminente la derrota, el jefe del Regimiento, teniente coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para que no quedara en poder del enemigo. 

De inmediato se cumplió la orden. Pero dos jóvenes oficiales, los tenientes Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (ambos habían dado muestras de valor en el combate), se presentaron ante sus jefes. En medio de la lluvia de balas plantearon su disconformidad: el pabellón nacional no debía estar bajo tierra, ni tampoco podía entregarse al enemigo. 

Giménez aceptó la propuesta de los jóvenes tenientes. Desenterraron la bandera, la sacaron del plástico que la cubría, la desarmaron y se distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales. De la bandera en sí (es decir, del paño) se encargó el teniente Guidobono. De la corbata, Cargnel. El teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota. El mayor Carlos Carrizo Salvadores, tomó otra y la colocó debajo de su cinturón, el subteniente Alfredo Luque puso otra en su guante. Así fueron ocultando los fragmentos, adosándolos con cinta adhesiva. Terminó el combate. 

El grueso de los soldados fue transportado de inmediato en el buque Canberra rumbo al continente. Pero algunos hombres fueron tomados como prisioneros de guerra. El destino hizo que Cargnel (por ser paracaidista) y Guidobono (por ser jefe de Comunicaciones), fueran llevados en avión a San Carlos y separados del resto de sus camaradas. Durante quince días los mantuvieron prisioneros dentro de un frigorífico. Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió para no ser descubierto en el cacheo. 

Luego los embarcaron y permanecieron otros quince días a bordo, sin zarpar. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado. Los prisioneros fueron obligados a desnudarse. A pesar de que el teniente Guidobono quiso disimularlo, un soldado enemigo descubrió la bandera. Le ordenó que la entregara. El teniente se negó. El soldado gritó su orden nuevamente. Guidobono, con calma, respondió que no entregaba la bandera. 

La tensión se percibía y en medio de ese silencio eterno, el guardia cargó su fusil. Alarmado por los gritos, un oficial enemigo se acercó e intentó convencer al teniente argentino de que entregara el paño. Guidobono movía la cabeza negando: la bandera no la entregaba. El oficial pareció comprender que podía generarse una situación incontrolable. Allí terminó el episodio. Recién, el 14 de julio, lograron reencontrarse en el cuartel del Regimiento de Infantería Mecanizada 3, en La Tablada, que funcionaba como lugar de reunión y atención del personal que había combatido en nuestras islas.

Ese mismo día, el encuentro de aquel grupo de soldados, permitió reunir las partes componentes de la Bandera Nacional de Guerra del histórico y esforzado Regimiento 7 de Infantería Mecanizada. La lectura de este episodio, prolijamente redactado y expuesto en un cuadro próximo al cofre que contiene este glorioso lábaro, emociona vivamente a quienes visitan la Sala Histórica de la Unidad, que también contiene otras muchas valiosas reliquias de su larga trayectoria, hacen reflexionar acerca del silencioso y casi ignorado gesto de este grupo de valientes, que ha quedado vivamente grabado en la rica historia de este antiguo regimiento de nuestra Infantería.-

www.salamalvinas.com.ar

Distintas posiciones del GA 3 en Malvinas

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El Grupo de Artillería 3 arriba a las Islas Malvinas con personal y equipo el día 14 de abril a las 07:50 horas, mientras que el material, conformado por un Escalón Comando y Servicios y tres Baterías de Tiro a seis piezas, (Obús Oto Melara calibre 105 mm de 10 km de alcance) cada una,  y la munición que llevaba un Hércules C 130 TC 63 y un Fokker F 28 TC 27, arriban entre las 09:10 y 10:12 horas del mismo día. 

El día 15 al 17 de abril se inicia la ocupación de las posiciones del GA 3. 

El día 27 de abril, a las 19:50 horas, se recibe en el Puesto Comando del Jefe del Grupo de Artillería 3 la novedad de que el Radar del RI 3 detectó presencia de elementos extraños y desconocidos al S de Puerto Argentino. A las 21:35 horas la Batería de Tiro “B” abre fuego sobre probables lanchones de desembarco enemigos captados por el Radar del RI 3 y ratificado por la observación visual de los observadores adelantados de la Unidad, en un lapso de dos horas se disparan 160 proyectiles. 

El 14 de mayo se recibe una pieza 155 mm modelo Argentino de 20km de alcance proveniente del Grupo de Artillería 101 (JUNÍN – BUENOS AIRES). De inmediato se iniciaron los reconocimientos para su emplazamiento, en la ladera Este de SAPPER HILL, dado el gran peso del material y la poca consistencia del terreno se recurrió al empleo de una retroexcavadora y planchas de aluminio para lograr la sustentación y firmeza del suelo necesarias para el tiro, en días sucesivos se recibió dos piezas más con las cuales se conformó una Batería dependiente del GA 3 (Batería de Tiro “D”), a las 23:30 la pieza abrió fuego contra un buque enemigo detectado por radar (distancia 17 km). A esta Batería se le asigna una misión no común en la Artillería: hostigamiento a los buques enemigos que desde el 1ro de mayo cañoneaban impunemente la posición de Puerto Argentino, dicha Batería hasta los primeros días del mes de junio cumplió con aproximadamente 10 misiones de fuego, disparando en el orden de los 80 proyectiles; a partir de esa fecha cumplió misiones de fuego de contrabatería a las mayores distancias. 

El día 27 de mayo se rompió la monotonía de varios días, la esperanza de un día apacible es bruscamente quebrada por un repentino ataque de la aviación enemiga, este ataque fracasa, no se producen bajas ni daños materiales. 

A partir de esta fecha el GA 3 ejecutó fuegos de contrabatería destinados a neutralizar la actividad de la Artillería enemiga:
-        Fuegos de neutralización y de hostigamiento en apoyo de los propios elementos de combate.
-        Fuegos de hostigamiento contra el accionar de buques enemigos, mediante el empleo de cañones 155 mm, apoyados por los radares de ADA CARDION de 360 km de alcance y de vigilancia terrestre RASIT.
-        Fuegos de neutralización y de marcación de blancos en coordinación con acciones que cumplía la FAA.
A partir del 05 de junio el GA 3 inició su apoyo de fuego a los elementos de maniobra que ocupaban las alturas hacia el OESTE (Monte Dos Hermanas, Monte Harriet, Monte Tumbledown y Monte Longdon).  

Hasta esa fecha las posiciones habían sido sometidas a intensos fuegos navales, y a partir de esa oportunidad se comenzó a recibir fuego de contrabatería ejecutado por las Baterías Inglesas (Tres Grupos de Artillería de Campaña, cañones Light Gun, calibre 105 mm, alcance 17 km).
Inicialmente participó la Batería de Tiro “C”, a órdenes del Tte 1ro TESSEI, esta batería estaba conformada a 8 piezas (calibre 105 mm, de 10 km de alcance), la conformación a 8 piezas obedecía a dos motivos primordiales:
-        Escasa disponibilidad para ubicar efectivos de artillería mayores, sin ofrecer un blanco rentable.
-        Necesidad de adelantar piezas hacia el oeste con la finalidad de ganar alcance. 

Como consecuencia de su ubicación en el terreno fue la Batería de Tiro “C” la que recibió inicialmente los fuegos de contra armas más intensos y sostenidos (día y noche). 

Los días 09 y 10 de junio, el GA 3 apoyó con sus fuegos, incursiones de la Ca Cdo (s) 602 en la zona de Monte WALL y Monte CHALLENGER. 

El 11 de junio muere en combate el Teniente Alberto Rolando RAMOS, quien se desempeñaba como Observador Adelantado de la Batería de Tiro “C”, quien se encontraba agregado al RI 7. 

El día 12 de junio se recibió otro Cañón CITEFA, calibre 155 mm (alcance de 20 km), perteneciente al Grupo de Artillería 121 (LA PAZ – ENTRE RIOS), que reemplazó a otro cañón del mismo calibre que había quedado fuera de servicio. 

El mismo día a las 08:30 el GA 3 realizó una acción coordinada con la Fuerza Aérea. El Grupo abrió fuego sobre la ladera Oeste del Monte KENT, a efectos de neutralizar las armas antiaéreas y marcar la zona con proyectiles fumígenos, a fin de permitir y guiar el ataque de tres máquinas PUCARÁ. 

Durante todo el día 12 de junio el GA 3 apoyó al BIM 5 y al RI 7, a las 13:00 horas aproximadamente, el enemigo intenta emplazar una Batería en la ladera oeste de Monte LONGDON, desistiendo de su propósito al ser derribado, por el fuego de la Batería de Tiro “B”, uno de los helicópteros que transportaba una pieza de Artillería. La Batería “C” ejecutó un cambio de posición, bajo el fuego enemigo, y se reunió con el resto del GA 3. Dicha operación estuvo a cargo del Tte 1ro NAVONE, secundado por el Tte MARTINEZ CONTI. 

El mismo día el Radar RASIT del GA 3, que se encuentra operando en la plataforma EXOCET de la Armada Argentina, proporciona una distancia y rumbo sobre un blanco de oportunidad. El Sarg 1ro ORCASITAS del GA 3 era el operador del radar y fue quién proporcionó los datos correctos, el buque alcanzado fue el destructor GLAMORGAN. 

En la noche 12/13 junio el GA 3 cumplió misiones de fuego sobre MONTE HARRIET, GOAT RIDGE, TWO SISTERS, MONTE LONGDON, MURREL BRIGDE, SADDLE BACKS, NORTE DE MONTE KENT, PORT HARRIET HOUSE, BLUFF COVE RINCON, en algunos casos superó la cadencia máxima de tiro, el total de munición consumida fue de aproximadamente 2500 proyectiles cal 105 mm. 

El 13 de junio se desarrollaron los fuegos de contra armas más intensos por ambas partes, verdaderos duelos de artillería. Entre las 13:00 y 13:45 horas la posición del GA 3 recibió intenso fuego de Artillería. En ese momento murió el Cabo 1ro Miguel Ángel QUISPE, que se encontraba transmitiendo las voces de mando para el tiro. La munición de Artillería estaba prácticamente agotada. 

Durante toda la noche del 13/14 junio el GA 3 y GA Aerot 4 apoyaron el repliegue del RI 7 y el BIM 5, se batieron blancos entre MONTE LONGDON Y PORT HARRIER POINT.  A las 08:30 horas el GA 3 continuó apoyando el repliegue del BIM 5 a fin de permitir el desprendimiento de dicha unidad. 

A partir de las 10:30 horas no se recibieron más misiones de fuego y se produjo el SILENCIO EN EL CAMPO DE COMBATE. 

El silencio aturdió hasta las lágrimas, El frío, cada vez más intenso, ya no llegaba a perturbar. Cañones fuera de sus emplazamientos, proyectiles, vainas servidas y equipos diseminados por doquier. Las extrañas combinaciones de angustia, desazón, alivio y cansancio se sucedieron. Era el momento final, 17000 proyectiles, uno tras otro, habían hecho eco en los insensibles oídos artilleros, y habían enrojecido los nobles cañones. 500 toneladas de munición habían triturado los brazos y las manos de jóvenes artilleros. Largas jornadas sin descanso habían quedado atrás, producto de un combate moderno que pareció haberse propuesto elegir la noche como escondite preferido. Hombres exhaustos, pero con el vigor necesario para hacer frente con dignidad a las vicisitudes de la derrota. Hombres que supieron llorar y reír, bromear y maldecir, hablar y escuchar, rezar y recordar. Hombres al fin, soldados del GA 3 todos, fieles imitadores modernos de quienes legaron la tierra y la nacionalidad. 

El día 16 de junio se recibió la orden de marchar a Puerto Argentino, el GA 3 lo hizo a pie con su Jefe a la cabeza. 

TESTIMONIOS


Testimonio de la muerte del Tte ALBERTO ROLANDO RAMOS
En la noche del 11 de junio, más precisamente en MONTE LONGDON, nuestros observadores piden fuego de iluminación sobre el campo de combate, la que se ejecuta y a veces coincidía con los fuegos del enemigos. El combate en el frente es intenso.  MONTE LONGDON, era defendido por el RI 7, allí nuestro observador adelantado era el Tte RAMOS. 

Por radio dice: ¡Fuego de iluminación sobre zona oeste y noroeste de LONGDON!, una vez que se ejecuta, agrega: “Esto es un infierno, hay ingleses por todos lados. Gritan como locos, muchos caen pero vienen más. Creo que estamos rodeados”. 

El combate continúa encarnizadamente. Las pérdidas nuestras fueron importantes, y se aprecia que también las del otro bando, es conmovedor el último contacto radioeléctrico entre el Puesto Comando del GA 3 y el Tte RAMOS. Este dice: “Esto es un infierno me repliego con el Regimiento”. Su auxiliar el Sarg QUINTEROS, logró replegarse y contó: “El Teniente se replegaba disparando con una MAG (Ametralladora pesada). Fue herido en su rodilla, lo quise ayudar pero me dijo que siguiera que él me alcanzaba enseguida”. 

Murió en acción, su cuerpo no fue encontrado. 


Testimonio de la muerte del Cabo 1ro MIGUEL ANGEL QUISPE
La zona de la Batería de Tiro “A” y la del Puesto Comando del GA 3, comienza a recibir un intenso fuego de Artillería enemiga. Se desencadenó en forma muy repentina, encontrándose gran parte del personal al descubierto. Todos corren hacia los refugios, entre ellos el Tcnl BALZA. 

Dentro del Puesto Comando alguien grita: “El Cabo 1ro QUISPE está herido”, afuera el enemigo siembra la zona de proyectiles, utilizando espoletas rasantes y a tiempo. 

El Tcnl BALZA, el Tte 1ro Med NIEVES y el Tte MARTINEZ CONTI corren hacia donde,  boca abajo, está tendido el Cabo 1ro QUISPE. El médico lo da vuelta y expresa: “Está muerto, lo ha matado la onda expansiva”, sangraba por boca, nariz y oídos. 

Rezamos una silenciosa plegaria. El Tcnl le hizo la señal de la Cruz y el Tte MARTINEZ CONTI cortó la mitad de su chapa de identificación.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diario de Guerra del Grupo de Artillería 3 – Paso de los Libres – Corrientes – Argentina.
Horacio Rodríguez MOTTINO: “La Artillería Argentina en Malvinas” – Ed Clio S.A – 1984 – Buenos Aires – Argentina.
Horacio Rodríguez MOTTINO: “La Artillería Argentina en Malvinas” – Ed Clio S.A – 1984 – Buenos Aires – Argentina. 

www.laperlaaustral.com.ar 
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