por Claudio “Growler” Caputti
La guerra por Malvinas generó una enorme cantidad de hechos e historias que se han ido conociendo a lo largo de los años, pero aún resta mucho por conocer ya que muchas de esas historias no han tenido amplia difusión o han sido opacadas por las acciones más resonantes desde el punto de vista militar. Este parece ser el caso del accionar durante la guerra de los Beechcraft B-200 King Air del Comando de Aviación Naval (COAN), los cuales tuvieron una intensa e importante actividad, ya que por ejemplo fue el modelo que prácticamente voló durante todos los días del conflicto y llevó a cabo importantes misiones de vigilancia, reconocimiento, búsqueda y rescate, enlace, apoyo radioeléctrico, traslado de personal, etc.
La Escuadrilla Aeronaval de Reconocimiento integró el llamado Grupo de Tareas 80.1 con asiento en la base aeronaval Almirante Quijada de Río Grande (RGD) quedando formalmente conformada el día 12 de Abril de 1982 y disponiendo como material de vuelo a cuatro B-200 King Air entre los que se encontraban el 4-G-43, 4-G-44, 4-G-45 y 4-G-46 completando la dotación con dos Beech Queenair 65 conocidos como BE-80F dotados de equipamiento aerofotográfico e identificados como 4-F-21 y 4-F-22.
Controlando a los vecinos
Una de las primeras y más importantes funciones asignadas a la unidad fue el reconocimiento fronterizo de Tierra del Fuego realizando distintas misiones de vigilancia y reconocimiento tanto sobre tierra y mar. Los registros indican que se efectuaron 37 vuelos que totalizaron unas 487 horas de vuelo, debiendo destacarse algunas acciones poco conocidas. El 25 de Abril un B-200 detectó en la zona insular de la isla al patrullero chileno Castor que se encontraba en las proximidades del puesto de vigilancia y señales “Colón”, en tanto que cuatro días después el 4-G-45 localiza tres lanchas torpederas de la marina chilena en las cercanías de la Isla Nueva, en el Canal de Beagle. Los vuelos de vigilancia y reconocimiento se extendieron a todo lo largo del conflicto realizando los trayectos entre Río Grande, Ushuaia y Río Gallegos, además de los distintos patrullajes en la zona costera de Tierra del Fuego, Isla de los Estados, Cabo Vírgenes , Cabo de Hornos y Canal de Beagle.
En varias ocasiones se realizaban hasta dos vuelos diarios de reconocimiento de frontera a modo de mantener una vigilancia permanente sobre la isla de Tierra del Fuego, una zona de suma importancia para Argentina porque allí se encontraba la base de Río Grande donde operaban los Dagger, A-4Q, Super Etendard y otras aeronaves tanto de la FAA como del COAN. En tanto por el norte de la isla se encuentra el Estrecho de Magallanes próximo a Río Gallegos, otra de las bases neurálgicas de la FAA y el COAN.
También se singular importancia fueron las misiones de asistencia y apoyo al desplazamiento de distintas aeronaves del continente hacia las Islas Malvinas. En tal sentido los B-200 dieron apoyo radioeléctrico y de navegación a los desplazamientos de los Aermacchi MB-339, Beech T-34C Turbo Mentor, Short Skyvan, Fokker F-28, L-188 Electra, helicópteros Sea King, Puma e incluso a dos secciones de A-4Q Skyhawk en misiones de ataque hacia las Islas Malvinas. Cuando el conflicto finalizaba, el 5 de Junio, el B-200 4-G-43 brindó apoyo al repliegue de los dos Aermacchi MB-339 que regresaron al continente.
No menos importante fue el accionar de los B-200 durante las tareas de búsqueda y rescate de los náufragos del crucero General Belgrano, el traslado de repuestos para los Turbo Mentor en la isla Borbón, vuelo que evacuó al continente el Primer Teniente Perona derribado el día anterior, o el apoyo a la operación de los Sea King el 1º de Junio en la evacuación de la estación aeronaval Calderón.
En cuanto a las acciones de los BE-80F, el 4-F-22 realizó dos despliegues a las Islas Malvinas, el 26 y 29 de Abril a fin de realizar un relevamiento fotográfico de la zona del aeropuerto de Pto. Argentino, Calderón y otros sitios de interés. Para tener una idea de la intensidad de uso de los aviones, el 30 de Abril el 4-F-22 regresó de Malvinas aterrizando a las 13:25 hrs en Río Grande tras un vuelo de casi cuatro horas; dos horas después ya estaba nuevamente en vuelo realizando una misión de reconocimiento de frontera. Los B-200 sólo disponían de un sistema VLF Omega de navegación y un radar meteorológico, pero carecían de equipamiento acorde a las tareas asignadas, tal como un radar de exploración, lanzadores de líneas de vida o equipo de apoyo electrónico. La experiencia de Malvinas más tarde se canalizaría en el programa Cormorán equipando a algunos King Air de sistemas y equipos que en Malvinas hubieran sido de gran utilidad.
Cuando concluyó el conflicto, la unidad había realizado 117 vuelos y sumado 209 horas de vuelo. De los 45 días que duraron las hostilidades, la unidad voló 41 días, una cifra que ninguna otra unidad de la FAA, COAN o Ejército lograron.
Historia de la Aviación Naval Argentina Tomo III (Conflicto del Atlántico Sur)
Fotos: de distintos autores
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