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Channel: Conflicto de Malvinas

Las bombas que pudieron haber cambiado la Guerra de Malvinas

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Por Adrián Luciani

“Si todas las bombas que impactaron hubiesen explotado, se hubiesen vuelto a Inglaterra nadando”. La frase pertenece al capitán retirado, héroe de la Fuerza Aérea en Malvinas, Luis “Tucu” Cervera, quien junto al comodoro retirado Héctor Sánchez (que durante el conflicto del Atlántico Sur formaban parte del Grupo Cinco de Caza que utilizaba aviones Douglas A-4B) disertaron el viernes en la ciudad.

La actuación del Grupo Cinco permitió averiar a las fragatas “HMS Glasgow”, “HMS Ardent “ y “HMS Argonaut”, hundir a la “HMS Antelope” donde el 1º teniente Luciano Guadagnini falleció en combate, y en otra misión mandaron a pique a la fragata “HMS Coventry”.

--Cervera, hay un video muy conocido de la Guerra de Malvinas donde se ve a un avión argentino atacar a la flota inglesa en la bahía San Carlos (llamada "El corredor de las bombas"). ¿Es posible que ese piloto haya sido usted o Sánchez?
--Es posible. El 24 de mayo de 1982 estaba la flota desembarcando y nosotros éramos cinco aviones y regresamos los cinco.

--Lo que no es poco...
--Claro, el 12 de mayo nuestro escuadrón había tenido cuatro derribos y después vinieron días con clima muy malo que Inglaterra aprovechó para desembarcar el 21 y 22 de mayo. Nosotros recién entramos el 24.

--¿Qué sintió cuando salió de esa especie de cerro y vio enfrente la bahía llena de barcos ingleses?
--Que ninguno de nosotros iba a salir con vida, porque apenas empezamos el ingreso a la bahía luego de lamer la lomada que había para llegar al agua lo más bajo posible, la defensa de la flota empezó a tirar con misiles y cañones. Ahí la escuadrilla se desordenó porque fue tanta la sorpresa de ver la cantidad de buques que había, que cada uno eligió un buque logístico como objetivo para evitar el desembarco. Había barcos grandes como el “Lancelot”, "Galahad", “Belvedere” y “Tristan”. Cuando uno ve la película no distingue quiénes somos. Yo ataqué el “Lancelot”, de atrás. La bomba no explotó, pero tuvieron que evacuarlo y quedó inservible porque pensaban que tenía espoleta de retardo y estallaría en cualquier momento.

--Hay quienes dicen que si todas las bombas que cayeron en los barcos hubiesen explotado la Argentina ganaba la guerra.
--Todavía estarían nadando para ver si llegan a Inglaterra. Es así.

--¿A qué se debieron estas fallas? ¿Cuestiones técnicas, las bombas eran viejas...?
-–Tiene su explicación. Una es que la Fuerza Aérea nunca tuvo como hipótesis de conflicto a Inglaterra y una lucha en el mar. Partiendo de esa premisa, entramos en un combate aeronaval donde no teníamos ni el adiestramiento ni el armamento necesarios. Entonces, dada la necesidad porque el 1 de mayo la flota empieza a bombardear a las tropas argentinas en tierra, la Fuerza Aérea toma la decisión de intervenir. El 12 de mayo salen 8 aviones de nuestro escuadrón y vuelven 4. Nos pegaron un buen sopapo y nos costó carísimo reponernos y seguir saliendo a ver cómo era atacar a la flota.

--Encima con aviones de los años '50.
--Nosotros no teníamos ni radioaltímetros y electrónicamente estábamos en cero. En 1982 combatimos contra una flota de última generación, con buques recién hechos como el “Shefield” y el "Harrier" era un avión recién salido de fábrica. ¿Qué querían que hiciéramos con bombas que eran para objetivos terrestres? Las espoletas necesitaban 36 vueltas para que se activaran y la bomba explotara, yo les daba 30 vueltas para que ni bien salieran del avión se armaran y explotaran en los buques. 

Nosotros hicimos un adiestramiento avanzado en Punta Loyola (Santa Cruz). Luego de volar rasante le tirábamos bombas de ejercicio a un buque encallado, el “Marjorie Glenn”. Volar rasante en tierra no es lo mismo que en el mar. No hay forma de saber si uno va alto o bajo. Los primeros días se nos pusieron blancos los parabrisas porque se nos pegaba la sal. 

Tuvimos que ir superando adversidades a cada paso: a los parabrisas les pusimos siliconas, a las bombas les cambiamos las espoletas, pero eso llevo días y ya teníamos muertos encima. Cerca del final de la guerra las bombas explotaban, se hundían los barcos y se desarrollaron misiones exitosas, pero nos llevó tiempo y vidas entender cómo era la guerra aeronaval.

--Su camarada Sánchez hizo una misión el 8 de junio con otros tres pilotos y regresó solo. ¿Qué se siente perder a un compañero?
--Un dolor enorme, es un camarada y un amigo, un compañero de promoción. Es perder a alguien muy cercano y muy querido, del que conocíamos a su mujer, a sus hijos, hermanos. Saber que hoy está sentado tomando mate con vos antes de salir y a las dos horas te dicen que murió te parte el alma y te da muchísima bronca, pero lo peor de todo es no poder llorar porque mañana tenés que salir a volar y no te podés permitir ablandarte un milímetro. De mi escuadrón, sobre 16 quedamos 9.

www.lanueva.com 

Héroe de Malvinas : Mariano Velasco piloto de Fuerza Aérea Argentina

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Ataques aéreos sobre a objetivos terrestres del 27 de mayo de 1982

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Pócker", armados con cuatro bombas retardadas por paracaídas, cada uno. Tripulación: Capitán Pablo Carballo (C-207), Ten Carlos Rinke (C-212), Alf Carlos Carmona (C-239). Despegaron de Río Gallegos a las 15:00. Carmona regresó después del reabastecimiento por falla y aterrizó en Gallegos a las 16:45.
La sección continuó hasta el sur del estrecho de San Carlos. Se dirigieron con rumbo norte. Observaron, en la Bahía San Carlos, cuatro o cinco buques, tipos 42 y 22, pequeñas barcazas y 3 ó 4 helicópteros en vuelo.

Llegaron al Establecimiento San Carlos y lanzaron las 8 bombas; recibieron intenso fuego antiaéreo hasta que cruzaron las sierras. Seis disparos de armas livianas impactaron al capitán Carballo. Uno de ellos produjo un orificio de aproximadamente veinticinco centímetros de diámetro, por el que se veía el instrumental dentro de la nariz del avión, además de destruir el equipo OMEGA y cortar un manojo de cables, del espesor de un puño, que dañó sus sistemas de navegación y comunicaciones. Escaparon hacia el este y luego hacia el sur. Después de unos minutos, retornaron al rumbo oeste definitivamente. Debido a las fallas del 1, navegó como guía, el Nº 2. Arribaron a GAL a las 18:30

Existe información de que la artillería antiaérea británica, al repeler este ataque produjo bajas propias.

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Truco", armados con bombas retardadas por paracaídas. Tripulación: primer teniente Mariano Velasco (C-215), teniente Carlos Osses (C-228), teniente Fernando Robledo (no despegó por inconvenientes técnicos). Despegaron de Río Gallegos a las 15:30 hs.

Ingresaron al Brazo San Carlos un minuto después que los "Pócker", también de sur a norte, y confirmaron avistar 4 buques. Recibieron intenso fuego de artillería. Lanzaron sus ocho bombas en salva sobre la planta de refrigeración de Bahía Ajax.

Viraron hacia la izquierda, perseguidos por misiles. El primer teniente Mariano Velascofue alcanzado un disparo de 40 mm Bofors de los buques HMS Fearless y HMS Intrepid, en la raíz del plano izquierdo. Habiendo cruzado el Estrecho de San Carlos con rumbo hacia el oeste y sobre la Gran Malvina, el numeral teniente Carlos Osses observó fuego en el plano izquierdo del avión del primer teniente Velasco, muy próximo al botellón de oxígeno; de inmediato le informó esta novedad. El primer teniente Velasco contestó que se le había encendido la luz roja (alarma) de hidráulica, razón por la cual cambió velocidad por altura e informó que se eyectaba en posición 51º 29' S / 59º 32' O; eran aproximadamente las 17 hs.

El primer teniente Mariano Velasco cayó entre Puerto Fox y Puerto Howard. Luego de reponerse de la eyección, caminó dos días y dos noches hasta que llegó a una casa deshabitada donde encontró alimentos enlatados. Al día siguiente, pasaron dos kelpers a caballo; los llamó y les quiso comprar un caballo, ellos se negaron pero le dijeron que avisarían a Puerto Argentino. Por la tarde apareció un Land Rover, manejado por un kelper y acompañado por un oficial del Ejército Argentino, quienes lo llevaron a Puerto Howard.( Éste héroe argentino fue el piloto que hundió al destructor misilístico HMS Coventry el 25 de mayo de 1982, el Día de la Patria del que su numeral el alférez Barrionuevo fue testigo ver el hundimiento del HMS Coventry)

El teniente Ossés regresó solo al continente, con su avión averiado por el impacto de dos proyectiles de armas livianas. Arribó a Río Gallegos, a las 18:00 hs.

Encuentro con su antiguo enemigo
A pocos meses de cumplirse el 30 aniversario de la guerra, el veterano inglés completó un extraordinario viaje para reunirse con el aviador argentino que pensaba que había muerto durante el conflicto de 1982, en un encuentro que fue documentado por la BBC.

Wilklinson, de Leeds, se encontró cara a cara con su ex enemigo Mariano Velasco el año pasado en su casa en Córdoba y fue recibido ya no como enemigo, sino como un amigo.

En mayo de 1982, aviones Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina, piloteados por el entonces primer teniente Velasco -alias "Cobra"-, por el alférez Jorge Barrionuevo, que habían despegado de Río Gallegos, descargaron sus bombas sobre el destructor HMS Coventry. Lo hundieron el 25 de mayo y 19 británicos murieron.

Malvinas Wilkinson junto al motor del A4 del 1ºtte Velasco
A los dos días, a Wilkinson -que por entonces apenas tenía 22 años- le tocó vaciar su batería antiaérea sobre el enemigo. Iba a bordo del buque HMS Intrepid y dio en el blanco: el Skyhawk de Velasco.
 
"Esto no es algo sobre lo que yo siento júbilo. Veo un avión todos los días en mi cabeza", contó Wilkinson, quien padeció durante años fuertes traumas de posguerra. "Pensé que estaba muerto, no hay manera de que alguien salga vivo de ese avión", admitió.

Pero las vueltas de la vida hicieron que Wilkinson supiera que Velasco estaba vivo. En 2007, cuando se cumplía el 25° aniversario de la guerra, se enteró por medio de un documental que el argentino estaba vivo: Velasco daba su testimonio acerca del enfrentamiento con los ingleses y en él explicaba cómo se había eyectado del Skyhawk sobre la isla Gran Malvina.

Aquel 27 de mayo de 1982, como se explicó anteriormente, Velasco se expulsó de su nave y cayó a tierra. Caminó 16 kilómetros por el archipiélago con un tobillo herido de gravedad, hasta que llegó a una granja abandonada. Finalmente consiguió ayuda y pudo regresar a una base argentina situada en el oeste de la isla.

"Yo sabía que era él. Yo era él único que disparó ese día", recordó Wilkinson al ver el relato del piloto argentino. Allí comenzó una minuciosa búsqueda con la ayuda de la embajada argentina en Londres y a través de Internet, hasta que consiguió el correo electrónico de Velasco.

"Su fuerza interior lo hizo salir del avión y conseguir sobrevivir. Estoy muy contento", expresó Wilkinson, que por estos días regresó a Malvinas donde visitó el lugar donde cayó la nave argentina. De allí, viajó a Córdoba, para visitar personalmente a Velasco.

"Los buenos soldados deben ser capaces de perdonarnos unos a otros. Y, después de todo, ¿por qué no ser amigos?", opinó Velasco.
 
"Lo importante es el encuentro de dos personas que participaron en una guerra. No se trata de algo político entre países, sino de una experiencia humana", destacó el soldado argentino ante el diario Muy.

"Esto es demasiado para ponerlo en palabras", expresó Wilkinson en su entrevista con la BBC. Y aseguró: "Conocerlo [a Velasco] en persona es el cierre de un ciclo. Ahora sé que está vivo y que somos amigos"..
 

"Todo el pueblo argentino tiene que saber quién es nuestro verdadero enemigo"

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Entrevista radial del periodista MATIAS HIGGIMBOTTON, a Victor Eduardo Vital Veterano de Guerra de Malvinas, exconscripto clase 62, batalló junto al BIM 5, en las duras trincheras del Atlántico Sur. Hoy da una lección a todos los argentinos, sobre el conflicto bélico y la actualidad de la Argentina.

Entrevista realizada EN RADIO SOL.105.1. PROGRAMA, EL CABRÓN DEL CONDADO. DE LUNES A VIERNES DE 16 A 18, SAN LUIS CAPITAL.

¿Cómo le va Señor Vital? He escuchado algunas charlas que dio usted en escuelas y tiene una visión diferente sobre la guerra de Malvinas, ¿puede comentar su pensamiento al respecto?
La guerra de Malvinas fue un acuerdo entre Washington, Londres y Bs As. Supuestamente el acuerdo consistía en que Argentina tenía que recuperar Malvinas en una acción rápida, secreta e incruenta, tomar, izar nuestra bandera, luego retirarse, para producir un efecto internacional y abrir en la ONU. una mesa negociación.

¿Por qué rápida, secreta e incruenta?
Incruenta, no tenía que haber muertes de soldados británicos, para que el pueblo ingles no presionara a su gobierno sobre dichas muertes.

Rápida y secreta, para no perder la sorpresa en la toma de Malvinas.
La operación Rosario fue brillante, se llevó a cabo tal cual lo había planificado argentina. 

¿Cómo Inglaterra no se dio cuenta de la maniobra argentina?
Algunos pensadores, se preguntaban eso, ¡cómo! era posible que los ingleses teniendo uno de los mejores servicios secretos del mundo, y dado que, el objetivo se encontraba lejos del continente y en pleno mar, no descubrieran tamaña acción militar. Lleva mucho tiempo planificar una acción de esas características, si no hubiese sido un acuerdo entre ambas naciones, no hubiera sido posible.

¿Qué es lo lleva a Inglaterra a planificar dichas acciones?
Unas décadas antes de 1982 Inglaterra descubre el potencial petrolero en las aguas del Mar Argentino, en 1975 comienza a planificar un conflicto bélico, para quedarse con nuestro el mar.

Ellos solo poseían 3 millas marítimas alrededor de las Islas, y el petróleo se concentraba a partir de las 100 millas marítimas, y estaban bajo jurisdicción de Argentina.

¿Entonces la guerra fue la excusa para ampliar la zona de usurpación?
Si, hoy se adueñaron por la fuerza de 200 millas marítima y con posibilidades de ampliarla a 350 millas, ya que ellos presentaron ante la Convemar que es un organismo de la ONU,… a Malvinas como país ribereño, ¡una falacia total!Existe una resolución en ese organismo, que los países ribereños podrán extender su soberanía marítima hasta 350 millas. Si se aprueba su presentación tendrán el control total del Cono Sur, van consolidando sus pretensiones de dominio sobre la Antártida, como futuro territorio a conquistar.

¡Eso es grave!
Gravísimo, Además tienen la posibilidad de explotar los recursos, como petróleo, gas y pesca.
¡Es más grave aún!... pueden ampliar su soberanía más allá de Malvinas, sobre las aguas de Georgias y Sándwich del Sur, y así acortar a la Argentina su paso natural hacia la Antártida.
Recordemos que con la Guerra, el gobierno de la Thatcher se vio beneficiado, ahogando los problemas internos que eran económicos y sociales, dejando la puerta abierta a su reelección.

¿Que ganaba argentina recuperando las islas y retirándose?
El gobierno argentino tendría un respiro, ya que se encontraba muy debilitado, ponía nuevamente en el tapete a Malvinas en la agenda central de la ONU. para negociar la soberanía. A la vez se vería beneficiado, con créditos y apoyo internacional, que le brindarían Inglaterra y EE.UU.

¿Pero el acuerdo se rompe?
Demos gracias a Dios, a la Virgen y al pueblo argentino que el acuerdo se rompe. La recuperación de Malvinas produjo una gigantesca ola de movilización social, hubo unidad nacional, esto empujó a Galtieri, a romper el acuerdo, hubiera sido una vergüenza histórica nacional, si argentina recupera y después abandona Malvinas.

¿Qué representa hoy Malvinas para el pueblo argentino?
Malvinas es hoy el corazón de la patria, es un jalón, una guía, un sentimiento espiritual patriótico para todos los jóvenes, es tal vez la única causa pura que queda, cada año cuando se acerca el 2 de abril, en cada casa, en cada escuela, en cada medios de comunicación, se habla de Malvinas, nos recuerda que tenemos una historia, una patria, un enemigo que está latente, y que viene por todo.

¿Entonces Galtieri estuvo bien en la decisión de tomar Malvinas?
Claro, lo que hizo mal es pelear a medias, y a medias siguió adelante para incorporar a Malvinas al territorio nacional. Estaba esperanzado en el apoyo del T.I.A.R. y en algunos países de oriente.

¿Galtieri creyó que EEUU al ser miembro del T.I.A.R nos iba a apoyar?
Galtieri creyó que EEUU se mantendría neutral, y que los británicos no reaccionarían, porque no es fácil realizar una campaña militar a miles de kilómetros de distancia… llevaría meses de planificación… pero el zorro inglés resulto ser más astuto,… claro… ellos tienen mil guerras de conquistas. Gran Bretaña tenia plan A, plan B, si argentina rompía el acuerdo y se quería quedar con Malvinas, ya tenía cada movimiento perfectamente planificado, sus tropas alistadas, y preparadas desde diciembre de 1981, realizando ejercicios militares en el Mar del Norte.

¿Que opina del discurso triunfalista de Galtieri?
Él discurso triunfalista lo hubiera hecho cualquier líder ante su tropa o pueblo, tiene que generar confianza, tiene que convencer y convencerse de estar firme y fuerte. Nombra a un gobernador en Malvinas y empieza a enviar tropas y armas, para estar mejor posesionado en caso de tener que negociar.

¿Entonces siempre espero un acuerdo diplomático?
Hasta el último día de la guerra. Concentro fuerzas en Puerto Argentino, y descuido el resto de las Islas, en vez de planificar una seria defensa militar.Fueron pasando los días: Costa Méndez , viajaba a Londres, Washington y BsAs negociando. Mientras Inglaterra nos entretenía, reunía a toda su flota y la enviaba hacia el cono sur. 

¿Porque Inglaterra decide hundir al Belgrano un buque de la segunda guerra mundial?
Para impedir un posible acuerdo diplomático, los británicos deciden hundir al Crucero General Belgrano para comenzar la guerra, y para que no haya ninguna posibilidad de retroceso. Al hundir al Belgrano ¡La guerra ya estaba en marcha!, lo primero que hicieron fue, un bloqueo sobre las islas aislándola del continente. Todo barco seria hundido, todo avión seria derribado, pero la heroicidad de nuestros pilotos, con aviones viejos para la época, y sin experiencia en combate, rompieron el bloqueo, tuvieron una actuación heroica.

¿Porque lo dejamos desembarcar?
No se sabía, cuándo ni dónde lo iban a hacer, ni podíamos cubrir todas las extensas costas de Malvinas, no pudimos evitarlo, fueron avanzando hacia Puerto Argentino.También cometimos muchos errores que a simple vista parecen infantiles, por ejemplo llevar poco víveres, armamentos etc, pero estos errores del generalato, nos lleva a preguntar: ¿No sabían o eran incompetentes?. La razón es que ¡No tenía que haber guerra!, ¡el acuerdo existía!
Se entiende?….. se entiende por qué los altos mandos militares no mandaron a las islas elementos fundamentales para sostener un combate a largo plazo.
Llevaron armas viejas, pocos víveres, soldados clase 63 sin instrucción, en vez de llamar a las reservas de soldados clase 60 y 61, ya instruidos, llevaron soldados del norte de nuestro país, que pasaron de un clima de 40 grados a menos 0 grado, en vez de llevar soldados aclimatados al duro clima del sur.

¿Por qué no confiscaron los campos, empresas, bancos, etc. Todos los bienes e interés británicos en nuestro país?
No confiscamos porque la Junta Militar, estaba asesorada por los Costa Méndez, Martínez de Hoz, Alemann, etc. Todos (brithis criollos), que defendían los intereses de sus patrones.

¿La batalla de Puerto Argentino se podía haber ganado?
La suerte de la batalla de Puerto Argentino ya estaba echada, nos habíamos quedado sin exocet, los buques de la Armada no podían navegar, porque eran presa fácil para los submarinos atómicos, la diferencia de fuerza en el mar era abismal.

¿Y en tierra?
Las tropas apostadas en las islas estaban muy desgastadas, por el largo periodo que habían sufrido, sin recambio, aislados totalmente del continente y a pesar de los actos heroicos de nuestros soldados, las probabilidades de detener a las fuerzas británicas, que estaban apoyadas y sostenidas por EEUU y la O.T.A.N., eran muy bajas;… solo era cuestión de tiempo.

Entonces a esa altura de la batalla la derrota era inminente.
Así es, y los que dirigían la guerra, rondaba la idea de por lo menos tener una retirada honrosa. Derrotado el país en el plano militar, silenciados los cañones, y cuando el humo de la pólvora en Malvinas, aún no había desaparecido, comienza el proceso llamado desmalvinizaciòn.

¿Qué es la desmalvinización?
La desmalvinización es una acción psicológica, que los ingleses utilizaron, a través de sus secuaces criollos, para desarmar espiritual y materialmente a la argentina.
Espiritual: fue, ocultar todo acto heroico y de patriotismo de los VGM, para destruir el espíritu patriótico antiimperialista, de los patriotas y de las futuras generaciones.
Materialmente: fue la degradación y luego la privatización de las empresas del Estado, quedando estas en manos extranjeras, y la destrucción de las FFAA.

Es como si argentina tuviera un cuerpo y un espíritu
Claro, argentina tiene un cuerpo y un espíritu, en la época de Menen se encargaron de destruir el cuerpo, (Estado Nacional, FF.AA. etc.) Ahora vienen por el espíritu,… implementan políticas de (género, prostitución, indigenismo, libertad de drogarse, etc.)… Los ingleses no tienen tiempo, sino objetivos. ¡Vienen por todo! por nosotros, nuestros hijos y nietos.Si logran imponer, la desmalvinización seremos hombres, sin fe, sin cultura, sin historia, sin patria, en fin,… sin destino.

¿Pero cómo dirigen, coordinan y financian a la desmalvinizacion?
La desmalvinizacion está dirigida y financiada por la embajada británica en Bs.As. un alto funcionario de la embajada Británica llamado Andres Federman tiene una hija que se llama Laura Natalia Ferderman que está como jefa de los DDHH. en tres ministerios de nuestra patria, Defensa, Seguridad, Interior, otra hija llamada Jimena esta como asesora y vocera del I.N.A.D.I.

¡Son puestos claves en manos extranjeras!
Si, Laura federman es la que acusa, y luego meten presos a nuestros militares, a los que guerrearon contra la subversión a patriada, y algunos son VGM, y al resto los tiene al jaque, nadie puede actuar por sí solo. Ella actúa como una verdadera comisaria política.
La embajadora británica han Morgan en su carta de presentación en buenos aires, dijo del importante apoyo que brinda Inglaterra a los DDHH en la argentina, y a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
Ya lo dijo Winston Churchill nieto en el parlamento británico el dia 21/06/1982, “a la argentina hay que revolcarla en el fango de la humillación”.
También dijo el primer ministro Británico Harry Ferns, “Como no sea mediante una guerra civil desbastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón”
Entonces está más que claro quién está detrás de la degradación y disolución de argentina.

¿Qué podemos hacer?
Todo el pueblo argentino tiene que saber quién es nuestro verdadero enemigo, para después poder organizar la defensa de la patria.

Muchas gracias señor Vital.

www.elmalvinense.com

Misiles SA-7 en Malvinas

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Hola a todos! Después las idas y vueltas de como fue la actuación de los Gurkas, otro mito y leyenda que se lee es sobre los famosos misiles misiles SA-7 que tenía Argentina, preguntas como porque no los usaron?, que versión eran?, porque no los dispararon los comandos?, porque no hicieron emboscadas con esos misiles a los helicópteros ingleses?, etc etc., me llevaron a investigar un poco y en el siguiente escrito trataremos de estar lo más cerca posible sobre la actuación de esta arma en el conflicto, seguramente faltarán relatos de propios protagonistas y algunos datos más precisos, pero de momento solo hay recortes de historias que trataré de conectarlos.


Datos del arma

Para hacer corta la explicación, muchos dicen que los SA-7 eran mejores que los Blowpipe, pero en la realidad no, y comparados con los Stingers menos efectivos aún, el resumen de las generaciones de misiles portátiles sería así:

1ra Generación: solamente se enganchan en las toberas de los aviones (ej Redeye, los SA-7 Strela)
2da Generación: además se puede disparar de frente a los aviones atacantes (ej Stinger, Igla).
3ra Generación: además de guiado IR, tienen dispositivos UV de guiado ,que aumenta su porcentaje de derribos. (Ej Ultimas versiones de Stinger B, SA18,Mistral)

Misil antiaéreo soviético 9k32 Strela -2

El 9K32 "Strela-2? o SA-7 Grail" por su denominación OTAN es un misil antiaéreo de baja cota y de guía infrarroja y pasiva, del tipo "dispara y olvida". Es portatil y fue diseñado para ser disparado desde el hombro. Fue la primera generación de misiles antiaéreos portátiles fabricados por la Unión Soviética, diseñado en los años 60 y que entró en servicio en el año 1968. Su producción en serie comenzó en 1970. Por su diseño es comparable al misil Redeye de origen Norteamericano. El 9K32M "Strela-2M", SA-7b "Grail Mod.1? por su denominación OTAN, fue una mejora introducida en el año 1971 sobre el modelo anterior, aumentando su alcance y el tamaño de la cabeza de guerra. También se mejoró el sistema de guiado.



Funcionamiento 
La guía infrarroja pasiva consiste básicamente en un dispositivo instalado en el misil que detecta la radiación infrarroja que desprende el objeto al que se apunta, en una aeronave típicamente el motor o motores, bordes de ataque, etc. Una vez seleccionado el blanco por el operador, el dispositivo adquiere la firma infrarroja del objetivo. Al efectuarse el disparo, el misil iniciará la persecución del blanco, según diferentes trayectorias, y el dispositivo infrarrojo, enviará al sistema de guiado del misil datos sobre la posición del objetivo, corrigiendo la trayectoria del misil según las variaciones en su trayectoria. Bien al acercarse el misil a su objetivo (si está dotado de una espoleta de proximidad), bien al impactar en el mismo, la cabeza de guerra hará explosión.

 Caracteristicas del Strela-2 (SA-7)
Pais: Unión Soviética.
Fabricante: KBM (Kolomna)
Peso del misil: descargado 9,15 kg.
Peso del sistema completo en posición de tiro: 14,5 kg.
Longitud del misil: 1420 mm
Velocidad máxima: 430 metros por segundo (Strela-2) y  500 metros por segundo (Strela -2M)
Cota de empleo: Mínima 50 metros; máxima 1500 metros
Alcance máximo: 3700 metros. (Strela -2M) 4200 metros
Alcance efectivo: 800 metros (Strela -2M)
Diámetro del misil: 72 mm.
Cabeza de Guerra: Explosivo de fragmentación dirigida.370g de HE
Tiempo de entrada en posición de tiro: 10 s.
Tiempo de autodestrucción: de 12 a 15 s.
Altitud: 50 a 1500 m (Strela-2) 50 a 2300m (Strela-2M)

 
La llegada

Hubo misiles que provenían de Libia (habrían ido para el EA) y otros llegaron vía Perú (para la FAA). Lo que no queda claro cuando llegaron a Argentina, cantidades de misiles y lanzadores, de que arsenal provenían (¿algunos triangulados desde Bulgaria?). Vamos con la historia de cada llegada de las armas.


Los misiles peruanos 
En 1982, el entonces presidente peruano, Fernando Belaunde Terry, decidió ayudar con determinación a la Argentina en la guerra con Gran Bretaña. Su gobierno no dudó en enviar armamentos y oficiales para entrenar en su uso a las tropas argentinas, y permitió la triangulación para que también Israel hiciera llegar su apoyo. Protagonistas directos de la ayuda revelan los detalles de esas operaciones secretas. Aviones de Aerolíneas Argentinas también participaron de esos envíos.

La ayuda peruana a la Argentina durante la guerra de Malvinas alcanzó niveles pocas veces vistos en un enfrentamiento bélico en tiempos modernos, sin embargo, es poco reconocida en el país e, incluso, fue olvidada por el gobierno de Carlos Menem cuando decidió venderle armas a Ecuador durante el conflicto que mantenían ambas naciones por la Cordillera del Cóndor, en 1995.

La colaboración surgió a pedido de la administración de Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando envió al secretario general de la Presidencia, el general Héctor Iglesias, y al jefe de la casa militar, el contralmirante Roberto Moya, el 4 de mayo para que se entrevistaran con su colega Fernando Belaunde Terry en Lima.

La reunión con el mandatario duró dos horas y, allí, le solicitaron ayuda para afrontar la guerra. “La visita fue con una lista de armamentos. Pedían de todo: submarinos, barcos de superficie, aviones Sukhoi, el Mig, los Mirage”, recuerda el congresista Víctor García Belaunde, por entonces, secretario de la Presidencia del Perú.

Belaunde Terry, quien estaba mediando en el conflicto, decidió apoyar a la Argentina, luego de que fracasara la última propuesta que le envió a Galtieri el 5 de mayo cerca de la medianoche, y les ordenó a sus ministros que colaboraran en todo lo que fuera necesario.

“Todo eso fue hecho con el visto bueno de Belaunde porque los militares no podían ni estaban autorizados a hacer nada si no contaban con su aprobación. Ellos sabían que tenían su respaldo total y estaban deseosos por colaborar”, recuerda el legislador.

En tanto, el teniente general José Zlatar Stambuk, por ese entonces comandante de Material
de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), destaca que “iniciada la invasión inglesa y reunidos los miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), al conocerse la decisión de cuatro países americanos que no confirmaron la aplicación del Tratado, el gobierno peruano dispuso se preste apoyo incondicional en forma unilateral”.


Así, el 6 de mayo aterrizó en la base aérea de El Palomar un Lockheed L-100 de la FAP ( la versión civil del C-130 Hércules) proveniente de Lima cargado con munición, cohetes, misiles y bombas, entre ellos 120 lanzadores portátiles tierra aire SA-7 Strela 2, de origen soviético con alrededor de 40 lanzadores.

Junto con esto, arribaron dos oficiales peruanos para entrenar a sus pares en las Malvinas y a un tercero para hacer lo propio con los militares que estaban en Comodoro Rivadavia.

La primera capacitación la dio el teniente Ramírez a un grupo de oficiales y suboficiales en la IX Brigada Aérea de la ciudad chubutense, donde les explicó cómo se utilizaban los misiles.“Me llevaron adentro de un hangar para la instrucción, todo medio misterioso. Sólo salimos cuando nos explicó de qué manera se encendía el misil y la cabeza buscadora del blanco. Nos dio un manual, una clase teórica y una práctica”, afirma el comodoro (R) Walter Garay quien participó del curso.

Sin embargo, Ramírez no se conformó con eso pidió cruzar a las Malvinas para combatir contra los ingleses, pero la comandancia de la Fuerza Aérea Sur le prohibió que lo hiciera.“Era muy gaucho y consustanciado con el tema, quería cruzar. Hasta lo tenían que controlar para que no se subiera a un Hércules”, recuerda el brigadier (R) Jaime Ugarte, quien también participó de la capacitación y el 7 de mayo voló rumbo a Puerto Argentino junto a Garay y un grupo de suboficiales.

Sin embargo, otros dos oficiales peruanos tuvieron mejor suerte y cruzaron el 9 de mayo, en forma secreta, a Puerto Argentino y, enseguida, fueron enviados en un helicóptero Bell 212 junto con dos lanzadores y ocho misiles SA-7 a Pradera del Ganso. “Llegaron los misiles con los técnicos peruanos, casi en forma simultánea, a darnos las clases sobre cómo operar esos misiles que nosotros no teníamos”, afirma el brigadier (R) Wilson Pedrozo, quien estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor.

Allí, quedaron a las órdenes del jefe de Operaciones, el vice comodoro (retirado como comodoro) Oscar Vera Mantarás, quien les asignó a los pilotos más jóvenes de Pucará, entre ellos el teniente Hernán Calderón, para que los entrenara y así pudieran operarlos cuando no volaran. “Los oficiales de la Fuerza Aérea Peruana estuvieron un par de días y le dieron instrucción a un grupo de nuestros aviadores y ellos, después, se lo transmitieron a otros de nuestra base. Tenían unas ganas bárbaras de quedarse y no los dejamos porque no podíamos tenerlos ahí”, resalta.

Finalmente, luego de realizar los cursos con los pilotos regresaron en helicóptero a Puerto Argentino y, desde allí, fueron trasladados en un Hércules hacia Comodoro Rivadavia.

El 14 de mayo por la noche, había partido desde la base de Pisco otro Hércules rumbo a Buenos Aires cargado con más insumos bélicos. “Me subí al avión con la tripulación, decolé rumbo a una base aérea al norte de Lima en la que cargué pertrechos y, luego, fui a otra donde hicieron lo mismo y me dijeron que debía volar a El Palomar –afirma el general Raúl Dueñas Rospigliosi, uno de los pilotos–. La ruta fue sobre Bolivia pero sin comunicar nada a nadie. Era una operación totalmente secreta. Llegué a las 10 de la mañana del 15 de mayo llevando unas 23 toneladas de munición, cohetes, misiles, bombas”. Puede ser que en este vuelo hayan llegado más sistemas SA-7.

 

Los misiles libios 
El acuerdo entre la Argentina y Libia para suministro de armas fue suscripto el 27 de mayo de 1982 entre el presidente Galtieri y el brigadier Mustafá Muhammad Al Jarrubí, comandante de las Fuerzas Armadas libias. El acuerdo calificaba como “bárbara” la “odiosa agresión imperialista británica” y anunciaba el envío de armas al régimen de Galtieri entre los que figuraban 20 misiles Istrella lanzador Kasef; 60 misiles Istrella proyectiles Maksuf, contenido del acuerdo en “Documento secreto. Malvinas”, Somos, Nº 540, 28 de enero de 1987, especialmente apartado “Las armas libias”, pp. 28-29. (...).Según SIPRI, los misiles "libios" fueron 50, con 10 lanzadores. Lisandro. Procedencia, Bulgaria.  

Empezando el 28 de mayo (y hasta los primeros días de junio) y en un número pequeño de vuelos de aviones de AA y de la FAA, llegó a Buenos Aires el mencionado cargamento. En los vuelos que hicieron los B707 no había manifiestos de carga, por lo que va a ser muy difícil saber que traían a ciencia cierta. Los aviones eran cargados por los libios y entregados a las tripulaciones Argentinas listos para decolar. 

En el libro comentan que, en uno de los vuelos, tuvieron serios problemas para despegar por estar totalmente pasados de peso. El 28 de mayo, en otro C-130 se transportan 60 misiles a las islas (no queda claro el origen y si dan los tiempos para que sean los "libios", pero como dato el C-130 arribó a última hora a Malvinas). Da la sensación que los SAM-7 libios eran, nomás, de los stock libios. 

Pareciera ser que a Libia se le entregaba parte de la producción de misiles / lanzadores que se fabricaban en aquel país y, desde 1973 a 1986, se entregaron 20.000 ejemplares. Los manuales entregados a los libios estaban en ruso.

Para el 1° de junio, CEOPECON informa que no puede enviar más misiles portátiles antiaéreos a Malvinas ya que "no hay más en existencia en el país” . El 12 de junio aterrizó el TC-66 en Puerto Argentino, llevando (entre otra carga) 6 lanzadores y 24 misiles SAM-7.

Despliegue en las unidades

Los lugares mencionados donde fueron desplegados con seguridad fueron en la BAM Cóndor y en Puerto Argentino había pequeños pelotones protegiendo la instalación  ITB de Exocets. También existen versiones de que en las posiciones del BIM-5 había suboficiales que recorrían continuamente la línea con los SA-7. Otra unidad Argentina que opero con estos misiles fue Grupo 1 de Artilleria Antiaérea de la FAA (Fuerza Aérea Argentina) ubicados en Puerto Argentino. 

En el libro "Malvinas, en primera línea", se relata la acción de una sección del Ejercito Argentino que recibió los misiles SA-7. Los misiles según el libro habían venido con los manuales en ruso y los operadores no tenían ninguna experiencia anterior con ningún misil SA. Cuando les entregaron los misiles les dieron un papel escrito a mano que decía como operar los mismos, al parecer había un periodista de Canal 7 que cubría la guerra (Nicolás Kasanzew?), éste ayudó a los soldados a hacer las traducciones de las instrucciones de los SA-7 para que pudieran utilizarlos, ya que él hablaba ruso. Estos SA-7 eran infrarrojos , con lo cual la aeronave cuando entraba dentro de la envolvente del detector hacía sonar una chicharra que le avisara al operador que lo lanzara. Una versión más de esta llegada es que que nunca se reciben los manuales de uso, y que el asesor militar peruano que les hace la "capacitación" les dejo un papelito con las instrucciones, que en realidad estaban al revés!.

Con la guerra ya en su punto más álgido, con los británicos haciendo pie en San Carlos, con los ataques aéreos británicos cada vez más frecuentes y con la pérdida del GC-83 el 22 de mayo, se consultó al Comando Naval Malvinas (CONAVINAS) la posibilidad para la gente de Prefectura Naval Argentina en las islas de contar con algunas unidades de los misiles antiaéreos SA-7 “Strela-2” ("Grail" según la nomenclatura OTAN) de origen ruso arribados a las islas gracias a la ayuda militar Libia. La respuesta fue negativa y por ello los prefecturianos debieron conformarse utilizando las armas asignadas desde un principio.

En  la separata 10 de la revista Desembarco, se cuenta que en una oportunidad personal del RI-7 presta algunas de sus lanzaderas de SA-7 al personal destacado en la bahía Camber (BIM-2 y BIM-3). Al final estos no consiguen hacer ningún disparo y los devuelven. 


 
Actuación

Para algunos analistas siempre  llamó la atención porque ningún SA-7 se empleó contra los helicópteros británicos que no poseían ningún tipo de defensa contra estos dispositivos (como los Wessex o Sea King) a excepción de algunos Scouts y Gazelles que llevaban protección IR. Los SA-7 lanzados, algunos fallaron por problemas de guiado y los que se dirigían a los Harrier, fueron neutralizados por las bengalas lanzadas por los mismos. 

Ejercito en Puerto Argentino

No hay registro de que los pudiesen usar en Puerto Argentino aunque hay testimonios de lanzamientos por partes de soldados del EA (que lo vieron) pero todos infructuosos por ser de versiones primitivas.

En el libro “Malvinas, en primera línea”en el primer lanzamiento del encargado de la sección del Ejército que menciona el libro, tiro cuando la chicharra le indico que el calor de las toberas del avión había sido tomado por la cabeza buscadora del misil, pero el misil impacto contra el terreno a los pocos metros casi cayendo sobre tropa propia.

En el segundo lanzamiento levanto unos grados el lanzador y ahí si el misil siguió al Harrier/Sea Harrier, aunque por el muy corto alcance del misil no llego a darle.

Según el  Informe Oficial de la Fuerza Aérea de la Campaña en Malvinas el día Jueves 27 de Mayo de 1982 a las11:10 hs hubo un ataque aéreo con tres aviones sobre BAM Malvinas. Un puesto de observación aérea, equipado con misiles SAM-7, tiró y reclamó un probable derribo. 

Uno de los relatos respecto a su utilización pertenece al libro "Comando en Acción" de Isidoro Ruiz Moreno. Un disparo fue realizado contra un Sea Harrier volando a baja altitud e inicialmente iba bien dirigido, pero cuando el avión giró violentamente el misil perdió el rastro. Muchos fueron luego capturados. Los misiles fueron suministrados por Libia.

Durante el alto al fuego del 14 de Junio, los argentinos dejaron preparadas armas y municiones de todo tipo para una eventual última batalla por Puerto Argentino, muchas cajas conteniendo misiles Strela-2 fueron dejados intactos para ser usadas en esa última batalla que nunca llegaría, ya que le siguió la firma de la rendición. Luego de la rendición argentina, muchos de estos misiles soviéticos fueron capturados por las fuerzas británicas.


Ejército en Isla Gran Malvina 
Una tercera versión de despliegue se agrega a estos relatos, Volviendo al tema que nos convoca, en el libro "Malvinas, una pequeña historia" del C.F VGM Verón, en donde relata sus experiencias en el Bahía Suceso, en el Isla de los Estados y posteriormente en Bahía Fox, hace mención a disparos realizados con misiles SA-7 en Bahía Fox.

  


BIM-5

En cuanto a esta unidad según los datos del libro del CLIM Robacio dice que los lanzadores SA-7 de los defensores no funcionaron por fallas en las baterías. 

Regimiento de Infantería 4 
También hay un apasionante relato de parte del actual General de Brigada Diego Alejandro
Soria, quien fuera el comandante del Regimiento de Infantería 4 en Malvinas y que tuviera una destacada actuación cumpliendo una verdadera misión "de sacrificio". Del detallado informe de su Comandante extraigo el siguiente parrafo que aclara, de primera mano, lo de los misiles sovieticos: 

"La Unidad nunca descansaba al completo, manteniendo permanentemente una parte de su personal en alerta. También sufrimos esporádicos ataques de aviones con cohetes. El Regimiento carecía de armas antiaéreas orgánicas, pero a mediados de mayo se recibieron algunos lanzadores individuales de misiles tierra-aire de origen soviético provistos por las Fuerzas Armadas Peruanas. Lamentablemente, no teníamos personal que conociera dichas armas; a los oficiales que se las proveyó para su uso, se les dio una somera explicación sobre su manejo. Pese a ello llegaron a lanzarse algunos misiles contra aeronaves enemigas, pero lógicamente no dieron en el blanco." También se cita que los SA-7 venían de Perú.


Regimiento de Infantería 12 
En Pradera del Ganso (Goose Green), se destacó a una patrulla del RI-12 que sería capturada por gurkhas en los primeros días de junio. Se les incautó un SA-7. Lo raro es que lo capturaron patrullas helitransportadas en Scout y no se disparó contra ellas. Hay una foto de un soldado inglés en Pradera del Ganso (Goose Green) apuntando un Strela incautado. Según versiones de observadores ROA argentinos en la zona, los dos SA-7 con 8 misiles desplegados en el Istmo de Darwin dispararon toda su munición y hasta vinieron con manuales en español. En el libro Batallas de Malvinas, por aquí apuntan a que los misiles SA-7 de Pradera del Ganso habrían llegado el día 14 con cadetes de la escuela de Aviación. 

Regimiento de Caballería de Tanques 8 
Y otra más conocida tomada por el Harrier GR-3 pilotado por el Flt Lt Mark Hare en el Monte Dos Hermanas, en la que se aprecia al cabo 1º Hugo Gabino Mac Dougall que integraba un puesto de tiro junto a los soldados Bustingorri y Ortiz. Un segundo puesto de tiro de Blowpipe en el mismo monte estaba integrado por el cabo 1º Martinez Sixto y los soldados Bordón y Colman. Los seis eran miembros del Regimiento de Caballería de Tanques 8. El propio Mac Dougall relata que adicionalmente había un tercer puesto de tiro de la FAA con misiles SA-7 (fuente Hugo Gabino Mac Dougall en Facebook "El misil Blowpipe") y que al parecer aparecería en la misma foto. Comenta que hicieron dos disparos los días 8 y 10 de junio, y uno más en fecha indeterminada del equipo de SA-7. Todos ellos fallidos.



Regimiento de Infantería 25

Defensa superficie – aire en la Guerra de Malvinas: misiles SA 7
Por el Cnl “VGM” Héctor Rodolfo Flores
La defensa superficie – aire es uno de los aspectos de naturaleza conjunta que tuvo una destacada actuación en la defensa de Puerto Argentino; dentro de ésta, requiere un tratamiento especial la defensa superficie – aire realizada por los Regimientos de Infantería con los misiles SA 7 de origen ruso. Lo aquí desarrollado refleja el conocimiento y experiencias extraídas sobre el tema en cuestión por el autor durante la Guerra, que formaba parte del Regimiento de Infantería 25 (RI 25).



Foto del Harrier de reconocimiento: Los Harriers en forma permanente hacían misiones de reconocimiento fotografiando las posiciones Argentinas...en esta foto los muchachos ya los vieron y los misiles están a punto de salir, según el reconocimiento que el personal de inteligencia Británico hizo de esta foto hay dos misiles portátiles apuntando, un Blowpipe casualmente de origen británico y un SA-7 de origen soviético, anteriormente una fotografía similar fue comentada por el personal argentino que está en la foto y que recordemos hablaban solo de Blowpipe y no del SA-7




Conclusión
El misil llegó en buenas cantidades pero en una versión primitiva, tal vez podría haberse usado en alguna emboscada por parte de tropas o comandos pero el hecho de la poca familiaridad con el arma, su llegada tardía, su poco entrenamiento lanzando el arma y hasta la “desconfianza” de disparar algo que en algunos casos ni estaba en propio idioma llevaron a que el arma estuviera casi sin sacarse de las cajas en que llegaron. Podría haber sido usado de manera disuasoria para complementar aun más el nutrido fuego antiaéreo de la capital de las islas pero lo cierto es que el arma estuvo, se usó muy limitadamente y fracaso en su misión primordial de proteger a la infantería argentina.
 


Fuentes utilizadas:
http://www.diasdehistoria.com.ar/content/la-ayuda-de-per%C3%BA-en-el-conflicto-fue-generosa-y-poco-reconocida
Página web Zona Militar
Libro "Batallas de Malvinas" de Pablo Camogli
Libro "Comandos en Acción" de I.J. Ruiz Moreno
Libro "Señales de Guerra" de Lawrence Freedman
Revistas "Máquinas de Guerra"

El Regimiento de Infantería 4 Parte I

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En esta oportunidad a mí me corresponde participar en las operaciones en Malvinas como oficial de inteligencia del Regimiento. 4 de Infantería; mi grado es teniente primero.

La misión del oficial de inteligencia es estudiar todo lo que tiene el enemigo, ver los problemas en tiempo y espacio que va a tener que enfrentar y en qué posibilidad el terreno lo va a afectar también para sus operaciones, y luego uno saca conclusiones. Qué es lo que puede hacer, en qué oportunidad y con qué lo puede hacer para tratar de —con los medios que uno tiene— evitar que desarrolle esa capacidad.

Estaba en Buenos Aires capacitándome en una nueva especialidad en mi carrera, y luego del 2 de abril y todos los festejos y el alborozo patrio recibimos la orden de alistamos. A mí, como a los demás cursantes, nos corresponden distintas unidades de acuerdo con el arma a la cual pertenecemos. Me tocó el regimiento que había sido mi primer destino cuando era subteniente y con él fui a Malvinas.

Fuimos bajando toda la costa hasta Río Gallegos y luego cruzamos a Malvinas. Primero hubo problemas con la jefatura porque todos queríamos ir en el primer avión. Por las dudas, nadie quería esperar porque estaba próximo el bloqueo y si alguno se quedaba, por ahí no embarcaba. Realmente el jefe tuvo que poner su carácter para ordenar eso.

El jefe me asignó viajar con él junto con el oficial de operaciones que es otro asesor al cual necesita tener cerca y llegamos un día espléndido pero de mucho, mucho frío. Nos sorprendió el panorama muy pintoresco, el faro, aunque ya nos habíamos sorprendido antes del aterrizaje: las islas eran inmensas y había montones de islotes de todo tamaño.

Si bien en Comodoro o Río Gallegos había actividad intensa y uno entraba en el vértigo del ambiente de combate, llegar a Malvinas me causó una conmoción diferente. El aeropuerto estaba totalmente rodeado de tropas en posición, había tres o cuatro aviones desembarcando al mismo tiempo, distintos tipos de unidades.

A medida que llegaban se iban despidiendo los contingentes a marcha o con los equipos en camión hacia adentro de la isla.

Tuve la suerte de que el jefe me diera la misión de hacer un contacto en la casa del gobernador. Ahí por primera vez realmente vi la bandera. Fue una impresión muy particular y a través de lo que vi en las revistas, en seguida identifiqué el lugar donde cayó el capitán de Marina Giacchino.

Bueno, solamente un soldado puede comprender completamente a ese héroe y a esa bandera y lo que significan. Este fue el primer golpe emotivo. Si ese hombre cayó veníamos para dar el mismo tributo. Tenía conciencia y estaba convencido de que íbamos a dar combate. Tanto es así que las previsiones del jefe, lo digo sinceramente, fueron muy acertadas. En ese aspecto, pues, con miedo a que cayese algún avión distribuimos todo el equipo de forma de que en cada avión fuera un jeep, un cañoncito, un morterito, unos soldaditos de la pieza, un poco de fideos, un poco de arroz, munición, o sea todo repartido en cada avión.

Nos alejamos del aeropuerto unos tres kilómetros y nos tomó la noche en un lugar donde había unos barcos hundidos. Ocupé lugares de descanso muy precarios, llovía. Fue dura esa noche precisamente porque recién llegábamos, pero gracias a la previsión de repartir teníamos una cocina para nuestra comida.



A la madrugada siguiente empezamos una marcha de infantería pura con equipos, hasta cerca de Bahía Agradable —el cerro Wall— a unos diecisiete o dieciocho kilómetros. En ese lugar nos encontramos con unas tropas del Regimiento de Infantería 12. Nosotros teníamos inicialmente la misión de cruzar a la otra isla, a la Gran Malvina, pero empezaron a llevar el Regimiento 12 con los helicópteros a Darwin y nosotros quedamos allí dominando Puerto Harriet y Bahía Agradable o Fitz Roy, no sé con qué nombre lo conocieron acá ustedes a través de la prensa. O sea que estábamos asentados en los montes Wall, Challenger y Kent; este último es un monte totalmente dominante, como si fuese una cortina gigante que uno tiene adelante y que impide ver el otro lado de la isla. Quedamos como reserva helitransportada; una compañía mi se desprendió para reforzar las posiciones de otras unidades en otros lugares de la isla y quedamos un poco disminuidos.

Sobre todo porque nos agarró el bloqueo aéreo inglés con gente nuestra en Río Gallegos, con equipo que nunca pudo llegar a la isla.

Estábamos dominando —digamos— toda la isla, mirando hacia la Antártida. Apenas llegados, a altas horas de la noche, después de la marcha hasta esta zona que era totalmente anegadiza, tratamos de armar algún lugar donde dormir. Yo puse varios cajones de munición y dormí ahí, otro durmió arriba de unas bolsas de papas, otro durmió en un montón de piedras, otro se pudo poner en alguno de esos vehículos que nos habían quedado. Se dispersó la gente y se pasó al descanso.

A las cuatro de la mañana recibimos un ruido, primero muy distante y luego atronador. Pasó muy cerca, no dio tiempo prácticamente a reaccionar; había una neblina muy espesa en la zona nuestra. Al rato escuchamos unas tremendas explosiones y nos dimos cuenta de que habían bombardeado la zona de Puerto Argentino. Fue el gran bombardeo del 1 de mayo al aeródromo. Toda nuestra carga pesada que había quedado en el aeródromo, esperando ser movida, fue tocada. Perdimos material importantísimo. Había prioridades y nuestra carga quedó, pues se habían estado moviendo piezas antiaéreas con los. helicópteros.

No olvidemos que había que cruzar muchos ríos, bahías, y de los caminos. ni hablar. Nosotros el 1 de mayo empezamos a ganar la altura, mantener las posiciones, explorar, reconocer, tomar todos los contactos propios de un comando que está emplazándose. Reconocer las costas: un lugar muy, muy difícil. -

A partir de ahí se tomó más conciencia de la gravedad de la situación. No nos olvidemos de que nuestra unidad estaba totalmente al descubierto por el hecho de haber llegado a la noche a ese lugar. Ahí nomás se dio la orden de ocupar ciertos cerros y tratar de reforzarlos. Teníamos problemas administrativos por el material destruido en la pista y los aviones que no habían pasado, y debíamos replanteamos muchas cosas. Inclusive adecuar la gente y todo a otras alternativas y usos, a lo que teníamos.

La unidad quedó un poco desinflada en medios, pero se empezó a recuperar munición con apoyo de otras unidades y fuimos recuperando material que nos fue consolidando más en las posiciones.

Aparecieron los barcos y tiraban; nosotros observábamos el combate aeronaval. Veíamos los barcos, avisábamos en qué rumbo venían, la distancia, cuántos eran y, si podíamos, dábamos las características. Esto lo hacíamos mediante radares y observación. Informábamos a Puerto Argentino y de ahí se tomaban las previsiones. De noche evidentemente la fuerza aérea no operaba pero se fueron tomando una serie de medidas con cañones y artimañas. Los barcos, con el tiempo, empezaron a cuidarse algo. Nosotros estábamos a siete u ocho kilómetros de la costa y esos barcos operaban con helicópteros elevados. Siempre los tenían.

Los veíamos sobrevolar y empezábamos a hacer una contrabatería eficaz, tal es así que nos daba risa ver en el radar al helicóptero subir, bajar, cambiar de posición, porque venía espiando a ver adónde podía estar el cañón. También en las costas estaban previstas avanzadas de combate, grupos muy reducidos realmente muy valientes que se adelantaban hasta ocho kilómetros, todos los días y todas las noches, para tomar contacto con los ingleses por si hubiera desembarco. Eso fue muy duro, porque el camino a la costa era tremendamente difícil.

Después de la caída de Darwin, no puedo precisar realmente la fecha, hubo una serie de informes que nos advirtieron dónde estaban los ingleses. Estaban avanzando a unos veinte kilómetros de nosotros. Más allá de nosotros y hacia los ingleses, si bien había tropa nuestra, eran grupos reducidos que más que nada tenían la misión de dar la alarma e informar. Por nuestra parte, tuvimos una serie de experiencias, como encontrar restos de patrullas de comandos y elementos de ellos muy cerca de nosotros. No se daba el combate por casualidad, al no encontramos, frente a frente, pero encontramos, como dije, residuos que indicaban que por ahí andaban.


Ya sabíamos que los ingleses estaban y que lanzaban—igual que nosotros— gente para informar. Estas patrullas siguieron un poco así, sin combates, y la artillería todavía no la sentíamos, excepto la de los barcos que venían de noche; o de día cuando había neblina y seguían tirando.

En esa época empezaron a aparecer —y nos tiraron— los misiles antirradar, los antirradio, y a la vez empezaron para nosotros las limitaciones en el uso del radar y de la radio. También teníamos grandes interferencias, inclusive nos insultaban los ingleses. Aparecen ciertos elementos que nosotros no teníamos. Pero no pensábamos que nos iban a vencer. Nos decíamos: "Contra nosotros no van a poder". Con los que yo hablaba, la idea general era: había que darles con lo que fuera, con piedras o con lo que fuera. No teníamos malas armas, pero esas armas imponían un cuidado mayor que en el continente, por la gran humedad.

Inclusive el frío cambiaba muchas cosas, como sucede con un coche. No es lo mismo tenerlo en Buenos Aires que estacionado en Ushuaia.

En el monte Kent había una fracción destacada que se tuvo que replegar con los ingleses realmente pisándoles los talones. Llegaron a nosotros con los ingleses en los talones. Los nuestros iban por una punta del monte y los otros iban trepando. Esa fracción no tenía, por efectivos como por armas, capacidad de responder a un ataque importante.

A esta altura nuestros comandos ya habían entrado en combate con los ingleses en muchas oportunidades, pero por suerte se recuperó mucha gente: herida y todo, pero viva.

Los Harrier iban y venían, aunque más sobre Puerto Argentino; los barcos sí nos daban de noche y, como dije, descubriendo restos de los comandos ingleses cerca de nosotros, Tal era la situación. Ya se habían perdido helicópteros que nos restaban capacidad, y se habían perdido buques como el "Carcarañá", el "Isla de los Estados", el de Prefectura. - Los comandos nuestros que actuaban en la profundidad del enemigo nos hablaban de tremendas rutas de helicópteros ingleses. Ya sentíamos los helicópteros próximos en las noches cerradas sin viento.

Un día, a las ocho de la noche, llegó nuestro jefe, que había bajado al pueblo para una reunión de comando, y nos impuso la situación. Se apreciaron todas las posibilidades y no quedaba otra que pelear retrocediendo o arriesgarse a que nos agarraran justo en el repliegue y hacernos fuertes en los montes Two Sisters y Harriet, y resistir allí.

En Harriet ya teníamos pequeñas fracciones, es decir, esto es como las manos. Uno pone las manos para que no le peguen en el cuerpo. Las manos de Puerto Argentino éramos estos grupos, pero en el momento en que una de esas manos siente que quema, para ese lado se mantienen las mayores prevenciones. No irse de boca pero pensar y tratar de apreciar por qué el enemigo va por ese lugar.

Se tomó la decisión de hacer el cambio de frente y dirigirse a Two Sisters y Harriet, donde el regimiento daría el combate. El repliegue hacia allí debía ser tipo relámpago. Se decidió qué era lo que no servía y salir con todas las armas, munición, medicamentos —en fin, el equipo—, para lo que nos asignaron tres helicópteros. La orden era mover de noche todo lo que se pudiera y reunir el material pesado en determinados lugares para ver si los helicópteros podían sacarlo al otro tipo de material, bajarlo hasta donde llegarían tres camiones, y luego bajar la gente. Para colmo, a las diez de la noche, vinieron los barcos, empezaron a tirar y encima comenzó a nevar; así que realmente fue caótico.

Tuvimos que suspender durante dos preciosas horas la bajada de los cerros en la oscuridad, porque nevaba y los barcos estaban tirando. Afortunadamente después los barcos desplazaron el fuego hacia otro lado, la nieve acabó y quedó un gran colchón. A eso de las tres o cuatro de la mañana —no olvidemos que hay oscuridad hasta las ocho de la mañana— pudimos seguir bajando con la gente. Con las primeras luces, la gente estaba cargando camiones y continuando a pie. Otra gente cargaba los helicópteros y nos quedamos con una pequeña defensa antiaérea. Aparecieron los Harrier cuando afortunadamente los helicópteros se habían ido, pero atacaron nuestras columnas de marcha. Es decir, tropas reunidas en un camino, camiones cargados reunidos también —quiero decir en un lugar muy visible y expuesto—, y nosotros, desde la cima del cerro donde esperábamos los helicópteros, empezamos a disparar contra los Harrier. No sé si habrá caído alguno aunque le pegamos cualquier cantidad con munición trazante, pero no podemos decir que los hayamos visto caer.

Los aviones ingleses volaban día tras día, a cualquier hora, nos fotografiaban y ¡hasta les hacíamos caritas! Esa es la verdad. Nos atacaban con distintos resultados, especialmente sobre algunos depósitos y material. También nos volaron unos camiones y fuimos teniendo bajas pero por suerte y por entonces leves; o sea, heridos.

Volviendo al ataque de los Harrier que estaba relatando, tuvimos que suspender los helicópteros y la gente continuó replegándose, aunque fuera entre las piedras. Fue muy duro ese repliegue por todo el problema este, que es como que a uno lo encuentren en piyama en su casa.

Esa mañana mientras nos atacaban los Harrier, recibimos desde territorio enemigo un comando que era el único que quedaba de una patrulla. Nos informó con más claridad dónde estaba y qué movimientos había hecho el enemigo. Este comando volvió realmente desgastado, hecho pelota, con toda la ansiedad por explicarnos lo que había observado. Los demás compañeros quedaron, no volvieron. Después, con el tiempo, se confirmó la muerte de algunos y otros aparecieron heridos en las líneas inglesas.

Ya en el monte Harrier nos desplazamos con frente a Darwin y a San Carlos. Ahí sí ya tuvimos nosotros combate de patrullas. Además esa misma noche ya nos estaban disparando con artillería de tierra o sea que, sí nos hubiésemos quedado en el otro lugar, en este momento no estaría acá; o sí, pero no hubiéramos tenido entonces la dignidad con que pudimos combatir. Porque uno va a llevarle gloria a la Patria, pero no va a morir porque sí. Uno quiere héroes vivos, al menos eso es lo que le pedía a nuestros soldados. -

En la madrugada siguiente una patrulla fue a la antigua posición nuestra, y ya estaban los ingleses allí. Tuvimos entonces nuestras primeras muertes; muertos que intentamos recuperar con otra patrulla pero al final no se pudo.

En todo momento, salvo cuando había fuertes vientos y nevaba, los helicópteros ingleses eran dueños de la noche y la artillería empezó a concentrar fuego sobre nosotros. Tiraban una bengala y había una concentración en cincuenta metros cuadrados y así fueron batiendo los cerros. La artillería inglesa nos podía batir pero nuestra posición le impedía batir a Puerto Argentino y en esa situación estuvimos aproximadamente diez días. Los helicópteros enemigos se veían a simple vista y la artillería descargó su mayor violencia sobre nuestras posiciones. Tuvimos nuevos contactos nocturnos de patrullas y combates entrecortados, dispersos y rechazados,

Así como nosotros teníamos comandos en ~ dispositivos, ellos tenían los suyos metidos en los nuestros. En esa gran extensión que cubríamos, como los dedos de una mano, quedaban claros: era imposible cubrirlos con esos efectivos.

Al regimiento le tocó realmente una difícil misión; era muy duro estar en la violencia de la artillería día y noche... Le tiraban al camión de la comida, le tiraban a la cocina, le tiraron... en fin tiraron a todos lados. Pero también les contestábamos de vez en cuando con nuestras baterías, con nuestros morteros, siempre tratando de no delatar nuestras posiciones, pues ya sabíamos los radares que usaban: cuando tirábamos con morteros ahí nomás caían diez o veinte proyectiles en segundos. Ese fue un gran problema. Realmente era una lluvia de proyectiles ingleses.

Hasta ese momento teníamos cuarenta bajas. Nuestras patrullas, pequeños destacamentos dé diez o quince hombres, comenzaron a chocar con efectivos de cuarenta, cincuenta, sesenta hombres de ellos. Era evidente que estaban acercando gente, y así como nosotros chocábamos a retaguardia de ellos, los ingleses a su vez chocaban a retaguardia nuestra con efectivos nuestros. Era como los tanteos iniciales en el box, o sea el primer round. Les causamos muchas bajas a ellos; realmente era destacable la actuación de nuestros comandos. Nosotros recibíamos estas patrullas diezmadas, con sus heridos y sus muertos también. Pero los ingleses también salían con sus muertos y heridos y uno sentía la satisfacción de la revancha. Fue muy parejo.

Hasta ese momento la parte nuestra se mantenía bien y en las patrullas de nuestro regimiento actuaban soldados voluntarios, y en los comandos —por supuesto— eran todos oficiales y suboficiales.


Había muchos helicópteros de ellos; para nosotros mover la munición significaba tal vez tres noches sin parar—bajo el fuego y con la carga al hombro— subir al cerro mientras ellos cómodamente con los helicópteros llevaban el triple de munición en un ratito.

Un día de gran neblina hubo una serie de choques con el frente de las compañías nuestras; choques grandes en los cuales se empeñaban ya efectivos nuestros, importantes en hombres.

Esta neblina nos tuvo así unos seis días, que ellos aprovecharon y ya medio estaban tocando los flancos nuestros. lero el regimiento seguía resistiendo bien y empezamos a cambiar de posición ciertas fracciones. Cambiamos las armas pesadas de lugar para evitar que con el conocimiento que obtenían por la mañana, les sirviese para tener éxito por la noche. Varias veces pasó que sus ataques cayeron al vacío, precisamente por estos cambios, así que se quedaron en nada.

Hicieron dos ataques a fondo; digo a fondo cuando se llega a la profundidad nuestra evitando el combate y tratando de golpear en el lugar último y más importante de los nuestros. Los rechazamos a cincuenta metros, con todo nuestro fuego, tirando con nuestros morteros. Se nos metió este ataque como un puñetazo en el hígado porque evitaron la parte más fuerte. Entraron con una neblina terrible y ya no teníamos radar antipersonal porque el fuego enemigo lo había dejado fuera de combate, y atacaron pegando en el costado, en el lugar neurálgico de nuestro dispositivo.

En el primer ataque los "aferramos" al terreno y pienso que podríamos haberlos aniquilado, pero apareció la artillería de ellos y realmente fue imposible. No pudimos arrasarnos porque el fuego de artillería era tremendo. Eso pasaba siempre: a veces teníamos solamente cuatro ingleses rodeados, y aparecía toda la artillería inglesa tirándonos.

Otro ataque se hizo una posición de nuestro regimiento a la derecha, pero de frente a nosotros; o sea otra vez trataban de vencer la resistencia pero los rechazamos. Esta vez pegaron en una posición muy fuerte que teníamos, pero a Dios gracias fue rechazado nuevamente con éxito. También hicieron una maniobra de distracción contra nuestro puesto de comando, que rechazamos. Aparecieron también barcos tirando, pero les falló, porque el ataque que chocó de frente contra la posición que mencioné fue. rechazado, como dije.

El teniente primero C.A.A. estaba al mando de la compañía que rechazó el ataque principal. Este comando era muy fuerte, tenía coheteras hechas con restos de un Pucará, ametralladoras; estaba super reforzada, y tenía además una cosa muy homogénea.

Hay un detalle en este ataque que vale la pena mencionar. Después de rechazar el ataque al puesto de comando, como ya dije, nos dimos cuenta en ese momento de que los ingleses habían aproximado gente a "caballo" de la costa y que ya, por nuestros efectivos, no podíamos ocupar esas posiciones. Empezamos a recibir fuego de artillería también.

Un comando —el capitán J.E.J.— aislado, solo entre los ingleses, consiguió llegar a la parte superior del monte Kent, ubicar y contar todas las bocas de fuego. Nos tiraban treinta y dos cañones, Realmente meritorios eran los comandos. Eran sin duda tropas especiales, gente que vive más allá de la vida y de la muerte, encomiable.

Bueno, volvernos a la gente que se había aproximado a "caballo" de la costa y de donde recibíamos fuego. Empezamos ahora a recibir fuego de armas más livianas, es decir, empezaron a acercarse morteros. Nos estaban tirando desde tres kilómetros, y con ellos a unos pocos metros menos, nos podíamos batir con ametralladoras. Bajamos y hubo varios choques de grandes efectivos rechazados, sobre todo en el otro cerro, no en el que yo estaba. Esas noches fueron todas de pequeños o grandes combates pero, sobre todo, permanente fuego de artillería día y noche. Hasta las ocho de la noche la artillería de campaña, y aproximadamente desde las veintidós empezaban los barcos. Tres, cuatro, con una velocidad de disparo tremenda. Tiraban al cerro, como pegando a una pared. Corrían treinta metros, tiraban ahí y otros treinta metros y volvían a tirar, cuadrado por cuadrado.

Era como una máquina automática: tá,.. tá... ta... tá, pero contra el cerro, así que uno vibraba todo. Realmente vibraba y caían piedras. A eso hay que agregarle los Harrier, que también aparecían. A partir del dos de junio llegamos a estar por las noches sesenta por Ciento levanta. dos y cuarenta por’ ciento durmiendo.

Bueno, volviendo nuevamente al tema de los morteros que acercaron esa noche, ya nos complicaba más porque ésta es un arma que, si no se tiene un radar, es muy difícil de detectar, pues se escucha menos y a uno le sorprende el proyectil. El teniente primero C.A.A., que como relaté, resistía el ataque principal desde otra posición, empleando el fuego de todas sus armas, dio vuelta un mortero y empezó a disparar bengalas permanentemente a los ingleses que nos atacaban a nosotros en el puesto de comando del teniente coronel. Así que pudimos rechazar y definir mucho mejor, pero ahí nomás sobre las bengalas empezó a tirar artillería de ellos y, debo decirlo, con eficacia "excepcional" como dice Nimo.

Porque la artillería es raro que pegue sin dispersión y esto sucedió como si pusieran el dedo en un lugar y ahí caían cincuenta proyectiles. Eso se debe a equipo y también a entrenamiento. Con una tropa con mucho tiempo de instrucción, nosotros también lográbamos eso. No hablo de cadetes del Colegio Militar o suboficiales, que a ésos uno los tiene en un camión con todos los morteros desarmados y en un lapso de un minuto, a más tardar, están abriendo fuego.

A través de estos ataques sacamos mucha experiencia sobre los equipos que convenían; corrimos también nuevamente las armas y reforzamos con tropas.

El teniente primero C.A.A., a su vez, estaba bien en contacto con el enemigo, tan en combate casi cuerpo a cuerpo, que trataba de replegar heridos y romper el contacto para poder tirar con armas pesadas. Logró hacerlo, y así pudo rechazarlos. De esa forma, tirándoles con sus propios morteros y ametralladoras.

Previamente, había habido combate hasta a diez o quince metros, inclusive heridos nuestros quedaron entre los ingleses, se hicieron los muertos, y gracias a Dios los tenemos acá. Ese fue el segundo ataque.

No voy a hablar del estado espiritual que teníamos y de los capellanes que había. Ellos ven una dimensión humana tal vez mayor y superior que la mía, que soy combatiente. Yo miro mucho a la gente, me gusta ver las reacciones y ya a esa altura yo tenía idea de cómo actuaba el personal y evaluábamos con el jefe del regimiento dónde podríamos tener problemas y de qué modo los oficiales de la plana mayor nos haríamos cargo de distintas situaciones. Ya a esa altura tratábamos de modificar lo que la experiencia nos decía. Tácticamente no aprendíamos nada, pese a que, como dije, notamos que tenían una precisión en los fuegos muy superior a nosotros.

Ellos tenían mucho equipo para la noche y eso lo advertíamos. En los choques diurnos de patrullas salíamos bien. Tratábamos de ganar el día para, ahí, poner las cosas en claro con los ingleses. Siempre nos iba bien ahí.

En ese momento teníamos’ raciones encima para cinco días desde el jefe al soldado (me dicen que las raciones las habían hecho en la Rural), porque ya realmente la cocina no iba más, ya nos habían bombardeado el camión tres o cuatro veces.

Ya no los teníamos desde el monte Wall y el Kent solamente, sino también desde nuestra izquierda. Nos estaban amenazando, pero igual el regimiento tenía que quedarse. A retaguardia, a unos cinco o siete kilómetros, teníamos un batallón de Infantería de Marina —el 5— que sería nuestro apoyo, de existir un repliegue. Cambiamos nuevamente las armas de lugar sobre todo las más pesadas y empezamos a preparar ese flanco amenazado. Pero era difícil iniciar una obra, inclusive por el desgaste del personal. Muchas veces no iniciábamos una obra por el hecho de cuidarlos un poco más, para que estuvieran más enteros para la noche. Durante el día prácticamente no dormíamos por la artillería y durante la noche, menos—dos o tres horas de sueño—, por el combate. Esto no se notaba evidentemente pero para esa época teníamos un desgaste no en lo espiritual, pero sí en la parte física. Lo notaba en cosas como que a un hombre se le mojaran los borceguíes y se los dejara, no tratara de secarlos; o cuando el hombre no se toma la molestia de tratar de calentar la comida aunque cueste, cuando al hombre tal vez se lo ve un poco callado.
Tengo que decir que la violencia de la guerra ya era total en nuestro caso. Ya a nosotros no nos faltaba nada a ese respecto, pues para esa fecha, alrededor del nueve de junio, estábamos viviendo la totalidad de la guerra.

Era una guerra abierta, con todo, vivíamos en combate. En todo movimiento de efectivos que hacíamos nosotros, que tenía que ser al descubierto en los valles, cruzar de un cerro a otro u ocupar posiciones en los lugares adelantados, nos tirábamos mutuamente. Es decir, un hostigamiento total. Había mucho combate, con entrecruzamiento de fuego de ametralladora. Eran combates de fracciones, secciones, que chocaban con los ingleses. Se aproximaban también helicópteros y les respondíamos con fuego de ametralladoras antiaéreas. Ya no solamente escuchábamos la artillería sino que veíamos los hombres, las armas automáticas. Ya sabíamos dónde vivían, quiénes eran y dónde hacían la letrina. Y ellos también de nosotros.

En esa situación yo creo, supongo, todos habíamos encomendado nuestras almas a buscar una dignidad por la cual vivir. Lo que significaba que teníamos que estar preparados para las más duras circunstancias. Eso se hablaba con los soldados y el teniente coronel ya había recibido una orden terminante de nuestra situación y de lo que de nosotros esperaban. Esto no quiere decir que se debiera pensar en morir sino en vivir en una patria digna, importante. Sí: teníamos que tener una clara conciencia de que había que batirse hasta el final. Se habló con el jefe del regimiento de esto y pensamos que no nos íbamos a replegar mientras pudiéramos pelear. Y lo íbamos a poder hacer, lo más importante, manteniendo las armas pesadas, de las que no queríamos desprendernos. Si nos replegábamos, temamos que ir por un caminito batidos totalmente por los ingleses y sin armas pesadas. En ese caso íbamos a tener que pelear con FAL contra cañones, morteros y todo lo que pudieran poner los ingleses. O sea, el general J. esperaba de nosotros, y el teniente coronel lo sabía, que no nos replegáramos mientras hubiera una posibilidad de no hacerlo. Yo estaba en un agujero de piedra, a cuatro metros de mí había dos soldados en otro agujero de piedra arriba un cabo y así seguía. Eramos los hombres de las cavernas y compartíamos, es decir, uno prendía un fueguito del lado donde no podían ver los ingleses —para evitar que nos tiraran— y en una lata de aceite de cinco litros poníamos una o dos raciones, no importa de quién. Era vida colectiva, otros tiraban un poco de polenta y comíamos a cuchara, todos reunidos, o nos pasábamos la lata si había mucha artillería. Tomábamos agua del lugar, había agua de charcos, agua elevada. Nuestra gente, nuestro regimiento, se hizo a la vida dura y no nos pasó nada. No tuvimos colitis, disentería, tiada, nada. No teníamos ni resfriados, eso es lo que más sorprendía: que en ese clima realmente duro, ‘no tuviéramos ni un resfriado. Nadie vino a decirme tengo gripe, me duele la cabeza. Sí tuvimos algunos que tuvieron enfriamiento de los pies e inmediatamente, bajo el fuego, se los evacuó.


RELATO EXTRAIDO DEL LIBRO "ASI LUCHARON"- (Carlos Turolo).

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El Regimiento de Infantería 4 Parte II

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Justamente hay un capitán por el que tengo un sentimiento muy especial realmente de admiración. Este hombre era logístico, un hombre que está a retaguardia llevándole a la primera línea todo lo que sea posible, todo lo que necesite; aunque uno pidiese lo más descabellado, este hombre aparecía con algo. Así apareció con las coheteras del Pucará que, como creo ya dije, usaba para disparar la compañía del teniente primero C.A.A. en una adaptación casera y de ingenio, pues son de avión. Hasta con cacerolas inflables hubiese aparecido.. - con cualquier cosa. No nos olvidemos de la situación crítica en la que llegamos, cuando el bombardeo del lo de mayo destruyó gran parte de nuestro equipo en el aeropuerto, y cómo terminó combatiendo el regimiento. Todo eso se debe a este hombre que nos trajo de todo, nos amontonaba cosas, no nos alcanzaban las manos con que tirarles a los ingleses. Ese era el capitán J.R.F. Este hombre, además, no obstante ser logístico, tomó un jeep de evacuación y llevaba heridos e iba rezando el Rosario de vuelta—bajo el fuego— con los heridos. Y créanme que para un herido que está asustado o lo que sea, en ese momento la palabra de Dios es importante.

Estos actos se transformaron en algo diario. El soldado que venía con un tacho de comida también era un héroe porque llegaba en una de ésas con la manija sola o con la polenta llena de tierra de las explosiones.

O por ejemplo, el soldado S. que en el ataque nocturno que conté que rechazamos, se prendió a una ametralladora y no lo podíamos bajar ni después que se habían ido los ingleses. Seguía tirando. Y el día que aparecía un Harrier, mejor estar en cualquier lugar menos cerca de la ametralladora esa, porque él giraba tirando para todos lados. El único lugar seguro era detrás de él. El combatía contra el Harrier y se olvidaba del mundo; este soldado era un ejemplo.

Y ni que hablar de la "picardía" de muchos de nuestros soldados. Nuestros víveres calientes, es decir, nuestros zapallos, arroces, fideos, estaban a retaguardia, a muchos kilómetros, porque le tiraban tanto a la cocina que cuidaba mucho ya la comida. Entonces cuando uno traía víveres, traía tal vez mil kilos y llegaba siempre menos porque la diferencia quedaba entre los cargadores: se llevaban su paquetito de polenta, de arroz, de fideos, cada uno la mejoraba a su manera y nosotros hacíamos la vista gorda. Y con respecto a los cigarrillos —yo no fumo nada, aunque ahora sí porque estoy muy aburrido en el hospital—, era una cuestión muy colectiva. El que sacaba cigarrillos convidaba a todos sea quien fuere, jefe o no jefe, no había problema. Y el soldado estaba permanentemente pegado con las múltiples anécdotas y todo lo demás. Pero sí puedo decir que el cuerpo estaba fatigado, no la mente ni el corazón, pero el cuerpo sí.

El día 12 de junio, creo que fue el 12, ya los veíamos venir; ya habíamos visto efectivos grandes después del desembarco inglés en Bahía Agradable; también nosotros habíamos pedido que atacaran a esos barcos porque los dominábamos con la vista. Este desembarco fue atacado por nuestra aviación, como se recordará, y como digo, nosotros pasábamos información de lo que veíamos. Ahora sabemos que los ingleses trajeron ahí tres regimientos. Una tarde localizamos fracciones que avanzaban y los rechazamos con artillería y morteros. No sé si habrán sido de esas tropas o de otras enemigas. ,Para nosotros en ese momento eran todos ingleses para el otro lado. Después sí, al caer herido y prisionero me fui informando de muchas cosas que me dijeron ellos mismos, como qué gente venía marchando, quiénes desembarcaron. En fin, me fueron completando el panorama de lo que había pasado.

Bueno, así llegamos al 12 de junio, al que sería el combate final para mi regimiento, algo desgastados. Dormíamos acurrucados y cuando se oía un disparo o una bengala salíamos porque más allá de todo uno es director, conductor, pero éstas son cosas naturales de la guerra.

Llega como digo el combate final, que empezó con ráfagas del lado de la costa pero abajo del cerro nuestro, creo que fue el 12 repito, después me dijeron en el "Uganda" que era el día en que había venido el Papa; ahí me enteré que había venido y por supuesto debe haber venido Dios con él.

Antes de seguir voy a resumir un detalle que olvidé decir. Otra vez habíamos cambiado las armas de lugar apreciando más o menos lo que los ingleses pretendían.

O sea de acuerdo con lo que el enemigo pretende, el arma no se puede poner en cualquier lugar. Se busca que tenga la mayor protección posible, la mayor posibilidad de disparar, de cubrir la mayor cantidad de terreno posible, aunque siempre va a haber ángulos muertos. Por ejemplo: si yo estoy en una ventana veo muchísimo, pero no veo pegado a la ventana. Ese es un ángulo muerto. Las armas que se cambiaban eran las MAG, los morteros y las 12,7. La 12,7 es una ametralladora que se ve montada arriba de los tanques; son las ametralladoras grandes, muy pesadas. La MAG lo es menos, pero lo que pasa es que la MAG tira mil disparos por minuto. Una MAG reemplaza a un montón de fusileros. O sea que esa MAG vela por diez hombres o veinte o treinta que hay en la sección, pero hay una 12,7 que vela inclusive por la MAG. Esa es la importancia de la 12,7 que, además, es antiaérea.

Cambiar de posición las armas es aparte de lo que expliqué buscar un lugar, otro lugar dominante desde donde se pueda atacar al enemigo sorprendiéndolo, tal vez por un flanco; es decir, hay que tratar de no ir a la "cara". Si se lo agarra por la espalda, mejor, que ésa es la ley de la guerra. Uno trata de evitar el mayor daño propio posible y provocarle los mayores dolores al enemigo.

Así que corrimos, como digo, otra vez las armas pesadas y con una oportunidad increíble. Muchas veces uno aprecia, pero no sabe con seguridad si el inglés va a hacer eso; afortunadamente esa noche, en este aspecto estuvimos muy acertados. En otras oportunidades fueron los ingleses los que nos causaron sorpresas a nosotros.

Nosotros teníamos nuestras vulnerabilidades: estar muy distanciados de Puerto Argentino, ser un efectivo desparramado en un amplio frente; pero dados esos medios y lugar geográfico, tenía que ser así. La misión que se nos había dado era rechazarlo, desgastarlo, provocarle el mayor dolor de cabeza al enemigo. Lo que queríamos era provocarle tanto daño que los ingleses se parasen con la bandera blanca en el monte Kent y ya no quisiesen saber nada más, más o menos eso. No pudimos y al fin levantamos la nuestra, pero la realidad es ésa.

Vivíamos pensando en los detalles: el disparo, una luz, el fuego, el radar, ruidos de helicópteros; es decir, cada uno de nosotros era un radar en potencia. Nos consultábamos y las inquietudes llegaban a la plana mayor y al jefe, y evaluábamos qué estarían haciendo los ingleses en la noche.

Esa noche, la de nuestro combate final, estaba —digamos— en "corte y costura" haciéndome un chalequito para poner los cargadores, que iba a ser mucho más cómodo, y estaba cosiéndolo. Viene a ser, como digo, un chalequito para colocar todo: cargadores, pistola, etc. Entonces uno puede estar tranquilo comiendo y sin el peso de esos, más o menos, diez kilos. Cuando empiezan los tiros, uno agarra el chaleco y sale corriendo para el lugar de los tiros. Sabe que lleva todo ahí y no el cinturón por un lado, la pistola por el otro y por ahí se olvida la linterna y todas esas cosas. Así que con una linda velita de dos centímetros, el último cabito que me quedaba, estaba de costurera, en realidad no lo pude hacer antes porque estaba mojada esa ropa: el "chaleco" era una vieja camisa mía.

Cuando estaba en esto, oigo: Prrr... prrr. -. prrr, es decir, disparos esporádicos como a cuarenta metros abajo. Me pareció que era más lejos sobre todo porque eran esporádicos, por lo reducido del fuego. Al rato, prrr. - - prrr... prrr. Ya por ahí dos ráfagas más, cortas, breves, abajo; ya estaban más cerca, a veinte metros. O sea que ya podía ver entonces por una ranura del agujero donde estaba yo metido que era todo roca y me metía parado, como todos. Eramos ratas realmente, pero por eso pudimos aguantar tanto tiempo la artillería. Por una ranura, repito, traté de ver. Escuché también hablar como a trescientos metros de mí. Gritaban en inglés y gritaban en castellano para el lado donde teníamos los morteros pesados, siempre sobre la dorsal del cerro.


Esta sección fue la primera atacada y estaba a cargo del subteniente J. que ahora está en silla de ruedas, herido. Evidentemente fue una infiltración grandísima. Por los informes que tengo hasta ahora no puedo precisar exactamente el punto por donde entraron, pero sí sé que entraron por el flanco que teníamos totalmente cubierto, que era el de la costa que iba para Puerto Argentino. Lo teníamos- minado, ese campo minado costó mucho tiempo, costó sudor, costó bajas, y se pusieron esas minas que pesan veinte kilos. Lo que pasa es que es como todo. Aunque a uno le pongan campos minados, si tenemos que atacar, atacamos igual y ya veremos por dónde pasamos. Esa misma determinación —pienso— la tenían ellos. No nos olvidemos de que eran profesionales y actuaban como tales —hablo de gente seria que sabe lo que quiere y lo que está haciendo. No es lo mismo alguien que estuvo un año en la Facultad de Medicina que un médico recibido. Así que ellos actuaban correctamente, pienso, como queríamos hacerlo nosotros.

Pero esa noche empezó, como digo, ese fuego de distracción debajo de mi pozo y mi problema era que estaba muy próximo. Cuando miré, vi las bocas de fuego, aunque no me tiraban a mí, a Dios gracias, sino que tiraban más arriba hacia la izquierda. Pienso que era para distraernos mientras atacaban a los morteros en un silencio total. Y allí, además de las voces se escuchaban ya el bombazo de una o dos granadas, dos o tres ráfagas de ametralladoras; todo esto siempre en el cerro y no había luna todavía. Se notaba una confusión allá y evidentemente algo pasaba aunque no sabía exactamente qué. Allá, como digo, a trescientos metros.

Mi posición, o sea mi pozo, estaba detrás como de un escaloncito de un metro y allí estaba yo. Como a quince metros había una carpa de unos suboficiales que habían puesto ahí su equipo, porque realmente no entraba el equipo de uno en el hueco.

Entonces, vi que los ingleses que ya estaban a quince metros, evidentemente creyeron que en la carpa había gente y se engolosinaron tirándole y tirándole. Se acercaron más hasta que vi que estaban a dos metros de la carpa y, lo peor, que estaban ya casi a mi misma altura. Como yo arriba de mi pozo terna un poncho impermeable, pensé que el brillo del rocío me iba a delatar en la noche pues ya salía la luna y ellos mismos empezaban a tirar con bengalas. Yo había preparado el chaleco con la pistola, los cargadores, dos granadas, y vi que estaban muy próximos. Cuando llegasen a mi altura me iban a ver, a mi me hubiese convenido que estuvieran más lejos para poder salir con más libertad. Además, yo no tenía un arma larga pues era el oficial de inteligencia y tampoco tropa a mi mando pues era un asesor del jefe del regimiento. Entonces, armé la granada y preparé la pistola. Ya estaban casi a mi altura, los escuchaba: estaban ahí no más.

Tiré entonces la granada hacia la izquierda y escuché plac... plac... plac... plac... y pensé: "No pasa nada... ¡sonamos!", y entonces, hubo un gran bombazo, ¡Brroooommmm! A Dios gracias.

Oí un quejido, un grito, una mala palabra o no sé qué—fue en inglés— y de ahí no salieron más tiros, pero ya había como cinco armas más tirando. Afortunadamente un poco desplazadas hacia mi derecha, y hacia ahí tiré cuatro o cinco balazos con pistola, así, rápido, prácticamente sin apuntar, en la oscuridad, entre las piedras. Y me preparé a escuchar, ya que lo único que me quedaba en ese pozo era escuchar si alguien se aproximaba y tirar al cuerpo.

En ese momento escuché más abajo estas armas que estaban más arriba; o sea, se habían replegado al escuchar la granada. No sé qué habrán pensado pero se fueron para atrás. Y ahí sí ya no eran los cuatro o cinco hombres que avanzaban sino diez o quince armas que abrían fuego. Ahí sí me empezaron a tirar porque descubrieron ¡ni posición por los tiros de pistola, porque con la granada no era posible. -

Tuve la suerte de que apareciera un correntino, no sé de dónde salió. La cuestión es que éste no me vio —tan disimulado estaba mi pozo—, y me puso el FAP arriba de la cabeza. Me dejó sordo. ¡Rrrrr...! Y le dije: "Escuchame ¡pará!" Casi me rompe los tímpanos. Me acordé de toda su familia. Le pedí el FAP porque yo tenía localizados a dos o tres ingleses que se habían puesto detrás de una piedra grande.

Me dio el FAP y empecé a tirar y el soldado correntino no entendió bien y se metió al pozo también. Si yo apenas entraba parado, los dos estábamos calzados ahí. Yo no podía echar para atrás el brazo para tirar y era un despelote los dos en el pozo. Entonces el milico me dijo:

"Mi teniente primero, yo creí que entrábamos los dos: voy a salir". "Si no me puedo ni mover", le contesté yo. Entonces le hice pie, salió de nuevo, le di el FAP, tiró él y salí yo; pero no podíamos movernos mucho porque la pendiente hacia atrás era tan pronunciada que no teníamos defensa. Apareció en eso una 12,7 o sea el bendito soldado S. en acción y empezó a tirar, y a tirar, y a tirar’. Yo paré entonces el fuego de FAP esperando ver de qué modo podíamos sustraernos y buscar una mejor altura. Pero junto a S. y su 12,7 empezaron a tirar desde aquellos trescientos metros de que hablé antes, con armas automáticas. Primero pensé que, como nosotros teníamos tropas allí, nos tiraban equivocados, y después me di cuenta de que eran armas de ellos. Así que la cosa se puso fea. Había dos cabos en dos pozos que estaban en la misma situación que yo había estado, sin poder salir y no podían ni agarrar el fusil. Entonces agarré el fusil de uno de ellos, que tenía un problema en la vista, hice fuego y empezamos a replegarnos combatiendo hacia arriba, o sea respondiendo con el fuego al fuego y todo al descubierto.

Desde la posición de donde tiraba el soldado S. aparecieron dos o tres FAP más pero la que nos salvó fue su 12,7, que los obligó a los ingleses a meterse en donde Dios les diera lugar. Era impresionante cómo tiraba esa 12,7. Y eso también hizo que el fuego no se concentrara sobre mi sino que se dispersara y así pude empezar a responder el fuego porque, como dije, tomé un FAL y el suboficial me dio cinco cargadores, que con dos de un soldado hicieron siete. Además tomamos un cajón de munición que teníamos guardado. Destapado y todo listo para combatir. Lo empezamos a correr y a combatir de costado. Es decir, no desplazándonos para atrás sino combatiendo contra los ingleses lateralmente, para ganar altura, siempre apoyándonos mutuamente: uno tira, el otro pasa; uno tira, él otro pasa. Podría decir como en el cine, porque en el cine, en realidad, hacen lo que la guerra manda, aunque exageran —o pensándolo bien— se quedan cortos en algunas cosas. Porque he vivido cosas que no me las olvido más y que prefiero verlas en cine y no ahí.

Lo sorprendente de este movimiento es que nos tuvimos que organizar lateralmente porque nos tiraban desde abajo y desde arriba, así que de esa forma llegamos a la altura. Mientras fuimos avanzando lateralmente, S. seguía tirando y otros fusileros también. Es decir, se va reforzando el lugar del ataque principal que ya veíamos que era un ataque muy serio. En la posición que yo había abandonado, los ingleses tenían ya unas treinta bocas de fuego y en la parte donde me estaban tirando ya había advertido unas ocho. Es decir, gente que venía avanzando por la altura, y a su vez, tratando en el medio de esto, de ganar altura, justo antes del puesto comando. Unos setenta metros, más o menos, gané de altura.

S. siguió tirando, escuché dos morteros descartables—son como una gran granada— que-le tiraban y al segundo pensé que le habían dado, pero al rato otra vez: ¡Rrrrr! - -. iRrrrr! y los ingleses de nuevo a tirarle. Así transcurrieron las horas y el soldado S. reaparecía tirando. Es típico el ruido de la 12,7, en comparación con las otras armas. Y era mi flanco, un flanco muy importante; el soldado S. me cuidaba ese flanco y me confié en él.

Apareció también el teniente A.G. con unos soldados; no recuerdo la cantidad. Me lo encontré en la media pendiente; yo ya tenía los dos cabos y cuatro soldados. Entonces me fui al puesto comando para avisarle al teniente coronel cuál era la situación, aclarándole que ya no era un golpe sino un ataque definitivo. Esto lo hice después de cruzarme en la pendiente con el teniente A.G. y sus soldados. Los cabos y los soldados quedaron en posición, excepto el soldado G. que fue conmigo al puesto comando. El soldado G. fue realmente mi guardaespaldas, porque los ingleses ya nos estaban tirando a dos metros de nuestras cabezas, como mucho, y correr ahí a través del cerro no era fácil. y. me cubría. Llegué al puesto de comando que era un agujero grande con la radio, y el teniente coronel D.A.S. estaba hablando con el general J. Estaba dando la situación y explicando la necesidad posible de un inmediato fuego de artillería a pedido, con los cañones más grandes, los SOFMA.

El puesto de comando se encontraba a unos setenta metros del lugar donde dejé a los cabos con los tres soldados y me fui con G.


Ya había advertido que a mi izquierda, a unos cuatrocientos metros tirándose hacia un pequeño valle por unas grandes piedras —hablo de piedras de cincuenta metros por doscientos de largo—, se estaba combatiendo pues se veían las trazantes. Es decir, se estaba generalizando el fuego. Desconozco qué pasaba en la primera línea, realmente.

Ya teníamos una idea de los efectivos que había en esta área, los que eran muy superiores a nosotros pues estaban calculados en unos trescientos a cuatrocientos hombres, por lo menos, ya vistos. Todos comandos ingleses. Luego de explicar la situación me volví adonde había dejado a los dos cabos y los soldados.

Allí observé que los ingleses habían avanzado más sobre nuestra izquierda. Por supuesto todo esto había transcurrido en una o dos horas. Regresé nuevamente al puesto de comando e informé que yo aguantaba la situación en mi frente, pero donde no podía aguantar era en mi flanco, porque no tenía efectivos y yo ya recibía proyectiles a uno o dos metros de altura, lo que significaba que los ingleses habían avanzado la pendiente; porque primero, siguiendo la pendiente natural pasarían los proyectiles a unos veinte metros de mi cabeza pero pasando a uno o dos, estaban muy, muy próximos. Además, recibimos algún fuego de rebote de bala perdida de nuestra izquierda también.

En ese momento empezaron a caer bengalas sobre el puesto de comando y parecía "Alicia en el país de las maravillas" porque caían una, dos, tres, cuatro bengalas... Llegué a contar hasta catorce bengalas en el aire, una arriba de otra; parecía un arbolito de bengalas.

Regresé hacia mi posición, que estaba a unos setenta metros del puesto de comando y cuando había hecho unos cuarenta encontré a un cabo con dos fusileros, resistiendo desde la altura. Es decir, ya era. crítica la situación y mi problema era que me iban a cortar con el puesto de comando. Estaban tirando desde ahí no mas.

El teniente A.G. me dijo que necesitaba hombres y justo en ese momento recibimos más gente que venía en la oscuridad, del lado de los ingleses. Enganché otros más y le di dos al teniente A.G. y tres dejé a mi retaguardia, porque ya empezaba a dudar de la capacidad de resistencia ante semejante ataque de la parte izquierda que cubría el subteniente S. En esa zona era terrible el fuego, muy intenso. Todo señalaba ya el objetivo principal de ellos, con los comandos subiendo en todas direcciones. En primera línea escuché fuego intenso, granadas, ráfagas, fuego que disminuía, después aumentaba, en varias oportunidades.

Llegué a la posición confiando en que el regimiento se iba a poder replegar y ya éramos diez conmigo. Tenía dos heridos: un cabo, que tenía la cara llena de sangre y estaba desvanecido, lo toqué y a’ Dios gracias, sentí que pulsaba todavía; y un soldado con un balazo en la pierna. A los dos los retiré hasta una roca grande como una cama, que estaba a unos quince metros y volví a la posición y seguí tirando, y dirigiendo el combate. Los heridos eran el cabo D., y el soldado P.

En el lugar donde yo estaba los- ingleses habían puesto ciento cincuenta "monos, segurísimo, de entrada. Los habíamos visualizado por las bengalas; eran comandos, por el tipo de ropa y por las armas que tenían. El fuego era intenso y trataban de avanzar por la izquierda. Ahí les hacíamos- fuego reunido; yo ya tenía un hombre encargado de cada sección.

Acá debo señalar que al recibir gente vino un cabo con una bolsa, que era como una funda de almohada, llena de munición, y aparecieron - dos soldados con pistola. Al cabo lo subí a una altura de tres metros en la oscuridad porque tenía un visor nocturno, el que nos sirvió para ver los movimientos y los bultos. El cabo me avisaba que venían cinco o seis ingleses y como yo conocía muy bien la zona y me entendía con él, tiraba una trazante hacia donde me indicaba y les decía a los soldados que vieran la trazante y ordenaba fuego reunido sobre ese sector. O sea, el cabo los descubría con el visor y me decía: "Se acuerda dónde estaba tal cosa? Bueno, de ese lugar vienen tres ínglesitos".

Entonces tiraba yo la trazante y les decía a mis hombres: "Vieron todos? ¿Sí? ¡ ¡Entonces, fuego reunido! "

Los ingleses que intentaban avanzar estaban en el mismo cerro que yo, como en una saliente que quedaba enfrente de nosotros, que era como una mesetita más alta que el lugar donde estábamos. En el centro, había una gran roca en un pequeño vallecito. Los ingleses entonces se ponían ahí, porque les surtíamos por todos lados. Corrían y trataban de llegar e inclusive sorprendimos infiltrados abajo y les dimos con todo también. Otra vez se replegaron, los que pudieron, y alguno habrá caído. También yo veía con alguna bengala todo el lateral derecho de ellos y veía que seguía subiendo gente y algunos que querían bajar. Es decir detrás del cerro, a trescientos metros, seguían subiendo pero cerca de mí, digamos a unos setenta metros, trataban de bajar para acaso rodearme por la derecha. También ahí los estudiaba y decía a uno que tirara sobre una roca, a otro que tirara donde cayó la bengala y ni el nombre sabía de los soldados porque no eran míos. A uno le decía "petiso" o "correntino" y cada uno ~e las arreglaba para entender. No sé el nombre ni las caras, ni del cabo conozco la cara. Si lo encuentro en la calle no lo reconozco, y me salvó la vida, realmente. Lo mismo el soldado G. que fue mi guardaespaldas; yo le decía: "G., vamos!" y G. con una habilidad tremenda venía y nos metíamos en la boca del fuego. Unas veces estuvimos planchados contra una roca de veinte centímetros y no podíamos movernos, ni siquiera una rodilla. Justamente la segunda vez que veníamos del puesto cuando nos dieron con todo: silbaban las balas y rebotaban en las piedras.

Volviendo a nuestra situación, nos habían tirado cuatro de esos morteros descartables pero pegaron a cinco o seis metros. Uno pegó justamente cerca de la piedra de los heridos.

Al soldado S. ya no lo escuchaba para esa hora y tampoco oía mucho volumen de fuego de la parte izquierda mía, o sea del- subteniente S. Era un fuego disperso totalmente, la intensidad del combate había disminuido excepto al frente, donde estaba el teniente primero C.A.A. con su compañía, desde donde se escuchaba un volumen de fuego mucho mayor. Se ve que pudieron cambiar de posición, porque estaban combatiendo muy fuerte; en fin, ignoro los detalles porque todavía no he hablado con ellos.

La cuestión es que seguí en el cerro, ya tenía los dos heridos y seguíamos resistiendo bien. En ese momento teníamos tres soldados a la retaguardia, tres FAL más conmigo que cambiábamos de posición en unos quince metros de frente por cinco, y el cabo con el visor y los heridos. Era un pequeño lugar que dominábamos bien.

Ya en ese momento en el monte Dos Hermanas había empezado el combate. Sobre todo una ametralladora que desde allí tiraba para nuestro sector que era el monte Harriet; ahí era donde nos encontrábamos combatiendo. En Dos Hermanas estaba otra de nuestras compañías con el oficial de operaciones que era el capitán C.A.L.P. La distancia entre nosotros y ellos en el Dos Hermanas era de unos dos mil metros y vi, como dije, el fuego de esa ametralladora. Después ya vi un fuego generalizado de trazantes para el cielo, para abajo o rebotando y empecé también a escuchar fuego de armas pesadas —morteros y artillería—. El ataque a ellos no fue aparentemente coordinado con el ataque a nosotros.


La cuestión es que continuamos el combate. La piedra mía era tan chica como la altura de una silla, tanto es así que no podía siquiera arrodillarme y estaba totalmente encogido. Como la luna me daba sombra para la izquierda, entonces tuve que empezar a tirar como zurdo. Lo que fue algo nuevo para mí, que soy diestro. Debía evitar que la luna me delatara. Además, estos ingleses desgraciados veían como los dioses porque el fuego era realmente preciso: a esa piedra mía le pegaban por todos lados; aunque a Dios gracias a mí no. Yo veía el fuego en mi cabeza, por mis piernas, era todo fuego. Lo mismo, por supuesto, a mis soldados y por eso hacíamos pausa de fuego.

En momentos les hacíamos cinco disparos y nos metíamos de nuevo en el lugar, o si podíamos cambiábamos de piedras. Pero ya no teníamos el movimiento de poco antes. En ese momento se provocó un tercer herido. Yo no sé dónde le pegaron realmente, sólo escuché quejidos y quedó abajo, digamos, del cabo B., que era el del visor. Para cambiar el cargador tenía que recogerme en la piedra de espaldas al suelo y recogidas las piernas, hacerlo pegándome el cañón del FAL a la frente, para evitar que los disparos me hicieran blanco.

Estaba en esto cuando oí que gritaban: "¡Me tiran! ¡Me tiran1 ¡Mi teniente primero!" y vi a alguien que salía arrastrándose del lado de donde había dejado a los heridos y vi todas las trazantes que le llegaban. Creí que le habían dado todas. Veía la cortina de trazantes y la figura de él en la oscuridad —clarita— porque ya había luna, pero le pasaron por detrás. Se arrastraba rápidamente hacia la izquierda con la cola en el suelo y con una mano se impulsaba, no sé bien cómo lo hacía. Me di cuenta de que era el soldado P. que había sido herido antes en la pierna, y yo había dejado junto al cabo herido y desvanecido. Por el tipo de fuego que escuché y la brevedad, pensé que era un infiltrado el inglés ese y me preocupó el cabo que estaba herido ahí. Que el otro herido era el soldado P. me enteré luego en el "Uganda" que fue cuando él me lo contó, porque yo no sabia —como dije— el nombre ni conocía las caras de antes.

En ese momento fui para atrás de esa gran piedra, que era como una cama. A lo mejor era también un argentino que estaba tirando mal pero lo que no me explicaba era qué había pasado con los tres míos. En ese momento advertí que del lado del subteniente S., el combate ya había cesado, a mi derecha ya no oía más al soldado S. y unos minutos antes el soldado G. me informaba que el puesto de comando ya se había podido mover entre los ingleses a otro lugar.

Después me enteré de que el subteniente S. había desaparecido; supe allá que fue herido en el combate pero no sé si falleció o no; tengo la esperanza todavía de que aparezca, Dios sabe por qué.

La cuestión es que en ese lado ya no se combatía, pero en Dos Hermanas sí se veía el entrecruzamiento de disparos. Yo, como dije, no me imaginaba qué había pasado con mis tres soldados de la retaguardia y me preguntaba qué había ocurrido con esos changos mientras combatía hacia el frente. Después desgraciadamente, incluso a través de los ingleses, comprobé que estaban muertos.

Pero en el momento pensé que era un inglés infiltrado o un argentino equivocado el que estaba tirando. Fui a retaguardia, aparecí en una piedra justo pegada al lado de donde tenía qué estar el cabo herido —que estaba no más— y sentí una ráfaga terrible que venía, pero me tiré para atrás y entonces la piedra la rechazó, pero uno me tomó el brazo izquierdo. Fue un inglés como a quince o veinte metros de mí; estaba en una piedrita agazapado. Tenía entonces un inglés adelante, ingleses a la derecha e ingleses alrededor. Pero vi a uno solo. Me dio en el brazo izquierdo; pude medio recogerme, sentí como el golpe de un palo fuerte y me quedó agarrotada la mano, pero sostenía el FAL. Como a mí me quedaba una granada, la saqué y la armé, dejando la última chaveta —un segurito que se saca con el pulgar— y la metí en el bolsillo derecho. Hice un cambio de posición.

No nos olvidemos de que a mí ya me estaban tirando de la espalda donde no tenía ninguna cubierta y había recibido fuego de adelante. Hice unos cinco metros para ir a una piedra y caí. Quedé junto a un escalón de diez metros que se prolongaba por unos cien. Hasta los ingleses en el cerro y hasta el puesto de comando, se ha ese escalón. Pensé que en ese lugar que había sombra, podía aparecer, listo para localizar al inglés por si se me había movido. Mientras tanto, los míos que habían quedado adelante seguían tirando y les pedí que me apoyaran, que iba a lanzar la granada, y cuando comenzaba a ver al hombre me sorprendió de golpe detrás de la piedra misma ver a cuatro ingleses. Pero no pegados a la piedra, sino que estaban a cinco metros como reunidos o algo así. Estaban, creo, sobre los tres soldados míos, muertos, porque era el sector ese. Al ver a los cuatro, la reacción mía fue tirarles con FAL, pero no llegué a tirarles porque de abajo de ese escalón de diez metros que se iba después hacia el valle suavemente, vi ya tarde, la figura del tipo este: medio cuerpo le vi, y del estómago salió toda una estufa de cuarzo que se me vino encima. Digo estufa de cuarzo porque fue toda una cosa roja que se me vino encima. Cuando lo advertí —algo me lo advirtió— y miré, vi que se me venía un mundo de rojo encima, que eran todas las trazantes que me tiraban. Ya fue todo en cámara lenta.

Ahí sí caí justo antes del precipicio y quedé colgadito. Digo precipicio pero era el escalón de diez metros y lo que yo recuerdo es todo en cámara lenta. Fue un segundo fatal —digamos— porque me di cuenta de que me habían dado porque estaba sin casco, con el fusil, y caí sobre las rodillas y los codos y pensé que tenía que evitar que me remataran. Corrí —no sé bien cómo— hacia el frente donde estaba el del visor y caí. Llegó el momento en que no daba más y caí y quedé entre dos piedras —a Dios gracias— bastante bien colocadas. Me quise mover y no "iba" más. Entonces le dije al cabo B. que saliera por donde pudiera con los dos soldados que eran los únicos que quedaban sanos, que trataran de salir y combatir, y de salvarse. El cabo dijo que no, que no me iba a dejar y le dije que era una orden y que saliera, que yo ya estaba bien. Me iluminó el cabo y ahí me di cuenta de que estaba realmente tocado por todos lados. Este cabo empezó a gritarles a los dos soldados que me ayudaran, que me pusieran una manta y algo en la cabeza y él lloraba y me decía que no me iba a dejar y yo le decía: "Dejame, dejame que estoy con Dios; dejame rezar

Yo tenía una paz muy especial, me iba muy adentro y tenía un calor muy especial. Le hablaba como si Dios estuviese para mí solo y le agradecía todo. Yo siempre le había pedido a través de todas esas noches dignidad para cualquier cosa. Lo único que quería era dignidad para vivir y creo que me la dio y no lo digo para afuera sino que lo digo sinceramente.

Y fue así, me fui yendo lentamente, me sentía desangrar. Sentía el olor de la carne, realmente un "bifacho" tenía encima, las trazantes queman, y me iba, me iba... empecé a sentir una especie de silencio mayor. Evidentemente me estaba desvaneciendo. El cabo B. lloraba:

"¡Usted no se va a morir! ¡Usted no se va a morir, mi teniente primero! ¡Yo lo voy a cuidar! ¡Yo lo voy a sacar!", me decía el cabo.

Algo decía, que quería hacer una camilla. Pero estaba en el medio de los tiros y además ya los ingleses nos empezaban a tirar a ese lugar, que era un sector como de un pasillito del tamaño de una cama. Los ingleses nos tiraban descartables —morteros—, uno pegó y nos dejó sordos. A mí por lo menos durante tres días, hasta llegar al "Uganda" estaba todavía medio tonto. Porque pegó muy cerca, a dos metros. Después al llegar acá, al hospital, me enteré de que me cayeron esquirlas y se me metieron en las rodillas.

En el lugar en que uno está herido ve la sangre, siente, y uno se da cuenta ‘de que le empieza a entrar un frío: empieza a transpirar, transpira. Le repetí que me dejara, que estaba muy sereno, que no sentía gran dolor pero que me dejara, que estaba en paz. Y cl’ cabo no salía. Entonces le dije que bueno, que íbamos a jugarnos, si Dios lo quería, que se rindiera, que hiciera lo imposible. Pero el cabo no quería rendirse, quería sacarme a mí y lloraba. Lloraba a los pies justamente y me decía que no me iba a morir, que me iba a cuidar.

Ahora que lo pienso era dramático ese momento. Y el tipo me puso mantas y me acuerdo que le pedí agua y me dio whisky, me llenó la boca de whisky y me daba whisky...

Y adiós, telón, muy cerca ‘de Dios, lo juro por Él. Era un Ser que estaba muy pegado a mí, era el único Ser al que estaba confiado totalmente. Yo ya estaba desde hacía mucho tiempo despedido mentalmente de mi familia, creo que todos teníamos esa preparación espiritual. Eso lo hablamos con los capellanes. Creíamos todos hacer una gesta realmente gloriosa y en la cual no íbamos a fallar.

Después me enteré —con orgullo— de otros detalles de la acción de mi regimiento. El jefe se había ido hacia la primera línea, la compañía "B" del teniente primero C.A.A., con lo que quedaba del puesto de comando, para seguir dirigiendo las acciones.

Sé que a la madrugada vino un oficial inglés al cual me rendí y pedí que cuidara al cabo y a los soldados que me quedaban.

La idea nuestra fue siempre llegar a combatir de día porque ahí éramos más parejos, digamos; pero no pudimos llegar al día, por lo menos en mi caso.

La cuestión es que apareció luego el oficial inglés. Antes, en la oscuridad, apareció un comando inglés y se empezó a tirar también artillería- sobre nuestra zona.

Luego de una serie de vuelos en helicóptero, aparecí en el "Uganda". Allí, por primera vez hablé y tomé conciencia de todo lo que había pasado, o sea, volví realmente en mí.

Al primero que encontré fue a un subteniente M., que me saludó. El estaba recién operado y es de los recién egresados del Colegio Militar, los que fueron egresados antes de tiempo. Una bravura tremenda los pibes estos realmente tenían todas las "chinches" en la cabeza. Hubo uno que hubo que doparlo porque habían pasado dos días y seguía la guerra para él.

También un soldado que estaba en la camilla de abajo, me preguntó si era el teniente primero J.A.E.

En el "Uganda" me dijeron también que había un señor de la Cruz Roja, un señor muy bien puesto, suizo después me enteré, que quería hablar conmigo. Le dije que por favor no, por los dolores que tenía. No sé cuánto tiempo habré estado ahí, como en un pasillo; después me pusieron en una fila de camillas y pasé a una sala.

A mí ya me habían operado tres veces los ingleses. Ahí en la sala, antes de que me asignaran una cama, encontré al borde de la camilla a un argentino que me dijo que era el soldado P., si no me acordaba de él. Me explicó, y era el que estaba herido, el que me avisó gritando que le tiraban.

Hablamos de las cosas que les gritábamos a los ingleses, de los insultos, y me contó que a él lo habían retirado de la zona, que habían llevado a todos los heridos y los muertos. Me contó todo lo que me hicieron y no me hicieron, porque iba adelante de mí en la camilla. Así supe qué me habían hecho en San Carlos y todo eso. Como él estaba sólo herido en la pierna, estaba bien consciente. Por él sé el resto de la historia.

Después, a través de prisioneros y relatos de toda la gente que encontré en el "Uganda" y en los hospitales, fui enterándome de todo. Estos soldaditos que estuvieron conmigo son de los que tienen los pies helados y el corazón caliente. gente del norte, muy sufrida, muy respetuosos. Gente muy adaptada, y sobre todo, corajuda. Para cualquier cosa había voluntarios, no había problemas; hasta ir a buscar la comida entre la artillería era toda una proeza, y siempre había voluntarios. -

Ahí me encontré en total con diecinueve argentinos: cuatro oficiales, cinco suboficiales y diez soldados. Me enteré de muchas cosas que sucedieron en otros sectores de mi unidad, que desconocía. También en el "Uganda" tuvimos un cura católico, inglés, que era un santo. Nos alentaba, nos venía a confesar uno por uno, nos hablaba, nos higienizaba. Hablaba un castellano medio "indígena" y nosotros lo cargábamos.

Estuve antes de esto en distintas salas donde vi mucha gente de ellos, mucha gente en estado grave; evidentemente ellos tuvieron muchas bajas. Los FAL nuestros eran de un calibre muy superior, que provocaban daños mucho más graves que las armas que usaron ellos.

No obstante, charlábamos con los ingleses, venían los enfermeros, nos hacían bromas, les hacíamos bromas a ellos; pero siempre inmóviles a merced de la medicina.

Me enteré también en el "Uganda" que el soldado S. había recibido justo el último descartable cuando ya estaba a tres metros de la 12,7, porque se había quedado sin munición. A la ametralladora 12,7 la destrozaron. Él, combatiendo, cortó camino entre las filas inglesas y llegó a Puerto Argentino.

También me enteré de los nombres de alguna gente que estuvo conmigo esa noche en el Harriet, cuyos rostros —salvo de dos— no reconozco. Por los apellidos trato ahora de localizarlos. El cabo B. y los dos soldados fueron tomados prisioneros y entregados sanos, y el soldado G. también está sano.

La compañía "B", que yo había supuesto que había podido cambiar de posición ya que se veía un gran volumen de fuego en su zona, había podido combatir a medida que se acercaba a Puerto Argentino hasta desprenderse de los ingleses y llegar al pueblo con una importante fracción de tropa.

El capitán C.A.L.P. junto con parte de una compañía también pudo combatir y replegarse desde el Dos Hermanas hasta unos cuatro kilómetros atrás. Ahí nuevamente dio frente junto con el Escuadrón de Exploración de Caballería -creo que X— del capitán R.A.Z., y aguantaron el ataque hasta, creo, el mismo día de la rendición.


RELATO EXTRAIDO DEL LIBRO "ASI LUCHARON"- (Carlos Turolo).


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La Sección Marinería en Camber

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 La calle del embarcadero público y, al otro lado de la bahía interior, la península Camber

A continuación se presenta un informe sobre la actuación del personal del Apostadero Naval Malvinas que defendió la península Camber, basado en lo publicado en la Separata Nº 10 de la revista Desembarco y en otras fuentes complementarias.

Introducción
La península Camber ocupaba un sector importante en la estructura defensiva de Puerto Argentino, pues dicha lengua de tierra cubría todo el frente norte de la localidad, desde la punta Armada hasta la zona del arroyo Moody, estando separada de la península del Aeropuerto por un estrecho; como puede verse en el plano ilustrativo incluido en la sección Geografía de este sitio.

Desde sus alturas se podía observar, como en un gran anfiteatro, prácticamente toda la capital y las retaguardias de las posiciones defensivas argentinas, desde el cerro Sapper hasta Tumbledown, incluyendo además el valle del Moody. Su caída en poder del enemigo habría complicado enormemente la defensa de la localidad o la hubiera imposibilitado. Por esa razón el Comando de la Agrupación Ejército Argentino por intermedio de la Agrupación Naval Malvinas envió efectivos a vigilar la zona desde los primeros días de la reconquista; inicialmente sólo las instalaciones logísticas que había desarrollado la Armada Británica y luego gradualmente se ocupó toda la extensión de la península.

El sector que nos importa, desde el punto de vista de este relato bélico, totalizaba unos 3.200 metros de frente, extiendiéndose desde el extremo este de la península (Punta Armada) hasta la parte oeste del cerro Cortley, que con sus 48 metros de altura dominaba las posiciones de Camber.

Esta franja se caracteriza por una loma central que la ocupa a todo su largo. Próximo a la cresta aparecen las características afloraciones rocosas de las Malvinas, muchas de ellas altas y cortadas a pique. Desde el punto de vista militar, su cresta topográfica compartimenta el terreno en un sector sur de cara a Puerto Argentino y uno norte. A su vez el eje de la loma tiene distintas ondulaciones que también compartimentan el terreno de este a oeste; esta última subdivisión del terreno, permitió luego organizar la defensa por posiciones ubicadas en ellas, las que recibieron los nombres de Loma 1 a Loma 6.

Por otra parte, al norte de Camber se extiende el tramo final de la caleta Serpiente, mientras que los montes Beagle y Bajo a 7 km de distancia, con sus 270 metros de altura dominan por las vistas hasta la cresta topográfica de la península. Más aún, a 3 km al norte, existen dos alturas de 70 metros desde las que se podía observar el arco defensivo propio.

Existen constancias que la zona de Camber fue guarnecida por el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. La Armada Británica había desarrollado facilidades logísticas en la península. Cuenta con una dársena de 130 metros por 70 metros. El muelle de la dársena es de piedra, excepto el sector norte donde gran parte del mismo es de madera. En el lado oeste (espigón) hay un pequeño muelle de combustible de hormigón de 60 metros de longitud. También hay dos tanques importantes de combustibles de 2.150.000 metros cúbicos cada uno, una casa principal, un galpón, un establo y otros locales. En su costa sur corre un camino que nace en Puerto Argentino.

El ARA Isla de los Estados en el muelle de la península Camber, frente a P. Argentino
Fuente: Jorge Muñoz

A partir del 5 de abril de 1982, en que se destaca un grupo de tiradores al muelle de Camber, comienza la preparación de la defensa de la península, que se completa el 30 de mayo con el refuerzo de la posición con la Sección de Marinería proveniente del Apostadero Naval.

La Sección de Marinería
Este caso poco usual nos muestra que el personal de la Armada, pese a las distintas formaciones técnicas, en su fondo mantiene un alto espíritu militar que redunda en beneficio del servicio. Efectivamente, los hombres de esta sección se incorporaron por pequeñas fracciones a cada "loma" y al poco tiempo se adaptaron sin inconvenientes al proceder de cada posición.

Aún hoy estos marinos se siguen reuniendo y guardan un emocionado recuerdo de su aventura como infantes de marina. El mismo teniente Gazzolo en su diario va reflejando día a día los progresos de estos infantes en formación.

El conscripto clase 62 Gabriel Asenjo del Apostadero Naval que integró la Sección de Marinería, formó parte de los defensores de Loma 4; específicamente su grupo debía proteger los tanques de combustible, nos dice:

    "Estabamos armados con fusil; nuestro grupo se ubicó al sur de la loma, mirando hacia los 2 tanques de combustible. Durante el día dejamos una guardia y vivíamos en un refugio construido por los ingleses posiblemente durante la Segunda Guerra Mundial; su construcción circular de pirca contaba con un hogar a turba, su altura era de 1,50 metros, el techo de madera y chapa, fue cubierto con tepes de turba.

    Durante los ataques y de noche hacíamos guardias en pozos de zorro con techo de chapa que miraban hacia los tanques, alojábamos 2 ó 3 hombres, estaban ubicados a unos 20 metros del refugio y a 20 metros entre ellos. Nuestro grupo se mantuvo muy unido y tratábamos de aprender a combatir como infantería de los infantes cercanos. Recuerdo que el teniente Imboden nos daba e inspiraba confianza, su trato amable, siempre sonriente, pero firme nos tranquilizaba incluso en el último día de combate cuando esperábamos el asalto inglés. Nuestro grupo lo constituía el suboficial Aguirre, cabo Arnao, cabo Iñiguez y los conscriptos Corletto, Luna, Giri, Soler y yo".


A continuación se agrega la relación de la Sección de Marinería:

GRADO

NOMBRE Y APELLIDO

PUESTO DE COMBATE




TFTE

Hugo Alberto PERATTA

Jefe Sec.

TCCB

Alfredo Osvaldo CIDALE

2 Jefe Sec.

SPCA

Norberto Alejo GIORDANO

Enc. Sec.

SSCN

Hipólito AGUIRRE

J. Gpo.

SSMQ

Ángel Argentino LEGUIZAMÓN

J. Gpo.

CPPE

Manuel Aldo GAUNA

J. Gpo.

CIEL

Adolfo IÑIGUEZ

Fusilero

CSMA

Ramón Osvaldo RALLO

Fusilero

CSIM

Orlando Américo GEREZ

J. Gpo.

CSLA

Raúl Humberto ARNAO

Fusilero

CC62

Claudio Héctor GUIDA

Fusilero

CC62

Juán José ARIAS

Fusilero

CC62

Ricardo Hugo SOLER

Fusilero

CC62

Rubén Enrique BOGADO

Fusilero

CC62

Ramón REYNOSO

Fusilero

CC62

Antonio Eduardo NIEVA

Fusilero

CC62

Héctor Daniel LENA

Fusilero

CC62

Osvaldo Rubén CORLETTO

Fusilero

CC62

Eduardo Sergio MUNITZ

Fusilero

CC62

Osvaldo Rubén VENTURINI

Fusilero

CC62

Gustavo Roberto TETTI

Fusilero

CC62

Horacio Antonio PALOMIMO

Fusilero

CC62

Julio Alberto CASAS PARERA

Fusilero

CC62

Adrián Tomás CAMPANA

Fusilero

CC62

Roque Alberto GÓMEZ

Fusilero

CC62

Oscar Alberto LUNA

Fusilero

CC62

Gabriel Luis ASENJO

Fusilero

CC62

Alejandro Mauricio EGUDISMAN

Fusilero

CC62

Ricardo Luis GIRI

Fusilero

CC62

Osvaldo Alberto ARGUIMBAU

Fusilero


Combates finales
Consolidado el despliegue en Camber, la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final.

En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe, el mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.

Combates finales
Consolidado el despliegue en Camber, la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final.

En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe, el mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1.

La costa norte de la península Camber, y tras el brazo de agua, la península de Freycinet
Fuente: Claudio Guida

El fuego se intensificó aún más a partir de las 22:00. Este cuadro de situación se percibía con toda nítidez desde Camber. Se veían los efectos del fuego sobre Tumbledown, Wireless Ridge, en la profundidad del dispositivo propio y el fuego de contrabatería. Los proyectiles iluminantes, las explosiones y las trazadoras de ametralladoras permitían "seguir" el combate de las primeras líneas en contacto. A las 22:30 Loma 6 comienza a recibir fuego de 2 ametralladoras desde la orilla opuesta del río Murrell. Las ráfagas iniciales dieron muy por debajo de la altura; en los tiros sucesivos fueron mejorando en dirección pero nunca en alcance.

Dice el CCIM Imboden:

    "Dado que el alcance de los fusiles no permitía repeler el fuego, ordené a los apuntadores de ametralladoras que se tomen su tiempo para ubicar las armas enemigas y batir en forma más certera posible la zona. Al poco rato de iniciado el ataque el teniente Gazzolo comunica informando que en su sector estaban tratando de repeler un desembarco inglés que se venía realizando con botes de goma.

    Las 4 MAG y la 12,7 apuntaron en dirección al ataque enemigo; las MAG seguirían las trazantes de la 12,7 pues estas armas no tenían municiones trazadoras. Las ametralladoras enemigas operaban descoordinadamente, sus ráfagas eran cortas pero continuas. Se decidió que la 12,7 y 2 MAG abrirían fuego sobre la ametralladora que resultaba mas eficaz y las dos MAG restantes sobre el arma que batía al oeste.

    A orden se abrió el fuego con ráfagas largas haciendo altos para conducirle y ver la respuesta del enemigo. El intercambio de fuego duró mas de media hora. La ametralladora enemiga que batía en el centro de la Loma 6 fue la primera en dejar de tirar; se concentra entonces el fuego de las 5 máquinas sobre la otra que rápidamente dejó de tirar".


Obviamente el ataque sobre la loma del cerro Cortley fue una acción de distracción del ataque principal que se intentaba más al este, según el informe que recibió el teniente Imboden del teniente Gazzolo en Loma 1.

El combate comenzó cuando los Ojos 1 y 2, puestos adelantados de los puntos fortificados en Loma 1 y 2 respectivamente, ven aproximarse a 3 botes de los cuales desembarcaron 1 hombre por bote los que permanecieron agazapados. Esta novedad fue informada al PC en Loma 1 donde el mayor Monge y el teniente Gazzolo, ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las lomas y de los cañones HS de la batería Aa. Los botes distaban 300/400 metros de Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes.

Simultaneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3.

Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma 1 y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones HS del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada.

En esas circunstancias el transporte polar Alte. Irizar ilumina con reflectores sumándose a los proyectiles iluminantes de los morteros de las lomas; esto permite ver el espejo de agua con toda claridad.

Los primeros piques de los morteros de 120 mm caen cortos, en Camber, pero luego corrigen el tiro y baten la costa opuesta desde donde se había lanzado el ataque. Este fuego frustró el desembarco de una segunda ola de 5 botes los que regresaron a su orilla rápidamente.

En la península del Aeropuerto; el TFIM Otero, jefe de la 2da. sec. amet. 12,7 agregada del RI 25 ordenó a la pieza del CIIM Duarte que concurriera a la costa oeste de esa península en apoyo de Camber. Con gran esfuerzo, debido a la oscuridad y al terreno, el cabo logró entrar en posición en la zona de la punta Ingeniero (enfrente de la punta Armada), pero ya el combate había terminado.

Dice el ahora CCIM Imboden:

    "El enfrentamiento total se desarrolló por espacio de una hora y media, con interrupciones. Al ser rechazados los botes y producido el cese de fuego, se verificó si alguien estaba herido, no registrándose ninguna novedad. Inmediatamente se recargaron las bandas de las ametralladoras y se intensificó la observación en todo el frente. Posteriormente me comuniqué con el teniente Gazzolo el cual tampoco tenía bajas y permanecía en máxima alerta. En ese momento tomé conocimiento que concurrirían por mar hacia la posición, efectivos de la ca de comandos 602 desde Puerto Argentino para ejecutar un rastrillaje según lo dispuesto por el Comando de la Agrupación EA".

Al amanecer se podía observar en la costa opuesta dos botes abandonados y otro más este, a la deriva.
EL combate final fue visto así por el teniente Gazzolo:

    "Día 14 : A las 01:30 Loma 6 informa que desde el norte le están abriendo fuego; éste contesta, mientras le ordeno al resto no abrir fuego para no delatar posiciones.

    Mientras más tarde Ojo 1 y Ojo 2 informan ver 3 botes de goma en la orilla. Interrogo a Loma 3 (GUIM Barrios) si los observa, la respuesta es afírmativa. Ordeno a Loma 1, 2, 3 prepararse a abrir fuego cuando Loma 3 marque el blanco con la 12,7 mm. Los botes se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3. Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados.

    Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua. Informo al COIM del ataque sufrido y me informan que una segunda ola de 5 botes fue divisada por radar y que se dirigía hacia nosotros. Esta nunca llegó, dado que se realizó una persecución por el fuego con las piezas de 30 mm y con apoyo de 6 Mor. de 120 mm sobre la costa enemiga. A las 04:30 se nos envía un grupo de 40 comandos de Ejército, sin saber cuál era la misión que iban a cumplir.

    Realizan una protección - por fracciones pequeñas - de cada una de las piezas de 30 mm y de los tanques de combustible. A las 06:00 desde la ciudad les ordenan ocupar una posición de bloqueo en el arroyo Moody. Se reúnen todos en la casa (la Casa de Piedra) y a las 07:00 marchan rumbo a su objetivo. A las 08:30 el fuego de la artillería enemiga los viene corriendo desde la posición que ocuparon no más allá de 500 m de la posición del TF Imboden. Con las primeras luces observamos con el mayor Monge y el TF Imboden que delante nuestro no quedó nadie, vale decir al Reg. 7 se lo tregó la tierra.

    En las posiciones del oeste se ve personal que se dirige corriendo hacia la ciudad la mayoría sin armamento. De repente el silencio invade a la isla. Nadie entiende nada dado que ya no se observan más los piques de artillería sobre la ciudad, alrededor del Hospital y sobre la Gobernación se ve gente reunida. Todo lo que se ve son incendios y humo bajo la nieve. Por la radio se nos informa cubrir alerta blanca (cese el fuego). Ya inmediatamente vemos que en frente y en la ciudad la tropa comienza a formar en las calles. Por radio y teléfono preguntamos qué debíamos hacer y se nos responde esperar.

    El TF Imboden a eso de las 11:00 informa que ve avanzar en su dirección a 2 km de distancia cerca de un regimiento inglés y helicópteros de avanzada.

    "Doy parte de ésto y se me dice que irá un buque a buscarnos. Mientras tanto atendemos a algunos heridos que vienen del oeste. A las 13:00 aproximadamente arriba la embarcación. Se procede a quemar y destruir la documentación y material de comunicaciones. (También destruyó armamento pesado y depósitos de munición)".

Las primeras luces de la mañana del 14 de junio permitieron contemplar, desde la privilegiada platea de Camber, el repliegue argentino sobre la localidad. Aproximadamente a las 09:00 el mayor Monge y el teniente Imboden reciben la orden de cese momentáneo del fuego y que debían aprestarse para replegarse sobre la localidad, la sensación de los IMs en la península era que se encontraban solos y que el fin era inminente.

El teniente Imboden desde el cerro Cortley ve avanzar una columna enemiga en dirección a Camber; estaba precedida por helicópteros; posiblemente esa tropa pertenecía al 2 o al 3 PARA; se le ordena no abrir fuego sino es atacado.

A las 13:00 atraca el Forrest y la PNA Islas Malvinas para recoger a la Guarnición y transportarla a Puerto Argentino. Los IMs destruyen todo lo no utilizable; en el PC acumulan en una caja PDEF, granadas y explosivos, los rocían con combustible y prenden fuego a distancia. Las detonaciones se prolongan por un largo rato y las columnas de humo de las lomas despidieron a IMs que con tanta eficiencia y armonía habían operado en la península.

Es vívido el relato del teniente Gazzolo en su Diario:

    "Se nos ordena replegarnos con sólo el fusil y casco. Una vez todos embarcados en el Forrest vemos alejarse el muelle y comentamos con el GUIM Barrios y el CPIM Quiñelax el dolor que sentíamos. La columna de humo del PC se va alejando cada vez mis hasta que tocamos muelle en el ex Apostadero. Creo que es el peor momento de mi vida, la impotencia y el dolor es tal que creo que nunca me resignaré a ello. Mientras desembarcamos y voy reuniendo a la Sec. y les hablo para elevarles la moral observo cómo los kelpers con sonrisas de oreja a oreja se divierten señalando al cuadro desordenado que las tropas conforman en la calle que sale del Apostadero y la Costanera."

Acción de desembarco - Versión Británica
Esta acción fue vista por los británicos de la siguiente forma (La batalla por las Malvinas - Hastings y Jenkins):

"Al tiempo que los Guardias luchaban por Tumbledown, una igualmente dramática serie de acciones se desarrollaba al extremo norte de las líneas británicas. Mientras la Brigada 5 presionaba desde el sur, el 2 de Paracaídistas debía tomar Wireless Ridge como punto inicial desde el cual el 3 de Paracaidista lanzaría la fase siguiente del ataque inglés en la noche del 14 de junio. El SAS propuso distraer la atención del ataque de los infantes de Marina. Hasta ese momento, el cuerpo de Baxter, al mando del Escuadrón de Ataque de los infantes de marina. Hasta ese momento, el Cuerpo de Baxter estaba reducido a un servicio de taxi naval en la bahía de San Carlos. Él estaba ansioso por contribuir de modo más directo a la batalla.

En la noche del 12 de junio, 4 de sus hombres desembarcaron en la isla Kidney, al noroeste de Wireless Ridge. Se mantuvieron ocultos durante el día y en la noche del 13 salieron para cumplir una rápida gira de ataque a las posiciones enemigas en el confín este de Wireless Ridge.

Ya en ruta, se le sumaron 20 hombres del Escuadrón D, SAS que había cumplido el ataque a la isla Borbón, junto con un equipo SBS. El objetivo de la operación consistía en una maniobra diversionista lo mas ruidosa posible para distraer de las actividades del 2 de Paracaidistas en el oeste. La partida estaba apoyada por 60 hombres de los escuadrones D y G que darían cobertura cercana de fuego de mortero, Milan y GPMG desde la orilla norte de la caleta.

Apenas tocaron la playa, se descargó sobre ellos fuego abrurnador de artillería antiaérea. Los vehículos (debe referirse a los botes) del Escuadrón de Ataque fueron alcanzados y dañados, y la partida debió batirse en retirada hasta lugar seguro. Un barco hospital argentino encendió inmediatamente sus faros rastreadores e iluminó el área. Antes de que la partida pudiera ponerse a cubierto, dos SAS y un SBS fueron heridos.

Fue una operación aparatosa, que a muchos oficiales pareció más propia de la piratería que de las artes militares, y que estuvo de resultar un desastre. Pero es muy posible que haya contribuido a la convicción de los argentinos de que se encontraban atacados por tres frentes".

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La epopeya de los Hércules

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por Luis Satini

Desde los primeros minutos del desembarco argentino en las islas Malvinas, el 2 de abril de 1982, se incorporó a la trama un personaje que no dejaría la escena sino hasta horas antes del trágico final, el 14 de junio de ese mismo año. Y cumplió su vital papel a pesar de tener que actuar en notoria inferioridad de condiciones. Solitario y sin defensa posible. Desde el primero hasta el último minuto. Esa fue la actuación de los C-130 Hércules dela Fuerza AéreaArgentina en la guerra de Malvinas.

Pocas horas después de que el primer soldado argentino pusiera pie en la costa malvinense, aterrizaba en la reducida cinta asfáltica del aeródromo del todavía llamado Puerto Stanley, el primer Hércules. Iniciaba así una larga, y prácticamente ininterrumpida, cadena de comunicación con el archipié1ago que llegaría a convertirse en un verdadero cordón umbilical para los aislados soldados argentinos.

Durante todo ese mes de abril los “transporteros” de la Fuerza Aérea cubrieron innumerables veces sin mayores problemas, el trayecto entre el continente y Puerto Argentino. Su misión era, fundamentalmente, la específica del escuadrón y se llevó a cabo sin sobresaltos. Pero la situación creada entre la Argentina y el Reino Unido se fue deteriorando rápidamente y las posibilidades de un arreglo pacífico se fueron esfumando lenta pero inexorablemente.

El 25 de abril se llevó a cabo la que sería la primera misión de guerra dela Fuerza Aérea Argentina contra los británicos. Aunque finalmente se vió frustrada por diversos factores adversos, fue una pauta crudamente real de lo que habría de venir pocos días después. 

En esa oportunidad se planificó atacar con los bombarderos MK.62 Canberra algunos buques ingleses que se encontraban en las cercanías de las islas Georgias del Sur. Se escogieron los Canberra, de lenta maniobrabilidad y prácticamente nulo poder autodefensivo, por ser los Únicos con el alcance suficiente -se debían recorrer unos 4.000 km    en total- como para poder operar sobre las Georgias. Tres bombarderos serían acompañados entonces por un Boeing 707, mientras que un KC-130, cuyo tanque de combustible extra para realizar reabastecimientos en vuelo le otorga una autonomía considerable cuando utiliza ese carburante para su propio consumo, se encargaría de la exploración lejana.

Fue precisamente el Hércules el que informó sobre las malas condiciones meteorológicas sobre el blanco y que además los buques a atacar estaban dentro de la bahía Cumberland, lo que prácticamente imposibilitaba la maniobra de los Canberra. Se frustró así esa primera misión, que ya no podría repetirse, porque la guarnición argentina en Grytviken se rindió poco después a la fuerza expedicionaria británica.

Bloqueo burlado
Finalmente llegó el 1 de mayo y con él, el estallido de la guerra, Los Vulcan y Harrier británicos tomaron como blanco principal la pista de Puerto Argentino en tanto que la flota inglesa se cerro sobre las islas. A partir de ese momento la situación se acercaba a un punto crítico para la operación de aviones de transporte.

Es que desde un punto de vista estratégico, el accionar de los Hércules revestía considerable importancia dado que, en primer lugar, los abastecimientos que se podían llevar a las islas no solo eran fundamentales para la supervivencia de los defensores sino que se convirtieron en la única fuente de alimentaci6n ya sea en pertrechos, material sanitario, personal de relevo, correo, y al mismo de tiempo de evacuación de los heridos.

Es decir, un verdadero “cordón umbilical” entre los que estaban en las islas y el continente.
Y tal vez mas que desde el punto de vista material -aunque obviamente sin disminuir en absoluto este aspecto, la actuación de los C-130 tenia mucho que ver con el apoyo psicológico a las tropas en Malvinas, que tenían así una constante prueba de que no se los había olvidado. Pero este mismo factor psicológico podría convertirse en su punto débil, porque para los atacantes británicos cortar los vuelos de los Hércules hubiera sido un hecho impactante al dejar completamente aislados física y moralmente a las tropas argentinas.

Pero no ocurrió así y de ahí que crece en importancia la operación de estos pesados pero nobles aparatos de transporte.
Para que esos vuelos pudieran llevarse a cabo felizmente debían concurrir los esfuerzos combinados de mucha gente, además de las propias tripulaciones. Resultaba imprescindible, en primer lugar, el esfuerzo de todos los servicios técnicos para apoyar la operatividad de los aviones, pero también era necesario el de los encargados del transporte en sí, quienes debían preparar los bultos convenientemente y a tiempo para su traslado, del personal médico que iba a bordo para atender lo relativo a las evacuaciones, de los servicios de comunicaciones y de los trabajos de inteligencia desarrollados en las islas para discurrir la manera mas segura para que los Hércules pudieran entrar y salir dentro de parámetros de riesgo aceptables.

Desde el punto de vista de las tripulaciones, todos y cada uno de ellos debieron recurrir a sus mejores conocimientos en lo que se refiere a volar un Hércules, que indudablemente es un avión de grandes cualidades pero que en las circunstancias se impuso llevarlo, y aún en ciertos casos traspasar el límite mismo de su capacidad.

En general, el avión partía muy pesado de Comodoro Rivadavia, con mucho combustible a bordo para poder cumplir el trayecto de ida y vuelta sin contratiempos, dado que la ruta, que normalmente requería unas dos horas del continente alas islas (gracias al empuje del viento a favor) y unas dos horas veinte el retorno, podía extenderse a veces a tres o cuatro horas para ir y otras tantas para volver.

La mayoría de los vuelos eran nocturnos, por lo que al llegar a la pista, que tenia un hueco producido por una bomba a unos 700 u800 metrosde la cabecera habitualmente en uso, la denominada 2-6, se encontraban con el inconveniente suplementario de que el balizamiento eléctrico había quedado fuera de servicio y, por otra parte, tampoco se podía contar con un balizamiento a “bochones” completo ,porque eso le daría al enemigo un indicio seguro de que había una operación aérea en el lugar. De manera que normalmente aterrizaban con esas limitaciones de pista, que quedaba reducida a un ancho aproximado de unos 20 metros, tal vez menos, y con una sola línea de balizamiento por bochones, que a su vez tampoco era una línea completa sino que a lo largo de toda la cinta asfáltica había seis o siete. La única compensación para los pilotos era el haber operado asiduamente antes de que se estableciera el cerco británico, de manera que conocían muy bien la pista y los puntos de entrada.

Otra ayuda con la que contaban era un emisor de láser óptico con que se le apuntaba al avión desde el extremo de la pista para indicarle la dirección pero ocurría que no siempre se lo podía usar, principalmente por causa de la mala visibilidad y por otra parte el piloto no siempre lo veía bien. Es que como se trataba de una emisión muy puntual, si no estaba exactamente apuntado se dificultaba su ubicación.

Para los pilotos, el hecho de volar muy bajo, sin referencias visuales exteriores, basándose únicamente en las indicaciones del instrumental y de las comunicaciones, sin poder apelar al piloto automático, precisamente por la escasa altitud de vuelo, convertía la tarea en algo agotador, a lo que había que sumar la gran tensión por la situaci6n bélica que se vivía.

Una misión tipo de los C- 130 se iniciaba a eso de las siete de la tarde y podía terminar de regreso en el continente a las dos o tres de la madrugada.

Salir, recurrir constantemente a los instrumentos, intentar ver el suelo, luego buscar la pista una pista corta mal iluminada y demás inconvenientes, no era del todo cómodo. “En realidad, no era cómodo en absoluto”, recuerda ahora uno de aquellos pilotos.

Al mismo tiempo, la vulnerabilidad inherente al avión de transporte hacía que todo finalmente dependiera de la situación táctica sobre Malvinas, porque si el radar de Puerto Argentino detectaba algún buque enemigo en una posición tal que representaba una amenaza cierta para el Hércules, se le ordenaba regresar y Cancelar la misión, algo que ocurrió una veintena de oportunidades a lo largo de todo el conflicto.

Cuando finalmente el avión aterrizaba en Malvinas, ni siquiera detenía los motores. Simplemente se dirigía al fondo de la pista y ahí giraba. La carga se bajaba como se podía, cuanto más rápido mejor, por lo que se iban dejando en el suelo de cualquier manera y enseguida se comenzaba a subir las camillas y el personal a evacuar. Ya acomodados, aceleraban los motores y una vez más en el aire. “Cuanto menos tiempo en tierra, mejor”, era la frase más utilizada en ese momento. Así que entre descargar y subir a los evacuados se demoraban unos veinte minutos.

Por supuesto, como la descarga de bultos se realizaba a medida que el avión se movía, la pista se iba “acortando” para el despegue, por lo que al final terminaban decolando en 750 u800 metros. Y otra vez la tensión de volar pegado al agua, que se mantenía hasta haberse alejado por lo menos unos150 kilómetrosde las islas.

En muchos casos, cuando estaban en el aeródromo las tripulaciones de C-130 debieron sufrir una “alarma roja”, es decir, el aviso de un ataque inminente y en esos casos el procedimiento era cortar los motores y buscar una cubierta hasta que pasara el peligro.

A pesar de los periódicos relevos, el desgaste para los tripulantes fue realmente enorme. En general cumplían cinco o seis días en Comodoro Rivadavia haciendo vuelos a Malvinas y luego tenían un descanso de dos días.

En realidad, viajaban a Buenos Aires en descanso una tarde, se quedaban ahí esa noche, todo el otro día y a la mañana siguiente regresaban al teatro de operaciones.

Por otra parte, paralelamente se cumplían dentro del país una serie de vuelos, aunque no estuvieran directamente involucrados con el frente de combate, especialmente con cargas para el Ejército, a las distintas guarniciones en Comodoro Rivadavia o Río Gallegos.

Harrier contra Hércules
Aunque entre el 1 de mayo y el 14 de junio los C-130 realizaron unos sesenta vuelos sobre Malvinas, algunos de los cuales eran misiones de exploración para ubicar buques enemigos, sólo se registraron tres casos de ataques directos a los Hércules y de ellos un único caso con consecuencias fatales para el avión y sus tripulantes. 

La explicación a esa suerte de “pasividad” por parte británica sólo puede ser materia de especulación, ante la falta de datos confiables. Entre los pilotos argentinos es creencia generalizada que en primer lugar los ingleses no creían realmente que los Hércules viajaban continuamente a las islas y que los partes argentinos que informaban acerca de esos vuelos eran simple producto de la llamada “propaganda de guerra”.

Por otra parte sabían, y en este punto sí estaban en lo cierto, que la pista de la capital isleña no tenía balizamiento y que la torre de vuelo había sido destruida por los bombardeos. No hay que olvidar tampoco que para los británicos el aeródromo había sido alcanzado por varios impactos de bombas, cuando en realidad no eran más que cráteres simulados preparados por el personal de construcciones de la base aérea militar Malvinas. El hecho concreto es que los Hércules pasaron. 

El primer caso de un C- 130 interceptado ocurrió el 20 de mayo, cuando dos aviones burlaron, una vez más, el bloqueo británico y se aprestaban a aterrizar en Malvinas. Sólo pudo tomar tierra el primero, ya que un fuerte viento cruzado obligó al restante a emprender el regreso.

Justamente en la maniobra de retorno fue detectado por los radares de la fuerza de tareas inglesa, que inmediatamente despachó dos PAC (patrulla aérea de combate) de Harrier en su persecución. El Hércules apeló a su única defensa: volar al ras de las olas y dirigirse directo al continente. Como la baja altitud dificulta la detección por radar, el comandante del Hércules perseguido decidió hacer un giro de 90 grados para poner rumbo norte, con la secreta esperanza de que los Harrier no se percataran de la maniobra y lo perdieran. Así sucedió y los cazas ingleses siguieron de largo. Finalmente, el avión argentino volvió a cambiar de rumbo para poner proa a casa definitivamente, donde aterrizó sin mayor novedad.

La siguiente acción que involucraría a un Hércules, el 1 de junio, se convertiría en la única baja en acción del escuadr6n.

Ese día el Hércules matrícula TC-63 se encontraba realizando tareas de exploración y reconocimiento, una misión de evidente riesgo que motivó a los pilotos a que apodaran esos vuelos como “el loco”. Poco antes del mediodía los equipos de a bordo del aparato argentino indicaron que estaba siendo “iluminado” por un radar enemigo, por lo que inmediatamente inició las maniobras de evasión previstas. Pero la diferencia de perfomances entre los Harrier y el Hércules convirtieron el hecho en un simple juego del gato contra el ratón.

Los dos primeros misiles Sidewinder disparados por los ingleses erraron el voluminoso blanco, pero el tercero hizo impacto en su ala derecha, justo entre los motores. Su suerte estaba sellada. Los ingleses remataron la labor con disparos de sus ametralladoras de 30.mm y el indefenso cuatrimotor cayó despedazado al mar.

Sus tripulantes, vicecomodoro Hugo Meisner, capitanes Rubén Martel y Carlos Krause, suboficial principal Julio Lastra, suboficial ayudante Manuel Albelos y los cabos principales Miguel Cardone y Carlos Cantezano desaparecieron para siempre.

El tercer y último episodio tuvo lugar seis días después, es decir, el 7 de junio. Poco después de las 20.30hs. dos Hércules se aproximaban, en riguroso silencio radial como era norma, a las islas cuando fueron detectados por un destructor que patrullaba al norte de la isla Soledad.

Según recordaron después los propios tripulantes del avión, alcanzaron a ver en el horizonte el resplandor del disparo y eso fue suficiente como para que dieran la alarma de ¡misil en el aire! .El pesado Hércules una vez más puso a prueba su resistencia estructural con un viraje muy cerrado y los motores exigidos a fondo. 

El misil, al parecer, por informes posteriores, un Sea Dart, pasó por un costado y se perdió en la oscuridad de la noche.

Los últimos vuelos
A pesar de que, en el medida que avanzaba el mes de junio, se tornaba más precaria la situación de los defensores argentinos de las islas, los C-130 operaron hasta el último día. Fue así que el 13 de junio -prácticamente a horas de la rendición final– por la mañana aterrizó un Hércules que transportaba munición de 155mm para los cañones argentinos y ya al caer la noche, poco antes de las 20hs, otro C-130 llevó a Puerto Argentino un cañón de 155mm, que fue descargado literalmente a la vista de las tropas británicas que ya dominaban la situación. Este mismo aparato despegó sin inconvenientes y aterrizó en el continente poco después de la medianoche de ese día.

También el 13 de junio los KC-130 cumplieron las misiones finales de reabastecimiento en vuelo para los cazas Skyhawk que operaban por última vez sobre el disputado archipiélago.

En el historial del escuadrón  C-130 quedaban registrados,  entre el 1 de mayo y el 14 de Junio, un total de 60 vuelos, de los cuales seis fueron de exploración, dos efectuaron lanzamiento de carga sobre bases argentinas en las islas, 31 lograron aterrizar en el aeródromo de Puerto Argentino y otros 21 debieron regresar por distintas razones.


En esos vuelos se trasladaron 514 pasajeros y se evacuaron 264 heridos. La carga total transportada fue de 434.396 kg, discriminados en 267.423 kg para el Ejército, 133.973 para la Fuerza Aérea y 33.000 kg para la Armada. Los vuelos de lanzamiento solamente sumaron 17.500 kg, mientras que los KC-130 reabastecieron en vuelo a 279 aviones, incluidos los Super Etendard dela Aviación Naval. Durante esos 74 días de hostilidades, los Hércules y sus tripulantes estuvieron en vuelo 427 horas con 25 minutos.

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El combate final alrededor de Puerto Argentino – (por el capitán Carlos H. Robacio)

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"Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente. 

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia. 

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final. 

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada. 

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla. 

Wireless Ridge

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado. 

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes. 

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Obra” me pedía, "Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa". 

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna. 

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.


Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante. 

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines. 

Tumbledown

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses. 

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge. 

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley. 

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nácar” del BIM5. 

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica. 

Se armó y realizó un contra choque con efectivos del BIM5 y de la Compañía B del RI-6, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado. 

En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa. 

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros. 

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente. 

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,….. 

"poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios" 

Mientras tanto, en el Pony’s Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,….. 

“mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión". 

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Obra” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas. 

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo. 

Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo. 

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina. 

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando. 

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento. 

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown. 

A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme "pues ya la Guarnición se había rendido". Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos. 

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse. 

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse. 

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: " Señor Comandante, estamos listos para el repliegue" y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill. 

El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final. 

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas. 

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado. Este fue el fin de los combates. 

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo. 

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino

13 de Junio de 1982:
16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony’s Pass y rechazada con fuegos de artillería propia. 

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony’s Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino. 

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.
23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony’s Pass. 

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ. 

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material. 

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.
La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.
Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA 

14 de Junio de 1982:
00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada. 

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.
Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA. 

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5. 

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate.
Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina. 

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica. 

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill.
Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores.
En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.
Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ. 

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha. 

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad. 

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca – 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un heli-desembarco británico (seis helicópteros) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.
En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO. 

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL "NO PIC NIC", como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA."

www.salamalvinas.com.ar

Documentos oficiales argentinos confirman que Videla y Fidel Castro se apoyaron mutuamente

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por Juan Ignacio Irigaray

Ya se conocía que la ultraderechista dictadura argentina (1976-1983) y el régimen socialista cubano se llevaron de maravilla. Pero ahora por primera vez han salido a la luz los documentos oficiales y secretos que certifican ese 'romance'.

La web Desclasificación del ministerio argentino de Exteriores ha publicado 70 oficios de la embajada en La Habana que prueban el apoyo recíproco entre dos regímenes en teoría opuestos en lo ideológico.

La mayoría están firmados por el embajador argentino Raúl Medina Muñoz. Y se refieren, por ejemplo, al apoyo de Jorge Videla a Fidel Castro en la ONU para que Cuba ingrese al Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A cambio, La Habana apoyó a Argentina para que fuese reelegida en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC).

Pese a que Cuba impulsó la guerrilla en Argentina desde los años 60, con el 'Che' Guevara entre otros, nunca alzó su voz contra la guerra sucia con que la dictadura de Videla secuestró e hizo desaparecer a esos guerrilleros, arrojándolos vivos al mar en los denominados 'vuelos de la muerte'.

Los representantes de Castro en el Comité de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, jamás votaron las resoluciones de denuncia a la dictadura de Videla. Y los argentinos devolvieron la gentileza absteniéndose de votar contra Cuba.

Incluso Fidel Castro ofreció a los militares argentinos material bélico y tropas para sumarse a la delirante Guerra de las Malvinas que Argentina perdió contra Gran Bretaña por la posesión del archipiélago austral. Gadafi sí entregó armas.

La 'realpolitik' de Cuba se explica en actuaba en Latinoamérica como satélite de la URSS. Y seguía en las relaciones diplomáticas a los soviéticos, que se entendían con Buenos Aires y eran el primer comprador de cereales.

Desde 2003 los Kirchner mantienen relaciones cordiales con Cuba. La presidente Cristina Fernández visitó La Habana en 2009 y pidió ser recibida por Castro. "Lo considero una distinción a todo el pueblo argentino. Él ama profundamente a la Argentina y a los argentinos", declaró entonces.

Para el ministro argentino de Exteriores, Héctor Timerman, el régimen del país caribeño debía incluirse entre "los países dictatoriales" e incluso definió como "presos políticos" a los disidentes apresados. Esa al menor era su opinión hasta 2010, cuando aún no era funcionario y trabajaba de periodista.


www.elmundo.es

Submarinos en la Guerra de las Malvinas 82

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ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra.
Detrás, se aprecia el portaaviones ARA 25 de Mayo

Conforme iban avanzando las horas de aquella jornada del 2 de abril de 1982, el mundo fue testigo de la evolución de las consecuencias de una tensión diplomática que se venía arrastrando en las ultimas jornadas y que acabaría enfrenando en una guerra no declarada al Reino Unido y a la República Argentina.


En los días posteriores y meses después de finalizado el conflicto fueron saliendo a la luz detalles de las horas previas y posteriores a la madrugada de aquel 2 de abril, en que, en la denominada Operación ROSARIO, la Armada argentina y su Infantería de Marina llevarían a término una incursión anfibia sobre la península de Camber, desde Puerto Enriqueta y Puerto Groussac, con la intención de tomar, entre otros objetivos militares, el aeropuerto de la capital y la casa del gobernador. Una vez alcanzados y en las horas posteriores, comenzarían el repliegue ordenado para volver a embarcar, ocupando su lugar las unidades del Ejército que comenzaban a llegar por vía aérea formando parte de otro dispositivo.


La primera participación oficial de un submarino en aquella guerra no declarada fue para facilitar el desembarco de la fuerza principal. Desde el submarino Santa Fe, una agrupación de 10 buzos tácticos, al mando de su jefe, el capitán de corbeta Alfredo Cufré, tenía orden de ser infiltrada en las inmediaciones de Cape Pembroke, playa yorke Oeste, con la intención de balizar los puntos de llegada del resto de la Fuerza. 


Un cambio a última hora sobre el objetivo y una serie de problemas surgidos en el viejo submarino estuvieron a punto de poner en peligro la vida de todos los hombres aquella madrugada. Los británicos, a final de mes, también tendrían su equivalente con un submarino en la Operación PARAQUET, en la que el reconocimiento de la costa y la utilización de tropas especiales fueron determinantes para rendir la guarnición de las Georgias.

Si aquella maniobra del 2 de abril sorprendió a muchos, a unos cuantos no. En las horas previas al desembarco el Reino Unido fue consciente de la realidad que se le venia encima, como lo demuestran los cruces de mensajes entre las islas y la metrópoli alertando de la situación (1). Ante esta realidad, no es extraño pensar que los propios británicos, y otros, tomasen algún tipo de medida adelantándose a los acontecimientos, como apuntan algunos sucesos no esclarecidos aún. En una situación similar, años atrás, tomaron esas medidas en la Operación Journeyman.


HMS Spartan
 
Desde la salida de la flota argentina de puerto el día 28 de marzo, la Embajada británica en Buenos Aires no descansó ni un momento. En la madrugada del 2 de abril, concretamente a las 04:14 Z, y cuando en el ARA Santa Fe se daban las últimas órdenes, las comunicaciones con el Ministerio de Defensa británico eran más intensas que nunca. Se pasaba un mensaje del agregado naval informando, por un comentario de un misterioso ciudadano estadounidense, de la presencia en aguas próximas a Malvinas de uno o más submarinos soviéticos y de tres argentinos. Hoy, 32 años después, sabemos que de todos aquellos que se anunciaron solo había oficialmente uno. Esta información fue llegando y de alguna manera confirmándose por otros medios. Incluso llegó a filtrarse a la opinión pública, como lo demuestra la edición del The New York Times del 14 de abril citando por fuentes de la OTAN la presencia de dos submarinos soviéticos Echo II en las inmediaciones de Malvinas. Para mediados de abril, dichos rumores se habrían de extender al comprobar, por algunos medios más, que algo había bajo el mar.

En la capital de Francia, ese mismo 14 de abril, el agregado naval británico comunicaba, por una filtración desde la Embajada argentina, que había cuatro submarinos soviéticos operando próximos a Malvinas.


Para entonces los primeros submarinos británicos ya estaban en la zona, y el HMS Spartan sería testigo de cómo se minaban los accesos a Puerto Argentino; en las últimas horas del día 16 abandonaría de nuevo la base de submarinos de Mar del Plata el ARA Santa Fe en la que sería su última misión de guerra: transportar el equipo Golf para reforzar el destacamento de Grytviken.


El día 17 de abril llegó la primera señal de alerta a las unidades navales argentinas que se encontraban en la mar ejercitándose desde hacía tres días.


Ese día se había programado el vuelo de un Tracker del Comando de Aviacion Naval (COAN) con la misión de volar a lo largo de la costa argentina, que salió a las 08:00 Z desde la Base Comandante Espora para aterrizar a las 16:00 Z en Río Grande, con la intención de ejercitarse con las diversas unidades navales ubicadas ya a lo largo del mar argentino. En un momento determinado del vuelo, el radarista informó de la aparición repentina de un pequeño eco a 60 millas de su posición. Tras enfilar el blanco, este se desvaneció conforme el avión iba alcanzando el punto del datum. Al llegar a la vertical, se procedió al lanzamiento de una sonoboya y el sonarista advirtió por unos instantes la presencia de una «turbina de alta velocidad». Para entonces el ARA San Luis, que había iniciado su primera patrulla de guerra el día 11 de abril, había llegado a la zona de patrulla Enriqueta, situada a 100 millas al norte de la zona de exclusión británica.


ARA Bouchard

La noche siguiente, la del 18 de abril, siguieron los avisos. El ARA Bouchard, sobre las 21:30 Z, obtendría un contacto sónar que no lograría establecer de nuevo. Para entender lo que pasó y se dijo en aquellos días, hay que remontarse a un documento de la CIA desclasificado bastante tiempo después de aquellos sucesos y fechado el 17 de abril de 1982:


«White house situation room 171715Z APR 82 (top secret codeword.).
1. A group of four Argentine warships was noted to be about 70 miles
south east of their base port of PuertoBelgrano on the evening of 16 april; they
were possibly involved in gunnery firing and tactical exercises. We belive
another group of ships which probably includes the aircraft carrier, is at sea.
We do not know its position…».

(1) Uno de estos mensajes, el incidente con el pesquero polaco Mielmo, sirvió de alerta para dar por hecho el desembarco.

Tal vez sean datos muy concretos y precisos sobre las actividades para haberlos obtenido de un satélite. ya con los primeros submarinos británicos en la zona se les asignaron las misiones iniciales para ubicar a la flota argentina. El 23 de abril, el HMS Splendid tendría su primer contacto con el ARA 25 de Mayo a pocas millas de la costa y próximo a su base de Puerto Belgrano. Las ROE (Reglas de Enfrentamiento) impedían atacarlo y el comandante del sumergible recibió órdenes en ese sentido tras solicitar el ataque, lo que le llevó, por orden superior, a romper el contacto.


Tres días después, a la altura de Comodoro Rivadavia, se encontraría con los ARA Santísima Trinidad y Hércules, acompañados de las tres corbetas en servicio en la Armada Argentina. Nuevas órdenes molestaron al comandante cuando, tras 24 horas, se le ordenó suspender este seguimiento y volver al Norte para ubicar de nuevo al ARA 25 de Mayo, pues consideraba que la formación argentina le llevaría hasta él sin necesidad de tener que buscarlo en el amplio mar. En esos días, el Gabinete de Guerra británico analizó la amenaza del portaaviones, lo que condujo a la implantación de una zona de exclusión total, a la ubicación de los submarinos en zonas y a modificar las ROE para permitir el ataque al portaaviones fuera de la zona de exclusión bajo ciertas circunstancias.


En aquellos días de abril, no solo las aguas próximas al continente llamaron la atención de las fuerzas argentinas, sino que el mar de Malvinas fue zona también de detección submarina. Dos días antes de la llegada de los primeros submarinos británicos, el 10 de abril, la corbeta ARA Granville viviría un incidente con un supuesto submarino a la salida de Puerto Argentino.


Desde el puente aéreo, llegando a Malvinas, los aviones de la Fuerza Aérea alertaron de algunos ecos radar y destellos luminosos, blancos e intensos, procedentes de las entrañas del mar. Señales que desaparecían cuando se investigaban y que dejaron de observarse cuando los aviones, a partir del 1 de mayo, pasaron a no poder volar en condiciones normales. Señales que hoy se sabe no correspondían a las posiciones de los submarinos británicos.



La guerra submarina
Ya en mayo las actividades tomaron un nuevo cariz hasta los diez primeros días del mes, lo que apunta a que algo sucedió y que fue determinante para que estas actividades cesasen, o por lo menos se diesen en lugares remotos y ajenos. Durante este mes queda patente el defectuoso estado de operatividad de los submarinos británicos; todos ellos sufrieron en un momento determinado algún tipo de problema. Citando los más graves, el del HMS Onyx y su colisión a principios de junio, y el HMS Splendid, que lo obligó a retirarse a reparar y que acabó siendo reemplazado por otro submarino, no llegando a ver el final de la guerra.


Otras averías supusieron graves problemas de seguridad para el buque y su dotación. El HMS Splendid hizo superficie cuando empezaron los problemas dentro del radio de acción de la aviación argentina, en plena persecución al ARA 25 de Mayo; y el HMS Conqueror lo hizo un día antes cerca de la posición donde fue hundido el crucero ARA Belgrano (2). 


Precisamente la no recepción de comunicaciones en el HMS Splendid salvaría de nuevo al ARA 25 de Mayo el primero de mayo.

Sea King HAS.5 a bordo del HMS Hermes

De las acciones de combate podemos destacar como la más exitosa el hundimiento del ARA Belgrano por el HMS Conqueror, submarino que llegó a ser detectado posteriormente en la zona del hundimiento, el día 4, por un Neptune. Solo dos veces vivió esta experiencia; la segunda ocurrió el 7 de mayo al NW de Malvinas y le obligó a quitar las seguridades del reactor, cuando un C-130 argentino se topó con uno de sus apéndices La segunda acción en importancia, sin duda, aunque no guardó un orden cronológico, fue el ataque y neutralización del ARA Santa Fe en la Georgias, convirtiéndose en la primera baja de la Armada Argentina.

(2) Este submarino hizo en las Georgias, sin contar los motivos operacionales, más de tres salidas a superficie por problemas. Algo anormal en un sumergible preparado para permanecer meses bajo el agua sin ser detectado.


Un primer enfrentamiento entre un submarino y unidades de superficie con apoyo aéreo se produjo también el 1 de mayo, cuando el ARA San Luis es atacado por las HMS Brillant y Yarmouth, apoyadas por tres Sea King del HMS Hermes. Tras un intento fallido del submarino por alcanzar un blanco, y dos intentos de huida, permanecería en el fondo hasta el día siguiente bajo la presión de ataques esporádicos con cargas, hasta que desistieron en darle caza. Cinco días después se producirá un segundo ataque, de origen desconocido, contra el submarino argentino que realizó maniobras evasivas ante un supuesto torpedo y que fue contestado sin éxito. Tres días después, en la entrada norte del estrecho de San Carlos, atacará sin llegar a ser detectado a la HMS Alacrity y a la HMS Arrow que salían del estrecho, otra vez sin éxito. Los diversos fallos y problemas ponen fin a esta primera patrulla frustrante del submarino.


La más ambiciosa, que pudo acabar en un enfrentamiento entre submarinos, se produjo el 17 de mayo. EL ARA San Luis se encuentra en tránsito a la Base de Puerto Belgrano, a donde llegaría el 19, cuando es destinado el HMS Valiant, que entraba en zona, a interceptarlo, pensando que se dirige a Mar del Plata. La idea era detectarlo en el momento más vulnerable, haciendo snorkel.



El encuentro no tuvo lugar. Dos días después sí saldría de Mar del Plata el ARA Salta en patrulla de guerra (3), pero para entonces el HMS Valiant ya no estaba allí.

En los primeros días de mayo, durante la fase embarcada, la aviación naval tuvo también una actividad intensa contra submarinos. De nuevo, treinta y dos años después, se sabe que no fue contra submarinos británicos. Tras el ataque al ARA Belgrano, el grupo del ARA 25 de Mayo buscó la protección de aguas poco profundas, procurando encontrar una mejor posición táctica para enfrentarse al grupo de batalla británico, tal vez teniendo presente lo ocurrido al ARA Belgrano y las posibilidades de supervivencia. La primera alarma surgió el día 3 de mayo cuando el ARA Santísima Trinidad, a unas 60 millas de Puerto Deseado, detectó unos ecos intermitentes. Ello obligó a mandar desde el ARA 25 de Mayo un Sea King para investigar, localizando y perdiendo el contacto sónar a 30 millas al Este de la isla Rosa.


El 4 de mayo, el grupo de batalla se encontraba con rumbo Norte en la boca del golfo de San Jorge, próximo a Puerto Deseado. Para entonces el HMS Splendid andaba ya detrás de él tratando de buscar una posición favorable. Ese día los Tracker sembraron un campo de sonoboyas que dejó al submarino entre este y el propio portaaviones, pero que frustraría las esperanzas del submarino al detectar a los aviones y tener que irse para el fondo varias veces.

(3) Volvería a puerto el 29 de mayo por problemas en los torpedos, detectados en un ejercicio realizado antes de poner proa a la zona de patrulla. ya no volvería a hacer ninguna patrulla de guerra; salió de pruebas dos días antes del fin de las hostilidades.

El HMS Splendid persistía en sus intentos por posicionarse cuando a las 11:00 Z saltaría la alarma a bordo: había detectado en sus proximidades la presencia de un submarino desconocido. No era el único. En la entrada norte del golfo de San Jorge, próximo a la isla Tova, a esa hora, el pesquero Doña Mariela vio un submarino hacer inmersión en sus proximidades.


HMS Splendid

En el golfo de San Jorge por aquellas fechas hubo mucha actividad: el 29 de abril por la noche se movilizaron las tropas de las guarniciones ribereñas ante el supuesto desembarco de comandos, donde a la mañana siguiente desaparecería un helicóptero en extrañas circunstancias y el día 1 de mayo sería avistado
desde tierra un submarino.


El 5 de mayo, el HMS Splendid volvió a tener de nuevo en el sónar al submarino fantasma, que su comandante creyó que era el ARA Salta. Ese día empezaron los problemas con un turbogenerador que le obligó a suspender, tras distanciarse, la persecución del ARA 25 de mayo. Mientras, más allá del norte del golfo de San Jorge, lo que empezó siendo un vuelo de búsqueda del ARA Sobral acabó resultando un ataque en toda regla contra un misterioso submarino que seguía al grupo de batalla argentino, pues el HMS Splendid se encontraba estancado con problemas al sur del golfo de San Jorge y supuestamente
en compañía de otro.


En las tres jornadas siguientes, los helicópteros y aviones embarcados seguirían teniendo contactos sónar y realizando ataques contra contactos submarinos. Para entonces la Fuerza Aérea argentina se había unido en la búsqueda, proporcionando apoyo a la Flota, obteniendo éxito en su cometido cuando el día 6 de mayo un F-27 localizó la estela dejada por un apéndice junto con la silueta del submarino a ras de superficie. Este avistamiento trajo confusión, pues al aterrizar se interrogó a la tripulación y se les dijo que el avistamiento correspondía al ARA Salta en pruebas de mar, a lo que la tripulación respondió que lo habían visto a 20 millas de Puerto Belgrano (4).


Treinta y dos años después se sabe que aquel misterioso submarino tenía nombre, el HMS Spartan, que se encontraba frente a la desembocadura del río Colorado, a unas 120 millas mar adentro y al norte de la posición del ARA 25 de Mayo. Iba a interceptarlo, pero nunca lo pudo hacer, lo perdió antes.


En la otra parte del mar argentino, dentro de la zona de exclusión, a la Royal Navy las cosas no le iban mejor. En esos mismos días vivió numerosas alertas submarinas, coincidiendo con sus peores momentos, que fueron difíciles de clasificar con certeza ante las difíciles condiciones que representaba la guerra submarina en el Atlántico Sur. Con la llegada, el día 12 de mayo, de la extensión de la zona de exclusión hasta las 12 millas territoriales argentinas, estos sucesos tan intensos se desvanecieron, dándose a partir de entonces casos aislados y algunos remotos, como en el fondeadero empleado por la fuerza de desembarco en las Georgias o los diversos contactos que tuvo el HMS Conqueror entre la flota pesquera formada por embarcaciones del Pacto de Varsovia y el punto de reunión de la fuerza de desembarco, que no llegó a clasificarlos con certeza, dejando a su comandante la duda.

(4) Por personal de la Armada, donde salieron a relucir las discrepancias con la fuerza aérea por un conflicto de competencias.




Los avistamientos desde el aire
Con la retirada del portaaviones a puerto, la aviación naval embarcada pasó a operar desde tierra, repartiéndose las unidades en varios puntos de la geografía argentina y perdiéndose una importante capacidad antisubmarina a favor de la exploración de superficie. Los Tracker pasaron a vigilar el mar argentino, apoyados por los aviones de la Fuerza Aérea en tales cometidos.


Los Sea King fueron trasladados a Viedma para cubrir una zona al sur de la principal base aeronaval de Puerto Belgrano, realizando día y noche misiones antisubmarinas.


Al igual que ocurrió en abril, las actividades de inteligencia volvieron a estar posiblemente relacionadas con los submarinos. La flota británica desplegó sus submarinos, ubicándolos en áreas con movimiento restringido de acuerdo a las necesidades y planteamientos tácticos. A mitad de mayo se le presentó un problema que sus submarinos no pudieron resolver precisamente por esa libertad restringida de movimiento.


Desde que el HMS Splendid perdió el contacto con el ARA 25 de Mayo, y tras reubicar al HMS Spartan para interceptarlo, sin éxito, su localización pasó a ser prioritaria y preocupante. No es hasta el 28 de mayo cuando aparece por fin en una foto de satélite en su base de Puerto Belgrano. Un día antes, un submarino, que hoy se sabe que no era británico, fue detectado por un Sea King dentro de esa barrera antisubmarina que había al sur de los accesos de la base, pero lo perdió tras efectuar dos caladas con éxito con el sónar.


Embraer EMB-111 en patrulla durante la guerra

No fue el único indicio de actividad en la zona: el 11 de abril se sembraron en ella sonoboyas, orden proveniente de alguien que sospechó misteriosamente de la presencia de submarinos. Una semana antes de estos sucesos, el 21 de mayo, tuvo lugar la misión aérea más exitosa en la localización de submarinos: un vuelo de exploración y reconocimiento lejano efectuado por un Boeing 707 de la Fuerza Aérea, que en un día cazó tres submarinos, el HMS Onyx, navegando en superficie en medio del Atlántico, a las 14:16 Z, en compañía de otro, que hizo inmersión ante la presencia del avión, y un tercero que sorprendió sumergiéndose a las 18:15 Z más próximo al continente y a la altura de Uruguay. Desde finales de 2012 se sabe algo más de esa posición.

Estaba a 480 millas de la zona donde operaban los aviones cisterna de la RAF para reabastecer a los Nimrod en su reconocimiento sobre la costa argentina, bajo la atenta mirada de un misterioso buque de guerra y un solitario pesquero.


Casi un mes después del encuentro fortuito entre el HMS Conqueror y un C-130 de la Fuerza Aérea argentina, el 4 de junio le tocaría el turno al COAN.


Durante un vuelo de exploración de uno de los aviones, un EMB111 de los adquiridos en Brasil se topó con los apéndices de un misterioso submarino a 50 millas de Río Gallegos; la brusca maniobra del piloto, casi rozando las olas, obligó al submarino a irse al fondo rápidamente.




¿Canadienses en Malvinas?
Durante los últimos treinta años han sido numerosos los testigos que afirmaron que en Malvinas se dejaron ver submarinos, ya fuera por tropas en tierra o por experimentados pilotos del Ejército y de la Fuerza Aérea. Hoy los documentos desclasificados por parte británica nos dicen que en las fechas de esos avistamientos no había ninguno de ellos en las inmediaciones de las islas.


Para entender la pregunta y ubicarla en el contexto hay que buscar respuestas a otras preguntas. Durante el inicio de la contienda, y en momentos previos a ella, los Estados miembros de la Commonwealth aportaron su grano de arena a la causa a favor del Reino Unido. Países como Nueva Zelanda, además de poner a disposición sus instalaciones de escucha y comunicaciones, hicieron lo propio con su Armada, ofreciendo sus buques para cubrir los huecos dejados en el Índico por los británicos en la Patrulla Armilla. Luego no
es descabellado pensar que algún otro Estado ofreciese, o pudiese ofrecer, un submarino.


En el lado opuesto a esos testigos, recientemente ha salido publicado un libro, Submariner Tales, de Dean S. Lewis, que si bien no es una versión oficial, no deja de ser curioso en su contenido. Treinta y dos años después, este ex-submarinista canadiense nos cuenta historias del Arma Submarina de su país, trasmitidas oralmente, y dedica un capítulo a las operaciones en Malvinas. Sus historias y las de los testigos no coinciden al cien por cien, pero guardan muchas coincidencias. El autor afirma que el Maritime Command (canadiense) aprobó que un submarino aproase hacia el Atlántico Sur el 5 de abril como apoyo a la flota submarina británica en previsión de cualquier problema, un submarino que se supone se encontraba ya en la mar y a poco más de medio camino.


De la flota canadienses, en servicio entonces con tres submarinos clase Oberon, a través de una rápida búsqueda por Internet, sabemos que uno de ellos se encontraba fuera de servicio por obras, otro se le supone en puerto y el tercero, el NCSM Okanagan, navegando en el desarrollo de las maniobras de la OTAN SAFE PASS-82, en el periodo del 8 al 19 de marzo, maniobras que se ejecutaron en esas fechas en el golfo de México y estrecho de Florida.


Según nos cuenta el autor en su libro, el submarino operó en Malvinas hasta el 4 de mayo, en que recibió orden de dirigirse a Ascensión para repostar, y de donde partiría el 22 de mayo hacia el Sur para aparecer el 27 del mismo mes en las Georgias (5).


Para entonces, a finales del mes de abril, pilotos de la Fuerza Aérea habían dado la alarma de ecos radar y luces en el mar, situados al norte de Puerto Argentino, que desaparecían cuando se investigaban. Testigos en tierra, situados en las proximidades de Puerto Argentino, afirmaban haber visto un submarino el día 1 de mayo. El día 5, durante un vuelo de exploración y reconocimiento lejano efectuado por un Boeing 707 en una zona próxima o dentro de la RED CROSS BOX (6), avistó un submarino junto a un barco de color
blanco. Suceso dudoso debido a la calificación del observador. Días después la tripulación de un helicóptero fue testigo, al norte de Puerto Argentino, de cómo se sumergía un submarino delante de ellos.


Como vemos entre el 5 de abril y el 4 de mayo, y por lo menos hasta el 10 de dicho mes, hubo actividad en inmersión en lugares en los que sabemos que no había submarinos británicos. Con respecto al tránsito a Ascensión y vuelta al Sur para el 22 de mayo, encontramos lo siguiente en aquel escenario que sí podría ajustarse a la relación distancias/días, aunque los argumentos no coinciden:


El día 21 de mayo la tripulación del Boeing 707, que avistó a la altura del paralelo de Uruguay al HMS Onyx en superficie, dio parte de haber reconocido junto a este submarino a otro más, que desapareció al poco de llegar a la vertical. Aunque por la descripción vaga que hicieron podía tratarse de un nuclear, no lo llegaron a ver, sino que lo intuyeron por el tamaño del remolino que dejó al sumergirse.

La versión que da el ex-submarinista en el libro citado es que el sumergible canadiense se dirigió el 22 de mayo hacia el Sur debido a los problemas que tenia el HMS Onyx en su sónar al haber impactado con algo. Sabemos hoy que colisionó en el fondo a principios de junio, pero no en la fecha que se menciona.


Un segundo punto de la historia que no concuerda es la presencia del submarino en las Georgias, donde dice que estuvo para apoyar a un equipo de operaciones especiales, el cual perdió dos hombres. Los sucesos no concuerdan con operaciones conocidas en esas fechas en las islas, a no ser que esto ocurriese en otro lugar previamente y como parte de la Operación Keyhole (7).


Para finalizar, menciona que el citado submarino puso proa a Halifax el 28 de junio, sin dejar constancia de dónde estuvo. Buceando en la Red, encontramos que el NCSM Okanagan aparece de nuevo en escena coincidiendo su despliegue casi con el que regreso de Malvinas. Este tomó parte en la Operación COCKFIGHT entre el 17 de mayo al 10 de agosto, operación que solo aparece para este sumergible, y en toda la historia de la Armada canadiense como parte de la fuerzas unificadas hasta el año 2000.

(5) Lógicamente es imposible para un submarino convencional ubicarse en esos lugares en esas fechas.
(6) Zona reconocida por Reino Unido y Argentina para ubicar los barcos hospital.
(7) Esta operación tuvo como finalidad expulsar a la última guarnición militar argentina en las islas Sandwich del Sur, en la base científico-militar Corbeta Uruguay, ubicada en la isla  Morrell. Finalizó el día 20 de junio, tomando parte la compañía M del 42 Comando que embarcó en el HMS Endurance, que fue acompañado por los HMS Yarmouth, RFA Olmeda y el remolcador Salvagement.


Finalización
Ha pasado mucho tiempo desde 1982, en que conocimos la guerra submarina de una manera muy distinta. Hoy sabemos que fue muy intensa, por lo que tal vez nunca lleguemos a saber quiénes estaban allí, aunque podemos imaginarlo. Las actividades clandestinas y la negativa a reconocer muchos de los ataques que sufrieron e infligieron son la causa de que no sepamos más sobre el papel de los submarinos en esta contienda.


Como toda operación que se precie con submarinos, en el artículo he omitido la parte más secreta de todas, la de la inteligencia en todas sus variantes. Si bien no hay mucho desclasificado, hay curiosidades que despiertan aún más el interés. Sucesos, por ejemplo, que relacionan a uno de estos submarinos
con la población de Natal (Brasil). Pero esto será otra historia.

Bibliografía
FREEDMAN, Lawrence: The official history of the Falklands campaign. Tomos I y II.
SCIARONI, Mariano: Tras los submarinos ingleses.
MAyORGA, Ignacio: No vencidos.
MANFREDI, Alberto N.: Malvinas. Guerra en el Atlántico Sur.
LEWIS, Dean S.: Submariner Tales.
HMS Conqueror. Report of Proceedings.
HMS Spartan. Report of Proceedings.
HMS Onyx. Log mes mayo y junio.
HMS Splendid. Report of Proceedings,
HMS Valiant. Report of Proceedings.
DEFE 58/263. Vuelo de largo reconocimiento efectuado el 15 mayo por el Nimrod XV232.
FCO 7/4507. Pesqueros y presencia soviética en Malvinas.
BÓVEDA, Jorge R.: uno contra todos. La historia secreta del ARA San Luis durante la guerra del Atlántico Sur.
—El Secreto del ARA Salta. elSnorkel.com.
COLI, Carlos A.: La flota de mar en la guerra del Atlántico Sur. Su actuación posterior al 2 de abril.
AMENDOLARA, Alejandro J.: Hundan al portaaviones.
Historia de la Aviación Naval Argentina. Tomo III. «Malvinas».
Historia de la Fuerza Aérea Argentina. Tomo VI. Volumen I y II. «El Accionar de la Fuerza Aérea en Malvinas».
New York Times. 14 de abril de 1982.
National Photographic Interpretation Center (CIA/USA). Argentine Naval Combatants, 28 de mayo de 1982.
Diversas fuentes de Internet y foros con participación de veteranos de guerra, argentinos y británicos.

Titulo Original:SUBMARINOS EN MALVINAS
Fuente: Revista General de Marina  Octubre 2014 (España)
Autor: José Javier GUERRERO DEL CAMPO


www.elsnorkel.com

Agusta A 109A MkII Hirundo durante la guerra

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Texto de Carlos Ay en Defensa y seguridad  

El Agusta A-109 es un helicóptero liviano, biturbina de ocho asientos desarrollado por el fabricante italiano Costruzioni Aeronautiche Giovanni Agusta (hoy AgustaWestland) que voló por primera vez en agosto de 1971. Concebido con una serie de roles en mente (transporte liviano y ejecutivo, evacuación médica y búsqueda y rescate), fue construido en aproximadamente 10 versiones diferentes y en varios sub-tipos, lo que le ha garantizado una corrida de producción que se extiende por más de 35 años. Y si bien se lo concibió bajo estándares de la aviación civil, su robusto diseño eventualmente le abrió un receptivo mercado militar, en el cual más de 20 naciones lo han incorporado a sus fuerzas armadas y de seguridad. En la segunda mitad de la década de 1970, de hecho, el Ejército Argentino fue la segunda fuerza armada en adquirirlo, lo que se concretó con la compra de nueve ejemplares de la versión inicial, el A-109A Hirundo (Golondrina), para formar el núcleo de una unidad de helicópteros de exploración y ataque en el seno del Batallón de Aviación de Combate 601 (B Av Comb 601). Transportados por vía aérea hasta la Argentina, los helicópteros fueron montados en Campo de Mayo y librados al servicio a partir del 19 de diciembre de 1979.

Su operador inicial fue la Compañía de Helicópteros de Ataque (Ca Helic Atq), la que también operaba una cantidad de helicópteros SA-315B Lama en operaciones de exploración, evacuación médica y vuelo en zonas cordilleranas. En el tumultuoso período que siguió a la campaña malvinense de 1982, la unidad atravesó una rápida sucesión de cambios, deviniendo en Sección de Helicópteros de Exploración y Ataque (Sec Helic Expl Atq) en abril de 1985, Compañía de Helicópteros de Exploración y Ataque (Ca Helic Expl Atq) en noviembre de 1986 y, finalmente, Escuadrón de Aviación de Exploración y Ataque 602 (Esc Av Expl Atq 602) el 15 de diciembre de 1986. Además de adoptar el lema “Pro Patria Pugno” (Luchar por la Patria), este último cambio determinó el remplazo del escudo del B Av Comb 601 por uno nuevo y propio del escuadrón. Además de ceder sus Lamas a otras unidades que se estaban creando en la zona cordillerana, el escuadrón quedó constituido por una Sección Ataque, re-equipada con UH-1H Hueys, y una Sección Exploración, que continuó operando los A-109As.
Dos A-109As y un UH-1H no identificados fotografiados en la base de despliegue de Arroyo Caprichoso durante la guerra de 1982 (foto: vía Sergio Dalvano)

Tiempos de guerra
A poco de producirse el desembarco en Malvinas del 2 de abril de 1982, la Ca Helic Atq recibió órdenes de alistar tres de sus A-109As para desplegar a las islas. El primero de ellos partió de Campo de Mayo el 6 de abril y, tras hacer escalas en Comandante Espora (Buenos Aires) y Comodoro Rivadavia (Chubut), se trasladó hasta Malvinas a bordo del rompehielos naval ARA Bahía Paraíso. Siguiendo un derrotero similar, los tres Hirundos llegaron a las islas hacia el 9 de abril. Junto con cinco SA-330L Puma, dos CH-47C Chinook y nueve UH-1H Huey, los Agustas conformaron un destacamento de Aviación de Ejército que operaría bajo el mando del segundo comandante del B Av Comb 601 y se estacionaría inicialmente en las barracas que la Infantería de Marina Real ocupaba en Arroyo Caprichoso, al Oeste de Puerto Argentino. Durante el resto del mes de abril, se les encomendaron misiones de escolta armada para sus contrapartes de mayores dimensiones y realizaron vuelos de reconocimiento y transporte de tropas con los cuales se montó el esquema de defensa terrestre de las islas. Tres A-109As adicionales desplegaron a Comodoro Rivadavia y un cuarto (un ejemplar civil perteneciente a la Provincia de Córdoba) fue movilizado y estacionado en Río Gallegos (Santa Cruz) durante el conflicto.


Un fantástico documento que muestra los dos A-109As argentinos capturados por los ingleses durante su traslado al Reino Unido en la bodega del buque de desembarco HMS Fearless (foto: vía Hernán Orozco)

Tras el inicio de las hostilidades del 1 de mayo, los Agustas continuaron brindando escolta armada para Pumas, Chinooks y Hueys que realizaban misiones de transporte de tropas, apoyo logístico, infiltración/extracción de comandos y evacuación médica. En los 68 días que estuvieron desplegados en las islas, los Hirundos acumularon 250 horas de vuelo y operaron hasta el cese del fuego del 14 de junio, perdiéndose sólo un helicóptero bajo fuego enemigo pero sin tener que lamentar pérdidas humanas entre sus tripulaciones. Amén de conseguir medallas para al menos dos de sus tripulantes, los A-190As estuvieron involucrados en acciones de combate real durante el desembarco británico en San Carlos (22/23 de mayo) y durante las batallas de Pradera del Ganso (fines de mayo) y Puerto Argentino (mediados de junio). Su supervivencia se atribuye a las técnicas de vuelo rasante empleadas durante el conflicto y a los cambios de base de operaciones que realizó el destacamento aeronáutico militar para evitar su eliminación por fuego enemigo; desplazando aleatoriamente los helicópteros y su cadena logística entre Arroyo Caprichoso, los montes Kent y Dos Hermanas y el hipódromo de Puerto Argentino durante los 45 días de combate efectivo.

Una imagen exótica y poco conocida que da cuenta del uso de un A-109A (probablemente el ZE411, ex AE-334) para proveer apoyo aéreo durante un ejercicio de fuerzas especiales británicas

Exiliados y reclutados para operaciones especiales
Los dos ejemplares sobrevivientes fueron capturados en el hipódromo de la capital isleña por tripulantes del Escuadrón Aéreo de la 3ª Brigada de Comandos de la Infantería de Marina Real. Traspasados al Escuadrón (Aeronaval) 846, se trasladaron hasta el Estrecho de San Carlos y se embarcaron en el buque de desembarco HMS Fearless para un largo periplo hasta el Reino Unido. Repintados con marcas y códigos británicos (el AE-331 recibió los códigos “VC” y “CC” y el AE-334 recibió el “VV”), ambos desembarcaron en Plymouth el 13 de julio y pasaron varios meses en exposiciones con las cuales se celebraba la victoria del 14 de junio. Tras una evaluación de casi seis meses de duración, a mediados de 1983 se decidió ponerlos nuevamente en servicio operativo a la par de otros dos ejemplares totalmente nuevos adquiridos a la firma Alan Mann. Rematriculados con identidades militares británicas (ZE410 para el AE-334 y ZE411 para el AE-331), los Hirundos argentinos fueron asignados al Ejército Real para operar desde Netheravon (Wiltshire) en apoyo a tropas de elite. En una carrera que se extendió por otros 26 años, ambos aparatos operaron con una variedad de discretos esquemas de pintura civiles que ocultaban su verdadera naturaleza militar. Retirados en 2009, ambos aparatos se conservaría en museos británicos.


Caracteríticas

Origen: Italia
Tipo: Helicóptero polivalente
Planta Motriz: Dos turboejes Allison 250-C20B de 420 HP estabilizados a una potencia unitaria de 346 HP
Prestaciones: Velocidad máxima de crucero 278 km./h; Régimen ascensional: 503 m por minutos; Techo de servicio: 4450 m; Alcance con el combustible máximo y sin reservas 556 km.
Pesos: Vacío 1790 kg.; Máximo en despegue 2600 Kg
Dimensiones: Diámetro del rotor principal 11,00 m; Longitud con los rotores girando 13,05 m Superficie discal del rotor principal 95,03 m² Altura 3,30 m
Armamento: Tan pronto llegaron los A-109As a Campo de Mayo, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas fue convocado para artillar los helicópteros italianos. A ese efecto, en la parte posterior del fuselaje se instaló un brazo soporte removible con cuatro amarres para armamentos externos; mientras que en la cabina se habría instalado una mira de tiro no determinada. En sus 25 años de operación, las cargas externas más comunes en los Hirundos fueron barquillas de ametralladoras FN Herstal calibre 7,62 mm y cohetes Albatros calibre 70 mm en lanzadores de 7 y 9 tubos tipo XM157 y XM158, producidos localmente con el nombre Gallo.


Fuentes utilizadas por el autor:
- C. ABELLA: Newsletter ROLL Out (edición del autor, Argentina, mayo de 1997).
- D. DONALD and J. LAKE, editors: World Air Power Journal/Encyclopedia of World Military Aircraft (Aerospace Publishing, United Kingdom, 1994).
- E. MARTÍN & O. L. RODRÍGUEZ: La Aviación en el Ejército Argentino (edición de los autores, Argentina, 1991).
- J. A. BOCAZZI: Compilación Malvinas (Ediciones Gráfica Sur, Argentina, 2004).
- VARIOS AUTORES, Revistas Pista 18 (Argentina, 1994-1999).



www.gacetaeronautica.com
www.laperlaaustral.com.ar

Un encuentro con los Gurkas

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Relata: Teniente Ugarte -Escuela de-Aviación Militar

El misil SAM-7 "Estrella Roja" es un arma portátil utilizada por la infantería de varios países del mundo; tiene cabeza térmica y una vez "enganchado" al blanco, avisa con dos señales, una sónica y otra lumínica que está listo para ser disparado. 


Realizamos el cruce a Malvinas la primera tanda de operadores de este misil, junto con el Suboficial Ledesma de Artillería Antiaérea Argentina. En la mitad del viaje fui invitado a la cabina de la "Chancha"—(Hércules C-130) y realmente me impresioné por lo cerca que volábamos de las olas, cada tanto borradas por 1a capa de neblina. Me asombró la serenidad de los tripulantes; me llegaron a despertar admiración por su valentía hombres como el Comodoro Beltramone, el Mayor Veliz y el Mayor Bruno. La vista de la tierra me tranquilizó y el aterrizaje fue preciso como toda la operación.


Puerto Argentino
Me destinaron al aeropuerto. El Mayor Maiorano y el Capitán Savoia estaban a cargo de la defensa del mismo y me indicaron mi zona de responsabilidad. Cumplíamos turnos de guardia con el misil, esperando con ansias la aparición de un Harrier. Desgraciadamente utilizaban sus "regalos" desde muy alto por lo que todos temíamos que alguna de esas bombas "rifadas" nos cayera a nosotros.


Bahía Fox
Un día el Capitán Savoia me ordenó que junto con el Cabo Principal Bevilacqua y el Cabo Peirone, concurriéramos en helicóptero desde el "bunker" (refugio) de artillería antiaérea a una zona que estaba siendo atacada por el enemigo. En ese helicóptero tuve la sorpresa de encontrarme con dos compañeros míos, los Tenientes Longar y Pinto.Llegamos al lugar: era Bahía Fox. Encontramos varias casas destruidas por el bombardeo de los Harrier. Había también un Teniente de Ejército herido.


A cargo de esa fracción estaba el Mayor de Ejército Minorini Lima, que realmente demostraba, junto con sus hombres, que eran buenos profesionales. Allí se encontraban muchos sobrevivientes de los barcos nuestros, hundidos por los ingleses. A la noche iniciaron las fragatas un cañoneo que ocasionó varios muertos y heridos. Nosotros estábamos esperanzados en que intentaran el desembarco allí, porque los esperábamos con los brazos abiertos. En cada cañoneo controlábamos el mar, esperando ver las lanchas de desembarco.


En el primer cañoneo pegaron en el Puesto de Comando, en el que yo me encontraba, destruyendo una de sus dos habitaciones —gracias a Dios la que estaba vacía. A la mañana siguiente escuchamos el ruido de nuestros aviones que iban hacia las fragatas. Decirlo no parece importante, pero ver aviones propios que atacan al enemigo es un respaldo anímico y sicológico muy grande. 


Un día interceptamos una comunicación de un inglés que pedía ayuda para un piloto que se había eyectado y estaba herido en su granja. Cuando escuchamos al piloto y reconocimos la voz del Teniente Héctor Luna, nos emocionamos. 


30 Kilómetros al sur de Darwin
Nos vino a buscar un helicóptero y nos dejó en una zona en donde se encontraba una patrulla, formada por un Sargento primero de Ejército y siete soldados. A las 18:00 horas el Teniente Longar nos pasaría a buscar para llevarnos de regreso; no volvió más. En mi ausencia habían tomado Darwin. Decididos a no entregarnos, construimos un refugio en la ladera de un acantilado frente al mar y lo utilizamos como campamento base; desde allí salíamos a patrullar en busca del enemigo. Al tercer día se nos acabó el alimento y cazamos una avutarda (ave parecida al ganso). Debido a que temíamos ser descubiertos si encendíamos fuego, calentábamos trocitos de la misma con un encendedor descartable y los comíamos. Lo mismo hacíamos con mejillones y otros frutos del mar; llegamos a comer hasta un repollo que encontramos en una quinta abandonada.


El frió era mucho, tanto que un soldado comenzó a presentar síntomas de gangrena en un pie.
A medida que fueron pasando los días se hizo necesario hacerlo per manecer todo el tiempo en el refugio. 


Cada día que pasaba me hacia sentir más débil, pero igual trataba de demostrar firmeza para que mis subordinados no decayesen. Pero al anochecer me retiraba a algún lugar solitario, prendía un cigarrillo a cubierto y luego rezaba mientras se me escapaban algunas lágrimas de impotencia; luego volvía desahogado y nuevamente dispuesto a la lucha.

La mala alimentación y el frío nos debilitó tanto que sufríamos mareos y dolores de cabeza continuos. Si bien la comida era mala pero no faltaba, el problema consistía en no poder cocinarla. Nuestras esperanzas se desvanecían al escuchar en nuestra radio el avance inglés sobre Puerto Argentino. Los días pasaban y cada vez estábamos peor, nevaba, había mucho viento y nuestra debilidad aumentaba. Doce días después de vivir en esas rigurosas condiciones salí en una patrulla con dos Suboficiales de Fuerza Aérea que presentaban una moral elevadísima. Cuando regresábamos vimos entre la neblina (ya habíamos sido alertados por el ruido) a un helicóptero posado junto al campamento, muchos soldados ingleses y el Suboficial y los soldados nuestros con las manos a la nuca. (Había también tres helicópteros Sea Linx y dos Sea King).


Escapamos lo más rápido que podíamos (ya que estábamos extenuados) para evitar correr la misma suerte pues la desproporción era mucha. Súbitamente, desde atrás de una loma aparecieron dos helicópteros en vuelo que nos intimaron rendición por altoparlantes; les contestamos tirándoles con nuestros fusiles FAL, por lo que se escondieron en vuelo bajo detrás de una elevación para aparecer en otro punto atacándonos con cohetes que explotaron muy cerca.


Mientras esto ocurría sin que lo notáramos, nos iban rodeando los Gurkas (mercenarios de Nepal que combaten defendiendo a quienes los han convertido en colonia y despojado de sus sagradas tradiciones). 


Llegamos a una casa abandonada; aparentemente no había nadie, pero desde unos cincuenta metros, atrás de una roca apareció un Oficial inglés y nos pidió que nos rindiéramos. Uno de los Suboficiales le efectuó un disparo, y casi en el mismo instante nos vimos rodeados por alrededor de treinta y cinco Gurkas. Pensé que estábamos perdidos y dije a mis hombres


—"¡Ya no hay nada que hacer, resistir es solo hacerse matar inútilmente, arrojemos las armas al suelo!"—


El Oficial dio un grito y los Gurkas se nos vinieron encima; cuando íbamos a reaccionar, el inglés dio otro grito en nepalés y los "chinitos" se frenaron como el perro cuando grita su amo. El inglés empezó a gritar que pongamo s las manos en alto y, pese a que ya lo habíamos hecho seguía gritando por lo que le dije, en inglés, que deje de gritar. Él me contestó que estaba muy nervioso. Nos comenzaron a rodear, esgrimiendo en una mano el fusil y en la otra un cuchillo curvo que sacaban por detrás del cuello; vociferaban y hacían gestos como diciendo que nos iban a degollar.


Nos tiraron al suelo y nos apuntaron con el fusil a la cabeza. Estábamos tan cansados que ya no teníamos noción de lo que ocurría. El oficial inglés relataba todo lo que ocurría por un micrófono que tenía en el casco. Cada tanto venía alguno y nos apoyaba la punta del cuchillo en el cuello, haciendo gestos de que nos iban a degollar. En esos momentos vinieron a mi mente recuerdos de escenas vividas con mi esposa y mi hijo y me puse a rezar. Pasamos la noche con un Gurka al lado de cada uno, con la punta de su cuchillo en nuestro
cuello.


Al otro día fuimos trasladados en un Sea King a San Carlos. Los Gurkas son de baja estatura, rasgos achinados, muy disciplinados y muestran un respeto rayano con el temor por los Oficiales ingleses. Para ellos parece ser un motivo de orgullo pertenecer al ejército británico. Son místicos, exaltados, nerviosos, creo que hasta que tuvieron el dominio total, tanto el inglés como ellos tenían más miedo que nosotros y me parece que los gritos que daban era para descargar los nervios.


Me llevaron a un interrogatorio.
—"¿Rango?"— me preguntó un Oficial inglés.
—"¡Air Forcé Lieutenent!"—(Teniente de la Fuerza Aérea)— le dije.
—"¡Pero, y ese uniforme verde?!"—(me preguntó en inglés)—
—"Es el que usamos los artilleros— le dije.


Inmediatamente el Oficial inglés cambió su actitud agresiva y los Gurkas se hicieron a un costado, demostrando respeto; me desataron y me llevaron con los otros prisioneros de la Fuerza Aérea sin hacerme más preguntas. Luego me enteré que los Gurkas habían presenciado ataques de nuestros aviones, lo que los había impresionado mucho, pues admiran el valor y el desprecio a la vida. Creo que no nos veían como enemigos, sino como profesionales que los enfrentábamos.


Cuando fui trasladado en un barco al continente, el soldado inglés que me llevaba la comida, golpeaba discretamente la puerta y decía:
—"¿Chieff?" (Jefe). Yo advertía en su discreción un oculto homenaje al valor de los miembros
de la Fuerza Aérea Argentina. Cuando vi a mi esposa y a mi hijo, agradecí a Dios los años por vivir, a los que yo había dado
por perdidos.

( Extraído directamente del libro "Con Dios en el alma y un halcón en el corazón" de Pablo M. Carballo )


www.guerrademalvinas.jimdo.com

Agonía a bordo de un buque británico

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En 1982, Bob Mullen tenía 23 años y era un marinero principal en el destructor británico Sheffield. 

El 4 de mayo de ese año presenció el ataque argentino al buque, que finalmente se hundió en el frío Atlántico Sur. En el episodio murieron 20 militares y 24 resultaron heridos.

Mullen se retiró recientemente de la marina y actualmente vive en la ciudad de Portsmouth. En diálogo con la BBC, contó lo que ocurrió cuando el primer barco de la Fuerza de Tareas (Task Force) fue alcanzado durante la guerra de las Falklands o Malvinas.

Debió ser el mismo día de la invasión cuando nos informaron que seríamos enviados directamente al sur; estábamos regresando a Portsmouth desde el Golfo Pérsico.

"Tan pronto como nos dijeron que iríamos a las Falklands, todos nos preguntamos: ¿por qué no navegamos hacia el norte?, ¿no están esas islas cerca de las Shetlands?, ¿qué hacen los argentinos en la costa escocesa? y ¿por qué no invadieron un sitio más bello y soleado como Barbados?

En los primeros momentos creo que no fui consciente de las muertes. Vi al mecánico jefe John Strange y a otro hombre siendo trasladados, severamente quemados

"En ese momento nos sentimos algo conmocionados. Era como si hubiéramos sido entrenados como plomeros y nunca hubiésemos reparado una tubería. Teníamos que enfrentar nuestros miedos y así estuvimos hasta que todo estalló.


"Yo era soltero en aquel momento y no tuve oportunidad de hablar con mis padres antes de partir. Mi padre había servido en el ejército, de modo que él y mi madre sabían de qué se trataba. En la primera carta que recibí de ellos, en la isla de Ascención, me dijeron simplemente: 'Cuidate'.

"Sólo había un conscripto a bordo, que tenía apenas 16 o 17 años, por debajo de la edad de reclutamiento. El capitán se convirtió en su custodio legal y hubo un debate sobre si enviarlo o no de regreso a casa, si debía permitírsele o no ir a la guerra.

"Le preguntaron y él respondió: 'Quiero ir'. Y al final hizo un buen trabajo combatiendo el fuego cuando fuimos atacados.

"A bordo del Sheffield yo realizaba diversas tareas en la cubierta, además de vigilar en la sala de observación.

"Lo primero que hicimos fue arrancar las alfombras para evitar el riesgo de incendios. Se quitaron las puertas de los baños porque podían derretirse. Todo el equipamiento que no era esencial fue dejado en Ascensión. La tripulación debió limpiar sus casilleros e incluso se quitaron las cortinas alrededor de las literas. Íbamos a la guerra y debíamos deshacernos de todo ello.

"Me avergoncé de cómo nos trataron cuando regresamos (...) Fuimos descritos como héroes".

"Una de las cosas más divertidas que tuve que hacer con algunos compañeros fue crear códigos para no utilizar lenguaje puro en las comunicaciones radiales. Hubo un buque argentino que fue bautizado como 'Tetera'. Otros fueron llamados 'Barra de Mars' y 'Freno de mano'.

"Había excitación a bordo del Sheffield y creo que no sabíamos exactamente en qué nos metíamos. Nadie pensaba que la guerra llegaría tan lejos.

"El 1º de mayo cruzamos la zona de exclusión [declarada alrededor de las islas por Londres]. En ese punto nos dimos cuenta de que la situación era realmente seria.

"El primer hecho serio fue el hundimiento del crucero General Belgrano. Yo estaba de guardia en ese momento y vi una señal de flash, la más importante en la comunicación naval.

"Supimos que el buque argentino había sido torpedeado. Todos festejaron: '¡Sí! Ahí tienen lo suyo'.

"Pero después el teniente primero Mike Norman se metió en medio del festejo y dijo: 'Ellos (los argentinos) son marinos como nosotros. A cientos de millas hay unos 500 hombres nadando en el agua y tratando de sobrevivir. Pueden estar muertos o congelados. Y mañana podemos ser nosotros.

"Honestamente, no pensábamos en las vidas a bordo de ese barco. Para nosotros el hundimiento del Belgrano significó una amenaza menos. Era sólo un nombre. Y supongo que el piloto que disparó el misil Exocet sintió lo mismo.

El impacto, lejos de mí, produjo un ruido apagado, extraño; no sonó como una explosión

"El día del ataque era calmo y soleado. Yo estaba fuera de servicio, tratando de dormir dos cubiertas abajo en la popa. El impacto, lejos de mí, produjo un ruido apagado, extraño; no sonó como una explosión.

"En pocos segundos comenzó a salir humo negro. Tratamos de sumarnos al esfuerzo de quienes combatían el incendio y me pregunté: '¿Qué estoy haciendo acá? No sé qué nos impactó. ¿Fuimos torpedeados? Estoy dos cubiertas abajo y no sé si nos estamos hundiendo'. Subimos y vimos humo saliendo de un agujero de medio metro. Nos dimos cuenta de que había sido un Exocet.

"Comprobamos aliviados que el hoyo se encontraba por encima de la línea del agua y pensé que sólo seguíamos flotando porque el misil no había detonado.

"En los primeros momentos creo que no fui consciente de las muertes. Vi al mecánico jefe John Strange y a otro hombre siendo trasladados, severamente quemados. Luego vi el cadáver de Dave Briggs, que murió asfixiado.

"Las siguientes cinco horas parecieron transcurrir en 20 minutos. La pintura del barco fue una de las primeras cosas que lanzamos por la borda, por temor a que se prendiera fuego. Pero cuando el calor se acercaba a la cubierta, comenzamos a arrojar también las municiones.

"El capitán Sam Salt dirigía todo. Tenía mucha experiencia y era respetado. Era una figura paternal: todo lo que decía y hacía era sacrosanto. Pero estaba conmocionado, lo veíamos en su rostro.

"El único momento en el que estuve asustado fue cuando yo y otros dos compañeros nos hallábamos solos en una pequeña sala con maquinaria. Se cortó la energía y escuchamos crujidos, sonidos que el buque nunca había emitido.

"Cuando estábamos rodeados del resto de la tripulación nos dábamos coraje unos a otros. Pero cuando nos quedábamos solos, la cabeza comenzaba a jugarnos una mala pasada.

"El fuego continuó y cuando se acercaba al sector donde había potentes explosivos, se tomó la decisión de abandonar el Sheffield.

"Lo más horrible de dejar un barco es que todo lo que uno tiene está allí. Es como mirar desde afuera cómo se quema la propia casa. La vida entera está ahí. Una de mis tareas era vigilar la línea que vinculaba el buque que nos rescató, el Arrow, con nosotros. Cuando mis compañeros pasaron al otro barco, me saludaron gritando: '¡Adiós, Bob! Fue un gusto conocerte'.

"Después de ser llevados a Ascención nos dirigimos a Brize Norton. Me avergoncé de cómo nos trataron cuando regresamos. En los diarios fuimos descritos como los héroes del Sheffield. Pero no nos sentíamos así. Es que habíamos perdido nuestro destructor". 


BBC

La misión de bombardeo mas larga de la historia,volaron desde las islas británicas hasta Malvinas

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La misión pedía el bombardeo de la pista de Puerto Argentino, para que no pudiera ser utilizada por un tiempo y se dificultara las supuestas tareas de alargamiento. Sin embargo, era evidente que un solo avión, incluso del tamaño del Vulcan, difícilmente podría inutilizarla por completo. No se podía hacer un bombardeo de saturación porque para eso se requerían varios aviones; tampoco una pasada a baja altura con bombas especializadas ya que el aparato no estaba diseñado para eso. De manera que se planeó un ataque pensando en un éxito limitado, más que nada para dar un mensaje.

Hacia las 2250 del 30 de abril comenzaron a despegar en sucesión los 11 cisternas Victor, seguidos luego por dos Vulcan. Algunas versiones dicen que ambos debían llegar a destino, otras, que solamente era un avión de respaldo. Lo cierto es que el avión primario tuvo problemas para presurizarse y el de reserva fue el que quedó disponible. Además, uno de los Victor, que sí iba de reserva, tuvo un problema con su sistema de repostaje y tuvo que volver.

Con 21 bombas de 454 kg, el perfil de la misión del Vulcan era típico (alto, bajo, alto): llegar al área volando a 25.000 pies (poco más de 8.000 metros), bajar a 250 pies (menos de 100 metros) para evadir el radar, y luego subir a 10.000 pies (unos 3.300 metros) para lanzar las bombas. 


Después de la pérdida del primer Victor, el tema del combustible no fue problema, ya que todos los sistemas de los tanqueros funcionaban adecuadamente. Sin embargo, se manifestó un problema inesperado: la formación completa consumía el combustible más rápido de lo calculado. El teniente de patrulla Withers, tripulante del Vulcan, declaró que a ellos les habían dicho que los Victor los llenarían de combustible, pero aparentemente había algún problema que impedía que los tanqueros entregaran el suficiente combustible. Como resultado, los cisternas, más cargados, también gastaban más combustible.

Había entonces motivos suficientes como para abortar la misión, estando en juego toda la escuadrilla, pero se decidió continuar para al menos alcanzar el objetivo; Withers estaba incluso preparado para abandonar el avión en el viaje de regreso.

"Nos acercamos a la isla más o menos en el rumbo y empezamos a descender a unas 290 millas. Hicimos un descenso sin aerofrenos a razón de 1 500 a 2 500 pies por minuto, a 300 nudos y con los gases cerrados. Nivelamos a unos 2 000 pies y a 230 millas de distancia. Tuvimos un fallo en el indicador de velocidad durante el descenso, lo que dio más emoción a la cosa. Fuimos nivelando gradualmente el descenso, hasta quedamos a unos 300 pies cuando faltaban 46 millas para el objetivo. En ese punto subí a 500 pies por si podía ver algo en el radar, y al momento el receptor de alerta cobró vida." 


Efectivamente, el radar de alerta temprana TPS-43 de Puerto Argentino los había detectado. Sin embargo la tripulación lo ignoró por el momento: sabían que habían sido avistados pero eso no cambiaba mucho: no había cerca aviones argentinos que pudieran derribarlos.

Comenzaron entonces el ascenso a 10.000 pies, de manera que las bombas cayeran a mayor velocidad y estallaran luego de penetrar la pista. La ausencia del esperado fuego antiaéreo permitió que el bombardero volara nivelado, manteniendo altura y velocidad constantes.

"Era una noche tranquila; todo parecía en calma. La distancia iba reduciéndose de forma regular y paulatina. Había activado todos los interruptores. Abrimos las puertas de la bodega de bombas a unas 11,5 millas del objetivo. Esperaba fuego antiaéreo y, quizá, que me disparasen misiles, pero no sucedió nada de eso." 


Apenas abiertas las puertas de la bahía de bombas, el sistema de alerta radar del avión se activó, haciendo solar una característica nota aguda. Un radar de control de tiro estaba tratando de acerrojar al Vulcan lanzarle misiles antiaéreos. Habíando esperado esto, los sistemas ECM instalados fueron activados, interfiriendo el radar.

Llegado el momento, las 21 bombas fueron lanzadas. "Había previsto que, en cuanto hubiese soltado todas las bombas, daría gases a fondo y efectuaría un viraje ascendente a la izquierda de 1,8 g a plena potencia. Así lo hice, pero como no parecía haber reacción, aflojé un poco. Aquello era casi frustrante.


"Aguanté dando gases a fondo durante dos millas, llevando una velocidad de 350 nudos. Pasarían 20 segundos entre la liberación de las bombas y el impacto de la prim era; la salida de las 21 bombas duró cinco segundos. Por lo tanto, cuando explosionaron las bombas llevábamos 15 segundos de viraje y habíamos cubierto 45 grados a la izquierda."


Teniendo en cuenta que el Vulcan no era el bombardero más preciso del momento, habiendo sido diseñado además pasa usar otro tipo de armamento, se había calculado que lo mejor era atravesar la pista en un ángulo de 30 grados, intentando que cada bomba cayera a intervalos de 15 metros. Las bombas cayeron y la tripulación vio las explosiones.

Realizada la misión, Withers admite que la tripulación se mantuvo callada y algo pensativa: Gran Bretaña había asestado el primer golpe a las posiciones argentinas, iniciando de alguna manera la guerra. En el momento indicado, se emitió la palabra código para anunciar que todo había salido como lo planeado: Superfuse. El resto del viaje de ocho horas fue, como es de imaginar, bastante aburrido.

A pesar de todo el esfuerzo puesto en la misión, solamente una bomba de 454 kg golpeó la parte central de la pista de Puerto Argentino; la siguiente cayó muy cerca pero hacia el costado. La que dañó la pista, sin embargo, causó un cráter de siete metros de profundidad por diez de ancho, demostrando a las claras lo que podría haber pasado con un poco menos de suerte. 


En la fotografía se pueden apreciar los impactos y contar los 21 cráteres (aunque algunos sean difusos) en dos hileras. Aunque fácilmente podría acusarse al piloto de no hacer un buen trabajo, el hecho es que poco podía pedírsele a un avión diseñado en los 50s, con tecnología de esa época, volando solo en la oscuridad, con bombas no especializadas, de hierro, de los 40s. De todas maneras, aunque los ingleses hubieran preferido un daño mayor, el mensaje estaba dado: podían atacar Malvinas con bombarderos pesados y sin tener mucha respuesta.

Según relatos de las fuerzas argentinas, el avión pudo ser escuchado e identificado ya que no sonaba como uno propio. Los daños fueron escasos, más allá de algunos vidrios rotos que provocaron heridas leves, y algunos neumáticos pinchados por las esquirlas. Sin embargo, una de las bombas dio exactamente en la mitad de un grupo de carpas en las que dormían muchos soldados. Por una de las casualidades de la guerra, esa fue la única bomba que no estalló, quedando incrustada en el suelo y mostrando parte de su contenido. Según estos relatos, las bombas cayeron más separadas de lo que pretendían los ingleses, a entre 30 y 40 metros.

Uno de los efectos esperados por los ingleses aparentemente se alcanzó. La FAA se vio forzada a derivar cazas que se usaban en las Islas Malvinas hacia bases en el continente, ateniéndose a la posibilidad de que el enemigo intentara atacar instalaciones en tierra firme.


Para los británicos quedaron demostradas tres cosas: era necesario practicar las maniobras de reaprovisionamiento y mejorar su puntería nocturna. Además, los ya anticuados Vulcan y Victor no eran nada confiables para una misión de este tipo.

www.guerrademalvinas.jimdo.com

Héroe de Malvinas soldado Julio Rubén Cao: Un maestro que lo dió todo por la patria

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El soldado Julio Rubén Cao nació en Ramos Mejía el 18 de enero de 1961. Se recibió de docente, cursando luego el profesorado de literatura y de magisterio. Ejerció la docencia en las escuelas Nº 95, 96 y 32 de La Matanza y en el año 1981 cumplió el Servicio militar obligatorio en el RIM III "General Manuel Belgrano" de La Tablada, provincia de Buenos Aires.

Terminado el Servicio militar obligatorio, volvió a ejercer la docencia hasta que, con motivo de la recuperación de las islas, se presentó como voluntario un 12 de abril de 1982, y fue destinado con su unidad a Puerto Argentino.

Las notas fueron tomadas del diario Clarín y la idea ha sido de Marga Grigera.

Soldado Julio R. Cao
Javito. Javier. Torito. Así le hablaba Julio Rubén Cao a su hijo, mientras aún estaba en la panza de su mujer Clara Barrios. Pero el 28 de agosto de 1982 nació una nena y la bautizaron Julia en honor al papá, uno de los pocos voluntarios de la guerra de Malvinas. Julio murió a los 21 años el 14 de junio de 1982. El día de la rendición argentina.

Parece una doble injusticia. Julio no tenía la obligación de ir. Pero fue. Aguantó toda la guerra en el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 del Ejército. Tuvo hambre, frío, sufrió la brutal humedad de los pozos de zorro y falleció el último día. "En cierta parte fue su elección y en cierta parte fue el destino". La que habla es Julia, esa beba que nació en 1982. Es una de las hijas de la guerra y creció con las historias que le transmitió su mamá, embarazada de cinco meses cuando Julio fue a Malvinas.

"Tengo el recuerdo de mi mamá contándome que papá no estaba, que estaba en el cielo y que había muerto en Malvinas", cuenta Julia. Para ella fue natural crecer con esa historia. "Era algo que lo tenía incorporado, pero -cuando empecé el primario- me daba cuenta del impacto que causaba en las otras personas. Adultas y también en niños", dice Julia, el pelo largo, coqueta, tatuada. Sus maestras se quedaban heladas y "trataban el tema con especial cuidado porque sabían que había una persona que estaba involucrada directamente".

Delmira Cao, la mamá de Julio, también ha estado muy involucrada con Malvinas. En estos 30 años su batalla ha sido contra el olvido y la victimización de los ex combatientes y caídos. "Nunca quise que mi hijo fuera el pobrecito porque mi hijo había sido un valiente que había luchado mucho. En zonas carenciadas, en villas de emergencias. Trabajaba en La Ferrere, arreglaba aulas de las escuelas antes de irse a la guerra". Julio era maestro.

"Le gustaba Serrat. Amaba a Gandhi. Hacía ayunos como Gandhi. Le gustaba la paz. Era amigo de la paz, pero cuando le tocó ir no dudó. Era más importante lo que tenía que hacer por su patria", dice su madre con el recuerdo aún vivo de aquella mañana en la que Julio cruzó la vereda hasta su casa para decirle que había decidido ir a luchar a Malvinas.

Julio le dijo: "Yo como maestro y como ser humano con valores no puedo dejar de ir. ¿Cómo me siento después detrás de un escritorio si ahora me escondo debajo de la cama?", le preguntó a su mamá. Sus compañeros, conscriptos clase 61, estaban siendo convocados. Y aunque a Julio nunca le llegó la carta para que se presentara en el Ejército fue igual.

El maestro Julio Cao con sus alumnos
En 1991, Delmira y Julia, que tenía sólo 9 añitos, viajaron a Malvinas. En el cementerio de Darwin adoptaron una de las 230 tumbas a la que cuidan y honran. El cuerpo de Julio es uno de los que aún está sin identificar. "Me impactó muchísimo. Me generó muchos sentimientos de rencuentro con la figura mi papá, desde el lugar íntimo. No desde el lugar del maestro o del soldado. Ese lugar paterno que yo a mi manera construí sin tenerlo", confiesa Julia con ganas de volver un día.

Tanto para ella como para Delmira, la gran deuda con los 649 muertos argentinos del conflicto está vinculada con la memoria. "Pienso que todo el pueblo tendría que reconocer el gran valor que tuvieron y que arriesgaron la vida por la patria. Tanto los que están como los que no se merecen un reconocimiento público y total. Espero que a nivel popular se genere algo especial porque ya se cumplieron tres décadas y es el tiempo suficiente para elaborar las heridas. Cuando finalizó la guerra quizás no era el tiempo indicado porque la sociedad también estaba dolida como los familiares. Pero ahora es el momento indicado para reivindicar a las personas que lucharon allá y se entregaron por nosotros", dice Julia.

Nunca conoció a su papá, pero su familia y amigos se encargaron de que supiera quién había sido. "A él en Malvinas lo ilustran como una persona que daba apoyo moral a sus compañeros, que era muy religioso, que les hacia rezar el rosario. Era una persona que tenía un contacto muy íntimo con sus compañeros y que los alentaba", repasa.

"Fue una persona que a pesar de ser joven tenia altas aspiraciones. Que ejercía su trabajo con amor, con vocación. Estaba convencido de lo que hacía. Desde tercer grado decía que quería ser maestro", cuenta Julia, uno de los tres anhelos de este soldado voluntario: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.
Aunque Julio no llegó a escribir ese libro sí escribió y varias veces desde Malvinas. Una vez a sus alumnos de 3er grado (ver La carta de Julio a sus alumnos). Julia sabe de memoria lo que dicen esas cartas. Y cuando repara en la letra, prolija, clara, exacta, no puede dejar de sentirse identificada: "A mi me gusta escribir y siento que es algo que heredé de él. Hay muchas cartas en las que me menciona. Las aspiraciones de tener un hijo. Pienso que él se aferraba a esa idea. Estaba casado y eso puede haber sido una salvación en esos momentos: imaginarse una situación feliz".

"Para mí es muy fuerte llevar su nombre. Es muy fuerte y muy importante", dice y se le llenan los ojos, la piel, de orgullo. "El árbol que plantó en el patio de la casa de mi abuela ahora mide como 10 metros. Es un símbolo de lo que él fue y de lo que también trascendió después de muerto. Creció incluso cuando él ya no estaba". Igual que su hija, su otro legado, que en agosto cumplirá 30 años.

Julio Rubén Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa fue dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3er grado. Allí, les pidió disculpas por su repentina ida a la guerra. Esta es la carta completa, fechada en Puerto Rivero, el nombre con que en un comienzo se llamó a la capital de las islas.

En plena guerra, Julio Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa iba dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3º grado. En ella les pide disculpas por su repentina partida hacia las islas.

Carta del HÉROE MAESTRO Y SOLDADO CAO a sus alumnos desde el frente de combate.

En plena guerra, Julio Cao escribió varias veces desde Malvinas. La carta más extensa iba dirigida a la directora del colegio en el que daba clases y a sus alumnos de 3º grado. En ella les pide disculpas por su repentina partida hacia las islas.



La carta completa está fechada en Puerto Rivero, el nombre con el que se llamó a la capital de las islas en un primer momento.
"Puerto Rivero, 24 de abril de 1982


Sra Directora:


He recibido carta de mi esposa quien me transmitió la preocupación de todo el personal de la escuela en cuanto a mi presencia luego de mi inesperada desaparición debido a mi incorporación al Ejército.


Deseo hacer llegar a ud y por su intermedio a todo el personal de la escuela mi mayor gratitud por haberme hecho sentir tan a gusto durante el corto lapso en que me conté entre uds.


Espero que no se tomen en cuenta la incorrecta redacción y caligrafía de estas líneas pues es un soldado no un maestro quien las escribe.


Considero que uds desearán saber las condiciones en que vivimos aquí los soldados, que según tuve oportunidad de comprobar son muy distintas a las que describen en los diarios.


Formo parte de la sección Atam. (sic) del Regimiento de Infantería mecanizada 3. Nuestra misión es dar apoyo de artillería a la primera línea de las compañías de Infantería de nuestro regimiento que se encuentran sobre las costas. Nosotros nos encontramos 100 o 150 metros a retaguardia, prácticamente en el frente.

Estamos a unos 3 km del Puerto Rivero (Stanley), en la isla Soledad y vivimos en pozos de 1 m por 2 m (sic) aproximadamente (pozos de zorros) en parejas, de a dos soldados; la humedad de la tierra es nuestro mejor compañero. Comemos bien, pero la ansiedad hace que sintamos mayor apetito, no hay comida que alcance. Hace frío, frío, mucho viento y el clima en general es muy húmedo. Las noches son muy largas y se hacen más largas porque cumplimos 2 hs de guardia.


Releyendo la carta me doy cuenta de que los estoy describiendo un panorama para nada alentador, pero la realidad es que no es nada que no pueda soportarse; principalmente porque la moral de la tropa es muy alta en general.


Con respecto a la situación en general, recibimos las informaciones de la radio local que no son otras que las que "la superioridad" quiere que sepamos; sobre el ataque a las Georgias y demás, en general muy escasas. Por otra parte ya hubo enfrentamientos acá en la isla Soledad que no sé si son de dominio público: el día 27 de abril a las 2130hs, comenzamos a oír que la artillería que se encuentran a retaguardia tiraba sobre las costas; recibimos órdenes de alistarnos y de mantenernos atentos dentro de las posiciones. No teníamos otra información más que el hecho de que el fuego continuaba ininterrumpidamente. Nos encomendamos a Dios y esperamos. No sé si temblaba de frío o de miedo, pero temblaba. Hasta las 3 30 hs del día siguiente continuó el fuego y algunos tiroteos aislados que seguramente eran producto de algún miedoso (que constituyen un verdadero peligro) a las 4 hs aproximadamente recibimos noticias de que el peligro había pasado y podíamos dormir. Por la mañana, el teniente coronel, Jefe del Regimiento, nos informó por radio lo sucedido: el radar había detectado lanchones de desembarco (aproximadamente 100 efectivos) y un submarino a 1000 metros de las costas. El fuego de la artillería los cerró y puso fuera de combate, el submarino se alejó. Más que ese susto no pasó nada y esto nos sirvió para darnos cuenta de que un desembarco en esta zona es prácticamente imposible.


Señora deseo recordarle que esta información y todo lo que se refiere a mi ubicación no he hecho llegar ni a mi esposa ni a mi familia, con el objeto de no alarmarlos más de lo que por el hecho mismo se encuentran. Igualmente tengo la seguridad de que las cosas no van a llegar a mayores y que esto va a terminar muy pronto; no sabe cuánto deseo volverme a encontrar frente al grado cumpliendo esa misión mucho más gratificante y provechosa que la que tengo encomendada.
(...)
Su muerte ocurrió el 10 de junio de 1982 durante la ofensiva británica sobre Puerto Argentino. La escuela Nº 32 de La Matanza, donde ejerció como docente antes de partir hacia las Malvinas, lleva su nombre.

Desearía que hiciera llegar a la maestra de 3ero D este mensaje para mis alumnos:
"A mis queridos alumnos de 3ro D:


No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera. Espero que ustedes no se preocupen mucho por mi porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.


Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder. Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes. Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.


Señora, además desearía hacer llegar mi recuerdo y saludos a todo el personal a la señora Bibiana, al Sr Galo, Cristina, Nora, Mercedes, Bárbara, Isabel y a todos los docentes de mi turno y de la escuela; a la señora Alicia quisiera que sepa que extraño mucho su mate de las 13 hs, y espero pronto volverlo a saborear ya que aquí el desayuno es una especie de mate cocido mezclado con cal de albañil y hasta un poco de cemento, nada de azúcar.


Habiendo distraído demasiado su atención pero sintiéndonos por un instante con uds me decido a concluir estas líneas con la esperanza de encontrarme a la brevedad con ustedes.
El maestro soldado Cao cayó en combate el 10 de junio de 1982 durante la ofensiva británica sobre Puerto Argentino. La escuela Nº 32 de La Matanza, donde ejerció como docente antes de partir hacia las Malvinas, lleva su nombre. ¡ GLORIA Y HONOR !

 

Héroe de Malvinas soldado Luis Guillermo Sevilla, héroe de Malvinas

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El Soldado Conscripto Luis Guillermo Sevilla, nacido en la Provincia de Salta (Rosario de la Frontera), en el año 1963, fue destinado a la BAM Cóndor, situada en el istmo de Darwin, Isla Soledad.

Falleció el 28 de mayo de 1982, mientras cumplía su función de sirviente de una ametralladora MAG de 7,62 MM, protegiendo el repliegue de sus camaradas, frenando el avance de la tropa inglesa.

Desde el 17 de septiembre la escuela rural 4.430 del paraje La Hoyada, en Rosario de la Frontera, lleva el nombre del héroe de Malvinas Luis Guillermo Sevilla.

El recuerdo de su madre.

La madre y la hermana de Luis Sevilla estuvieron presentes en el acto de bautismo de la escuela rural.
“La escuela cambió su nombre por el de mi hijo el mismo día de su cumpleaños”, dijo Cristina Lera, la mamá de Luis.

“Mi hijo nació en Rosario de la Frontera y me llena de orgullo saber que su recuerdo quedará grabado en la memoria de la gente de la zona. La comunidad educativa, los docentes y alumnos nos recibieron con mucho respeto y un gran cariño. Fue un día que no voy a olvidar”, agregó.

Cristina y su hija llegaron acompañadas por integrantes de la agrupación de gauchos Héroes de Malvinas Patricio Guanca.


Su historia


Cristina contó que Luis fue el mayor de sus dos hijos y que desde muy chico fue su mano derecha y la acompañó en sus días difíciles.

Cuando quedó embarazada de su segunda hija se trasladaron a Salta. Luis, al poco tiempo, se fue a Buenos Aires en busca de otros horizontes.

Desde allá colaboraba con su familia hasta que le tocó realizar el servicio militar.
“Me decían que podía quedar exceptuado por ser el único sostén de la familia, pero él no quiso. Me dijo que iba a cumplir con su obligación y que después volvería a Salta”, señaló la mujer.

El conscripto Sevilla, clase 63, fue incorporado en enero, por sorteo, a la Aeronáutica y en marzo regresó con licencia para estar unos días con su madre. “Fue la última vez que estuvimos juntos”.

“Estuve dos veces al lado de la cruz que lo recuerda en la isla Soledad”, afirmó, con tristeza, Cristina.
Un aula del Colegio Aráoz lleva el nombre del soldado, al igual que una cancha de fútbol del barrio Limache, en Salta Capital.

La resolución ministerial que impuso el nombre de Cabo Luis Guillermo Sevilla a la escuela de La Hoyada honran al jóven héroe de Malvinas que ofrendó su vida por la Patria.¡¡ GLORIA Y HONOR PARA EL SOLDADO LUIS GUILLERMO SEVILLA !!

Aquel buque de guerra inglés que vino después de Malvinas

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El "HMS Endurance", con escolta, ingresa a Puerto Belgrano. Tuvo un desperfecto en el timón y debió pedir asistencia

El 10 de marzo de 2006, casi 24 años después de la Guerra de Malvinas el "HMS Endurance" se convertía en el primer barco de guerra británico en ingresar a una zona militar argentina. El motivo era un desperfecto mecánico en el timón, que le reducía la capacidad de maniobra y no le garantizaba cruzar el Atlántico con éxito. El lugar elegido fue la Base Naval Puerto Belgrano, la más grande de nuestro país.

La sensación previa a la llegada del buque, para la mayoría, era de incertidumbre, resquemor y precaución. Argentina y Gran Bretaña reanudaron los lazos hace ya mucho tiempo: muchas bandas musicales vienen cada año al país, futbolistas argentinos triunfan ganándose el cariño de la gente inglesa, el comercio es fluido, etcétera, pero el hecho de que el barco fuera de la Marina Real Inglesa hacía que la gente se preguntara cosas.

Durante aquel marzo, el grito, el reclamo o la agresión verbal, en esporádicos casos, existieron. Pero lo que predominó fue el buen recibimiento hacia los marinos ingleses que desembarcaron en Puerto Belgrano y nuestra ciudad.

El atraque del "Endurance" se realizó con éxito y fue presenciado por autoridades militares inglesas y argentinas, que dieron la bienvenida diplomática a la nave averiada. La reparación se preveía de una semana, pero por la dificultad de conseguir los repuestos y un paro del personal civil de la Base, la estadía se estiró a 27 días.


Los marinos ingleses, que inicialmente se mostraban prudentes o reacios a pisar nuestro suelo, finalmente terminaron disfrutando la visita casi como un viaje de placer. Se los veía jugar al fútbol contra argentinos, comprar electrónica y ropa a buen precio, llenar los bares de Alsina y otros boliches en busca de algún romance, y hasta fueron agasajados con algún asado, cuando los días iban pasando y las amistades se iban entablando.

Dado que las obras de reparación se realizaban a dique seco, la mayoría de los 128 tripulantes se hospedaba en dos importantes hoteles de la ciudad y agentes civiles argentinos cuentan que muchos de los británicos hasta lamentaban el hecho de tener que irse cuando el timón finalmente estuvo reparado.

www.lanueva.com 

La silenciada historia de las veteranas de Malvinas

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No sólo fueron madres, abuelas, hermanas, tías, amigas. También hubo protagonistas que fueron silenciadas por la última dictadura militar e invisibilizadas por los sucesivos gobiernos democráticos. Son las mujeres de la guerra de Malvinas, que sufrieron los mismos problemas que los hombres, las pesadillas, el estrés post traumáticos y el ninguneo, y que 33 años después, de a poco, están empezando hablar.

La mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles. Sólo la Fuerza Aérea había comenzado a incorporarlas en 1980 con el rango de cabo primero. También hubo voluntarias que casi nadie recuerda. Y miembros de la Marina Mercante. Pero todas vivieron los horrores desde adentro: recibieron en el continente y en los buques transformados en hospitales a los soldados heridos, amputados, quemados y psicológicamente agobiados.

Un libro y un proyecto de ley intentan rescatarlas del olvido. El primero se llama Mujeres invisibles y fue escrito por la cordobesa Alicia Panero, pero no fue publicado en formato papel. El segundo es una iniciativa de la senadora riojana Hilda Aguirre de Soria, que incluye además del reconocimiento a su labor, la consagración del derecho a una pensión vitalicia.

El libro de Panero repasa historias como la de Liliana Collino, la única mujer que está probado que pisó territorio isleño a bordo un Hércules C-130 en el que se transportaban contenedores y heridos, y que en 1986 pidió su baja luego de pedir en reiteradas ocasiones un ascenso que nunca llegó. Infobae entrevistó a su autora.

- ¿Qué motivó su investigación?
Yo estoy casada desde hace 30 años con un militar, vivo en una base aérea y no sabía que había veteranas. No hay una política de difusión sobre ellas. El veterano en el inconsciente colectivo es un hombre. La gente cuando escucha la historia de las veteranas no lo puede creer. Cuando salió la ley del Día del Veterano y los Caídos de Malvinas las dejaron afuera del nombre porque no se sabían que había veteranas. Pero aún hoy hay mucha negación de los hombres. Recién las invitaron a desfilar por primera vez el año pasado, en el aniversario del bautismo de fuego de las Fuerzas Armadas, el 1 de mayo.

- ¿Y dónde estuvieron todos estos años?
El Congreso las reconoció cuando se cumplieron los 30 años de la guerra, pero en ese transcurso, la mayoría prefirió no hablar, primero, porque la guerra venía de la dictadura y era como vergonzante; y segundo, nadie les creía, porque nunca se habló de ellas. Además, en general, los que sufren estrés postraumático hablan muchos años después. Por ejemplo, Alicia Reynoso (NdR: una de las trece enfermeras de la Fuerza Aérea que trabajaron en el hospital reubicable en Comodoro Rivadavia), a raíz de un ACV, recién 28 años después de la guerra contó su experiencia en una sesión de terapia. Y hoy sigue dando charlas.

A la derecha, Alicia Reynoso. Fue una de las trece mujeres que con el grado de cabo primero habían sido incorporadas un año antes de la guerra a la Fuerza Aérea y que trabajaron en el hospital reubicable que se instaló en Comodoro Rivadavia.

- Al margen del silencio de ellas, ¿por qué hubo una decisión del Estado de invisibilizarlas?
Hubo una orden en la dictadura de silenciarlas. El problema es que con la democracia y con todo el avance que hubo en materia de género eso debería haber cambiado esto. En su momento les sugirieron expresamente que no hablen, principalmente, porque ellas vieron las condiciones en las que volvían los soldados.

- ¿De qué hablaban? ¿Cómo eran los diálogos con los heridos?
Ellas en general no preguntaban qué les había pasado. Sólo los escuchaban. Les contaban del frío, del hambre, de que extrañaban a sus mamás. Y ellas sentían la necesidad de abrigarlos. Las de la Fuerza Aérea, por ejemplo, lo que más recuerdan es que cuando se abrían las puertas de los Hércules y bajaban las camillas, no había un sólo soldado que no pidiera por su madre.

- ¿Y con los enfermeros varones cómo era la relación?
Entre los hombres el trato era más difícil, no tan íntimo ni desde los sentimientos. Con las enfermeras tenían un trato más humano.

- Un dato que llama la atención es la edad de las mujeres. Aunque siempre se habló de los conscriptos, había estudiantes de enfermería de 15, 16 y 17 años.
Si, fue un abuso del Estado el haber usado chiquitas de 15 años para ese trabajo.

- La historia de Doris West es particular porque era la única mujer dentro de la tripulación del buque carguero Formosa.
Doris ya estaba acostumbrada, porque tenía 50 años (hoy tiene 84). Además, era un barco civil de la Marina Mercante, no era militar, era más natural el trato. La respetaban mucho porque estaba con jóvenes y ella era más grande. Ella es una de las pocas que cobra una pensión, pero estuvo realmente en la guerra, porque el Formosa estuvo en la costa de las Islas e incluso recibió una bomba de un avión argentino.

- El buque transformado en hospital que más enfermeras tuvo fue el Irizar. ¿Cómo fue la historia ahí?
En el Irizar no esperaban mujeres y a las seis que fueron les tuvieron que armar un cuarto de emergencia. Al principio no les hablaba nadie, porque se decía que las mujeres a bordo son mala suerte y, además, no estaban acostumbrados a trabajar con mujeres. Pero después se integraron, sobre todo cuando empezaron a llegar los heridos, porque el trabajo no daba lugar a esas cosas. La experiencia fue muy fuerte para todos, hombres y mujeres, porque no había antecedentes.

- Con las mujeres de la Fuerza Aérea se da una paradoja, porque eran las únicas que tenían condición militar, pero en tu libro concluís que fueron las más sufrieron el maltrato de los hombres.
En un traslado de Buenos Aires a Comodoro Rivadavia, el comandante tuvo que llevar a la cabina a cinco mujeres de la Fuerza Aérea, porque no paraban de gritarles cosas machistas y piropos subidos de tono. No querían que estén ahí. También la pasaron mal en el hospital, porque no estaban muy informadas de lo que estaba pasando. Y mientras esperaban a los primeros heridos hacían vida de cuartel. No las tenían bien.

- ¿Por qué elegiste para contar la historia de la enfermera chilena Griselda Gatica Garrido?
Ella trabajó en el Sanatorio Central de Bahía Blanca, a donde llegaron heridos de las islas y sobrevivientes del hundimiento del General Belgrano. Ella me conmocionó mucho porque hay toda una historia pesada con los chilenos y la guerra. Es cierto que Chile ayudó a los británicos, pero ella trata de explicar que no son los pueblos, sino los gobiernos los que hacen la guerra. Aún hoy muchos tienen un odio visceral, sin pensar que allá también vivían en una dictadura. La gente común no tuvo nada que ver en eso. Griselda no tuvo una actitud pro británica e igual se comió insultos por ser chilena. Su historia es terrible desde lo ejemplificador.

- ¿Qué diferencia había entre las enfermeras británicas y las argentinas?
Las inglesas fueron 30 mujeres que estuvieron en el buque hospital Uganda SS. Si bien eran jóvenes, eran profesionales. En cambio las argentinas recién estaban haciendo la carrera y tuvieron que actuar como recibidas.

- ¿Las reconocieron?
Sí, inmediatamente, en agosto, cuando regresaron a Londres. Y las condecoraron. Para ellos, todo el que se trasladó a una zona de conflicto tiene derecho a una pensión.

- ¿Cómo fue el trato de las enfermeras inglesas a los heridos argentinos?
Los argentinos en el Uganda SS no tienen más que buenos recuerdos, más allá de la guerra. Hay uno que estuvo más de dos semanas y contó que no les importaba que sea argentino.


- Del lado británico, una figura central es la de la artista Linda Kitson, enviada por el Museo Imperial de Guerra a retratar la guerra. Sin embargo, sus dibujos en general no muestran los horrores del combate. ¿Por qué toma esa decisión?
Hasta ese momento desde el Museo Británico habían enviado hombres a las guerras, que habían estado en el frente con las tropas y habían retratado las cosas más crueles. Linda, en cambio, optó por la vida en los campamentos para dar una visión de la guerra que ella define como "más misericordiosa", por ejemplo, mostrando cómo cambiaba la vida de los civiles.

La historia oficial dice que hay tres isleñas muertas por un bombardeo británico, pero hay otras siete que murieron por las minas. ¿Son recordadas o su historia también fue invisibilizada?
Esas tres civiles sí son recordadas. Hay una placa en el cementerio de San Carlos y aparecen en las placas en Londres que tienen el listado de muertos. Igualmente, no les gusta que las recuerden junto con los militares. Para ellos es más grave y pesada la muerte de civiles. Sin embargo, es un hecho casi desconocido, que para los isleños fue terrible: había una familia, los Fowler, que como su casa era de piedra habían invitado a sus vecinos a refugiarse, y una bomba que cayó sobre su casa mató a tres mujeres.


- Los especialistas británicos suelen mencionar a dos mujeres a la hora de hablar de la guerra, la entonces primera ministra Margaret Thatcher y Sarah Jones, la esposa del militar inglés de más alto rango muerto en las islas, Herbert Jones. Sin embargo, ninguna de las dos participó directamente de la guerra.
Es cierto que no estuvieron en la zona de conflicto. Pero Sarah tiene una vida muy dedicada a la guerra, porque es miembro de la Comisión de Tumbas de Guerra de la Commonwealth y preside la Asociación Familias de Malvinas. Es una mujer que lleva su pérdida con mucha dignidad.

- ¿Qué opinás del proyecto de la senadora Aguirre de Soria?
Es un tema difícil porque se podrían venir encima los militares que no cobran pensiones. Pero la ley está muy bien redactada: se refiere a las mujeres que estuvieron en contacto con los heridos. Hoy sólo cobran pensiones siete mujeres del Ejército cobran pensiones y algunas de la Marina Mercante que estuvieron embarcadas. No hay un listado, pero yo sólo conozco a cuatro.

- ¿Por qué crees que todas las enfermeras, aún las que trabajaron en el continente, deberían cobrar una pensión?
Porque la guerra se traslada a donde se atienden a los heridos. Por algo esas enfermeras también tuvieron estrés postraumático. Por ejemplo, hay una que tenía 15 años, que se volvió adicta a las drogas y durante 25 años no habló de la guerra.

- ¿Hubo algún tipo de reclamo hasta ahora?
Algunas estuvieron peleando por sus derechos, pero no llegaron a nada, ni siquiera podían conseguir el certificado de las tareas que cumplieron.

- ¿Cuál es la situación de las mujeres en las Fuerzas Armadas hoy?
En general, siguen siendo ignoradas. Es como que están obligados a integrarlas, pero hasta ahí. El año pasado, por ejemplo, las invitaron por primera vez a desfilar, pero unos meses después había un ágape, y no las dejaron entrar.

www.infobae.com

Enfrentamiento en Many Branch (Cdos. 601 vs. S.A.S.)

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Mientras en la Isla Soledad acaecían aquellos acontecimientos, en la Gran Malvina, más precisamente en Puerto Howard, permanecía aislada la 1ª Sección de la CC601 a las órdenes de los tenientes primeros Sergio Fernández y José María Duarte. Hasta entonces, las PAC habían hecho imposible todo intento de cruce de estrecho y por esa razón el alto mando resolvió que el RI5 emplease a los comandos en misiones de patrulla y observación, preferentemente sobre la línea del litoral.

Privado de suministros y atacado por la aviación enemiga, el regimiento tenía ya once bajas, cinco de ellas fatales, escaseaba el alimento y el espíritu de la tropa, tan alto cuando el derribo del Harrier del teniente Glover, había decaído notablemente. Algo similar acontecía en Bahía Fox, el otro punto ocupado por tropas argentinas en la isla occidental.


Los kelpers cooperaban en todo cuanto podían salvo, como es de suponer, en tareas militares. 


En ese lugar se mostraban menos hostiles y desconfiados que los de la Isla Soledad y no dejaban de desempeñar sus tareas de campo como de costumbre dado que las acciones, en ambos puntos, eran mucho más esporádicas. El administrador local, Sr. Lee, mantuvo en todo momento una actitud correcta y eso facilitó mucho las cosas entre pobladores y tropas de ocupación.

La guarnición fue varias veces bombardeada por aviones Harrier, ataques rechazados una y otra vez por la artillería antiaérea y las armas automáticas de la Compañía C. Durante una de esas incursiones, una bomba beluga impactó en la cocina del regimiento y mató a cinco soldados, además de herir a otros seis, entre ellos un oficial y un suboficial.


Durante las noches, las posiciones eran hostigadas por una fragata que se aproximaba para abrir fuego con sus cañones de 114 mm automáticos, obligando a las tropas a permanecer estáticas durante horas.


El 27 de mayo, uno de los proyectiles alcanzó un galpón de esquirla próximo al caserío, causando bajas a la Compañía A. Los argentinos respondieron con sus morteros de 120 mm, generándose un furioso intercambio de fuego, especialmente cuando una segunda embarcación se hizo presente para apoyar a la primera.


En esa oportunidad, numerosas esquirlas travesaron la casa que servía de alojamiento a lo comandos y eso los obligó a buscar protección en el suelo. En vista de ello, se decidió un cambio de posición y a la mañana siguiente pasaron al edificio de la escuela local, al que encontraron más confortable y adecuado.


El 29 de mayo la 1ª Sección de la CC601 recibió desde el puesto de mando de la III Brigada una orden realmente absurda: debían dirigirse a la isla Swan y destruir el radar que funcionaba allí, si es que realmente existía. Pero la misión se suspendió cuando los comandos explicaron que solamente disponían de un bote con dos remos que para peor, hacía agua por sus junturas. Eso dio motivo a bromas y humoradas, en especial cuando la gente del teniente primero Fernández solicitó a Puerto Argentino una botella de champagne y una madrina para la ceremonia de botadura de “la embarcación”, chanza que no debió haber caído muy bien en el puesto de mando de la brigada.


El 3 de junio la posición recibió fuego muy certero desde San Carlos. El hecho de que los proyectiles hubiesen impactado cerca de la escuela, llevó a sospechar tanto a los comandos como a los jefes del RI5, que algún observador ubicado en las elevaciones que rodeaban el caserío debía estar reglando los disparos.


A la carrera, los comandos se vieron forzados a abandonar el edificio y corrieron hacia el refugio que se había construido especialmente para el general Parada y que aquel jamás ocupó porque, como ya se ha dicho, nunca visitó las posiciones. Se trataba de un gran pozo con techos de chapa, reforzados con madera y pisos de material, sostenido con tambores de 200 litros llenos de tierra.


En momentos en que los hombres salían del edificio, una granada explotó en la puerta haciendo añicos los vidrios y perforando las paredes, aunque sin producir bajas.


Los niños de la población estaban aterrados, como sucedía siempre que se producía un ataque y debido a ello, a la mañana siguiente cinco familias del lugar solicitaron ser trasladadas a Muny Brasch, un pequeño establecimiento situado en el interior de la isla, al norte de Puerto Howard, donde según explicaron, estarían más seguros. Por otra parte, la comida comenzaba a escasear y el equipo del regimiento se estaba deteriorando, lo que agravaba notablemente el cuadro de situación. Soldados famélicos y otros en un preocupante estado de desnutrición, eran prueba elocuente de ellos. El miércoles 5 llegó a Howard el “Bahía Paraíso”, novedad que sirvió para elevar la moral de la tropa. Desde la cubierta, un helicóptero Puma levantó vuelo y tras sortear el trecho que lo separaba del poblado y las posiciones del RI5, tomó tierra y comenzó a descargar provisiones y elementos sanitarios. 


Finalizada la operación, se procedió a evacuar a los heridos, entre ellos a un conscripto de apellido Vargas, que pese a haber perdido una pierna, se despidió emotivamente del coronel Mabragaña.

Llegada la noche, los comandos se dispusieron a cumplir una nueva directiva impartida por la III Brigada, consistente en llevar a cabo observaciones en la boca norte del estrecho, en dirección a San Carlos, con el fin de establecer blancos para la Fuerza Aérea.


Como primera medida, los tenientes primeros Fernández y Duarte dispusieron el envío de una avanzada integrada por el teniente primero Leopoldo Quintana, el sargento ayudante Juan Carlos Ruiz, el sargento Oscar Alfredo Sánchez y el cabo primero Manuel Rivero, quienes abordaron un tractor recientemente reparado y se pusieron en marcha hacia el monte Rosalía.


El vehículo, conducido por un soldado del regimiento, los dejó junto a un pequeño puente sobre el que destacaba un galpón abandonado. Los comandos echaron pie en ese lugar y continuar a pie, atentos a cualquier movimiento.


La marcha fue dura debido a las condiciones climáticas (hacía mucho frío) pero eso no impidió que alcanzasen el objetivo, una elevación de 425 metros de altura, sobre cuya pendiente observaron extraños cuya naturaleza no pudieron determinar. Aún así, cuando daban las 05.00 horas, comenzaron a trepar sus laderas bajo una helada llovizna, alcanzando la cima cuarenta minutos después. Fue entonces que montaron su PO y comenzaron a otear los alrededores sin dar con ningún indicio de los misteriosos destellos.


Se hallaban completamente solos, a 30 kilómetros de su gente, en una zona constantemente patrullada por aviones, helicópteros y radares enemigos y a 20 kilómetros al oeste de San Carlos. Pese a que la niebla los cubría (además de dificultarles la visión) decidieron, como medida precautoria, no armar las carpas y pasar esa primera noche a la intemperie.


El 7 por la mañana Quintana informó por radio que no se observaba nada anormal pero que a la distancia se habían escuchado explosiones cuto origen se habían podido establecer. Desde el puesto de mando le informaron que se trataba de un ataque a la cabecera de playa llevado a cabo por los bombarderos Canberra y que posiblemente volverían a repetirse esa misma noche. El comando de la III Brigada se les ordenó permanecer allí y mantener la vigilancia hasta nuevo aviso.


No pasó mucho tiempo desde aquel contacto radial cuando los observadores alcanzaron a divisar a lo lejos una patrulla británica que se desplazaba paralela a la costa, en dirección a la Casa Rosalía, un establecimiento rural cercano, justamente el lugar por donde los cuatro efectivos pensaban replegarse.


El 8 de junio amaneció limpio y soleado, día ideal para emprender el regreso, pero un Sea King británico comenzó a sobrevolar la región y enfiló después hacia el interior de la isla, impidiendo a la gente de Quintana llevar a cabo ningún movimiento.


Anochecía y la temperatura comenzaba a descender cuando en dirección sur, detectaron una segunda patrulla integrada por paracaidistas, clara evidencia de que el enemigo estaba rodeando la elevación y preparaba una incursión sobre Puerto Howard.


El grupo de Quintana estaba prácticamente cercado y solo tenía a las alturas del oeste como única vía de escape por lo que, sin pensarlo más, recogieron el equipo y se escabulleron.


Lograron “desengancharse” del enemigo sin mayores dificultades y al amparo de la obscuridad, atravesaron una serie de elevaciones menores, hasta distinguir las inconfundibles siluetas del galpón abandonado y el pequeño puente donde el día anterior los había dejado el tractor. Decidieron aguardar allí.


En esos momentos, el teniente primero Duarte avanzaba hacia ese punto, al frente de seis hombres, cumpliendo la orden de tomar contacto con Quintana y relevarlo y en caso de no lograrlo, comunicar la novedad a Puerto Howard para que toda la sección saliese en su busca.


Duarte y Quintana se encontraron en el puente, estrechándose todos en un fuerte abrazo. La avanzada había logrado evadir el cerco y traía nutrida información sobre los movimientos que estaba realizando el enemigo, por lo que decidieron emprendier juntos el regreso para dar cuenta de la novedad a sus superiores.


El general Parada censuró con extrema dureza el proceder de los comandos, cosa que los indignó en extremo. Les recriminó el hecho de no haber entablado combate contra las patrullas y haberse limitado solamente a informar. ¡Justo él, que ni siquiera había asomado la nariz más allá del perímetro de Puerto Argentino!


-¡Pero señor– le dijo el teniente primero Fernández a través de la radio – eran solamente cuatro y tenían expresas órdenes de no tomar contacto con el enemigo!


-¡¡Cuando uno tiene algo, no solamente debe llevarlo sino demostrarlo!!– aulló el alto oficial al otro lado de la línea.

Había sido realmente injusto y ofensivo y eso fue lo que le hizo ver su ayudante, el mayor Bettoli, presa de una furia contenida que no pudo expresar.


-Señor, usted ha sido muy injusto. Esos hombres están soportando terribles sufrimientos.

-Lo hice a propósito–fue la respuesta– Para incentivarlos.

El 9 de junio se destacó una segunda patrulla para vigilar la costa norte de la Gran Malvina, una vez más al mando del teniente primero José Martiniano Duarte. La integraban el sargento ayudante Francisco Altamirano, el sargento primero Eusebio del Tránsito Moreno y el cabo Roberto Félix Ríos a quienes seguirían veinticuatro horas después el teniente Isidro Alonso y cinco hombres más.

El pelotón se encaminó hacia Muny Branch, lugar especialmente escogido porque constituía un punto de fácil repliegue y allí se detuvo hasta las 17.00 cuando al no detectar ningún movimiento, Alonso, decidió pasar ahí mismo la noche y reiniciar la marcha al día siguiente.

Así fueron pasando las horas, sin sobresaltos, mientras se escuchaba en la lejanía el sonido de explosiones, provenientes del otro lado del estrecho.

Los despertaron las turbinas forzadas de los Harrier, otra prueba de que los británicos habían montado un aeródromo en San Carlos y que operaban sus aviones desde allí. Duarte se apresuró a informar la novedad a Puerto Howard y después de una breve ración, emprendió el regreso bordeando la costa.

Se encontraban a solamente 8 kilómetros del poblado cuando en pleno desplazamiento, al momentos de atravesaban un corredor rocoso, escucharon voces en inglés que venían del otro lado de la pared natural que daba hacia el oeste.

Duarte alzó su mano y todos se detuvieron. Moreno también había sentido las voces y por medio de señales se lo hizo saber a su jefe. Con el firme propósito de no quedar al descubierto, retrocedieron en el más completo silencio y así alcanzaron un grupo de rocas donde se quitaron las mochilas y se prepararon para entrar en acción.

Una sola duda carcomía al jefe del grupo: aquellos podían ser pastores kelpers pero, según Moreno, se trataba de soldados enemigos.

En voz baja, casi sin moverse, el suboficial se ofreció a adelantarse para investigar pero Duarte se negó terminantemente porque temía que su subordinado quedase rodeado por, al menos, una treintena de hombres.

Moreno quitó el seguro de una granada y preguntó si la podía arrojar y en el momento en que su superior le ordenaba aguardar un poco más, emergió de entre las rocas la figura de un hombre.

Quedaron todos paralizados. Se trataba de un individuo de raza negra, alto y de poblados bigotes, que llevaba puesto un pasamontañas verde de la Armada Argentina y un traje de camuflaje, trofeos de la reconquista de las islas Georgias.

La sorpresa pareció descolocar tanto a los comandos como al recién llegado, pero sobreponiéndose, Duarte se incorporó y apuntando con su ametralladora le preguntó con voz firme, si era argentino o británico (era evidente que no pertenecía a ninguna de las dos nacionalidades).

En lugar de contestar, el sujeto se arrojó a un costado y abrió fuego.

Se produjo entonces un violento tiroteo en el que Duarte se salvó por muy poco de ser alcanzado por varios proyectiles de 5,56 mm.

Él también disparó, justo cuando Moreno lanzó dos granadas que estallaron con fuerza en el mismo instante en que un proyectil similar de 40 mm, pasaba de largo a escasos centímetros de su cabeza, para estallar detrás suyo, levantando una nube de tierra y piedras.

Sin dejar de disparar, Duarte le ordenó al cabo Ríos que preparase una granada de fusil. En ese preciso momento, Moreno comenzó a tomar distancia porque al estar todos muy juntos, beneficiaban al enemigo ofreciendo un blanco fácil.

Tras la explosión de otra granada británica, los ingleses echaron a correr barranca abajo, sin dejar de disparar. Se trataba de dos integrantes de una patrulla avanzada que buscaban alejarse del lugar desesperadamente.

-¡¡Ahí van!!– gritó Duarte mientras se incorporaba y apuntaba.

Con absoluta sangre fría el oficial argentino disparó y abatió a uno de los efectivos que al recibir el impacto, se desplomó en el acto en tanto el otro, después que una nueva granada le explotara cerca, detuvo su carrera y alzó los brazos rogando que no lo maten. Duarte le ordenó al británico que se acercase y le indicó a Altamirano que siguiera tirando hacia el lugar por donde ambos habían aparecido, por si había más soldados.

El hombre negro recién se movió cuando un disparo impactó muy cerca de donde se encontraba parado y muy lentamente se fue aproximando. Cuando lo tuvieron a su lado, los argentinos lo obligaron a mantener las manos en alto y procedieron a revisarlo.

Se trataba de un centroamericano oriundo de Belice, ex colonia británica del Caribe recientemente independizada (1) y, por consiguiente, era seguro que entendía el español.

Altamirano lo palpó de armas y cosa increíble, cuando lo interrogó, el individuo respondió en italiano, temblando de miedo por la suerte que podría llegar a correr. En vista de ello, Duarte le aclaró que en tanto colaborase con ellos nada le iba a ocurrir y eso pareció tranquilizarlo.

El negro explicó que integraba una patrulla de solo dos hombres, depositados en la zona por un helicóptero para efectuar una misión de exploración. Mientras hablaba, Moreno, se encaminó hacia donde se encontraba el soldado abatido y al darlo vuelta, comprobó que estaba muerto, cosa que indicó a sus compañeros colocando el pulgar hacia abajo. El sujeto, rubio, alto y corpulento, había recibido un balazo en la espalda y otro en el brazo.

Moreno recogió el fusil, la radio y los papeles que el británico llevaba encima y subió nuevamente la barranca para enseñar lo que llevaba en las manos. Entonces Duarte resolvió seguir la marcha, dejando al individuo allí tirado y llevando solo al prisionero con el material capturado.

Así fue como echaron nuevamente a andar, el negro delante, con los brazos en alto, Duarte detrás y el resto del pelotón inmediatamente después. Al cabo de un tiempo, se le ordenó a Altamirano adelantarse hasta Puerto Howard para dar la noticia y este partió acelerando el paso.

Durante la marcha, comandos y prisionero debieron arrojarse cuerpo a tierra en varias oportunidades, para cubrirse del paso de los Harrier y evitar ser detectados, pero al cabo de una hora, sin más tropiezos, alcanzaron el poblado, despertando el consabido entusiasmo y curiosidad entre los kelpers y las tropas allí apostadas. Recién entonces Duarte se percató de que el pobre centroamericano hacía horas que llevaba los brazos en alto y que por habérselo despojado de su ropa de abrigo, temblaba como una hoja.

Tal como se ha dicho, la llegada del prisionero causó revuelo en la guarnición argentina. Una vez dentro del edificio que sertvía de cuartel a los comandos, el teniente primero Sergio Fernández procedió a interrogarlo, informándole que iba a ser tratado de acuerdo a lo que establecía la Convención de Ginebra, cosa que tranquilizó bastante al caribeño.

El sujeto intentó retacear la información lo más que pudo y solo se limitó a decir que era un simple radioperador que solo preparaba café para la tropa y lavaba la vajilla. Según su declaración, su compañero era un simple soldado raso.

Al percatarse de aquella actitud, Sergio Fernández se incorporó y tomando al prisionero bruscamente por la chaqueta, lo levantó en el aire y lo arrojó violentamente contra la pared, obligándolo a apoyar las manos y a abrir las piernas mientras le lanzaba improperios y amenazaba con hacerlo fusilar.

Fue entonces que se pudo determinar que el nombre del individuo era Charlie Fonseca, que era oficial auxiliar de comunicaciones, y como había dicho, provenía de Belice, aunque había alguna sospecha de que en realidad fuese oriundo de la Guayana Británica.

Junto con el material incautado se decomisaron claves de comunicaciones y códigos para hablar con el HMS “Fearless” y la isla Ascensión que fueron guardados con especial celo para ser entregados en Puerto Argentino.

Como Ríos y Moreno habían tenido que dejar sus mochilas en el camino para aligerar peso, Fernández decidió enviar una patrulla para buscarlas, iniciativa que comunicaron previamente a la capital de las islas.

Se organizó entonces una nueva sección de diez hombres al mando del propio Fernández, en tanto a Alonso se lo envió como avanzada en compañía de dos suboficiales.

La expedición se puso en marcha y luego de dos horas de caminata, llegó al lugar donde se hallaba el cadáver del soldado inglés (17.00 horas). Lo revisaron minuciosamente y gracias a la documentación que portaba, pudieron determinar que se trataba nada más y nada menos que del capitán John Hamilton, de 29 años de edad, el experimentado jefe del SAS, que había tomado parte en la reconquista de las Georgias y en la incursión a la Isla Borbón.

Además de sus pertenencias, se le extrajo una baliza que ni Moreno ni Duarte habían visto al revisarlo y después de desactivarla, se apoderaron de su pistola Browning de 9 mm de procedencia argentina, también tomada en Grytviken, además de papeles personales y dos fotografías, una en la que se lo veía vestido de civil junto a su esposa y otra de sus dos hijos.

Como en el caso de “H” Jones, las versiones inglesas han exagerado la actuación de este soldado (2) , presentándolo como un oficial extremadamente arrojado que habría ordenado a Fonseca escapar y ponerse a salvo mientras él permanecía en el lugar para cubrirlo, disparando hasta agotar sus municiones, algo totalmente apartado de la realidad.

Según declaraciones que Duarte hizo después de la guerra, Hamilton y Fonseca actuaron de una manera muy poco profesional ya que no supieron evaluar la gravedad de la situación y fueron muy descuidados al desplazarse en una región dominada por el enemigo. Además, según sus palabras, recién se enteró que integraban las fuerzas especiales del Reino Unido cuando leyó las primeras publicaciones especializadas de origen inglés.

El cuerpo del británico abatido fue trasladado a Puerto Howard sobre un acoplado tirado por un tractor, el mismo que trajo de regreso toda la sección. Durante el trayecto, recogieron al personal de la emboscada antiaérea montada anteriormente y de ese modo llegaron al caserío.

A Hamilton se lo veló en el galpón que hacía las veces de capilla, bajo un crucifijo y una bandera del Regimiento de Infantería 5, junto a un soldado conscripto de apellido Fernández, muerto ese mismo día por desnutrición. Poco después comenzó el cañoneo naval que duró hasta las 03.00 del día siguiente y al amanecer, partió hacia el cementerio el cortejo fúnebre encabezado por el padre Nicolás Solonyzny y el teniente coronel Mabragaña, capellán y jefe del regimiento, respectivamente.

Una vez en el camposanto, los argentinos procedieron a enterrar a ambos, uno al lado del otro, bajo una molesta llovizna, ceremonia que tuvo como música de fondo el lejano y triste aullido de un perro. Ningún kelper quiso asistir a la inhumación de Hamilton ni proveer una bandera británica para envolver su cuerpo.

Cosas propias de un pueblo extraño.
 

Referencias
(1) Belice, la antigua Honduras Británica, limita con Guatemala por el oeste y el sur y con México por el norte. Su independencia se produjo el 21 de septiembre de 1981.
(2) Hastings y Jenkins; Eddy, Linklater, Gillman; op. Cit.


Skirmish at Many Branch Point

La acción
En la mañana del 09 de junio, una patrulla de reconocimiento de rutina de la Compañía de Comandos 601 dirigida por el teniente primero José Martiniano Duarte se trasladó a la posición Many Branch (anteriormente , un puesto de observación argentino había sido desplegado en el monte Rosalie, pero había sido retirado debido a la presencia británica, y los Comandos debieron replegarse sin ser detectados). La patrulla argentina estuvo compuesta inicialmente por 9 hombres, pero por la tarde, sin esperar enemigos en los alrededores, cinco hombres regresaron a Puerto Howard mientras que los otros cuatro permanecieron en la cima. Desde esta posición, pudieron observar que se había construido un campo de aviación británico cerca de San Carlos.

Fuentes británicas afirman que el capitán Hamilton fue "muy superado en número" en el enfrentamiento que siguió, pero esto parece estar en contradicción con el pequeño número de argentinos que figuran como miembros del grupo en la cuenta de Ruiz Moreno.

En ese instante salió un hombre de entre las piedras: era un mulato con grandes bigotazos, con un pasamontañas verde de la Marina Argentina en su cabeza, vistiendo uniforme camuflado.

Todavía dudando, el oficial se asomó y le gritó: -Argentinos o Ingleses?

Sorprendido, el hombre se le quedó mirando. Y Duarte volvió a gritarle: -Hands up, hands up! (Manos arriba).

En tal momento el individuo pegó un salto al costado y abrió fuego sobre los Comandos. Una ráfaga de 5,56 rebotó en la piedra delante de Duarte y le llenó los ojos de polvo. (Ruiz Moreno, page 341).

En respuesta a esta Fonseca cayó repentinamente al suelo y abrió fuego hacia Duarte, que golpeó las piedras delante de él, y comenzó una lucha general de pequeñas armas de fuego entre los 4 argentinos y los 2 británicos en el puesto de observación que habían descubierto. Durante el enfrentamiento un sargento argentino lanzó dos granadas contra los británicos, y recibió en respuesta una granada británica de 40 mm, que explotó a unos metros por detrás, y Hamilton fue impactado en el brazo por una bala. Bajo el peso del fuego de la patrulla de Duarte, el puesto de observación del SAS trató de abandonar su posición y retirarse por la inversa de la cordillera, con el capitán Hamilton ordenandole a Fonseca a retirarse hacia atrás mientras él le cubria con fuego, pero como estaba moviendose, Hamilton fue impactado y muerto por el fuego de armas automáticas, y Fonseca se rindió poco después y fue hecho prisionero de guerra. (Cpl. Fonseca era de origen Goa, India Occidental, ex colonia portuguesa). A pesar de que Hamilton no llevaba rango o insignia (como es usual en el SAS), fue identificado por su placa de identificación. También fue encontrado in situ en el puesto de observación capturado, una radio, un M16 y un rifle AR-15, un faro, mapas y un código de comunicación. Otros dos hombres que formaban parte de la patrulla de Hamilton, pero no estaban en el puesto atacado en el momento, se retirraron de la zona y más tarde fueron rescatados por las fuerzas britanicas.

Secuelas
Apenas había concluído esta tarea cuando se escuchó una explosión, que en un primer momento fue atribuída al estallido de una mina. Pero al rato se percibieron claramente tres cañonazos navales y todos buscaron cubierta: los observadores ubicados en Monte María, atrás y arriba de Howard, indicaron posteriormente que se trataba de tres fragatas desde la distancia habitual de diez a doce kilómetros. El bombardeo duró hasta las tres de la mañana y fue muy impreciso: le faltaba observación. El teniente primero Fernández supuso que el primer disparo, aislado, fue un llamado al observador, al no recibir su comunicación: y los posteriores se limitaron a dirigirlos hacia las posiciones previamente marcadas -la ubicación de la Compañía B, sobre un cerro-, pero sin causar efectos. (Ruiz Moreno, pp. 345-346)


www.zona-militar.com 

La batalla de Puerto Argentino

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La batalla de Puerto Argentino tuvo lugar en la noche del 13 de junio y 14 de junio de 1982, entre las fuerzas argentinas y británicas durante el avance hacia la capital de Malvinas,Puerto Argentino.

Wireless Ridge, fue una de las siete colinas estratégicas dentro de los cinco kilómetros de Puerto Argentino en 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W Coordenadas : 51 ° 40'14 "S 57 ° 55'55" W.

El Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5) en Malvinas


Carlos Robacio, por entonces Capitán de Fragata de Infantería de Marina y Comandante del glorioso Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), tuvo bajo su mando a 800 marinos de este batallón de la Armada Argentina y a 200 soldados pertenecientes a 2 Compañías adscriptas correspondientes a los Regimiento de Infantería Nº 3 y 6 del Ejército Argentino durante los combates terrestres por Puerto Argentino.

Durante la batalla por Puerto Argentino y en la última semana del conflicto, combatió al mando de estos 1000 valientes en la colina Tumbledown y en los montes Sapper Hill y Williams, contra una fuerza combinada británica superior en cantidad de hombres y más poderosa en armamento y tecnología, conformada por:


1-La Brigada de Royal Marines (RM) Escolta de la Reina, compuesta por Tres Batallones, los RM 40, 42 y 45.

2-La V Brigada del Ejercito Británico, compuesta por Tres Regimientos de Infantería, uno Galés, otro Escocés y otro de Ghurkas Nepaleses.

3-Dos Regimientos de infantería Aerotransportada (Paracaidistas), el PARA-2 (tres batallones) y el PARA-3 (tres batallones).; lo que conformaba una fuerza de aproximadamente 10.000 combatientes.

En la noche y madrugada del 13 al 14 de Junio, desoyendo la ya impartida orden de rendición emanada del General Menéndez, Gobernador y Comandante Militar Argentino de las Islas, siguió junto a todos sus valientes, combatiendo a los británicos y logrando mantenerlos aferrados por varias horas y haciéndolos retroceder en 14 kilómetros el avance de las fuerzas británicas, derribando además en la mañana del 14, dos helicópteros ingleses.

Cuando el 14 de Junio a media mañana, finalmente el BIM5 inició el repliegue final desde las colinas hacia Puerto Argentino, habían agotado totalmente la munición de combate. Así entran a la ciudad, manteniendo en su poder la totalidad de sus armas, con todas sus tropas encolumnadas, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado.

Así finalizaba el "NO PIC NIC", como lo llamó el Brigadier General ingles Julian Thompsom comandante terrestre de los invasores, a los sangrientos combates ente sus tropas y nuestros Infantes de Marina.

El BIM 5
 
Procedente de la Base Naval de Río Santiago, zarpó de Buenos Aires en Septiembre de 1948, a bordo del Transporte A.R.A. "Chaco" el personal destinado al "Destacamento de Vigilancia y Seguridad de la Gobernación Marítima de Tierra del Fuego", con asiento en Ushuaia. 
 
Su creación se remonta al 26 de junio de 1947.
En el año 1952 el asiento de la Unidad, futuro BIM5, fue trasladado a Río Grande dejando destacados en Ushuaia parte de sus efectivos.
 
 Participó activamente en el despliegue de los años 1978/1979, en la Isla Grande de Tierra del Fuego.
 
En el Conflicto del Atlántico Sur de 1982, la Unidad operó en Malvinas donde se destacó por su espíritu y adiestramiento durante la preparación de la Defensa de Puerto Argentino.
 
Una vez iniciado el asalto británico todas las subunidades del BIM5 Ec. entraron en combate en primera línea con gran eficiencia y valor. Producen al enemigo demoras en su ataque e importantes bajas; sufren a su vez, muertes heroicas.
 
Por su participación activa en la campaña de Malvinas se ha hecho acreedor de las siguientes condecoraciones:
 
"HONOR AL VALOR EN COMBATE". Por: conducir operaciones eficaces para la recuperación y posterior defensa de las Islas Malvinas, Georgia y Sandwichs del Sur. Otorgada por la Armada Argentina.
 
"ORDEN CRUZ PERUANA AL MÉRITO NAVAL EN EL GRADO DE CABALLEROS DISTINTIVO BLANCO" otorgada por la Armada de la República del Perú.
 
La Declaración de "BENEMÉRITO" del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, efectuado por Decreto del Poder Ejecutivo Territorial No. 207183.
La Medalla "A LA BANDERA QUE COMBATIÓ EN EL ATLÁNTICO SUR 1982", otorgada por el Gobierno y pueblo de la Provincia de Santa Fé, el 15 de Noviembre de 1985.
 
La Distinción de "CUSTODIO DE LA BANDERA DE SALTA" efectuada por la Legislatura de dicha Provincia Argentina, el 5 de noviembre de 1987.
 
A lo largo de su existencia fue y es objeto del calor popular como reconocimiento a su aporte hacia la población fueguina, canalizada por distintas vías, poniendo en todos los casos su personal un especial sentido de patriotismo y una clara visión de las necesidades de la población y de su zona.

Capitán de fragata Carlos Robacio BIM 5

El Despliegue Inicial del BIM 5: (Relato del Clte. de IM VGM (RE) Carlos Robacio)

Cuando arribamos a Malvinas el 08 de Abril de 1982 con la avanzada del BIM 5, ya se encontraban en la Isla, conformadas bajo el mando del Gobernador, el General de Brigada del Ejercito Argentino Dn. Mario B. Menéndez, tres agrupaciones: la del Ejército Argentino, la de la Fuerza Aérea y la de la Armada, y cada Fuerza debía solucionar el Sostén Logístico de sus efectivos.

De inmediato pasamos a depender del apoyo logístico que nos proveería la Armada y en lo que hace al empleo operativo de la Unidad, su dependencia era del Comandante de las Fuerzas Terrestres.

El BIM 5 inicialmente estaba conformado por las siguientes fracciones: Comando de Batallón, Compañía de Apoyo Logístico, tres Compañías de Tiradores, una Sección de Morteros de 106,6 mm, otra de 81 mm y una Batería de Artillería con cañones Otto Melara de 105 mm.; aunque en realidad sus efectivos totales, armamento y equipos pesados irían arribando y se completarían el 11 de abril, salvo algunos infantes polizones "fugados de Río Grande”, que se fueron agregando voluntariamente.

Posteriormente por cambios en el dispositivo en el terreno y para lograr un mejor aprovechamiento del mismo, se agregaría la Compañía C, del Regimiento de Infantería 3 (RI-3) del Ejercito Argentino (EA) bajo el mando del Capitán Varela, de la cual conservamos un inmejorable recuerdo junto con la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 (RI-6 / EA) del Mayor Jaimet, que se agregaría en las instancias finales de la batalla. Ambas subunidades combatieron en conjunto con nuestro Batallón.

En los momentos iniciales del despliegue en Malvinas, como unidades palpables y concretas estaban el Regimiento de Infantería 25 (RI-25 / EA), el Regimiento de Infantería 8 (RI-8 / EA) y el BIM 5.

También tomamos entonces conocimiento que las fuerzas terrestres enemigas serían de una magnitud de alrededor de tres Brigadas de Infantería (aproximadamente 9000 hombres) y que las mismas tenían la capacidad necesaria para ejecutar un desembarco anfibio, combinado con un asalto vertical usando helicópteros y además, que ya se encontraban operando en las islas elementos de reconocimiento británicos.

Cap frag. C. Robacio leyendo mapas
 Al enterarnos que el RI-8 sería desplazado a Puerto Fox, en el otro extremo de la isla, sentimos una gran inquietud por la debilitación de nuestro esquema de combate y hubo que introducir cambios en las responsabilidades. EL RI-25, se hizo cargo de la defensa hacia el Este de Puerto Argentino y el BIM 5 hacia el Oeste, tanto es así que el Monte Longdon fue ocupado inicialmente por la Compañía “Oscar” de nuestro Batallón.Posteriormente llegarían refuerzos para la defensa de Puerto Argentino, todos esos refuerzos se irían integrando bajo la dependencia del nuevo Comandante de la Fuerzas Terrestres, el General de Brigada Argentino Dn. Oscar Jofré, con Unidades de la X Brigada de Infantería, mientras que los de la Brigada III se estacionarían a la vera del estrecho de San Carlos.

En la defensa de Puerto Argentino, bajo el aspecto estrictamente terrestre, se desplegarían las siguientes Unidades: En el istmo del Aeropuerto, el RI-25, luego el
RI-6 al Sudeste de la localidad. Al Sur de Puerto Argentino, el Grupo de Artillería 3 (GA-3) y el RI-3, hasta el camino al sudeste de Sapper Hill.

Nuestro BIM5 en el centro del dispositivo, en Sapper Hill, Monte William y Monte Tumbledown. Hacia el oeste, en Montes Harriet y Two Sisters el RI-4. Como nexo entre esta Unidad y el RI-7, la Compañía B del RI-6, el mencionado RI-7 en Monte Longdon y las alturas de Wireless Ridge. Es bueno recordar que las zonas asignadas a todas esas Unidades excedían dos y tres veces el área que normalmente se le debía asignar a Unidades del tipo de las descriptas.


Las acciones de combate:
Es bien sabido que a partir del 1 ° de Mayo se inician las acciones de combate, con el bombardeo a la Zona del Aeropuerto y casi inmediatamente se inicia el asedio de fuego naval desde los buques ingleses que navegaban en proximidades de la costa, al que se le irían agregando, con posterioridad y luego del desembarco, los fuegos de la artillería terrestre enemiga.

Resumiendo, la Guarnición que defendía la localidad de Puerto Argentino antes de llegar a la batalla final, soportaría un asedio de casi 44 días y, lamentablemente, sin la posibilidad de devolver tantas atenciones, salvo esporádicamente.

Haré ahora en el relato un salto muy grande sobre las diferentes situaciones que se fueron atravesando en San Carlos, Goose Green, las luchas de los Comandos por el terreno intermedio operando en el centro de las islas y por último las correspondientes a los Montes Harriet, Two Sisters y Longdon, pues imagino que las mismas están reflejadas o se mostrarán por los actores directamente involucrados.

La Batalla por Puerto Argentino comienza con el ataque por parte de la Brigada de los Royal Marines al RI-4 que ocupaba los Montes Harriet y Two Sisters y por parte del Regimiento de Paracaidistas N°3 a la Compañía B del RI-7 que se encontraba reforzada con una Sección de Ametralladoras 12,7 mm perteneciente a una Compañía de IM de Ametralladoras que se había organizado especialmente para el conflicto y que fuera destinada originalmente como refuerzo de mi Batallón, al arribar a Malvinas la Subunidad fue agregada por secciones a varias Unidades, otra se agregaría al RI-25.

El ceder estas secciones, así como el apoyo indiscriminado de la Artillería del Ejército en Malvinas hacia el BIM5, la integración de Elementos de Comandos de las tres Fuerzas, el apoyo de Ingenieros, etc., fueron definitivamente el inicio de la acción conjunta entre la Armada y el Ejercito que antes básicamente no practicábamos.

A partir del día 12 de Junio, aproximadamente a las 1000 horas de la mañana, el dispositivo defensivo mantenía aún en primera línea al BIM 5 reforzado, y al RI-7. Este Regimiento, que había perdido su Compañía B, persistía en aferrarse a las alturas Wireless Ridge, con su puesto de Comando y la Compañía C en posición.

En las alturas del oeste, ahora en manos inglesas, la Brigada de Royal Marines (RM), compuesta por los Batallones RM 40, 42 y 45 se había apoderado de los montes Harriet y Two Sisters y se aprestaba a ser sobrepasada por la V Brigada del Ejercito Británico, a tres Regimientos: uno Galés, otro Escocés y otro Nepalés (Ghurka), para lanzar la segunda fase de la batalla, sobre el BIM 5. En tanto, en Monte Longdon, se encontraba el Regimiento de Paracaidistas Ingleses Nº3 (PARA 3) listo para apoyar el ataque del PARA Nº 2, sobre el RI-7.

Es interesante aprender las lecciones del enemigo, en el sentido de tener bien en claro, como iba disponiendo de sus efectivos en ambas fases de su asalto sobre las posiciones del sistema defensivo, siempre asegurando una clara superioridad numérica, de no menos de 3 a 1, tomando como una totalidad la magnitud de las unidades que se enfrentarían. La realidad es que en los puntos de contacto, en donde concentraban su ataque, esta superioridad fue muchísimo más elevada.

Dejando de lado su determinación para atacar casi exclusivamente en la noche, otros aspectos interesantes a destacar, es que permanentemente, los británicos que ya habían atacado, eran sobrepasados por tropas frescas y se continuaba el ataque con el refresco (algo que nunca tuvo oportunidad nuestro sistema), como así también el empleo de sus abundantes y profusas comunicaciones radioeléctricas y el uso de señales pirotécnicas, en un claro contraste con nuestras fuerzas terrestres.

Sin mencionar el preciso y persistente bombardeo naval, y reduciendo el campo al apoyo artillero puesto en escena, ellos emplearon un Grupo de Artillería. Real, y los Grupos de Artillería 29 y 49, contra nuestros Grupos de Artillería N°3 (GA 3) y Aerotransportado N°4 (GA 4). El alcance de la artillería del enemigo era de 17 Kilómetros, contra los 10,5 Kms. propios.


Los Británicos movieron permanentemente su artillería a pesar de su superioridad en alcance, cosa que lamentablemente no podíamos realizar por falta de helicópteros en el lado propio, a excepción de una Batería de 105 mm., que se adelantó por tierra atravesando el Moody Valley, quedando a unos cuatrocientos metros hacia el Oeste del ex cuartel de los Royal Marines.

Nuestros Grupos de Artillería alcanzaban escasamente la primera línea enemiga (la que habían combatido con anterioridad contra los RI-4 y RI-7 en la primera fase de la batalla). Esta falencia evidentemente se acentuó en el caso del RI-4, ya que el GA-3 solamente alcanzaba la cima de Monte Harriet. Esto no ocurrió en nuestro caso ya que dispusimos de un apoyo artillero total y a discreción.

Quiero recalcar que en el combate moderno y con la profusión de apoyo artillero, "No levanta la cabeza para observar, el que quiere, sino el que puede".

En ese aspecto, el BIM5 también estaba preparado ya que, si bien disponíamos de los Observadores Adelantados de Artillería reglamentarios, todos los cuadros (incluidos los motoristas y cocineros...todos!), estaban adiestrados para controlar los fuegos de apoyo, de las propias armas del batallón, como de la artillería terrestre en apoyo y/o los fuegos propios navales y aéreos.

Todo estaba integrado en la Central de Coordinación de los Fuegos de Apoyo (CCFA) Esa era nuestra organización para determinar, cómo eran y de donde provenían los fuegos del enemigo y los propios. Casi me animo a afirmar que nuestra CCFA, por la excelentes comunicaciones que disponíamos, las coordinaciones y enlaces con todos los Grupos de Artillería, hicieron de nuestra Unidad algo muy duro de roer, con alta moral y altamente eficaz. No teníamos dudas, no se logró romper la cohesión de la Unidad y aún en el momento de la rendición, varias horas después que el grueso de los combatientes argentinos, mis hombres estaban en condiciones de proseguir la lucha, a pesar de los duros combates (incluso con lucha cuerpo a cuerpo), en que habían intervenido. Aunque, pasado el mediodía del 14 de Junio, ya no teníamos munición.

El enemigo ponía detrás de cada tubo de Artillería (aproximadamente 54 bocas en total) varios cientos de proyectiles diarios, contra los 368 diarios, por Batería (4 bocas), que habíamos previsto, (según diarios de la época, sobre la primera línea de cada unidad argentina que atacaban, disparaban una cantidad inusitada de proyectiles, aproximadamente unos 1000 por hora).

No obstante, durante la Batalla de Puerto Argentino, la Artillería del BIM 5 llegó a consumir prácticamente unos 15.000 proyectiles sobre las fuerzas atacantes.


El Combate final alrededor de Puerto Argentino

Durante todo el día 13 de junio, el enemigo efectuó tanto sobre el RI-7 y el BIM5 un demoledor bombardeo de artillería, al que se sumaba el permanente fuego naval proveniente de varios cruceros livianos y destructores ingleses que navegaban en proximidad de la costa. Además efectuaban fuegos de interdicción sobre las Unidades que estaban ubicadas más hacia el este a los efectos de mantenerlas aferradas a sus posiciones evitando prácticamente todo movimiento hacia el frente.

Nuestra CCFA funcionaba a pleno y fuimos adquiriendo un gran entendimiento con la Artillería propia, la que muy difícilmente erraba alguna concentración desempeñándose con alta eficacia.

La reducida y pequeña Central no sólo indicaba los blancos, sino que muchas veces dábamos directamente a las Baterías los datos a introducir, para hacer los fuegos más eficaces. Mientras el duelo de artillería era incesante, el enemigo se aprestaba para su asalto final.

Increíblemente, en la tarde del 13 de Junio las fuerzas atacantes iniciaron, con las últimas luces un ataque de diversión (engaño) tratando de engañarnos, desplazándose desde Monte Harriet y siguiendo la dirección del camino hacia Puerto Argentino, con intención de atacar el Monte William, con efectivos aproximados a una Compañía reforzada.

El cap de frag. Carlos Robacio (segundo por la izq.) junto a sus subordinados en Tumbledown

El fin era velar la real ubicación de cual sería su centro de gravedad para el ataque (obviamente Tumbledown) tal como pensábamos que lo habían previsto para esa noche, en la fase final de la batalla.

Este absurdo movimiento que buscaba sorprendemos e inducirnos a que el eje del futuro ataque sería desde el sudoeste, fue oportunamente detectado por el adelantamiento de nuestra reserva, la Compañía “Oscar”, desplazamiento que aún no comprendo cómo el enemigo, no había detectado.

La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa, ella los desconcertó y antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia, el resultado fue muy cruento pues la concentraciones de artillería y de morteros, eran muy precisas y contundentes.

Prácticamente dos horas después del inicio de la acción, el Jefe de la Compañía “Oscar” me pedía, "Señor Comandante, detenga el fuego, no queda nadie en pie y los gritos de los heridos empiezan a afectar a nuestra propia tropa".

Cesa el fuego y en menos de cinco minutos, aparecieron aproximadamente cuatro helicópteros que comenzaron a retirar sus bajas, prácticamente sin visibilidad alguna.

Pudimos atacar a los helicópteros y derribarlos facialmente, pero no lo hicimos puesto que no trajeron refuerzos ni armas de relevo, aunque no eran ambulancias, solo vinieron a recoger a sus heridos. Esta acción de caballeros del mar, valió para que, con posterioridad en el asalto a Tumbledown, el enemigo atendiera una vez dominado el monte mencionado, con más premura a mis heridos que a los suyos.

Estas acciones y otras ocurridas, me hacen apreciar que la Batalla de Malvinas fue el último combate, en que se respetó totalmente lo estipulado en las convenciones de la guerra. Sin embargo el enemigo no detuvo la acción demoledora de su artillería sobre toda la zona de acción del BIM5 y sobre la del RI-7 que era para nosotros un espejo de lo que nos pasaba, espeluznante.

Aproximadamente a 2215 horas, después un rolo de fuegos impresionante, se reiniciaría el ataque, sobre todo el frente de la línea defensiva que manteníamos, casi en forma simultánea.

Desde el Sudoeste de Tumbledown, el enemigo se había desplazado aprovechando la oscuridad, con el apoyo y protección de la Brigada de Royal Marines.

Esta acción estaba en nuestro caso, a cargo de la Brigada del Ejercito Británico, al Sur, desde el Oeste y sobre el camino que conducía al pueblo, un Regimiento Galés. Sobre el Monte Tumbledown el Regimiento Escocés y sobre el mismo objetivo pero algo más retrasados por lo escarpado en ese lugar del Monte, el Regimiento de Ghurkas Nepaleses.

En el Norte, al otro lado del Moody Valley, se encontraba consolidado el PARA 3, mientras el PARA 2, se había desplazado e iniciaba el asalto sobre el RI-7, en Wireless Ridge.

Las acciones tomaron una violencia inusitada, en especial el asalto escocés se había centrado en la Compañía N del BIM5, en particular sobre su 4 ta. Sección y sobre la Sección de Ingenieros de IM, transformados en una Sección de Tiradores, que tuve que desplazar a la parte más escarpada del Monte, ya que la Compañía B del RI-6 no había podido ocupar esas posiciones como lo habíamos coordinado y previsto, por la acción del enemigo y una orden que le ordenaba defender el Moody Valley.

No obstante, esta Compañía se agrega al Batallón acorde con la orden que recibiera del Comando Superior hacia el Este de la 3ra Sección de la Compañía “Nacar” del BIM5.

En ese lugar el combate fue más que virulento, se rechazaron varios asaltos, los defensores pudieron observar la espalda del enemigo, hasta llegaron a cantar en medio del combate. La defensa de la 4ta Sección y de todas las fracciones que intervienen en el combate de Tumbledown, fue realmente épica.

Se armó y realizó un contrachoque con efectivos del BIM5 y de la Comañía B del RI-7, con un éxito relativo, puesto que el enemigo solo cedió parcialmente lo que ya había conquistado.


En un momento determinado del combate, nuestros hombres estaban rodeados por tropas inglesas y la única posibilidad de darles apoyo desde nuestras posiciones era efectuar fuego con nuestra Batería de Artillería y Morteros de 106 y 81 mm, sobre la posición de nuestra propia tropa.

A requerimiento de su Jefe el Teniente de Fragata de IM Vázquez, iniciamos este contragolpe tan extremo ante el ataque ingles, recuerdo que cuando hablaba con Vázquez y me hacía el pedido, habré dudado algún segundo, tanto que él mismo lo reiteró con vehemencia. La razón del pedido era que nuestros hombres estaban mezclados con las fracciones enemigas, aunque protegidos en sus posiciones y en una total oscuridad iluminada constante y fugazmente por las explosiones de la artillería y los morteros.

En esa lucha épica mueren de la misma forma, dos valientes, el Subteniente del Ejercito Argentino Silva, que se habían agregado con sus cinco conscriptos, y el Polizón del Grupo Araña del Batallón (los díscolos) el Suboficial Infante de Marina Castillo. Ambos, al ver sus compañeros muertos y heridos y al sentirse sobrepasados por el enemigo y estando también heridos, saltan de sus posiciones sobre los atacantes vivando a la Patria y entran al combate cuerpo a cuerpo, matando, hiriendo, hasta que mueren heroicamente.

Mientras el Batallón Nepalés de Ghurkas avanzan lentamente, su participación en el éxito enemigo fue muy relativa, solo alcanzaron a intervenir en la mañana del 14 de Junio persiguiendo por el fuego a los integrantes de los Morteros de 81 mm, cuando ya el Batallón ante la reiterada orden superior debe iniciar su repliegue sobre Puerto Argentino. Su Jefe de Operaciones, el Mayor Mike Sear (Inglés), que ha escrito un libro sobre el conflicto me ha comentado posteriormente,…..

"poco hicimos en Tumbledown, nuestro objetivo era el Monte William, los que realmente lucharon muy duramente fueron los Escoceses. Igualmente, ni yo ni mis hombres olvidaremos, que a pesar de nuestra veteranía en tantos otros combates, estábamos muy atemorizados durante el combate con el BMI5, pues los hombres de su Batallón hacían fuego sobre nosotros como demonios"

Mientras tanto, en el Pony's Pass, el Regimiento Galés se iba topar de frente e inesperadamente con la Compañía “Oscar” del BIM 5, la que se encontraba ejecutando un combate retardante, como le habíamos ordenado. La misión de los Galeses, era asaltar y ocupar Sapper Hill. Sobre estos combates decía un joven Capitán galés,…..

“mientras embolsábamos nuestros muertos de Tumbledown, refiriéndose a ese encuentro, pensábamos que habíamos combatido con dos Regimientos argentinos en lugar de solo un batallón, también dijo que no pudieron avanzar en toda la noche pues los fuegos de la artillería y morteros argentinos los mantuvieron aplastados y que cuando amaneció y vieron que ya no estaban nuestros hombres, fueron los más felices de la tierra, aunque no habían cumplido su misión".

Aproximadamente a las 0300 horas del 14 de Junio, preparamos y ordenamos efectuar un contraataque con la Compañía “Mar” y la “Oscar” que había recuperado, puesto que a la misma la retiré de sus posiciones a las 0130 horas.

Aprovechando que la moral era muy alta y por estar convencido que la batalla se decidía en Tumbledown, previmos esta acción que pensaba dirigir personalmente, en un esfuerzo final, para quebrar el ataque adversario. Tenía perfectamente claro que los regimientos de Paracaidistas PARA 3 y el PARA 2, nos flanqueaban, pero los fuegos efectivos de la Zona de Apoyo Logístico propia, y el fuego de las pocas piezas que sobrevivían del GA N° 4, con tiro directo, impidieron cualquier intento enemigo.

Una sección de mortero BIM5
Informé la situación y pedí la autorización pertinente para comenzar el ataque, pensaba en esos momentos que frenado el ímpetu enemigo esto era factible. Pero en realidad ello no fue posible puesto que si hasta esa hora era más que optimista por el desarrollo del combate, intervendrían otros factores, la munición comenzaba a escasear y en el único intento desde retaguardia de proveernos algo de proyectiles de Morteros de 81 mm, una camioneta que se desplazaba hacia el frente, fue volada por la artillería del enemigo.

Por otra parte se me dio la orden de replegarme hacia Puerto Argentino, logrando luego de discutir bastante, que se me autorizara a replegarme solo hasta Súper Hill y reforzarme con el Batallón en esa colina.

Esta acción de repliegue de la Compañía Nácar, lamentablemente no ha sido filmada y permanecerá para siempre en mis recuerdos, por la entereza, el orden y disciplina de mis hombres para realizarla. La misma se efectuó con el apoyo de dos puntos en el terreno, uno que estaba a cargo de la Compañía “Coy” y efectivos reunidos en proximidades de mi Puesto de Comando.

Como de costumbre, mi Segundo Comandante el Capitán de Corbeta de IM Ponce, se adelantó para establecer el nuevo Puesto de Comando en Sapper Hill y cuando estuvo prácticamente concluido y concretado el repliegue, ordené a la Compañía “Coy” que se repliegue y se reintegrara al RI-3, igualmente, me costó bastante convencer al Capitán Varela del RI-3 que lo hiciera, pero finalmente inició con sus hombres un repliegue rápido y ordenado hacia su regimiento.

Llegué a mi nuevo Puesto de Comando, aproximadamente a 1100 /1130 horas del 14 de Junio, todo estaba en orden, la Unidad lista a defender esta última altura y pensaba en esos momentos que la lucha continuaría, no obstante ya se observaba el arribo de helicópteros enemigos a la zona del hipódromo del pueblo y se veía el despliegue de efectivos enemigos descendiendo de las altura William y Tumbledown.

Disposición del BIM5 y los Regimientos del Ejercito en torno a Pto Argentino
A las doce recibí por parte del Jefe de Operaciones del Comando Superior la orden de replegarme "pues ya la Guarnición se había rendido". Posteriormente tuve otra intimación y finalmente le ordené nuevamente a mi Segundo Comandante que se replegara hacia Puerto Argentino y entrara desfilando a frente de los efectivos.

Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina de IM Koch, el Suboficial Vaca con una Ametralladora de 12,7 mm y 14 hombres que no querían replegarse.

Todos los fuegos habían cesado, después de tantas noches y días de ruido ensordecedor, el silencio era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse.

Cuando el Jefe de Compañía que había quedado a cargo, el Teniente de Fragata de IM Binotti, que permanecía aguardando a su retaguardia de combate me decía: " Señor Comandante, estamos listos para el repliegue" y nos paramos para hacerlo, aparecen unos seis helicópteros enemigos que se aproximan raudamente sobre Sapper Hill.

El Suboficial Vaca con su 12,7 mm. y casi al unísono todo el equipo de retaguardia del Guardiamarina Koch, abre el fuego. Un helicóptero ingles aterriza en llamas, otro averiado, los demás hacen lo mismo, desembarcan sus efectivos y se generaliza el enfrentamiento final.

En este último combate de la guerra de Malvinas, alrededor del mediodía del 14 de Junio, de la pequeña retaguardia de Koch, murieron varios de sus hombres, el enemigo perdió un helicóptero, otro resulto averiado y sumaron un buen número de bajas.

El BIM5 había finalmente iniciado el repliegue, nos protegimos detrás de la altura de la colina y emprendimos caminando la marcha hacia Puerto Argentino al que llegamos alrededor de 1500 horas. Así entramos a la ciudad, manteniendo en nuestro poder la totalidad de nuestras armas, con toda la tropa encolumnada, marchando a paso redoblado y con el orgullo de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado

Este fue el fin de los combates.

Pienso y estoy más que orgulloso del comportamiento de todos los hombres del Batallón, como también de todos los efectivos de las Fuerzas Armadas y de los civiles que intentaron retener en uno u otro lugar, en diferentes puestos y en distintas contingencias las Islas que habíamos reconquistado. En realidad siempre sostengo que cada uno hizo lo que pudo, lo que mejor pudo.

Paso a Paso de la Batalla Final por Puerto Argentino

13 de Junio de 1982:
16:00 horas aproximadamente: El enemigo desde Monte Harriet lanza un ataque sobre Monte Williams y en dirección al camino que conduce a Puerto Argentino. Esta maniobra es observada por la Compañía Obra del BIM5 de la Armada Argentina en Pony's Pass y rechazada con fuegos de artillería propia.

22:15 horas: Se inicia un ataque enemigo simultáneo sobre Pony's Pass y Williams donde se posiciona la Compañía Obra del BIM5 y Wirelles Ridge lugar que ocupa el RI-7 del Ejército Argentino.

22:30 horas: Se produce un ataque enemigo sobre Monte Tumbledown S.O. donde entra en acción la 4ta sección de la Compañía Mar del BIM5. Es rechazado el ataque de un Batallón Escocés en el sector S.O. y se combate a su vez con un Batallón Gurka sobre el sector N.O. donde se encuentra la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5.

23:00 horas: Mientras el ataque enemigo apoyado por un violento fuego de artillería desarticula el sector de Wiriless Ridge y el RI-7 del E.A. se repliega; la Compañía Obra del BIM5 rechaza el ataque en Pony's Pass.

23:26 horas, por orden del Comandante del BIM5 la Compañía Obra inicia el repliegue parcialmente aferrada y con bajas. En la oportunidad, encuentran la muerte en combate los Conscriptos de Infantería de Marina Clase 1962 Juan Francisco RAVA, Aldo Osmar PATRONE y Godofredo Omar IÑÍGUEZ.

23:45 horas: Secciones de Tiradores del BIM2 y BIM3, conjuntamente con efectivos del GADA 601 del EA, a las órdenes del Mayor MONGE, rechazan por el fuego una incursión de comandos enemigos (SAS) lanzada en botes de goma, produciéndoles severas bajas e importantes averías en el material.

23:55 horas: Sobre el filo de la medianoche la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios del BIM5 se repliega hacia el Puesto Comando bajo fuego y presión enemiga desde su posición al N.O Tumbledown. No hay una definición en el combate.

La Batería Bravo del BIAC ejecuta fuegos de artillería sobre las posiciones de partida para el ataque británico en Monte Harriet y el sector Sur del mismo. Esta Batería y las Secciones Morteros 106,6 y 81 mm combaten por el fuego toda la noche.

Se recibe densos fuegos de artillería terrestre y naval enemigo sobre el sector del BIM5 y CKIA

14 de Junio de 1982:
00:25 horas: En las primeras horas de la madrugada, el enemigo lanza un segundo ataque violentísimo sobre Tumbledown S.O el que es rechazado parcialmente. El BIM5 ejecuta todos los fuegos de apoyo disponibles aún sobre su propia fracción adelantada.

03:00 horas: Mientras nieva intensamente, existe incertidumbre sobre la situación en las estribaciones Oeste de Tumbledown, decidiendo el Comandante del BIM5 contraatacar con la 1ra Sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios (Tenientes de Corbeta IM MIÑO y DEMARCO) y una Sección de Tiradores de la Compañía B del RI-6 (Subteniente LA MADRID). Dicha acción logra detener al enemigo y se estabiliza la línea a la altura del observatorio del Batallón.

Las fuerzas propias en Wireless Ridge fueron rechazadas. La retaguardia del BIM5 compuesta por los Servicios, la Sección Morteros 106,6, la Sección Amet. 12,7 y las fracciones propias combaten por el fuego y se mantiene el hostigamiento de éstos sobre el sector propio. Durante el fuego de contrabaterías muere en combate en la pieza Nro 3 el Dragoneante Clase 1962 Oscar MANSILLA.

04:00 horas: El Comandante del BIM5 dispuso que la Ca MAR del BIM5 se aliste para contraatacar Tumbledown y se requirió al Escalón Superior, empeñar alguna Unidad de las ubicadas en retaguardia para la recuperación de las alturas al Norte y evitar el desbordamiento por el flanco de las posiciones del BIM5.

06:30 horas: Se produce el tercer ataque británico. El enemigo ocupa la zona elevada del monte Tumbledown iniciándose un duro combate cuerpo a cuerpo al ataca por retaguardia a la 4ta Sección de la Ca. Nacar del BIM5 que es prácticamente aniquilada; sus sobrevivientes se rinden por orden de su Jefe el Teniente de Corbeta de IM Carlos VAZQUEZ ya que habían consumido totalmente sus municiones y se encontraban imposibilitados de controlar el combate.

Mueren heroicamente en ese sector los siguientes Infantes de Marina: Suboficial Segundo Julio Saturnino CASTILLO, Conscriptos Clase 1962 Héctor Abel CERLES, Juan Carlos GONZÁLEZ, José Luis GALARZA, Juan Carlos DÁVALOS, Félix Ernesto AGUIRRE y Diego FERREYRA; también el Subteniente SILVA y un grupo de soldados conscriptos del RI-4 de nuestro Ejército Argentino que se quedaron voluntariamente a defender la altura junto con sus camaradas Infantes de Marina.

08:00 horas: Ceden las posiciones propias en Tumbledown. Se prevé neutralizar y destruir con el fuego de artillería al enemigo en esa posición para el contraataque de la Compañía Mar del BIM5 que se estaba montando. Se informa al Cdo Superior que aún se esperaba la acción sobre el flanco Norte, por tener todavía capacidad para resistir aunque la situación de munición pasa a ser crítica.

09:00 horas: Para evitar la prosecución del combate en posiciones desfavorables y ante una orden del 2do Comandante de la Agrupación Ejército Argentino, el Comandante del BIM5 ordena el repliegue de su Unidad desde el Monte Tumbledown, Monte Williams, Felton y Stream y Casa Amarilla hacia Sapper Hill.

Se ha consumido la totalidad de la munición mayor (Mortero 106,6, Mortero 81 y Obús 105 mm) y se procede a la destrucción del material pesado y abastecimiento del Batallón previo a ejecutarse el repliegue ordenado. La Batería Bravo del BIAC se constituye en dos fracciones de tiradores.

En el repliegue mueren en combate el Suboficial Segundo de Infantería de Marina Víctor Hugo JUAREZ del SPAC del BIM5 y el Dragoneante de Infantería de Marina Clase 1962 Ricardo RAMIREZ de la Sec Mor 81.

Mientras se realiza el repliegue de la Compañía de Ingenieros Anfibios hacia la ciudad, previa destrucción de su material y sector de alojamiento, ésta se arma como Infantería y se reúne con el BIM5 en Sapper Hill, cae herido de muerte en combate el Conscripto Clase 1962 Vicente Antonio DÍAZ.

09:15 horas: Puerto Argentino informa que las principales posiciones en Tumbledown, Williams, Longdon y Wireless Ridge se encuentran en poder del enemigo y que se intenta reconstruir el dispositivo defensivo empleando el RI-3 y parte del RI-25, pero se aprecia de cualquier manera que no se podrá mantener más allá del día de la fecha.

10:00 horas: De hecho se concreta un alto el fuego. Sin embargo en Sapper Hill el BIM5 se reorganiza para proseguir el combate. El Comandante de esta Unidad recibe la orden superior de cesar el combate y replegar su Batallón hacia la localidad.

12:30: En momentos de comenzar a cumplir las órdenes recibidas, la retaguardia de combate (Guardiamarina de IM Koch / Suboficial Segundo de IM Vaca - 3ra Sección de la Compañía Mar del BIM5) entra en acción rechazando un helidesembarco británico (seis helos) en sus inmediaciones, caen dos helicópteros y varios invasores.

En este último combate en Malvinas encuentran la muerte los últimos tres hombres de la Infantería de Marina Conscriptos Clase 1962 Roberto LEYES, Eleodoro MONZON y Sergio Ariel ROBLEDO.

15.00 horas: Finaliza su repliegue el BIM5, con sus tropas encolumnadas, en poder de sus armas y a paso de marcha. ASI ENTRAN A PUERTO ARGENTINO Y FINALIZA EL "NO PIC NIC", como lo llamaron los propios británicos a sus enfrentamientos con nuestros INFANTES DE MARINA.


El recuerdo al heróico contralmirante Robacio
El contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio falleció el  domingo 29 de mayo de 2011 en el Hospital Español de la ciudad de Bahía Blanca. Muy pocos medios nacionales lo reflejaron, a pesar de que Robacio comandó a los 700 efectivos del Batallón de Infantería de Marina 5 y a los 200 soldados del Ejército Argentino en los duros combates desarrollados en el Monte Tumbledown, Sapper Hill y Monte William durante la Guerra por las Islas Malvinas. No pudieron ser derrotados por los ingleses y combatieron hasta agotar la munición, aún después de la caída de Puerto Argentino y que por eso ya habían recibido la orden de rendición.
 
Monte Tumbledown fue una de las batallas finales más sangrientas de la guerra de Malvinas. Para los ingleses, junto con la batalla del Monte Longdon, fue una de las que más horror les produjo porque, a pesar de superar a los argentinos en cantidad de efectivos y armamentos, debieron llegar a la situación extrema de tener que pelear cuerpo a cuerpo con los Infantes de Marina del BIM5 y no pudieron tomar esa posición hasta que nuestras tropas agotaron las municiones.
 
Finalizada la guerra, los británicos hicieron un documental sobre esta batalla en el cual, a pesar de no ser demasiado propensos al elogio, no vacilaron en señalar que las fuerzas argentinas más difíciles de enfrentar en Malvinas fueron las del Batallón de Infantería de Marina 5 a cargo del entonces capitán de Fragata Carlos Hugo Robacio.
 
Veinticinco años después, en una entrevista en su casa de Bahía Blanca, Robacio evocó esos combates de la siguiente manera:
 
“Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente, no me podían permitir el privilegio de tener miedo. Además, estábamos convencidos de que peleábamos por lo nuestro.
 
“Yo estuve hace muy poco en una reunión en Gran Bretaña con los comandantes que me atacaron. Empezamos a combatir el 13 de junio de 1982. Ese mismo día a la tarde nos hicieron un ataque con una compañía reforzada que aniquilamos. Teníamos muy buen fuego preparado pero cometimos muchos errores, piense que hacía casi 200 años que no estábamos en combate, por lo menos en guerras clásicas.
 
“El BIM 5 era la única unidad que estaba equipada, ambientada y adiestrada para estar en Malvinas. Pero yo terminé valorando al Ejército porque mis camaradas de entonces, sin tener la experiencia y el equipamiento adecuados nada, igual pelearon muy duro contra los ingleses.
 
“Es difícil entender las condiciones extremas en las que peleamos en Malvinas y tuve la suerte de estar al frente de un batallón con gente de un valor encomiable.
 
“El comandante de los gurkas me escribió una carta para decirme que jamás pasaron tanto miedo como cuando atacaron Tumbledown. Los ingleses no podían creer que entre mis efectivos yo también tuviera soldados conscriptos: ‘No, sus hombres eran veteranos. No los podíamos sacar de los pozos’, me comentaron después de la guerra. Por eso, y a pesar de que los ingleses lo nieguen, porque las vi, puedo afirmar que las bajas inglesas triplicaron a las argentinas’.
 
“Lamentablemente, la munición que pensábamos nos iba a durar 20 días, se agotó en un día y medio de intensos combates, calcule que nuestra artillería tiró 17.000 proyectiles en sólo dos días.
 
“Todos los hombres que lucharon en Malvinas fueron muy valientes. No hay registros en todo el siglo XX de unidades que hayan sido bombardeadas durante 44 días y hayan combatido duramente por más de 60, sin haber sido relevadas”.
 
Por su desempeño Carlos Hugo Robacio, comandante BIM5, fue galardonado por la Nación Argentina con la Medalla al Valor en Combate y el propio Batallón de Infantería de Marina 5 fue condecorado por el Congreso argentino en 2002.
 

Guerra de Malvinas - Satelites - CIA y el fondo del mar

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Por Mariano Sciaroni

El satélite acababa de cumplir su misión sobre Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de 27.500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina. Algo que se había complicado los días anteriores, ya que un techo de nubes impedía discernir que había amarrado “allí abajo”.


Desde los 400 km. de altura de su órbita baja, enfocó sus cámaras de alta resolución a las coordenadas 38º 53`33``S y 62º06`16``O y procedió a tomar las imágenes pedidas. Misión cumplida.


Nadie lo había visto venir, menos lo habían visto marcharse.



Poco tiempo después, las imágenes se encontraban en el National Photographic Interpretation Center (o Centro Nacional de Interpretación Fotográfica), un departamento de la CIA que dependía de la poderosa Dirección de Ciencia y Tecnología y que se encontraba integrado por analistas civiles y militares de todas las fuerzas.



No era la primera vez que se tomaban imágenes satelitales de la base naval. La CIA mantenía (y mantiene) una constante vigilancia sobre los enemigos, en ese tiempo los países del Pacto de Varsovia, pero a los aliados o afines, mejor también controlarlos. A finales de la década del `70, había aumentado, por alguna razón, el reconocimiento satelital sobre la base y sobre otros puntos de interés militar en Argentina y, en general, en el Atlántico Sur. 
(1) y (2) Dos imágenes satelitales de Bahía Blanca y la Base Naval Puerto Belgrano, obtenidas por la cámara de mapeo de un satélite espía norteamericano KH-9. La de la izquierda fue obtenida el 4.1.1979 por el KH-9 misión 1214-5 y la de la derecha el 30.3.1979 por la misión 1215-5.




Imágenes de la cámara panorámica son complementadas, en misiones de reconocimiento militar, por imágenes de alta resolución de la cámara principal. Fuente: U.S. Geological Services – desclasificación año 2002

No había habido demasiada suerte, sin embargo, en los últimos días. Nubes. Complicaban todo. Pero este 28 de mayo la meteorología resultaba más favorable y las imágenes revelaban las siluetas de los buques. Y allí estaban casi todos los buques de la Armada Argentina.



“BUQUES CAPITALES DE LA FLOTA ARGENTINA SE ENCUENTRAN EN LA BASE NAVAL PUERTO BELGRANO...BUQUES PRESENTES INCLUYEN AL PORTAAVIONES 25 DE MAYO (CV) SIN AVIONES EN LA CUBIERTA DE VUELO…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE GUPPY (SS)…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE 209 (SS) EN DIQUE SECO…UN DESTRUCTOR MISILISTICO-HELICOPTERO TIPO 42 (DDGH), UN DESTRUCTOR MISILISTICO CLASE GEARING FRAM II (DDG), UN DESTRUCTOR CLASE SUMNER (DD), UNA FRAGATA LIVIANA FRANCESA TIPO A-69 (FFG), CINCO BARREMINAS COSTEROS CLASE TON (MSC), Y NUMEROSOS AUXILIARES.”

La Armada Argentina se encontraba mayormente en puerto: el portaaviones, uno de los destructores tipo 42 y dos viejos destructores norteamericanos, uno de los avisos franceses y otras tantas embarcaciones.

Lo más interesante, sin embargo, eran los submarinos. Había un Tipo 209 en dique seco y un “Guppy” (genéricamente, un submarino de la Segunda Guerra Mundial con mejoras hidrodinámicas y en ciertos sistemas de a bordo) amarrado. 

El “Guppy” no podía ser otro que el ARA Santiago del Estero, que la inteligencia había perdido a fines de abril, cuando desapareció subrepticiamente de su amarradero habitual de la Base Naval Mar del Plata. Realmente un misterio, ya que el submarino se consideraba inactivo desde el año anterior, sin posibilidades de sumergirse y menos de ir a una guerra.

Nadie sabía, entonces, el estado operacional del Santiago del Estero. Y, sabiendo que sería preguntado sobre ello, el analista no tuvo más que agregar en su memo que:



“NO SE PUEDE DETERMINAR EL ESTADO OPERACIONAL DEL SUBMARINO GUPPY”



Desde el 30 de abril que Estados Unidos no tenía mayores problemas en pasar la información satelital recibida al Reino Unido.



La vital información recogida no fue la excepción y, con alguna lógica demora, cruzaba el Atlántico y llegaba al Cuartel General de la flota británica en Northwood.



Buena información para las dos Fuerzas de Tareas coloniales en el sur. Especialmente útil para los submarinos del Almirante Peter Herbert, la Fuerza de Tareas 324. El oficial responsable comenzó a preparar un informe de inteligencia actualizado y, apenas terminado y aprobado, se subió al satélite.
Había tres satélites espías estadounidenses (de reconocimiento por imágenes) en órbita. Los británicos no tenían esa capacidad, así que necesitaban apoyarse en su aliado.
Un HEXAGON/KH-9, lanzado el 11 de mayo de ese año, que tenía el problema de que el film debía ser eyectado hacia tierra, donde era recuperado en vuelo cerca de Hawai y, desde allí transportado en avión hacia el continente.
Los dos KENNAN/KH-11 eran los más modernos del mundo. La información era pasada encriptada y en tiempo real a una estación en tierra, y estaba en condiciones de ser analizada en cuestión de minutos. El KH-11/4 había sido desviado de su órbita sobre la Unión Soviética a principios de abril y estaba haciendo casi todo el trabajo. 
(3)  Gráfico de la órbita baja del KH-11/4, modificada a principios de abril de 1982 para cubrir Malvinas y áreas de interés en Argentina. Había sido lanzado el 3 de septiembre de 1981 desde la Base Aérea Vandenberg en California
Los satélites de reconocimiento eran complementados con la información obtenida de la violación a las comunicaciones “seguras” de la Armada Argentina. 
Había habido algunos problemas a mediados de abril, cuando los argentinos cambiaron el código, pero ello fue rápidamente solucionado (pareciera que alguien en Argentina se puso nervioso al leer un artículo del 15 de abril del New York Times que dejaba entrever que las comunicaciones eran interceptadas)

Es que las máquinas Crypto AG de dotación de la fuerza no eran mayor traba para la CIA. Es más, se decía que la NSA (National Security Agency o Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía “acciones” en esa empresa y, por tanto, la llave para leer los mensajes en clave. Una copia de esa llave estaba en poder de la CIA.

Algunos funcionarios norteamericanos pareciera que se jactaron demasiado de ello, y el 9 de junio, William J. Casey, Director de la CIA, tuvo que amenazar con acciones penales para los involucrados en difundir “el secreto”. El código fue nuevamente cambiado por los argentinos, y nuevamente roto por la CIA.

Obviamente, ayudaban al panorama también los amigos de por acá cerca y los que estaban demasiado cerca, más aún.

Sin embargo aún con todos esos recursos, el Joint Intelligence Committee (JIC), el comité conjunto del Reino Unido que organiza a todas las agencias de inteligencia, tenía un panorama confuso acerca de los buques que se consideraban más importantes (y peligrosos) de la Armada Argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo y los submarinos.

Al portaaviones Northwood lo situaba, en las primeras horas del 28 de mayo, en las cercanías del Cabo Blanco, al sur del Golfo San Jorge.

El submarino HMS Spartan estaba cerca de allí, tratando de ubicarlo, pero no lo había logrado. El comandante del buque, James Taylor, así como Chris Wreford-Brown, en el HMS Conqueror (a 320 millas náuticas al Este del Cabo Blanco y sirviendo de zaguero para cualquier intento de rompimiento) se preguntaban si la información de inteligencia, generalmente buena, estaba acertando esta vez.
(4) Portaaviones ARA 25 de Mayo en la Base Naval Puerto Belgrano. Fotografía tomada en junio de 1979, durante el Operativo Unitas XX. Fuente: Department of Defense, EE.UU.

Con los submarinos argentinos la situación era peor aún.

El 21 de abril el ARA Santiago del Estero había salido de su apostadero. Pocos días después, el espionaje británico (gracias a los norteamericanos) se había percatado de esta situación y buscaba desesperadamente conseguir información acerca del estado operativo de la unidad. 

Algo que no se había logrado ¿Estaría camino a la Isla Ascensión, listo para atacar a las unidades logísticas?
Asimismo, inteligencia informaba el 26 de mayo por la tarde que el ARA Salta tenía problemas en sus tubos de torpedos. Nadie sabía si estaba en el mar o no el 28.

El ARA San Luis, se afirmaba para el mismo 26, estaba definitivamente en patrulla, posiblemente en camino hacia el norte del Estrecho San Carlos. El 28 se dudaba de su posición, o en Puerto Belgrano o en el mar, no quedaba a nadie claro ello.

Las piezas faltaban en el rompecabezas. 
Casi a las 9 de la noche del 29 de mayo, a unas 300 millas al Este de Isla de los Pingüinos, en medio de un clima horrendo y un mar agitado, surgió de las profundidades del mar un artefacto que podría describirse como un florero de lata diseñado por un artista kitsch.

El mástil AYH, si bien tenía algunos cristales defectuosos, no captó señal electrónica con grado de peligro alguno, lo que pudo ser corroborado por el operador en el equipo MAE UA4 del HMS Conqueror.

Con el reaseguro que no había nadie emitiendo en el área, pronto emergieron otros apéndices, entre los que destacaban un periscopio y una antena de comunicaciones.

Durante 7 horas se mantuvo en plano periscopio y con los apéndices extendidos. El submarino tenía, desde hace más de un mes, problemas para recibid comunicaciones, algo que se había exacerbado luego de dañar el mástil con hielo cerca de Georgias del Sur. Sin embargo, esta vez la culpa no era de la antena o del satélite (también norteamericano) sino del equipo de clave, que tenía un mal día.
(5) Submarino HMS Conqueror regresando a su base, luego de Malvinas. Fuente: Ministry of Defense, Reino Unido

Seis reportes recibidos. Entre ellos COR 430 informaba a la Fuerza de Tareas 324 (los submarinos) que la Armada Argentina se encontraba en Puerto Belgrano o en las cercanías de Bahía Blanca. La información de inteligencia se hacía más clara.
El HMS Spartan repitió para la misma hora el procedimiento y recibió también la señal COR 430. Sus equipos electrónicos UAB eran más modernos y sensibles, pero tuvo más cuidado de exponer apéndices, ya que solo estaba a 90 millas náuticas del continente. El radar AN/APS-128 de un EMB-111 Bandeirante Patrulha (de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina) que había detectado hacía unas horas le recordaba el peligro de ser demasiado indiscreto. Apenas bajada la información del satélite, volvió a las profundidades.
Los restantes submarinos británicos formalmente asignados a la FT 324 estaban desperdigados en el Atlántico Sur. El HMS Onyx y el HMS Courageous recién estaban penetrando latitud 35º S y arribando a la “Grilla CORPORATE”, el HMS Splendid estaba saliendo de ella (por problemas insuperables en uno de sus Turbogeneradores) y el HMS Valiant ya tenía bastantes preocupaciones operando dentro del Estrecho de Le Maire.

Northwood movió las áreas de patrulla y de responsabilidad de las unidades submarinas para adecuarse al nuevo escenario proporcionado por inteligencia: el portaaviones estaba en puerto y, sin Grupo Aéreo Embarcado en cubierta, era dudosa una pronta zarpada. El ARA Santiago del Estero estaba amarrado, así como uno de los Tipo 209 (se estimó era el ARA Salta – quizá por los problemas en los tubos de torpedos anunciados), en dique seco.
Las contingencias a enfrentar eran menores ahora para los submarinos. La certidumbre ampliaba la libertad de acción. Buena información, en el momento justo. Un satélite que hizo la diferencia.

Ni KENNAN ni HEXAGON fueron decisivos. Tampoco lo fue el quiebre de las comunicaciones cifradas argentinas. Pero la guerra es un partido de póquer, y si el contrincante puede mirar nuestras cartas, no importa la buena mano que tengamos, el otro siempre podrá jugar en sus términos.

A 30 años del conflicto, vale la pena recordar las ventajas ajenas y las falencias propias. De esa forma, resaltan aún más el coraje y la entrega de nuestros marinos, soldados y aviadores.

Agreguemos un par de datos más.
El ARA Santiago del Estero, que no tenía sonar ni posibilidades de sumergirse desde 1981 (es decir, no podía combatir en forma alguna), había sido trasladado desde la base de submarinos en Mar del Plata hacia Puerto Belgrano, donde fue camuflado entre dos cargueros. Se hicieron algunas operaciones de “velo y engaño” para intentar confundir respecto el estado operativo del submarino, lo que parcialmente se logró.

EL ARA San Luis estaba en Puerto Belgrano desde el 19 de mayo, habiendo arribado luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión. Los diversos problemas mecánicos que se fueron suscitando durante el combate (ya que atacó y fue atacado) hicieron que debiera ingresar a dique seco, donde fue observado por el satélite.

(6) ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra. Detrás, se aprecia el portaaviones.
 

El ARA Salta estaba en el mar desde el 21 de mayo, haciendo pruebas de torpedos y evaluando ciertas falencias del buque. Pero, principalmente, generando incertidumbre en la flota británica. Efectivamente, desde el día 23 tenía problemas con los tubos lanzadores. Recién tomó puerto el 29 de mayo.



El ARA 25 de Mayo no salió de Puerto Belgrano después de ingresar allí el 10 de mayo. Su Grupo Aéreo Embarcado operaba desde bases en tierra. Hubo algunas maquinaciones argentinas para despistar a la inteligencia británica acerca de su paradero, lo que pareciera dio resultado parcialmente.



Pareciera que el ojo del satélite no se equivocaba demasiado.

(8) Documento, “Increased defensive measures”

Bibliografía usada por el autor:

Casey, William J (Director CIA), Memo en “Unauthorized Disclosures on the Falklands Situation”, 9 de junio de 1982. 

Freedman, Sir Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I & II, Routledge, Londres, 2005. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Argentine Naval Combatants”, 28 de mayo de 1982. 

National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Military Forces, Argentina”, mayo de 1982. 

National Security Council Meeting (Casa Blanca – USA), Minutas de análisis, “South Atlantic Crisis”, 30 de abril de 1982,  


Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings” 

Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”




Mariano Pablo Sciaroni

Es abogado y magister en estrategia y geopolítica. Escribió “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como numerosos artículos sobre temas navales y de Malvinas en revistas especializadas y páginas de Internet.

Primer vuelo de verificación post Conflicto de Malvinas​

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"...El 29 de Octubre de 1990 se realizó el primer vuelo sobre el territorio de las Islas Malvinas después de la Batalla del Atlántico Sur.

Esta operación tenía objetivo realizar un vuelo directo desde la I Brigada Aérea hasta la Base Vicecomodoro Marambio, y con el propósito fundamental de verificar los sistemas de comunicaciones y las normas establecidas en los Acuerdos de Madrid entre Cancillería Argentina y el Foreign Office del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.


Antes de partir este importante vuelo desde Buenos Aires, el Comandante del C-130 Hércules recibió en “El Palomar” precisas instrucciones verbales del por entonces Subsecretario General de la FAA, Comodoro D. R. Montenegro, quién le recomendó el estricto cumplimiento del Plan de Comunicaciones para el caso de ser interceptado por aviones ingleses destacados en las Islas y las instrucciones de sobrevuelo.​


Se establecía para realizar el vuelo una ruta 30 MN (millas náuticas) al Oeste de Puerto Argentino… tal como estaban expresadas en un mensaje procedente de IX Brigada Aérea y firmada por su Jefe, el entonces Comodoro Sadino, quien tenía la responsabilidad de mantener el tráfico radioeléctrico con el Comandante Militar del Reino Unido en Malvinas.

La cuestión es que había un “error” en la interpretación de la autorización de sobrevuelo y las 30 MN. NO eran hacia el Oeste… sino hacia el Este… ya que de lo contrario se sobrevolaba el complejo militar de “Mount Pleasant”… la tripulación se dio cuenta tiempo después, cuando al comenzar a acercarse a las Islas el C-130 se encontró sorpresivamente escoltado por una sección de McDonnell Douglas Phantom F-4J.

Los aviones identificados visualmente como británicos se pusieron la par del Hércules C-130 argentino y con “diplomáticas instrucciones”… tales como mostrar en forma amenazante los misiles SIDEWINDER AIM-9L que llevaban en los soportes ventrales y hacerles bruscos virajes para desviarlos de rumbo… rumbo el cual el C-130 nacional no modificó y su comandante mantuvo estoicamente, por un cierto tiempo.

Mientras continuaba el vuelo, se intentó comunicarse en todas las frecuencias sin obtener respuesta alguna de los pilotos ingleses.

La disyuntiva del comandante era si mantenía el rumbo establecido para la verificación, o lo modificaba tal lo estaban manifestando los amenazantes Phantom F-4J.


Así fue que desviaron la ruta hacia la izquierda pasando lateral Este de Puerto Argentino, siempre “escoltados” por los aviones británicos… que después de acompañar 50 MN. al C-130, iniciaron un violento viraje descendente para retornar a su base en las Islas..."
 

Sr. Mariano G. Campelo 

www.zona-militar.com

Salvando la bandera del Regimiento

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Hace 30 años, en la gélida noche del 11 de junio de 1982, un suboficial de las tropas británicas que se deslizaban sigilosamente en la oscuridad malvinera, pisó una mina antipersonal y esa detonación activó el combate más encarnizado de la Campaña de las Malvinas. 

Así, el Monte Londgon, donde estaba atrincherado el dispositivo defensivo nacional, se iluminó con la pirotecnia de las bengalas y el fuego de las bocas de los cañones. En aquellas últimas jornadas se llenaron páginas de gloria. Uno de los grandes protagonistas fue el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde”. 

Durante toda la noche del 12 al 13 de junio sus trincheras fueron acribilladas por las baterías enemigas. Nuestros soldados recibieron la descarga de unas seis mil balas, mientras los gurkas avanzaban por la zona, degollando sin compasión. El Regimiento 7 fue el más castigado en aquellas jornadas: perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152. Cuando percibieron que era inminente la derrota, el jefe del Regimiento, teniente coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para que no quedara en poder del enemigo. 

De inmediato se cumplió la orden. Pero dos jóvenes oficiales, los tenientes Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (ambos habían dado muestras de valor en el combate), se presentaron ante sus jefes. En medio de la lluvia de balas plantearon su disconformidad: el pabellón nacional no debía estar bajo tierra, ni tampoco podía entregarse al enemigo. 

Giménez aceptó la propuesta de los jóvenes tenientes. Desenterraron la bandera, la sacaron del plástico que la cubría, la desarmaron y se distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales. De la bandera en sí (es decir, del paño) se encargó el teniente Guidobono. De la corbata, Cargnel. El teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota. El mayor Carlos Carrizo Salvadores, tomó otra y la colocó debajo de su cinturón, el subteniente Alfredo Luque puso otra en su guante. Así fueron ocultando los fragmentos, adosándolos con cinta adhesiva. Terminó el combate. 

El grueso de los soldados fue transportado de inmediato en el buque Canberra rumbo al continente. Pero algunos hombres fueron tomados como prisioneros de guerra. El destino hizo que Cargnel (por ser paracaidista) y Guidobono (por ser jefe de Comunicaciones), fueran llevados en avión a San Carlos y separados del resto de sus camaradas. Durante quince días los mantuvieron prisioneros dentro de un frigorífico. Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió para no ser descubierto en el cacheo. 

Luego los embarcaron y permanecieron otros quince días a bordo, sin zarpar. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado. Los prisioneros fueron obligados a desnudarse. A pesar de que el teniente Guidobono quiso disimularlo, un soldado enemigo descubrió la bandera. Le ordenó que la entregara. El teniente se negó. El soldado gritó su orden nuevamente. Guidobono, con calma, respondió que no entregaba la bandera. 

La tensión se percibía y en medio de ese silencio eterno, el guardia cargó su fusil. Alarmado por los gritos, un oficial enemigo se acercó e intentó convencer al teniente argentino de que entregara el paño. Guidobono movía la cabeza negando: la bandera no la entregaba. El oficial pareció comprender que podía generarse una situación incontrolable. Allí terminó el episodio. Recién, el 14 de julio, lograron reencontrarse en el cuartel del Regimiento de Infantería Mecanizada 3, en La Tablada, que funcionaba como lugar de reunión y atención del personal que había combatido en nuestras islas.

Ese mismo día, el encuentro de aquel grupo de soldados, permitió reunir las partes componentes de la Bandera Nacional de Guerra del histórico y esforzado Regimiento 7 de Infantería Mecanizada. La lectura de este episodio, prolijamente redactado y expuesto en un cuadro próximo al cofre que contiene este glorioso lábaro, emociona vivamente a quienes visitan la Sala Histórica de la Unidad, que también contiene otras muchas valiosas reliquias de su larga trayectoria, hacen reflexionar acerca del silencioso y casi ignorado gesto de este grupo de valientes, que ha quedado vivamente grabado en la rica historia de este antiguo regimiento de nuestra Infantería.-

www.salamalvinas.com.ar

Distintas posiciones del GA 3 en Malvinas

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El Grupo de Artillería 3 arriba a las Islas Malvinas con personal y equipo el día 14 de abril a las 07:50 horas, mientras que el material, conformado por un Escalón Comando y Servicios y tres Baterías de Tiro a seis piezas, (Obús Oto Melara calibre 105 mm de 10 km de alcance) cada una,  y la munición que llevaba un Hércules C 130 TC 63 y un Fokker F 28 TC 27, arriban entre las 09:10 y 10:12 horas del mismo día. 

El día 15 al 17 de abril se inicia la ocupación de las posiciones del GA 3. 

El día 27 de abril, a las 19:50 horas, se recibe en el Puesto Comando del Jefe del Grupo de Artillería 3 la novedad de que el Radar del RI 3 detectó presencia de elementos extraños y desconocidos al S de Puerto Argentino. A las 21:35 horas la Batería de Tiro “B” abre fuego sobre probables lanchones de desembarco enemigos captados por el Radar del RI 3 y ratificado por la observación visual de los observadores adelantados de la Unidad, en un lapso de dos horas se disparan 160 proyectiles. 

El 14 de mayo se recibe una pieza 155 mm modelo Argentino de 20km de alcance proveniente del Grupo de Artillería 101 (JUNÍN – BUENOS AIRES). De inmediato se iniciaron los reconocimientos para su emplazamiento, en la ladera Este de SAPPER HILL, dado el gran peso del material y la poca consistencia del terreno se recurrió al empleo de una retroexcavadora y planchas de aluminio para lograr la sustentación y firmeza del suelo necesarias para el tiro, en días sucesivos se recibió dos piezas más con las cuales se conformó una Batería dependiente del GA 3 (Batería de Tiro “D”), a las 23:30 la pieza abrió fuego contra un buque enemigo detectado por radar (distancia 17 km). A esta Batería se le asigna una misión no común en la Artillería: hostigamiento a los buques enemigos que desde el 1ro de mayo cañoneaban impunemente la posición de Puerto Argentino, dicha Batería hasta los primeros días del mes de junio cumplió con aproximadamente 10 misiones de fuego, disparando en el orden de los 80 proyectiles; a partir de esa fecha cumplió misiones de fuego de contrabatería a las mayores distancias. 

El día 27 de mayo se rompió la monotonía de varios días, la esperanza de un día apacible es bruscamente quebrada por un repentino ataque de la aviación enemiga, este ataque fracasa, no se producen bajas ni daños materiales. 

A partir de esta fecha el GA 3 ejecutó fuegos de contrabatería destinados a neutralizar la actividad de la Artillería enemiga:
-        Fuegos de neutralización y de hostigamiento en apoyo de los propios elementos de combate.
-        Fuegos de hostigamiento contra el accionar de buques enemigos, mediante el empleo de cañones 155 mm, apoyados por los radares de ADA CARDION de 360 km de alcance y de vigilancia terrestre RASIT.
-        Fuegos de neutralización y de marcación de blancos en coordinación con acciones que cumplía la FAA.
A partir del 05 de junio el GA 3 inició su apoyo de fuego a los elementos de maniobra que ocupaban las alturas hacia el OESTE (Monte Dos Hermanas, Monte Harriet, Monte Tumbledown y Monte Longdon).  

Hasta esa fecha las posiciones habían sido sometidas a intensos fuegos navales, y a partir de esa oportunidad se comenzó a recibir fuego de contrabatería ejecutado por las Baterías Inglesas (Tres Grupos de Artillería de Campaña, cañones Light Gun, calibre 105 mm, alcance 17 km).
Inicialmente participó la Batería de Tiro “C”, a órdenes del Tte 1ro TESSEI, esta batería estaba conformada a 8 piezas (calibre 105 mm, de 10 km de alcance), la conformación a 8 piezas obedecía a dos motivos primordiales:
-        Escasa disponibilidad para ubicar efectivos de artillería mayores, sin ofrecer un blanco rentable.
-        Necesidad de adelantar piezas hacia el oeste con la finalidad de ganar alcance. 

Como consecuencia de su ubicación en el terreno fue la Batería de Tiro “C” la que recibió inicialmente los fuegos de contra armas más intensos y sostenidos (día y noche). 

Los días 09 y 10 de junio, el GA 3 apoyó con sus fuegos, incursiones de la Ca Cdo (s) 602 en la zona de Monte WALL y Monte CHALLENGER. 

El 11 de junio muere en combate el Teniente Alberto Rolando RAMOS, quien se desempeñaba como Observador Adelantado de la Batería de Tiro “C”, quien se encontraba agregado al RI 7. 

El día 12 de junio se recibió otro Cañón CITEFA, calibre 155 mm (alcance de 20 km), perteneciente al Grupo de Artillería 121 (LA PAZ – ENTRE RIOS), que reemplazó a otro cañón del mismo calibre que había quedado fuera de servicio. 

El mismo día a las 08:30 el GA 3 realizó una acción coordinada con la Fuerza Aérea. El Grupo abrió fuego sobre la ladera Oeste del Monte KENT, a efectos de neutralizar las armas antiaéreas y marcar la zona con proyectiles fumígenos, a fin de permitir y guiar el ataque de tres máquinas PUCARÁ. 

Durante todo el día 12 de junio el GA 3 apoyó al BIM 5 y al RI 7, a las 13:00 horas aproximadamente, el enemigo intenta emplazar una Batería en la ladera oeste de Monte LONGDON, desistiendo de su propósito al ser derribado, por el fuego de la Batería de Tiro “B”, uno de los helicópteros que transportaba una pieza de Artillería. La Batería “C” ejecutó un cambio de posición, bajo el fuego enemigo, y se reunió con el resto del GA 3. Dicha operación estuvo a cargo del Tte 1ro NAVONE, secundado por el Tte MARTINEZ CONTI. 

El mismo día el Radar RASIT del GA 3, que se encuentra operando en la plataforma EXOCET de la Armada Argentina, proporciona una distancia y rumbo sobre un blanco de oportunidad. El Sarg 1ro ORCASITAS del GA 3 era el operador del radar y fue quién proporcionó los datos correctos, el buque alcanzado fue el destructor GLAMORGAN. 

En la noche 12/13 junio el GA 3 cumplió misiones de fuego sobre MONTE HARRIET, GOAT RIDGE, TWO SISTERS, MONTE LONGDON, MURREL BRIGDE, SADDLE BACKS, NORTE DE MONTE KENT, PORT HARRIET HOUSE, BLUFF COVE RINCON, en algunos casos superó la cadencia máxima de tiro, el total de munición consumida fue de aproximadamente 2500 proyectiles cal 105 mm. 

El 13 de junio se desarrollaron los fuegos de contra armas más intensos por ambas partes, verdaderos duelos de artillería. Entre las 13:00 y 13:45 horas la posición del GA 3 recibió intenso fuego de Artillería. En ese momento murió el Cabo 1ro Miguel Ángel QUISPE, que se encontraba transmitiendo las voces de mando para el tiro. La munición de Artillería estaba prácticamente agotada. 

Durante toda la noche del 13/14 junio el GA 3 y GA Aerot 4 apoyaron el repliegue del RI 7 y el BIM 5, se batieron blancos entre MONTE LONGDON Y PORT HARRIER POINT.  A las 08:30 horas el GA 3 continuó apoyando el repliegue del BIM 5 a fin de permitir el desprendimiento de dicha unidad. 

A partir de las 10:30 horas no se recibieron más misiones de fuego y se produjo el SILENCIO EN EL CAMPO DE COMBATE. 

El silencio aturdió hasta las lágrimas, El frío, cada vez más intenso, ya no llegaba a perturbar. Cañones fuera de sus emplazamientos, proyectiles, vainas servidas y equipos diseminados por doquier. Las extrañas combinaciones de angustia, desazón, alivio y cansancio se sucedieron. Era el momento final, 17000 proyectiles, uno tras otro, habían hecho eco en los insensibles oídos artilleros, y habían enrojecido los nobles cañones. 500 toneladas de munición habían triturado los brazos y las manos de jóvenes artilleros. Largas jornadas sin descanso habían quedado atrás, producto de un combate moderno que pareció haberse propuesto elegir la noche como escondite preferido. Hombres exhaustos, pero con el vigor necesario para hacer frente con dignidad a las vicisitudes de la derrota. Hombres que supieron llorar y reír, bromear y maldecir, hablar y escuchar, rezar y recordar. Hombres al fin, soldados del GA 3 todos, fieles imitadores modernos de quienes legaron la tierra y la nacionalidad. 

El día 16 de junio se recibió la orden de marchar a Puerto Argentino, el GA 3 lo hizo a pie con su Jefe a la cabeza. 

TESTIMONIOS


Testimonio de la muerte del Tte ALBERTO ROLANDO RAMOS
En la noche del 11 de junio, más precisamente en MONTE LONGDON, nuestros observadores piden fuego de iluminación sobre el campo de combate, la que se ejecuta y a veces coincidía con los fuegos del enemigos. El combate en el frente es intenso.  MONTE LONGDON, era defendido por el RI 7, allí nuestro observador adelantado era el Tte RAMOS. 

Por radio dice: ¡Fuego de iluminación sobre zona oeste y noroeste de LONGDON!, una vez que se ejecuta, agrega: “Esto es un infierno, hay ingleses por todos lados. Gritan como locos, muchos caen pero vienen más. Creo que estamos rodeados”. 

El combate continúa encarnizadamente. Las pérdidas nuestras fueron importantes, y se aprecia que también las del otro bando, es conmovedor el último contacto radioeléctrico entre el Puesto Comando del GA 3 y el Tte RAMOS. Este dice: “Esto es un infierno me repliego con el Regimiento”. Su auxiliar el Sarg QUINTEROS, logró replegarse y contó: “El Teniente se replegaba disparando con una MAG (Ametralladora pesada). Fue herido en su rodilla, lo quise ayudar pero me dijo que siguiera que él me alcanzaba enseguida”. 

Murió en acción, su cuerpo no fue encontrado. 


Testimonio de la muerte del Cabo 1ro MIGUEL ANGEL QUISPE
La zona de la Batería de Tiro “A” y la del Puesto Comando del GA 3, comienza a recibir un intenso fuego de Artillería enemiga. Se desencadenó en forma muy repentina, encontrándose gran parte del personal al descubierto. Todos corren hacia los refugios, entre ellos el Tcnl BALZA. 

Dentro del Puesto Comando alguien grita: “El Cabo 1ro QUISPE está herido”, afuera el enemigo siembra la zona de proyectiles, utilizando espoletas rasantes y a tiempo. 

El Tcnl BALZA, el Tte 1ro Med NIEVES y el Tte MARTINEZ CONTI corren hacia donde,  boca abajo, está tendido el Cabo 1ro QUISPE. El médico lo da vuelta y expresa: “Está muerto, lo ha matado la onda expansiva”, sangraba por boca, nariz y oídos. 

Rezamos una silenciosa plegaria. El Tcnl le hizo la señal de la Cruz y el Tte MARTINEZ CONTI cortó la mitad de su chapa de identificación.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diario de Guerra del Grupo de Artillería 3 – Paso de los Libres – Corrientes – Argentina.
Horacio Rodríguez MOTTINO: “La Artillería Argentina en Malvinas” – Ed Clio S.A – 1984 – Buenos Aires – Argentina.
Horacio Rodríguez MOTTINO: “La Artillería Argentina en Malvinas” – Ed Clio S.A – 1984 – Buenos Aires – Argentina. 

www.laperlaaustral.com.ar 




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