por el forista TORDO79 (Zona Militar)
"....El vuelo a Londres- ¿Cómo, no hay Interpol?
Eran las 16.40 horas del 26 de mayo cuando el vuelo de LanChile dejó las fronteras de Santiago hacia Madrid, vía Río de Janeiro. El tiempo de vuelo a Río fue de menos de dos horas, así que planeé mantenerme despierto en esta etapa del viaje, y dormir durante la siguiente etapa mientras la aeronave cruzara el Atlántico durante la noche hacia España.
Estaba sentado junto a mi esposa honoraria, Gillian. “Wiggy” estaba en la fila inmediatamente detrás y Pete y su compañera estaban en la fila inmediatamente detrás de la de “Wiggy”. Los primeros pocos minutos del vuelo fueron irrelevantes, pero no pasó mucho hasta que nuestra paz fue groseramente interrumpida. España era la sede de la Copa Mundial de Fútbol de 1982, con la primera ronda programada para empezar en poco menos de tres semanas. Desafortunadamente, los miembros de los cuerpos de prensa chilenos que cubrirían la Copa Mundial eran pasajeros de aquel vuelo.
Poco después de que la aeronave se niveló en su curso y el Capitán desactivó las señales de los cinturones de seguridad, algunos pasajeros comenzaron a moverse por el avión y no pasó mucho tiempo antes de que algunos periodistas nos reconocieran a “Wiggy”, a Pete y a mí, algunos de los cuales habían asistido a la conferencia de prensa. Algunos de ellos nos pidieron entrevistas y nos querían tomar fotografías. Yo me negué amablemente a darles permiso y le pregunté a una de las azafatas si podía hablar con el Capitán por un asunto urgente.
Su respuesta fue preguntarme, “¿son ustedes los tres pilotos británicos?” A lo cual respondimos al unísono, “No, señorita, somos turistas”. Sin embargo fue otro momento de “Hola, Hola”. Mi petición fue concedida y los tres fuimos invitados a la cabina para conocer al Capitán. Cuando le expliqué a él nuestra situación y nuestra renuencia a ser expuestos a la prensa, fue muy comprensivo y nos invitó a los tres a quedarnos en la cabina de vuelo por el resto del viaje a Río.
Luego de casi dos horas, la tripulación comenzó a maniobrar la aeronave para su acercamiento previo al aterrizaje. Desde nuestra posición privilegiada en la cabina pudimos apreciar por completo el magnífico escenario alrededor de Río. La aeronave estaba volando en un patrón de acercamiento circular descendente alrededor de la ciudad revelándonos toda el área de construcción anidada a los costados de muchas colinas y los alrededores inmediatos mientras la aeronave acortaba la distancia al aeropuerto. A pesar de la oscuridad, la vista era impactante. Con montañas costeras y bosques de fondo y con el Atlántico al frente, Río disfruta de una maravillosa ubicación escénica. Fue una experiencia inolvidable volar bajo los brazos iluminados y extendidos del Cristo Redentor que nos daba la bienvenida, mientras la aeronave hacía su acercamiento final al aeropuerto, inmediatamente adyacente al mar.
Seguros en tierra, la aeronave carreteó hasta detenerse. Todos los pasajeros desembarcaron; mientras la aeronave se preparaba para el vuelo nocturno a Madrid, nosotros tres nos quedamos en la cabina durante ese período. Una hora más tarde, los otros pasajeros volvieron a unirse al vuelo, nosotros tres regresamos a nuestros asientos en la cabina, el Capitán encendió los motores y la aeronave carreteó lista para partir. Cinco minutos después estábamos volando una vez más y disfrutando la última mirada a las luces de Río, mientras la aeronave volaba con dirección noreste hacia Madrid. Dos horas después, nos sirvieron una excelente comida, luego de la cual no hubo nada más que hacer que relajarse y dormir la mayor parte de lo que quedaba del vuelo. Mientras contemplaba la noche llena de estrellas, sin luna, mi mente, de tanto en tanto, viajaba a la Guerra de Malvinas. Mis pensamientos eran una mezcla de frustración por no tener noticias del progreso de la guerra y sentimientos de incomodidad por haber dejado a mis camaradas en la Fuerza de Tareas y estar en camino a casa.
A la mañana siguiente, el jueves 27 de mayo, mientras volábamos a una altitud por encima de los 30.000 pies, el amanecer sobre el Atlántico fue un evento colorido y espectacular, no arruinado por ninguna nube. Una hora después de terminar el desayuno, la aeronave inició su largo y bajo descenso sobre el aeropuerto Barajas de Madrid. Era una mañana brillante, soleada en Madrid mientras la aeronave tocaba tierra y carreteaba hacia su puerta. Al aviso del Capitán, nosotros tres nos quedamos en la cabina, mientras los otros pasajeros desembarcaban. Luego de unos cinco minutos o más, la cabina estaba libre de pasajeros. Le agradecimos al Capitán y a la tripulación de la aeronave por su atención, su entendimiento y su hospitalidad antes de dejar la aeronave y seguimos la larga fila de pasajeros que se dirigían hacia inmigración.
Una vez que las formalidades del control de inmigración fueron completadas con nervios, los cinco nos dirigimos hacia las ventanillas de check-in. Antes de dejar la Embajada en Santiago, nos había comentado el Agregado de Aviación que teníamos reservaciones en el vuelo de British Airways a Heathrow en Londres, partiendo de Madrid a las 12.30 horas. Mientras hacíamos tiempo en el área de check- in, Gillian nos dijo que le habían dicho que recogiera los boletos de la ventanilla de British Airways al llegar a Madrid en representación de los cinco y que por lo tanto desaparecería durante algunos minutos.
Mientras tanto, al ver a un miembro femenino de los cuerpos de prensa chilenos haciendo una llamada telefónica desde una cabina telefónica pública, me acerqué para poder escuchar su conversación. Estaba hablando con un agente de Reuters, informándoles que los tres pilotos británicos de Chile estaban en Madrid y que presumiblemente habían reservado en el vuelo BA 455 a Londres, noticias que yo no quería escuchar. El hecho de tener que escapar de un acoso de la prensa en Heathrow, no estaba en mis planes para ese día. Pero luego razoné que si nuestra llegada a Heathrow era esperada por el MoD, entonces los planes para nuestra recepción estarían hechos bien lejos de los ojos curiosos del público y la prensa británicos. Luego de unos treinta minutos, Gillian regresó con noticias de que el vuelo a Heathrow en Londres de BA había sido sobrevendido, así que no había asientos para nosotros. Le conté acerca de la conversación telefónica que había escuchado furtivamente y nos informó que en cambio, había reservado asientos en un vuelo posterior BA 2456, a Gatwick, que saldría de Madrid a las 13.10 horas. Estaba bien hasta ahora.
Mientras tanto, en mi hogar en Crewkerne, Lorraine escuchó un informe al instante de las noticias, en la Radio BBC Bristol, temprano en la tarde, anunciando que “Wiggy”, Pete y yo habíamos reservado un vuelo de BA a Heathrow y que estaríamos llegando a Inglaterra más tarde esa misma tarde. Las emociones de Lorraine al escuchar la noticia estaban mezcladas: por un lado estaba muy alegre de saber que estaba a salvo y en camino a casa; por otro lado, enojada de tener que haberse enterado de mi repatriación por un informe de noticias de la radio. Quizá por la eficiencia de la máquina PR del MoD, o eso creía ella en aquel momento. Pero como lo demostraron los hechos posteriores, las fallas en las comunicaciones no podían ser achacadas a la organización PR del MoD.
De regreso en Madrid, con el proceso de check- in completo, los cinco nos dirigimos a la sala de partidas para esperar nuestro vuelo a Gatwick. Sentados en la sala junto a la puerta de partida, eché un vistazo a los compañeros de vuelo, pero no había ni un indicio de que alguno de ellos supiera quiénes éramos. Eso fue un alivio. Con los cuerpos de prensa chilena que habían dejado el aeropuerto, podíamos al fin relajarnos por un rato. A mediodía anunciaron nuestro vuelo, abordamos la aeronave y tomamos nuestros asientos. Mientras miraba al área de clase ejecutiva, pude ver un ejemplar de un diario inglés. Los artículos de la primera plana eran sobre el hundimiento del HMS Antelope y dos notas sobre nuestra operación en Argentina. Una estaba titulada “Helicóptero choca en misión de combate del SAS”, y el otro “Tripulación de una misión misteriosa, de regreso”, completado con una fotografía de los tres tomada durante la conferencia de prensa la tarde anterior. Fue triste enterarse de la tragedia del Antelope y frustrante leer la especulación alrededor de nuestra operación. Luego de varios minutos de leer, se me ocurrió que muchos de los pasajeros estarían mirando el mismo diario y por lo tanto la misma fotografía. Me hundí visiblemente en mi asiento por miedo a ser reconocido. A las 13.10 horas, la aeronave despegó para el vuelo de dos horas treinta minutos a Gatwick....."
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