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Channel: Conflicto de Malvinas
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¿Listas para el combate? Armas submarinas en Malvinas 1982

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“Optaré por los (torpedos) Mk.8 mod 4. Si, por interferencia de los escoltas, no puedo obtener una buena posición de ataque, entonces tendré que usar los Mk. 24” (Christopher Wreford-Brown, Comandante del submarino nuclear HMS Conqueror – 2 horas antes del ataque al Crucero ARA General Belgrano)

El torpedo Mk. 8 remonta sus orígenes al año 1925, entrando las primeras versiones en servicio en 1927. Se trataba de un torpedo de corrida recta, es decir, sin guiado alguno (más allá del eventual giro inicial) y de alcance limitado.


Sin embargo, el comandante del Conqueror los prefirió frente a sus Mk. 24 “Tigerfish”, que habían entrado en servicio solo tres años antes de la guerra: precisos, sigilosos, de guiado inteligente y con capacidad para atacar blancos cuatro veces más lejanos.


Finalmente, a las 16:56 hs de aquel (fatídico) 2 de mayo de 1982, ordenó el lanzamiento de los tubos 6, 1 y 2, todos cargados con los Mk. 8 (en todos los casos desde aquí, cada vez que digamos Mk. 8, nos estamos refiriendo a los Mk. 8 mod 4 – única subvariante en uso en la Royal Navy en 1982), abriéndose los torpedos en un abanico que pudiera garantizar, en la teoría, por lo menos un impacto. 


57 segundos y medio después (teniendo en cuenta que su velocidad de avance se programó a 45,4 nudos), hizo explosión el primer torpedo, en el centro del ARA General Belgrano, impactando instantes después el segundo a proa.


El último torpedo, lanzado con 2º de diferencia hacia la izquierda respecto el anterior, pasó por delante del crucero y, finalizando su corrida, empezó a ganar profundidad, detonando ruidosamente por presión hidrostática y provocando (por pura chance) daños menores en el destructor ARA Bouchard. Otra teoría posible es que hubiera sido afectado por el campo magnético del destructor, explotando por ello en sus cercanías.


El 25 de junio de ese mismo año, se ordenó al submarino HMS Onyx hundir, con un torpedo Tigerfish los restos del RFA Sir Galahad, dañado e irreparable desde su ataque por la Fuerza Aérea Argentina el 8 de junio, y con los cuerpos de muchos soldados británicos todavía en su interior.


Si bien no era un ejercicio, en tanto se pretendía dar sepultura a los fallecidos en lo que se había convertido en su tumba de guerra, las condiciones para el hundimiento eran las ideales, amén que el HMS Onyx había realizado las pruebas de aceptación del torpedo pocos años antes.


El buque se encontraba quieto y la solución de tiro resultaba impecable. Para desazón de Andy Johnson, el comandante del Onyx, ni el primer ni el segundo torpedo logró un impacto, por problemas en las baterías.  Recién se lo hundió en un tercer lanzamiento…con un torpedo Mk. 8.


Posiblemente, lo mismo hubiera sucedido de haber intentado el comandante del HMS Conqueror el ataque con los torpedos modernos.


Los torpedos pesados que aparecían en la década de 1970 prometían, como toda arma novedosa, una ventaja apreciable para sus usuarios. El avance tecnológico,  especialmente en los sistemas de sonar, daba a pensar que el submarino podría atacar blancos a grandísimas distancias, lejos de las cargas de profundidad y de los torpedos livianos de los escoltas.



Armas submarinas en Malvinas 1982

 Estos productos generalmente eran filoguiados, es decir, con un cable que lo unía al submarino, para que desde este se lo comandara en una etapa inicial y, ya cerca del blanco, desprendiéndose del cable y tomando la acción en forma autónoma con su sonar.

Sin embargo, como todo nuevo desarrollo, debía madurar lo suficiente (tanto el producto en si como las fuerzas que los mantenían y utilizaban) para conseguir cierto grado de efectividad. Ello, por supuesto, sin perjuicio de las incompatibilidades entre las nuevas armas, las computadoras de tiro, sonares y restantes elementos electrónicos.


Para el conflicto por las Malvinas, esa madurez no existía. Y, por ello, el fracaso en Malvinas de los Tigerfish británicos y los SST-4 (de la misma época) utilizados por los submarinos argentinos.

Los submarinos británicos, como ya se esbozó, fueron desplegados al Atlántico Sur con armas o vetustas o imperfectas. Y lo paradójico resulta que las armas vetustas eran las fiables.


Previo a Malvinas, el HMS Spartan (durante los ejercicios Springtrain en el Mediterráneo) cargaba 4 torpedos Mk. 8 y 8 Mk. 24 mod 0 (solo con capacidad antisubmarina). Habiendo recibido la orden de alistarse para moverse hacia el sur, recaló en Gibraltar, donde el HMS Oracle le transfirió otros 7 torpedos Mk. 8.


El otro submarino clase Swiftsure (o clase “S”) en el teatro, el HMS Splendid, que zarpó pocos días después de Faslane, en Escocia, embarcó una carga similar: 9 Tigerfish mod 0, así como 12 Mk. 8.



Oficiales británicos controlan la carga de un torpedo Mk. 8 mod 4 en el submarino HMS Courageous (IWM)

El número de torpedos era ciertamente limitado, en tanto se habían recibido instrucciones para no dejar almacenados los Mk. 8 en los tubos, lo cual generaba ciertos problemas en el detonador de esas armas.  Ese problema era conocido para todos los Mk. 8, y se repitió en todos los submarinos en el teatro. Muy filosóficamente, todos los comandantes decidieron hacer caso omiso a la advertencia técnica, haciendo que siempre hubiera tubos cargados con este torpedo.


El porqué estos dos submarinos (de los más modernos en la Royal Navy) no tenían capacidad filoguiada antisuperficie no se encuentra debidamente documentada. Sin embargo, no era por la mayor fiabilidad de estos ingenios “mod 0”.


En primer lugar, se había advertido que los tubos donde se cargaban los Mk. 24 mod 0 no se debían inundar, por problemas de corrosión en una placa de presión. Para peor, el 18 de abril se comunicó que ciertos torpedos ya embarcados no tenían realizada una modificación que les permitía correr a poca profundidad, un dato que absolutamente nadie, en los Swiftsure en teatro, conocía y que finalmente afectó (sin solución alguna abordo) a tres de los torpedos en el Splendid.


No eran mucho mejor esas armas para un enfrentamiento submarino vs submarino. Los niveles de ruido del probable enemigo (submarino Tipo 209 / clase Salta) eran escasos para el sonar pasivo del Tigerfish y, además, una profundidad de menos de 550 metros (existente en gran parte del teatro marítimo) habría confundido, por rebotes en el fondo marino y en la superficie, al modo de sonar activo del arma.


La solución al problema, pensada por el Commander Roger Lane-Nott (del HMS Splendid), fue ingeniosa:


"Contra esas aparentemente contradictorias condiciones, decidí que la mejor oportunidad para atacar a un Tipo 209 sería hacer un ataque combinado Mk. 8 / Tigerfish, disparando el Tigerfish primero, en pasivo y sobre la línea del blanco, para después hacer un lanzamiento en salva de Mk. 8, ya sea para que lo impacten o para generar una respuesta ruidosa del blanco”

Es decir, o le pegaban los torpedos de corrida recta, o el submarino enemigo se asustaba, aumentaba velocidad y, con ello y el ruido extra producido, era tomado por el poco sensible sonar del Mk. 24.



Submarinos británicos en Malvinas1982

Tampoco se llevaban muy bien los Mk. 8 y los Swiftsure.
En primer lugar, la modernísima computadora DCB no se entendía del todo con los torpedos, diseñados 50 años antes.


Asimismo, la idea de los Mk. 8 (como todo torpedo de corrida recta) es el lanzamiento en salva, algo que se complicaba para los sistemas de descarga de agua en los tubos de estos submarinos (el agua servía para eyectar al torpedo), limitados a 8 segundos de diferencia entre cada lanzamiento.


Y a eso se sumaban los genéricos problemas del arma, tanto en la espoleta, en los problemas para mantener profundidad constante en una corrida a menos de 10 pies, imposibilidad de mantener el arma en un tubo de torpedo inundado y ecualizado por menos de una hora, y otras cuestiones no menores.


Teniendo en cuenta estas limitaciones, el Cdr. James Taylor, del HMS Spartan, opinaba que:
 

“Los submarinos clase Swiftsure equipados con computadoras DCB y armados con torpedos Mk. 8 mod 4 y Tigerfish mod 0, en la práctica, carecen de capacidad antibuque.A estos submarinos se les deben suministrar dientes con extremada urgencia. El equipamiento con los Royal Navy Sub Harpoon debe ser llevado a cabo ahora, incluso de forma precaria. Se debe apurar la puesta en servicio de los Tigerfish mod 1. Hacer lo contrario, permitiendo que los Mk. 8 se mantengan, cualquiera sea la razón, es desperdiciar y poner en riesgo a invaluables recursos. El torpedo Mk. 8 se debe ir. Ahora”

Los submarinistas de los clase Valiant / Churchill desplegados (Conqueror, Courageous y Valiant) no tenían una opinión tan mala del Mk. 8 (“considerábamos a los Mk. 8 como caballos de tiro”, según palabras del Lt. Narendra Sethia, oficial del Conqueror), pero compartían las quejas respecto del Tigerfish, aún cuando los mismos portaban la versión mejorada mod 1, con capacidad dual antisuperficie y antisubmarina.


Todos ellos habían partido con carga completa de torpedos desde sus bases (el Conqueror, con 4 torpedos Mk. 24 mod 1 menos, para hacer lugar al equipo de comandos SBS que llevó hasta Georgias del Sur en su cuarto proel).



El oficial de navegación del Conqueror, el entonces teniente Jonathan Powis señalaba que, previo al ataque al Belgrano:
 

“Nos reunimos en la cámara de oficiales para discutir como podíamos hacer el ataque. No fue un debate largo. Teníamos dos opciones, los nuevos Tigerfish mod 1 filoguiados antisubmarinos y antisuperficie o el Mk. 8 de 50 años, que había sido el torpedo standard de la Royal Navy en la Segunda Guerra Mundial…un torpedo diesel no guiado que corría a 45 nudos, con un alcance óptimo de 1500 yardas, pero que podía correr 10 veces esa distancia antes de agotar su combustible. Necesitaba exponer el periscopio y requería apreciaciones del comandante para estimar la solución de tiro. Pero el moderno Tigerfish, tenía muchas debilidades. El cable generalmente se cortaba y la espoleta fallaba. Más de 2/3 de los lanzamientos habían sufrido un corte de cable y se había perdido el control del torpedo. Este no era ahora un problema de seguridad con un arma de ejercicio: con un torpedo de combate no estábamos tranquilos en el escenario de un arma que perdiera el control cerca nuestro”

De alguna forma, habían existido unos 15 años para lograr plena compatibilidad entre los Mk. 8 y estos submarinos los cuales, vale decir, habían sido diseñados teniendo en cuenta que este torpedo se mantendría en inventario por mucho tiempo más.


Otra gran ventaja del Mk. 8 era su gran carga de 805 libras de Torpex, muy superior al limitado explosivo llevado por el Tigerfish. Y, teniendo en cuenta que se enfrentaba a un blanco con blindaje antitorpedos, no era un tema menor.


Por ello, las limitaciones de exponer el periscopio, lanzar a menos de 1500 yardas en forma perpendicular al blanco atacado (para minimizar los problemas con la espoleta de contacto) y con el giroscopio del torpedo en 0º (es decir, que el torpedo no haga un giro inicial) eran hasta consideradas menores. Al fin del día, el sistema funcionaba.

De alguna forma, los submarinos británicos de la década de 1980, que llevaron el problema a Malvinas, portaban ciertos torpedos modernos pero de dudosas capacidades prácticas.


No era novedad: las primeras pruebas del Tigerfish, en 1973, habían sido satisfactorias solo en un 40 %. El mod 0 había fallado las pruebas de aceptación en 1979, pero sin embargo fue incorporado a los submarinos a partir del año siguiente. El mod 1 tenía problemas similares, pero también fue llevado al servicio.


Y más allá de que quizá podía no pegarle a nada y, si aún impactaba quizá podía no detonar, en la fuerza de submarinos se tenía muy presente que, en uno de los ejercicios de aceptación, un Tigerfish casi hunde al submarino que lo lanzó.



Torpedo Tigerfish en el Royal Navy Submarine Museum (Autor desconocido)

Ahora bien ¿El Tigerfish, pese a no haber sido utilizado, puede considerarse que  fracasó en Malvinas? La respuesta es afirmativa. Un arma no solamente falla cuando se la usa y no se consigue el efecto deseado, sino también cuando ni siquiera se la utiliza, sabiendo que ese efecto deseado jamás se alcanzará.


En la postguerra se intentó mejorar a este torpedo, finalizando su desarrollo con la versión definitiva “mod 2”, con un mayor grado de confiabilidad.


En otro orden, los Mk. 8 eran una solución vetusta pero confiable. Un arma simple y de tiempos pretéritos, que suplía la incapacidad de su homólogo tecnológico. El torpedo de corrida recta no falló en combate, sea porque sus adversarios eran de una era similar, sea porque resultaba un sistema maduro y probado.


Tan maduro y probado que, en lo que había sido el último hundimiento de un buque enemigo por un submarino británico, hecho ocurrido en las cercanías de Java el 8 de junio de 1945, interviniendo el HMS Trenchant y el crucero de la Armada Imperial Japonesa Ashigara, habían intervenido también los torpedos Mk. 8. Casi 40 años de diferencia entre un hecho y otro, y (prácticamente) la misma arma obteniendo idénticos resultados.


Pero, claramente, se necesitaba un arma mejor. Algo para el fin de siglo.

A fines de abril, el Comandante de la Fuerza Submarina Británica (FOSM) estaba consciente de las limitaciones antisuperficie de los submarinos en el teatro, entonces los Spartan, Splendid y Conqueror.

Se decidió, por ello, enviar a un nuevo submarino hacia el sur, que tuviera capacidad sobrada para hundir buques enemigos, especialmente al portaaviones ARA 25 de Mayo.



La decisión obvia fue el HMS Courageous, quien hacía muy poco tiempo había terminado, en Estados Unidos, las pruebas de aceptación del misil Royal Navy Sub Harpoon / RNSH (una variante del Sub Harpoon producido para la marina estadounidense). Era, con esto, el único submarino en la Armada Real que podía dispararlo.


Estos tests habían incluido tiro, con cabeza de combate, contra el DE Hissem (un destructor de escolta de la US Navy radiado de servicio en 1975), que terminó con su hundimiento el 24 de febrero (de 1982).


En tanto lo expuesto, dentro de su carga de 31 armas se incluían varios de los RNSH recién entregados. 


Este misil otorgaba una capacidad antibuque real, según el comandante del Courageous, Cdr. Rupert Best:
 

“Deseaba que la Fuerza de Tareas reconociera la capacidad única del RNSH como arma antibuque y, por ello, que se nos posicionara de tal forma para estar en el lugar justo, de tener que utilizar este misil de largo alcance”

Por ello, los RNSH se llevaban cargados y listos en los tubos 5 y 6. Y, tal era el deseo de utilizarlos que su tripulación escribió "Al 25 de Mayo, del Courageous" en una de las cápsulas blancas contenedoras.


La guerra no dio oportunidades para que se pudieran lanzar pero, pocos días después de finalizado el conflicto, y aún en aguas malvineras, la entusiasta tripulación del Courageous comenzó a practicar tácticas de lanzamiento transhorizonte, con la ayuda de un helicóptero Lynx de la Royal Navy como designador de blancos.


Paradójicamente, el RNSH salió de servicio cuando los submarinos británicos tuvieron un torpedo moderno y confiable, el Spearfish. La guerra, para entonces, hacía largos años que había terminado.

Los submarinos argentinos fueron a la guerra con torpedos no demasiado diferentes a sus homólogos británicos. Era de esperar, por tanto, resultados tan decepcionantes como los que aquellos experimentaron. Eso fue lo que sucedió.


El ARA Santa Fe, un viejo submarino tipo Balao, botado en el año 1944 como USS Catfish y adquirido por Argentina en 1971 (ya transformado como Guppy II, es decir, con las mejoras para una mejor performance subácua) partió en su singladura para la recuperación de Malvinas (al comando del Capitán de Fragata Horacio Bicain) con una configuración de dos torpedos de corrida recta (Mk.14) y otros dos autoguiados (Mk. 37 mod 3 – a partir de ahora solo les diremos Mk. 37).


De vuelta a puerto, y aprestándose para partir hacia Georgias del Sur (lo que hizo el 17 de abril), completó su carga de armas, haciendo un total de 15 torpedos Mk. 14 y 8 Mk. 37.


Versiones de peso indican, sin embargo, que el embarque de torpedos de corrida recta fue en realidad de un número de 6 Mk. 14 y 9 Mk. 23. Estos últimos, una versión del Mk. 14 sin capacidad de correr a poca velocidad, que habrían llegado apresuradamente desde Perú. 


Submarinos argentinos en Malvinas 1982

 La configuración de las armas era similar a la que cargaban los submarinos estadounidenses la década anterior. Un dato a tener en cuenta es que, en julio de 1974, el submarino nuclear de ataque de la clase Sturgeon USS Tautog quedó alistado con una selección muy similar (ya que llevaba algunos torpedos Mk. 16, apenas más modernos que los -14), en su base de Pearl Harbor, Hawaii, para proteger de cualquier interferencia soviética la operación de rescate encubierta que estaba llevando a cabo el buque Glomar Explorer (“Operación Azorian”).

Es decir, 8 años antes, los mejores submarinos nucleares de ataque de los Estados Unidos, aprestándose para potenciales misiones de guerra, cargaban armas similares. Más allá, por supuesto, de las diferencias electrónicas, alcances sonar, apoyos externos y una larga lista de etcéteras ajena a este trabajo.


El Mk. 14, un torpedo estadounidense de corrida recta, había sido diseñado en 1931 y, superados los enormes y gravísimos problemas de sus versiones iniciales, se había convertido en el arma submarina standard de la U.S. Navy en la Segunda Guerra Mundial. Terminada la conflagración, existía todavía un importante stock de estos torpedos, siendo transferidos en cantidades a las marinas amigas.


La Armada Argentina poseía amplia experiencia en estas armas, los cuales, vale decirse, eran sencillos y simples de mantener. El lanzamiento (para asegurar el blanco) era en salva y, vale pensar, el resultado que se hubiera obtenido con los mismos, de haberse conseguido llegar a una posición de tiro), no habría sido diferente al que los británicos consiguieron con los Mk. 8.


Lamentablemente para las fuerzas argentinas, el ARA Santa Fe fue neutralizado el 25 de abril y, con ello, finalizaba antes de comenzar su patrulla antisuperficie en las cercanías de las Georgias. El Mk. 14, entonces, jamás entró en combate en el Atlántico Sur.

El ARA Santa Fe asimismo portaba los norteamericanos Mk. 37, los cuales  tampoco pudo utilizar.


Estos torpedos autoguiados (es decir, programables y autónomos) habían entrado en servicio en 1956, principalmente como un arma para enfrentar a la creciente amenaza de los submarinos soviéticos. Para ese momento, se estimaba el Mk. 37 poseía una probabilidad de impacto casi absoluta contra dichos blancos, lo que hablaba de su virtuoso diseño y gran confiabilidad. En todo caso, debe recordarse que se trataba de submarinos soviéticos lentos y ruidosos.



Carga de un torpedo Mk. 14 en un submarino clase Balao / Guppy argentino (www.histarmar.com)

Teniendo en cuenta la aparición de nuevos submarinos, con mejores prestaciones, a partir de 1967 el diseño fue sometido a diversos procesos de actualización, que mejoraron principalmente el alcance de su sonar (de 700 a 1000 yardas) y la posibilidad de atacar blancos a más profundidad. Se mantuvo, sin embargo, el problema de su escasa velocidad, de solamente 26 nudos.


El torpedo, entonces, tenía limitaciones para enfrentar submarinos o buques de guerra modernos, que podrían escapar del mismo fácilmente.


A partir de 1972, estaba siendo lentamente reemplazado en la US Navy por el más nuevo Mk. 48. Sin embargo, en su versión mod 3, como la que tenía la ARA, seguía vigente en varias armadas.


Aún con ello, para 1982, por vetustez y mantenimiento (debe pensarse que se trataba de sistemas valvulares), presentaban constantemente novedades.


Según un oficial de submarinos de la Armada Argentina:
 

“A los Mk. 37 nunca los vi funcionar bien. Hice numerosos lanzamientos de ejercicio desde los submarinos clase Salta. Siempre algo les falló…”

Por su parte, el ARA San Luis había partido hacia su patrulla de guerra, el 11 de abril, con 14 Mk. 37 y con 10 torpedos SST-4.


Viendo al submarino como un sistema de armas, no puede dejar de mencionarse que se encontraba disminuido en varios de sus sistemas, principalmente por rotura de la computadora de control tiro VM8-24, descompuesta sin solución el 19 de abril. Ello hizo que solo pudieran lanzarse en base a cálculos manuales y en modo “emergencia”, lo que solo permitía guiar a un solo torpedo por vez.


La computadora, un híbrido analógico / digital, constituía el verdadero cerebro del submarino y su rotura influyó sobremanera en la patrulla de guerra. Hay que destacar, asimismo, que era común que la misma fallara en momentos claves, en tanto su mismo diseño la hacía “colgarse” si recibía información mínimamente defectuosa desde el torpedo corriendo (a través del cable que lo conectaba al submarino). Ello provocaba un corte de cable “lógico” y el submarino perdía todo contacto desde el torpedo, así como posibilidades de guiarlo.


En lo que hace a los Mk. 37, el día 8 de mayo, en horas nocturnas, mientras el San Luis se encontraba en aguas someras al norte de Malvinas, tratando de clasificar a un contacto mediante el sonar Atlas Elektronik CSU 3, se detectó un rumor hidrofónico por popa, considerándose al mismo con las características de un contacto inteligente (posible torpedo).


Su comandante, el Capitán de Fragata Fernando Azcueta ordenó el lanzamiento de señuelos y la realización de maniobras evasivas.


Muy poco después, se apreció al contacto original en acercamiento y a corta distancia (2500 yardas), ordenando el comandante, al considerarlo como un posible submarino, lanzarle un torpedo Mk. 37.


El mismo detonó 16 minutos después sobre el azimut del blanco, presumiblemente al impactar contra el fondo marino (las fallas en el interseguro de desactivación del tren explosivo, al finalizar la corrida, eran frecuentes y aquí parece que así sucedió)


Análisis posteriores sugieren que el lanzamiento se produjo sobre un banco de krill. Debe señalarse que ninguno de los tres submarinos británicos en el teatro se encontraba cerca del área de ataque.


En todo caso, las posibilidades de éxito contra un submarino nuclear alerta habrían sido limitadas: la velocidad máxima de aquellos era sencillamente superior a la del torpedo.
 

El SST-4 (“Special Surface Target 4”, o “Sol Sol Taco Cuatro” según el viejo alfabeto naval) antisuperficie, que puede atacar también a submarinos si estos están a escasa profundidad fue, en pocas palabras, la gran decepción en armas submarinas del conflicto por Malvinas.

Paradójicamente, la Fuerza de Submarinos (COFUERSUB) estaba al tanto de las falencias en dichas armas, en tanto un informe de mediados de 1981, relevando las ejercitaciones desde agosto de dicho año, daba cuenta de los problemas en cortes de cable, inundación del arma y una gran lista de etcéteras.


Tal es así que, de los diversos lanzamientos efectuados, en solo una oportunidad se había logrado que el torpedo completara la corrida prevista.


Sin embargo, los comandantes de los submarinos Tipo 209 salieron al mar con estos torpedos los cuales la ARA seguía considerando modernos, robustos y confiables. También, las fuerzas británicas lo tenían (de acuerdo a la publicidad de su fabricante), como armas realmente temibles.


La prueba de fuego o, mejor dicho, el primer lanzamiento de un torpedo SST-4 con cabeza de guerra, vino el día 1º de mayo, al norte de la Isla Soledad.


Ese día, en horas de la mañana, el sonar del San Luis detectó en modo pasivo el rumor distante de un contacto, clasificado como una fragata Tipo 21 o Tipo 22 (en concreto, se trataba de la HMS Brilliant o de la HMS Yarmouth), la que operaba en conjunto con helicópteros.


Esos buques formaban parte de un grupo de superficie los cuales, apoyados por helicópteros Sea King del 826 Naval Air Squadron, estaba intentando cazar al submarino argentino, el cual sabían que se encontraba en la zona por interceptación y desciframiento de sus comunicaciones.


Luego de una maniobra de acercamiento, y a una distancia apenas inferior a las 10.000 yardas el Capitán Azcueta ordenó el lanzamiento de un torpedo SST-4 al blanco, en forma manual (recordando, única forma posible).


El lanzamiento se hizo con el torpedo en forma pasiva (para no delatar su presencia temprana), y dándosele una trayectoria en zig-zag.


A los dos minutos del lanzamiento se recibió desde el torpedo la señal que se había cortado el cable (lo que no implica necesariamente el corte físico, sino el “lógico”), perdiéndose todo contacto con el mismo y sin escucharse explosión alguna.


l pesquero Polo Sur es impactado por un torpedo SST-4 lanzado por el submarino ARA Salta, en el año 2001. Esa imagen no pudo verse en Malvinas 1982. (www.histarmar.com)

Una nueva oportunidad se obtuvo el día 11 de mayo, cuando a las 00:30 hs, encontrándose el submarino en las cercanías de la boca norte del Estrecho de San Carlos, se detectaron dos buques de guerra.


Se trataba, vale decirlo, de las fragatas Tipo 21 HMS Arrow y HMS Alacrity. La última había penetrado el estrecho con la misión de detectar campos minados y había hundido, pocas horas antes, al transporte ARA Isla de los Estados. Ambos buques navegaban de regreso a la flota, a gran velocidad y con los señuelos Tipo 182 (productores de ruido para seducir a los torpedos acústicos) desplegados.


Acercándose el submarino, a la 01:40 hs se ordenó el lanzamiento de un torpedo SST-4 (en pasivo y en zig-zag) sobre el blanco que navegaba más al sur (se trataba de la Alacrity), el cual corrió por tres minutos, cortándose luego, físicamente, el cable de guiado.


Ordenándose un nuevo lanzamiento, la maniobra se vio abortada por lo que se consideró un posible torpedo sobre la banda de estribor, apreciándose poco después que se trataba del ruido producido por la inundación (previo a lanzar) del tubo nº 3.


Inmediatamente (pasados 6 minutos del lanzamiento original), se escuchó una explosión de baja intensidad (no de torpedo), con sonido metálico y sobre el azimut del primer blanco.


Teniendo en cuenta que el señuelo remolcado de la fragata HMS Arrow fue recuperado, después de ese día, con ciertas abolladuras, se podría especular, que el torpedo prosiguió su corrida luego de cortar el cable y adquirió finalmente a un blanco. Impactó contra el mismo pero no detonó en forma alguna.


Finalizadas las acciones de esa madrugada, el Capitán Azcueta informó a las 6:31 hs a su comando superior:


“He atacado dos DD/FF…datos y posición de lanzamiento muy buenos, primer torpedo emergencia cortó cable, negativo impacto. Anulado lanzamiento sobre segundo blanco, considero sistema de armas no confiable, posición propia conocida por enemigo”

El ARA San Luis, viendo todo ello, se replegó la Base Naval Puerto Belgrano, arribando el día 19, luego de 39 días en patrulla de combate.


Luego de la guerra, se realizaron ciertas críticas técnicas al Capitán de Fragata Azcueta, señalando que, en las acciones del 11 de mayo debió utilizar una salva de torpedos Mk. 37.


A las mismas, señaló este que:


“Nuestros procedimientos no contemplan el uso de una salva de torpedos acústicos (por la interferencia que generarían entre ellos) y un solo SST-4 barre una calle acústica superior a la de tres torpedos Mk. 37 (con la cualidad adicional de poder modificar su trayectoria en Control de Emergencia); aparte del también hecho de que los Mk. 37 son torpedos esencialmente antisubmarinos, antiguos y ruidosos, que sólo se deberían usar contra blancos de superficie como medida de autodefensa, el factor principal es que estos torpedos son aptos contra blancos de hasta 21 nudos de velocidad. Los blancos navegaban  a esa o mayor velocidad, con lo cual habría empleado un arma, en el límite, o fuera de de sus posibilidades. Un verdadero sinsentido, máxime que los SST-4 no habían demostrado, completamente, su baja performance”

Con dicha explicación, nadie más puso en duda su criterio.


La saga de los SST-4 continuó en el ARA Salta (Capitán de Fragata Roberto F. Salinas).


Este submarino zarpó para ejercitaciones el día 21 de mayo, cargando torpedos SST-4 armados en Argentina, bajo licencia, por la empresa EDESA. En la teoría, estos “mod 1” presentaban ciertas mejoras técnicas que los que llevaban sus gemelos “mod 0” enteramente alemanes pero, en la práctica, no habían sido probados.


El 24 ya había arribado a la zona de tiro, al norte del Golfo Nuevo y, pasadas las 9:10 horas, se ordenó el lanzamiento de un torpedo desde el tubo 7. El mismo corrió dentro del mismo por 1 minuto y 15 segundos, deteniéndose luego.


A las 10:25, el comandante del buque ordenó un segundo lanzamiento, desde el tubo 1, activándose el torpedo por 54 segundos y deteniéndose más tarde. 10 horas más tarde el torpedo, espontáneamente, se volvió a activar durante otros 47 minutos.


Con dos torpedos trabados, el submarino volvió a puerto, constatándose que uno de los sistemas de seguridad seguía activado y, eso, impedía que los torpedos abandonaran el tubo.


Retomando sus intentos de lanzamiento, el día 15 de junio, en horas de la tarde, se encontraba en la misma zona del Golfo Nuevo, pudiendo finalmente lanzar con el tubo nº 6. Lamentablemente, al minuto y 41 segundos de la corrida, se perdió contacto con el torpedo y, por ello, se ordenó el corte físico del cable.
Un último intento se hizo con un nuevo SST-4, el cual parecía comportarse correctamente…hasta que se cortó la señal del cable de guiado. Dos minutos más tarde, sin haber impactado blanco alguno, el torpedo hizo explosión ruidosamente


Este último lanzamiento terminó con la penosa saga de los SST-4 en Malvinas.


El HMS Lowestoft es hundido en ejercicios el 8 de junio de 1986 por un torpedo Tigerfish mejorado, lanzado por el submarino HMS Conqueror. El Tigerfish falló en Malvinas (The Sun)

Posteriormente a la guerra, se realizaron estudios completos para investigar la causa de estos fracasos. Los resultados de la ARA al respecto se encuentran aún clasificados pero, AEG, su fabricante (el cual en principio buscó una serie de excusas para endilgar responsabilidad al personal de la Armada), pudo constatar que el torpedo ganaba profundidad desde el lanzamiento, por ingreso de agua por rajaduras en su casco. Asimismo, se llegó a la conclusión que la espoleta de contacto no resultaba fiable, entre otra larga lista de problemas.


Obviamente, parte del fracaso puede endilgarse a la computadora VM8-24, gran generadora de los cortes de la señal con los torpedos. Pero, amén de ello, sencillamente las armas no funcionaron.


Tal es así que, en septiembre y octubre de 1982, el fabricante ofreció a la Armada Argentina, en forma gratuita (como una especie de compensación), repuestos de torpedos en cantidad, amén de asegurar mantenimiento y reparación de las armas existentes. Para 1984 y sorteando el embargo de armas, se envió a Alemania una parte importante de un torpedo para serle realizados estudios, volviendo luego las conclusiones a Argentina.


Reparaciones y actualizaciones (la versión actual en servicio es la “mod 3”) mediante, los torpedos siguen siendo ahora utilizados por la Armada.


Lanzamientos de combate se han efectuado sobre el radiado ARA Py, el Yamana y el Polo Sur, todos con resultados satisfactorios.


No deja de ser interesante el paralelismo entre los problemas de los torpedos Mk. 24, utilizados por las fuerzas británicas, y los SST-4 de los submarinos argentinos. Los últimos fracasaron por su falta de impactos, los primeros por que, sencillamente, no quisieron ser siquiera utilizados.


Ambas armas prometían extraordinarios resultados para sus usuarios, basados en su mayor alcance, precisión y letalidad. Sin embargo, fallaron estrepitosamente en las mismas áreas. Posiblemente por que la tecnología que les daba sustento no se encontraba, a fines de la década del 70, suficientemente madura para hacerlos productos confiables.


Quizá la gran diferencia entre ambos contendientes es que los británicos conocían perfectamente las limitaciones de estas armas, mientras que la Armada Argentina había sido reacia en difundir los problemas detectados. Los no detectados también eran muchos, tal es así que nunca se había lanzado un SST-4 con cabeza de combate antes de la guerra.


 Quizá por una economía mal entendida, que considera que las armas pueden guardarse para el combate cuando, ciertamente, solamente sirven para el combate las armas debidamente probadas, en condiciones de guerra.


Una lección de las armas submarinas en Malvinas 1982.



  Bibliografía:
• Bóveda, Jorge Rafael “El secreto del ARA Salta”, en Todo es Historia, Buenos Aires, abril de 2002.
• Bóveda, Jorge Rafael “Uno contra todos”, en Todo es Historia, Buenos Aires, abril de 2006.
• Brown, David “The Royal Navy and the Falklands War”, Arrow Edition, Londres, 1989.
• Craig, Chris “Call for fire”, John Murray Ed, Londres, 1995.
• Friedman, Norman “The Naval Institute guide to world naval weapons systems 1991/92”, Naval Institute Press, Annapolis, 1992.
• Harper, Steven “Submarine Operations during the Falklands War”, Naval War College, Newport, 1994.
• Jane’s Fighting Ships, Edición 1981/82.
• Jane’s Underwater Warfare Systems, Edición 1990/91.
• Lane-Nott, Roger (RN)- HMS Splendid – “Report of Proceedings”
• Le Marchand, Thomas M (RN) - HMS Valiant – “Report of Proceedings”
• Mayorga, Horacio A. “No vencidos”, Planeta, Buenos Aires, 1998.
• Pitkeathly, Michael y Wixon, David “Submarine Courageous - Cold War Warrior: The Life and Times of a Nuclear Submarine”, HMS Courageous Society, 2010.
• Polman, Norman y Moore, K.J. “Cold War Submarines: The Design and Construction of U.S. and Soviet Submarines”, Potomac Books, Washington, 2004.
• Powis, Jonathan “Jonty” “Falklands memories” (HMS Conqueror), en The Submarine Review, Virginia, enero de 2008.
• Preston, Anthony “Submarine warfare”, Brown Books, Londres, 1998.
• Sciaroni, Mariano con Gillis, Matthew “Almost successful: ARA San Luis war patrol” en 2008 Submarine Almanac, Deep Domain (Ed.), Texas, 2007.
• Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings”
• Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”

El autor agradece a Alejandro Amendolara, Fernando Azcueta, Jorge Bergallo, Pablo Castro, Andrew Johnson, David Lagar, Roberto Paz, Alberto Poskin, Jonathan Powis y Narendra Sethia.

El autor:
Mariano Pablo Sciaroni es abogado (UCA / 1999) y Magister en Estrategia y Geopolítica (ESG-EA / 2007).

Es autor de  “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como de numerosos artículos sobre temas navales en revistas especializadas y páginas de Internet.

Es profesor ayudante en las materias Derecho Procesal Civil y Comercial II y Seminario de Práctica Profesional, en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina. En su actividad profesional, se ha especializado en litigios y derecho de seguros, habiendo escrito varios artículos sobre la temática.


www.elsnorkel.com

Breve historia del accionar del Guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías” durante el Conflicto del Atlántico Sur

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El GC-77 "Golfo San Matías" hoy, destinado a Prefectura Rosario
(Foto: Capitán Ted / Fuente: shipspotting.com)




Prólogo del editor del blog
El 2 de abril de 1982 se produce la recuperación de las Islas Malvinas para integrarlas de forma efectiva al territorio nacional tras 149 años de usurpación británica. Con el fin de poder ejercer su rol de “Autoridad Marítima del Estado” en el territorio insular recientemente recuperado, la Prefectura Naval Argentina (PNA) despliega a Malvinas hombres y medios navales, aéreos y terrestres. Como parte de este despliegue los guardacostas GC-82 “Islas Malvinas” y GC-83 "Río Iguazú”  arriban a Puerto Stanley (recién a partir del 16 de abril sería rebautizada como Puerto Argentino), Capital de las Islas Malvinas el 13 de abril en una heroica travesía de 600 millas náuticas realizada en condiciones hidrometeorológicas adversas, tras haber burlando la Zona de Exclusión Marítima (ZEM) impuesta unilateralmente por el Reino Unido, que había entrado en vigencia a las 0:00 horas del 12 de abril. Al mismo tiempo Prefectura realizó una movilización de hombres y medios en el Sur Patagónico con el fin de reforzar su presencia y colaborar con el esfuerzo de guerra en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). A continuación la breve historia de uno de estos medios desplegados, el guardacostas GC-77 “Golfo San Matías”, contada en primera persona por uno de los protagonistas de su accionar, su Comandante, en ese entonces Oficial Principal, Miguel Ángel Aguilar.


TESTIMONIO EXCLUSIVO

Por Prefecto (RE) VGM
Miguel Ángel Aguilar (1)


Zarpamos del Puerto San Antonio (apostadero habitual del guardacostas) el día 21 abril a las 10:00 horas para ir al encuentro del guardacostas GC-73 “Cabo Corrientes” (con asiento en el Puerto de Mar del Plata) al que se nos dijo debíamos acompañar para luego volver. El día 22 a las 17:30 horas lo avistamos y comenzamos a navegar en conserva arribando el día 23 a las 06:00 horas a Puerto Madryn. Ese mismo día zarpamos a las 15:30 horas para arribar el día 25 a las 01:30 horas a Puerto Deseado; y a las 20:00 horas zarpamos con destino a Punta Quilla (Puerto de Santa Cruz); pasando 60 millas afuera de Puerto San Julián. El día 26 a las 07:00 horas nos encontramos navegando a unas 160 millas de la costa. Arribamos al Viaducto Punta Quilla ese mismo día 26 a las 15:00 horas poniéndonos a órdenes del Comandante Naval de dicho puerto; la misión inicial encomendada al GC-77 fue la de hacer “vigilancia radar” en la desembocadura del Río Santa Cruz apostado en el lado exterior del Viaducto Punta Quilla. Por su parte se nos comunicó que el GC-77 había sido seleccionado para ser el tercer guardacostas destinado a realizar el cruce a Malvinas (Desde el 13 de abril se hallaban en las islas el GC-82 “Islas Malvinas” y el GC-83 “Río Iguazú”) (2)


El GC-77 "Golfo San Matias" amarrado en su apostadero natural en proximidades del muelle del Puerto San Antonio, Río Negro. Obsérvense las dos ametralladoras 12,70mm ubicadas en popa del guardacostas (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

El día 29 a las 04:30 fuimos alertados por radio por el Comandante Naval del puerto que estábamos bajo (alerta) “Amarilla” y se nos ordenó investigar un posible contacto radar. Al poner en emisión el radar del guardacostas (que hasta ese momento se encontraba en modo pasivo) pudimos detectar un blanco radar bien definido en la desembocadura del Río Santa Cruz. Inmediatamente apagamos el radar para evitar un potencial ataque de misiles anti-radar y nos comunicamos con el Comandante Naval para hacerle saber que confirmábamos la presencia de un blanco. La respuesta del mismo fue “Apaguen el radar ya mismo. Van a salir los aviones” (sic). Transcurrida aproximadamente media hora, se produce una nueva comunicación del Comandante Naval que nos dice “los aviones no tienen plafón para volar, van a tener que asomar la trompita eh!?” (sic). Recién caída la noche iniciamos la navegación desde el Viaducto Punta Quilla hacia la desembocadura del río con las dificultades propias de hacerlo en total oscuridad y con las luces de enfilación apagadas por razones de seguridad. A medida que nos aproximábamos a la zona el blanco iba desapareciendo de nuestro radar al mismo tiempo que parecía desplazarse con rumbo 180º (se reflejaba eventualmente) para finalmente desaparecer totalmente de nuestra pantalla. Cuando llegamos al lugar con el armamento con que contábamos listo a disparar (3) lo único que pudimos observar fue la presencia de remolinos en el agua. Los mismos generaron cierta incertidumbre en la tripulación, que prefirió pensar que podían deberse a la acción de agentes naturales en el agua. Fue en ese preciso instante que nuestro radio operador, el entonces Cabo Segundo Héctor Braga, nos alertó que había interceptado una comunicación de radio del personal de Ejército Argentino (que se encontraba acantonado en las colinas del lado sur de la desembocadura del Río Santa Cruz) mediante la cual se daba aviso al Comandante Naval, que se disponían a abrir fuego contra una embarcación no identificada que navegaba en la desembocadura del río con un reflector encendido (desconociendo que se trataba de nosotros los del GC-77). En virtud de esto rápidamente nos comunicamos con el Comandante Naval para alertarlo y hacerle saber que responderíamos el fuego si nos llegaban a disparar. El hecho quedó registrado como "blanco radar no identificado" siendo inicialmente detectado por los radares de Comodoro Rivadavia y luego por el radar de nuestro guardacostas. Tiempo después se llegó a la conclusión de que pudo haberse tratado de la incursión sigilosa de un submarino británico que confundió la entrada real con la entrada falsa que tenía la misma profundidad (22 pies al cero local) pero terminaba en un banco de piedra y arena.

El día 1º de mayo a las 12:00 horas arribaron al Viaducto Punta Quilla los guardacostas GC- 73 “Cabo Corrientes” y GC-79 “Río Deseado” amarrando en la parte interna del viaducto que estaba más protegida de vientos y corrientes.


Paso del ARA "Alférez Sobral" por la banda de babor del BDT ARA "Cabo San Antonio" (desde donde está tomada la fotografía), poco después de haber sido localizado por el GC-77 "Golfo San Matías" en la Bahía Desvelos (Golfo San Julián). En este momento el GC-77 se encontraba a 200 metros a babor del "Sobral" y un poco más desplazado hacia la derecha de la imagen (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

El día 4 de mayo recibimos orden del Departamento Central de Operaciones de la PNA de no cruzar a Malvinas y dirigirnos a Puerto Deseado para ponernos a órdenes del Comandante Naval de dicho puerto. La contraorden la recibimos 30 minutos antes de zarpar a Malvinas y decía que aviones Electra (4) de la Aviación Naval habían detectado un submarino inglés en la zona por donde nosotros debíamos cruzar y que era probable nos estuvieran esperando. “Van a gastar un torpedo que sale más caro que el guardacostas pero al tercero no lo van a dejar pasar” (sic) nos advirtieron. Zarpamos con rumbo a Puerto Deseado ese mismo 4 de mayo a las 20:15 horas y cortamos el Golfo San Julián por afuera navegando a unas 130 millas alejados de la costa. Durante este trayecto se produjo el episodio en que un buque no identificado apareció en nuestro radar navegando de vuelta encontrada. El mismo era llamado insistentemente por una estación en Comodoro Rivadavia que le requería “¡Buque que navega a rumbo xxx identifíquese!” hasta que al fin, alguien de a bordo del buque, en tono airado contestó “Improcedencia!” (sic) y rato después ante la reiteración amenazante de los llamados expresó “¡¿no se dan cuenta por el rumbo que llevamos que somos un buque petrolero con destino a Caleta Córdoba?!. Uds. nos están obligando a ponernos en evidencia!” (sic).  Así fue como largo rato después nos cruzamos con el Buque tanque de ultramar “Petromar Campana II” con el que intercambiamos saludos por medio de señales. Hasta su identificación la situación fue de zozobra puesto que no sabíamos con qué nos íbamos a cruzar y viceversa.


El Aviso ARA "Alférez Sobral" con su personal superviviente formado en cubierta
(Foto: archivo digital patrullerasargentinas)

Ya muy avanzada la derrota y teniendo ya a la vista la luz del Faro Punta Medanosa (Puerto Deseado), nuestro siempre muy eficiente radio operador CS Héctor Braga interceptó un pedido de auxilio "¡Mayday! ¡Mayday!" (5) de una nave que se identificaba como el Aviso de la Armada Argentina ARA “Alférez Sobral”. En el llamado decían desconocer si su equipo de radio realmente estaba emitiendo, que solamente podían recibir en la frecuencia pública de Radio Santa Cruz y que se encontraba sin gobierno y al garete en una zona que ellos creían identificar como próxima a Puerto Deseado. Extrañamente la embarcación no aparecía en nuestro radar y se nos ocurrió que podrían estar equivocados y encontrarse en realidad en Bahía Desvelos viendo las luces de las balizas que en la costa permiten ubicar las dos rocas que afloran eventualmente a 7 y 15 millas respectivamente, por lo que optamos por regresar a ese lugar que habíamos dejado a aproximadamente 120 millas atrás y por afuera (unas 130 millas) e ingresar al Golfo San Julián. 


Allí, el día 5 de mayo a las 15:00 horas, efectivamente localizamos por radar al Aviso de la Armada Argentina, acoderándonos a él a las 17:45 horas. Presentaba el puente de navegación totalmente destruido, con varios cadáveres a bordo y 29 sobrevivientes. Una vez junto al "Sobral", el entonces Teniente de Navío Sergio Bazán, al mando por el fallecimiento de su Comandante, Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, me invitó, como Capitán del GC-77 “Golfo San Matías”, a abordar el maltrecho buque de la Armada. Así, recorriendo casi toda la extensión del buque, pude apreciar el real estado en que se encontraba el mismo. El Aviso había recibido el impacto de dos misiles antibuque procedentes de helicópteros Sea Lynx de la Royal Navy mientras navegaba en horas nocturnas y con reflectores encendidos cumpliendo una misión de búsqueda y rescate (de pilotos de un bombardero Canberra la FAA eyectados sobre el mar) dentro de la Zona de Exclusión Total impuesta por el Reino Unido alrededor de nuestras Islas Malvinas. Uno de los misiles dio en la cubierta de botes y prácticamente no produjo daños,  pero el otro entró por la aleta de babor al tiempo que, por un golpe de ola el “Sobral” escoraba a estribor, penetrando por el puente de navegación, ingresando a la sala de radio en el puente inferior y deflagrando finalmente por la banda de estribor matando a todos los que se encontraban en las áreas afectadas. Los cuerpos aún se encontraban en sus respectivos puestos de operaciones, salvo el del Capitán y el de alguno otro más que habían sido trasladados a la cámara frigorífica, la que por cierto no funcionaba. 
El Aviso tenía cortadas las cadenas de mando de la rueda de cabillas a la pala de timón y carecía en absoluto de todo instrumental de navegación. La pala de timón la movía personal ubicado en el sollado de popa en forma directa desde la caña. Mientras permanecíamos acoderados al "Sobral", pasándole cigarrillos y algún otro pertrecho que hiciera falta a la sufrida tripulación sobreviviente, hizo su aparición en las inmediaciones (más afuera y en aguas más profundas) el Buque de Desembarco de Tanques (BDT) ARA “Cabo San Antonio”, que había estado monitoreando nuestras comunicaciones, y un barreminas al que no pudimos identificar.

 Estado en el que fue encontrado el Aviso ARA "Alférez Sobral" (A-9)
(Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

Poco después, luego de una ceremonia de pasaje del “Sobral”, con su dotación sobreviviente formada en cubierta, por una de las bandas del “Cabo San Antonio” y previo contacto de coordinación, comenzamos la navegación en conserva hasta la rada exterior de Puerto Deseado, adonde arribamos siendo las 21:30 horas. Allí habría que permanecer aguardando la llegada de un práctico hasta el día siguiente pero, como ya habíamos organizado mediante comunicaciones por radio con el Prefecto Silvestre, Jefe en ése entonces de la Prefectura de Puerto Deseado, la recepción y atención de los sobrevivientes (quien muy pronto tuvo preparada comida caliente, ropa limpia y camas en el hospital zonal), le pedimos autorización por radio al Capitán del “Cabo San Antonio” para hacernos cargo de guiar al Aviso “Alférez Sobral” a puerto inmediatamente, sin esperar la asistencia de un práctico, a fin de poder atender lo antes posible a los sobrevivientes. Luego de aguardar un lapso de aproximadamente media hora se nos otorgó autorización. Mediante un equipo alámbrico que desde el “Cabo San Antonio” se le proveyó al “Sobral” se logró establecer comunicación entre el puente de navegación y el sollado de popa donde, como se mencionó antes, algunos tripulantes maniobraban la pala de timón. Con un equipo portátil de comunicaciones (PET) que facilitamos desde el GC-77, se coordinó con el Teniente de Navío Sergio Bazán que el “Sobral” ingresara a puerto siguiendo nuestra estela e indicaciones. La maniobra la monitoreamos con el entonces Oficial Principal Eduardo Alfredo Argerich desde el puente de señales y con el Jefe de Máquinas, en ese entonces Oficial Principal Omar Enrique Cornelli, en el control de máquinas de la consola del puente de navegación. 

El "Sobral" siendo escoltado por el "Cabo San Antonio" (a la izquierda) y por el "Golfo San Matías" (desde donde se tomó la foto) en navegación rumbo a la rada exterior de Puerto Deseado (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

 El ARA "Alférez Sobral" navega siguiendo las instrucciones del GC-77 "Golfo San Matías" que le señala la derrota a seguir para su ingreso a puerto. A popa del "Sobral" un lanchón LCPV de dotación del ARA "Cabo San Antonio" sigue de cerca la acción (Foto: zonamilitar.com.ar foro)

 Mientras se realizaba esta operación sintonizábamos Radio Carve (R.O.U.) y escuchamos un comunicado del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. que informaba que "…el Aviso ARA Alférez Sobral, que fuera atacado por fuerzas inglesas, se encuentra navegando por sus propios medios y próximo a tomar puerto" (sic).

Cuando comenzábamos a tener a la vista el muelle principal del puerto pudimos observar la luz de los flashes de los periodistas que se encontraban en él, los que rápidamente fueron "desplazados" del lugar. El Aviso ARA “Alférez Sobral” quedó en el muelle hasta la mañana siguiente en que ingresó el BDT ARA “Cabo San Antonio”. El Aviso fue colocado en primera andana para comenzar la tarea de traslado de los cuerpos y refacciones varias para luego sí, unos tres o cuatro días después, permitir el acceso al periodismo. 


El ARA "Cabo San Antonio" y el ARA "Alférez Sobral" amarrados en andana en el muelle. Los techados rojizos de primer plano corresponden a las instalaciones de la pesquera Pescasur, en cuyo muelle armarró el GC-77 "Golfo San Matías" (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

 Nosotros terminamos amarrados una media milla más adelante en el muelle de la empresa pesquera Pescasur S.A. (hoy Vieira Argentina S.A.) desde donde nos movilizábamos a pie para comprar víveres, cigarrillos, etc. Así es como al poco tiempo terminamos cenando los tres oficiales del guardacostas GC-77 en el restaurante El Viejo Marino, que estaba en un primer piso a pocas cuadras del muelle de Puerto Deseado, con el Teniente de Navío Sergio Bazán que nos interiorizó acabadamente sobre los trágicos hechos que le había tocado vivenciar.

El día 10 de mayo a las 17:30 el Comandante Naval de Puerto Deseado nos dio orden de zarpar, ésta vez en busca de un buque pesquero que no conocía la entrada al puerto y se había extraviado. Zarpamos a las 18:00 horas con mucha niebla y unas 10 millas al norte de la rada exterior y unas 20 millas afuera se produjo el encuentro con el pesquero “Margot”. Una vez allí lo escoltamos hasta el puerto, adonde amarró el día 11 a las 04:00 horas. Luego pudimos saber que el pesquero “Margot” había sido requisado por la Armada Argentina para el transporte de munición, pertrechos y víveres; encontrándose al mando de un Capitán de Navío (6). Fue en esa ocasión que al intentar amarrar en nuestro apostadero, sito en el muelle de la empresa Pescasur, a raíz de haberse trabado el sistema neumático de una de nuestras máquinas tocamos un banco de piedras que se encontraba a pocos metros adelante y perdimos por rotura la hélice de babor. La hélice de reemplazo llegó tres días más tarde, el día 13 de mayo, siendo instalada al día siguiente en inmersión y bajo condiciones extremas (puesto que nevaba copiosamente) por el entonces Prefecto Enrique Julio Cingolani y personal a su cargo.

Desde ese momento el GC-77 quedó afectado a tareas de patrullaje y reconocimiento preventivo en las adyacencias del puerto, búsqueda y rescate y practicaje de buques de transporte y pesqueros, que se extendieron hasta el 22 de junio –el 14 de junio se rindió la plaza de Puerto Argentino en Malvinas- cuando se dispuso su repliegue a su puertos de asiento, San Antonio Oeste.


Desplazamientos del GC-77 "Golfo San Matías" durante el Conflicto del Atlántico Sur 

Nómina de tripulantes durante el Conflicto del Atlántico Sur

Los peligros enfrentados
El guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías” se encontró en más de una ocasión en área de peligro y/o combate puesto que en diferentes fechas el Reino Unido declaró y estableció:

12/04/1982. Zona de Exclusión Marítima (ZEM) de 200 millas alrededor de las Islas Malvinas en vigencia desde las 04:00 GMT.
23/04/1982. Área Defensiva o “Burbuja” (“Defense Bubble”) en torno a la Task Force, de forma que cualquier aproximación por parte de naves de guerra, submarinos, auxiliares y aviones militares argentinos  que pudiera constituir una amenaza de interferir con la misión de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur, encontraría la respuesta adecuada. El mismo tratamiento recibiría cualquier aeronave en tarea de reconocimiento, incluso siendo esta civil.
30/04/1982. Zona de Exclusión Total (ZET) de 200 millas alrededor de las Islas Malvinas en vigencia desde las 11:00 GMT. Veda para todo buque o aeronave argentina militar o civil.
07/05/1982. Que cualquier nave de guerra o aeronave militar argentina que se encontrara más allá de las 12 millas náuticas de la costa argentina podría ser tratado como un medio hostil y tratado en consecuencia.

Reconocimientos de posguerra
Mucho tiempo después de terminado el conflicto armado, la Armada Argentina mencionó en un pequeño espacio de la “Gaceta Marinera” (7) (en su página principal, margen superior y en tipo pequeño) que los sobrevivientes del Aviso ARA “Alférez Sobral” habían sido rescatados por un guardacostas de la Prefectura Naval Argentina. Incluso la Armada Argentina me hizo llegar, como Capitán del guardacostas PNA GC-77, una invitación para concurrir a la entrega de condecoraciones en la Escuela de Mecánica de la Armada que llegó tres días después de sucedido el evento y que aún conservo.

Inicialmente y poco después de finalizado el conflicto armado (1983) el guardacostas GC-77 “Golfo San Matías” recibió la Medalla “Operaciones de Combate”, el Pabellón de Ceremonia y el Diploma por parte de la Armada Argentina, objetos que permanecieron a bordo de la unidad ya que estaban destinados a homenajear a la misma. En el Diploma puede leerse “...en reconocimiento por los actos heroicos y acciones de mérito extraordinario realizados en operaciones durante la campaña Malvinas...”

Unos 15 años más tarde la Prefectura Naval Argentina nos distinguió con la Medalla “Prefectura en Malvinas”. Por otra parte en 2009 los ex-tripulantes recibimos también la Medalla “Operaciones de Combate” de la Armada Argentina, aunque nunca se nos ha mencionado en ningún acto conmemorativo, pese a haber intervenido en el rescate de 29 hombres de la Institución durante el conflicto bélico, navegado en zona de peligro de combate en más de una ocasión.

Lamentablemente es probable que el Pabellón y el Diploma del guardacostas GC-77 se hayan perdido a causa de un incendio sucedido a bordo de la nave años más tarde. Por suerte poseo una copia del Diploma en escala 1:1 que aún atesoro entre mis más preciados bienes.


Las condecoraciones recibidas "Operaciones en Combate" (ARA) y "PNA en Malvinas" lucen pintadas en el puente del GC-77 "Golfo San Matías" (Foto: Facundo Rovira)

Diploma de condecoración "Operaciones en Combate" otorgada al
GC-77 "Golfo San Matías" por la Armada Argentina en Febrero de 1983
(Fuente: Colección Personal M.A. Aguilar)


Referencias
(1) En 1982 Oficial Principal, Comandante del guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías”
(2) Debido a la intensificación de las acciones bélicas y el peligro a enfrentar, el cruce del GC-77 "Golfo San Matías" y de otros dos guardacostas que habían sido seleccionados (GC-73 y GC-79) fue desestimado y no se llegó a concretar.
(3) El armamento de dotación consistía en un cañón Oerlikon GAI BO1 de 20mm a proa (instalado apresuradamente durante el despliegue) y dos ametralladoras Browning M2HB de 12,7mm en popa.
(4) Nota del editor: parece difícil que aviones de transporte Lockheed L-188 Electra de la 1ra Escuadrilla de Sostén Logístico Móvil hayan detectado presencia submarina enemiga durante sus vuelos, pero esto fue lo informado al autor de la nota en ese momento. De haber existido ese tipo de contacto es presumible que se haya establecido por los Grumman S-2E Tracker de la Escuadrilla Antisubmarina.
(5) Código de emergencia utilizado internacionalmente como llamada de auxilio.
(6) El "Margot" junto a los pesqueros "Santa Eugenia" y "María Alejandra" y el buque de investigación pesquera "Capitán Cánepa", fue seleccionado para participar de la "Operación Relámpago", un arriesgado plan que consistía en el cruce desde la Isla de los Estados a Puerto Argentino de una flotilla de pesqueros (tripulados por personal de la Armada) con el fin de abastecer a las tropas argentinas. El plan fue desechado por el alto riesgo que implicaba el cruce y porque los buques hospital pudieron desembarcar los víveres necesarios en Puerto Argentino.
(7) Publicación informativa oficial de la Armada Argentina (gráfica y digital).


www.patrullerasargentinas.blogspot.com.ar

El buque de guerra británico HMS Brilliant atacó ballenas al confundirlas con submarinos durante la guerra

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Hola a todos! ante todo gracias por las visitas, los comentarios, los mensajes privados de agradecimientos y ante todo a los VGM que corrigiendo los datos de los posts publicados aquí se enriquece más la historia y se hace más completo y certero a lo subido.
En diferentes publicaciones que he leído, muchas de ellas realizadas poco después de terminada la guerra, se hablaba de este tema: del problema que tuvieron los buques británicos con las ballenas al confundirse con submarinos, hubo mucho de mito y leyenda, pero en este relado de un tripulante de la Brilliant podemos desmitificar otra duda más, con los años seguramente habrá mas relatos de otros buques sobre éstos frustantes encuentros con los mamíferos.
Disculpen si el relato traducido no es el exacto, con mi básico conocimiento del inglés más la ayuda de traductores trate de hacerlo lo mas exacto posible, cualquier correción no duden en escribirme, saludos!


 

Unbuque de guerra británicodisparó tres ballenasy las mató durante laGuerra de las Malvinasdespués deconfundirlas  con submarinos enemigos.

Lasorprendente revelaciónestá contenidadentro de los nuevostestimonios delostensos díasa bordo dela fragataantisubmarinaHMSBrilliantdurante elconflicto de 1982en los maresdel sur.

El radarde la nave de la RoyalNavyfueincapaz de distinguirentre'manadas de lobos "desubmarinosyungrupo de ballenas.

En un caso,dos de losmamíferosfueron muertospor los torpedos, y el tercero fue atacado poruno de los helicópterosde la nave.



El ingenieroGingeOfford, cuyo relato fue escritohace cinco años yha sido publicado enwww.hmsbrilliant.com-un sitio dedicado a recordar los testimoniosde la tripulaciónpara la posteridad.

Enun extracto de suexperiencia de laguerra de las Malvinas, escribió: "En un día fuimosa las estacionesde acciónvarias veces, ya que estábamos recibiendo informesdeaviones enemigosque salían desusbasesen el continente.Fueron perseguidospor nuestrasCAP(patrulla aérea de combate)".

 

"Las búsquedas y los ataquescontinuaronhasta  la oscuridad, cuandorompimosy nos dirigimosde nuevo al grupoprincipal".

"Nuestrorecuentodela jornada fueun par deballenas.Por desgracia, su firmaen el sonaressimilar a la deun submarino. Eltorpedo oficial ganóel sobrenombre de "manada de lobos".

El Brillianthabíasidodesplegado enel Atlántico Surpara proteger auno de los dosportaavionesbritánicosde un ataquesubmarinoargentinoo con misiles.

La confusión con las ballenasno eraun fenómeno poco frecuente, a juzgar por el testimoniodel capitánJohnFrancisCowarddelHMSBrilliant.

Recordando un  ejemplo, élescribió: "Una noche, la Brilliant fuea perseguir submarinos, que resultó bastante menosque exitoso. Yo habíarecibido una señaltípica deWoodward:"Un avión hareportadoavistamiento deun submarinova einte millasal norte dePort Stanley (Puerto Argentino), ve a buscarlo".

"Sabía que si lo encontramosque estaríaen la parte inferiory todo el lugarestaba lleno debarcos ballenerosantiguos”.

"Queremos encontrar algo, miren a su alrededor y busquen algo del tamaño de un pequeño submarino, así mandamos a  volar unhelicóptero con undetectormagnéticosobre él y, así, podríamosdecir que es demetal.Peroyo no tenía nisuficientesbombas paracubrir cadadescubrimiento, y tenía muypocoshelicópteroscon detectores de metalen ellos.

 
"El lugar también estaba lleno deballenas, lo que nos dio enormesecosdelsonar.De vez en cuandouna ballenapodríallegar a la superficie, dar un poco degolpe, y una bandada degaviotassereúnen alrededor, lo que aparece como undestello rápidodelradar.
"Todo el mundodecía:"Cristo, debe ser un submarino", y se lanzaronalgunostorpedos enese tipo de cosas.

'En general, fue una frustracióntotal, pero, mirando hacia atrás, tengo la sensación de queuno de esosrestosfue elSanLuisy yocreoque con el tiempolos chicosde análisisloconfirmarán."

Sin embargo, las ballenas noeranuna presenciatotalmentebenignaen el agua.

Dentro delos relatos dela tripulación, un miembro recuerdacómola navesufrió dañosdespués de chocar conuno delosenormesmamíferos.

Señaló: "Después de unos docemeses tuvimosla mala suerte dechocar conuna ballena, que rompióalgunas de lasplacas de aceroque cubrían eltimón.Después de unos cuantosconvoyesllegaron las placas de repuesto, por lo que se volvió aReino Unidopara las reparaciones yotras reparaciones, esta vez en elastillero de Chatham.

Para leermás relatossobre las experiencias dela tripulacióna bordo del HMSBrilliantvisitawww.hmsbrilliant.com

 

Fuente:
www.dailymail.co.uk

Operación Journeyman: cuando se evitó una guerra en 1977

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HMS Dreadnought

Casi cinco años antes de la Guerra de Malvinas, en 1977, el gobierno británico tuvo un fuerte debate sobre la posibilidad de lanzar una ofensiva militar ante el temor de una invasión argentina a las islas, y envió una flota. Informes desclasificados del Archivo Nacional británico revelan que el operativo de guerra, denominado "Operación Journeyman", formó parte de un acalorado debate secreto en la sede del gobierno británico y del Ministerio de Defensa.

Según los documentos, el Ministerio planeaba lanzar un ataque contra Argentina, pero decidió esperar ante la presión de las leyes internacionales y la necesidad de acatar las normativas marítimas.

La operación fue ordenada por el entonces Primer Ministro James Callaghan después de que en 1976 cincuenta científicos de la Armada Argentina desembarcaron en la isla Thule, perteneciente a las islas Sandwich del Sur, instigando temores británicos de una invasión argentina a las Malvinas. Los argentinos construyeron la Base Corbeta Uruguay en Thule del Sur. La fuerza naval británica fue enviada el 21 de Noviembre de 1977, la cual fue planeada bajo fuerte seguridad, estaba liderada por el submarino nuclear HMS Dreadnought, dos fragatas, el Alacrity y el Phoebe, y las naves auxiliares Resource y Olwen como naves de apoyo. 

HMS Alacrity


Reglas para un posible enfrentamiento

Algunas de las órdenes que llevaban los comandantes británicos para el caso de un enfrentamiento eran:

*Los oficiales al mando y los capitanes de aeronaves responderan a cualquier agresión con firmeza táctica y exhibirán determinación para satisfacer cualquier escalada, aunque no sobrepasarán las ya realizadas por el enemigo.
*Todo el uso de la fuerza deberá ser gobernada por el principio de usar solo el mínimo necesario de fuerza para lograr los objetivos. Tal fuerza solo será usada hasta que sea evidente que el objetivo inmediato ha sido alcanzado, y no deberá ser como represalia.
*Al comandante del submarino se le ordenó: Si es atacado con armas antisubmarinas por las fuerzas argentinas, emergerá o se retirará sumergido a alta velocidad, cualquiera que implique el menor riesgo de vida.
*Los militares británicos también establecieron una zona de seguridad de 50 millas (alrededor de 80 kilómetros) y cualquier nave que entrara en la misma se le indicaría que debían identificarse y manifestar sus planes.

Estación científica Corbeta Uruguay 


Aparentemente la Argentina nunca llegó a enterarse del envío de la Task Force aunque otras versiones dicen que los argentinos rápidamente se percataron de la presencia de la fuerza de tarea y Callaghan decidió no utilizar la fuerza para desalojar a los científicos, por lo que las fuerzas argentinas permanecieron en Thule hasta que fueron desalojadas durante la Guerra de las Malvinas el 20 de Junio 1982 (Operación Keyhole).

El Vicealmirante Lombardo recuerda así el incidente, en. Malvinas: Errores, Anécdotas y Reflexiones. Pág 10: "Supe después que no obstante mi asesoramiento, el almirante Anaya elevó su propuesta, pero el Comité Militar en 1977 desestimó la idea de dar esa solución al irresuelto conflicto Malvinas. Hoy se sabe que poco después de la propuesta de Anaya, Inglaterra envió buques y un submarino nuclear al área de Malvinas. Podemos pensar en coincidencias propias del azar o en la eficiencia del servicio de inteligencia inglés y en su capacidad de respuesta para prevenir una situación de crisis. Creo que este último fue el caso". 

Los documentos secretos citan, por ejemplo, al canciller David Owen, quien entonces insistió en que la Operación Journeyman fuera mantenida en absoluto secreto. 

“No hay necesidad de que alguien sepa el destino de las fragatas. Deben ser enviados a un ejercicio en el Atlántico”, dijo Owen entonces, según reveló ayer la agencia Mercopress. 

Al mismo tiempo, una nota escrita a mano advertía que un ataque a la Argentina podría escalar el conflicto “probablemente de manera ilegal y sentar un no bienvenido precedente”.

Primer Ministro James Callaghan

El envío coincidió con negociaciones secretas en Nueva York entre el gobierno de Gran Bretaña y el de Argentina, para reducir las tensiones por la soberanía de las islas. Una vez que comenzaron las reuniones en Nueva York, el gobierno británico reveló a Argentina del envío de la flotilla y poco después los argentinos retiraron entonces a los científicos y se retornó al statu quo anterior. 

Resulta más que interesante rescatar las palabras del entonces Ministro de Defensa, David Owen, refiriéndose a Journeyman y comparándola con el accionar de Thatcher en 1982: “Si el Gobierno Conservador de Margaret Thatcher hubiera tomado una acción similar como la ocurrida cinco años antes, la guerra no hubiera sucedido” (Secret Falklands fleet revealed. BBC News – 1/06/2005). En el mismo artículo señala también que los ministros [de 1977] querían crear una zona de exclusión alrededor de las islas –como la de 1982– pero que informes propios les advirtieron que semejante decisión sería “políticamente escalatoria [léase provocativa], probablemente ilegal, además de plantar un precedente desagradable”.

Según lo que se lee en el informe Franks, cada acción tomado por parte del gobierno británico fue para no provocar un incidente con argentina, y por esto no cambiaron a las fuerzas de 8901 ni el despliegue de HMS Endurance, hasta, como sabemos, anunciaron el retiro del mismo buque en 1981 que también tenía sus consecuencias en la mente de la junta.

Si bien el Informe Franks ya había revelado la Operación Journeyman, recién en 2005 pudieron conocerse públicamente los detalles de aquella operación, una vez desclasificados los Archivos Nacionales. El documento del Ministerio de Defensa británico DEFE 24/1245 se titula Falklands Islands: military rules of engagement with Argentinean forces drawn up prior to deployment of Royal Navy in area (Islas Falklands: reglas militares de acción con las fuerzas argentinas anteriores al despliegue de la Armada Real), y relata hechos y decisiones que van desde el 1° de enero de 1977 al 31 de diciembre de 1978.

Fuentes utilizadas:

Nido de “Albatros” en Puerto Argentino

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Por Mariano Agostini

El título y foto de encabezado de esta nota parece aludir a las grandes aves marinas de la familia "Diomedeidae" que pueden encontrarse en el Atlántico Sur y más precisamente en las Islas Malvinas, pero es sólo en apariencia, refiere en realidad a los cuadros de la “Agrupación Albatros” (AGAL) de la Prefectura Naval Argentina (PNA) que fueron desplegados al Teatro de Operaciones insular participando directamente en el conflicto bélico que tuvo lugar entre abril y junio de 1982.

Tras el desembarco y recuperación de las Islas Malvinas del 2 de abril de 1982, el Prefecto Burlando, a cargo de la Jefatura de la AGAL, convocó a cinco (5) de sus subordinados a fin de darles las instrucciones correspondientes para una nueva misión: la instalación de una Dependencia de Prefectura en las islas recientemente reincorporadas al territorio nacional. Una rápida división de tareas para atender las necesidades básicas de una delegación de este tipo, obligó a los efectivos a realizar un repaso acelerado de las normas, reglamentaciones y procedimientos vigentes.
El pequeño grupo AGAL abordó el 13 de abril un avión de transporte Short Skyvan, del Departamento de Aviación de la Institución, en el Aeroparque Jorge Newbery que, escalas mediante, los depositó en Comodoro Rivadavia dos días después. Al día siguiente, 16 de abril, un avión Fokker de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) fue el encargado de trasladarlos a las islas realizando un vuelo directo entre Comodoro Rivadavia y Puerto Argentino. En el mismo vuelo viajó el Prefecto Martínez Loydi quien fuera designado por la superioridad como Jefe de la flamante Prefectura Islas Malvinas (En rigor de verdad era una avanzada de la Institución ya que la dependencia no había sido aún formalmente instituida)

Los “Albatros” se trasladaron con su equipo y armamento hacia la zona del Muelle de la Gobernación, lugar de atraque elegido para los guardacostas GC-82 “Islas Malvinas” y GC-83 “Río Iguazú” que habían llegado apenas tres días antes. Luego de una calurosa recepción y bienvenida de parte de los tripulantes de los guardacostas, muchos de ellos compañeros de promoción, los "Albatros" pusieron manos a la obra, mostrando su espíritu inquieto. En un espacio ubicado entre la bajada al muelle y la vía costera Ross Road armaron sus carpas “canadienses” y comenzaron a cavar pozos de zorro con el fin de darse protección, asegurar la zona y brindarle seguridad a los dos guardacostas (GC) apostados en el muelle. Este accionar, que parecía algo desmesurado para esos días, motivó que el Prefecto Martinez Loydi expresara espontáneamente "¡Estos infantes! Siempre haciendo pozos...", lo que fue retrucado por los Albatros que, rápidos de refeljos, le contestaron "No se preocupe Jefe, ya va a ver loss útiles que nos van a ser..."


Los muelles de Puerto Argentino (Fuente: aposmalvinas.com.ar)

Cuadros de la Agrupación Albatros (AGAL) desplegados en Malvinas:
Cabo Primero de Seguridad Carlos Raúl Vallejos
Cabo Segundo de Seguridad Jorge Omar Cárdenas
Cabo Segundo de Seguridad Miguel Angel Taborda
Cabo Segundo de Seguridad Julio Argentino Vargas
Cabo Segundo de Seguridad Sergio Omar Matassa


Histórica foto del pequeño grupo de "Albatros" en Malvinas

Los “Albatros” eran los encargados de las tareas de amarre y desamarre de los GC en el Muelle de la Gobernación de Puerto Argentino, y colaboraban permanentemente con sus tripulaciones, que sabían reconocerles su tarea gratificándolos con las apreciadas duchas y comidas de abordo.

Pero no sólo sus tareas se limitaron a la "seguridad en el terreno" sino que fueron incorporándose, a medida la situación bélica se agravaba, a las navegaciones realizadas por los GC, sobre todo las realizadas en horario nocturno. Esta presencia de los “Albatros” a bordo de los guardacostas era muy apreciada por los “navales” que se sentían más protegidos al contar con “potencia de fuego” extra. Valoraban además el profesionalismo y el excelente adiestramiento de sus camaradas.


                      Albatros y Comandos navegan en un bote de goma frente al GC-82 "Islas Malvinas"

Los “Albatros” contaban con fusiles FAL y allí en las islas consiguieron hacerse de los dispositivos lanzagranadas (y sus correspondientes proyectiles) para adosar en sus bocas. Los FAL parecían mucho más fiables y efectivos que los fusiles SAFN 49 de 7,62mm y los subfusiles Halcón de 9mm armamento portátil de las dotaciones de los guardacostas.

Aún así, los “Albatros” no se quedaron quietos ni conformes, e idearon nuevos implementos, como defensas armadas con bolsas de arena para las cubiertas de los GC (que carecían de cualquier tipo de blindaje y resultaban muy vulnerables a los proyectiles) y cargas subácuas para “combatir” la posible infiltración o golpes comando de buzos de las fuerzas especiales británicas en la rada de Puerto Argentino. Estas últimas eran cargas explosivas de confección casera que se lanzaban en forma manual desde la borda de los GC y detonaban bajo la superficie del agua. La onda expansiva que producían al detonar parecía ser lo suficientemente letal para cualquier comando enemigo que osara incursionar buceando por la zona, ya que se sentía con fuerza y estruendosamente en el interior de los cascos de los GC.


El guardacostas GC-82 "Islas Malvinas" en el Muelle de la Gobernación

Hacia el final de las hostilidades se realizaron también gestiones para conseguir misiles antiaéreos portátiles SA-7 "Strela-2" y aumentar la capacidad de defensa ante ataques aéreos, pero las mismas resultaron infructuosas.

Dado que la vida a la “intemperie” en Malvinas no era para nada confortable ni recomendable se procuraron “refugio” en un arranchado galpón ubicado en el muelle, de unos 10 metros de largo, que sirvió de paliativo al hostil clima isleño.

El 1º de mayo fue la confirmación del “estado de guerra” y si bien los ataques se concentraron en la zona del aeropuerto en Puerto Argentino nadie fue ajeno a las explosiones, el ruido de los antiaéreos repeliendo la agresión y el sonido de los Harriers y Vulcans arremetiendo por primera vez contra las defensas argentinas. Por suerte para los prefecturianos apostados en el muelle de la Gobernación el cañoneo naval y los bombardeos raramente sucedían directamente sobre la capital malvinense.  


                                                        GC-83 "Río Iguazú" en plena maniobra de atraque

Ese mismo día la Prefectura Naval tuvo su primer baja al resultar herido el Cabo Segundo Antonio Grigolatto tras ser atacado el GC-82 “Islas Malvinas” por un helicóptero Sea King de la Royal Navy. A partir de ese ataque siempre se sumó a la dotación de los guardacostas algún "Albatros" para dar mayor seguridad, en una decisión más emparentada con lo psicológico que con el aporte efectivo material. 

El 21 de mayo se encomendó a Prefectura la misión de transportar hasta Darwin-Pradera de Ganso un contingente de 19 efectivos del Grupo de Artillería Aerotransportado 4 del Ejército Argentino junto con dos (2) de sus piezas, los obuses de campaña Oto Melara de 105mm. Averiado uno de los ejes del GC-82 "Islas Malvinas" (lo que reducía su capacidad propulsora al 50%), la misión recayó sobre el GC-83 "Río Iguazú". El "Albatros" designado para abordar el guardacostas y brindar seguridad durante la travesía fue el Jefe de Grupo, Cabo Primero Carlos Vallejos. Mientras éste se disponía desamarrar al GC-83 del muelle en la oscuridad de la noche (acentuada por la orden de oscurecimiento de Puerto Argentino), se dió el alerta roja por bombardeo naval. Vallejos pasó entonces su fusil FAL a uno de los tripulantes y dió unos pasos a tientas mientras el GC se separaba lentamente del muelle. En medio de la confusión patinó en la superficie helada del muelle y cayó al agua con su equipo de combate liviano. Inmediatamente se dió el aviso a viva voz de "hombre al agua" y se ordenó la detención de los motores para evitar que las hélices lo succionaran. Después de unos segundos de desesperados esfuerzos del "Albatros" por salir a superficie, logró finalmente aferrarse a uno de los pilotes del muelle y asomar su cabeza para respirar. Es en ese instante donde es ubicado e izado por la tripulación recibiendo en forma inmediata y sobre cubierta los primeros auxilios. Todavía afectado por temblores y la hipotermia a causa del frío, Vallejos fue desafectado de la misión.

Nunca olvidará su experiencia, no sólo por lo mencionado, sino porque al día siguiente el GC-83 "Río Iguazú" es atacado en el Seno Choiseul por aviones Sea Harrier, resultando gravamento dañado y sufriendo una baja mortal, la del Cabo Segundo Julio Omar Benítez. Un sentimiento de culpa por "no haber estado allí" brindando protección a sus camaradas acompaña a este "Albatros" hasta nuestros días.


1. Armado de carga explosiva "antibuzo" de fabricación casera

2. "Albatros" posicionados en una de las bandas del GC para el lanzamiento de cargas

3. La carga es lanzada al agua sobre las zonas donde se presume puede actuar los buzos

 4. La carga cae al agua y explosiona bajo la superficie (Fuente: imágenes extraídas del video "Prefectura en Malvinas")

A pesar de que se conocían los reveses sufridos en el campo de batalla y se convivía a diario con los ataques británicos (sobre todo por cañoneo naval) la noticia de la rendición no dejó de sorprender a los “Albatros” y demás hombres de la Prefectura Naval. La última "misión de guerra" sería justamente el 14 de junio transportando efectivos de refuerzo de las Compañías de Comandos del Ejército Argentino a la Península Camber, y luego evacuando a la totalidad del personal militar destacado allí entre el que se contaban efectivos de la Infantería de Marina, de Artillería Antiaérea y de los mencionados Comandos.

El GC-82 "Islas Malvinas" transportando tropas
 
Una vez consumada la rendición se le ordenó a los prefecturianos (incluidos los "Albatros") permanecer a bordo del guardacostas GC-82 "Islas Malvinas". El día 16 de junio se hicieron presentes allí efectivos británicos para hacerse cargo de la embarcación. En ese momento se hizo entrega de las armas –previamente desactivadas y/o inutilizadas- y luego de un protocolar saludo y arriado del pabellón nacional del GC, fueron trasladados a unos galpones frente a las instalaciones de la Falkland Islands Company (FIC).

Poco después embarcaron sin ser advertidos por los efectivos británicos en el buque auxiliar tipo supply “Yehuín” (que hacía el transbordo de heridos desde los muelles de Puerto Argentino hacia los buques hospital) que los depositó en el rompehielos –transformado en buque hospital para la ocasión- ARA “Almirante Irízar” (Q-5) en el cual pudieron realizar el cruce al Continente. Antes de que llegaran a hacer puerto un helicóptero que despegó del buque de la Armada los llevó directamente a Comodoro Rivadavia.


VGM Sergio Matassa, Cabo Segundo AGAL en 1982.

Era el fin de la guerra para los "Albatros" que a pesar de no haber experimentado bajas mortales ni heridos de consideración, regresaban con cicatrices en su alma por el resultado adverso de un conflicto que nunca imaginaron vivenciar. Como diría en la posguerra el VGM AGAL Sergio Matassa "Al pabellón lo arriamos con profunda congoja, pero con el sentimiento del deber cumplido. Con la dignidad de haber puesto nuestro vida al servicio de la Patria"


Fuentes:
prefecturanaval.gov.ar
Prefectura en Malvinas. Círculo de Suboficiales de la PNA. 1997
Prefectura Naval Argentina en Malvinas. Video de youtube.com (ARA202)
Los Tigres de Mar. Jorge Muñoz. Ediciones Cruz del Sur. 1985
Otras



www.patrullerasargentinas.blogspot.com.ar

La lucha en el Continente parte 1

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Buceando por internet buscando notas para el blog me encontre con un libro online: "Malvinas, Guerra en el Atlántico Sur" de Alberto N. Manfredi (h), una atractiva publicación sobre el conflicto (no se si fue editada en papel), entre los capitulos encontre "La lucha en el continente" el cual citare en tres partes donde relata distintos sucesos (la mayoria conocidos) con datos muy interesantes en donde se insiste que mas alla del Teatro de Operaciones en las islas Malvinas y sus aguas cercanas hubo otra guerra, no muy conocida ni muy publicitada, en nuestro continente, nuestras aguas y nuestro espacio aéreo, la inocencia de muchos todavia nos quieren hacer creer que una de las potencias mundiales no realizo casi ningun esfuerzo en nuestro país para vigilar, espiar o incluso sabotear objetivos bélicos que estaban siendo usados contra su Task Force pero la historia, los archivos que se van desclasificando y los relatos de propios participantes están derribando todos estos mitos, espero lo disfruten, saludos!



Lejos de lo que durante mucho tiempo se creyó, la guerra del Atlántico Sur no se circunscribió solamente a los archipiélagos australes sino que también involucró importantes áreas del continente e incluso, regiones mucho más distantes, como veremos más adelante.

Aquel agitado 1 de mayo de 1982, los británicos intentaron una de sus primeras incursiones en el sur argentino.

Recordará el lector que al referirnos al “Yehuin” dijimos que una noche de fines de abril, durante una de sus misiones de apoyo en el litoral patagónico, el radar de a bordo captó señales de lo que parecía ser un submarino no identificado navegando en las proximidades. Días después, el comando del TOAS recibió información de que en horas de la noche alguien emitía señales lumínicas desde la bahía de San Sebastián, al norte de Tierra del Fuego, en dirección al mar. Lo sugestivo era que no lejos de allí, se encontraba la Estancia Cullen, establecimiento rural en el que tenía asiento personal del consulado inglés y eso dio pie a las primeras sospechas. Fue uno de los primeros indicios de que los británicos intentaban infiltrar tropas en territorio argentino para llevar a cabo acciones de ataque y sabotaje contra las bases aéreas del continente.

Ese día fueron detectados dos submarinos ingleses navegando en el Golfo San Jorge, cerca de Caleta Olivia, hecho que llevó al alto mando argentino a lanzar el alerta a toda la región. La novedad no hizo más que confirmar la información suministrada dos días antes por las autoridades del TOAS en el sentido que comandos británicos habían desembarcado en la costa patagónica, en un punto ubicado al sur de Caleta Olivia, entre esa localidad y Puerto Deseado y que se habían refugiado en una estancia de la región.

El parte fue registrado en el Diario de Guerra del Liceo Militar “General Roca” de Comodoro Rivadavia, el 1 de mayo a las 10.30 horas y puso en estado en prevención a las guarniciones del sur.

Casi un mes después, el 29 de abril a las 20.15 hs, el director del mencionado establecimiento, teniente coronel Miguel Ángel Clodoveo Arévalo, recibió un llamado urgente en el que se le comunicaba que tropas de elite enemigas habían desembarcado en un punto no determinado, al sur del Golfo San Jorge y estaban dispuestas a llevar a cabo acciones.

En el liceo, se hallaban detenidos varios de los efectivos británicos que se habían rendido a las tropas argentinas el 2 de abril y por esa razón se extremaban las medidas de seguridad. Se trataba de Jeffrey William Warnes, de 37 años de edad; Stephen Charles York de 27, Richard Overall de 22 James William McKay de 21, Gary Moore de 19, Martin Thomas Smith y Stephen Dale, quienes llegaron allí el 5 de abril a bordo de un Hércules C-130, vigilados por un pelotón al mando del capitán Luis Bruno, jefe de la Compañía de Reserva del Liceo.

La llegada de los prisioneros fue supervisada por el teniente coronel Arévalo, quien dispuso su alojamiento en la Sala de Armas de una de las compañías de cadetes, único sitio con rejas del establecimiento disponible en ese momento. 

Para entonces se especulaba con que los comandos británicos intentarían rescatar a sus compatriotas y por esa razón se ordenó tener lista a la guarnición para entrar en combate, reforzándose las guardias y licenciando a los jóvenes cadetes de entre 12 y 17 años que estudiaban allí, además de alistar dos helicópteros para salir en busca de posibles incursores.

Los soldados Eduardo Taboada, Marcos Medina, Edgardo Blaguerman, Enrique Pirani,Luis Daniel García, Oscar Steinbach, Fernando Luis Sieyra, Darío Filazzolau y ClaudioTantignone eran nueve de los efectivos que, al mando del capitán Héctor Marengo, se hallaban de guardia el día en que se propagó el alerta en el liceo. Blaguerman y Tantignone hablaban inglés y por esa razón fueron escogidos para custodiar a los  prisioneros y hacer las veces de intérpretes. 

El primero llegó a trabar amistad con ellos, tanta, que una noche en que un apagón sumió en tinieblas el lugar, los ingleses, presas del temor e incertidumbre, recurrieron a él llamándolo a gritos. 

Durante su cautiverio, el de mayor edad, Warnes, le contó varias cosas sobre su persona, entre ellas, que era casado, que tenía dos hijos y que había combatido en Indonesia. A los ingleses detenidos se los trató de acuerdo a la Convención de Ginebra. Se les permitía hacer gimnasia en una habitación contigua a la sala de armas custodiados por hombres fuertemente armados y se les proveyó todo lo necesario para sus necesidades básicas. Ellos, por su parte, hablaban poco, obedecían las indicaciones y mantenían en todo momento una actitud muy profesional.

Para entonces, las versiones sobre una misión de tipo comando por parte de las fuerzas especiales del Reino Unido, comenzaban a tomar cuerpo. Una noche, a poco del arribo de los prisioneros, se produjo un fuerte tiroteo entre las tropas que defendían el liceo y fuerzas no identificadas que se desplazaban por los alrededores, lo que hizo suponer a las autoridades que se trataba de efectivos de elite enemigos que intentaban acercarse a la unidad militar.

El 17 de abril, los prisioneros fueron deportados hacia Montevideo y desde allí, devueltos a Gran Bretaña. Su partida no devolvió la calma al cuartel sino todo lo contrario ya que la presencia de fuerzas especiales desembarcadas en el continente cobró más fuerza que nunca cuando se supo que el alto mando británico organizaba ataques a las bases aéreas en territorio argentino, a efectos de contrarrestar la amenaza que implicaban para la Fuerza de Tareas los Super Etendard y A4 allí desplegados.

Se tenían indicios de que el gobierno británico era presionado por el Parlamento para apurar las acciones contra las bases continentales, en especial aquella desde la que operaban los Super Etendard armados con misiles Exocet, ya que veintiún diputados  conservadores de la Cámara de los Comunes habían presentado una propuesta urgiendo a la primera ministra y su gabinete  “...a no debilitar la presión militar en el Atlántico Sur con el fin de eliminar la capacidad de las fuerzas argentinas que podrían provocar pérdidas inaceptables a la flota británica”.  

Ya en alerta las unidades militares del litoral patagónico, se emitieron circulares a los oficiales de enlace de las policías provinciales de Santa Cruz y Chubut, advirtiéndoles  estar prevenidos y ordenándoles efectuar patrullas a lo largo de la Ruta Nacional Nº 3 para detectar cualquier movimiento o indicio de presencia foránea y detener a toda  persona extraña, sobre todo, si hablaba inglés o con marcado acento anglosajón. Esas personas debían ser remitidas inmediatamente al Destacamento de Inteligencia 182 de Neuquén y se ordenaba la más absoluta reserva al respecto.

El 29 de abril, habiendo cundido el alerta de posibles desembarcos enemigosal sur de Caleta Olivia, fueron alistados dos helicópteros Bell UH-1H del Batallón de Aviación  de Combate 601, el matrícula AE-419, al mando del jefe del Liceo, teniente coronel Arévalo y el AE-414 al del capitán Marengo, que a poco de ser abordados por efectivos de la unidad militar, partieron hacia el sur, en aquella dirección. Debían efectuar una misión de búsqueda y ataque previo reabastecimiento en la base de la cercana brigada aérea y a las 21.00 horas iniciar un movimiento de aproximación helitransportada al tiempo que efectivos de la Compañía de Ingenieros 3 marchaban por tierra. El AE-419, piloteado por el teniente Marcos Antonio Fassio, llevaba al sargento primero Pedro Andrés Campos como copiloto y al sargento Néstor Daniel Barros como ametralladorista. Había partido en primer lugar, seguido quince minutos después por el AE-414 del capitán Marengo, en el que viajaba Marcos Medina, uno de los soldados que tuvo a su cargo la custodia de los prisioneros ingleses. Según sus palabras, a poco de llegar, saltaron a tierra y se desplazaron hacia la costa, avanzando agazapados, con sus armas sin los seguros, listos para disparar si la ocasión se presentaba. Una vez frente a la playa, el capitán Marengo ordenó cuerpo a tierra y allí esperaron mientras la gente del primer helicóptero montaba un puesto de guardia. 

Permanecieron en el lugar cerca de media hora hasta que el jefe de la sección ordenó incorporarse y marchar hasta la cercana comisaría de Caleta Olivia, que se hallaba ubicada cerca de la playa, donde llegaron al cabo de veinte minutos. A las 2 de la madrugada del 30 de abril los soldados, que se encontraban descansando en el destacamento policial, recibieron la orden de prepararse para reemplazar a los efectivos del primer helicóptero que en esos momentos montaban guardia en la costa. Así lo hicieron y hacia allí se dirigieron, siempre a pie, en medio de la noche.

La vigilancia en aquel punto se prolongó hasta las seis y media de la mañana cuando, a falta de novedades, se ordenó levantar el puesto y dirigirse hacia los helicópteros que aguardaban posados a 5 kilómetros de allí. Cuando Medina y sus compañeros llegaron al lugar, el AE-419 del teniente coronel Arévalo ya había partido. Salieron con rumbo sur, en un día brumoso y volaron sin contacto de radio durante varios minutos, hacia una estancia llamada “La Floradora” donde se suponía que los comandos británicos se habían ocultado.Arribaron al lugar algo más tarde de lo planeado porque a causa de la niebla, habían equivocado la ruta y así, después de aterrizar, echaron pie a tierra y se desplegaron por el terreno, tomando posiciones cuerpo a tierra con sus armas apuntando hacia el establecimiento rural.Pasaron un buen rato en esa posición, atentos a cualquier movimiento, observando los edificios que se recortaban a lo lejos, mientras los oficiales recorrían el perímetro con sus prismáticos. Todo era silencio y quietud y a excepción de la hierba, movida por el viento, nada se movía. Permanecieron cerca de cuatro horas en el lugar sin noticias del AE-419, que debió haberse posado en las cercanías antes que ellos y sin rastros del enemigo. Por esa razón, pasado el mediodía, el capitán Marengo decidió regresar a la comisaría para informar los resultados de su misión. La pregunta que todos sehacían era: ¿qué había sido de Arévalo y sus hombres?

A las 12.15 de aquel misterioso 30 de abril, el helicóptero AE-419 fue declarado en emergencia. Veinte minutos después un aparato de similares características, perteneciente a la Prefectura Naval de Caleta Olivia informó haber encontrado los restos de una aeronave fuera de la bahía, a unos 10 kilómetros al sur de esa localidad, por lo que a las 13.20 del mismo día, se ordenó a las unidades militares efectuar rastrillaje total utilizando para ello todos los medios disponibles. Mientras se daba cuenta de la novedad y se organizaba la búsqueda, el general Osvaldo García impartió directivas terminantes en el sentido de no informar el hecho a nadie y mucho menos comunicarla desaparición de los efectivos a sus familiares. Fue un civil, vecino de las inmediaciones, quien encontró los primeros indicios del desastre. El poblador, que recorría la zona colaborando con las autoridades, dio con un pedazo del tanque de combustible que acercó inmediatamente a la comisaría de Caleta Olivia donde informó que había restos del aparato esparcidos en un radio de 300 metros.

Al saber la novedad, el capitán Marengo ordenó a sus soldados abordar el AE-414 y sin perder tiempo despegaron hacia el sur. Diez kilómetros después dieron con el siniestro notando a primera vista que, de acuerdo a la forma en que se encontraban diseminados los restos, la nave no se había estrellado sino que había estallado en el aire. Una vez en tierra, los hombres de Marengo se introdujeron en el mar e intentaron alcanzar la ría donde se hallaban los cuerpos. Como no lo lograron, debieron regresar en espera de la bajamar y una vez que esta se produjera, repetir la operación. Desplazándose lentamente, con el agua helada hasta la cintura, llegaron hasta el lugar donde flotaban los cadáveres. Los primeros en hacerlo fueron Medina y el soldado clase 62 Adrián García quienes, presa del asombro, notaron que los mismos se hallaban sin ropa y completamente mutilados. Los soldados extrajeron seis cadáveres y ya se disponían a hacer lo mismo con el resto cuando una repentina orden de relevamiento los obligó a suspender la operación y embarcar en el helicóptero. Volaron de regreso a la comisaría de Caleta Olivia y allí se alojaron por segunda vez, para permanecer en la zona tres días más. Finalmente se les indicó regresar al liceo y allí quedaron hasta el fin del conflicto, cumpliendo su servicio militar.


Al capitán Marengo le llamaron la atención varios detalles, el primero, que los cuerpos mutilados de los tripulantes estuvieran completamente desnudos; que el fuselaje del  helicóptero estuviese en la ría, recostado sobre la costa, su rotor a 300 metros de distancia hacia la derecha y las piezas restantes esparcidas por los alrededores de manera irregular y por último, la repentina orden de suspender la operación de rescate y regresar a la comisaría.


A las 10.30 horas del día siguiente (1 de mayo) alguien anotó en el Diario de Guerra del liceo: “01 1030 May 82. Se detectó 2 (dos) submarinos en dirección a Caleta Olivia”. Mientras eso ocurría, el alto mando argentino ordenaba el repliegue del Regimiento de Tanques 8 a Comodoro Rivadavia y dejaba apostados en Caleta Olivia al Regimiento de Infantería 1 “Patricios” (RI1 “Patricios”) y a la Compañía de Ingenieros 3 (CI3). Perecieron ese día, en el helicóptero siniestrado el jefe del Liceo Militar “General Roca”, teniente coronel Miguel Ángel Clodoveo Arévalo, el teniente primero Roberto Remi Sosa, los soldados clase 61 Fernando Luis Sieyra y Marcelo Gustavo Cini y los soldados clase 63 Jesús Marcial, Oscar Millapi y Daniel Alberto Palavecino además de los tripulantes del helicóptero, teniente primero Marcos Antonio Fassio, sargento primero Pedro Andrés Campos y sargento Néstor Daniel Barros. 

Los restos del AE-419 y sus tripulantes fueron retirados del lugar del siniestro en el más absoluto secreto y conducidos hasta un sector lindante a la Compañía de Transporte del Liceo Militar donde se efectuaron las pericias del caso. Esas pericias jamás se dieron a conocer y eso ha llevado a suponer que las fuerzas armadas argentinas ocultaron algo, posiblemente, que el helicóptero había sido derribado y que había tropas enemigas en territorio continental, versión que parecen confirmar las afirmaciones de varios testigos que aseguran haber visto el agujero de un proyectil en la parte inferior del fuselaje. Los efectivos muertos fueron velados a cajón cerrado y condecorados post-mortem con la “Medalla de la Nación Argentina al Muerto en Combate” aunque ni Marengo ni sus hombres ni los tripulantes del AE-414 son considerados combatientes por el Ejército, pese a que llevaron a cabouna misión idéntica a la de sus compañeros caídos.

Una versión que ha venido circulando desde esos días, no confirmada oficialmente, da cuenta de que un rápido operativo cerrojo de las FFAA habría cercado a los incursores abatiendo a seis de ellos y capturando a un número igual. A treinta años de la guerra, todo parece indicar que efectivamente, el helicóptero Bell UH-1H de la Aviación del Ejército fue abatido por comandos británicos infiltrados el 29 de abril, los mismos que habrían desembarcado de los dos submarinos que se aproximaron sigilosamente a la costa aquel día. Esos hombres se habrían refugiado en un punto cercano a Caleta Olivia, al parecer la estancia “La Floradora”, propiedad de súbditos ingleses y su objetivo era, probablemente, la base aérea de Comodoro Rivadavia, desde la que operaban las escuadrillas de aviones Canberra que ya habían realizado incursiones sobre las fuerzas navales enemigas en las islas Georgias y llevarían a cabo otras a partir del recrudecimiento de las acciones. A punto de ser descubiertos, el 30 de abril habrían derribado al AE-419 y en la mañana del 1 de mayo debieron reembarcar en los submarinos detectados en el Golfo San Jorge. 

Veinticinco años después, algunos de los soldados que prestaron servicio en el Liceo  Militar “General Roca” recordarían esos hechos, relatando a la prensa sus pormenores así como también, detalles del cautiverio de los soldados ingleses que se habían rendido entre el 2 y el 3 de abril en las Malvinas. Edgardo Blaguerman tenía claro todavía el momento en que varios de ellos les regalaron sus pañuelos al momento de abandonar la unidad militar y cuando Jeffrey Warner le obsequió su paquete de primeros auxilios, “trofeo” que todavía conservaba un cuarto de siglo después. Escoltándolos hasta el ómnibus que los llevaría hacia el aeropuerto, quedó retratado en una fotografía publicada por un diario chubutense, mientras llevaba en el bolsillo derecho de su chaqueta los pasaportes de los prisioneros.

Sin embargo, durante el reportaje que se le hizo en esa oportunidad, cerró su comentario con una versión que más parece fantasía que realidad. Al parecer, durante una batalla cuerpo a cuerpo en el mes de junio, un teniente primero de apellido Echeverría, luego retirado, estuvo a punto de ser abatido por un inglés que, inesperadamente, le perdonó la vida. “No lo hago –le habría dicho- porque Blaguerman y Bruno me trataron bien en Comodoro Rivadavia”. De ser cierta la versión, el británico en cuestión se la debe haber pasado perdonando a argentinos durante toda la campaña. 


La lucha en el Continente parte 2

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El 5 de mayo de 1982 aviones Grumman S-2E Tracker y helicópteros Sea King de la 2ª Escuadrilla Aeronaval llevaron a cabo el primer ataque aeronaval desde el portaaviones “25 de Mayo”. Mariano Sciaroni relata sus pormenores en "Malvinas. Tras los submarinos ingleses", explicando que en la madrugada del 3 de mayo, el sistema de vigilancia del destructor  “Santísima Trinidad” detectó señales electrónicas intermitentes que se perdieron a poco de aparecer en sus pantallas. A las 10.43 se obtuvo un nuevo contacto en cercanías isla Rasa (48º 38’S de latitud y 65º 36’O de longitud), a escasas 25 millas del Grupo de Tareas que, como el anterior, se desvaneció a los pocos minutos. En vista de ello, el Comando Naval a bordo del portaaviones decidió enviar uno de los dos Sea King de su dotación, el matrícula 2-H-234, que a las 11.03 despegó de cubierta al mando del teniente de navío Osvaldo Iglesias. Completaban su tripulación el teniente de navío Guillermo Iglesias en calidad de co-piloto y los suboficiales Antonio Barbone, Raúl Llanos y Julio Perea como navegantes y operadores de los sistemas de sonar y detección lejana. 

El helicóptero decoló bajo un cielo cubierto y fuertes precipitaciones y tras un corto vuelo sobre un mar color plomo, llegó al lugar (11.20). Tras posicionarse a 13 metros del agua, la tripulación hizo bajar el transductor del sonar para intentar ubicar al objeto que ocasionaba los ecos y al no detectar nada, se desplazó unas 12 millas náuticas al sudoeste, para repetir la operación.  

Cuando el hidrófobo se perdió bajo las olas, el operador de a bordo detectó un rumor proveniente de un objeto metálico situado entre los 330º y el 030º, novedad que informaron al portaaviones de manera inmediata. A los 110º volvieron a bajar el sonar y una vez más, ahora con mucha mayor claridad, volvieron a sentir un nuevo rumor que desapareció inmediatamente después de establecido el contacto. A las 12.56, encontrándose en el límite de su autonomía, el Sea King emprendió el regreso, después de notificar a la torre el nuevo hallazgo. Mucho mas al sur, a las 09.30, el vigía ubicado en la proa del Neptune matrícula 2-P-111 que sobrevolaba las aguas en busca de sobrevivientes del “General Belgrano”, descubrió lo que parecía ser un submarino que se desplazaba semisumergido a 56º 00 S  de latitud y 59º 30’ O de longitud. El avión comunicó la novedad a tierra y a los buques que operaban en la cercanía y solicitó instrucciones. Se le ordenó dar caza al sumergible, tarea que le insumió cerca de dos horas hasta que una contraorden lo obligó a suspender la misión y continuar con la búsqueda de náufragos.  


En esos momentos, el submarino nuclear HMS “Splendid” (S106) buscaba al “25 de Mayo” con intenciones de hundirlo y, de esa manera, dar el golpe mortal a la flota argentina que aún representaba una seria amenaza para la Task Force. El submarino británico era un arma formidable que, al comando del capitán de fragata Roger Lane-Nott, desplazaba sumergido 4900 toneladas y podía alcanzar hasta 30 nudos de velocidad. De acuerdo al relato de Sciaroni, disponía de cinco tubos de lanzamiento en proa y se hallaba en misión de patrulla en Atlántico Norte cuando al estallar el conflicto le fue ordenado regresar Faslane a fin de avituallarse y ponerse en condiciones para una prolongada campaña en alta mar. 

La unidad partió del sudoeste de Escocia el 1 de abril y llegó a la zona asignada, al noroeste de Malvinas, dos semanas después. Desde ese punto llevó a cabo diversas misiones de reconocimiento sobre el litoral argentino entre Río Gallegos, Comodoro Rivadavia y las bocas del Río de la Plata y el 21 de abril recibió instrucciones de dirigirse a Punta Delgada, al sudeste de la Península de Valdés (480 millas al noroeste de Malvinas), donde la Central de Inteligencia británica había detectado al “25 de Mayo” navegando a velocidad de crucero. Una vez allí debía aguardar y proceder a hundirlo en caso de comenzar las hostilidades.
 
El submarino localizó al portaaviones dos días después, cuando se desplazaba sobre aguas poco profundas del litoral, donde le resultaba imposible operar, razón por la cual se le ordenó dirigirse hacia el sur y buscar al resto de la flota. El día 26 detectó al “Hércules” y al “Santísima Trinidad” navegando a la altura de Comodoro Rivadavia, muy cerca de tres corbetas A69 y de acuerdo a las instrucciones que había recibido, comenzó a seguir a la formación hasta el día siguiente cuando una nueva orden lo obligó a poner proa hacia el norte donde todo parecía indicar que el “25 de Mayo” navegaba en aguas abiertas. El capitán intentó explicar al Comando Naval que eso era imposible porque el portaaviones debía estar cerca de sus escoltas pero su superior, el vicealmirante Peter Herbert, le exigió en tono firme cumplir la directiva.  


El “Splendid” buscó al portaaviones hasta el día 29 de abril, fecha en la que se le ordenó virar hacia el sur e ir nuevamente en busca de la formación anterior, misión que no resultó difícil ya que, en horas de la tarde, sus pantallas detectaron a las unidades, a las que se les había incorporado el ARA “Comodoro Py” (D-27). El submarino aminoró sumarcha para emitir un mensaje al Comando Naval y ese fue el momento en que los buques argentinos aceleraron y se evadieron en dirección sudoeste.

Poco después los equipos de a bordo detectaron un Sea King que emitía señales con su radar y eso los obligó a huir también a ellos. El 1 de mayo la Inteligencia Británica marcó al “Splendid” y a su gemelo “Spartan”, la nueva ubicación del “25 de Mayo”. Las dos naves se desplazaron hacia el punto indicado pero al llegar no hallaron nada. Dos días después, el capitán Lane-Nott fue advertido sobre la presencia de unidades de superficie argentinas a solo 50 millas náuticas al nornoreste de su posición y que debía atacarlas. Toda esa información provenía de los satélites norteamericanos SIGINT (Signal Intelligence) que habían reorientado sus antenas hacia Buenos Aires y Puerto Belgrano, los KH-11 Nº 3 y Nº 4 (Key Hole) de órbita baja, dotados de resolución diurna óptica máxima de 10 cm y nocturna de 60 cm y radares y sensores infrarrojos que permitían obtener la información en tiempo real. Puestos en órbita el 7 febrero 1980 y 3 septiembre 1981 respectivamente, sus órbitas normales fueron reprogramadas para que pasasen sobre el AtlánticoSur, dos veces al día junto a otros tres satélites de inteligencia electrónica cuya triangulación facilitaba un inmejorable panorama de la zona.

Como bien explica Mariano Sciaroni, junto a ellos operaba un KH-9 del programa Hexagon/ Big Bird de reconocimiento fotográfico, lanzado especialmente el 11 de mayo de 1982 a bordo de un cohete Titán IIID, para cubrir la guerra y ampliar el campo visual del teatro de operaciones. Mientras tanto, la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y la Fuerza de Tareas descifraban las comunicaciones de la Armada Argentina empleando la información suministrada por la empresa suiza Crypto AG, fabricante de las cifradoras/ descifradoras que aquella utilizaba, esto de acuerdo a información extraoficial obtenida después del conflicto. Ese mismo día, a las 07.35, la flota argentina ingresó en el Golfo San Jorge y allí se mantuvo en espera de instrucciones. Por entonces, se tenía la certeza en Buenos Aires de que submarinos enemigos merodeaban sus aguas continentales, evidencia que parece confirmar el diario de Guerra Liceo Militar “General Roca” de Comodoro Rivadavia, donde quedó asentado el avistaje de uno de ellos el 1 de mayo. Tres días después, a las 08.00, el pesquero “Doña Mariela” detectó otro sumergible desplazándose lentamente en superficie a los 45º 10’ S de latitud y 66º 00’ O de longitud que, al parecer, percatado de su presencia, hizo inmersión de manera inmediata y desapareció. Otros avistamientos en Punta Tombo y Playa Unión, provincia de Chubut se sumaron a losanteriores, confirmando las sospechas. 


Con la flota navegando en el Golfo San Jorge, el alto mando naval decidió lanzar un segundo avión para ubicar el submarino y destruirlo. Convocados a la Sala de Prevuelo del “25 de Mayo”, los pilotos de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina recibieron las indicaciones pertinentes y a las 09.25, corrieron hacia el Grumman S-2E Tracker matrícula 2-AS-24 que se hallaba en la pista para ubicarse en sus puestos y esperar la orden de partida. El capitán de corbeta Héctor Skare lo hizo en el asiento del piloto, el teniente defragata Luis Sanguinetti en el del copiloto y los suboficiales segundos Rodolfo Lencina y Jorge César Lencina, en los de los operadores, en la parte posterior.

El almirante Allara observaba desde la torre de mando junto al comandante del portaaviones, capitán de navío José Julio Sarcona y su segundo, capitán de fragata Ricardo Aumann. Cuando los mecánicos dieron el visto bueno indicando que todo estaba en orden, Skare y Sanguinetti clavaron la vista en el señalero de cubierta y siguiendo sus indicaciones, dieron máxima potencia asus turbinas e iniciaron la corrida (09.35), elevándose lentamente mientras comenzaban a sobrevolar el mar, dejando atrás la imponente mole del “25 y Mayo”. Volaron cuatro horas sin dar con el objetivo por lo que, en el límite de su autonomía, cuando los relojes marcaban las 13.40, emprendieron el regreso. 

A las 16.16 despegó el Tracker 2-AS-26 del capitán de corbeta Alberto Dabini. Su copiloto, el teniente de corbeta Juan Carlos Bazán, el cabo principal Ernesto Paulinkas y el cabo primero Oscar Condorí completaban la tripulación que se mantuvo en vuelo hasta las 17.40 cuando, después de sobrevolar las posibles rutas del objeto, retornaron al portaaviones. A las 23.40 partió el 2-AS-22 al mando del capitán de corbeta Emilio Goitía, llevando al teniente de corbeta Horacio Núñez como copiloto, al cabo primero Néstor Conde y al cabo segundo Juan Carreras como operadores. Su vuelo duró algo más de dos horas y finalizó a las 01.18 del 4 de mayo, sin ningún resultado. Hubo una accidentada misión nocturna a cargo del aparato matrícula 2-AS-26 que después de su derrotero, debió dirigirse a Trelew cuando comenzó a experimentar fallas en uno de sus motores, reintegrándose al portaviones a las 09.03 de día siguiente.

A las 00.23 del 4 de mayo se lanzó una nueva misión, esta vez a cargo del Tracker 2-AS-22, piloteado por el teniente de navío Juan José Membrana, con el teniente de fragata Gustavo Ottogalli como copiloto, el cabo principal Ernesto Paulinkas como operador de medidas de apoyo electrónico y el cabo primero Condorí a cargo de la pantalla radar. Debían sembrar una barrera de trece sonoboyas en Golfo San Jorge, para que el equipo AQA-4 de a bordo, las monitoreara de a una, cada 15 minutos y así detectar posibles intrusos. A las 02.40 el “Splendid” navegaba al ras del agua cuando su radar captó presencia enemiga al nornoroeste de su posición. Esa señal se mantuvo hasta las 05.31cuando aumentó considerablemente obligando a su comandante a ordenar inmersión inmediata a plano profundo. Cuando descubrió al avión, el submarino seguía la derrota del “25 de Mayo”hacia el norte, pegado a la costa del Golfo de San Jorge. 

Como el eco desapareció inmediatamente después de la inmersión, Lane-Nott ordenó el ascenso a superficie, para “tantear el ambiente”. Lo hizo muy cautelosamente comprobando con alivio que no había nada y que podía seguir adelante con su misión.  Eran las 06.47 cuando el submarino ubicó al portaaviones desplazándose junto a uno de sus escoltas y otras embarcaciones menores. Sin perder tiempo, se dispuso a atacarlo pero de manera repentina, los ecos desaparecieron de sus radares y no se volvieron a recuperar. Dos horas y treinta y cuatro minutos después, el equipo de alerta de a bordo captó una nave de envergadura desplazándose a 11 nudos en dirección al continente, novedad que llevó al capitán Lane-Nott a ordenar a la tripulación ocupar puestos de combate. 


El comandante sacó el periscopio a la superficie y para su desazón comprobó que la embarcación en cuestión era el enorme carguero “Formosa”, que navegaba hacia tierra firme con una bomba sin estallar en sus bodegas, después del erróneo ataque de la Fuerza Aérea Argentina. Lane-Noot suspendió el ataque por entender que el objetivo no revestía peligro e inmediatamente después trazó un bosquejo de la embarcación, lo mismo la de un segundo transporte que ubicó una hora después. A las 14.55 despegó nuevamente el 2-AS-22, piloteado esta vez por el capitán de corbeta Julio Covarrubias (subcomandante de la escuadrilla), quien llevaba a bordo al teniente de fragata Daniel Alberto Marinsalta (copiloto), al suboficial segundo Hugo Vallejos y al cabo primero Raúl Cufré (operadores). El avión decoló sin novedad y poco después identificó al “Formosa” y a otras tres naves lejanas ajenas al conflicto, sin lograr contactos significativos. Por esa razón, a las 19.35 emprendió el regreso ignorando que una hora y media antes, el “Splendid” lo había ubicado en su pantalla. Durante todo ese día y parte del siguiente, el Grupo de Tareas 79.1, encabezado por el portaaviones “25 de Mayo”, navegó paralelamente a la costa patagónica, 70 millas al sudeste de Puerto Deseado, en procura del atacado Aviso “Sobral” que en esos momentos se desplazaba lentamente hacia el litoral, con varios muertos y heridos a bordo además de importantes daños en su estructura. 

El 5 de mayo el GT 79.1 hacía lo propio a la altura de Bahía de los Huesos (provincia de Chubut) cuando recibió un pedido de auxilio en 500 kilociclos, proveniente de la mencionada embarcación. Se decidió de inmediato despachar una patrulla de búsqueda para dar con ella, catapultándose a las 07.05 al Tracker muleto 2-AS-23 al mando del teniente de navío Carlos Cal, quien voló acompañado por el guardiamarina Gustavo Ferrari como copiloto, el suboficial segundo Rodolfo Aníbal Lencina como navegante y el cabo segundo Enzo Panaritti, como operadores de sonar. El avión, armado con torpedos MK-44 SW de 196 kilogramos de peso, tenía como misión efectuar exploración y dar con el Aviso “Sobral” que en esos momentos se desplazaba con rumbo desconocido en algún puntodel Mar Argentino. 

A las 07.43 el piloto informó que tenía un contacto chico en su pantalla, a 44º 20’ de latitud Sur y 64º 40’ de longitud Oeste y que se disponía a explorar. Tras efectuar un leve viraje, volaba hacia ese punto cuando detectó a lo lejos la estela de un periscopio perteneciente a un submarino no identificado que navegaba a la altura de Bahía Camarones, en dirección norte, a 090º y 10 millas. Decidido a no dejar escapar la presa, se dispuso a atacarla, convencido que se trataba de una nave enemiga. Cuando los relojes de a bordo daban las 07.46, el avión alcanzó la posición y tras hacer las correspondientes evaluaciones, disparó un torpedo y una sonoboya pasiva. El aparato permaneció orbitando en el lugar hasta que, al cabo de unos minutos, se le ordenó proseguir con la búsqueda del “Sobral”. 


Cuando el teniente Cal informó sobre la presencia del submarino, los pilotos de Sea King y Grumman S-2E Tracker fueron convocados en la Sala de Prevuelo del portaaviones, para recibir las instrucciones de una nueva misión de ataque. A las 08.00 se dio por finalizada la reunión y a las 08.05 despegó el Sea King SH-3 matrícula 2-H-231, equipado con un sonar ASQ-13, tripulado por los tenientes de navío Osvaldo Iglesias (Tarzán) y Guillermo Iglesias (Oaki) como piloto y copiloto, el teniente de fragata Edgardo García como navegador y los suboficiales Martín Ramos y José Ponce, como operadores de sensores. Debían restablecer contacto con el submarino enemigo y, de ser posible, atacarlo. A las 08.47 despegó un segundo Sea King, matrícula 2-H-232 llevando como piloto alcomandante de la escuadrilla, capitán Norberto Barro (Rufo), y como copiloto al teniente Antonio Urbano, para apoyar las acciones del 2-H-231.  

Un minuto después fue catapultado el Grumman S-2E Tracker matrícula 2-AS-24 al mando del teniente de navío Enrique Fortini, a quien acompañaban su igual en el rango, Carlos Ferrer (Chingolo) como copiloto y los suboficiales José Raimondo y Raúl Ignacio Cufre como operadores 3 y 4. Fortini, había volado una misión de exploración antisuperficie la tarde el 2 de mayo a bordo del Tracker 2-AS-26, llevando en aquella oportunidad al teniente de navío Rafael Sgueglia y los suboficiales Rodolfo Lencina y Ernesto Paulinkas, con instrucciones de ubicar al grupo de portaaviones enemigo. En pleno vuelo hacia el objetivo, el Sea King 2-H-231 efectuó táctica antisubmarina acústica pasiva, arriando el sonar al cabo de varios minutos de búsqueda en tanto el 2-H-232 se mantenía en apoyo alistando sus torpedos, después de anunciar por radio que su sonar presentaba inconvenientes. Fue entonces que el teniente Fortini sembró tres sonoboyas en una trayectoria Alfa a efectos de cubrir una amplia zona en torno a su posición, lo que le permitió confirmar el rumor hidrofónico de hélices que coincidía con el contacto que tuvo a las 09.10 el teniente García del 2-H-231 en los 44º 27’ S de latitud y 64º 19’ O de longitud. Fortini ordenó informar la novedad al portaviones y al resto de la escuadrilla y guiado por los dos helicópteros, obtuvo otros ocho contactos MAD (Anomalías Magnéticas), calificados como submarino navegando en dirección sur/sudeste, evidencia de que la unidad enemiga detectada en la madrugaba, merodeaba todavía por las inmediaciones. 

A las 10.00, el sonar del Sea King 2-H-231 seguía manteniendo el contacto, constatando que el objeto aumenta su velocidad y que, efectivamente, se trataba de una unidad mecánica inteligente. Fortini decidió atacar y para ello efectuó un pronunciado viraje en busca del objetivo, siempre guiado por el helicóptero. Durante el trayecto, su copiloto procedió a programar el torpedo y minutos después anunció que estaba listo para disparar. El avión abrió su bodega de armamento y sobre los 44º 33’ S de latitud y 64º16’ O de longitud, a solo a 20 millas del lugar en el que se había producido el ataque anterior, lanzó el torpedo MK-44 SW MOD 1 para iniciar, seguidamente, una serie de órbitas que le permitieron seguir de cerca el desenlace del ataque. El proyectil cayó con su paracaídas de frenado desplegado y se sumergió en las frías aguas del océano, iniciando su trayectoria hacia las profundidades, después de activar su motor de 30 caballos de fuerza.

Con el proyectil descendiendo en espiral, a 7,7 metros por segundo, los escuchas a bordo de las aeronaves seguían su evolución helicoidal, notando claramente como su hélice aceleraba las revoluciones y se alejaba, señal evidente de que había detectado el blanco. Sin embargo, no se produjo ninguna explosión y los rumores hidropónicos desaparecieron. El submarino logró evadir el torpedo mientras descendía presurosamente hacia el fondo del mar intentando posarse en su lecho. Fortini hizo una barrida con el radar para ver si detectaba algo y pasadas las 11.00, cumpliendo la orden transmitida por el teniente de fragata Guillermo Alfredo Frogone, controlador de a bordo en el portaaviones, emprendió el regreso, seguido por los helicópteros.  


A las 05.06 del 5 de mayo, el HMS “Splendid” se encontraba frente a Bahía de los Nodales, provincia de Santa Cruz, casi a la altura de río Deseado, siguiendo un rumor clasificado como S-36. El día anterior había navegado frente a Cabo Blanco, al sur del Golfo San Jorge, en procura de unidades de la flota argentina, cumpliendo órdenes del alto mando naval. A las 08.38 el controlador de sonar detectó un rumor de hélices y una hora después (09.36) obtuvo un nuevo contacto a 15.300 yardas al nornoroeste de su posición, verificando que se trataba de un objeto que navegaba a 10 nudos con un curso de 140º al que, diecisiete minutos después, clasificó como submarino. Sin embargo, el mismo desapareció inmediatamente, novedad que el capitán Lane-Noot apuntó en su libro de
bitácora señalando que posiblemente se tratase del “Salta”. Por esa razón, mandó quitar los torpedos Mark-8 que tenía en los tubos y los reemplazó por un Mark-24 para ataque submarino. 

El 6 de mayo a las 07.05 decoló del “25 de Mayo” el Tracker matrícula 2-AS-24 al comando del capitán de corbeta Dabini, acompañado por el teniente de fragata Sanguinetti, el suboficial segundo Vallejo y cabo principal Raúl Cravero. Su misión consistía en sembrar una barrera de sonoboyas para tratar de ubicar el posible intruso que merodeaba desde el día anterior y monitorearlas hasta dar con él. El aparato llegó a los 41º53’ S de latitud y 63º 03’O de longitud y a las 08.50, su pantalla captó una señal que perdió a solo dos millas de distancia. El avión lanzó sobre el objeto una bomba de profundidad que se perdió en los abismos marinos sin hacer impacto y regresó al portaaviones a las 09.30. El “25 de Mayo” navegaba hacia Viedma sin sus escoltas ya que los mismos se habían rezagado en el Golfo San Matías al cargar combustible.

 
En horas de la tarde, un Fokker F-27 de la Fuerza Aérea (el aparato matricula TC-78), informó haber avistado un submarino que navegaba al ras del agua a 40º 15 S de latitud y 60º 15 O de longitud, a 150 millas de Puerto Belgrano. El avión volaba bajo el indicativo “Titán”, al mando del mayor Osvaldo Botto, con el capitán Julio Mirgone como copiloto, el capitán Carlos Romeo Filippi como navegante, y los suboficiales José Altamiranda, Rubén Seguí y Esteban Godoy completando la tripulación. Esa misma mañana, entre las 08.00 y las 12.50, había realizado patrullajes en apoyo de la Armada, sin resultados, por lo que agotado el combustible, emprendió el regreso a Viedma. El Fokker volvió a despegar a las 14.00 y pasadas las 17.00 sobrevoló al submarino a 5000 pies de altura, cuando navegaba cerca de Bahía Blanca, distinguiendo claramente parte de la torreta, el periscopio y la estela que iba dejando en el agua. 
 
Se supo después que era el “Salta”, que en esos momentos ganaba mar abierto para dirigirse a Mar del Plata en cumplimiento de órdenes superiores. En vista de lo que había ocurrido, el Comando de la Fuerza de Submarinos le ordenó regresar a aguas seguras (al “Salta”) en tanto se decidía un nuevo ataque a la unidad no identificada. El submarino atacado por, el Tracker de Dabini era el HMS “Spartan” (S105), que operaba al mando del capitán de fragata James Taylor. De acuerdo a Sciaroni, a fines de marzo la embarcación operaba en el Mediterráneo y allí se encontraba cuando el 1 de abril recibió instrucciones de dirigirse a Gibraltar para reabastecerse y partir de inmediato hacia el sur. Así lo hizo y una vez en la base, se lo proveyó de torpedos Tigerfish Mark-24 y Sperafish que le proporcionó el HMS “Oracle”. Navegando a 23 nudos de velocidad, el “Spartan” llegó a Puerto Argentino el 14 de abril detectando inmediatamente al decomisado “Forrest” y al “Isla de los Estados” cuando sembraban minas en la entrada del fondeadero. Dos días después se le ordenó desplazarse hacia el litoral patagónico y el 1 de mayo inició la búsqueda del “25 de Mayo” junto al “Splendid”. 

El 6 de ese mes el submarino se encontraba al sudeste de Puerto Belgrano cuando fue visto por primera vez por la aviación argentina. Para entonces, ya había detectado la  actividad aérea de los Tracker e incluso de los Embraer 111 Bandeirantes de origen brasilero y sabía que debería tomar todas las precauciones si no quería ser descubierto y atacado. 
 
El 7 de mayo los británicos extendieron la zona de exclusión marítima hasta las 12 millas náuticas del litoral patagónico y bonaerense abarcando de ese, modo, todo el Mar  Argentino. Ese día, a las 16.00, partió desde el “25 de Mayo” con muy poca visibilidad y bajo plafond, el Tracker matrícula 2-AS-26, tripulado por el teniente de navío Fortini y el teniente de corbeta Rafael Cornejo Solá, piloto y copiloto respectivamente, quienes llevaban al suboficial Jorge Lencina como operador de radar y al cabo primero Néstor Conde como operador de medidas de apoyo. Iban en busca submarinos, volando rasante hacia el este, efectuando ascensos de tanto en tanto, para encender el radar y ver si descubrían algo, pegándose nuevamente al agua después de tres o cuatro barridas. 

Recién a las 20.10 el operador descubrió un contacto a 42º 31’ S de latitud y 62º 05’ O de longitud pero el mismo se perdió 11 millas más adelante, sin volver a aparecer. Aún así, Cornejo Solá decidió atacar y después de ordenar el alistamiento del armamento, soltó una bomba de profundidad que estalló con fuerza al llegar al alcanzar el nivel programado. Fortini y Cornejo se conocían desde los tiempos de la crisis del Canal de Beagle, cuando volaron juntos los mismos aparatos esperando el inicio de las hostilidades con Chile. 

 
A las 09.31 del 8 de mayo, el capitán de corbeta Alberto Dabini dejó la cubierta del “25 de Mayo” a bordo del Tracker 2-AS-24. Lo acompañaban su copiloto, el teniente de fragata Sanguinetti, el operador de radar, cabo principal Paulinkas y el operador de medidas de apoyo, cabo primero Cufre. El aparato voló hacia los paralelos 39º S y 44º S y los meridianos 59º O y 60º O, y después regresó sin ninguna novedad. A las 17.18 hizo lo propio el 2-AS-26 del capitán de corbeta Emilio Goitía, que llevaba como tripulantes al teniente de corbeta Tomás Pascual, el suboficial segundo Vallejos y el cabo principal Cravero, quienes a las 19.15 obtuvieron un pequeño contacto clasificado como posible submarino, que se esfumó a los 42º 00’ S de latitud y 61º 11’ O de longitud. El mismo no pudo ser retomado, por lo que en el límite de su autonomía, el avión emprendió el regreso sin nada nuevo que reportar. 

En la madrugada del día siguiente partió en la misma dirección el 2-AS-22, pero el tiempo le impidió llegar al objetivo. Algo que confunde a los investigadores es que además del “Splendid” y el “Spartan”, hubo otros submarinos operando en la zona. Como bien se sabe, las marinas de la Argentina y Gran Bretaña notificaron a todas las naciones, en especial a las de la región y a aquellas que tenían naves en el área, para que adoptasen los recaudos necesarios y las mantuvieran alejadas del teatro de operaciones con el fin de evitar incidentes. Varios países alejaron sus flotas pesqueras y buques de transporte y tanto Brasil como Uruguay comunicaron que replegaban sus unidades navales a aguas jurisdiccionales en tanto durase el conflicto. Sciaroni menciona al submarino nuclear norteamericano USS “Parche” atravesando en esos días el Cabo de Hornos, en ruta al Mar de Barents, proveniente de su base en el océano Pacifico. También merodearon submarinos soviéticos de la Patrulla de África Occidental con base en Angola, además de aviones de exploración TU-95RTs de la misma nacionalidad, pertenecientes al 392º Regimiento Aéreo Independiente de Reconocimiento a Larga Distancia, con base en Luanda, los que sobrevolaron la flota británica en varias oportunidades. Aviones C-212 de la Fuerza Aérea Uruguaya avistaron un submarino en sus aguas jurisdiccionales y según fuentes no oficiales, los sumergibles australianos HMSA “Onslow” y HMSA “Ovens”, que operaban para Gran Bretaña en las costas de Libia y China, también habrían estado en el Atlántico Sur durante el conflicto.  


Junto al “Conqueror”, el “Splendid” y el “Spartan” fueron desplegados hacia Malvinas los submarinos nucleares HMS “Courageous” y HMS “Valiant” y los convencionales
HMS “Onyx” y HMS “Otus”, del que Sciaroni y otras fuentes no dan plena seguridad de que hayan participado en las operaciones pese a que numerosos trabajos e investigaciones británicas, así como sitios en Internet, sí lo afirman, aunque sin tomar parte en misiones de envergadura. En cuanto al “Onyx”, fue el submarino que detectó el vicecomodoro Riccardini el 21 de abril a las 11.16, cuando volaba a los 35º 23 S de latitud y 43º 44 O de longitud, a 1200 millas al sudeste de Ezeiza.

La nave británica había zarpado de Gosport, Inglaterra, la mañana del 25 de abril, pero al día siguiente su comandante, el capitán de corbeta Andrew Jhonson, se vio forzado a regresar a Dolphin para dejar a un marinero enfermo. Volvió a hacerse a la mar el 23 de abril, navegando en superficie hasta la isla Ascensión, a la que llegó dos semanas después. Tras efectuar una serie de reparaciones, se posicionó junto al RFA “Tidespring” con el objeto de cargar combustible y finalizada la operación, embarcó una sección de 40 hombres del SAS y el SBS y a un grupo de especialistas en guerra electrónica que debían operar en distintas unidades. Durante el trayecto fue avistado por las patrullas aéreas de exploración argentinas y a poco de su llegada, desembarcó a los comandos del SAS/SBS, tanto en las islas como en el continente.

El 8 de mayo el “Onyx” se desplazaba en inmersión por el Área María, al norte del archipiélago, entre la Isla Gran Malvina y la Isla Soledad, cuando fue detectado y atacado por el “San Luis”. El submarino argentino le disparó un torpedo MK-37 modelo 3 que el “Onyx” logró esquivar. Sin embargo, en el intento, sufrió averías en la quilla y la proa que le trabaron dos Mark 8 en el interior de sus tubos. Mario Sciaroni afirma que esos daños pudieron haberse producido el 30 de mayo, cuando el sumergible británico fue atacado
por el “Hipólito Bouchard” a la altura de Río Grande, pero el sonido de un estallido, claro y fuerte, que escuchó la tripulación del “San Luis” el día 8, es más que sugerente.

¿Cómo se hizo las averías el “Onyx”? ¿Fue al de encallar cerca de la costa, después de desprender secciones del SAS y SBS tal como lo declararon los británicos o el MK-37 del “San Luis” llegó a tocarlo? ¿Contra qué impactó el torpedo cuando estalló? ¿Fue contra él o contra alguna roca submarina cercana? Como se podrá observar, son muchos los interrogantes y ninguna posibilidad se descarta, aunque la versión que más se ajusta a la realidad es aquella que sostiene que los daños se produjeron durante las maniobras de evasión, el 8 de mayo. Ahora bien, ¿era el “Onyx el submarino atacado o fue el “Splendid” que también sufrió averías durante la campaña? Suposiciones y probabilidades a un lado, el submarino debió regresar a Gran Bretaña donde recién entonces pudieron remover los torpedos atascados en el interior de sus tubos. El 9 de mayo por la mañana, el “25 de Mayo” navegaba a la altura de Viedma, junto a sus escoltas, cuando recibió la orden de replegarse a Puerto Belgrano. En cumplimiento de esa directiva, el portaaviones se dirigió hacia el norte, desplazándose en forma paralela a la costa bonaerense y así navegó hasta que a las 15.57, avistó la gran rada, mientras se desplazaba lentamente por el canal de acceso. 


A esa altura, cuando bordeaba la isla Bermejo, partieron de su cubierta las escuadrillas de cazas A4Q y helicópteros Sea King para aterrizar en la cercana Base Aeronaval Comandante Espora, operación que finalizó pasadas las 16.30. El buque hizo su ingreso en el fondeadero con el “Comodoro Py” navegando a su lado y a las 04.30 del 10 de mayo catapultó a los Tracker, amarrando en el muelle principal a las 08.50. Inmediatamente después comenzó el desembarco del personal. Dice Mariano Sciaroni que su campaña significó “...un pequeño triunfo operacional no debidamente reconocido...” que debería ser motivo de orgullo para toda la Armada Argentina.  

Al respecto, cita palabras que el capitán Wayne Hughs Jr., de la Armada de los Estados Unidos vuelca en su libro Tácticas de Flota y de Combate Aéreo. Ciertamente, en mar abierto, una flota inferior a su oponente (como era la argentina respecto a la británica) sería generalmente destruida por un enemigo aun ligeramente superior, que a su vez sufriría daños menores en el enfrentamiento. Y es por ello –afirma – que la Armada Argentina obró correctamente a nivel estratégico al retirarse a sus aguas territoriales, sustrayéndose a una acción flota contra flota. Resulta evidente que la Armada Argentina no estaba en condiciones de disputar el dominio del mar a su par británica porque carecía de medios adecuados para ello, sobre todo, para enfrentar el potencial de los submarinos nucleares, sin embargo tanto su portaaviones como la aviación embarcada los tuvo a maltraer durante buena parte de la campaña.

A partir de esa fecha, el Comando de la Aviación Naval dispuso que la 2ª Escuadrilla
Aeronaval de Helicópteros efectuara patrullajes desde Viedma hasta una distancia de 100 millas dentro del triangulo formado por esa ciudad y los radiales 070º y 200º, precisamente el área donde operaba el “Spartan”. Las mismas estuvieron coordinadas con la 1ª División de Destructores y tuvieron lugar entre el 22 y el 28 de mayo con tres Sea King armados con MK-44 y en ocasiones dos cargas ASA extras que obtuvieron pequeños contactos (el principal el 27 por la tarde), sin que se concretase ningún ataque. El 28 los Sea King fueron replegados a Espora para planear la misión de rescate a la Isla Borbón y la Escuadrilla Naval Antisubmarina pasó a operar desde Río Gallegos después de incorporar los dos Embraer 111 Bandeirantes facilitados por Brasil. 



La lucha en el Continente parte 3

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La noche del 16 de mayo ocurrió otro hecho extraño, muy similar al que tuvo lugar en Caleta Olivia el 29 de marzo. Ese día, el HMS “Onyx”, que desde el repliegue de la flota argentina se dedicaba a patrullar el litoral patagónico, se aproximó cautelosamente a Tierra del Fuego para desprender varias balsas neumáticas con efectivos del SAS y el SBS a bordo. Se tenía la certeza de que en la zona, operaban también el HMS “Splendid” y el HMS “Otus” por lo que las unidades de la flota de mar que guarnecían el litoral argentino se hallaban en máxima alerta a fin de prevenir incursiones enemigas en el continente. Los comandos intentaban desembarcar en cercanías de Río Grande y ocultarse cerca de la base aérea desde la que operaban los aviones Neptune, A4, Mirage y el temido binomio Super Etendard/Exocet, dispuestos a llevar a cabo actos de sabotaje y alertar a las unidades de la Task Force sobre la partida de las misiones de bombardeo. 

Los británicos acababan de poner en marcha la Operación Mikado, encomendada para su organización al general de brigada Peter de la Billière, director del servicio del SAS. El propio almirante Lewin, miembro del Alto Estado Mayor, fue quien ordenó a De la Billière la planificación de una misión en el continente para golpear al enemigo en su centro neurálgico, a saberse, la base aeronaval desde la que operaban los cinco cazas Super Etendard con sus letales Exocet AM-39. Los comandos debían destruir esos aviones y los tres misiles que aún les quedaban y matar a todos sus pilotos, quienes personificaban el principal peligro para la Fuerza de Tareas.  

De la Billière había seleccionado un grupo de hombres pertenecientes al Escuadrón G del Regimiento 22 del SBS, que se hallaban embarcados en el “Fearless” y a todos los del Escuadrón B, al mando del mayor John Moss, quienes venían de participar en los ejercicios que la OTAN había estado llevado a cabo en Alemania, dentro del marco de un programa de entrenamiento intensivo para efectuar misiones de captura de aeropuertos enemigos. Para ello, debía destacarse en primer lugar un helicóptero Sea King en el que viajaría un grupo de hombres con la misión de reconocer el blanco y evaluar su dispositivo de defensa. Señalado el mismo, dos aviones Hércules C-130 con cincuenta y cinco efectivos a bordo deberían aterrizar en la base enemiga y llevar a cabo la misión, destruyendo los aviones y matando a sus pilotos. Una segunda opción proponía que una fuerza de veinticuatro integrantes del SBS llegase por mar a bordo de botes neumáticos desprendidos desde un submarino, quienes deberían retirarse hacia un punto cercano a la frontera con Chile una vez finalizada la misión.

 
En vista de ello, las tropas especiales estuvieron practicando aterrizajes a bordo de aviones Hércules C-130 hasta que uno de ellos se accidentó y por poco le cuesta la vida a varios de sus integrantes. Sabían los ingleses que la misión era riesgosa porque las tropas de infantería de marina argentinas allí apostadas estaban adiestradas y preparadas para el combate y eso dificultaría en extremo su concreción. El Alto Mando británico desechó la primera opción por considerarla impracticable y se concentró en la segunda, adoptando todos los recaudos del caso. Los relojes señalaban las 16.30 en el “Hipólito Bouchard” cuando el jefe de armas submarinas y el oficial ayudante que se encontraba a su lado, detectaron una emisión sonar en la popa (un pim sonar, es decir, el sonido que producen las emisiones sobre un casco metálico).  

Media hora después, el capitán impartió la orden de cubrir maniobras de anclas pero a los diez minutos, desaparecidas las emisiones de las pantallas, se volvió a situación normal, con el buque fondeado en el lugar asignado por el Alto Mando Naval. A las 17.10 se escuchó un rumor hidrofónico y eso llevó al capitán del “Hipólito Bouchard” a establecer contacto con el destructor “Piedrabuena” para preguntar si registraban las mismas señales. La respuesta fue negativa y por esa razón, los vigías de a bordo fueron puestos en alerta máxima y se ordenaba realizar búsqueda lejana aérea y de superficie utilizando para ello los veteranos radares SPS 40, SPS 10 y los equipos de sonar WLR 1 y MAE, barriéndose en forma manual la banda I.

Al mismo tiempo, se dispuso el alistamiento de las piezas de 127.2 mm y las ametralladoras antiaéreas de igual calibre mientras se ponían a punto los sistemas de misiles Exocet MM38, los de torpedos MK-44 y 244S y los 533 erizos antisubmarinos junto con seis cargas de profundidad MK-9. En plena noche (eran las 19.05), el radarista informó haber detectado un eco pequeño pero intermitente a 3000 yardas del buque y eso llevó a adoptar todas las medidas para verificar el contacto. Siete minutos después se pudo observar que las señales se convertían en tres resonancias nítidas con un punto muy intenso y una “V” saliendo del mismo en dirección contraria al movimiento relativo, la típica señal que producían los gomones al ser detectados.  Los supuestos botes neumáticos se desplazaban con rumbo 340 a una velocidad de 18 nudos, a 1200 yardas de la embarcación. Mientras la tripulación corría a ocupar sus puestos de combate, el encargado del sonar informó que había detectado un nuevo rumor hidrofónico en el azimut 070 y a las 19.22 el radar de control de tiro MK-25 adquirió los blancos. En ese preciso momento, el capitán del “Hipólito Bouchard” solicitó al comandante del “Piedrabuena” autorización para abrir fuego y este la concedió. A las 19.25, el destructor efectuó varios disparos utilizando sus piezas de 127,2 mm de la batería principal de artillería y casi al mismo tiempo, los gomones giraron y se retiraron en dirección este mientras la lejana ciudad de Río Grande se estremecía con el retumbar de los cañones. 

 
Las pantallas de radar mostraron claramente como los ecos se abrían en abanico y se alejaban del buque, por lo que pasadas las 19.55, el “Hipólito Bouchard” salió en su busca para batirlos. Varios minutos después, los merodeadores habían desaparecido. Pese a lo cerrado de la noche y lo concentrado de la niebla, el destructor recorrió el área apuntando con sus reflectores hacia la negrura del mar, sin encontrar nada. Sin otra novedad que reportar, siendo las 20.40, regresó al mismo lugar que ocupaba antes de las detecciones, y allí fondeó, en espera de instrucciones. Dos días después tuvo lugar el hecho de mayor resonancia en lo que a operaciones en el territorio continental se refiere. 

En horas de la noche, el “Invencible” navegaba con rumbo oeste cuando a través de los altavoces, su comandante anunció que estaba a punto de iniciarse una operación especial al noroeste del archipiélago con el objeto de desembarcar a un grupo del SBS en la Gran Malvina. Ningún miembro de la tripulación se hubiese sorprendido por ello ya que desde el 1 de mayo ese tipo de acciones se venían efectuando con bastante frecuencia en diferentes puntos de las islas, lo raro fue que, por primera vez, el comandante lo anunciaba por los altoparlantes. Aquella fría y cerrada noche, el buque navegaba escoltado por la fragata “Broadsword”, su fiel y eficiente escudera, separados ambos por una milla de distancia cuando, repentinamente, aumentó la velocidad hasta superar los 25 nudos. Quienes subieron al puente pudieron ver que las embarcaciones navegaban completamente a obscuras y en el más absoluto silencio de radar. 

Muy pocos a bordo sabían lo que ocurría. El rumbo a seguir se suministraba por etapas, parcialmente, segmento a segmento, dando a conocer el siguiente paso cuando se recibía la orden de efectuarlo. Según John Whiterow, corresponsal del “The Times” a bordo del “Invencible”, al preguntar que era lo que estaba ocurriendo, alguien lo llevó a un costado y le dijo que se planeaba lanzar un helicóptero hacia la Argentina para depositar efectivos en el continente.

 
El portaaviones navegó a esa velocidad durante toda la noche, con su gigantesca estructura metálica vibrando por el esfuerzo de sus turbinas, hasta que repentinamente, al llegar a un punto en medio de la obscuridad, giró en redondo y puso proa hacia el este, alejándose a toda marcha de regreso al corazón de la flota. Amanecía cuando los observadores pudieron distinguir la obscura silueta de la “Broadsword” navegando siempre a su lado mientras emitía señales luminosas con la linterna Aldiss desde su cubierta. Era un mensaje para el comandante que decía “Pidan a Dios que tengamos éxito”, algo inusual que desconcertó aún más a los tripulantes que en esos momentos se hallaban allí ubicados, lo mismo a los que estaban en el puente de mando.  

El Sea King matrícula ZA290 partió del “Invencible” a las 03.15Z (00.15 hora argentina) tripulado por el teniente Richard Hutchings, el teniente Alan R. C. Bennet y el sargento Peter B. Imrie, llevando a bordo a veinte comandos del SAS, que debían ser depositados en Tierra del Fuego, cerca de la Base Aérea Militar de Río Grande, para sabotear a los cazabombarderos Super Etendard allí desplegados. El aparato y su gemelo, el ZA292, habían sido transferidos desde el “Hermes” la noche del 17 de mayo, para una operación de reconocimiento de largo alcance en dirección al continente. Pertenecían ambos al Escuadrón 846 con asiento en Yeoviltony habían embarcado en Portsmouth, vía Lee-on Solent, el 3 de abril. Dos días después partieron a bordo del portaaviones con destino a la isla Ascensión. Mientras el ZA290 llevaba a cabo la misión, el ZA292 debía permanecer en el “Invencible” como reserva.  

En la mañana del 18 de mayo el Sea King del teniente Hutchings apareció misteriosamente destruido en territorio chileno, a 18 kilómetros de Punta Arenas, después de efectuar un supuesto aterrizaje de emergencia en el paraje conocido como Aguas Frescas, a escasos 2 kilómetros de la costa. En un primer momento se pensó que la aeronave se había estrellado pero eso no fue así. Su tripulación lo hizo posar en tierra, posiblemente averiado, y luego lo incendió. Unos obreros que trabajaban en un aserradero cercano, vieron la columna dehumo y el resplandor de las llamas que emergían del helicóptero y alarmados, dieron aviso a las autoridades locales. Estas se hicieron presentes y de ese modo pudieron constatar el hecho.

 
El gobierno trasandino inició una investigación al tiempo que ordenaba patrullar la zona en busca de los tripulantes. Tardaron más de una semana en encontrarlos en un bosque cercano, donde se habían escondido. Los ingleses se entregaron a las autoridades locales y estas los condujeron a Punta Arenas para trasladarlos en avión hasta Santiago y devolverlos a Inglaterra por ese mismo medio. Para entonces, hacía varios días que los carabineros habían enterrado los restos del helicóptero y sumido al asunto en el más completo misterio. Como era de suponer, comenzaron a surgir las más variadas versiones, una de ellas la del “Daily Express” de Londres y el corresponsal Michael Nicholson, embarcado en el “Hermes”, según la cual, el Sea King había despegado de ese portaaviones llevando a bordo ocho hombres del SAS. 

La información era errónea ya que la máquina, como se ha dicho, había partido desde el “Invincible” y llevaba consigo un total de veinte comandos. Además, el mismo periodista informó que los helicópteros eran dos y que uno de ellos se estrelló en el mar, pereciendo todos sus ocupantes. Jeffrey Ethell y Aalfred Price, autores de Guerra Aérea en el Atlántico Sur, sostienen que el Sea King en cuestión partió a las 19.15Z (16.00 hora argentina) cuando el “Invincible” comenzaba a navegar a máxima velocidad hacia el oeste y que al día siguiente el ZA294 se precipitó al mar con tropas de elite que transportaba desde el“Hermes” al “Intrepid”, al incrustarse un albatros en su rotor. El hecho habría tenido lugar a 200 millas al este/noreste de Puerto Argentino. 

Esa versión fue la misma que dieron a conocer las autoridades británicas que, en su momento, dijeron que el  aparato siniestrado había partido desde el “Hermes” con los SAS y que minutos después se accidentó al chocar con el albatros. De acuerdo a la información oficial, la aeronave cayó al mar, flotó invertida unos minutos y luego se hundió, pereciendo 21 de las 30 personas que viajaban a bordo. Entre el personal rescatado se encontraban su piloto y copiloto, P. Humphreys y R. Horton, en tanto el cabo M. D. Love, operador de a bordo, se había ahogado con los 20 comandos mencionados. 

 
Lo que ninguna versión británica explica es porqué un helicóptero de la fuerza de tareas británica apareció en territorio chileno, porqué se incendió y cuales fueron las causas por las que fue enterrado presurosamente por personal militar chileno. Tantas contradicciones llevaron a los analistas a efectuar una serie de conjeturas entre las cuales destacan algunas verosímiles y otras no tanto. Según algunas, el ZA290 depositó a los SAS en Tierra del Fuego y cuando volaba sobre Río Chico, de regreso al portaaviones, comprobó que los radares del “Hipólito Bouchard” y el “Piedrabuena” lo habían detectado. Al intentar escapar, los pilotos se extraviaron y por esa razón, optaron por dirigirse a Chile. Todo parece indicar que el helicóptero despegó del “Invincible” para rescatar a los comandos sobrevivientes que habían intentado desembarcar cerca de Río Grande el día 16, que una docena de ellos perecieron y que una vez en tierra, los efectivos restantes se diseminaron en diferentes direcciones en busca de protección. 

Cuando el 18 de mayo el destructor detectó al ZA290 volando sobre Río Chico, el aparato se retiró hacia el oeste, sin lograr su cometido; en proximidades de Punta Arenas hizo un “aterrizaje forzoso” por “desperfectos mecánicos” y luego se “incendió”. El Sea King ZA294 accidentado el 19 de mayo, efectivamente, trasladaba tropas del SAS desde el “Hermes” al “Intrepid” cuando, según versiones británicas, un albatros se incrustó en su rotor y provocó su caída al mar. Solo que la cantidad de comandos no era de 20 sino bastante menor y de ellos, solo un par habría perecido junto con el operador de a bordo. La afirmación hecha por los autores de Malvinas, la Guerra Aérea, de que en días posteriores se encontraron restos de un ave marina flotando en el mar, es poco creíble.  

Dos días después, otro Sea King británico fue baleado por efectivos del Regimiento de Infantería 24 apostados en Santa Cruz. Según versiones aún no confirmadas, a la semana siguiente, tropas que viajaban en ese aparato intercambiaron disparos con soldados de la misma unidad. La noche del 20 de mayo el radar de la Fuerza Aérea captó numerosos ecos de superficie sobre el mar, a una distancia de entre 50 y 60 millas de Río Grande y a 120º  de azimut. En vista de ello, el TOAS, le ordenó al Grupo Aeronaval Insular que verificara la información y en cumplimiento de esa directiva, se despachó desde Río Gallegos un Grumman S-2E Tracker que ratificó la presencia de los ecos mencionados.

 
Casi al mismo tiempo, el puesto de comando principal de la I Brigada de Infantería de Marina observó en sus pantallas movimientos inusuales de buques no identificados próximos a la costa, entre Cabo Peña y Punta María, por lo que también solicitó ratificación aérea. Aunque existía la posibilidad de que los ecos en cuestión fuesen producto de “engaño electrónico” del enemigo, se dispuso que el comandante del BIM1 se desplazara al frente de una compañía de vehículos anfibios a oruga (VAO) en apoyo de las tareas de exploración que se estaban realizando 3 kilómetros al sur de Punta María y se decidió el control de los puentes de la Ruta Nac. Nº 3 sobre los ríos Chico y Santa Cruz, tareas que se prolongaron hasta la madrugada del día 21.

En horas de la mañana del 21 de mayo, tres helicópteros de la Aviación Naval patrullaron la zona poniendo especial empeño en los establecimientos rurales de la región, las rutas de acceso y los caminos alternativos que conducían a las poblaciones. Ese mismo día, el Regimiento de Infantería 1 “Patricios” recibió la orden del coronel Arturo Alais, jefe de la Agrupación “Comodoro Rivadavia”, de replegar al Escuadrón “Pringles” de la localidad de Pico Truncado y dejar una sola sección para custodiar la planta turbocompresora de gas. El resto del batallón permaneció en el sector, junto al grueso de la unidad (el RI1 “Patricios”), como parte de la reserva del Comando de la IX Brigada, debido a las constantes intentonas del enemigo, de atacar las bases aeronavales en tierra firme. 
 
La guerra en territorio continental pareció alcanzar su clímax cuando en la madrugada del 22 al 23 de mayo un repentino alerta roja puso en guardia al regimiento. El sábado 22 a las 21.30 horas, el Centro de Información y Control de Comodoro Rivadavia notificó la presencia de tres ecos no identificados en el radial 180 de su pantalla radar, posiblemente helicópteros, que hicieron suponer que estaba a punto de producirse un nuevo intento de aproximación enemigo. El alto mando dispuso el envío de una patrulla aérea de intercepción y ataque por lo que a las 22.03 partieron desde Comodoro Rivadavia dos Pucará IA-58, el matrícula A-558 al comando del teniente Miguel Filipanics y el A-540 piloteado por el alférez Mario Luis Valko, quienes llevaban la orden de interceptar y atacar.  

 
Durante ese primer vuelo, los pilotos no divisaron nada y regresaron, aterrizando en su base a las 22.37, pero una hora después (23.41), volvieron a decolar y esta vez sí, a poco de iniciado su vuelo, Filipanics alcanzó a divisar tres aeronaves no identificadas que al verlo llegar, apagaron sus luces de posición y se retiraron. Al dar aviso a la torre, se le ordenó abrir fuego en tanto en tierra se lanzaba una alarma general hacia todos los aeródromos de Santa Cruz y Chubut y se ordenaba el obscurecimiento total de las ciudades de Trelew y Comodoro Rivadavia. Con el teniente Filipanics aún en vuelo, se perdió todo contacto con el alférez Valko, en tanto un Mirage III E se aprestaba a decolar para interceptar y derribar a posibles helicópteros británicos. 

El caza partió al comando del primer teniente Horacio Bosich a quien la torre de control guió hacia los blancos después de establecer contacto radar. Volaba armado con un misil Matra 530 IR y cañones de 30 mm, a 1000 pies de altura, sobre un terreno de elevaciones, en plena obscuridad. En esas condiciones hizo el enganche y cuando estaba a punto de oprimir el obturador, una repentina duda lo hizo desistir. No tenía certeza de la naturaleza del blanco y por esa razón decidió continuar hacia delante, hasta hacer contacto visual. No lo logró y eso dio al enemigo el tiempo suficiente como para evadirse. La torre de control lo guió hasta el objetivo en cinco oportunidades más pero en la obscuridad de la noche, a Bosich le fue imposible dar con él. Ya de regreso, cuando estaba a punto de tomar pista, la base apagó las luces ante un nuevo alerta roja, razón por la cual el piloto volvió a tomar altura y efectuó varios giros hasta que la amenaza cesó.  

Esa misma noche (22 al 23 de mayo), los soldados Marcelo Díaz y Sergio Freire, integrantes de la sección que debía instalar radares en diferentes puntos del litoral patagónico, llegaron a un paraje conocido como La Lobería, después de montar sistemas similares en Caleta Córdova, al norte de Comodoro Rivadavia, Caleta Olivares, Caleta Córdova y Rada Tilly, casi en el límite con Santa Cruz. De acuerdo a las órdenes que habían recibido, debían seguir hacia el norte, para emplazar cuatro más.

 
Los trabajos en ese punto fueron idénticos a los anteriores y cuando todo estuvo listo, los soldados y sus oficiales, se retiraron a racionar. Eran las 02.00 o 03.00 de la madrugada, cuando una explosión estremeció la región. La sección entera se puso de pie y con sus armas listas corrió hacia donde se encontraba el radar comprobando, al llegar, que el mismo había sido destruido por un disparo de mortero. Por la mañana, patrullas destacadas en el litoral dieron con cinco botes neumáticos abandonados en la costa, evidencia tangible de que se había producido un desembarco y que tropas británicas se habían infiltrados en la zona. 
 
Al día siguiente, efectivos del Ejército detuvieron a un grupo de personas que vestían saco y corbata y portaban maletines, comprobando que se trataba de tropas de elite enemigas que transportaban armamento y explosivos para actos de sabotaje, novedad que volvió a poner en alerta a toda la región. Por esa razón, se despacharon aviones Pucará IA-58 del Grupo 4 de Ataque perteneciente a la IX Brigada Aérea para efectuar patrullas sobre el litoral argentino. El 23 de mayo por la mañana, al día siguiente de la incursión británica en Lobería, un pelotón del Ejército que recorría la región llegó a una precaria vivienda entre aquel punto y Rada Tilly, donde se tenía la evidencia que comandos enemigos se habían alojado. Los soldados bajaron del camión que los transportaba y se aproximaron cautelosamente al lugar. Una vez frente a la propiedad, el conscripto Sergio Freire abrió la puerta de una patada y al irrumpir en el interior, tanto él como sus compañeros encontraron a una temblorosa mujer que con su bebé en brazos gritaba desesperada: “¡¡Los gringos ya se fueron!!”.

El 24 de mayo se hicieron numerosos vuelos en busca del alférez Valko. Un Fokker F-27 y un DHC-6 Twin Otter, con los indicativos “Negro” y “Romeo”, recorrieron la costa sur del Golfo San Jorge junto a un helicóptero Bell-212, que llevaba el indicativo “Liebre”. Hallaron los restos del Pucará a diez kilómetros al sur de Caleta Olivia y otros dos mar adentro, cosa que apresuraron a sus respectivas unidades para iniciar su rescate.  

Como después se supo, el piloto, nacido en la ciudad de Buenos Aires el 28 de junio de 1958, había perecido instantáneamente. La gran pregunta que todo el mundo se hizo inmediatamente después de recuperado su cuerpo fue si se trató de un accidente o si se había precipitado a tierra durante una acción de combate. Ese día también desapareció el subteniente Juan Omar Abraham cuando se internó en el mar en busca de Valko, aprovechando la bajante. Su cuerpo fue hallado el 25 de mayo, flotando al sur de la ría. Las fuerzas armadas argentinas combatieron también en el continente, resistiendo y desbaratando intentos de desembarco de tropas de elite enemigas, efectuando misiones de ataque, exploración y rescate e incluso, abatiendo y haciendo prisioneros a efectivos infiltrados. 

Como acertadamente ha dicho el ex combatiente Héctor Cibeira, quien durante la guerra integró la Compañía de Comunicaciones 101, “Es ingenuo pensar que nos estábamos enfrentando a la segunda potencia de la OTAN y que no tendrían comandos, espías y servicios dentro del continente. Justamente el lugar [desde] donde les estaban produciendo los mayores daños. Porque el daño a los ingleses no provino de las islas, sino de la costa, y eso era lo que ellos querían detener. Es inocente pensar que los ingleses se iban a quedar con los brazos cruzados viendo cómo los aviones argentinos les bombardeaban y destruían la flota”. 


Cronología de la Operación Georgias del Sur

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Hola a todos! cuando el 3 Abril todavía se festejaba en las calles el éxito de la Operación Rosario, más al sur sucedía otra operación argentina que a priori sería más fácil pero que terminó costando mucho más de lo que se planeaba, aquí una cronología del día basada en varios autores de libros y entrevistas que nos acercarán lo más posible a lo sucedido en aquellas islas del fin del mundo.

Fuerzas Argentinas: Grupo de Tareas 60.1
Mar:
*60.1.1. Buque polar ARA Bahía Paraíso, al mando del capitán de fragata Ismael J. García.
*60.1.2. Corbeta ARA Guerrico, al mando del capitán de fragata Carlos Alfonso.

Aire: 

60.1.4. Dos helicópteros de la Agrupación Antártica:
*Un Alouette III (3-H-110) de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros comandado por el TNAV Remo O. Busson, su copiloto TCAV Guillermo D. Guerra y el mecánico SSAE Gatti. El helicóptero no estaba armado por estar configurado para la campaña antártica y porque no se esperaba resistencia pero Remo Buzon nos relata que mientras iba para el hangar de los helicópteros le pidió al mecánico que se "agencie" una ametralladora MAG de los infantes de marina.
*Un SA-330L (AE-504) Puma del Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército al mando del Teniente 1ro Alejandro Esteban Villagra, condecorado por su actuación con la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate”


Tierra:
* 60.1.3. Fracción del Batallón de Infantería de Marina N° 1 (BIM 1) con 40 hombres, al mando del teniente de navío Guillermo Luna armados con morteros de 60mm, ametralladoras MAG.
* 60.1.5. 14 comandos anfibios y buzos tácticos al mando  del teniente de navío Alfredo Astiz (grupo Alacrán)



Los 22 Royals Marines que defendieron las Georgias

Fuerzas inglesas:
Mar:
*Buque de patrulla ártica HMS Endurance (capitán: Nick J. Barker, CBE).


Aire:
*2 Wasp a bordo del Endurance, al parecer sin todavía misiles AS.12 a bordo.


Tierra:
*15-17 científicos del BAS (British Antartic Survey), más algunos otros científicos en otras islas.
*22 soldados británicos del 22 Royals Marines desembarcados del HMS Endurance armados con 20 cohetes de 66mm,un lanzador Carl Gustav de 84mm con 12 cargas, una docena de LAW, un mortero de 40mm, 3 ametralladoras (2 GPMG), fusiles SRL, 2 fusiles de francotirador y munición para armas livianas que sumaba más de 15 mil tiros.



Aproximación de la Guerrico al Bahía Paraíso

La Batalla de Grytviken
A las 05:00Luna es citado al puente por el comandante de la corbeta y es comunicado de que el buque se dirigirá a Puerto Leith (estaban en Bahía Stromness) y que allí efectuará el transbordo al Bahía Paraíso en donde le impartirán las directivas del desembarco. El comandante del buque también le comunica que en un mensaje que naval indica que el Endurance se encuentra en Grytviken con 22 RIM y que los podría desembarcar, Luna no estaba dispuesto a correr ningún riesgo y advirtió a sus hombres de que debían prepararse para lo inesperado. Esta desconfianza lo llevó a repartir entre su pelotón granadas del tipo americano M-67, lo que se sumó al pequeño arsenal de armas portátiles que disponían. Su fundada sospecha se confirmó poco después, durante el vuelo hacia el objetivo, cuando se le comunicó por intermedio del controlador aéreo de la Guerrico la presencia de personal militar enemigo desplazándose en el área de la Base Científica Británica.

A las 07:35 la corbeta Guerrico pasa al Bahía Paraíso a 40 infantes de marina y armamento liviano para el Grupo Alfa, que ya estaba embarcado en dicho buque.



A media mañana el Bahía Paraíso zarpa con la Guerrico  hacia una zona próxima a Grytviken, durante la travesía el comandante del GT.60.1 imparte la orden de helidesembarco donde además en la reunión estaba el jefe de la fracción de IM, el jefe del EM del GNA, el comandante de la corbeta, el comandante del Grupo Alfa y de los 2 helicópteros. Con una carta de la zona y de King Edward Point Luna se coordina con el comandante de la corbeta los lugares y edificios para la ejecución y spotting del fuego naval de apoyo en caso de resultar necesario. Luna organiza el Movimiento Buque a Costa de su fracción helitransportada de la siguiente manera:


*1ra oleada: Luna, un grupo de tiradores y una ametralladora MAG, total, 15 hombres.
*2da oleada: Giusti, un grupo de tiradores y una ametralladora MAG, total, 15 hombres.
*3ra oleada: grupo de morteros de 60mm, total, 10 hombres.

 

El objetivo era alcanzar la zona de King Edward Point, sede de las autoridades británicas, próximas a Grytviken. Específicamente el enorme edificio de Shackleton House ubicado en una altura. Se ordena a la Corbeta Guerrico apoyar el movimiento para lo cual debía penetrar en la Caleta Capitán Vago, maniobra altamente peligrosa por la gran cantidad de cachiyuyos, bajos fondos y un boyón de amarre que entorpecían y canalizaban los movimientos.

A las 10:00  desde el Bahía Paraíso Trombetta emite un mensaje en alta frecuencia (VHF) donde propone la rendición de la base a los británicos: "el ex Gobernador ha entregado las Islas y las dependencias en forma incondicional y le sugiero que haga lo mismo". Mills no sabía bien que hacer porque no conocía bien la situación de Malvinas y decide que va a resistir los desembarcos argentinos.

A las 11:00 la Guerrico ingresó en Bahía Cumberland, precediendo al Bahía Paraíso que había lanzado al Alouette en tareas de exploración.




A las 11:04 el Alouette AI-03 realiza el reconocimiento pero no vio las posiciones de los Royals Marines, que estaban bien camufladas, a no ver novedades lo informa al Comandante del Grupo, quien ordenó al helicóptero que permaneciera en la zona hasta el arribo del Puma para guiarlo a la zona de helidesembarco.

A las 11:07 el SA-330 Puma y la fracción de IM lista en cubierta de vuelo.


A las 11:10 se establece nueva comunicación con Grytviken y se intima en inglés su rendición.


A las 11:13 se repite la intimación, recibiéndose como contestación que “el único personal que hay en la base es un civil del Grupo de Investigación Antártica”. Otra versión dice que el mensaje fue recibido por el jefe de la base científica del British Antartic Survey, un civil que en respuesta, usando otra frecuencia de radio (para ser escuchado por el HMS Endurance), dijo no tener instrucciones y pidió tiempo para aclarar la dualidad de órdenes recibidas de su gobernador desde Malvinas en el sentido de rendirse, y las de su gobierno en Londres ordenándole ofrecer resistencia. El comandante del GT.60.1 no concedió la prorroga y ordenó que todo el personal inglés se agrupara en un lugar en la costa que fuese fácilmente observable, agregando que destacaría un helicóptero de exploración para verificar el cumplimiento de la orden. Grytviken informa:”el único personal que hay en la base es el civil de la BAS”. Mills sabía que el Endurance estaba lejos y quería entrar en una especie de negociación para darle tiempo al rompehielos llegara a la zona.


El Endurance, la "gran ciruela roja" británica

A las 11:16 el HMS Endurance, fuera de la zona, llama a Grytviken y le ordena suspender
Comunicación en la frecuencia. Recibe y colaciona mensaje de intimación de rendición.

A las 11:20 el Alouette III comunica que su exploración es realizada sin novedad, señalando posible lugar de desembarco, que no veía gente en tierra y aprecia que aparentemente no habrá resistencia. En King Edward Point avista dos carpas al sur de la factoría pero se ignora si están habitadas.El jefe de la base pidió parlamentar con el comandante argentino solicitando que detenga la marcha de la corbeta hasta solucionar el problema, pero los argentinos hicieron caso omiso (tal vez pensando que no había personal militar) y que no se produzca ningún desembarco por considerar este hecho muy provocativo e informando que había en la base personal militar con orden del gobierno de resistir si los argentinos desembarcan porque si lo hacían el asunto pasaría a ser militar y por ende fuera de sus atribuciones. Mills ordena al personal de la BAS concentrarse en la iglesia de la vieja factoría para su seguridad y los militares toman posiciones defensivas. Mills caminó hasta el embarcadero, en el supuesto de que la corbeta enviaría un barco a tierra. Tenía la intención
de persuadir al oficial a que no desembarque sus tropas  en tierra.

A las 11:25 se le ordena a Grytviken poner en lugar visible la dotación de la base y se le informa que se iniciará el desembarco de tropas de Infantería de Marina.

A las 11:27 se informa a Grytviken que se va a desembarcar a la Infantería de Marina y si no hay resistencia no va a haber problemas.

A las 11:28 el Alouette informa sin novedad en proximidades de Shackleton.


A las 11:30 se le ordena a Grytviken ubicar al personal de la base en lugar llano y al descubierto, recibiendo como respuesta que no han recibido órdenes de rendirse por parte del Gobernador de Malvinas, pero que se espere por la ambigüedad de las ordenes mientras el comandante del Endurance consulta a Londres.


La Guerrico entrando a la caleta

A las 11:35 la corbeta Guerrico (durante su aproximación y penetración en la caleta Capitán Vago) informa al Alouette que hay personal armado en una casa detrás del hospital (Shackleton House) y comunicó la novedad al Bahía Paraíso.

A las 11:36 se produce la Primera Oleada, decola el Puma con 15 hombres con una MAG
al mando del teniente de navío Guillermo Luna y es guiado por el Alouette III, por
precaución se había elegido una ruta de aproximación in¬directa volando por encima de las montañas que se extienden sobre la península Barff, es decir, realizando un acercamiento por un cañadón al norte de King Edward Point, por la orilla opuesta de la caleta, entre el muelle y la estación de radio de King Edward Point a 150m de la vieja fábrica cerca de Grytviken apro¬vechando el terreno para evitar ofrecer un blanco fácil al ene¬migo y toman posición en Punta Zelaya, al norte del ingreso a la caleta Capitán Vago. Al salir de las montañas bordearon cautelosamente la caleta con forma de olla hasta llegar a la zona de helidesembarco (ZDH) ubicada en una lengua de tierra próxima al mue¬lle de la estación científica. El Puma del EA disminuyó la velo¬cidad y se aproximó a tierra al abrigo de dos construcciones de madera y techo rojo que luego se verificó eran la estación de radio y los pañoles de los botes. Sin que el aparato terminara de posarse los tiradores empezaron a saltar uno tras otro de la aeronave buscando refugio en aquellas instalaciones. En pocos segundos se completó la maniobra y sin perder un segundo el piloto efectuó un escape en
busca de la segunda ola. Aunque los argentinos lo ignoraban habían desembarcado en una zona completamente minada por el enemigo. Todo este movimiento es apoyado por la Guerrico. El Alouette enseguida realiza otro reconocimiento sobre Shackleton House e informa sin novedad.


ARA Guerrico durante su combate en Grytviken (foto sacada desde la torre de la iglesia)

La Guerrico había recibido la orden directa de ingresar a plena luz del día en las restringidas aguas de la caleta Capitán Vago con el objeto de brindar fuego naval de apoyo a las secciones
desembarcadas. Ello conllevaba asumir un riesgo calculado: el de exponer su flamante barco y novel tripulación al eventual fuego de las ar¬mas automáticas del enemigo en un reducido espejo de agua donde carecería de la libertad de maniobra que proporcionan las aguas abiertas. En la práctica esta arriesgada maniobra actuó como una "eficaz diversión" para que la sección de Luna pudiera desembarcar en proximidades del muelle de la Base Científica sin ser molestados por el enemigo, quien desvió su atención hacia el buque argentino interpretando erróneamente que aquél se disponía a lanzar al agua un bote de goma con la intención de discutir los términos de la rendición.

A las 11:41 seguidamente los elementos de infantería de marina desembarcados inspeccionan edificios próximos y establecen comunicación con la Guerrico. Cuando se inicia el avance en dirección de Shackleton House (Hospital) reciben fuego de armas automáticas por lo que se requiere apoyo de fuego naval a la Guerrico. Mientras esto pasaba, a bordo del Bahía Paraíso el tcIM Roberto Giusti, a cargo de la segunda ola, trataba infructuosamente de ponerse en contacto con su Jefe para tener una idea más clara de la situación y de la magnitud de las fuerzas enemigas que enfrentaban. Él y sus hombres decolaron de la cubierta de vuelo del buque ni bien aquellos se acomodaron a bordo, de acuerdo con la orden de operaciones prevista. Entre tanto. Luna estaba inmovilizado como consecuencia del fuego despiadado y certero de un enemigo invisible. Las balas silbaban alrededor de los edificios que albergaban a los atacantes sin que éstos pudie¬ran determinar de dónde provenían los disparos. El oficial argentino tenía la desagradable sensación de que los proyectiles llegaban tanto del flanco como del frente, y, falto de seguridad absoluta, abrigaba el temor de que los ingleses quisieran cercarlo. Rápidamente comprendió la necesidad de contar con mayor poder de fuego, para lo cual requirió por radio al Bahía Paraíso que se intercambiara el
segundo vuelo por el tercero para de ese modo poder disponer de los morteros de 60 mm con el objeto de tener un apoyo de fuego en tierra. Maldijo por lo bajo cuando se le informó por
intermedio del control ador aéreo de la Guerrico que la segunda ola ya estaba en el aire
rumbo al objetivo.


Primera oleada de infantes argentinos

A las 11:47 despega el Puma con la segunda oleada, el Teniente BUSSON le ordenó que aterrizara en la playa, en las proximidades del primer grupo. Mientras se dirigían al lugar Giusti era informado que la primera ola ha¬bía entrado en combate y que debía prepararse para tomar Shackleton House. Esto era más fácil de decir que de hacer, puesto que ignoraba hasta ese momento la ubicación exacta de la primera ola, la cantidad y disposición de las fuerzas enemi¬gas y el armamento de que éstos disponían, también ignoraba que el piloto del
Ejército Argentino no efectuó el mismo recorrido que la primera y en lugar de aterrizar en el único lugar seguro más al este que el anterior desembarco, más cercano al Hospital, dado el ángulo muerto que presentaba (entre el muelle y la radio) intentó hacerlo en proximidades de la Shackleton House, por la proximidad con las posiciones enemigas, el piloto había decidido erróneamente realizar una aproximación directa a las posiciones inglesas sin sospechar siquiera que ello los convertiría en el blanco perfecto de tres secciones enemigas apostadas en una elevación próxima al punto de helidesembarco.

El Comandante inglés fue el primero en advertir este inesperado giro de los acontecimientos y se dispuso enseguida a sacar el máximo provecho de la situación. Sabía que a tan corta distancia sus hombres harían un blanco fácil sobre tan suculenta máquina. En cuanto el Puma se aproximo para tomar tierra con la puerta lateral abierta estalló el infierno. La cabina del helicóptero, el rotor principal y el costado de estribor del aparato absorbieron una furiosa lluvia de proyectiles antes de que los pilotos del Ejército pudieran darse cuenta de que estaban en la línea de fuego del enemigo. El ensordecedor ruido de los rotores había apagado el silbido de las balas hasta que éstas comenzaron a llover sobre el aparato, revelando así a sus ocupantes el primer síntoma de la presencia del enemigo. En el interior de la máquina el conscripto clase 62 Héctor Ozan, apuntador del primer grupo de tiradores no percibió nada anormal hasta que su compañero Alberto Almonacid cayó sobre sí mismo llevándose las manos a la cabeza. Sólo después supo que un disparo en la frente le había causado la muerte en forma instantánea. Otros tres proyectiles atravesaron el pecho del conscripto Jorge Águila, sentado a la izquierda de Almonacid, el que también murió en el acto frente a sus propios ojos. Otro conscripto, José Ponce, recibió una herida superficial en el cuello y su compañero Manuel Borquez también resultó herido al recibir una bala en la cintura que le
atravesó el cuerpo de lado a lado. Un cohete de 66 mm había sido lanzado por el enemigo a corta distancia del aparato pero la suerte quiso que pasara por debajo del Puma, lo que evito que se desintegraran en el aire causando mayor pérdida de vidas. El aparato comenzó o tambalearse y a perder altura. Su sistema hidráulico de gobierno había sido seriamente dañado mientras una de las turbinas comenzó a despedir una densa columna de humo negro.


Ultima imágen del PUMA (AE-504) en vuelo

Con un despliegue de singular destreza aeronáutica el piloto evitó entrar en pérdida logrando con gran esfuerzo mantener la aeronave en el aire el tiempo suficiente para retirarse al sur de la caleta y luego de un vuelo irregular a través de la bahía tuvo que realizar un aterrizaje forzoso violento de emergencia en una pequeña hondonada en la margen opuesta de la caleta.
Aterrizó de emergencia en Punta “The Hummocks” volcando sobre su costado izquierdo y
sufriendo graves. Tras el aterrizaje de emergencia el helicóptero quedo tumbado sobre su costado de babor exponiendo las tremendas heridas que había recibido en el breve y desigual combate. Todos los cristales de la cabina habían sido completamente destrozados y un centenar de orificios de bala podían verse sobre el costado visible de la aeronave. El helicóptero tuvo 50 impactos de ametralladora GMPG y también tuvo decenas de impactos de armas ligeras.Milagrosamente de un total de 15 infantes de marina tan sólo hubo dos muertos y cuatro heridos. Al desprender los correajes de seguridad el piloto advirtió dos orificios de bala por encima del lugar donde momentos antes tenía apoyada su cabeza. Había salvado la vida por escasos centímetros. ¿Qué había ocurrido? Poco antes de despegar uno de los pilotos, que era alto, se indispuso siendo designado otro en su reemplazo, que era un poco más bajo que el anterior. Dada la premura por despegar éste olvidó ajustar el asiento a su debida altura por lo que aquél quedo levemente por debajo de la posición habitual. Este providencial olvido evitó que más tarde el certero fuego del enemigo le diera de lleno en la cabeza. Aún no había llegado su hora.La nómina de bajas fue de 2 infantes conscriptos argentinos muertos (Mario Almonacid y Jorge Águila), 2 heridos graves (los conscriptos Pérez y Borques) y dos leves (conscriptos José Ponce y otro más)

El Alouette del teniente de navío Remo Busson que lo acompañaba también fue alcanzado
por disparos de armas ligeras en su fuselaje pero aún mantenía su aptitud para volar y su
aterrizaje junto al Puma fue solo por precaución y para auxiliar a la “Vinchuca” Villagra su
copiloto Leguizamón y al mecánico sargento, mientras su suboficial artillero Gatti y el
mecánico sargento Medina canibalizaron la MAG para colocarla en el helo naval. Un dato
es que el Puma de Villagra tenía esquís en vez de tren estándar, razón por la cual se vio
obligado a buscar un sitio propicio para bajar debido a las rocas.


Evacuacion de un herido, en en este caso el TCAVNA Guerra

A las 11:53 el Alouette acude en ayuda de los heridos que lleva al Bahía Paraíso. El copiloto del Alouette se baja del helicóptero y toma la ametralladora (la máquina había sido precariamente artillada con una ametralladora MAG calibre 7,62 mm que el SSAE Julio Gatti debía sostener con sus propias manos a falta de un soporte adecuado) haciendo fuego hacia la orilla opuesta de la Caleta para cubrir a los infantes de marina. El copiloto, teniente de corbeta Guillermo Guerra, se incorporó espontáneamente a la sección del teniente Giusti para así también aumentar la capacidad de carga de la aeronave. En el buque se procedió a reaprovisionar el helicóptero, mientras se informaba al Comandante del Grupo sobre lo ocurrido en la playa y se tomó la decisión de continuar el helidesembarco, trasladando dos infantes por viaje y regresar trayendo heridos. El Alouette empezó a trasladar a los heridos al Bahía Paraíso de a uno por vez y traer dos infantes por vuelo. Mientras, en la otra orilla, el grupo inglés al detener la segunda oleada enfrentó con decisión a la primera fracción argentina desembarcada que se encontraba prácticamente a su merced, en el bajo y sin mayores cubiertas, cuyo jefe le indicó a la Guerrico la posición del enemigo para que lo batiera con sus armas.


Derrotero de la corbeta

A las 11:55 la corbeta Guerrico decide acercarse a Grytviken por segunda vez navegando por el peligroso estrecho que lleva a la bahía, a fin de abrir fuego de apoyo.

A las 11:58 el Alouette termina de descargar los heridos en el Bahía Paraíso, carga combustible y comienza a cargar la tercera ola de infantes (10 hombres al mando del CPIM Julio Fernández junto a los tres preciados morteros de 60 mm y la munición disponible). Estos hombres y sus pertrechos serían desembarcados en tres vuelos sucesivos en proximidades de la factoría ballenera a medio kilómetro de la iglesia de madera pintada de color blanco. Una vez en tierra y en momentos en que se la iba a inspeccionar emergió de su interior un civil que lucía una barba tupida agitando un pañuelo blanco. Tras vaci¬lar unos breves momentos el hombre se identificó en perfecto español indicando que en la iglesia se hallaba sólo personal científico y que éste se encontraba desarmado.

A las 11:59 la Guerrico al ver la situación de los infantes decide virar dentro de la dársena y atraer el fuego enemigo que estaba castigando a los argentinos en tierra. A esta altura de los
acontecimientos la Guerrico estaba comprometida en su segunda penetración maniobrando a baja velocidad para evitar las peligrosas rocas "Hobart" que se encuentran semiocultas en la boca de la caleta, Ya en proximidades del muelle de la estación científica se ordenó abrir fuego con el montaje de 20 mm de estribor sobre las secciones enemi¬gas próximas a la Shackleton House pero el arma se trabó luego del primer disparo. Enseguida se reabrió el fuego con la pie¬za de 40 mm de popa, la que enmudeció luego de seis disparos. Sólo quedaba en servicio el cañón semiautomático de 100 mm de proa, la pieza de mayor calibre del buque, pero efectuó solo un disparo con munición inerte y se trabó al intentar expulsar la vaina. Ni bien enmudecen las piezas del buque, el enemigo deja caer sobre la banda de estribor de la corbeta una lluvia de proyectiles de diversos calibres: recibe impacto directo de armas automáticas, de un lanzacohetes Carl Gustav de 84mm que lo impacto con 3 proyectiles, un cohete de 66 mm que golpeó en el arma de la torreta delantera atascando su mecanismo de formación, los ingleses no pudieron seguir usando el Cañón sin Retroceso de 84mm
porque se les trabó por un desperfecto. Los impactos de diverso calibre produjeron un muerto (CIMA cabo primero de mar Patricio Guanca, apuntador de elevación del montaje de 40mm), 4 con heridas leves (CPAM Francisco Páez -Jefe de pieza de 40 mm-, CSAM José Monzón -Apuntador torre de 100 mm-, CSCY Daniel Cobos -Servidor montaje de 40 mm, TCCO Roberto López-Historiador en puente de comando-) y daños considerables en el puente de comando y la superestructura. Entre los que permanecieron, estuvo el propio comandante siempre en el alerón de barlovento del fuego enemigo, según comentarios de su tripulación. El Puente de Comando presentaba más de 200-250 perforaciones. Esta primera pasada, al atraer el fuego enemigo sobre el buque permitió a los infantes de la primera oleada adoptar mejores posiciones para continuar el combate.



Miembros del British Antartic Survey refugiados en la iglesia toman la foto de la corbeta con lentes de alto alcance

Tercera pasada de la Guerrico
Era imperativo salir de aquella trampa cuanto antes para poner en servicio las piezas averiadas y devolver el fuego, por lo que se viró con las máquinas frente al muelle para salir a toda marcha de la caleta. No obstante la rápida reacción del Comandante algunos vidrios del puente fueron destruidos en el proceso por un francotirador enemigo hábilmente situado. Uno de esos disparos hirió a un oficial que colaboraba en ese momento en la manio¬bra (SSSO Raúl Vaca).

Luego de virar dentro de la Caleta, la Guerrico se marchó a toda velocidad tratando de alejarse para reparar sus armas pero cuando la peor parte del combate parecía haber quedada atrás y en momentos en que la Guerrico efectuaba la pierna de salida recibió nuevamente el fuego de más de media docena de armas automáticas. Como consecuencia de este ataque el joven guardiamarina Ricardo Pingitore, Jefe de la Defensa Aérea, recibió heridas de consideración en el rostro que le provocaron la pérdida instantánea de su ojo izquierdo y una sería lesión en el rostro por lo que debió ser ulteriormente evacuada al Bahía Paraíso. Entre las versiones de los ataques ingleses a la Guerrico en la segunda pasada está la del Marine Combes Dave quien a unos 550 metros (aunque también se dice a 250-300 metros de las posiciones inglesas) del buque se disparó la ronda de Carl Gustav que golpeó el agua a unos diez metros por debajo la línea de flotación del barco y rebotó en el casco mientras el buque realizaba piernas cortas, creando la formación de vacíos cerca de la línea
de flotación generando graves averías y vías de agua.Cuando  el buque comenzó a efectuar un viraje 180 grados se intentó tirarle nuevamente con el cañón sin retroceso, pero esté falló, acto seguido utilizando 2 cohetes Law de 66mm se alcanza a la corbeta en la rampa de los Exocet cerca de la torreta delantera bloqueando su mecanismo de elevación y un impacto directo de un cohete antitanque Carl Gustav de 84mm golpeó en uno de los montajes Exocet MM38 de babor, que afortunadamente para el equipo no exploto pero que sumado a los daños que había recibido el resto de los afustes de los  misiles, redujo su capacidad misilística antisuperficie a la mitad. No obstante, el casco del buque permaneció estanco y nin¬guna parte vital fue alcanzada. La corbeta vira dentro de la caleta y abre fuego con el de 20mm de babor que se trabó. El buque se aleja del alcance del fuego enemigo para reparar sus armas y hacer los reemplazos del personal muerto y herido, luego busca una posición favorable en proximidades de la Roca Hobart y se mantiene cerca para replicar los disparos aún con los cañones de 40mm deteriorados que empiezan a ser cada vez más precisos. Siempre acompañado de fuego reunido de todo lo que tenían a mano, se estima que los ingleses dispararon en torno a los 2.000 tiros. La Guerrico se retira 3500 yardas mar adentro. 


El Puma derribado

La situación en la sección de Giusti
Mientras tanto en tierra se había perdido contacto radioeléctrico y aún se permanecía incomunicado con la sección de Luna por lo que ignoraba las intenciones de aquél. Un conscripto de la sección del TCIM Giusti se adelantó para localizar el lugar desde donde les hacían fuego, la confusión entre las tropas argentinas ya había pasado y tras poner a cubierto a los heridos Giusti retomó el control de la situación de su malograda compañía y se dispuso enseguida a devolver el golpe. Casi enseguida ubicó los emplazamientos enemigos al pie del edificio verde" (léase Shackleton House). Ahora Giusti sabía donde debía disparar y no perdió tiempo en dar inicio a su contraataque. Emplazo enseguida la única ametralladora MAG que disponía en un punto elevado desde donde se dominaba toda la margen opuesta, desplegando a sus tiradores a ambos flancos. Cientos de proyectiles argentinos partieron raudos hacia la planta baja y el primer piso de la Shackleton House haciendo sentir su furia al enemigo. El fuego sostenido de esta pieza abortó un ataque a la Guerrico proveniente de un Royal Mari¬ne provisto de lanzacohetes, el cual recibió dos disparos en su brazo izquierdo, desarticulando así el ataque. Poco después se dio lo orden de "alto el fuego" al interponerse la corbeta en la línea de fuego. Esta maniobra de fuego es apreciada por el Tte. Luna. Participan del combate los tenientes primeros, pilotos del Puma abatido, ellos anteriormente habían pedido permiso para unirse y fueron autorizados a unirse al personal de infantería de marina para entrar en combate.

Paralelamente Giusti había destacado a dos de sus hom¬bres para que encontraran una vía segura de aproximación a la estación ballenera, a cubierto del fuego enemigo, para unir fuerzas con la fracción del teniente Luna. Este movimiento al principio tuvo una disputa entre Giusti y los tenientes del Ejército Argentino por la conducción del grupo debido a las antigüedades relativas hasta que el grupo decide seguir a las órdenes de Giusti. Los dos hombres enviados efectuaron un reconocimiento a pie basta descubrir dos banderolas rojas en proximidades del cementerio de la factoría ballenera. Estas fueron tomadas erróneamente como el límite de un campo mi¬nado, por lo que decidieron regresar para informar la novedad a su superior. A pesar del pedido de Luna para que la fracción llegue a su posición para apoyar el asalto esto iba a ser imposible, Giusti analizaba sus próximos pasos cuando un conscripto dio aviso de haber visto "humo blanco en la costa opuesta". Con grandes precauciones subieron a una altura para observar el terreno y vieron uno enorme nube blanca que cu¬bría parcialmente el edificio verde y algo más que les hizo acelerar el
latido do sus corazones: enormes sabanas blancas colgando de las ventanas. ¡Los ingleses se
rendían!.


Avance final sobre las instalaciones luego del cese el fuego

La Rendición británica
A las 12:48, el Alouette  ya había terminado el desembarco de los infantes de la tercera oleada con morteros en la factoría, aunque desembarcan un poco alejadas unas de otras y no llegaron a apoyar con fuego de sus morteros. Esto paso casi al mismo tiempo que la Guerrico, en proximidades de la Roca Hobart, reiniciaba su fuego con los cañones de 40mm con spotting desde tierra, primero sobre la parte alta de la montaña y luego sobre los edificios del Hospital con el fin de no producir bajas ycuando sólo se encontraban enfrentados los 15 hombres de la primera oleada se produjo la rendición de los 22 Royals Marines agitando banderas blancas y lanzando bombas de humo del mismo color aún cuando la tercera oleada de infantes argentinos todavía no había llegado a la primera línea de combate. Busson pudo realizar el helidesembarco tras 20 vuelos rasantes bajo fuego enemigo y aproximadamente 3 horas incansables de vuelo, y los Royals Marines no pudieron pararlo. El éxito en sí de la misión es más de él que del fuego de 40mm en apreciación de varios autores aunque
otros se inclinan a que la decisión británica estuvo fuertemente impulsada por la osada y
tesonera acción de la corbeta, la que con el sacrificio de muertos, heridos y averías había apoyado a sus camaradas infantes hasta lograr el objetivo perseguido, la redición enemiga. En lo que a mí respecta, la corbeta, Busson, y Giusti con su MAG tuvieron su igual cuota en la rendición de los marines británicos. Mills se rindió al comprender que su situación era precaria pero tenía la intención de seguir combatiendo, el hecho de haber tropas argentinas rodeando su posición y todavía faltara tiempo para que oscureciera y poder retirarse hizo que tomara la decisión de deponer las armas.




A las 13:00 el teniente Luna distinguía muy bien las sábanas blancas desde la construcción donde se hallaba a cubierto pero no veía nada que oliera a soldado inglés. Finalmente resolvió tomar la iniciativa avanzando desarmado a paso gentil hacia las posiciones enemigas. El Comandante enemigo, teniente Keith Mills, adoptó el mismo temperamento al adivinar las intenciones de su oponente. El encuentro de ambos jefes se produjo en proximidades del mástil del muelle. El inglés indicó ser el oficial al mando y tras manifestar su intención de rendirse a cambio de un buen trato a sus hombres informó que tenía un herido que necesitaba urgente atención médica. Luego de tomarlo bajo custodia, Luna le ordenó que comunicara a su personal que deponga las armas y se acercara en forma individual con las manos sobre la cabeza para entregarse. Al poco rato emergieron del edificio verde 21 Royal Marines completamente desarmados y con las manos sobre la cabeza.El oficial inglés alertó sobre la presencia de civiles en la iglesia de la factoría ballenera (como hemos visto, estos civiles que eran un total de 13, ya habían sido descubiertos por la sección del cabo Fernández) e informó además el lugar, tipo de voladuras, minas, trampas explosivas colocadas para defensa que había en el muelle y varios sectores de la playa, las que serían levantadas y desactivadas por personal argentino e inglés.

A las 13:35 la Guerrico informa que se arría el pabellón británico, mientras los Royals Marines se presentan en la plaza, frente al mástil, desarmados y con las manos en alto.

A las 13:38 se ordena al Alouette efectuar el traslado de personal militar apostado en las
inmediaciones del Puma en las proximidades del muelle. Toda la situación había permanecido
invisible a ojos de Giusti, quien desde la margen opuesta de la caleta no escucho más disparos ni observó ningún movimiento, todo lo cual le produjo una comprensible sensación de incertidumbre sobre lo que estaba ocurriendo en la estación científica. Coincidentemente regresaron los dos hombres que habían partido en misión de reconocimiento. Mientras Giusti escuchaba atentamente sus informes fueron sobrevolados por el teniente Busson en el Alouette III el cual, tras posarse en tierra, les confirmó lo que ya todos sospechaban, que los Royal Marines se habían rendido. Enseguida se coordinó el traslado de la compañía hasta la estación científica en vuelos sucesivos. Para cuando aterrizaron los prisioneros ya estaban reunidos y bajo control de las tropas argentinas; fue allí cuando Giusti finalmente pudo verse las caras con su superior, poniéndolo al corriente de todo lo acontecido con su fracción.


Infantes custodian a los royals marines prisioneros

A las 13:45 la Guerrico informa que el teniente Luna ha reunido los prisioneros militares frente al mástil.

A las 14:10 mientras Luna inspecciona el muelle a efectos de detectar cargas explosivas, se destaca el Alouette con el Grupo Alfa de Astíz para dar comienzo a la evacuación de prisioneros y detenidos. Causó cierta conmoción a los argentinos enterarse de que el muelle de la Base Científica y una extensa porción de la playa (que incluía la lengua de tierra donde había desembarcado la sección de Luna) había sido minada con poderosos explosivos con el propósito de brindarles una calurosa bienvenida. Por fortuna el civil que había recibido la misión de activar el circuito eléctrico de las cargas explosivas, un científico del British Antartic Survey (BAS), optó por abandonar el lugar al inicio del combate evitándose así daños mayores a las instalaciones. Otro episodio un tanto más desagradable ocurrió cuando se le pidió a un sargento enemigo, experto en explosivos, ingresar a uno de los edificios del BAS que aún no había sido revisado. En primera instancia éste se negó de plano. Al conminárselo nuevamente a ingresar alertó a regañadientes a sus captores sobre la presencia de una bien disimulada trampa cazabobos que no había sido denunciada en el momento de la rendición. Tras inspeccionarse el lugar e intimarlo a que la desactivara se constató que dicho edificio contenía material radioactivo. Por fortuna el nivel de radiación era bajo por lo que no implicó riesgo alguno para nuestras tropas.

A las 14:17 la Guerrico informa que Luna ha verificado la existencia de explosivos en el muelle y procede a desactivarlos. El grupo Alfa de Astíz toma la ciudad y se hace cargo de desactivar las minas con ayuda de los marines ingleses.


Embarque de uno de los heridos de la fraccion Luna

A las 16:10 Luna informa que hay aproximadamente 15 científicos que se han dispersado por las inmediaciones, habiendo localizado a dos.

A las 16: 30 fue la hora final en que estuvo el Alouette reembarcando personal, material y evacuando heridos tras la rendición. Esta acción en Grytviken marcó el bautismo de fuego de la Aviación Naval Argentina;  por su destacada actuación el Teniente de Navío Busson, el Teniente de Corbeta Guerra y el Suboficial 2°Gatti recibieron la condecoración " Honor al Valor en Combate”.

A las 17:35 se ordena a Luna  que proceda a efectuar el listado con carácter de urgente del personal y material necesario para una permanencia prolongada. Además de la orden de recuperar Grytviken, el teniente de navío Luna llevaba instrucciones: para el caso de que la superioridad enemiga hiciera imposible resistir, debía iniciar acciones de defensa para demostrar que se negociaba la rendición ante la desproporción de fuerzas.

A las 18:11 se le informa a Luna que se le va a proveer de dos operadores de radio.


A las 18:22 se le ordena a Luna que de alojamiento a los civiles británicos dispersos por las islas si se presentan. Misma orden acatara Astiz si se presentan en Leith. Algunos científicos ingleses habían quedado en las Georgias que por estar cumpliendo tareas en el interior de la isla y no alcanzaron a embarcarse en los buques que se alejaban. Una versión  dice que hubo 3 científicos que escaparon (2 mujeres).

A las 19:03 el Endurance estada cerca del Cabo Decepción, en  el extremo sur de Georgia, desde alrededor del mediodía y mando un Wasp en salida de reconocimiento hacia el final de la tarde en misión de inteligencia y apoyo moral a los Royals Marines. El helicóptero aterrizó en la cresta hacia el este de la bahía Cumberland, y apagó sus motores. El piloto y el observador vieron a los dos buques argentinos en la bahía y una cierta actividad en el barco y un helicóptero, pero la batalla ya había terminado. Insisto que no hay indicios claros de que sus helicópteros portaban AS.12, lo dudo porque de haber tenido poder de fuego, los ingleses como son, hubieran hecho acto de presencia amén de saber momento a momento los avances del ataque ya que la guarnición estaba en contacto radial con el Endurance, de tener capacidad de fuego al mediodía era el momento ideal, sin AAA, sin artillería, la Guerrico hubiese sido tiro al pato al igual que el Paraíso. El Endurance no había podido llegar a tiempo debido al temporal. Otra versión pone que el Endurance tuvo en radar al ARA Bahía Paraíso y que desestimaron el envío de los Wasp con misiles por considerar que el riesgo era elevado de herir a propias fuerzas. El HMS Endurance luego de los acontecimientos se retira hacia el norte para encontrarse con el HMS Ford Austin que traía suministros y permanecería en las aguas de las Georgias del Sur hasta el 5 de abril proporcionando inteligencia y dando comodidad como fuera posible a la poca gente del BAS que todavía estaba en la isla.

A las 20:05 ya se encuentran a bordo del Bahía Paraíso los 22 marines y 13 científicos ingleses prisioneros. Una anécdota recogida por el teniente Luna refleja clara¬mente el punto de vista inglés. Poco antes de que embarcaran los civiles un científico del BAS abordó a nuestro hombre con el cual entabló una breve conversación en inglés, su interés giraba en torno a los muertos y heridos de nuestro bando. Por alguna extraña razón se le informó (falsamente) que no había habido ninguno entre los nuestros y tan sólo un herido del lado inglés. Tras enterarse de la buena nueva dijo: ¡Gracias a Dios que sólo hubo un herido que lamentar, pues este pedazo de tierra no vale una sola vida humana!".


Astiz y su pequeño grupo de 14 comandos

Se desembarcan elementos, víveres y otros para la logística de los 36 infantes y un grupo de
5 voluntarios de las dotaciones de los buques que iban a quedarse (restados los 2 muertos y
3 heridos, pues el cabo Ibáñez volvió a tierra para estar con su gente)

La Guerrico reparó sus daños recuperando el 50% de su capacidad misilística e informa que
estaba lista para el regreso.

A las 20:10 el Bahía Paraíso y la Guerrico abandonan Grytviken hacia Puerto Leith. Antes el capitán del Bahía Paraíso le había dado 40 minutos a la tripulación del Puma para sacar todo lo que pudieran y para cuando se retiraron, el motor y una cantidad de instrumentos habían sido recuperados.

A las 23:00, mientras la Guerrico patrullaba la entrada a Bahìa Stromness, el Bahìa Paraìso
recuperó personal de su grupo de desembarco que a las órdenes  del TNIM Cortèz había
reemplazado al Grupo Alfa formado inicialmente para la protección de los chatarreros en Leith y desembarcó al grupo de Astíz que debía permanecer en ese lugar. El Grupo Alfa estaría constituido por 14 Comandos Anfibios y Buzos Tácticos que guarnecerían la Estación Ballenera de Leith y a los 39 operarios argentinos enviados allí.

Por la noche se impone un Mensaje Naval con los requerimientos de Luna de personal y material necesarios para el sostén logístico y defensa de Grytviken. Cuando al otro día Lombardo asume el control operativo de la GT.60.1 anula estos requerimientos formulados y no destacar refuerzos para Grytviken en forma inmediata hasta poder estudiar el problema en detalle.

Las fuerzas argentinas desistieron de atacar las base del BAS en la isla Bird (ocupada desde 1957), en la bahía Schlieper, el glaciar Lyell y la bahía Saint Andrews, los 15 británicos del BAS se mantuvieron fuera del control argentino hasta la recuperación británica de las islas. La respuesta más factible sería que al ser derribado el Puma no tenían un medio de transporte rápido para tomar esos lugares ya que con la Guerrico dañada y el Bahía Paraíso con prisioneros podrían ser blancos de un ataque inglés sino regresaban rápido al continente. Los argentinos querían tomar Bird porque suponían que podía ser un lugar de apoyo logístico importante si las fuerzas británicas intentaban recuperar Georgias además los científicos podrían proporcionar mapas e información de los lugares ya que conocían Georgias a la perfección.

A la noche la “Task Force” informa: oficialmente se informa que las Malvinas, Georgias y
Sándwich del Sur están bajo soberanía argentina.


Uno de los Wasp del Endurance, estaban armados con los misiles al momento de la operación argentina?
 
Conclusiones del día
La fuerza argentina estuvo a pasos de ser derrotada, en la previa la presencia de la corbeta con su armamento pesado y ligero y sumando a sus misiles Exocet, mas el Bahía Paraíso con sus helicópteros y las tropas argentinas experimentadas y bien armadas no serian rival para 22 soldados británicos sin apoyo aéreo o naval alguno.


El primer error que se notó fue el de desestimar las informaciones de que el Endurance embarcaba tropas y pensar que todavía no las había desembarcado en Grytviken y confiarse en que sólo iban a enfrentar a un grupo de civiles con algún armamento aislado. La primera conclusión sería que aunque sólo hubiera personal científico se tendría que haber realizado la operación como si enfrente tuvieran una división completa.


De haberse llevado a cabo el plan original de Luna (desembarcar fuerzas especiales durante la noche para reconocer y asegurar un lugar para los helidesembarcos) se hubiera constatado la presencia militar y las tres oleadas hubieran desembarcado sin ningún contratiempo ni bajas. Los reconocimientos fallidos del Alouette, las imprecisiones en las comunicaciones llevaron a una casi derrota de la fuerza argentina.


De analizar los movimientos ingleses se supone que ellos resistirían lo que más pudieran para luego rendirse pero no guardaban muchas esperanzas de oponerse mucho tiempo, pero los hechos del Puma y la Guerrico los sorprendió y tal vez esa sorpresa y esa adrenalina de estar causando graves daños no les hizo percatar que podían haber derrotado a la primer oleada que estaba prácticamente rodeada y a metros de sus posiciones y haber estancado aún más la situación.


Porque teniendo varios puntos a favor Mills se rindió sorpresivamente?, según opiniones se destacan tres sucesos: el regreso de la corbeta ya con algunas de sus armas que empezaron a disparar contra sus posiciones, el desembarco de la tercera oleada que ya los dejaría en inferioridad de fuerzas pero tal vez y la más importante fue el retraso de la llegada del Endurance, si las sospechas son ciertas y sus Wasp tenían misiles AS.12 hubieran podido terminar de rematar a la Guerrico y haber provocado el total fracaso de la Operación Georgias.


Lo cierto es que una operación que tendría que haber sido rápida y sin casi sin oposición terminó con 3 argentinos muertos, al menos 13 heridos, un Puma derribado y la corbeta seriamente dañada. Aún ante todas éstas negativas hay que destacar el valor de los que participaron y que bajo circunstancias extremas supieron actuar con profesionalismo y determinación y evitar más bajas, lo de Busson y su Alouette es uno de los ejemplos elogiables ya que sin él toda la empresa no hubiera tenido éxito.

Breve historia del accionar del Guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías” durante el Conflicto del Atlántico Sur

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El GC-77 "Golfo San Matías" hoy, destinado a Prefectura Rosario
(Foto: Capitán Ted / Fuente: shipspotting.com)




Prólogo del editor del blog
El 2 de abril de 1982 se produce la recuperación de las Islas Malvinas para integrarlas de forma efectiva al territorio nacional tras 149 años de usurpación británica. Con el fin de poder ejercer su rol de “Autoridad Marítima del Estado” en el territorio insular recientemente recuperado, la Prefectura Naval Argentina (PNA) despliega a Malvinas hombres y medios navales, aéreos y terrestres. Como parte de este despliegue los guardacostas GC-82 “Islas Malvinas” y GC-83 "Río Iguazú”  arriban a Puerto Stanley (recién a partir del 16 de abril sería rebautizada como Puerto Argentino), Capital de las Islas Malvinas el 13 de abril en una heroica travesía de 600 millas náuticas realizada en condiciones hidrometeorológicas adversas, tras haber burlando la Zona de Exclusión Marítima (ZEM) impuesta unilateralmente por el Reino Unido, que había entrado en vigencia a las 0:00 horas del 12 de abril. Al mismo tiempo Prefectura realizó una movilización de hombres y medios en el Sur Patagónico con el fin de reforzar su presencia y colaborar con el esfuerzo de guerra en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). A continuación la breve historia de uno de estos medios desplegados, el guardacostas GC-77 “Golfo San Matías”, contada en primera persona por uno de los protagonistas de su accionar, su Comandante, en ese entonces Oficial Principal, Miguel Ángel Aguilar.


TESTIMONIO EXCLUSIVO

Por Prefecto (RE) VGM
Miguel Ángel Aguilar (1)


Zarpamos del Puerto San Antonio (apostadero habitual del guardacostas) el día 21 abril a las 10:00 horas para ir al encuentro del guardacostas GC-73 “Cabo Corrientes” (con asiento en el Puerto de Mar del Plata) al que se nos dijo debíamos acompañar para luego volver. El día 22 a las 17:30 horas lo avistamos y comenzamos a navegar en conserva arribando el día 23 a las 06:00 horas a Puerto Madryn. Ese mismo día zarpamos a las 15:30 horas para arribar el día 25 a las 01:30 horas a Puerto Deseado; y a las 20:00 horas zarpamos con destino a Punta Quilla (Puerto de Santa Cruz); pasando 60 millas afuera de Puerto San Julián. El día 26 a las 07:00 horas nos encontramos navegando a unas 160 millas de la costa. Arribamos al Viaducto Punta Quilla ese mismo día 26 a las 15:00 horas poniéndonos a órdenes del Comandante Naval de dicho puerto; la misión inicial encomendada al GC-77 fue la de hacer “vigilancia radar” en la desembocadura del Río Santa Cruz apostado en el lado exterior del Viaducto Punta Quilla. Por su parte se nos comunicó que el GC-77 había sido seleccionado para ser el tercer guardacostas destinado a realizar el cruce a Malvinas (Desde el 13 de abril se hallaban en las islas el GC-82 “Islas Malvinas” y el GC-83 “Río Iguazú”) (2)


El GC-77 "Golfo San Matias" amarrado en su apostadero natural en proximidades del muelle del Puerto San Antonio, Río Negro. Obsérvense las dos ametralladoras 12,70mm ubicadas en popa del guardacostas (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

El día 29 a las 04:30 fuimos alertados por radio por el Comandante Naval del puerto que estábamos bajo (alerta) “Amarilla” y se nos ordenó investigar un posible contacto radar. Al poner en emisión el radar del guardacostas (que hasta ese momento se encontraba en modo pasivo) pudimos detectar un blanco radar bien definido en la desembocadura del Río Santa Cruz. Inmediatamente apagamos el radar para evitar un potencial ataque de misiles anti-radar y nos comunicamos con el Comandante Naval para hacerle saber que confirmábamos la presencia de un blanco. La respuesta del mismo fue “Apaguen el radar ya mismo. Van a salir los aviones” (sic). Transcurrida aproximadamente media hora, se produce una nueva comunicación del Comandante Naval que nos dice “los aviones no tienen plafón para volar, van a tener que asomar la trompita eh!?” (sic). Recién caída la noche iniciamos la navegación desde el Viaducto Punta Quilla hacia la desembocadura del río con las dificultades propias de hacerlo en total oscuridad y con las luces de enfilación apagadas por razones de seguridad. A medida que nos aproximábamos a la zona el blanco iba desapareciendo de nuestro radar al mismo tiempo que parecía desplazarse con rumbo 180º (se reflejaba eventualmente) para finalmente desaparecer totalmente de nuestra pantalla. Cuando llegamos al lugar con el armamento con que contábamos listo a disparar (3) lo único que pudimos observar fue la presencia de remolinos en el agua. Los mismos generaron cierta incertidumbre en la tripulación, que prefirió pensar que podían deberse a la acción de agentes naturales en el agua. Fue en ese preciso instante que nuestro radio operador, el entonces Cabo Segundo Héctor Braga, nos alertó que había interceptado una comunicación de radio del personal de Ejército Argentino (que se encontraba acantonado en las colinas del lado sur de la desembocadura del Río Santa Cruz) mediante la cual se daba aviso al Comandante Naval, que se disponían a abrir fuego contra una embarcación no identificada que navegaba en la desembocadura del río con un reflector encendido (desconociendo que se trataba de nosotros los del GC-77). En virtud de esto rápidamente nos comunicamos con el Comandante Naval para alertarlo y hacerle saber que responderíamos el fuego si nos llegaban a disparar. El hecho quedó registrado como "blanco radar no identificado" siendo inicialmente detectado por los radares de Comodoro Rivadavia y luego por el radar de nuestro guardacostas. Tiempo después se llegó a la conclusión de que pudo haberse tratado de la incursión sigilosa de un submarino británico que confundió la entrada real con la entrada falsa que tenía la misma profundidad (22 pies al cero local) pero terminaba en un banco de piedra y arena.

El día 1º de mayo a las 12:00 horas arribaron al Viaducto Punta Quilla los guardacostas GC- 73 “Cabo Corrientes” y GC-79 “Río Deseado” amarrando en la parte interna del viaducto que estaba más protegida de vientos y corrientes.


Paso del ARA "Alférez Sobral" por la banda de babor del BDT ARA "Cabo San Antonio" (desde donde está tomada la fotografía), poco después de haber sido localizado por el GC-77 "Golfo San Matías" en la Bahía Desvelos (Golfo San Julián). En este momento el GC-77 se encontraba a 200 metros a babor del "Sobral" y un poco más desplazado hacia la derecha de la imagen (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

El día 4 de mayo recibimos orden del Departamento Central de Operaciones de la PNA de no cruzar a Malvinas y dirigirnos a Puerto Deseado para ponernos a órdenes del Comandante Naval de dicho puerto. La contraorden la recibimos 30 minutos antes de zarpar a Malvinas y decía que aviones Electra (4) de la Aviación Naval habían detectado un submarino inglés en la zona por donde nosotros debíamos cruzar y que era probable nos estuvieran esperando. “Van a gastar un torpedo que sale más caro que el guardacostas pero al tercero no lo van a dejar pasar” (sic) nos advirtieron. Zarpamos con rumbo a Puerto Deseado ese mismo 4 de mayo a las 20:15 horas y cortamos el Golfo San Julián por afuera navegando a unas 130 millas alejados de la costa. Durante este trayecto se produjo el episodio en que un buque no identificado apareció en nuestro radar navegando de vuelta encontrada. El mismo era llamado insistentemente por una estación en Comodoro Rivadavia que le requería “¡Buque que navega a rumbo xxx identifíquese!” hasta que al fin, alguien de a bordo del buque, en tono airado contestó “Improcedencia!” (sic) y rato después ante la reiteración amenazante de los llamados expresó “¡¿no se dan cuenta por el rumbo que llevamos que somos un buque petrolero con destino a Caleta Córdoba?!. Uds. nos están obligando a ponernos en evidencia!” (sic).  Así fue como largo rato después nos cruzamos con el Buque tanque de ultramar “Petromar Campana II” con el que intercambiamos saludos por medio de señales. Hasta su identificación la situación fue de zozobra puesto que no sabíamos con qué nos íbamos a cruzar y viceversa.


El Aviso ARA "Alférez Sobral" con su personal superviviente formado en cubierta
(Foto: archivo digital patrullerasargentinas)

Ya muy avanzada la derrota y teniendo ya a la vista la luz del Faro Punta Medanosa (Puerto Deseado), nuestro siempre muy eficiente radio operador CS Héctor Braga interceptó un pedido de auxilio "¡Mayday! ¡Mayday!" (5) de una nave que se identificaba como el Aviso de la Armada Argentina ARA “Alférez Sobral”. En el llamado decían desconocer si su equipo de radio realmente estaba emitiendo, que solamente podían recibir en la frecuencia pública de Radio Santa Cruz y que se encontraba sin gobierno y al garete en una zona que ellos creían identificar como próxima a Puerto Deseado. Extrañamente la embarcación no aparecía en nuestro radar y se nos ocurrió que podrían estar equivocados y encontrarse en realidad en Bahía Desvelos viendo las luces de las balizas que en la costa permiten ubicar las dos rocas que afloran eventualmente a 7 y 15 millas respectivamente, por lo que optamos por regresar a ese lugar que habíamos dejado a aproximadamente 120 millas atrás y por afuera (unas 130 millas) e ingresar al Golfo San Julián. 


Allí, el día 5 de mayo a las 15:00 horas, efectivamente localizamos por radar al Aviso de la Armada Argentina, acoderándonos a él a las 17:45 horas. Presentaba el puente de navegación totalmente destruido, con varios cadáveres a bordo y 29 sobrevivientes. Una vez junto al "Sobral", el entonces Teniente de Navío Sergio Bazán, al mando por el fallecimiento de su Comandante, Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, me invitó, como Capitán del GC-77 “Golfo San Matías”, a abordar el maltrecho buque de la Armada. Así, recorriendo casi toda la extensión del buque, pude apreciar el real estado en que se encontraba el mismo. El Aviso había recibido el impacto de dos misiles antibuque procedentes de helicópteros Sea Lynx de la Royal Navy mientras navegaba en horas nocturnas y con reflectores encendidos cumpliendo una misión de búsqueda y rescate (de pilotos de un bombardero Canberra la FAA eyectados sobre el mar) dentro de la Zona de Exclusión Total impuesta por el Reino Unido alrededor de nuestras Islas Malvinas. Uno de los misiles dio en la cubierta de botes y prácticamente no produjo daños,  pero el otro entró por la aleta de babor al tiempo que, por un golpe de ola el “Sobral” escoraba a estribor, penetrando por el puente de navegación, ingresando a la sala de radio en el puente inferior y deflagrando finalmente por la banda de estribor matando a todos los que se encontraban en las áreas afectadas. Los cuerpos aún se encontraban en sus respectivos puestos de operaciones, salvo el del Capitán y el de alguno otro más que habían sido trasladados a la cámara frigorífica, la que por cierto no funcionaba. 
El Aviso tenía cortadas las cadenas de mando de la rueda de cabillas a la pala de timón y carecía en absoluto de todo instrumental de navegación. La pala de timón la movía personal ubicado en el sollado de popa en forma directa desde la caña. Mientras permanecíamos acoderados al "Sobral", pasándole cigarrillos y algún otro pertrecho que hiciera falta a la sufrida tripulación sobreviviente, hizo su aparición en las inmediaciones (más afuera y en aguas más profundas) el Buque de Desembarco de Tanques (BDT) ARA “Cabo San Antonio”, que había estado monitoreando nuestras comunicaciones, y un barreminas al que no pudimos identificar.

 Estado en el que fue encontrado el Aviso ARA "Alférez Sobral" (A-9)
(Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

Poco después, luego de una ceremonia de pasaje del “Sobral”, con su dotación sobreviviente formada en cubierta, por una de las bandas del “Cabo San Antonio” y previo contacto de coordinación, comenzamos la navegación en conserva hasta la rada exterior de Puerto Deseado, adonde arribamos siendo las 21:30 horas. Allí habría que permanecer aguardando la llegada de un práctico hasta el día siguiente pero, como ya habíamos organizado mediante comunicaciones por radio con el Prefecto Silvestre, Jefe en ése entonces de la Prefectura de Puerto Deseado, la recepción y atención de los sobrevivientes (quien muy pronto tuvo preparada comida caliente, ropa limpia y camas en el hospital zonal), le pedimos autorización por radio al Capitán del “Cabo San Antonio” para hacernos cargo de guiar al Aviso “Alférez Sobral” a puerto inmediatamente, sin esperar la asistencia de un práctico, a fin de poder atender lo antes posible a los sobrevivientes. Luego de aguardar un lapso de aproximadamente media hora se nos otorgó autorización. Mediante un equipo alámbrico que desde el “Cabo San Antonio” se le proveyó al “Sobral” se logró establecer comunicación entre el puente de navegación y el sollado de popa donde, como se mencionó antes, algunos tripulantes maniobraban la pala de timón. Con un equipo portátil de comunicaciones (PET) que facilitamos desde el GC-77, se coordinó con el Teniente de Navío Sergio Bazán que el “Sobral” ingresara a puerto siguiendo nuestra estela e indicaciones. La maniobra la monitoreamos con el entonces Oficial Principal Eduardo Alfredo Argerich desde el puente de señales y con el Jefe de Máquinas, en ese entonces Oficial Principal Omar Enrique Cornelli, en el control de máquinas de la consola del puente de navegación. 

El "Sobral" siendo escoltado por el "Cabo San Antonio" (a la izquierda) y por el "Golfo San Matías" (desde donde se tomó la foto) en navegación rumbo a la rada exterior de Puerto Deseado (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

 El ARA "Alférez Sobral" navega siguiendo las instrucciones del GC-77 "Golfo San Matías" que le señala la derrota a seguir para su ingreso a puerto. A popa del "Sobral" un lanchón LCPV de dotación del ARA "Cabo San Antonio" sigue de cerca la acción (Foto: zonamilitar.com.ar foro)

 Mientras se realizaba esta operación sintonizábamos Radio Carve (R.O.U.) y escuchamos un comunicado del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. que informaba que "…el Aviso ARA Alférez Sobral, que fuera atacado por fuerzas inglesas, se encuentra navegando por sus propios medios y próximo a tomar puerto" (sic).

Cuando comenzábamos a tener a la vista el muelle principal del puerto pudimos observar la luz de los flashes de los periodistas que se encontraban en él, los que rápidamente fueron "desplazados" del lugar. El Aviso ARA “Alférez Sobral” quedó en el muelle hasta la mañana siguiente en que ingresó el BDT ARA “Cabo San Antonio”. El Aviso fue colocado en primera andana para comenzar la tarea de traslado de los cuerpos y refacciones varias para luego sí, unos tres o cuatro días después, permitir el acceso al periodismo. 


El ARA "Cabo San Antonio" y el ARA "Alférez Sobral" amarrados en andana en el muelle. Los techados rojizos de primer plano corresponden a las instalaciones de la pesquera Pescasur, en cuyo muelle armarró el GC-77 "Golfo San Matías" (Fuente: Colección personal M.A. Aguilar)

 Nosotros terminamos amarrados una media milla más adelante en el muelle de la empresa pesquera Pescasur S.A. (hoy Vieira Argentina S.A.) desde donde nos movilizábamos a pie para comprar víveres, cigarrillos, etc. Así es como al poco tiempo terminamos cenando los tres oficiales del guardacostas GC-77 en el restaurante El Viejo Marino, que estaba en un primer piso a pocas cuadras del muelle de Puerto Deseado, con el Teniente de Navío Sergio Bazán que nos interiorizó acabadamente sobre los trágicos hechos que le había tocado vivenciar.

El día 10 de mayo a las 17:30 el Comandante Naval de Puerto Deseado nos dio orden de zarpar, ésta vez en busca de un buque pesquero que no conocía la entrada al puerto y se había extraviado. Zarpamos a las 18:00 horas con mucha niebla y unas 10 millas al norte de la rada exterior y unas 20 millas afuera se produjo el encuentro con el pesquero “Margot”. Una vez allí lo escoltamos hasta el puerto, adonde amarró el día 11 a las 04:00 horas. Luego pudimos saber que el pesquero “Margot” había sido requisado por la Armada Argentina para el transporte de munición, pertrechos y víveres; encontrándose al mando de un Capitán de Navío (6). Fue en esa ocasión que al intentar amarrar en nuestro apostadero, sito en el muelle de la empresa Pescasur, a raíz de haberse trabado el sistema neumático de una de nuestras máquinas tocamos un banco de piedras que se encontraba a pocos metros adelante y perdimos por rotura la hélice de babor. La hélice de reemplazo llegó tres días más tarde, el día 13 de mayo, siendo instalada al día siguiente en inmersión y bajo condiciones extremas (puesto que nevaba copiosamente) por el entonces Prefecto Enrique Julio Cingolani y personal a su cargo.

Desde ese momento el GC-77 quedó afectado a tareas de patrullaje y reconocimiento preventivo en las adyacencias del puerto, búsqueda y rescate y practicaje de buques de transporte y pesqueros, que se extendieron hasta el 22 de junio –el 14 de junio se rindió la plaza de Puerto Argentino en Malvinas- cuando se dispuso su repliegue a su puertos de asiento, San Antonio Oeste.


Desplazamientos del GC-77 "Golfo San Matías" durante el Conflicto del Atlántico Sur 

Nómina de tripulantes durante el Conflicto del Atlántico Sur

Los peligros enfrentados
El guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías” se encontró en más de una ocasión en área de peligro y/o combate puesto que en diferentes fechas el Reino Unido declaró y estableció:

12/04/1982. Zona de Exclusión Marítima (ZEM) de 200 millas alrededor de las Islas Malvinas en vigencia desde las 04:00 GMT.
23/04/1982. Área Defensiva o “Burbuja” (“Defense Bubble”) en torno a la Task Force, de forma que cualquier aproximación por parte de naves de guerra, submarinos, auxiliares y aviones militares argentinos  que pudiera constituir una amenaza de interferir con la misión de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur, encontraría la respuesta adecuada. El mismo tratamiento recibiría cualquier aeronave en tarea de reconocimiento, incluso siendo esta civil.
30/04/1982. Zona de Exclusión Total (ZET) de 200 millas alrededor de las Islas Malvinas en vigencia desde las 11:00 GMT. Veda para todo buque o aeronave argentina militar o civil.
07/05/1982. Que cualquier nave de guerra o aeronave militar argentina que se encontrara más allá de las 12 millas náuticas de la costa argentina podría ser tratado como un medio hostil y tratado en consecuencia.

Reconocimientos de posguerra
Mucho tiempo después de terminado el conflicto armado, la Armada Argentina mencionó en un pequeño espacio de la “Gaceta Marinera” (7) (en su página principal, margen superior y en tipo pequeño) que los sobrevivientes del Aviso ARA “Alférez Sobral” habían sido rescatados por un guardacostas de la Prefectura Naval Argentina. Incluso la Armada Argentina me hizo llegar, como Capitán del guardacostas PNA GC-77, una invitación para concurrir a la entrega de condecoraciones en la Escuela de Mecánica de la Armada que llegó tres días después de sucedido el evento y que aún conservo.

Inicialmente y poco después de finalizado el conflicto armado (1983) el guardacostas GC-77 “Golfo San Matías” recibió la Medalla “Operaciones de Combate”, el Pabellón de Ceremonia y el Diploma por parte de la Armada Argentina, objetos que permanecieron a bordo de la unidad ya que estaban destinados a homenajear a la misma. En el Diploma puede leerse “...en reconocimiento por los actos heroicos y acciones de mérito extraordinario realizados en operaciones durante la campaña Malvinas...”

Unos 15 años más tarde la Prefectura Naval Argentina nos distinguió con la Medalla “Prefectura en Malvinas”. Por otra parte en 2009 los ex-tripulantes recibimos también la Medalla “Operaciones de Combate” de la Armada Argentina, aunque nunca se nos ha mencionado en ningún acto conmemorativo, pese a haber intervenido en el rescate de 29 hombres de la Institución durante el conflicto bélico, navegado en zona de peligro de combate en más de una ocasión.

Lamentablemente es probable que el Pabellón y el Diploma del guardacostas GC-77 se hayan perdido a causa de un incendio sucedido a bordo de la nave años más tarde. Por suerte poseo una copia del Diploma en escala 1:1 que aún atesoro entre mis más preciados bienes.


Las condecoraciones recibidas "Operaciones en Combate" (ARA) y "PNA en Malvinas" lucen pintadas en el puente del GC-77 "Golfo San Matías" (Foto: Facundo Rovira)

Diploma de condecoración "Operaciones en Combate" otorgada al
GC-77 "Golfo San Matías" por la Armada Argentina en Febrero de 1983
(Fuente: Colección Personal M.A. Aguilar)


Referencias
(1) En 1982 Oficial Principal, Comandante del guardacostas PNA GC-77 “Golfo San Matías”
(2) Debido a la intensificación de las acciones bélicas y el peligro a enfrentar, el cruce del GC-77 "Golfo San Matías" y de otros dos guardacostas que habían sido seleccionados (GC-73 y GC-79) fue desestimado y no se llegó a concretar.
(3) El armamento de dotación consistía en un cañón Oerlikon GAI BO1 de 20mm a proa (instalado apresuradamente durante el despliegue) y dos ametralladoras Browning M2HB de 12,7mm en popa.
(4) Nota del editor: parece difícil que aviones de transporte Lockheed L-188 Electra de la 1ra Escuadrilla de Sostén Logístico Móvil hayan detectado presencia submarina enemiga durante sus vuelos, pero esto fue lo informado al autor de la nota en ese momento. De haber existido ese tipo de contacto es presumible que se haya establecido por los Grumman S-2E Tracker de la Escuadrilla Antisubmarina.
(5) Código de emergencia utilizado internacionalmente como llamada de auxilio.
(6) El "Margot" junto a los pesqueros "Santa Eugenia" y "María Alejandra" y el buque de investigación pesquera "Capitán Cánepa", fue seleccionado para participar de la "Operación Relámpago", un arriesgado plan que consistía en el cruce desde la Isla de los Estados a Puerto Argentino de una flotilla de pesqueros (tripulados por personal de la Armada) con el fin de abastecer a las tropas argentinas. El plan fue desechado por el alto riesgo que implicaba el cruce y porque los buques hospital pudieron desembarcar los víveres necesarios en Puerto Argentino.
(7) Publicación informativa oficial de la Armada Argentina (gráfica y digital).


www.patrullerasargentinas.blogspot.com.ar

Francotiradores en la Guerra de Malvinas

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Francotirador, Argentina Regimiento de Infantería 24(Especial)          

Por Mayor Luis R. CARRANZA TORRES

El término "francotirador", al igual que su equivalente en inglés "sniper", como nos dice Martin Pegler, ha provocado sentimientos encontrados, que pueden definirse como una mezcla de respeto e inquietud, incluso entre los propios soldados.


Hay en ellos que los hace diferente, y una de las razones de dicho resquemor, con exento de cierta admiración, se halla dado por el hecho que "entre las tropas de combate, el francotirador era un personaje único debido a su capacidad de decidir sobre las vida y la muerte de la persona que veía a través de su mira telescópica. Muy pocos otros soldados se podían permitir el dudoso lujo de decidir a quién matar o cuándo hacerlo".

El primer francotirador de que se tiene registro durante el conflicto de Malvinas, fue uno inglés el mismo 2 de abril. Durante las operaciones que siguieron al desembarco, el comando naval Batista, el mismo que se haría mundialmente conocido por su foto escoltando a los marines británicos rendidos en la casa del gobernador.
Ocurrió cuando se acercaban a la casa del gobernador, luego de haber tomando los cuarteles desiertos de Moody Brook. Veinte años después de concluido el conflicto, contaría entre otras cuestiones tal momento, en un nota realizada por el diario Clarín: 


 “Fui con otros suboficiales adelante de la agrupación, y en la primera casa ya habíamos quedado combinados que íbamos a hacer combate de localidad; por lo tanto, rodeamos la casa. Fui por el frente y tomé a un francotirador de los ingleses que nos estaba esperando. Se sorprendió porque lo agarré desde atrás de una ventana. El soldado en cuestión estaba cubriendo el camino por donde venían los nuestros. Lo saqué afuera, lo dejé cuerpo a tierra, tiré la munición y el fusil e hice una señal de apoyo para que lo cubrieran por el fuego. Seguí adelante; hasta ese momento se escuchaban pocos disparos. Muy próximo a la casa del gobernador había unos matorrales muy tupidos y pastizales. Y un caminito donde habían puesto trampas cazabobos. Tomé entonces a dos Royal Marines que nos estaban esperando con todo. Se veía que estuvieron toda la noche aguardando nuestra llegada bien pertrechados y armados. Esta gente se sorprendió mucho. Luego, dejé a los prisioneros a cargo de otro comando que vino un apoyo y seguí hasta la casa del Gobernador”.

Malvinas tuvo un empleo especial en cuanto a los tiradores de élite. Se trataba de un terreno en su mayor parte deshabitado, con malas comunicaciones y posibilidades casi nulas de vivir del terreno. Es por ello que el francotirador independiente, que actuaba en solitario con independencia de sus unidades propias, fue un uso poco experimentado. en lugar de ello, los tiradores especiales permanecían con sus unidades, actuando cuando eran requeridos para "solucionar los problemas a medida que se iban presentando", en palabras de Pegler.

Soldado del Batallón de Infanteria de Marina N° 5 portado un FM FAL la primera versión argentina, culata de madera y guardamanos de plastico “baquelita” con rompe llamas que calzaba cuchillo bayoneta y no tubular como las versiones nuevas, donde se le agrego un visor telescópico para tirador selecto.

El sentimiento de superioridad propio del oficio, entre los francotiradores británicos, pronto desapareció frente a la muestras de pericia argentina. Como sucedió en otras guerras, aun soldados sin preparación especial, pero dotados de un innato sentido para la puntería y el ocultamiento, demostraron ser piezas siempre difíciles de atrapar, a la par que su peligrosidad comenzó a tomar ribetes de leyenda, como en el caso de Pedro en las luchas por las alturas previas a Puerto Argentino.


Ken Lukowiak cuenta de un francotirador argentino que desde el extremo sur del campo de aviación, en Darwin, los en sus orificios en un banco de turba, hasta que llegó un miembro del pelotón de francotiradores de la compañía de apoyo, el cual lo ultimó a una distancia de unos 1000 yardas.


Contarían sobre esa misma batalla dos paracaidistas que uno de sus compañeros había retrocedido  “bajo el fuego para recoger el cinturón de un soldado que contenía 100 cartuchos. Repentinamente, dio un grito y cayó al suelo. Un disparo de un francotirador le atravesó el cuello… cuando golpeó el suelo con su cuerpo ya estaba muerto”, contarían al The Sunday Times Insight Team. Nunca supieron de donde o quien había efectuado el disparo tan certero.


Frente a la peligrosidad de los snipers argentinos, que eran maestros en disparar y refugiarse entre las piedras, los británicos no quisieron tomar riesgos, y hacia el final de la guerra, no enfrentaban a los francotiradores con otros de su tipo, sino que buscaban de destruirlos utilizando misiles antitanques.


El método británico para suprimir francotiradores, provenía de largo tiempo atrás y en un escenario que no podía resultar más disímil al de Malvinas. Había ocurrido en la calurosa Adén, en 1967 y en un ambiente de combate urbano. Un francotirador, tan escurridizo como sus homólogos argentinos tiempo después, se había refugiado en una casa, haciendo fracasar, uno tras otro, todos los intentos de los francotiradores del 42º Comando de los Royal Marines de neutralizarlo. Hartos de no acertarle con sus fusiles de precisión, dispararon a la casa con un lanzagranadas contracarro Carl Gustav. Se trataba de un arma que disparaba granadas de poco más de dos kilos y medio a una distancia de 1.000 con efectos obviamente desbastadores para cualquier ser humano. Dicha arma fue también utilizada en Malvinas, aun cuando lo fue en menor medida que el misil antitanque Milan, destinado a suprimir bunkers y empleado también para acabar contra tiradores especiales argentinos especialmente duros, aun cuando se ocultaran en posiciones fortificadas. 


Francotirador, British Parachute Flegt,Falklans, 1982 

Gran Bretaña equipó inicialmente a sus francotiradores en Malvinas con el fusil L-42, que en realidad era diseño basado en el fusil Lee Enfield Nº 4 de la segunda guerra mundial, adaptado al calibre 7,62 mm y equipado con un cañón más pesado, manteniendo el antiguo visor de tres aumentos de éste. Con un peso total de 5,6 kg era cerca de medio kilo más pesado que el arma a la que reemplazó.

Su desempeño no fue feliz en los combates en las islas. Frente a los rigores del clima cuasi antártico, sus telescopios se empañaba, los tambores de ajuste presentaban problemas y el funcionamiento del cerrojo comenzaba luego de un tiempo a realizarse sólo forzadamente.


Sobre todo respecto de las miras telescópicas, éstas se sellaban de forma especial para impedir que penetrara la humedad, y se ubicaban dentro de cubiertas protectoras de cuero hasta el mismo momento de empleo, a más de cubrir la boca del fusil con cinta aislante. Pero ninguna de tales prevenciones, pareció ayudar mucho.


"Un francotirador de infantería dijo que este fusil se bloqueaba con tanta frecuencia que, en un acceso de irritación, lo tiró a un riachuelo y se hizo con un Fal argentino, que utilizó durante el resto de la campaña y le funcionó sin ningún fallo", comentará Pegler en la parte de su obra dedicada a los tiradores de élite en Malvinas."

Respecto de los argentinos, y su armamento, se utilizaron varios sistemas de armas, incluido el máuser modelo argentino con visores de puntería. Por caso, la compañía de Comandos 602 utilizó unos diez Máuser en calibre 300 Winchester Magnum con mira telescópica.  El más utilizado de todos fue el propio fusil FAL, con el aditamento de diversos sistemas de puntería, que se comportó de forma inmejorable frente a los rigores del clima. Algunos oficiales llevaron sus propios fusiles particulares, armas civiles para caza mayor, como el Remington 700, o el Weatherby 300. No obstante ello, en opinión de quienes han estudiado la cuestión como es Pegler uno de los mejores sistemas argentinos fue el fusil estadounidense National Match M 14 equipado con un visor nocturno de la misma procedencia AN/PVS-2. "Con ese conjunto, muchos francotiradores argentinos pusieron en serios aprietos a las fuerzas británicas en los ataques nocturnos". 

Miembros de 3 de PARA ingles en su camino hacia la batalla, uno porta un fusil con mira infrarroja. DATO: Pete Higgs primero de la foto, seria abatido en Monte Longdon. Guerra de Malvinas, 1982.

Durante los combates por Monte Harriet, la compañía L de los infantes de marina británicos tardó cinco horas de combate ininterrumpido en avanzar poco más de 600 metros, siendo en todo momento hostigados por un tirador nocturno. Cuando finalmente pudieron batirlo, cayeron en la cuenta que quien tenía esa precisión terrible, era un soldado conscripto de infantería.


Es que muchos de los mejores francotiradores argentinos durante la contienda, no proveían de fuerzas especiales, ni habían tenido entrenamiento especial para ello. Eran simples oficiales, suboficiales o soldados, equipados con un FAL con mira de luz residual y muy buena puntería, que se revelaron en la batalla, terriblemente eficaces.


No pocas veces, uno de ellos paralizó el avance de toda una compañía británica, o  diezmó a sus secciones con sus disparos.


Como cuentan Jofre y Aguiar, los francotiradores que los británicos refirieron les habían provocado bajas y el estancamiento del avance en las primeras etapas del ataque a monte Longdon, no eran “tiradores especiales, sino fusileros con anteojos de visión nocturna”.


En la misma batalla, cuando aproximadamente a las 5 de la mañana el soldado conscripto Horacio Cañeque, vio como algunos paracaidistas avanzaban hacia el puesto de comando de la compañía, sobre su flanco derecho, les diparó con su FAL, en cuyo cargador había puesto un proyectil trazante cada dos comunes para precisar la puntería en la noche. Y como escuchaba gritos y órdenes en inglés y sabia ese idioma, empezó a insultarlos en la misma lengua.


Francotirador británico portando un fusil Lee Enfield L42A1 de calibre 7.62x51mm

“Los insultos son lo primero que se aprende y yo tenia una pronunciación norteamericana bastante buena. Insulto a los gritos, vociferando, durante un rato. Tal vez por acciones como esta, los ingleses luego dirían que en Malvinas hubo American Special Forces o American Snipers", recordaría después en la obra Así Peleamos.


El hecho prueba las dudas, temores y disquisiciones que los tiradores argentinos provocaban en las mentes de los soldados británicos, aun siendo éstos militares profesionales.


Tal era la ofuscación, rabia, impotencia y furia que los francotiradores argentinos producían en los británicos, que éstos inclusive no les guardaban el respecto debido en virtud de la Convención de Ginebra una vez tomados prisioneros.


Adrian Weale y Christian Jennings expusieron, en su libro “Green Eyed Boys” que tras la batalla de Monte Longdon se produjo el fusilamiento de un soldado argentino herido.


El suboficial Gary “Louis” Sturge, estando en la tarea de enterrar a los caídos en combate, encontró un conscripto argentino vivo y luego de alejarse del grupo, desenfundó su arma y lo apuntó con ella, para luego dispararle. De nada valió que el prisionero herido le pidiera que no lo hiciera, o le mostrara su crucifijo, mostrándole que era también cristiano. Los gritos llevaron al capitán Anthony Mason hacia el lugar, viendo como el soldado argentino era baleado en la cabeza y caía sin vida al suelo. Al increpar a Sturge respecto de lo que había hecho, éste simplemente le contestó que “era un francotirador”.


Miembros de Compañia de Comandos 601 en la Isla Remolinos, uno de ellos porta un fusil Steyr SSG 69 para francotirador, calibre 7.62x51mm OTAN.

A más de la cuestión inherente al crimen de guerra que supone ajusticiar a un prisionero desarmado y herido, el hecho muestra los sentimientos en no pocos soldados ingleses, que la efectividad de los tiradores de élite argentinos provocaba.


Uno de quienes experimentaron en carne propia la precisión de los tiradores especiales argentinos, fue el teniente Robert Lawrence, durante el combate de Tumbledown, cuando trataba de tomar con sus hombres un área de administración y abastecimientos argentina en dicha elevación.


Como suele suceder en el fragor de los combate, no se cae en la cuenta que uno es blanco de un tirador especial, hasta que es demasiado tarde. En dicha ocasión, uno de los hombres que avanzaba con el teniente Lawrence, el guardia escocés de la reina McEnaggart se le volvió para decirle:


-Disculpe señor, pero creo que me han herido.


El teniente estaba por decirle que no dijera estupideces, cuando observó que había sido rozado por una bala en el hombro derecho.


British Sniper, Parachute Regiment, Falklands War 1982

Luego de ello, mientras caminaban, él fue el siguiente blanco. Y como lo contaría en el libro de su historia personal: "Ocurrió segundos más tarde. Sentí un estallido en la parte posterior de la cabeza y creí haber sido embestido por un tren y no alcanzado por una bala. En realidad se trataba de una bala de alta velocidad que se trasladaba a una velocidad de 3800 pies por segundo y la onda de choque y turbulencia del aire fueron las causantes de tanto daño. Eso lo supe después. En ese momento todo cuanto supe era que mis rodillas habían desaparecido y caí al suelo, totalmente paralizado".


El disparo le atravesó su cabeza. Pudo recuperarse, si bien arrastró consecuencias a nivel de motricidad no menores.


La unidad cuyos francotiradores fueron más respetados por los británicos, fue la del 7º Regimiento de Infantería durante el combate de monte Longdon. Una vez más, la combinación del fusil de asalto FAL con aparatos para visión nocturna estadounidenses, se reveló devastadora. Una compañía inglesa entera, fue detenida por horas en su avance por la acción de un solo de estos tiradores. “Los hombres se encontraron batidos más de una vez por el mismo francotirador, un terrible tributo a la precisión del fuego de los argentinos”, dirán luego en su obra Max Hasting y Simón Jenkins.


Entre los tiradores argentinos que se destacaron en la guerra, muchos fueron héroes anónimos, que combatieron hasta morir, aislados de sus unidades, protegiendo su repliegue o, simplemente, negándose a rendirse. Es por ello que algunos de sus nombres, aun al día de hoy son desconocidos.


Sin embargo, de entre los conocidos, se destaca el  Cabo 1º de la infantería de marina Carlos Rafael Colemil, en los combates de Monte Longdon.  Este Chubutence pertenecía a una compañía de ametralladoras, pero se reveló un tirador emboscado sobresaliente en tal lucha.


Durante tales combates, también ganaría su apodo. Una bala inglesa le cortó a lo largo de su cabeza, por el cuero cabelludo. Por la cicatriz que le quedó, le pusieron "alcancía". Al quedar aislado de los suyos y rodeado por los ingleses durante el combate nocturno, pese a la herida, vendada muy improvisadamente, se dedicó a sembrar la confusión entre los ingleses, movilizándose cuerpo a tierra entre las piedras, con un FAL con visor nocturno. No se sabe cuántos eliminó, deteniendo el avance por horas, antes de escabullirse a las líneas argentinas, luego de haber agotado tres cargadores de veinte tiros cada uno en su tarea.


Fuentes utilizadas por el autor
*Pegler, Martin, Los Francotiradores, Osprey Publishing- RBA Coleccionables, Barcelona, 2009.
*Fundación Malvinas. Malvinas, historias ocultas de la guerra, Ediciones del Boulevar, Córdoba, 2011 *Lawrence, John y Lawrence, Robert con Carol Prince, Después de la batalla. Una historia personal de la batalla de Puerto Argentino (Tumbledown Mountain) y sus consecuencias, Editorial R.E.I. argentina, Buenos Aires, 1989.
*Braslavsky, Guido,  Cómo fue el 2 de abril, contado por el hombre que hizo rendir a los ingleses, aparecido en Clarín del lunes 1º de abril de 2002
*Jenkins, Simon y Hasting, Max, La batalla por las Malvinas, Emecé, Buenos Aires, 1983.
*The Sunday Times Insight Team, Una cara de la moneda – The Falklands war, Editorial Hyspamérica, Buenos Aires, 1983.
*Héroes de Malvinas Nº 10, En el horizonte el enemigo. Año 4, abril de 2010.
*AAVV, Así Peleamos: Malvinas. Testimonios de veteranos del Ejercito, Biblioteca Soldados, Ed. Fundación Soldados, Buenos Aires, 1999.
*Lukowiak, Ken, A Soldier’s Song: True Stories from the Falklands, Orion Books Limited, 1999.
*The Falkland Islands. A history of the 1982 conflict. Battles of the Falklands Conflict
*Mount Harriet - 11/12 June 1982. Disponible en Internet desde: http://www.raf.mod.uk/falklands/harriet1.html (último acceso: 19/08/2011)
*Jofre, Oscar y Aguiar, Felix, Malvinas. La defensa de Puerto Argentino, Círculo Militar, Buenos Aires, 1990.
*Jennings, Christian y Weale, Adrian, Green Eyed Boys. 3 Para and battle for Mount Longdon, Harper Collins, 1996

Sobre el autor:
Mayor Auditor de la F.A.A., Coordinador de la Cátedra Fundamentos Jurídicos. Profesor de la asignatura: Derecho Internacional Público, Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional de los Conflictos Armados en el Escuadrón Estudios del Cuerpo de Cadetes (EAM)


www.eam.iua.edu.ar

¡Hundan al portaaviones!

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A fines de abril de 1982, mientras los submarinos nucleares británicos tomaban posición en el Atlántico Sur, se produjo un intenso debate sobre los medios para neutralizar la principal amenaza argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo. El submarino HMS Splendid estaba en condiciones de lograrlo. Pero la Regla de Enfrentamiento 206 se lo impedía.

Alejandro J. Amendolara es abogado especialista en Derecho de las Telecomunicaciones e investigador sobre el Conflicto por las Islas Malvinas de 1982. Ha publicado varios artículos sobre la actuación del submarino ARA Santa Fe en el diario La Nación y en la revista especializada Warship World de Gran Bretaña. Actualmente se encuentra preparando la tesis para su Maestría en Historia de la Guerra sobre aspectos del Conflicto del Atlántico Sur.


El 30 de diciembre de 1943. Los operarios del astillero inglés Cammell Laird & Co. festejaban la botadura del portaaviones HMS Venerable para la Royal Navy. Llegaría a principios de 1945 para contribuir al esfuerzo bélico aliado en los tramos finales de la Segunda Guerra Mundial. Difícilmente se hubiera podido imaginar entonces que casi cuarenta años después, ese mismo buque sería frenéticamente buscado por los periscopios de los submarinos de la propia Royal Navy para enviarlo al fondo del océano.

Durante el conflicto de Malvinas en 1982, la amenaza más importante a las intenciones británicas de recuperar las islas la constituía el portaaviones ARA 25 de Mayo –incorporado a la Armada Argentina en 1969, si bien para entonces el buque había sufrido el paso del tiempo y dificultades en su mantenimiento. Su componente aéreo, cazabombarderos Skyhawk, aviones antisubmarinos Tracker y helicópteros, enfrentaba serios problemas en su operatividad originados en el embargo de armas dispuesto por los EE.UU. pocos años antes. El desafío para los servicios de inteligencia británicos era determinar si los aviones Super Etendard, con sus mortíferos misiles Exocet, estaban operativos y si podrían utilizar el ARA 25 de Mayo para operar en alta mar. Luego de varios informes contradictorios, el Comité Conjunto de Inteligencia británico había llegado a una conclusión para el 19 de abril: los Super Etendard no podrían ser utilizados desde el portaaviones sino que se emplearían desde las bases terrestres. Con ello, la amenaza parecía reducirse. Pero aún quedaban sus aviones cazabombarderos Skyhawk A-4, con un radio de acción máximo de 500 millas náuticas, suficiente para preocupar al almirante Sandy Woodward, comandante de la Fuerza de Tareas Británica. De alguna forma, los británicos debían neutralizar el portaaviones.


Portada del diario inglés The Sun del 17 de abril de 1982, anunciando que el portaaviones ARA 25 de Mayo encabezaba la flota argentina para interceptar los buques de la Fuerza de Tareas británica.(Colección del autor)

Pocos días antes, el 12 de abril, el submarino HMS Spartan había llegado a las aguas próximas a Puerto Argentino, luego de 11 días de navegación desde su base en Escocia. Con su arribo se hizo efectiva la Zona de Exclusión Marítima (ZEM), anunciada por los británicos el 9 de abril, consistente en un círculo de 200 millas náuticas de radio a partir de un punto ubicado aproximadamente en el centro de las islas. Pero esta regla sólo se aplicaba a buques argentinos. Esta restricción sería “sin perjuicio del derecho del Reino Unido de tomar cualquier medida adicional que se requiera en ejercicio de su derecho a autodefensa, en los términos del artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”, cláusula adicional que acompañaba el anuncio de la ZEM.

Dos días más tarde —14 de abril—, el comandante del HMS Splendid, Commander Roger Lane-Nott, envió un mensaje a Northwood (1) anunciando que se encontraba en posición entre las islas y el continente. Poco más tarde se le ordenó dirigirse más al norte para localizar al ARA 25 de Mayo.

La Royal Navy presionaba al Gabinete de Guerra para tener Reglas de Enfrentamiento (2) más flexibles. Los submarinos nucleares (SSN) no podían atacar buques de superficie a menos que fuera en defensa propia, pero sí a submarinos convencionales que fueran detectados. El Gabinete de Guerra se reunió en la mañana del 22 de abril y discutió que si se decidía interceptar al grupo del portaaviones con uno de los submarinos, a éste le tomaría unas 36 horas para llegar a la posición estimada. Entonces, se consideró que como no podía ordenarse un ataque sobre el portaaviones con las reglas de enfrentamiento existentes, no tenía sentido emplear un SSN sólo para exploración. Pese a ello, el 23 de abril, el HMS Splendid detectó el portaaviones navegando hacia el sur a pocas millas de la costa desde su base de Puerto Belgrano. Como el submarino se encontraba muy alejado de la ZEM, no podía atacarlo. Inmediatamente transmitió un mensaje para obtener el cambio en las Reglas de Enfrentamiento y así atacar al buque. Al recibir el rechazo de su pedido, el comandante del submarino recuerda: “Fue un momento extremadamente frustrante. Realmente pensé que lo tenía”. El HMS Splendid debió abandonar el contacto. Ese día se envió un mensaje de advertencia al gobierno argentino, difundido ampliamente en los medios: El Gobierno de Su Majestad desea dejar en claro que cualquier aproximación por parte de buques de guerra argentinos, incluyendo submarinos, embarcaciones auxiliares o aviones militares que puedan constituir una amenaza e interferir con la misión de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur, se enfrentarán a una respuesta adecuada. 


(1) Cuarteles de las Fuerzas Armadas Británicas para el planeamiento y conducción de operaciones militares de ultramar.

(2) Reglas de Enfrentamiento: Directivas emitidas por la autoridad política/ militar competente que determinan las circunstancias y limitaciones bajo las cuales las fuerzas propias inician y/o continúan el combate contra otras fuerzas enfrentadas.

Ante la proximidad de la Fuerza de Tareas a las Malvinas y los nuevos informes de inteligencia, el día 24 se ordenó nuevamente al HMS Splendid realizar exploración y prepararse para acciones ofensivas contra el portaaviones. El 26 de abril, a la altura de Comodoro Rivadavia, el HMS Splendid avistó a dos destructores argentinos, el ARA Hércules y el ARA Santísima Trinidad, navegando hacia el sur a lo largo de la costa argentina, acompañados de tres fragatas armadas con misiles Exocet. Luego de una persecución de 24 horas, inexplicablemente, recibió la orden de suspender la persecución para ir a buscar el portaaviones más hacia el norte. “No podía entender por qué querían que me alejara de los escoltas, cuando en el curso normal —por definición— el portaaviones debía reunirse con ellos o viceversa”, manifestó Lane-Nott. Ese mismo día se presentó en Chequers (3) la necesidad de preparar específicamente un ataque sobre el portaaviones. Todos los ministros coincidían en que resultaba esencial proteger a la fuerza anfibia de desembarco en el momento de máximo peligro. El primer paso era el cierre de la pista aérea de Puerto Argentino para evitar que cualquier aeronave pudiera interferir en un desembarco.

El ARA 25 de Mayo quedaría entonces relegado para un delicado segundo paso. En esa reunión del Gabinete de Guerra, el Primer Lord del Almirantazgo, Sir Henry Leach, advirtió que las defensas aéreas británicas podrían quedar muy expandidas de no neutralizar el portaaviones. John Nott, secretario de Defensa, se preocupaba por la “horrible lógica” que veía con el ataque a los aeropuertos como una movida después de aquélla. William Whitelaw, secretario de Interior, se preguntaba si la opinión pública estaba lista para el hundimiento de un portaaviones. Mientras que la Primer Ministro, Margaret Thatcher, tenía la visión de que sería más aceptable que los ataques sobre los aeródromos, que podían ser interpretados como poniendo en riesgo a civiles. Si bien Leach compartía la posición, insistió en que era esencial anular el portaaviones para la seguridad de la fuerza anfibia, y que se necesitaba hacerlo a más tardar para el 3 de mayo. Se asumió que era una decisión muy trascendente como para tomarla en ese momento, por lo que en una nueva reunión Nott debía presentar las Reglas de Enfrentamiento apropiadas por si resultaba necesario atacar al portaaviones, y sobre la posibilidad de realizar una advertencia previa al gobierno argentino.

Resultaba esencial para la seguridad de la Fuerza de Tareas británica que se tomaran medidas preventivas para neutralizar un ataque. Al día siguiente —27 de abril—, Lewin propuso un borrador que incluía: la naturaleza, alcance y tiempos de la amenaza impuesta por el portaaviones; las operaciones disponibles para el Comandante de la Fuerza de Tareas para proteger la fuerza anfibia; las implicancias de inducir la amenaza, ya sea autorizando ataques preventivos o declarando zonas especiales; las ventajas y desventajas de otorgar una advertencia de las intenciones británicas, y la acción a tomar en relación a los sobrevivientes de un eventual ataque.

(3) Residencia campestre del primer ministro británico, ubicada al sudeste de Aylesbury, Buckighamshire.

Portada del diario inglés Daily Mirror del 5 de abril de 1982, mostrando a los portaaviones ARA 25 de Mayo y HMS Invincible como los buques “en curso de colisión para la guerra”.(Colección del autor)

Entonces surgió el problema más crítico: la Regla de Enfrentamiento 206. Bajo esta regla, se delegaba la autoridad para asumir que el ataque de una unidad enemiga era el primero de un conjunto de ataques múltiples coordinados. Así, se podría atacar a todas las “unidades amenazantes” para reducir el eventual riesgo sobre la Fuerza de Tareas. El alcance del concepto “unidad amenazante” podría variar, pero en casi todos los supuestos incluía el portaaviones. Pero la regla –que aparentaba ser suficiente— sólo se aplicaba a aeronaves o buques de la Royal Navy, no a los submarinos.

El día 28, el Gabinete de Guerra recibió un informe que describía la amenaza del ARA 25 de Mayo: Los argentinos tienen un portaaviones viejo. De todas formas, puede llevar de 7 a 9 Skyhawks y, posiblemente, hasta 5 aviones Super Etendard. Ambos tipos de aeronaves tienen capacidad para montar ataques aire superficie y aire-aire a una distancia de 400 millas del portaaviones. Los 6 aviones Tracker pueden realizar operaciones de vigilancia hasta 500 millas del portaaviones, otorgándole la capacidad para dirigir otras unidades aéreas o navales hacia posiciones de ataque, al igual que emplear en ofensiva sus aviones propios.

La mejor defensa era “neutralizarlo”, atacándolo en alta mar donde quiera que estuviera. Pero, mientras el ataque en alta mar brindaba la “más económica y certera perspectiva de neutralizar la amenaza”, el Ministerio de Defensa reconocía que sería difícil de establecer la “base legal para semejante acción, y que la reacción a ello podría ser perjudicial”. La recomendación era para la decisión de hundir al portaaviones una vez que una unidad argentina atacara. Ese mismo día, con la imposición de la Zona de Exclusión Total (ZET), llegaron las nuevas Reglas de Enfrentamiento. Se dividió la ZET en cuatro cuadrantes y se ordenó su patrulla a los tres submarinos en el área. Ningún submarino podría ingresar en las áreas asignadas a los otros, salvo que estuviera en “persecución caliente” de un buque enemigo. Para la tarde del 30 de abril, se reunió nuevamente el Gabinete de Guerra, esta vez con un asesor legal del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Éste dijo que cualquier amenaza debía ser demostrable. Sólo podía usarse la fuerza si el portaaviones estaba lo suficientemente cerca para montar un ataque aéreo. El Jefe de Estado Mayor de Defensa, Sir Terence Lewin, cuya visión era cercana a la de Leach, argumentaba como peor caso que el portaaviones podría cubrir 500 millas en un día y que además llevaba aviones con un radio operativo de 500 millas, con lo que siempre estaría en condiciones de amenazar a la Fuerza de Tareas. “Tuvimos cierta dificultad en persuadir a los ministros que el 25 de Mayo era un buque con cañones de 250 millas de alcance”, escribiría más tarde Lewin. Así, el Gabinete entendió que resultaría suficiente la advertencia abierta del 23 de abril para que los argentinos no interfirieran con la misión de la Fuerza de Tareas, con lo que prevaleció la visión de Lewin.

Portada del diario inglés The Sun del 16 de abril de 1982, con el titular “Aquí viene el enemigo”, con expresiones del Ministerio de Defensa británico sobre “indicios que sugieren que la flota argentina navega al sur”.(Colección del autor)

De este modo, el Gabinete de Guerra decidió cambiar las Reglas de Enfrentamiento para permitir a todas las fuerzas atacar al portaaviones fuera de la ZET —incluyendo los submarinos nucleares—, aun si no hubiera habido un ataque previo sobre la Fuerza de Tareas, excepto que estuviera al norte del paralelo 35° S y al oeste del meridiano 48° O (en triángulo con la costa de Uruguay), o dentro de las 12 millas de la costa argentina. Nott expresó más tarde que “ya le habíamos dado al almirante Woodward las reglas de enfrentamiento, permitiéndole atacar al portaaviones argentino 25 de Mayo donde quiera que lo encuentre, dentro o fuera de cualquier zona de exclusión”. Si el portaaviones era detectado, su suerte estaría echada.

Temprano en la mañana del 1° de mayo, se recibió un nuevo informe de inteligencia sobre la posición del ARA 25 de Mayo, con lo que desde el Cuartel de Northwood se emitió un mensaje de radio al Splendid y al Spartan para buscar el portaaviones. Por problemas en sus comunicaciones, el Splendid no recibió inmediatamente el mensaje. Por su lado, si bien el Spartan recibió el mensaje, su comandante, Commander James B. Taylor, asumió que el portaaviones se encontraba en el cuadrante del Splendid, con lo que se inhibió de dirigirse a la posición estimada. El portaaviones argentino —sin saberlo— se escabullía una vez más. Ante la ausencia de noticias sobre la posición del portaaviones, Woodward ordenó que sus aviones intentaran la búsqueda. A las 03.30 de la madrugada del 2 de mayo despegó uno de los Sea Harrier, piloteado por el Flight Lieutenant Ian Mortimer, del 801 Squadron a bordo del HMS Invincible, quien, a 200 millas al noroeste de la Fuerza de Tareas, había encontrado con su radar lo que aparentaba ser el ARA 25 de Mayo y sus buques escolta, regresando apresuradamente al portaaviones. Entonces, Woodward concluyó —acertadamente—, que el grupo del portaaviones estaba planeando un ataque al amanecer.

En efecto, en el ARA 25 de Mayo se estaban alistando las aeronaves para realizar un ataque al amanecer —si bien la misión se canceló poco después y el buque y sus escoltas pusieron proa hacia el continente—.

Pero, esto era sólo la mitad del problema. El grupo del crucero ARA General Belgrano que se aproximaba por el sudoeste era la otra mitad de la amenaza. La única opción que se presentaba a los británicos era eliminar uno de los brazos de la pinza. La elección recayó sobre el crucero, perseguido silenciosamente por el submarino HMS Conqueror, al mando del Commander Chris Wreford-Brown. Woodward remarcó: “Me encuentro obligado a decir que, si aun el Spartan hubiera estado en contacto con el 25 de Mayo, hubiera recomendado en la forma más enfática posible de atacar ambos esa noche”. Ese mismo día 2, en una reunión informal en Chequers de la mayoría de los miembros del OD (SA) (4), siguiendo una revisión previa de la situación por los Jefes de Estado Mayor, se cambiaron las reglas para “permitir ataques sobre cualquier embarcación naval argentina en alta mar”, tal como el 30 de abril se había acordado sólo para el ARA 25 de Mayo. El destino del Belgrano quedaba así sellado.

(4) OD (SA): Defense and Oversea Policy Committee, Subcommittee on the South Atlantic and Falkland Islands.

Submarino HMS Splendid (S106), de la clase Swiftsure, botado en octubre de 1979. Foto autografiada por Cdr. R. C. Lane-Nott. El submarino zarpó de su base de Faslane hacia el sur el 1° de abril de 1982.


“Existía una clara amenaza militar de la cual no podíamos hacer caso omiso sin pecar de irresponsabilidad”, manifestó Thatcher. “Fue una de las decisiones más fáciles de toda la guerra”, expresó Nott. La decisión se tomó tan sólo dos horas antes de que comenzara en Washington la reunión entre el Secretario de Relaciones Exteriores, Francis Pym, y Alexander Haig, quien le presentaría a aquél la propuesta de paz peruana. Al atardecer del 2 de mayo la amenaza había terminado. Los temores sobre la efectividad de los submarinos nucleares se habían materializado. La Flota de Mar argentina se replegó a aguas poco profundas, sin que se le presentara en el resto del conflicto otra oportunidad favorable para un nuevo ataque decisivo. El ARA 25 de Mayo, con problemas de propulsión, quedó al resguardo en aguas poco profundas, no sin antes desembarcar su componente aéreo para continuar la lucha desde bases terrestres.

La respuesta llegaría dos días después, pero desde el aire, y la víctima sería el destructor británico HMS Sheffield.


Submarino HMS Conqueror (S48), de la clase Churchill, botado en agosto de 1969. Al mando del Cdr. Lt. C. Wreford-Brown, el submarino participó de las operaciones en Georgias del Sur, para luego ser reasignado a un área de patrulla al sudoeste de Malvinas, en donde el 2 de mayo de 1982 torpedeó y hundió el ARA General Belgrano. (Colección del autor)

BIBLIOGRAFÍA
• The Official History of the Falkland Campaign, vol. II, por Sir LAWRENCE FREEMAN, Routledge, Londres, 2005.
•We Come Unseen, por JIM RING, John Murray Publishers, Londres, 2001.
• The Silent Service, por JOHN PARKER, Headline, Londres, 2001.
• Los Años de Downing Street, por MARGARET THATCHER, Editorial Sudamericana, Buenos Aires,1994.
• Here Today, Gone Tomorrow, por Sir JOHN NOTT, Politico’s Publishing, Londres, 2002.
• Lewin of Greenwich, por RICHARD HILL, Cassell & Co., Londres, 2000.
• Los Cien Días, por SANDY WOODWARD, Editorial Sudamericana, 1992.


Por Alejandro J. Amendolara

Redigitalizado y recompaginado
por Marcelo R.Cimino


Interdefensa Militar Argentina


www.centronaval.org.ar

www.interdefensamilitar.com 

Los aviones B-200 durante la Guerra de Malvinas

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por Claudio “Growler” Caputti

La guerra por Malvinas generó una enorme cantidad de hechos e historias que se han ido conociendo a lo largo de los años, pero aún resta mucho por conocer ya que muchas de esas historias no han tenido amplia difusión o han sido opacadas por las acciones más resonantes desde el punto de vista militar. Este parece ser el caso del accionar durante la guerra de los Beechcraft B-200 King Air del Comando de Aviación Naval (COAN), los cuales tuvieron una intensa e importante actividad, ya que por ejemplo fue el modelo que prácticamente voló durante todos los días del conflicto y llevó a cabo importantes misiones de vigilancia, reconocimiento, búsqueda y rescate, enlace, apoyo radioeléctrico, traslado de personal, etc.


La Escuadrilla Aeronaval de Reconocimiento integró el llamado Grupo de Tareas 80.1 con asiento en la base aeronaval Almirante Quijada de Río Grande (RGD) quedando formalmente conformada el día 12 de Abril de 1982 y disponiendo como material de vuelo a cuatro B-200 King Air entre los que se encontraban el 4-G-43, 4-G-44, 4-G-45 y 4-G-46 completando la dotación con dos Beech Queenair 65 conocidos como BE-80F dotados de equipamiento aerofotográfico e identificados como 4-F-21 y 4-F-22.



Controlando a los vecinos

Una de las primeras y más importantes funciones asignadas a la unidad fue el reconocimiento fronterizo de Tierra del Fuego realizando distintas misiones de vigilancia y reconocimiento tanto sobre tierra y mar. Los registros indican que se efectuaron 37 vuelos que totalizaron unas 487 horas de vuelo, debiendo destacarse algunas acciones poco conocidas. El 25 de Abril un B-200 detectó en la zona insular de la isla al patrullero chileno Castor que se encontraba en las proximidades del puesto de vigilancia y señales “Colón”, en tanto que cuatro días después el 4-G-45 localiza tres lanchas torpederas de la marina chilena en las cercanías de la Isla Nueva, en el Canal de Beagle. Los vuelos de vigilancia y reconocimiento se extendieron a todo lo largo del conflicto realizando los trayectos entre Río Grande, Ushuaia y Río Gallegos, además de los distintos patrullajes en la zona costera de Tierra del Fuego, Isla de los Estados, Cabo Vírgenes , Cabo de Hornos y Canal de Beagle.


En varias ocasiones se realizaban hasta dos vuelos diarios de reconocimiento de frontera a modo de mantener una vigilancia permanente sobre la isla de Tierra del Fuego, una zona de suma importancia para Argentina porque allí se encontraba la base de Río Grande donde operaban los Dagger, A-4Q, Super Etendard y otras aeronaves tanto de la FAA como del COAN. En tanto por el norte de la isla se encuentra el Estrecho de Magallanes próximo a Río Gallegos, otra de las bases neurálgicas de la FAA y el COAN.



También se singular importancia fueron las misiones de asistencia y apoyo al desplazamiento de distintas aeronaves del continente hacia las Islas Malvinas. En tal sentido los B-200 dieron apoyo radioeléctrico y de navegación a los desplazamientos de los Aermacchi MB-339, Beech T-34C Turbo Mentor, Short Skyvan, Fokker F-28, L-188 Electra, helicópteros Sea King, Puma e incluso a dos secciones de A-4Q Skyhawk en misiones de ataque hacia las Islas Malvinas. Cuando el conflicto finalizaba, el 5 de Junio, el B-200 4-G-43 brindó apoyo al repliegue de los dos Aermacchi MB-339 que regresaron al continente.

No menos importante fue el accionar de los B-200 durante las tareas de búsqueda y rescate de los náufragos del crucero General Belgrano, el traslado de repuestos para los Turbo Mentor en la isla Borbón, vuelo que evacuó al continente el Primer Teniente Perona derribado el día anterior, o el apoyo a la operación de los Sea King el 1º de Junio en la evacuación de la estación aeronaval Calderón.



En cuanto a las acciones de los BE-80F, el 4-F-22 realizó dos despliegues a las Islas Malvinas, el 26 y 29 de Abril a fin de realizar un relevamiento fotográfico de la zona del aeropuerto de Pto. Argentino, Calderón y otros sitios de interés. Para tener una idea de la intensidad de uso de los aviones, el 30 de Abril el 4-F-22 regresó de Malvinas aterrizando a las 13:25 hrs en Río Grande tras un vuelo de casi cuatro horas; dos horas después ya estaba nuevamente en vuelo realizando una misión de reconocimiento de frontera. Los B-200 sólo disponían de un sistema VLF Omega de navegación y un radar meteorológico, pero carecían de equipamiento acorde a las tareas asignadas, tal como un radar de exploración, lanzadores de líneas de vida o equipo de apoyo electrónico. La experiencia de Malvinas más tarde se canalizaría en el programa Cormorán equipando a algunos King Air de sistemas y equipos que en Malvinas hubieran sido de gran utilidad.


Cuando concluyó el conflicto, la unidad había realizado 117 vuelos y sumado 209 horas de vuelo. De los 45 días que duraron las hostilidades, la unidad voló 41 días, una cifra que ninguna otra unidad de la FAA, COAN o Ejército lograron.


Historia de la Aviación Naval Argentina Tomo III (Conflicto del Atlántico Sur)

Fotos: de distintos autores


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La primera vez que entró en combate una embarcación argentina con un helicóptero inglés

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El guardacostas “Islas Malvinas” fue el primero en entrar en combate el 1º de mayo de 1982 a las 15:20 horas, cuando se encontraba fondeado en la bahía Anunciación y fue sobrevolado por un helicóptero Sea King inglés. Fue atacado con fuego de ametralladora. En ese instante, se estaba librando el primer combate aeronaval de la historia contemporánea argentina, que significó el bautismo de fuego del guardacostas “Islas Malvinas”.

Enseguida, la nave de la Prefectura Naval Argentina respondió con armamento para repeler el ataque, causándole averías a la nave enemiga. En la contienda, resultó herido el cabo maquinista Antonio Grigolatto, luego de haber agotado las municiones de su armamento.

En esta acción, también cabe destacar la valerosa y decidida acción del ayudante de tercera Marcelino Blatter quien, al ver que no se podía levar el ancla atascada en el fondo rocoso, se desplazó por la cubierta de proa (desde donde venía el ataque) portando como única arma una sierra de mano. Con ella, en un titánico esfuerzo, pudo cortar la gruesa cadena y recuperar la maniobrabilidad del buque. Éste, al aumentar su capacidad de defensa, motivó la retirada de la aeronave enemiga y el guardacostas pudo reiniciar la navegación ya que era imperioso el traslado del cabo segundo Antonion Grigolatto (herido de consideración).

En el caso del guardacostas, sufrió numerosos impactos en la superestructura. Y, pesar de haber sufrido el 30 de abril una avería en una hélice y línea de eje que limitaba su capacidad propulsora al 50 por ciento – que no pudo subsanarse-, cumplió igualmente con todas las misiones encomendadas. Finalizadas las operaciones, fue apresado por las fuerzas invasoras.


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El secreto del A.R.A Salta

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El contenido de este artículo se basa en varias entrevistas realizadas por el autor al ex-Comandante del ARA Salta en el mes de julio de 2001 y en los documentos personales inéditos del citado oficial.

Jorge Rafael Bóveda es abogado, graduado en la Universidad de Buenos Aires y autor de numerosos trabajos de historia naval argentina, entre los que se destacan sus trabajos vinculados al conflicto del Atlántico Sur.

Boletín del Centro Naval
Número 833
MAY / AGO 2012


El 2 de abril de 1982 el ARA Salta (S-31), uno de los dos submarinos de origen alemán clase 209 (1) con que contaba la
Armada Argentina —y el que en teoría estaba en mejores condiciones operativas—, se encontraba en puerto Madryn
haciendo pruebas de calibración de su telémetro acústico pasivo (2) con la colaboración de algunos técnicos franceses de la firma que había diseñado el equipo. A poco de conocida la noticia del desembarco argentino en Malvinas, los franceses regresaron a su país sin concluir los trabajos (3). La Fuerza de Submarinos pasó entonces a depender en forma directa
del Comandante de Operaciones Navales (Vicealmirante Juan José Lombardo), debiendo el Comandante de la dicha Fuerza (COFUERSUB) y su Estado Mayor trasladarse a la Base Naval de Puerto Belgrano (BNPB)(4).

(1)El otro era el ARA San Luis (S-32). Capitán de Fragata Fernando M. Azcueta.

(2)Dispositivo que le permite al submarino escuchar o buscar un blanco sin emitir.

(3)con el Capitán de Navío (RE) Jorge Ernesto Papa del /03/2001 ex-Jefe de logística de la Fuerza de Submarinos durante el
conflicto de 1982.

(4)Entrevista del autor con el Vicealmirante (RE) J.J. Lombardo del 6 de julio de 2000.


Durante las pruebas realizadas, luego de un prolongado período en dique seco por razones de mantenimiento, se advirtió que el submarino hacía ruidos de cierta intensidad mientras navegaba en superficie y en inmersión, que lo convertirían en presa fácil de los destructores y helicópteros antisubmarinos enemigos. No se conocía entonces con exactitud el origen de tales ruidos. El COFUERSUB decidió que el buque fuera sometido a una revisión completa en dique seco antes de zarpar en patrulla de guerra. Fue durante este período que su Comandante debió ser relevado por problemas de salud. Ello impidió que el buque completara su período de alistamiento y pruebas en el mar. El relevo del Comandante de la unidad a pocos días de iniciado el conflicto con Inglaterra incidió negativamente en la moral de la plana mayor y tripulación del buque.

El Vicealmirante Juan José Lombardo (5), un veterano oficial de submarinos, y el entonces COFUERSUB (Capitán de Navío Eulogio Moya Latrubesse) se abocaron a la búsqueda urgente de un reemplazante que pudiera alistar el buque para su rápido despliegue a la zona de operaciones (6). La elección recayó en el Capitán de Fragata Roberto F. Salinas, a la sazón edecán naval del Presidente de la República (7). Este oficial había egresado en el segundo lugar de su promoción de la Escuela Naval Militar, era ex-Comandante del ARA Salta y le precedía una reputación de submarinista experimentado con una intachable foja de servicios.

(5) Graduado en 1966 del Prospective Commanding Officers Course (Curso de Capacitación para futuros Comandantes de submarinos) en New London, Connecticut, EE.UU.

(6) Entrevista antes mencionada con el Vicealmirante (RE) J.J. Lombardo.

(7) El Capitán Salinas se desempeñó como edecán naval de los presidentes Roberto E. Viola, Leopoldo F. Galtieri y Reynaldo A. Bignone. Fue él quién atendió el famoso llamado que el Presidente Ronald Reagan le hizo al General Galtieri con el objeto de evitar el conflicto armado entre ambos países.


 
El 13 de abril de 1982 el Capitán Salinas recibió una comunicación del Director general de personal Naval (DgpN) ordenándole hacerse cargo del “comando accidental” del ARA Salta (9), para lo cual debía presentarse en el término de 24 horas en la BNpB. La noticia lo sobresaltó pues hacía poco más de dos años que no ejercía el comando de un submarino clase Salta, desconocía por completo el estado de adiestramiento de la nueva dotación y la situación operativa de la unidad. Para agravar aún más las cosas, la Fuerza de Submarinos argentina no sólo carecía de experiencia de combate, sino que desconocía también la capacidad antisubmarina desplegada por el enemigo, dado que Inglaterra no constituía una hipótesis de conflicto para la Argentina. por esa misma razón no habría habido una doctrina de ataque preestablecida por la Armada para hacer frente a la flota inglesa. En ese contexto no cabía otra alternativa que improvisar sobre la marcha y esperar lo mejor.

Al día siguiente se presentó ante el COFUERSUB para asumir su nuevo comando, pero se le informó que no podría hacerlo hasta el 17 de abril, pues el buque acababa de salir de dique seco y estaba siendo sometido a una prueba de ruidos en aguas de El Rincón (10) bajo el mando del segundo, Capitán de Corbeta Esteban J. Arata. Este oficial se había desempeñado como subdirector de la Escuela de Submarinos en Mar del Plata cuando Salinas ocupaba el cargo de director, por lo que ambos oficiales se conocían bien.

(9) Cumplió comando entre el 03/04/79 y el 12/02/80

(10) Franja de mar contigua a la ría de Bahía Blanca que se extiende aproximadamente entre las localidades de Monte Hermoso y el norte de Bahía San Blas (Caleta Brickman).


Al regresar el buque de una corta navegación, el Capitán Arata informó que el problema de los ruidos y vibraciones de origen desconocido aún subsistía. El COFUERSUB ordenó entonces someter al buque a una nueva revisión en dique seco, debiendo el personal del Taller de la BNpB desmontar el eje y la hélice de cinco palas de paso fijo de 3,20 metros de diámetro, el sello de popa, etcétera, para efectuarle una recorrida completa. Mientras se realizaban los trabajos de reparación se recibieron varias alarmas de ataque aéreo, pues se temían posibles bombardeos de los Vulcan (11), lo que obligó a inundar repetidamente el dique seco para poder remolcar al submarino a un lugar menos expuesto. por fortuna, los temidos bombardeos nunca se materializaron.

Dos semanas después, sin que se hubieran determinado aún las causas de los ruidos del buque, Salinas zarpó con destino a la Base Naval de Mar del plata para alistamiento de campaña de guerra. Mientras navegaba en superficie por el canal y encontrándose el buque a la altura de la boya Nº 9 (12) recibió la orden de regresar a puerto pues se había informado que un avión explorador propio había detectado un submarino nuclear (presumiblemente enemigo) navegando en superficie a unas 80/100 millas náuticas de la boya faro (referencia náutica que señala el comienzo del canal de acceso a la BNpB).

(11) Los Vulcan realizaron las misiones de bombardeo más costosas e, irónicamente, las menos efectivas de todo el conflicto. Tres de ellas a la pista de Puerto Argentino desde la isla Ascensión el 1 y 4 de mayo y el 11 de junio de 1982. Sólo una de las 63 bombas de 1.000 libras lanzadas hizo blanco en la pista sin que ello perturbara las operaciones de los aviones argentinos, que continuaron operando hasta el final del conflicto.

(12) Aproximadamente la mitad del canal principal Bahía Blanca.


 
Como consecuencia de este hecho, el COFUERSUB ordenó alistar el buque en la BNpB, solución que el Capitán Salinas ya había sugerido antes de zarpar por cuanto consideraba que el puerto de Mar del Plata era notoriamente indiscreto para tal maniobra, pudiendo la inteligencia enemiga conocer con exactitud el día y la hora en que el Salta se hiciera a la mar si la base era observada por agentes enemigos (13), tal como parece haber ocurrido con
el crucero ARA General Belgrano cuando zarpó de Ushuaia (14).

A principios de mayo se recibieron alarmantes informes del ARA San luis que daban cuenta de que los torpedos SST-4 no eran confiables, dado que había efectuado dos lanzamientos fallidos contra unidades de superficie enemigas y uno contra un presunto blanco submarino, sin poder determinarse el origen de las fallas. Estas eran pésimas noticias para el ARA Salta ya que además del problema de los ruidos sin resolver se vislumbraba que iría a combatir al enemigo sin perspectivas de éxito, como consecuencia del mal funcionamiento de los torpedos.

Para atacar el problema, el 12 de mayo de 1982 el COFUERSUB creó una comisión especial integrada por cuatro oficiales (15) y presidida por el propio Salinas, para analizar y determinar las causas de los frustrados ataques del ARA San luis y evaluar la confiabilidad del sistema de armas, proponiendo las medidas adecuadas para poner el sistema en condiciones operativas. Dado los limitados medios técnicos disponibles y los términos perentorios impuestos a la comisión para efectuar su evaluación, se emitió un informe parcial a las 72 horas sin poder llegar a determinarse, fehacientemente, el origen de las fallas. No obstante, entre los antecedentes reunidos se pudo constatar que en diciembre de 1981 se había informado de la existencia de fallas de similar naturaleza a las del ARA San luis en los lanzamientos de ejercicio realizados durante aquel año naval. La superioridad finalmente decidió esperar el arribo del ARA San luis para poder contar con más elementos de juicio.

(13) Nick Barker en su libro Beyond Endurance manifiesta que el 26 de marzo de 1982 interceptó un mensaje del agregado naval británico en el que se señalaba que un funcionario de la embajada chilena había informado que los submarinos con base en Mar del Plata se habían hecho a la mar.

(14) El Capitán de Navío Héctor Bonzo, Comandante del buque, admite en su libro que esa posibilidad pudo haber sido una
de las causas de que su barco fuera localizado y luego hundido por el HMS Conqueror.

(15) Presidente: CF Roberto F. Salinas, vocales: CC Ing. Juan Luis Costa, CC Daniel Geraci y TF Ricardo E. Franceschelli. Colaboró también el CC Ingeniero Ernesto Conra


 
Con la llegada de dicha unidad a Puerto Belgrano (A.R.A San Luis), el 19 de mayo, luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión (16)(equivalente a 36 días), se completó el análisis de la comisión, descartándose el uso de torpedos similares a los embarcados en ese buque. Salinas recibió la orden de embarcar un nuevo tipo de torpedos SST-4 armados en la empresa argentina EDESA. éstos contaban con algunas mejoras respecto del modelo anterior de origen alemán pero aún no habían sido suficientemente probados.

El ARA Salta volvió a zarpar en patrulla de guerra el 21 de mayo de 1982 con órdenes de realizar pruebas de tiro, en tránsito a la zona de operaciones, con el fin de asegurar la efectividad de los nuevos torpedos y verificar el funcionamiento general del sistema de armas del buque. Adicionalmente se harían distintas pruebas y evaluaciones de los ruidos del buque.
Ello ocurrió 48 horas después de que el ARA San Luis tomara puerto, dada la necesidad de mantener en forma continua un submarino en operaciones evitando con ello que el enemigo prescindiera de la amenaza submarina (17). para la ocasión se destacó a un grupo de observadores terrestres que serian testigos del ejercicio sobre un blanco previamente establecido ubicado convenientemente cerca de la costa.

(16) Buques de la Armada Argentina 1970-1996 por el Contraalmirante (R) Horacio Rodríguez.

(17) Hoy sabemos que durante la guerra, la Royal Navy nunca supo que en realidad se enfrentaba a un solo submarino argentino, hecho que motivó que consumiera exageradas cantidades de armas antisubmarinas.


El 23 de mayo a las 14:00 h el ARA Salta llegó al área convenida sobre la costa norte del golfo Nuevo. A la mañana del día siguiente todo estaba listo a bordo para iniciar las pruebas de tiro con torpedos con cabeza de combate. Se trataba del primer ejercicio de estas características efectuado por la Armada Argentina en toda su historia. El buque navega a profundidad de periscopio y a baja velocidad con el objeto de efectuar el disparo en óptimas condiciones. Ni bien el torpedo dejara el tubo, el Comandante había previsto llevar el submarino a plano de seguridad, evitando así que el torpedo pudiera buscar y destruir por error al buque propio mas allá de la profundidad en la que debía encontrar el blanco. A las 9,13 horas se da la orden de lanzar con el tubo Nº 7. El torpedo corre dentro del tubo por 1 minuto 15 segundos y luego se detiene. Inmediatamente después del lanzamiento la voz del sonarista da el primer indicio de alarma: “¡No escucho ruido de hélices!”

Una rápida verificación permite constatar que el torpedo no había abandonado el tubo. El Comandante, consciente de que el éxito o el fracaso del arma submarina reposa casi por entero en el resultado de aquellas pruebas, decide por su propia iniciativa efectuar un segundo lanzamiento. A las 10:25 h, a una distancia de 13.000 yardas del blanco se ordena lanzar con el tubo Nº 1. Luego de una corrida del torpedo dentro del tubo de 54 segundos se produce idéntico resultado. Un sentimiento de frustración e impotencia se esparce por todo el buque. El saldo del ejercicio es: dos torpedos con cabeza de combate activado trabados en los tubos lanzatorpedos, con todos los riesgos que ello implica. pese a que se intentó la maniobra reglamentaria para desprenderse de ellos (inclinando el submarino 20% punta abajo) los torpedos permanecían en los tubos. El moderno Salta no dispone de ningún medio para expulsar los torpedos. No había a bordo un sistema de aire comprimido para ese propósito, ni podía descargarlos desde el interior del buque.

Luego de un día lleno de sobresaltos, el Comandante decide mantenerse en plano profundo dentro del golfo Nuevo para que la tripulación que no cubre ninguna guardia pueda descansar y relajarse un poco, circunstancia que es aprovechada para servir la cena. Aproximadamente a las 20:28 h se siente una fuerte vibración, seguida de una voz de alarma desde la sección de proa del buque. El torpedo alojado en el tubo Nº1 se pone imprevistamente en marcha. Toda la tripulación teme lo peor, pues esa es la más grave emergencia imaginable para cualquier submarinista (18). Salinas ordena llevar el buque a superficie en emergencia para minimizar el riesgo de explosión de la batería del torpedo y, como medida preventiva, abrir las portas externas de los tubos lanzatorpedos, pues teme que el torpedo abandone el tubo de un momento a otro. Lejos de ello aquél permanece en su lugar. El batido de las hélices se detiene recién a las 21:15 h. El Comandante informó lo ocurrido al COFUERSUB, quién le ordenó regresar a puerto, interrumpiendo así su despliegue hacia la zona de operaciones. El Comandante, con el objeto de minimizar los ya indiscretos ruidos del buque, decide mantener los tubos inundados y las portas externas de los tubos lanzatorpedos cerradas. El tránsito de regreso a puerto Belgrano implicaba en sí mismo un riesgo potencial para el buque, dado que los gases de la batería del torpedo podían generar una explosión interna con devastadoras consecuencias. 


(18) Sherry Sontag y Christopher Drew en su libro Blind Man’s Bluff sugieren que un accidente similar pudo haber causado el hundimiento del USS SCORPION (SSN-589), un submarino de ataque de propulsión nuclear de 3.500 toneladas que fue declarado presumiblemente perdido el 05/06/68. Los restos del naufragio fueron localizados en junio de 1969 en el Atlántico y se comprobó que el casco del buque se había partido en tres grandes secciones. Esta tragedia le costo la vida a 99 bravos marinos.

El ARA Salta toma puerto el 29 de mayo, designándose al Capitán de Corbeta Ingeniero Ernesto Conrad junto a otros dos hombres (19) para desactivar y extraer del submarino los torpedos defectuosos. Mientras se realiza la peligrosa maniobra, nadie permanece a bordo, con excepción del grupo mencionado. Cumplida con éxito la tarea, los torpedos son sometidos a numerosas pruebas y el submarino a una rigurosa inspección, lográndose determinar que uno de los sistemas de seguridad del buque no había logrado desactivarse por completo evitado así la salida del torpedo.
(20). El Comandante informó que el nivel de ruidos y vibraciones seguía siendo considerable a tal punto que interfería el sonar pasivo en 100º de los 360º en diversos sectores.

El 12 de junio, Salinas recibió la orden de hacerse a la mar nuevamente para continuar con los ejercicios de tiro y la evaluación de ruidos en la zona de golfo Nuevo. El 14 de junio (día de la rendición de Puerto Argentino) sorprende al ARA Salta navegando en la zona prefijada sin haber aún podido efectuar los lanzamientos programados.

Pese a la finalización de las hostilidades, la superioridad decide seguir adelante con las pruebas, que se realizan al día siguiente por la tarde. El ARA Salta se dispuso a realizar su tercer lanzamiento de un torpedo con cabeza de combate 23 días después del primer ejercicio en esas mismas aguas. El buque navega en las mismas condiciones que lo había hecho en los lanzamientos anteriores. El primer torpedo abandona el tubo Nº 6, pero transcurrido 1 minuto y 41 segundos el operador del sonar pierde todo contacto con el mismo. El Comandante ordena entonces cortar el cable de filoguiado (21) y llevar el buque a plano de seguridad debido a la clara indicación de irregularidades en la corrida del torpedo. Nunca más se supo nada de él. Una vez verificados todos los sistemas de control tiro, el Comandante ordena efectuar un segundo lanzamiento con el tubo Nº 2. El torpedo salió del tubo y parecía comportarse adecuadamente hasta que se recibió la indicación de “cable cortado” a una distancia de 7.200 yardas del blanco. De inmediato se ordenó llevar el submarino a plano profundo. Apenas habían transcurrido dos minutos desde el corte del cable de filoguiado cuando se escuchó una atronadora explosión a través del casco. El torpedo se encontraba a 5.500 yardas de la costa (a mitad de camino entre el submarino y el blanco) muy cerca de la isóbata de 50 metros cuando estalló sin ninguna razón. Esta penosa experiencia terminó por convencer al alto mando naval de que los torpedos SST-4 y el sistema de armas en general no eran operativos.

(19) Esos hombres eran el TF Ricardo Emilio Franceschelli del Arsenal Naval de Mar del Plata y un agente civil de apellido DaRepresentaçao destinado en el Taller de Armas de Puerto Belgrano.

(20) Entrevista al Capitán de Navío (RE) Ernesto Conrad el 14 /05/2001.


(21)Cable muy delgado que permite guiar al torpedo hacia el blanco desde el interior del submarino durante cierta distancia (+18 km) antes de que el mismo sea cortado en forma automática o manual.

Entre los días 17 y 18 de junio de 1982, el ARA Salta realizó las pruebas de ruidos ordenadas. para poder determinar con cierta exactitud el nivel de ruidos del submarino se improvisó una estación de relevamiento mediante el aprovechamiento de los equipos de escucha subacua que se encontraban a bordo del buque oceanográfico El austral(22). (CF Santillán) y la ayuda de una boya. El submarino navegó en una zona prefijada a velocidades y profundidades variables, para de ese modo medir su firma acústica y determinar si la misma era capaz de delatar la presencia del submarino.


Pero fue la mañana del 19 de junio la que Salinas retiene más fresca en su memoria, pues fue ese día cuando por unos instantes tuvo en la mira de su periscopio la imagen de la “gran ballena blanca (23)”, apodo con que los británicos bautizaron afectuosamente al gigantesco trasatlántico Canberra (Capitán D.J. Scott Masson), de 44.807 toneladas, requisado a la firma p & O Shipping CO. Este barco había zarpado hacia el Atlántico Sur el 9 de abril desde puerto de Southampton previa conversión en transporte de tropas. Adicionalmente se lo había equipado con dos cubiertas de vuelo para operar con helicópteros y un sistema para permitir el traspaso de combustible en alta mar. Aunque el Comandante del ARA Salta lo ignoraba, en ese momento el Canberra navegaba atestado de prisioneros de guerra argentinos (4.167,incluyendo heridos) ansiosos de ser repatriados a sus hogares en tierra continental luego de las desgarradoras vivencias del combate en suelo malvinense. Tras cumplir esta tarea humanitaria en Puerto Madryn, el Canberra zarpó de regreso a port William (Islas Malvinas) el 20 de junio para repatriar a las tropas inglesas al Reino Unido, donde arribó el 11 de julio de 1982.

(22) Ex Atlantis I de la Woodhole Oceanographic Institution de los EE.UU.

(23) En abierta alusión al característico color blanco del casco utilizado en tiempos de paz y que no fue modificado durante el conflicto.


Concluida la navegación, el Capitán Salinas fue desembarcado y reincorporado a su destino anterior (Casa Militar) donde asumió nuevamente sus funciones de edecán naval del presidente, hasta la finalización del mandato del general Bignone.

Retrospectivamente parece innegable, tal como le ocurrió en los hechos al ARA San Luis, que aún en el caso que el ARA Salta hubiera arribado al área MALVINAS, su defectuoso sistema de armas lo habría privado de infligir daño alguno al enemigo. La falta de adiestramiento con torpedos con cabeza de combate en los años previos al conflicto, evitó detectar y corregir a tiempo las fallas acusadas en sistemas vitales del buque, todo lo cual impidió a la Fuerza de Submarinos concretar su primer ataque exitoso contra la flota de superficie británica. Este handicap contribuyó significativamente para que la Royal Navy pudiera disputar con éxito a la Armada Argentina el control del mar en la zona de operaciones, control que retuvo hasta el final del conflicto.

Otro elemento decisivo que contribuyó a la imposibilidad de prever planes de contingencia fue el no contar con preaviso alguno del inicio de la “Operación Azul” (hoy conocida como Rosario) hecho que incidió negativamente en el alistamiento de la Fuerza de Submarinos para la inminente campaña militar que se avecinaba. Si a ello le sumamos que el Comité Militar (24) impidió al Vicealmirante J.J. LOMBARDO utilizar la ventaja táctica que sólo el arma submarina era capaz de obtener para la flota Argentina, atacando al enemigo donde aquél menos lo esperaba, es fácil imaginar el porqué del resultado final del conflicto. Sólo a partir del 25 de abril los submarinos Argentinos fueron autorizados por el Comité Militar a actuar ofensivamente como consecuencia directa del ataque inglés a las georgias del Sur(25).

No obstante, la circunstancia de que los submarinos diesel eléctricos criollos pudieran operar a discreción en aguas controladas por el enemigo, el cual disponía de una fuerza naval ostensiblemente superior, con plataformas antisubmarinas de última generación, constituye en sí mismo un mérito innegable de los submarinistas argentinos. Las expertas fuerzas antisubmarinas británicas (que realizan el 70% de las patrullas antisubmarinas de la Alianza Atlántica) (26) recibieron esta inesperada lección al mostrarse impotentes para contrarrestar esa amenaza, que como se sabe se redujo a un único submarino. Diez años después de concluido el conflicto el Comandante de ésta última unidad, todavía decepcionado por los pobres resultados obtenidos declaró a una revista: “Yo de la guerra me enteré por la radio” (27).

(24) Máxima autoridad militar argentina, integrado por los miembros de la Junta Militar que gobernaba el país.

(25) Entrevista antes mencionada al Vicealmirante (RE) Juan José Lombardo.

(26) Ver Fighting for Peace de Caspar Weinberger, pág. 211.

(27)Ver entrevista al Capitán de Navío (RE) Fernando Azcueta en “Revista Noticias” del 26/03/92, pág. 16.


EL SECRETO DEL ARA SALTA
Por Jorge Rafael Bóveda

Boletín del Centro Naval
Número 833
MAY / AGO 2012


http://www.centronaval.org.ar/boletin/BCN833/833-BOVEDA.pdf


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El “Bahía Paraíso”, primer buque hospital en la guerra de Malvinas

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También dio apoyo logístico, pero una de sus misiones más destacadas fue el rescate de más de 80 náufragos del crucero ARA “General Belgrano”. El capitán de navío Fernando Santos integró su dotación y relata su experiencia.

Por Jazmín Ulevicius

El transporte polar “Bahía Paraíso” durante la guerra de Malvinas cumplió dos funciones esenciales: una como buque hospital y otra de apoyo logístico, regresando de las operaciones a su apostadero habitual en la ciudad de Buenos Aires el 27 de junio de 1982.
El veterano de guerra y actual capitán de navío contador Fernando Santos, oriundo de Santa María (Catamarca), era guardiamarina por ese entonces y formaba parte del departamento de Abastecimiento en donde, entre otras ocupaciones, tenía a cargo la provisión de víveres, limpieza y materiales.

“Teníamos que estar alistados y atender a todo el personal embarcado, también realizaba guardias en cubiertas bajas y era habitual oficiar de señalero en la cubierta de vuelo”, relató. Para él, el “Bahía Paraíso” es sinónimo de hogar y familia: fue su primer destino y el que le dejó una marca a fuego en los comienzos de su profesión naval.

El 2 de abril, la tripulación recibió con alegría la noticia de que la Operación Rosario para recuperar las Islas Malvinas se había concretado con éxito y que tenían la misión de tomar las Georgias. Ahí fueron y desembarcaron a los vigías en puerto Leith y luego en Grytviken detectaron fuerzas hostiles que al principio opusieron resistencia.




En ese momento el “Bahía Paraíso” apoyaba las operaciones con suministros y todo lo necesario para la subsistencia de los combatientes argentinos en el terreno. Al paso de los días el helicóptero Puma del Ejército Argentino que estaba embarcado se perdió en combate mientras realizaba el traslado de los infantes de Marina.

“Con la pérdida del helicóptero fallecieron en el acto dos conscriptos y para mí y para la tripulación en general esa situación nos cambió. Ahí empecé a sentir que era combatiente y estaba en un conflicto”, señaló el capitán Santos.

El otro helicóptero embarcado era un Alouette de la Armada que se ocupó del traslado de los heridos, muchos de ellos necesitaban atención urgente y la recibieron a bordo. También se alojó en los camarotes de las cubiertas bajas a los prisioneros de guerra británicos.

Regresando de la primera navegación en proximidades de Comodoro Rivadavia, el buque se encontró con el rompehielos ARA “Almirante Irízar” y ambos cumplieron el rol de helipuertos móviles para que las aeronaves pudieran reabastecerse de combustible.


El primer buque hospital

Después de sus primeras intervenciones, el “Bahía Paraíso” quedó configurado como buque hospital. “Fue el primero en constituirse como tal. Se lo adaptó y simultáneamente se conformó el Departamento de Sanidad en Combate. Tuvimos que aprender cómo recibir a los heridos y ofrecimos toda nuestra voluntad y capacidad”, comentó Santos.

En total el equipo de sanidad en combate estuvo integrado por 28 médicos y 58 suboficiales entre instrumentadores y enfermeros, completando la nueva función con instrucción a la tripulación para optimizar la asistencia.

Al buque se le pintaron 6 cruces rojas, se desalojaron camarotes para convertirlos en salas de recuperación de traumatología, se constituyó una nueva sala de quirófano y en la enfermería se organizó la sala de terapia intensiva.

Asimismo, se modificaron dos pañoles como sala de internación intermedia y una de las bodegas se acondicionó como sala de recuperación de heridos leves; en paralelo se adjudicó al buque la función de apoyo logístico y para ello se cargó a tope otra bodega con provisiones calculadas para satisfacer las necesidades de 10.000 hombres en el terreno para 30 días.

“Cuando zarpamos empezamos con los procedimientos de sanidad en combate para instruir a la dotación del buque no médico para cubrir roles en el menor tiempo posible; parte de los cuales eran recuperación de heridos desde helicópteros o buques”, afirmó el capitán Santos.

Luego, en Ushuaia se completaron los requisitos de buque hospital de acuerdo a lo que estipula la Convención de Ginebra para un buque en ese rol durante una guerra; y en representación de la Cruz Roja Internacional embarcaron dos veedores.



El rescate de los sobrevivientes del “Belgrano”

El “Bahía Paraíso” volvió al mar siendo buque hospital. A los pocos días, el 2 de mayo, recibió la noticia del hundimiento del crucero ARA “General Belgrano” y fue solicitado en “un acto de auxilio para extender los brazos a todos sus hermanos”, reflexionó Santos.

El transporte polar llegó el 4 de mayo a la zona del hundimiento y con el apoyo de los aviones de exploración que sobrevolaban el área del naufragio ubicaron la posición de las balsas. “Para nosotros, encontrar la primera balsa con gente fue una alegría. Y más cuando los empezamos a subir, porque queríamos saber dónde estaba el resto de los náufragos”, enfatizó el marino.

Fueron cinco días de navegación y “búsqueda esperanzada marcando un círculo en el derrotero para recuperar a los náufragos”, recuerda el capitán Santos. Finalmente, este buque rescató del mar a 71 camaradas con vida del “Belgrano” y 17 cuerpos, regresando al continente el 12 de mayo.



Hacia el final del conflicto

El transporte polar regresó al núcleo del conflicto el 29 de mayo. Rumbo a la Isla de los Estados, “la navegación fue colmada de incertidumbre por la presencia del adversario en la zona y el clima en la dotación era particular, los rostros reflejaban preocupación pero también existía el convencimiento de estar preparados para enfrentar cualquier situación emergente”, destacó Santos.

De ahí el buque navegó a Puerto Argentino adonde llegó el 1° de junio y se encontró con combatientes argentinos quienes “agitaban sus manos para recibirnos cuando veían la silueta del buque enarbolando la insignia patria, fue una postal para la situación que se vivía”, relató Santos.

La tarea de evacuación de heridos estaba acotada a cinco horas y mientras sucedía las pequeñas embarcaciones se amadrinaron para recibir provisiones. A continuación el transporte polar retornó al continente con evacuados, entre los cuales estaban los tripulantes del buque mercante “Río Carcarañá” y del transporte “Bahía Buen Suceso”.

Regresó a Malvinas el 10 de junio trasladando materiales, una ambulancia y tambores con aeronafta. El 14, día del cese de fuego, el “Bahía Paraíso” estaba en Punta Quilla y de ahí se trasladó a Puerto Argentino para cumplir la misión de “recuperar y producir altas”; se embarcaron 2100 hombres del Ejército Argentino para ser replegados al continente.

“Los servicios funcionaron ininterrumpidamente las 24 horas para satisfacer la demanda de tanta gente. El personal del buque estaba todo designado para los servicios de vestuario, rancho –comidas–, panadería en las cámaras y camaretas –comedores de personal–. Todos estaban comprometidos en extender la mano a los compañeros que participaron activamente del conflicto y que trataban de recuperar su identidad y sentir que estaban bajo cuidado argentino”, reflexionó Santos.



El regreso con los combatientes del BIM5

El “Bahía Paraíso” trasladó al 70% de los infantes del heroico Batallón de Infantería N°5 (BIM5) de regresó al continente desembarcándolos en la Base Naval Puerto Belgrano en un viaje que “fue muy sentido por la tripulación al compartir con todos ellos, escuchar sus anécdotas, las emociones y al estrecharnos en abrazos. Todo era reciente, las palabras sentidas, los interrogantes y lecciones aprendidas”, destacó el marino.

“En el primer año de vida de la unidad naval navegó 25000 millas y a los 100 días abrió su diario de guerra. El ‘Bahía Paraíso’ fue mi hogar, los trocistas mi familia, era el más joven y más moderno de la Plana Mayor, mi primera experiencia integral en todas sus aristas”, destacó Santos.

Y concluyó “siempre reconoceré a mi equipo de trabajo, a los cocineros, camareros, panaderos y al maestro de víveres, nunca los olvidaré”.

Después de Malvinas dos normas fueron publicadas por la Convención de Ginebra, una de ellas sobre identificación electrónica y la otra acerca de encuentros de buques hospitales.

A 30 años del conflicto la dotación 1982 continúa reuniéndose anualmente contando especialmente con la participación del personal que continuó su vida fuera del ámbito naval, muchos de ellos radicados en el interior del país.




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Malvinas: las revelaciones del archivo inglés

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El gobierno de Gran Bretaña desclasificó 3500 documentos oficiales elaborados en 1982 vinculados con el conflicto bélico en las islas Malvinas; se revelan allí los temores de Margaret Thatcher, las fallidas gestiones para una reunión con Galtieri y los planes que evaluó Londres para ceder la administración del archipiélago a las Naciones Unidas

Por Graciela Iglesias 

A treinta años del conflicto en el Atlántico Sur, el gobierno británico decidió abrir los archivos de la Guerra de Malvinas. 

Unos 3500 documentos acaban de ser desclasificados, entre los que se incluyen inéditos testimonios de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, documentos de su oficina privada en Downing Street, del "gabinete de guerra", comunicaciones del Foreign Office, del Ministerio de Defensa, del Almirantazgo y todo el material que resultó en el Reporte Frank (Frank's Report), el equivalente británico del Informe Rattenbach que se elaboró en la Argentina sobre la actuación militar en la guerra.

También se dan a conocer comunicaciones privadas de Thatcher con el ex presidente norteamericano Ronald Reagan, su entonces par francés François Mitterrand y otros mandatarios extranjeros.

LA NACION formó parte de un pequeño grupo de periodistas e historiadores a los cuales el Archivo Nacional británico (National Archives) les permitió consultar por adelantado los documentos que preserva en su monumental sede, cercana al jardín botánico londinense de Kew.

La desclasificación responde a las normas que establecen aquí que papeles oficiales no pueden permanecer en secreto por más de 30 años, a menos que pongan en peligro la seguridad de inviduos o del Estado. Con ese criterio, muchos de los documentos que hoy se ponen a disposición del público contienen párrafos censurados. También hay unas cuantas sugestivas omisiones en el listado de desclasificación.

Los libros de a bordo y correspondencia de 35 naves, incluidos cinco submarinos de propulsión nuclear, de la Task Force fueron desclasificados. Pero no ocurrió lo mismo, sin embargo, con los del HMS Conqueror, el submarino que el 2 de mayo de 1982 hundió al crucero ARA General Belgrano fuera de la zona total de exclusión establecida por el gobierno británico. Algunos documentos que echan cierta luz sobre la forma en la que se tomó la decisión política de autorizar ese controvertido ataque se encuentran ahora disponibles (ver infografía).

En lo que parece reflejar el enfriamiento de las relaciones anglo-argentinas de los últimos años, muchos documentos que durante la década del 90 habían sido categorizados como pasibles de ser desclasificados durante las próximas dos décadas vieron durante 2012 ese plazo extendido a cuatro décadas y en algunos casos a un período indefinido.

La reciente actualización de las restricciones abarca, incluso, carpetas que figuran hoy mismo en el listado de desclasificación. Entre ellas, las CAB 163/371 y 372 que contienen documentos "políticos" sobre la Argentina y las islas Falkland (Malvinas) y que LA NACION no pudo consultar porque, se indicó, "continúan retenidas por la Oficina del Gabinete".

En general, los documentos dados a conocer tienden a confirmar la historia oficial británica de la guerra, tal como fue detallada por el historiador sir Lawrence Freedman, en 2005. Pero de ellos emergen una gran cantidad de datos curiosos y de testimonios que permiten pintar un panorama más amplio del conflicto.

Uno de los más elocuentes surge de la transcripción de la evidencia oral suministrada a puertas cerradas por Thatcher el 25 de octubre de 1982 al Falkland Islands Review Committee (Comité de Revisión de las Islas Falkland-Malvinas), que resultó en el reporte Franks. La entonces primera ministra dio cuenta de los sucesos en los días preliminares a la ocupación argentina, un momento que calificó como "el peor, creo, de mi vida".

Ante el panel presidido por Lord Oliver Shewell Franks, Thatcher admitió que la invasión argentina la tomó de sorpresa. La idea no le había cruzado la cabeza porque, dijo, era algo "estúpido tan sólo de contemplar".

Los documentos, sin embargo, revelan que desde 1980 quien fue el titular del Foreign Office entre 1979 y 1982, lord Peter Carrington, había encargado una serie de "planes de contingencia" con respecto a la situación en el Atlántico Sur. Y éstos incluían la hipótesis de una invasión militar argentina. En el Ministerio de Defensa, sin embargo, se había considerado que, de producirse esta situación, sería "demasiado costoso" y logísticamente "sumamente difícil" recuperar las islas. Carrington también había criticado el anuncio del retiro del buque HMS Endurance, que realizaba patrullas en torno de las islas durante seis meses al año, por cuanto consideraba que esto podría alentar una agresión argentina.

"Ni una sola persona estaba de mi lado en el gabinete", aseguró ante el comité Franks, lo cual no impidió que el panel, integrado por seis funcionarios y parlamentarios británicos, lo convirtiera en el chivo expiatorio de la crisis.

A pesar de sus previsiones, el desprestigiado jefe de la diplomacia británica reiteró que no había recibido "ninguna evidencia" concreta de la invasión argentina y que fue ese incidente lo que lo llevó a entregar su renuncia. Thatcher consideró su dimisión "un golpe devastador para Gran Bretaña".

Los archivos desclasificados ofrecen detalles de los esfuerzos de mediación del ex secretario de Estado norteamericano, Alexander «Al» Haig, y del entonces secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuellar, así como de muchos otros que no llegaron a concretarse. Entre ellos, los del ex presidente de México, José López Portillo, quien a mediados de mayo del 82 vio frustrado esfuerzos para organizar una cumbre "Galtieri-Thatcher", que hubiese tenido lugar en Cancún.

También se confirma ahora que en los días que siguieron a la presencia argentina en Malvinas, Thatcher contempló la posibilidad de dejar las islas bajo administración de las Naciones Unidas y, más tarde, otorgarles la independencia. Esta última posibilidad fue mencionada por ella misma en diálogo con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Agostino Casaroli, durante la visita del papa Juan Pablo II a Londres el 28 de mayo de 1982.

Los documentos agregan más datos sobre las estratagemas de los servicios secretos británicos que lograron impedir el suministro de misiles Exocet franceses a la Argentina y sobre medidas preparadas para desmoralizar a las fuerzas argentinas en las islas, pero que no llegaron a ponerse en práctica. Entre ellas, la distribución por vía aérea de panfletos en los que se instaba a los soldados argentinos a desertar, anunciando la rendición del capitán Astiz en las islas Georgias, y un plan para establecer una "Radio Atlántico del Sur" independiente de la BBC.

Entre el material más curioso figura un torrente de correspondencia sobre el impacto de la guerra en la organización de la Copa Mundial de Fútbol de 1982 y una propuesta realizada a Thathcer por Frederick Forsyth, el famoso autor de novelas de espionaje, para escribir una historia del conflicto que ignoraría la versión argentina de los hechos.

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Las Acciones Británicas contra la amenaza Exocet

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En las primeras horas de la tarde del 4 de Mayo de 1982, el comandante en jefe de la Royal Navy, almirante John David Elliott Fieldhouse convocó a su staff para una reunión de emergencia en Northwood, comando central de las fuerzas británicas. Minutos antes se había confirmado el ataque al destructor HMS Sheffield con un misil aire-mar Exocet lanzado por la Aviación Naval Argentina. En la reunión se revisó el informe proporcionado por Francia, donde se mencionaba que cinco misiles AM-39 Exocet habían sido entregados a Argentina junto con cinco aeronaves Super Etendard, pero se aclaraba que los misiles no estaban en condiciones de ser lanzados ya que aún no habían sido facilitados los códigos necesarios para iniciar la secuencia de disparo. Evidentemente el informe era incorrecto.

Minutos después al conocerse más detalles de la incursión argentina, las caras del staff naval británico se empalidecieron. El trackeo de los aviones argentinos indicaban que éstos se dirigían directamente hacia el portaaviones HMS Invencible, el cual se encontraba a escasas millas del sitio del ataque junto con el otro portaaviones, el HMS Hermes, que estaba un poco más al Sur del Invencible. Un ligero cambio de curso de los aviones argentinos los llevó a enfrentar al Sheffield y eso evitó que los misiles pusieran en peligro a los portaaviones británicos. Un nuevo informe proveniente de la flota confirma la identificación electrónica del misil Exocet: “Radar operando en frecuencia de 9,7 GHz, con pulso de repetición de frecuencia 5051, inicialmente con barrido de búsqueda contínua (steady scan) y luego barrido fijo (enganchado sobre el blanco).”

Nuevos informes mencionan que el incendio en el Sheffield está fuera de control. Alguien menciona: un misil, un destructor. Argentina aún dispone de tres misiles y el daño que puede causar a la flota puede ser considerable. Dentro de las previsiones algunos destructores o fragatas pueden perderse sin reducir las chances de recuperar las islas, pero perder un portaaviones o tener a los dos dañados ó inoperativos significaría tener que renunciar a toda la operación y poner en riesgo nada más y nada menos que dos tercios de la capacidad aeronaval británica, para entonces considerada como la tercer potencia naval. El riesgo era enorme y había que adoptar medidas urgentes para eliminar la amenaza Exocet. Cada miembro del staff fue convocando distintos grupos de trabajo, no sólo limitados a personal de la marina británica sino también de la real fuerza aérea (RAF) e incluso varios especialistas en guerra aérea, aeronaval y electrónica de la OTAN. En el caso de la Royal Navy fueron convocados de urgencia varios armeros con experiencia en misiles guiados y se solicitó al comando de la flota el envío urgente de toda la “información electrónica” que se tenía del ataque. 




Francia y los hermanos Mitterrand
Esa misma tarde y por intermedio del Foreing Office, la primera ministra Margaret Thacher le solicitó a su par francés, François Mitterrand toda la información referida al equipamiento militar vendido a Argentina en los últimos años, en particular sobre los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, siendo los pedidos coordinados entre los ministros de defensa de ambos países. El mayor requerimiento recayó sobre el fabricante de los misiles Exocet, Aeroespatiale, empresa que para entonces estaba presidida por Jacques Mitterrand, hermano del primer ministro francés. En plena madrugada del 5 de Mayo, un Falcon 20 civil voló hacia Londres llevando docenas de carpetas con la información requerida por el Reino Unido, incluyendo documentación reservada sobre los misiles Exocet, los misiles antiaéreos Roland, información técnica sobre los radares Agave y los Super Etendard. A media mañana y gracias a la gestión de Jacques Mitterrand, sería enviado al Reino Unido toda la sección electrónica de un misil AM-39 Exocet, sección que incluía el radar de búsqueda, el sistema de navegación y la computadora.

Simultáneamente Jacques Mitterrand convocó al cuerpo de abogados de Aerospatiale para evitar que el resto de los misiles Exocet fueran entregados a Argentina, ya que el contrato inicial preveía la entrega en un plazo determinado, el cual obviamente y por voluntad de Mitterrand no se cumpliría, debiendo aducir una excusa política que iba en contra de las cláusulas contractuales que se había firmado dos años atrás con Argentina. Así ni los Super Etendard ni los misiles restantes serían entregados hasta que se levantara el embargo, el cual estaba políticamente consensuado con el Reino Unido. 



Como distintos informes de inteligencia habían reportado sobre la presencia de aeronaves de transporte (Boeing 707) de la Fuerza Aérea Argentina en Israel como en Libia, se solicitó al fabricante francés el listado completo de todos los países que habían adquirido el misil, las cantidades solicitadas y las pendientes de entrega. El temor a que Argentina accediera a más misiles llevó a que el servicio de inteligencia británico (CI5) tomara el asunto con alta prioridad y tratara de bloquear cualquier intento de Argentina de conseguir más misiles. Jacques Mitterrand confirmó un pedido por parte de Perú, país que apoyaba a Argentina, y se ordenó demorar la entrega el mayor tiempo posible. Aunque el gobierno de Perú ya había depositado 200 millones de dólares en la cuenta de Aerospatiale en el Banco Ambrosiano de Lima, por la compra de 20 misiles Exocet, además de aviónica y sistemas de reabastecimiento para sus Mirage M.5, la empresa francesa dijo desconocer tal depósito y que en realidad otra garantía ofrecida por Perú era insuficiente. Con ésta acción, Francia demoraba la entrega de los misiles a Perú por más de 25/30 días, un tiempo más que valioso para el Reino Unido.

La jugada de Mitterrand llevaría a que Argentina y Perú organizaran la llamada operación “Sky-blue and white” por la cual personal peruano de la embajada en Estados Unidos intentaría adquirir 12 misiles en el mercado negro para lo cual el gobierno Argentino le había proporcionado 9.6 millones de dólares como anticipo. Francia como el CI5 montaron una contraoperación. Los representantes peruanos viajaron a Francia y allí tomaron contacto con los vendedores que en realidad no eran tales. Aún así les mostraron los doce misiles y se acordó su venta y traslado inmediato. Sin embargo el traslado se demoró y cuando volvieron a contactarse con los supuestos vendedores, éstos solicitaron el depósito por los 2,4 millones de dólares restantes para proceder a la entrega. Eso originó un nuevo retraso y cuando se realizó finalmente el depósito, al conflicto sólo le quedaban algunas horas. Según distintas fuentes, los misiles nunca iban a ser entregados y poco tiempo después, el dinero de la operación fue devuelto a Argentina.

Hacia fines de 1982, Francia decide entregar los Super Etendard y los misiles Exocet restantes a Argentina. Inéditamente llamó la atención la no oposición británica a ello, y aunque éste hecho fue visto como una acción unilateral de Francia, en realidad no lo fue. Según un informe para la Royal Navy el misil AM-39 Exocet “ya no era una amenaza”. 



Los británicos y el Exocet
El 5 de Mayo y habiendo transcurrido menos de 24 horas del ataque, técnicos e ingenieros habían decidido que el mejor modo de contrarrestar el misil era interfiriéndolo. El Exocet cuenta con dos fases desde su lanzamiento. En la primera el misil se guía por su propio sistema de navegación que lo lleva desde el punto de lanzamiento hasta una posición determinada. No realiza mediciones externas, por lo cual es imposible ser interferido; teniendo como única emisión una señal de radio muy débil e indetectable que corresponde a su radioaltímetro AHV-7. La segunda fase se inicia al llegar el misil a la posición prefijada, donde comienza a buscar su blanco mediante la activación del radar de guiado ADAC Mk1. Una vez detectado el blanco, el radar cambia de modo pasando a la etapa de adquisición o “enganche” quedando el barrido fijo. Según información proporcionada por Francia, los misiles AM-39 vendidos a Argentina tenían un ángulo de barrido inferior a los utilizados por Francia y a otros usuarios que pertenecían a la OTAN. Esto reducía en varios grados el ángulo de búsqueda del radar, pero no significaba ninguna ventaja al momento de tomar una medida para contrarrestarlo. Sin embargo era en ésta fase de guiado activo la más propicia para poder interferir al misil ya que una virtud del misil resultó ser su Talón de Aquiles.

Una de las características del Exocet es que si el radar detectaba una emisión electrónica destinado a interferirlo, éste se enganchaba sobre la emisión. De éste modo concluyeron los técnicos británicos que si se generaba una interferencia –en teoría- el misil podía desengancharse del blanco y desviarse hacia otra posición, ya que el radar volvería al modo búsqueda, abandonando el blanco previamente enganchado. Según los primeros análisis del ataque al Sheffield, aparentemente esto había sucedido con el segundo Exocet lanzado, el cual se habría desviado gracias a la interferencia producida por las distintas nubes de señuelos que lanzó el destructor Glasgow. Otro punto a considerar era que el misil estaba limitado a operar a una altitud máxima de vuelo de 30 metros, así y siempre en teoría si la interferencia se situaba por encima de esa altitud, el misil seguiría de largo ya que no tiene capacidad para ascender más allá de esa altitud. 



Por la frecuencia y pulso del radar ADAC del Exocet, el interferidor ó jammer más adecuado y más rápido de conseguir se encontraba en la base aérea de Wyton desde donde operaba el Escuadrón 360 de evaluación y entrenamiento de guerra electrónica equipado con los bombarderos Canberra Mk.17 especialmente modificados para dicha misión. De uno de los ejemplares se procedió a desmontar un jammer, habiéndose decidido que se instalaría para su prueba en un helicóptero. En horas del mediodía del 6 de Mayo comenzó el montaje en un helicóptero Lynx, aunque por las dimensiones y peso hubiera sido preferible instalarlo en un Sea King, el Lynx tenía la ventaja de ser más maniobrable, poder operar desde cualquier unidad naval y de tener un tiempo de encendido mucho más rápido que el Sea King, ya que debía estar en el aire ante la primera señal de un ataque aéreo con Exocet. Este equipo era de mediados de los años 70’s, bastante rudimentario y primitivo, aunque había demostrado en muchas oportunidades ser bastante efectivo al momento de interferir radares. Instalado en la parte posterior de la cabina del Lynx, la antena receptora se instaló sobre la proa del helicóptero en tanto la antena emisora se montó sobre el soporte de armas izquierdo del helicóptero. En la cabina de los pilotos, el operador de sistemas sería el encargado de registrar las señales detectadas, verificarlas mediante un analizador de pulsos y de modo manual fijar la frecuencia del jammer y activarlo.

En horas de la tarde el helicóptero Lynx XZ722 código AM/472 asignado a la fragata HMS Andrómeda inició una serie de vuelos de prueba en la unidad de apoyo naval de Lee-on-Solent para verificar la posición de las antenas, la maniobrabilidad del helicóptero con el nuevo peso y las prestaciones en general. Aunque la historia oficial indica que éste Lynx recibió un MAD (detector de anomalías magnéticas) el 7 de Mayo, en realidad el equipo que recibió fue el jammer mencionado cuyo nombre clave fue “Hampton Mayfair”. Según distintos registros realizó múltiples vuelos entre Yeovilton y Lee-on-Solent. Para entonces ya en las afueras de Portsdown los ingenieros ingleses montaron un banco de pruebas con el radar ADAC de un misil AM-39 Exocet. La idea era verificar la validez del concepto, enfrentando así al Lynx con el Exocet.

Al día siguiente, el Lynx despegó hacia Portsdown, en dirección hacia el emplazamiento del Exocet, desde donde se simularía el lanzamiento y se activaría el radar del misil. Cuando se inició la secuencia prevista, el sistema de medidas de apoyo electrónico (ESM) del Lynx -conocido como “Orange Crop”- detectó la emisión. Se activó el nuevo equipo, se analizó la frecuencia, se fijó la misma y el jammer fue activado. El radar del misil al recibir la interferencia, modificó su modo de adquisición regresando al modo de búsqueda. El objetivo se había logrado. Ese mismo día se realizaron varias pruebas más lográndose similares resultados. Ahora sólo faltaba la prueba final.



El disparo de los Exocet
El 8 de Mayo se dispuso el lanzamiento de un misil MM-38 desde la fragata HMS Andrómeda en el campo de tiro de misiles de Aberporth (Gales). El blanco sería una plataforma flotante equipada con una serie de estructuras metálicas cuya función era incrementar la firma radar de la plataforma. Si todo funcionaba correctamente, el misil debía adquirir éste blanco pero desviarse debido a la acción del jammer montado en el Lynx. Se establecieron varios equipos y sistemas para analizar electrónicamente el lanzamiento. La cabeza de combate del misil fue eliminada por cuestiones de seguridad agregándose lastre para mantener el centro de gravedad del misil en vuelo. El Lynx se dirigió hacia las proximidades de la plataforma, posicionándose a un lateral de la misma y manteniendo unos 2.000 pies de altitud (600 metros).

El MM-38 fue disparado. Durante los primeros instantes y tal como estaba previsto no hubo ninguna indicación electrónica, hasta que llegó a la posición prefijada y se activó el radar. El ESM del Lynx detectó rápidamente la emisión y se inició el procedimiento previsto. El jammer entró en acción y el misil modificó su curso, abandonando el blanco inicialmente adquirido, dirigiéndose hacia la posición del helicóptero pasando por un lateral del mismo hasta caer al mar luego de agotado su combustible. La prueba había sido un éxito y a modo de validarla se dispuso otro lanzamiento para el día siguiente. 



El 9 de Mayo nuevamente la HMS Andrómeda disparó un misil. En ésta oportunidad el Lynx se ubicó por encima de la plataforma manteniendo la altitud de 2.000 pies. La secuencia fue la misma, el radar adquirió la plataforma y con el accionamiento del jammer se desenganchó, pasando al modo búsqueda y adquiriendo la interferencia. Si bien el Exocet fue en perfecta línea recta hacia la misma, al estar ubicada por encima de su altitud operativa, simplemente pasó por debajo del helicóptero manteniendo su vuelo hasta agotarse el combustible de su propulsor. La medida “anti Exocet” ideada por los técnicos e ingenieros ingleses había resultado completamente válida y se dispuso el inmediato traslado del Lynx hacia las Malvinas. Al día siguiente, 10 de Mayo, el Lynx equipado con el jammer embarcó en la fragata HMS Andrómeda que se dirigió hacia la zona del conflicto donde arribo el 26 de Mayo, un día después que los Exocet cobraran su segunda víctima, el portacontenedores Atlantic Conveyor.

Acciones en Malvinas
El Lynx XZ-722 realizó su primera misión de vigilancia electrónica el 27 de Mayo. Las pruebas en el Reino Unido habían determinado que volando a unos 2.000 pies de altitud y unos 40 a 50 km por delante de la flota, el sistema “Orange Crop” permitiría detectar las emisiones del radar Agave de los Super Etendard con una antelación suficiente que le permitiera a la flota tomar las medidas necesarias frente a la inminencia de un ataque con misiles Exocet. Para entonces todos los sistemas ESM de la flota tenían perfectamente identificado al Agave, gracias a la información suministrada por Francia. “Handbrake” (freno de mano) fue el nombre clave asignado al Agave.

El 29 de Mayo un informe de inteligencia señala la posibilidad de un ataque de los Super Etendard. Aparentemente en la base aeronaval de Río Grande se habían observado aprestos en los Super Etendard como así la operación de un Fokker F-28 que normalmente transportaba los misiles Exocet entre ésta base y Espora. Por tal motivo se dispone una alerta especial y nuevamente el Lynx XZ-722 es desplegado en misión de vigilancia electrónica sin que ése día se registre ninguna novedad, aunque el requerimiento se mantiene al día siguiente. 



El 30 de Mayo se produce finalmente el ataque y el Lynx vuelve al aire posicionado entre 40 y 50 km por delante del grupo de los portaaviones. En las primeras horas de la tarde, el sistema “Orange Crop” se activa y la emisión detectada se identifica como “Handbrake”. Al menos un par de emisiones del Agave de los Super Etendard es detectada, pero el Lynx se encuentra en una posición que no le permite ubicarse dentro del rango del alcance del jammer para interferir al Exocet. La aviación argentina ataca desde el Sur cuando la incursión se esperaba desde el Oeste.

Aún así el Lynx transmite la alerta que es corroborada por el centro de información de combate del portaaviones Hermes. Todo el grupo inglés tiene indicación de un inminente ataque con Exocet. Las nubes de chaff lanzadas por los sistemas Corvus comienzan a formarse a distinta altura, todos los sistemas de armas son activados y se inician diversas maniobras para afrontar el ataque. En esos momentos el último Exocet en poder de Argentina es lanzado, seguido de cerca por cuatro A-4C Skyhawk. El resto de la historia, aún está en debate, pero lo relatado hasta aquí demuestra el esfuerzo británico por cancelar una amenaza que no estaba en sus planes y que puedo haber modificado el curso del conflicto. 


Claudio Caputti
Interfedensa©2013


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Los Typhoon en las Islas Malvinas

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Según una tradición originada durante la II Guerra Mundial en la defensa de la isla de Malta, la Royal Air Force (RAF) permitió a los cuatro Typhoon desplegados en Mount Pleseant (Malvinas) el uso de los indicativos Fé (faith), Esperanza (hope), Caridad (charity) y Desesperación (desperation). Integrando la unidad de vuelo 1435 los ejemplares fueron están basados de modo permanente en las islas siendo su misión la defensa aérea de las islas junto con una limitada capacidad de ataque aire-suelo. Los Typhoon llegaron a Mount Pleasant el 12 de Septiembre de 2009, un mes antes de lo previsto debido a la prisa de la RAF de desprogramar del modo más rápido posible a los Tornado F3. Las unidades asignadas a Malvinas fueron los ejemplares ZJ944, ZJ949, ZJ950 y ZK301, los cuales aún hoy permanecen en las islas.

Puntualmente se trata de una extraña versión del Typhoon, denominado por la RAF como FGR4, designación que ha sido adoptada solamente para 10 ejemplares y que corresponden al llamado Tranche 2 Block 8, o sea una versión intermedia entre los modelos iniciales que sólo disponían de capacidad aire-aire y de las últimas versiones del Tranche 2 que han recibido distintos programas o fases de mejoras y actualización. El Block 8 incorpora unas 400 mejoras respecto de la serie inicial (Tranche 1) y sólo ha recibido la mejora denominada CP-193 (Change Proposal) que le otorgó una limitada capacidad aire-suelo permitiéndole el empleo de las bombas de guiado láser Paveway II y las bombas de guiado dual Enhanced Paveway II junto con la barquilla de designación láser Litening III. A modo de comparación éste nivel de capacidad es el mismo al que disponían los Typhoon británicos que participaron en las operaciones aéreas sobre Libia a principios del año pasado. 



Sin embargo los cuatro ejemplares basados en Malvinas aún no han recibido la mejora CP-210 que se aplica en dos fases: P1EA y P1EB. Estas series de mejoras incluye una actualización del radar (especialmente en dotarlo de capacidad para adquirir blancos aire-aire y aire-suelo de modo simultáneo), caso con mira montada, mejora en el sistema de enlace de datos Link 16 MIDS, IFF Modo 5, mejoras en los equipos de contramedidas y autodefensa, integración de nuevas armas (Misil IRIS-T y Paveway IV), nuevo formado de presentación en las pantallas multifunción, nuevas radios, ampliación del comando de voz, etc.

Es de destacar que dos de los ejemplares (ZJ950 y ZK301) fueron desplegados a las islas sin el sistema de adquisición infrarroja de blancos PIRATE, aunque el mismo es montable y desmontable, no siendo necesario el traslado de los ejemplares al Reino Unido para su instalación ya que la misma puede realizarse a nivel escuadrón. Se estima que tal equipamiento no es necesario para los ejemplares desplegados en Malvinas ya que el radar Captor-M del Typohoon ha demostrado que es capaz de detectar blancos del tamaño de un caza a más de 100 km de distancia, incluso sobre aeronaves volando a muy baja altitud. 



Tal como vemos la capacidad de los Typhoon de realizar ataques a blancos navales o de superficie sólo se limita al empleo de las bombas Paveway II tanto de guiado láser como de guiado dual (GPS + láser) careciendo por el momento de capacidad para portar cualquier tipo de misiles aire-superficie ya que la integración de los misiles Brimstone y Storm Shadow no está prevista sino hasta el 2018/2019. Más allá de ello, la capacidad de defensa aérea de los Typhoon es considerable a cuenta que cada ejemplar puede ir configurado con seis misiles AIM-120 AMRAAM de alcance medio, dos misiles Sidewinder de corto alcance y tres depósitos auxiliares de combustible de 1.000 litros cada uno que le otorgaría unas 3 horas de patrulla aérea sobre las Islas.

En caso de urgencia los ejemplares podrían recibir combustible en vuelo a cargo de un VC-10 K4 que regularmente está basado en Mount Pleasant. Al respecto en Diciembre pasado la RAF comenzó la desprogramación de los VC-10 quedando en la actualidad solamente 6 ejemplares que serán reemplazados por los nuevos Airbus A330MRTT Voyager, modelo que en breve podría realizar su primer despliegue en Malvinas.



El quinto Typhoon
Según un reciente anuncio del ministerio de defensa británico, está previsto que en breve sea desplegado a Mount Pleasant un quinto ejemplar de Typhoon a modo de reforzar las defensas de las islas conjuntamente con el desplazamiento de un destructor tipo 45 y un submarino nuclear. El motivo no es otro que el referéndum que se llevará a cabo entre los días 10 y 11 de Marzo próximo donde deberán pronunciarse sobre su estatus político, más precisamente sobre su capacidad de autodeterminación, hecho que generará una fuerte respuesta argentina aunque el propio ministerio de defensa británico descarta de plano cualquier acción militar de parte de Argentina, ya que un informe de Noviembre pasado indica que las fuerzas armadas argentinas no cuentan con capacidad militar para una invasión o cualquier otro acto bélico a cuenta que sólo disponen de un 10 a 15% de las capacidades que tuvieron por 1982.

Aún así los británicos están preparando “planes de contingencia” desplazando a la región alguno de los submarinos nucleares clase Trafalgar o Astute de los cuales actualmente disponen de 5 y 3 unidades respectivamente, ambas equipadas con misiles crucero de ataque a tierra Tomahawk Block IV. Por su parte un destructor Tipo 45 -de 4 que posee la Royal Navy- también se desplazará a las islas contando en su armamento con misiles antibuque AGM-84 Harpoon, misiles crucero BGM-109 Tomahawk y misiles de defensa aérea Sea Viper (Aster 15 y Aster 30). En tanto la base de Mount Pleasant dispone para su defensa misiles Rapier FSC y misiles portátiles Starstreak HVM (High Velocity Missile). 



Como vemos en los próximos días la escalada diplomática entre Argentina y el Reino Unido se incrementará notablemente como consecuencia de éste “referendum” al cual se someterán los isleños. Ayer el secretario de estado británico Andrew Robathan consideró que “muy poco probable” una acción hostil de Argentina en Malvinas, y ello es totalmente cierto ya que en la actualidad las fuerzas armadas argentinas se encuentran incapaces de poder emprender acción ofensiva o defensiva alguna. Un informe que circuló en Noviembre pasado indicaba que la capacidad de las fuerzas argentinas para realizar una invasión a las islas era de un 10 a 15% equivalente a la capacidad que disponían en 1982. En base a éste informe el gobierno británico ha descartado de plano cualquier acción militar argentina, aunque por cuestiones propias de política, dejan abierta la posibilidad a fin de darle un “respaldo bélico” a los habitantes de las islas.

Quizás lo más razonable sería al menos disponer de alguna capacidad militar que le permita al país poder controlar y monitorear las acciones que los británicos realizarán próximamente sobre las islas, pero no habiendo medios para ello, la situación de total inacción supone correr un riesgo totalmente innecesario, mucho más considerando que los ingleses tienen una muy larga historia de responder con fuego a los reclamos de terceros y de inventar o generar acciones para justificar un par de bombas o misiles. No hay que prestarse a su juego pero tampoco dejar la casa abierta para tentarlos.

Claudio Caputti
Interdefensa2013


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Los KC-130 durante la Guerra de Malvinas

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Incorporación
En Mayo de 1979 la FAA adquirió dos KC-130H (reabastecedores) matriculados TC-69 y TC-70 que le otorgaron  por primera vez la capacidad de reabastecimiento aéreo ya que llegaban con la capacidad de poder reabastecer aviones de combate en vuelo como los McDonnell Douglas A-4B/C de la FAA y eventualmente los A-4Q de la Aviación Naval ampliándose significativamente el radio de acción de los cazabombarderos. Al mismo tiempo permitió también realizar vuelos de exploración y reconocimiento sobre espacios subantárticos nunca sobrevolados como las Islas Georgias del Sur y las Sándwich del Sur. En este último archipiélago, en la isla Morrell del Grupo Thule del Sur estaba la Estación Científica Corbeta Uruguay, sobrevolada en varias oportunidades por los Hércules del Escuadrón 1. La primera operación de reabastecimiento se realizó el 12 de Junio de 1979 con una escuadrilla de A-4C.



Datos del avión

Lockheed KC-130 Hércules
Origen: EEUU
Tipo: Cisterna de repostaje en vuelo
Planta Motriz: Cuatro turbohélices Allison T56-A-16 de 4508 HP de potencia unitaria
Prestaciones: Velocidad máxima 600 km/h a 9150 m; velocidad crucero 602km/h 
Velocidad de repostaje: 570 km/h;
Techo de servicio: 13075 m;
Alcance: 1600 km a 550 km/h para transferir 14060 litros de combustible
Pesos: Vacío 31400 kg.
Máximo en despegue: 61200 kg.
Dimensiones             
Envergadura: 40,41 m;
Longitud: 29,79 m;
Altura: 11,66 m;
Superficie alar: 162,16 m²
Armamento: Ninguno
Datos:tiene un tanque auxiliar de 135000lts que usando el combustible interno le da una autonomía de 16 horas. Tiene una manguera de 28m de largo y la sonda de reabastecimiento


En Malvinas

Participaron dos aeronaves: KC-130H  TC-69 &  TC-70. La capacidad de cargar gran cantidad de combustible y de poder transferirlo le permitió durante el conflicto de Malvinas la realización de docenas de misiones abasteciendo a los Skyhawk A-4B y A-4C , aparte de suministrar también combustible a los Super Etendard en sus misiones antibuques contra el Sheffield, el Atlantic Conveyor y la misión conjunta contra el portaaviones HMS Invencible. Durante el conflicto se planificaron un total de 47 misiones de reaprovisionamiento en vuelo concretando 31 misiones, de las cuales algunas fueron canceladas y otras reprogramadas como misiones de exploración lejana. Ambas aeronaves cumplieron 20 vuelos de reabastecimiento a 93 aeronaves de la FAA y 20 vuelos del COAN, (otra versión habla que reabastecieron en vuelo a 279 aviones). Sin la labor de los KC-130 los aviones argentinos nunca hubieran podido llegar a las Malvinas y sus exitosos ataques no se podrían haber realizado.

Los atareados Hércules no solo llevaron a cabo misiones de abastecimiento durante el conflicto, también realizaron misiones de sumo riesgo como la de exploración lejana sobre el mar y el reabastecimiento en vuelo de las unidades de ataque las que causaron el hundimiento de por lo menos siete buques de superficie. Estas misiones asignadas a los dos KC-130H no estuvieron despojadas de riesgos debiéndose internar profundamente en mar abierto con el peligro en todo momento de ser detectado por los radares de los buques británicos, lo que significaba el peligro de un derribo inminente. 

La presencia de las “Chanchas” era siempre un fuerte aliciente moral y material para los pilotos de los A-4P y C que regresaban del combate, en muchas ocasiones con un mínimo de remanente de combustible. Como ejemplo se puede mencionar la situación vivida por el Alférez Guillermo Dellepiane “Piano”, quien a bordo de su A-4C regresaba al continente después de cumplir con una misión de combate sobre unidades de superficie de la Royal Navy. Como consecuencia del fuego antiaéreo sufrió la perforación de sus tanques de combustible con la consecuente pérdida de combustible, lo que irremediablemente, resultaría en la pérdida del aparato y su piloto.
 

En momentos que el piloto esperaba que el motor de su avión se apagaran por falta de combustible, la milagrosa “Chancha” apareció y después de algunas alternativas -que hacían desesperar al joven piloto- este pudo visualizar a su salvador y mediante una perfecta maniobra, que no admitía un segundo intento, pudo conectar su lanza a la canasta del “KC” trasvasando este el salvador combustible. Sin embargo, las perforaciones en los tanques hacían que el combustible así como entraba se perdía a través de estas. La única forma de salvar el aparato y su piloto era llevarlo conectado a la manga hasta la base, así sucedió, y una vez sobre esta el KC-130 soltó al averiado A-4 el que finalmente aterrizo sin dificultades. El Alférez Dellepiane nunca dejaría de agradecer a la tripulación del TC-69 y a su comandante Vicecomodoro Litrenta esta acción que salvo su vida.

Otra de las misiones de mayor trascendencia se puede mencionar la realizada el 30 de Mayo en ocasión de planificarse un ataque sobre un portaviones, el “Invencible”. La planificación se llevó a cabo en forma conjunta entre la FAA y la Aviación Naval interviniendo por parte de la primera cuatro aparatos Douglas A-4C y dos Super Etendard de la Aviación Naval uno de los cuales transportaría el último de los misiles EXOCET AM-39. Los dos KC-130 participarían de la misión repostando a los A-4C y a los SUE de ida y vuelta de la misión.

Habían transcurrido casi ocho horas de vuelo cargadas de tensión. Las comunicaciones con el radar de Puerto Argentino indicaban que una nueva actitud era asumida por las PAC inglesas. Estas debían permanecer en vuelo a gran altura, era evidente que no tenían lugar donde apontar. El Invencible sin dudas había sido atacado.



Pocos minutos después los dos SUE de la Armada comunicaban mediante señales que proseguían al continente sin necesidad de un nuevo reabastecimiento.  La tensión crecía hasta que fueron avistados dos de los A-4C, los que se reaprovisionaron, y en una corta comunicación informaron de la irremediable pérdida de los dos restantes aparatos. Sin demora partió la orden y los KC emprendieron el regreso con el sabor agridulce del saber que por la misión cumplida se había pagado un precio demasiado alto, dos Cazadores no volverían.

También los KC participaron en la primera misión de combate de la FAA el 25 de Abril. En esa oportunidad se planificó atacar con los bombarderos MK.62 Canberra algunos buques ingleses que se encontraban en las cercanías de las islas Georgias del Sur. Se escogieron los Canberra, de lenta maniobrabilidad y prácticamente nulo poder autodefensivo, por ser los únicos con el alcance suficiente -se debían recorrer unos 4.000 km en total- como para poder operar sobre las Georgias. Tres bombarderos serían acompañados entonces por un Boeing 707, mientras que un KC-130, cuyo tanque de combustible extra para realizar reabastecimientos en vuelo le otorga una autonomía considerable cuando utiliza ese carburante para su propio consumo, se encargaría de la exploración lejana. Fue precisamente el Hércules el que informó sobre las malas condiciones meteorológicas sobre el blanco y que además los buques a atacar estaban dentro de la bahía Cumberland, lo que prácticamente imposibilitaba la maniobra de los Canberra. Se frustró así esa primera misión, que ya no podría repetirse, porque la guarnición argentina en Grytviken se rindió poco después a la fuerza expedicionaria británica.

También el 13 de junio los KC-130 cumplieron las misiones finales de reabastecimiento en vuelo para los cazas Skyhawk que operaban por última vez sobre el archipiélago.

 

Algunos otros de estos vuelos han pasado a la historia y nunca serán olvidados por sus protagonistas directos y por muchos argentinos, otros argentinos actúan con una prodigiosa desmemoria y malintencionada ignorancia. Las queridas “Chanchas” de la FAA sin dudas han sido protagonistas de estas victorias en su papel de “partícipes necesarios” de las mismas.

Los británicos conocías muy bien las limitaciones del arma aérea argentina para llegar a las islas y el Atlántico Sur por los que estos dos reabastecedores estarían entre los objetivos primarios a destruir junto a los Super Etendard entre otros. Y en los papeles esto era muy cierto, si los ingleses llegaban a derribar un tanquero complicaría muchísimo las operaciones aéreas argentinas. Entre los mitos de la guerra se dice que los ingleses literalmente se quemaron las pestañas buscando los puntos de reabastecimiento en pos de cazar a los KC, establecieron PACs de emboscada, piquetes de radar con buques hasta incluso misiones de espionaje en territorio continental para saber la ubicación de los aparatos (se habrá planificado un Mikado II para éstos aviones?).

Los argentinos eran consientes de la importancia de los KC-130 por lo que los cambiaban de base casi todos los días, no sería de extrañar que los dos valiosos aviones no estuvieran nunca juntos en un mismo lugar o que las tripulaciones no durmieran juntas y lo hicieran en los pueblos cercanos a las bases. Las operaciones REV cuando salían, cumplían patrones de salida muy particulares, nunca despegaban con un rumbo inicial a la zona REV, lo hacían con rumbos a bases continentales o bien cumpliendo un plan de vuelo por aerovía y recién en un lugar determinado de la PATAGONIA volaban táctico y salían al mar. Toda este juego del gato y el ratón entre ingleses y argentinos nos da una pauta de la importancia de éstas naves y que su historia es todavía desconocida para muchos.

Fuentes utilizadas (haga click en el link)

Publicaciones utilizadas
Especial Alas nro. 2, Revista Alas
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